El País de la Canela, detalle de portada. Fotografía: Random House Mondadori. “Los pobres están contentos y los ricos están molestos. Eso debería significar algo”. William Ospina diagramacion_polemikos_8_2015.indd 38 24/03/2015 9:08:52 a. m. Relaciones imaginarias entre el choque de dos culturas presentes en la novela El País de la Canela del escritor colombiano William Ospina Edilson Silva Liévano Magíster en Literatura Hispanoamericana Resumen Abstract Abstract diagramacion_polemikos_8_2015.indd 39 Este artículo corto está derivado de la investigación Colombia en su narrativa de ficción: dos siglos de representación simbólica 1810-2012, aprobada por CONADI, adelantada en la Universidad Cooperativa de Colombia. Ésta busca establecer los relatos de nación construidos desde la ficción, no en oposición a la realidad, sino compenetrada con ella a través de las imágenes materializadas en el cine, la televisión, el teatro y la literatura; parte de la hipótesis de que ciertas formas simbólicas (cada uno de los artefactos culturales de ficción) han comunicado mensajes simbólicos a través de los contenidos, las imágenes o las puestas en escena que le permiten a los sujetos (ciudadanos) significar la realidad histórica desde el relato de ficción. Este artículo se presentó en la Universidad de Cádiz, Facultad de Filosofía y Letras, el 4 de julio de 2012, en el marco del “XXXIX Congreso del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana. Diálogos Culturales”. Fue así mismo socializado ante la comunidad universitaria, en conferencia, el día 6 de abril de 2013. This short article is derived from research in Colombia fictional narrative: two centuries of symbolic representation 1810-2012 approved by CONADI, coming on in the Cooperative University of Colombia. It seeks to establish the nation constructed narratives from fiction, as opposed to reality, but blended with it through the images embodied in film, television, theater and literature, on the hypothesis that certain forms symbolic (each fictional cultural artifacts) have symbolic messages communicated through the content, images or staging’s that allow individuals (citizens) mean historical reality from the fiction story. This paper was presented at the University of Cádiz, Faculty of Arts on 04 July 2012 under the XXXIX Congress of the International Institute of Latin American Literature. Cultural dialogues. Likewise was socialized to the community college conference on April 6, 2013 Palabras clave Imaginario, cultura, conquista, invasión, cronotopo. Key Words Imagination, Culture, Conquest, Invasion, Chronotope. 24/03/2015 9:08:52 a. m. Metodología 40 Para el análisis de los artefactos culturales, el caso de la novela, se parte de un acercamiento al habitus del escritor, entendido este como el conjunto de disposiciones que estructuran el escritor y que le permiten tomar una posición axiológica frente al mundo. Es decir, que a lo largo de las discusiones se encuentran citas o referencias a las formas puntuales de pensar del escritor. Luego, se estudia la novela en un diálogo relacional entre el cronotopo real histórico y el cronotopo de ficción. El cronotopo se entiende como la intersección entre el tiempo y el espacio presentes en la novela. Sin embargo, siguiendo la teoría de Mijael Bajtin, el cronotopo no es un elemento aislado del mundo real, sino que el tiempo y el espacio (la historia) penetran en el relato de la novela y, a su vez, la novela lo devuelve al mundo real (la lectura) cargado de sentido, resemantizado, contribuyendo a generar representaciones e imaginarios. Presentación del autor William Ospina es un escritor colombiano que conjuga varia empatías creativas: la de poeta, con libros como Hilo de Arena (1986), La luna del dra- gón (1992), El país del viento (1992) y ¿Con quién habla Virginia caminando hacia el agua? (1995); la de ensayista, con obras como Aurelio Arturo (1991), Es tarde para el hombre (1994), Esos extraños prófugos de Occidente (1994), Los dones y los méritos (1995), Un álgebra embrujada (1996), ¿Dónde está la franja amarilla? (1997), Las auroras de sangre (1999) y Los nuevos centros de la esfera (2001); la de traductor, siendo muy reconocido su trabajo con los sonetos de Shakespeare. William Ospina ha ingresado al campo de la literatura colombiana como novelista. Recientemente, publicó una saga de novelas que abordan temáticas relacionadas con la conquista de América, por parte de los españoles. Son ellas Ursúa (2005), que trata sobre la vida de Pedro de Ursúa, conquistador y fundador de la ciudad colombiana de Pamplona; y El País de la Canela (2008), en la cual se narra la experiencia casi épica de la expedición que descubrió y recorrió, por primera vez, el río Amazonas en busca de un lugar utópico y paradisiaco, los árboles de canela, una especie exótica, y motivación de la llegada de los españoles al continente que Cristóbal Colón llamara “Indias Occidentales”, y su última entrega, La serpiente sin ojos (2012). De entrada, el título de la novela y la motivación de la expedición, así como el nombre que le darán al río, gracias a las presencia de las mujeres exóticas, son el abrebocas para pensar que los “conquistadores” ven el mundo objetivo de forma preconfigurada e imaginada, como en el caso de las amazonas; el mundo corresponde a una visión que lo antecede, la realidad objetiva se desdibuja en la mirada maravillosa de quien la observa; lo desconocido encuentra correspondencia en el mito. El punto de vista del escritor Es frecuente que al escritor William Ospina se le pregunte: ¿Cuánta de la información que está aquí, corresponde a datos históricos reales? Y, como si el escritor estuviera en la época de la Conquista, cuando la novela, por Cédula Real, tenía prohibida la circulación en el Nuevo Mundo, y sólo la crónica gozaba del beneplácito de verosimilitud y de objetividad, aprendidas desde la poética de Aristóteles; entonces el autor contesta: “Yo trato que todas mis historias sean hechos reales, lo único que me permito es llenarlas de detalles y circunstancias, de hacerlas vívidas para que puedan ser hospedadas en la imaginación, porque lo patético de la historia está en los detalles, en las cir- Ciencias de la Comunicación - Los Libertadores diagramacion_polemikos_8_2015.indd 40 24/03/2015 9:08:52 a. m. cunstancias, pero no me permito adulterar los hechos porque lo que me parece interesante de esta historia es que ocurrió; y que los lectores sientan que esa expedición demencial en busca de canela, donde lo que estaba era la Selva Amazónica y el haber remontado la cordillera de Quito para ir a buscarla con miles de perros y miles de cerdos, y miles de llamas llevando muchísimos indígenas de la cordillera, que todo eso ocurrió realmente, y que el extravío por la selva y la construcción de un barco, sucedieron. (…) De todos los indígenas que se llevó Gonzalo Pizarro por la cordillera, que eran 4.000, no volvió uno solo y muchos contaron que había habido un gran sacrificio de indígenas cuando Gonzalo Pizarro se enteró de que no había canela, entonces los acusó a ellos de haberle dado una información falsa, cuando la verdad es que les había preguntado si había una planta que tenía ese sabor y ellos le dijeron que de verdad había una canela americana, pero que no tenía ninguna explotación comercial, él imaginó que eran bosques de canela asiática, porque todavía creían en eso tiempos, y algunos lo creen todavía hoy, que en esas regiones equinoxiales puede haber bosques de una sola especie como en Europa (…) Entonces se había acuñado el verbo “aperrear” que consistía en entregar los indios a los perros, en fin es una historia tremenda. La verdad es que ese es uno de los muchos episodios, la dureza de corazón y la crueldad con que se cometieron muchos crímenes. Fue por todas partes, la inmolación de la corte de Atahualpa fue ya un abuso de ese género, porque el cortejo de Atahualpa venía desarmado, asiste, obedece a una invitación a cenar, respetando a los huéspedes, porque la Cultura Inca tenía muy ritualizada sus costumbres, nadie podía atacar a otros sin haberle declarado la guerra (…)”. El punto de vista del narrador En la novela El País de la Canela, el narrador da la versión de los hechos para su amigo Pedro de Ursúa, una vez ha terminado su viaje por el río Amazonas y se encuentra instalado en Ciudad de Panamá. La historia a la que nos enfrenta el escritor se encuentra en un horizonte temporal que dista más de quinientos años, y dicho horizonte, con todos sus horrores, imaginarios, contrastes, son actualizados desde la memoria de un personaje central que evoca su infancia, los episodios de los primeros conquistadores, ntre ellos su padre; la expedición de Francisco Pizarro, hacia el año de 1541; y la travesía de Orellana a través del río Amazonas, en el año de 1542, hasta su desembocadura en el Mar de Norte (Atlántico) y su posterior arribo a la Isla Margarita. Así, en el inicio argumental de este relato, el narrador en primera persona recuerda una carta que su padre le escribió cuando tenía 12 años y en la cual se narraba la conquista del Imperio Inca. El relato, que en su forma de composición está dividido en 33 capítulos, con carácter episódico, inicia su apertura argumental con el título “La primera ciudad que recuerdo” (p.12) y cierra el desarrollo argumental con él título “Hay días en que vuelvo a recordar el país de la canela” (p. 353). Así la “novela” plantea un relato que acontece a lo largo del año 1542. Cincuenta años después de la llegada de los españoles, la nueva generación de criollos nacidos en las Indias Occidentales y que, desde un presente histórico, reconstruye el pasado reciente de la conquista; pero que trae de vuelta en una línea de tiempo más amplio y distante, los episodios del choque de dos culturas incomprendidas por su diferencia. De entrada, es importante señalar, además del tiempo narrativo, que el tiempo psicológico del personaje está marcado por una crítica nostálgica o, usando un término de Paul Ricoeur, por la “memoria herida” de un mundo destruido e incompren41 diagramacion_polemikos_8_2015.indd 41 24/03/2015 9:08:52 a. m. dido por sus antecesores: “Por eso la fantástica ciudad de los incas se grabó en mi memoria envolviendo la imagen de mi padre, que había sido uno de sus destructores” (pág. 17). El tiempo rememorado intenta reconstruir el tiempo de la destrucción. La historia, en El país de la Canela, está dividida entre el mundo citado y el mundo narrado. En el primer caso, el mundo es rememorado a partir de una carta que escribió su padre cuando el narrador tiene apenas 12 años y recibe dicha carta de mano de su nodriza, Amaney. La historia, además, se reconstruye a partir de relatos de conquistadores. Para ello, el protagonista viaja de La Española hasta el Perú, para descubrir qué pasó con su padre y constatar el mundo narrado por su padre, y luego se embarca, con Gonzalo Pizarro, a través del río Amazonas, en busca del país de la canela. Es importante señalar que 42 el narrador advierte, de entrada, que: “más que los hechos, quiero contarle lo que los hechos produjeron en mí. Poco antes nuestros hombres habían capturado al señor de las cordilleras. Para ti y para mí, hoy, simplemente lo condenaron al garrote; para mis doce años, lo que ocurrió no cabía en una palabra” (pág. 18). Además, propio del relato fictivo, no es la historia la que se cuenta sino una versión sublimada por la imaginación y la percepción de quien la ha vivido: “Cada quien vivió su propia experiencia de la selva, y cada quién contará una historia distinta, pero puedo decirte que al final de ese viaje, que ya no sé qué vivimos” (pág. 254). El mundo que se reconstruye a lo largo del relato, resulta ser una conversación con Pedro de Ursúa y el intento del protagonista por disuadirlo de emprender un viaje similar por la selva. Primera relación imaginaria: Paul “La historia, en El País de la Canela, está dividida entre el mundo citado y el mundo narrado”. William Ospina. Fotografía: Mondadori. Ciencias de la Comunicación - Los Libertadores diagramacion_polemikos_8_2015.indd 42 24/03/2015 9:08:52 a. m. Ricoeur, en su libro La lectura del tiempo pasado, establece una relación entre el tiempo, el relato y la mediación de la memoria; entre el tiempo vivido y la construcción del relato, y su corolario del olvido, visto únicamente como el enemigo de la memoria. Además, señala varias aporías en la comprensión de esta relación tríadica. Una de ellas, radica en la apreciación de la memoria individual y de la memoria colectiva. Dilucida sobre varias aporías. La primera, dice, “se refiere a la difícil conciliación del tratamiento la memoria como experiencia eminentemente individual, privada e interna con su caracterización como fenómeno social, colectivo y público. La segunda aporía se refiere a la relación que existe entre la imaginación, en cuanto función de la ausencia de huellas temporales, y la memoria, que, aunque consista en la imaginación en una representación, pretende alcanzar el pasado, constituirlo y serle fiel: “¿Qué relación de concordancia o de discordancia se establece entre la mera ausencia y la distancia temporal? La tercera aporía se refiere al derecho a introducir consideraciones casi patológicas cuando consideramos la relación que existe entre la memoria y la construcción de la identidad personal o colectiva: no deploramos en unos casos el exceso de memoria y en otros, su insuficiencia? ¿Cómo puede darse el abuso de memoria?” (pág. 14). Memoria individual y memoria colectiva: rememoración y conmemoración: Paul Ricoeur se pregunta si es posible hablar de una memoria colectiva, desde este punto de vista en el relato de El país de la canela, la presencia de un relato se hace desde el punto de vista individual, pero enriquecidos con los relatos de otros viajeros y conquistadores y cronistas. Paul Ricoeur asume que “la memoria garantiza la continuidad temporal de la persona. Esa continuidad entre el pasado y el presente me permite remontarme sin solución de continuidad desde el presente vivido hacia los acontecimientos más lejanos de mi infancia” (pág. 17). En el caso de la novela, conecta bien con el personaje central. Así, él recuerda su infancia y su pasado, y ese gran pasado que es el relato general adviene al lector como la posibilidad de actualizar ese pasado histórico hacia el presente y ejercer, o bien la rememoración, o lo que he denominado literatura de reconocimiento, como un acto de volver a conocer, y ese proceso llevaría a los lectores a realizar varios procesos, recordar lo olvidado, inferir lo no dicho, imaginar el pasado, restituir, y en palabras de Paul Ricoeur, reme- morar y conmemorar. Pese a todos los saltos y archipiélagos en el ejercicio de recordar, “la memoria sigue siendo la capacidad de recorrer y de remontar el tiempo, sin que nada en principio pueda impedir que continué sin solución de continuidad ese movimiento” (pág. 16). En el caso de la novela El País de la Canela, el pasado rememorado está construido a partir de los sucesos que el personaje logra recordar, como experiencia vivida, y que luego recuerda, pero también a partir de los relatos de otros conquistadores que le permiten reconstruir el pasado. Es el relato lo que permite al héroe dotar de sentido el mundo vivido: “Solo cuando se convierte en relato el mundo parece al fin comprensible. Mientras los vamos viviendo los hechos son tan agobiantes y múltiples que no les encontramos pies ni cabeza. O tal vez tiene razón Teofrastros quien me dijo que lo que les da orden a los recuerdos es que ya conocemos el desenlace, que los vemos a la luz del sentido que ese desenlace les brinda” (p. 106). Así, gracias a ese desenlace, y a la rememoración el héroe logra establecer la evaluación del tiempo vivido o rememorado desde la construcción colectiva de historias vividas, contadas por algún viajero o cronistas. Ese pasado conmemorado puede dividirse en dos a lo largo de la 43 diagramacion_polemikos_8_2015.indd 43 24/03/2015 9:08:52 a. m. 44 novela, como el relato de la memoria, y como el relato de la imaginación. El tiempo imaginado y tiempo de la memoria: Una de las disertaciones que Paul Ricoeur hace a partir de los clásicos consiste en confirmar la superación entre memoria e imaginación: “a mi juicio, mientras ésta tiende a situarse espontáneamente en el ámbito de la ficción, de lo irreal, de lo virtual o de lo posible, la memoria desea y asume la labor (…) de ser fiel y exacta”. Esto es importante en el juego establecido en la novela de Ospina, entre qué es memoria, desde este plano, y qué es imaginación. Cuáles son las distancias temporales que tiene que saldar y cómo lo resuelve los contenidos de la memoria a partir de un pasado presente, y lo que queda de éste en el presente. Aquí me parece que Ospina conjuga muy bien tres elementos: memoria, imaginación e investigación en una ficción literaria, en una “ficción dicha”. Esta memoria que tiene que resolver la distancia temporal, primero tiene que enfrentar la del personaje central, es decir, resolver los contenidos de la memoria del personaje de ficción. Para ello acude a la estrategia del archivo, la carta, y a ciertos recuerdos del personaje testigo que el personaje puede resolver. Es decir, el pasado que vuelve y que ya no es, y el presente que aún goza de prestigio. Sin embargo, este personaje que conversa con Pedro de Ursúa sobre los hechos tiene que superar un intervalo de tiempo muy amplio, donde el autor se ve obligado a construir un narrador, y todo su mundo citado, o puede ser producto de sumar dos elementos esenciales, la investigación y la imaginación. Así, la novela se convierte en la búsqueda de un patri- monio común entre la Literatura y la Historia, los hechos, los acontecimientos y las fuentes, así como el tiempo, en este caso la literatura, se convierten en la historia del destiempo, un tiempo que ya no fue pero que vuelve a ser, gracias a la imaginación, la investigación y la memoria. “Yo tenía 12 años cuando Amaney, mi nodriza india, me entregó aquella carta, y en ella el trazado de una ciudad de leyenda que mi imaginación enriqueció de detalles, recostada en la cumbre de la cordillera, tejida de piedras gigantes que la ceñían con triple muralla y que estaban forradas con láminas de oro” (pág. 15); “No sé si esa lectura fue entonces la prueba de las ciudades que había sido capaz de construir una raza: al menos fue la prueba de las ciudades que es capaz de imaginar un niño” (pág. 16); “Y Ciencias de la Comunicación - Los Libertadores diagramacion_polemikos_8_2015.indd 44 24/03/2015 9:08:52 a. m. entré por fin en el Perú que soñaba, no la tierra incógnita que pisaron los aventureros del año 32, sino un país misterioso dominado ya por españoles, donde empezaban a alimentar mendigos los atrios de las iglesias y a cristianizar el viento los campanarios” (pág. 29); “No sé contar lo que sentí cuando entré por primera vez en aquella ciudad que era mi sueño de infancia. Dicen que sólo los hombres y los animales dejan sobre la tierra fantasmas, pero yo vi piedras fantasmas, edificios fantasmas, porque de cada ruina, de cada piedra rota, de cada piedra rota, mi mirada extraía lo que fue. Yo me iba solo, a veces, a reinventar con mis ojos el resplandor de la ciudad vencida” (pág. 41); “No se sabe quién era más extraviado, si el que persigue bosques rojos de canela, o el que busca desnudas amazonas, si el que sueña ciudades de oro o el que rastrea la fuente de la eterna juventud. Nacimos, capitán, en una ciudad extraña en la que sólo nos es dado crecer en lo imposible, pero buscando esa riqueza fantástica, todos terminamos convertidos en pobres en fantasmas” (pág. 51); “Nuevamente el imaginario de la experiencia de los españoles acostumbrados a olivares y a robledales, y a pinares de su España, les hizo creer que de este lado encontrarían bosques uniformes de árboles de canela. Nada les parecía más natural que la posibilidad de hallar un interminable bosque de canela” (pág. 129); “El país de la canela había existido tanto en su imaginación que tenía que existir también en el mundo. Pero no es tan fácil negar lo real ni ocultar lo evidente. Dilató su ilusión hasta lo imposible, pero al final no pudo seguir diciéndose que el país verdadero esta- ba oculto” (pág. 130); “Hay días en que vuelvo a recordar el país de la canela, porque de tanto pensar en él, de tanto buscarlo, es como si hubiera estado allí. Vuelvo a verlo en la imaginación, con sus extensas arboledas rojas, sus casas de madera y de piedra, sus ancianos sabios y fuertes, que nadan en los ríos turbulentos y cazan peces con sus largas jaras de Laurel (…) Veo cruzar, montadas en sus dantas inmensas a las valientes amazonas de un solo pecho… (pág. 355). El narrador hace dos tipos de evaluaciones sobre los hechos, una que recae sobre la expedición y los conquistadores, y otra que recae sobre él mismo. En ambos casos son disfóricas y revelan el punto de vista crítico del narrador, pero bien pueden conducir hacia un enmascaramiento monológico por parte del autor. La voz del 45 diagramacion_polemikos_8_2015.indd 45 24/03/2015 9:08:52 a. m. 46 La obra de Ospina abarca géneros como el ensayo y la novela. Fotografía: hermanocerdo.com narrador que conversa con el interlocutor, Pedro de Ursúa, será la voz que se va a escuchar a lo largo de la novela, y tiene como propósito argumentar en contra de una nueva expedición, bien sea citando a la barbarie de los hechos, a la naturaleza de los conquistadores y/o al carácter de Pedro de Ursúa: “Si he aceptado contar otra vez cómo fue nuestro viaje, es solo para convencerte de que no vayas a esa expedición que estás soñando. Lo que viviste en tierras de panches y de muzos, de taironas y de muiscas, es poca cosa al lado de las penalidades que encontrarás por estas selvas. Dices que es muy posible que por el reino de las amazonas pueda entrarse también al país de del Hombre Dorado, pero yo, que estoy harto de verlas, te digo que esas tierras están hechas para enloquecer a los hombres y devorar sus expediciones” (pág. 61); “Pero aquí son los Pizarro los que se abren camino. Como si solo nuestra barbarie pudiera abrirle camino a nuestra civilización” (pág. 52); “Ante nuestros guerreros yo tenía el corazón repartido entre la admiración y el rechazo: tan valerosos eran los hechos que cumplieron, tan brutal la destrucción que obraron sobre un mundo que yo en mi corazón veneraba” (pág. 47) ; “Yo no ignoraba que otro río de sangre india me manchaba la frente, porque uno de los carniceros fue mi propio padre” (pág. 142); “Pero lo que más me impedía en la selva participar de esa fiesta de sangre es que a mis veinte años yo había sido auxiliado por indios en momentos de peligro, y todavía antes había bebido la leche en los pezones de la india de la Española, y había escuchado los relatos de Amaney en nuestra casa de Santo Domingo: yo no podía ver los indios como bestias sin alma” (pág. 143). El punto de vista crítico del autor a veces denuncia una especie de cinismo histórico, como cuando escribe: “Dirás que soy ingrato con Pizarro, el jefe militar de mi padre, pero yo sé lo que te digo: los hombres valientes son demasiado confiados y los traidores son demasiado engañosos; el rey y el papa están muy lejos, y dedicados a Ciencias de la Comunicación - Los Libertadores diagramacion_polemikos_8_2015.indd 46 24/03/2015 9:08:53 a. m. sus propias rapiñas, para imponer aquí la verdad la ley de Dios o de la Corona; esta conquista sólo se abre paso con crímenes y muy tardíamente intenta redimirse con leyes y procesiones. Aquí sólo triunfan los peores. La Corona acepta que avancen con saqueos y masacres, y después llega a ocupar lo conquistado y a tratar de castigar a los criminales que lo hicieron posible” (pág. 56) Somos apenas instrumentos de los poderosos, peldaños para escalar el poder de los reinos, espadas para descabezar a sus enemigos (pág. 57), frente a los conquistadores no ahorra epítetos algunos. “Lo único verdaderamente salvaje que produce la tierra europea son sus hombres capaces de torcer ríos y decapitar cordilleras, de hacer retroceder mareas y de reducir a cenizas sin dolor las ciudades” (pág. 64); Gonzalo Pizarro era el tercero de una familia de grandes ambiciosos. Buitres y Halcones a la vez, sus hermanos Francisco, Hernando y Juan, con una avanzada de hombres tan rudos como ellos se habrían basado para destruir un imperio. (pág. 89); “Para entender a esos hombres de Extremadura, que fundidos a sus potros enormes fueron capaces de dar muerte a aun dios, tenemos que pensar en la dureza de la vida en España cuando no se ha nacido en cuna de príncipes. De Cuantos cruzaron primero el océano, Francisco Pizarro era el más brutal y el más ambicioso: yo siento que en él convivían el toro y el cerdo, el romano y el vándalo” (pág. 90). También emplea argumentos que intentan disuadir a Pedro de Ursúa, acudiendo al carácter del propio personaje: “Tú vienes de un linaje de guerrero, pero basta mirarte para saber que en ti no hay sangre de soldados sino sombras de letrados y artistas. Desde el fondo de tu mente se alcanzan a ver las paredes de la ley, y hasta el freno de Dios en tu mano” (pág. 90); “Avanza si lo quieres, Ursúa, hacia la perdición, hacia el pánico, anda y mide tus fuerzas con la selva; opón el poder de tu dios navarro a los dioses de la humedad y de la tormenta, el hambre y de la tierra. Demuestra que vale más tu voluntad que la serpiente sin ojos en la que se refleja el abismo” (pág. 359). Por último, cómo llamar a este encuentro de culturas sin cita, sin preaviso: ¿choque, encuentro, infortunio? Y que derivaría en barbarie, dominación, esclavitud, exterminio, genocidio, al decir de Todorov, o lo que en su forma narrativa estructural se ha denominado descubrimiento, conquista y colonialismo, ante lo cual las posturas poscolonialistas tratan de desarticular; sacar del automatismo; saldar los cabos sueltos del pasado con el presente, y los intersticios (González Castro); aprender de la experiencia del pasado para comprender el presente, y que tiende hacia la consolidación de artefactos culturales como la obra de Ospina, la cual yo denominaría, siguiendo a María Cristina Pons, como Nueva Novela Histórica, o en su forma axiológica como “literatura de reconocimiento”. Frente a esto tendríamos que preguntarnos, ¿es que todo es occidental?, ¿es que los latinoamericanos no hemos hecho nada o lo hemos perdido todo? Frente a esto, Ospina afirma en su ensayo Dónde está la franja amarilla: “si queremos transformar el mundo, tenemos que retomar el pasado”. Al postular el País de la Canela como obra de literatura de reconocimiento, entra en la vía de literatura de la posmodernidad, y como afirma 47 diagramacion_polemikos_8_2015.indd 47 24/03/2015 9:08:53 a. m. Homi Bhaba, si esa jerga de nuestro tiempo (pomodernidad, poscolonialidad, posfemenismo) tiene algún significado, este no está en el uso popular de “pos” para indicar secuencialidad (después del feminismo, o del colonialismo) o polaridad (antimodernismo). Estos términos que con insistencia señalan el más allá, sólo encarnan su inquieta energía revisionista si transforman el presente en un sitio, expandido y excéntrico, de experiencia y adquisición de poder (pág. 22) . La obra de Ospina encarna el espíritu revisionista del genocidio, de aquello que puede ser el verbo rector de todas la dominaciones, “la falta de respeto” de lo otro: sus costumbres, creencias, rituales, lengua, territorio o incluso el no reconocimiento de su humanidad. Es en virtud del desarrollo argumental del cronotopo histórico, la travesía de la conquista por el Orinoco, de la gran paradoja, no son aquí las voces de las minoría las que se retratan, pero sí las de los colonizados, que eran mayoría frente a las diferencias y desventajas tecnológicas y culturales que hicieron que la mayoría, que era el pueblo de la Aby Ayala, sucumbiera ante la minoría del Imperio cristiano y militar español, que es como lo denomina Anderson Imbert. 48 El País de la Canela, detalle de portada. Fotografía: Random House Mondadori. Ciencias de la Comunicación - Los Libertadores diagramacion_polemikos_8_2015.indd 48 24/03/2015 9:08:54 a. m. Referencias Bahbah, H. (2002). Reflexiones a partir del texto. Buenos Aires: Editorial Manantil. Ospina, W. (2008). El País de la Canela. Bogotá: Editorial Norma. Ricoeur, P. (1999). La lectura del tiempo pasado. Madrid: Universidad Autónoma de Madrid. 49 diagramacion_polemikos_8_2015.indd 49 24/03/2015 9:08:54 a. m.