El no parar del cierre de oficinas y la digitalización pendiente De un artículo de Ángeles Gonzalo en Cinco Días 8‐8‐2016. La baja rentabilidad del sector, asfixiado por un negocio que no levanta cabeza y unos tipos de interés tan bajos que no hacen más que presionar sobre los márgenes, ha encontrado en la rebaja de costes una de las principales vías para amortiguar las malas perspectivas del negocio. Cerrar oficinas y reducir plantilla se ha convertido en uno de los antídotos a esta situación. Tanto es así que han comenzado a pisar el acelerador y han adelantado sus planes de reestructuración a tenor de los últimos datos que maneja el sector. Esta práctica está bien, pero es posible que al cerrar se esté pensando más en el ahorro de costes que en el cliente, que había decidido abrir una cuenta en el banco más cercano a su casa. La cercanía se había convertido en uno de los principales motivos para elegir una entidad u otra. Que tuviera más o menos cajeros automáticos podía ser otra. Pues ahora hay que cambiar el chip. Hay que optar, eso dicen, por la más digital, la que permita operar por todos los canales de la forma más efectiva, fácil y ágil. Y ahí estamos. El problema es que ahora si quieres realizar algún trámite en una oficina bancaria puede que te encuentres con la sorpresa de que tienes que esperar largas colas. Cierto, y doy fe de ello. Estamos en agosto y hay más de 50 personas haciendo cola religiosamente, sin protestar, como si fuera algo habitual. Y preguntas, ¿cómo es posible que haya tanta gente en la oficina? ¿No presumen ahora los bancos de ofrecer todos los servicios de forma digital? ¿Qué está pasando? La respuesta es sencilla: “hemos cerrado las sucursales más cercanas a esta, que era la más grande, y hemos asumido la clientela, pero no la plantilla. Lo sentimos". Y te explicas todo. Bueno, casi todo, porque la nómina seguía sin aparecer hasta que otro empleado dio con la tecla mágica y se pudo confirmar que estaba domiciliada en esa entidad. Sales de la sucursal después de dos horas y media y te preguntas “¿qué hago yo en este banco?, lo elegí porque estaba cerca de mi casa, tenía muchos cajeros automáticos y la plantilla era muy amable. ¿Y ahora, qué queda de eso?". Y reflexionas, ¿no se estará abusando de la paciencia del cliente?, ¿están todas las entidades financieras preparadas para asumir ajustes sin alterar su servicio? Respuesta: me parece que no. Creo que avanza más rápidamente el cierre de oficinas que la costumbre del cliente de realizar todas sus operaciones por el móvil o por internet. Por cierto, en España en 2015 había 30.128 sucursales entre bancos, antiguas cajas de ahorros y cooperativas. Francia tenía 37.567 y Alemania 34.045. Pero las diferencias del número de empleados por sucursal es abismal. En España al cierre del pasado ejercicio trabajaban en el sector 196.550 empleados, frente a los 646.400 de Alemania, los 407.645 de Francia, o los 298.578 de Italia.