grand canyon - Fondoazul.es

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GRAND CANYON
FICHA TÉCNICA:
Director: Lawrence Kasdan
Guionistas: Lawrence Kasdan-Meg Kasdan
Intérpretes: Danny Glover, Kevin Kline, Steve Martin,
Mary McDonnell, Mary-Louise Parker,
Alfre Woodard, Marley Shelton
Música: James Newton Howard
Fotografía: Owen Roizman
Año: 1991 EEUU
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COMENTARIO
De nuevo tenemos, dentro de nuestros comentarios de cine, al brillante director
y guionista Lawrence Kasdan, con una de sus mejores obras, “Grand Canyon”
premiada en 1992 con el Oso de Oro de Berlín y nominada al Oscar por mejor
guión original, hecho en colaboración con su mujer, Meg Kasdan.
Este director norteamericano se hizo famoso por ser guionista de las dos
secuelas de “La guerra de las galaxias” y por participar en la creación junto con
Georges Lucas y Steven Spielberg del personaje de Indiana Jones, escribiendo
el guión de la primera película “En busca del arca perdida”. También él ha
conseguido hacer un puñado de buenas obras que no solo han tenido la
aceptación del público sino también de la crítica. En esta ocasión, como en
otros de sus films, Kasdan se acompaña de un grande de la música, J. Newton
Howard, que logra crear una banda sonora que está entre las mejores de su
filmografía. Utiliza desde los estilos de rock y jazz a las pistas orquestales, con
títulos como “Searching for a heart” de Warren Zevon, una preciosa canción. El
final del “Grand Canyon” es apoteósico, con una combinación de trompetas,
trombones, tubas, cuerno francés y percusión, y que lleva por título: “Grand
Canyon Fanfare End Titles”, que transporta al espectador por el majestuoso y
fascinante “cañón” y todo esto acompañado de la fotografía de Owen, un
habitual en las películas de Sidney Pollack y que ha despuntado haciendo
obras arriesgadas; ha realizado “The Addams Family” en 1991 y en 1994
“Wyatt Earp” de nuevo con Lawrence Kasdan (pelicula nominada al Oscar a la
mejor fotografía); sus imágenes trasmiten fuerza vital y autenticidad,
despojándolas de todo artificio.
Un buen elenco de actores y actrices completan esta obra maestra con
interpretaciones dignas de elogio.
“Grand Canyon” es una película coral, muy del gusto de Kasdan, repleta de
grandes momentos y donde lo aparentemente simple da paso a la complejidad
si se ha posado sobre ella una mirada simbólica, y lo que en un principio
parecen casualidades y situaciones de azar, son en realidad relaciones
humanas sujetas a lo que denominaba Carl Jung “Sincronicidades”, hechos
aparentemente inconexos unos de otros que se enlazan de manera acausal,
no responden a la lógica causa-efecto, sino que forman parte de la psique
profunda; situaciones vinculadas a través del significado y que tienen su
asentamiento en los sueños, en los mitos, en la conciencia, en el inconsciente
personal y en el inconsciente colectivo... A todo esto se le añade un ritmo
suave y trepidante a la vez, que te atrapa de principio a fin y donde el hilo
conductor es el majestuoso, espléndido y atemporal Grand Canyon, una
escarpada garganta excavada por el río Colorado en el norte de Arizona,
Estados Unidos. Una metáfora de lo insignificante frente a lo grandioso, donde
las ansias de control de unos humanos hacia otros se difuminan cuando
contemplas la grandiosidad de la naturaleza que sigue su curso a pesar de
nuestras tribulaciones.
En la megalópolis de Los Ángeles, una sociedad urbana y moderna donde la
materialidad es la base de su identidad, viven Mack (Kevin Kline), un abogado
de inmigración de raza blanca y también Simon (Danny Glover), de raza negra
y conductor de grúa para remolcar coches. No se conocen, cada uno pertenece
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a un estrato social diferente, pero sus vidas se cruzan para aprender el uno del
otro y ayudarse en las vivencias que de verdad importan. En esta ciudad,
donde reina la violencia y el caos, sobrevivir es duro y en algunos barrios, es
un milagro llevar una vida normal. Desde el comienzo, los títulos de crédito, con
formato en blanco y negro, se presentan con un despliegue potente de música
y escenas; oímos un ruido ensordecedor y estremecedor, es un helicóptero que
sobrevuela la ciudad sin descanso, día y noche, y que está presente a lo largo
de la película, es el gran ojo vigilante que todo lo controla. Haciendo uso de la
cámara lenta, vemos a un grupo de atléticos jóvenes negros jugando al
baloncesto en un patio de barrio, también hay coches de pandilleros traficando
con droga. Ya en color, el arranque de la película sigue siendo poderoso. Nos
hallamos en un estadio de baloncesto, allí se encuentra Mack con sus amigos
viendo jugar a dos equipos míticos: “Los Lakers” contra “Magic”. Todo es una
fiesta de color, fervor, juego, chicas jóvenes que se pasean de aquí para allá y
los ojos de Mack posándose sobre ellas. Cuando termina el partido y salen
fuera del recinto para buscar sus coches, Davis (Steve Martin), amigo de Mack
y famoso productor de películas de alto contenido violento le va diciendo:
Davis: Cuando te darás cuenta de que nada se puede controlar,
vivimos en el caos, es el gran problema de nuestra vida,
mira ahí fuera, todos intentan controlar el miedo, intentan
controlar su miedo.
Mack: ¿Por qué cuando alguien triunfa en algo determinado se
cree que lo sabe todo?
Mack inicia el recorrido hacia su casa y se encuentra inmerso en un
embotellamiento y decide coger un atajo. La tensión crece cuando se da cuenta
que no sabe donde está y el coche se para en un barrio pobre, negro, donde la
suciedad reina por todos lados y los coches destrozados están por las
esquinas. Asustado, intentando mantener la calma, llama a la grúa desde un
teléfono público y aguarda impaciente en su vehículo. Un coche de pandilleros
se le acerca intimidándolo y lo hace salir fuera. En esos momentos, y como si
de una aparición se tratara, todos quedan cegados unos instantes por una
poderosa luz, son los faros de la grúa que llega para socorrer a Mack. Un
imponente negro desciende del camión con una barra de hierro en la mano
como instrumento de trabajo, y aunque parece un ángel exterminador, su cara
está en calma y habla con sosiego, como si no supiera lo que está sucediendo.
Es Simon, un hombre que ha nacido en uno de estos barrios y dispone de la
suficiente información para dirigirse al que él cree el jefe de la banda y habla
con toda la normalidad y astucia que la situación requiere, aunque los chicos ya
han comenzado con el acorralamiento a Mack y le dicen que no se meta donde
no debe:
Simon: Este no es el sistema, yo debería trabajar sin pedirte permiso.
Todo debería ser diferente de como es.
Pero el pandillero quiere saber por qué es tan valiente y arriesga su vida
intentando hacer su trabajo y le enseña la pistola que lleva exigiéndole que le
responda:
Pandillero: ¿Cuál es tu respuesta?
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Simon:
Si no estuvieras armado no estaríamos hablando.
Pandillero: (el chico ríe triunfante como si acabara de ganar una batalla), ja, si no llevas un arma no te respetan, por eso la llevo
conmigo.
De repente los chicos se marchan y ellos parten en el camión:
Mack: Gracias, me ha salvado la vida. ¿Qué está pasando en el mundo?
Simon: Este barrio se ha ido a la mierda.
Mack: El país se ha ido a la mierda.
Simon: Mi hermana y sus hijos viven cerca de aquí.
Llegan a una gasolinera y mientras se toman una cerveza hablan y filosofan:
Simon: Esos muchachos de antes no tienen nada que perder.
Mack: Hay tantas formas de morir, sobre todo en esta ciudad, al final
de cada día me sorprende que sigamos vivos.
Simon: ¿Ha ido a ver el Grand Canyon?
Mack: Siempre he querido ir.
Simon: Yo ya he ido. Solo se tardan nueve horas desde aquí. Tiene que
ir a ver el Grand Canyon, es increíble. Te sientas allí, al borde;
yo lo hice todo...bajé hasta el fondo y me quedé una noche. Lo
que más me impresionó fue sentarme al filo de esa cosa inmensa, esas paredes, esos acantilados, las rocas tan viejas que han
tardado tanto tiempo en tener ese aspecto y siguen formándose
mientras estamos sentados contemplándolas, y nosotros aquí,
en esta horrible ciudad. Cuando estás allí, te das cuenta de lo
mierdas que somos, de lo absurdo que es darle importancia a lo
que hacemos, como si nuestro tiempo significara algo para esas
rocas, la existencia de la humanidad es una décima de segundo
para ellas.
Mack: ¿Intenta animarme?
Simon: Sí. Aquellas rocas se burlaban de mí, lo noté, de mí y de mis problemas, y ¿sabe como me sentí? Me sentí como un mosquito
aterrizando en la cola de una vaca que pasta junto a una carretera por la que pasa un coche a 100 Km por hora.
Sonríen y se dan la mano para presentarse:
Me llamo Mack.
Yo Simon.
Mack se marcha y mira hacia el cielo con una mezcla de curiosidad, asombro y
temor, el helicóptero no deja de vigilar en la oscura noche iluminando con su
potente luz los movimientos de los ciudadanos como si fuera “El Gran
Hermano”, personaje de la novela “1984” de George Owen. Es el guardián de
la sociedad y representa la ideología del sistema, el partido único, el partido
del control. El aparato se pierde de vista camino de otras calles que acechar.
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La cámara se queda en el barrio y nos lleva hasta la casa de la hermana de
Simon, ella descansa en el sofá esperando a su hijo adolescente Otis (Patrick
Malone), mientras la hija pequeña duerme. En la tele están echando “Cheers”,
un guiño del director a la famosa y espléndida serie americana que triunfó
durante los ochenta. Al llegar el joven a casa sano y salvo, la madre se va a la
cama confiada. Todos los días el mismo ritual de vida y muerte para una madre
que ya ha visto muchos asesinatos.
Al mismo tiempo, en una lujosa casa de un barrio residencial, Roberto (Jeremy
Sisto), el hijo también adolescente de Mack, está viendo por televisión un
partido de baloncesto. Su vida parece tranquila y acomodada, sin muchos
sobresaltos.
Nos encontramos de nuevo con Davis, el productor de cine amigo de Mack y
de su esposa Claire (Mary McDonnell), que se encuentra en el estudio de
producción visionando una de sus violentas películas con su equipo, al que le
reprocha que no sean lo suficientemente explícitos en la violencia:
Davis: ¿Y el plano?
Otro: ¿Qué plano?
Davis: ¡La cabeza del conductor, los sesos aplastados, el plano que da
pasta, un primer plano de las vísceras!
Un día que se dirige al trabajo, Davis es tiroteado por una persona que quiere
robarle su Rolex. Le dispara en una pierna y lo deja en el suelo
desangrándose. Operado de urgencias pasa unos días en un estado casi
místico que parece haber logrado un cambio de opinión sobre la vida que
llevaba. Claire va a visitarlo y no puede creer lo que éste le dice: -he tenido una
experiencia religiosa y he visto un glorioso amanecer, por eso no puedo hacer
más obras de arte glorificando la masacre, la violencia y la brutalidad, no puedo
seguir contribuyendo a la avalancha de odio deshumanizado que está
barriendo el país como una plaga. Claire se alegra por él. Regresa a casa ya
que su hijo Roberto, un chico guapo y solidario, se va de vacaciones escolares
a un campamento para ayudar a niños sordos. Se siente sola y se va a hacer
footing, correr la libera del estrés de pensar que ya nadie la necesita. Al llegar a
un parque cercano oye el llanto de un niño, asombrada, se detiene y busca
entre los matorrales hasta que encuentra un bebé llorando liado en una manta.
Con amor lo recoge y se lo lleva a casa. Es una preciosa niña, a la que baña
con mimo, le da de comer e incluso le pone la ropa de su hijo cuando éste tenía
meses. Al llegar Mack de la oficina ella lo está esperando y le enseña a la niña,
él piensa que es la hija de algún vecino:
Mack:
Claire:
Mack:
Claire:
¿Quién es?
Es preciosa.
¿De donde ha salido
No sé quienes son sus padres, me la encontré entre los
matorrales.
Mack: ¿Qué ha dicho la policía?
Claire: Hum, Hum.
Mack: ¡Sabes que hay que llamar a la policía!
Claire: Ya lo sé Mack, solo quería que la vieras. ¡Es tan guapa!
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Pero Mack está viviendo su propia crisis existencial. En el trabajo, su secretaria
Dee (Mary-Louise Parker), lo echa de menos y se lo demuestra cada vez que lo
ve, tuvieron una aventura, y aunque él le dijo que seguía enamorado de su
mujer, Dee no se resigna a perderlo y sufre ante su rechazo impregnado de
deseo.
Mientras tanto Simon llega a casa, vive solo desde que su mujer lo abandonó,
tiene una hija sorda llamada Annie viviendo en otra ciudad, y con la que habla
todos los días mediante un teléfono adaptado con escritura. Ella, su hermana y
sus sobrinos son lo único que tiene y a ellos les dedica su tiempo y energía. Su
sobrino Otis es su mayor preocupación, sabe que el barrio es difícil y por eso
intenta hablar con el chico cada vez que los visita aconsejándole que deje las
pandillas:
Simon: ¿Quieres seguir viviendo así?, ¿Quieres ser un macarrilla
cuando cumplas veinticinco años?
Otis: No viviré veinticinco años, -y se marcha de la casa.
Esa misma noche, otra pandilla contraria, tirotea sin descanso la casa de la
hermana de Simon; la niña y ella duermen. La madre, presa del pánico, logra
salvar a su hija y se queda en un rincón llorando desconsoladamente. Al
enterarse, Mack ofrece ayuda a Simon y trasladan a su hermana a un lugar
menos peligroso, es un barrio de blancos donde Otis no quiere vivir porque no
conoce el sitio y sin su pandilla se siente desprotegido. Mack decide, que debe
seguir ayudando a Simon porque se siente en deuda con él, e incluso hace de
“celestina” y una mañana se sienta a desayunar en la cafetería de la oficina con
su secretaría Dee y la amiga de ésta Jane (Alfre Woodard) a la cual propone
concertar una cita con Simon, ella no tiene pareja y acepta. Quedan un día
para conocerse y desde el primer momento se atraen; son dos personas libres
y maduras que están dispuestas a amar y se ríen en el coche pensando que
Mack apenas los conoce y sin embargo ha acertado con el emparejamiento y
Simon dice: -A lo mejor somos los dos únicos negros que conoce.
Dee no puede por menos de sentir envidia de que el hombre que ama se
dedique a solucionarle la vida a los demás y a ella la tenga abandonada,
llorando se va una noche a dar vueltas con el coche cerca de la casa de él, y al
pararse en un semáforo un individuo le rompe el cristal, se queda inmóvil y
desesperada por tanto infortunio. Aparece un coche de policía y un apuesto y
amable agente le ayuda a tranquilizarse. Se desahoga con él y dan un paseo
juntos. Otra vez la magia del encuentro y las situaciones acausales arrivan a
las almas en búsqueda del sentido de la vida. Al día siguiente toma la decisión
de cambiar de trabajo.
En esos momentos, Claire y su marido Mack, mantienen una conversación en
su casa:
Claire: El mundo no tiene ningún sentido. ¿Qué está pasando?
Encuentras bebés abandonados, gentes viviendo en cajas de
cartón, otros dispuestos a matarte, y nos parece algo normal.
El mundo está loco, a veces uno se pregunta si ha elegido bien…
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No debió ser una casualidad que encontrara al bebé. Me dijiste
que no fue una casualidad que ese tal Simon apareciera y te salvara la vida.
Mack: ¿Qué estás diciendo?
Claire: Es algo que ha pasado, no puedes rebobinar y borrarlo. Se ha producido un contacto y hay que desarrollarlo, por eso no puedes olvidarte de Simon.
Mack: No voy a seguir en contacto con Simon por el resto de mi vida.
Claire: ¿Cómo lo sabes? ¿Cómo sabes que no será tu amigo hasta el
día en que te mueras? ¿Y si fueran milagros Mack?
Tenemos pocas experiencias en milagros, nos cuesta reconocerlos.
Mack: Empieza a dolerme la cabeza.
Claire: (entre burlona y cariñosa) Te diré por qué rechazo tu dolor de
cabeza, porque es inapropiado que tengas un dolor de cabeza en presencia de un milagro. Todo parece ir tan unido, las
cosas buenas de la vida y las malas. Todo lo noto dentro de
mí, en nosotros, en nuestro matrimonio.
Mack: Te quiero Claire. Me gusta pasar mi vida contigo.
Y hacen al amor.
En otra escena, la llegada de un leve terremoto cambia la perspectiva de Mack.
Todos salen a la calle para ayudar, como al vecino de Mack y Claire que le ha
dado un infarto y se lo lleva la ambulancia. El Gran Helicóptero, hace su ronda
proyectando su luz hacía abajo y advirtiendo con su presencia que él está ahí
para seguir controlando lo incontrolable. Todo parece de pronto sumido en el
caos y la desolación. Mack cierra los ojos absorbiendo lo que ocurre a su
alrededor y comprendiendo la importancia de darle a las cosas la medida que
cada una tiene.
Esa noche Mack y Claire sueñan cada uno con sus obsesiones y deseos. Mack
vuela y se asoma a las ventanas donde mira a la gente, ve dormir muy
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sensualmente a su secretaria, también se tropieza con Simon y se ve a sí
mismo durmiendo. Por su parte Claire sueña que corre en camisón por el
andén del tren y su hijo y su marido parten en él. Ella se queda sola,
desconsolada, y la niña que recogió días atrás en el parque, llora entre las
maletas. Claire corre por entre los arbustos y ve a un vagabundo con el que a
veces coincide cuando hace footing, y que la mira sin decir nada, aunque sabe
lo que ella está pensando.
Mack va al taller de Simon a invitarlo a desayunar y hablan de baloncesto.
Simon, abrumado por tanta ayuda le dice que no le debe nada, que no tiene
que darle las gracias por haberle salvado la vida y Mack le relata el siguiente
hecho:
Mack: Un día, alguien desconocido, me cogió justo a tiempo de que el
autobús me arrollara. Le di las gracias a la desconocida mientras
se alejaba y ella con una sonrisa dijo: -no hay de qué. No me
di cuenta hasta el último momento que llevaba una gorra de
béisbol de mi equipo favorito. Y pienso que se lo tenía que haber
agradecido más. Cambió mi vida y la de mi mujer y la de mi hijo
y ella siguió adelante andando por la “Villa Milagro”. Me pregunto
si era una persona real o alguien enviado de no se sabe donde
para evitar que muriera, por eso no he querido que usted desapareciera sin hablar.
Simon: Tiene derecho a intentar averiguar lo que no entienda, pero me parece que está exagerando, si estás vivo te pasan cosas buenas y
malas, pero las que no fallan son las malas, y si no acaban contigo, seguirás vivo para ver como funciona la cosa.
Un día que Mack está enseñando a su hijo a conducir por las calles de la
ciudad en la hora más crítica, dialogan sobre la adopción de la niña. Roberto es
un chico sensible e inteligente que comprende al conducir, el mundo que le
espera de caos y agresividad, pero también de amor y esperanza.
Roberto: ¡Qué horror!
Mack: Es tan de locos que solo tienes un segundo para pasar. No es
nada fácil, esta ciudad es de locos.
¡Así que acabaremos con el bebé! (Ambos sonríen).
Davis, regresa a su trabajo, se ha quedado cojo y pasea con Mack en un
vehículo pequeño por las calles donde está la productora. Mack lo felicita por el
nuevo rumbo que va a tomar su vida, sin embargo el productor en tono frío y
muy seguro de si mismo le dice:
Davis: Eso fue una chorrada que ya pasó. Debía estar delirando esas
dos semanas.
Mack: ¡Qué espanto! Ahora me toca decirle a Claire que has cambiado
de opinión.
Davis: No he cambiado nada, he recuperado el juicio.
Mack: ¿Qué ha pasado?
Davis: No ha pasado nada, nunca pasó nada, soy un artista. Hay un
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abismo cada vez más profundo en este país entre la gente que
tiene talento y la que carece de él. Es como si se hubiera abierto
un inmenso cráter en el suelo tan grande como el Grand Canyon
y está vomitando, y lo que emerge de ese agujero es una erupción
de rabia y la rabia engendra violencia y la violencia es real y nadie
la hará desaparecer si no cambian las cosas, y eso no va a pasar.
Tal vez no me guste, tal vez no te guste, pero no puedo fingir que
no existe porque es mentira, y cuando el arte miente se vuelve inútil, así que seguiré diciendo la verdad aunque me aterre, aunque
suponga que un cabrón me haga un agujero en la pierna y me
quede cojo el resto de mi vida y me considere afortunado. Es lo
sorprendente hoy en día, lo que consideramos una suerte. Nuestro
criterio respecto a ella ha cambiado, y hay tanta furia en el ambiente, que es una suerte que tengamos películas que nos ayuden a
ver la realidad.
Mis películas reflejan lo que está ocurriendo, no me invento nada y
además, si las hago mejor que nadie, tengo más responsabilidad
que nadie para seguir haciéndolas. ¿Mack, has visto una película
que se llama los “Los viajes de Sullivan”?
Mack: No
Davis: Es otro de tus defectos, no ves suficientes películas y los acertijos de la vida tienen respuesta en las películas. Se trata de
un hombre que pierde el juicio, hace películas como yo, por un
momento olvida a qué rayos ha venido a este mundo, afortunadamente recupera el juicio. Eso puede pasar Mack, ten cuidado.
Los escépticos como Davis no creen en la interrelación, no asumen las
relaciones que existen entre las personas y los fenómenos, y como nos
influimos mutuamente para dar paso a nuevas posibilidades. Si no se hace, se
integran en la vida responsabilidades equivocadas que no nos corresponden, y
se dejan de lado las que necesitamos para aprender. De hecho Davis, se va
encogiendo física y moralmente por el peso del cambio que le reclama su alma
y que él no acepta. En una cosa tiene razón, hay que ver mucho cine, porque
es una escuela que nos muestra, la mayoría de las veces, la clave de lo que
queremos saber o estamos buscando.
Mack y Simon se han hecho amigos, les gusta estar juntos y quedan para jugar
al baloncesto y hacer unas canastas.
Simon: Mack, ¿Por qué se te ocurrió emparejarme con Jane?
Mack: Una bobada, la manía de meter las narices donde no debo,
¿Por qué? ¿Acabó mal?
Simon: No, es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo.
Mack: ¿En serio?
Simon: Sí, a veces las cosas salen.
Mack: (sigue asombrado) ¡Así que te va bien con Jane!
Simon: Sí, y ya sé como darte las gracias.
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Marck, Claire, Roberto y la pequeña niña, Simon, Jane y Otis, se desplazan al
Grand Canyon, vidas en proceso, donde la transformación quiere dar paso a
una nueva forma de encarar la existencia.
Simon: Y bien, ¿Qué te parece?
Mack: Que no está mal.
Se fusionan las vibrantes imágenes con la música recorriendo las paredes
rocosas, el acantilado, como si pudiéramos volar y visitarlo de principio a fin,
como si de pronto las personalidades supieran que quieren hacer eso
exactamente, vivir la experiencia de fluir con el alma, sabiendo que el amor es
lo único que puede salvarnos.
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En consonancia con los fenómenos acausales o sincronicidades, mientras
elaboraba este comentario de cine, vino a mi encuentro un artículo de Djwhal
Khul hablando sobre la “Inofensividad”, idea o término, que me venía rondando
desde que en una clase impartida por Luís Jiménez, éste dijo que el ser
humano debía adquirir para con sus semejantes el “Rango de Inofensividad”, y
pienso que solo de esta forma se pueden transformar las sociedades
deshumanizadas y caóticas, que en parte, muestra “Grand Canyon”.
Sirvan para terminar unas citas del mencionado artículo:
“Frente a quien ha perfeccionado la inofensividad, cesa toda enemistad”
Djwhal Khul
“La inofensividad brota de la verdadera comprensión y control de la
personalidad por el alma, la que lleva inevitablemente a la expresión espiritual
en la vida diaria, emana de la capacidad de penetrar en la conciencia y en la
comprensión de nuestro hermano, y cuando se ha logrado, todo se perdona y
se pierde de vista en el anhelo de ayudar y auxiliar” (Tratado sobre Magia
Blanca, pag, 231).
Nota:
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