introducción - Centro de Estudios Cervantinos

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Cristina Castillo, Florando de Inglaterra (I-II) (2001)
INTRODUCCIÓN
TRAS VARIAS GENERACIONES de Amadises, Palmerines y otros tantos nombres que
pueblan la geografía caballeresca, aparecen en Lisboa, en febrero de 1545, las dos primeras
partes de un nuevo libro de caballerías titulado Florando de Inglaterra, impreso en el taller de
Germán Gallarde, y poco tiempo después, en el mes de abril, lo hará la tercera y última, en
el mismo taller.
Desconocemos cualquier dato acerca de la historia y la evolución del Florando de
Inglaterra, y no son muchos los que poseemos acerca del autor. Por el momento, la obra no
ha sido objeto de atención por parte de la crítica, aunque quien se pasee por sus páginas
comprobará que no se debe a su falta de interés.
La presente guía recoge las dos primeras partes ya desde el prólogo, que sigue muy de
cerca las prácticas retóricas habituales, Germán Gallarde confiesa que la obra ha sido
traducida de la lengua inglesa; y, en varias ocasiones a lo largo de la narración, afirma que se
ha basado en una historia escrita por Polismarco y Palurcio: la de los amores del príncipe
don Florando y la princesa Roselinda.
El breve ciclo del Florando se inicia con Paladiano de Inglaterra, padre del protagonista.
Su nacimiento coincide con la Aventura de las Imágenes, que vertebra todas las partes de la
obra y que será su hilo conductor. El primer libro, por tanto, está dedicado por completo a
narrar la vida y hechos de Paladiano, especialmente el viaje que le lleva del condado de
Lurca al reino de Norgales, Francia y finalmente a Aquilea en busca de la doncella más
hermosa. En el segundo, se cede el protagonismo a un joven don Florando que acometerá
aquellas aventuras que no pudo superar su padre, como la guerra contra el Gran Turco,
surgida por una mujer, la infanta Aquilea, con quien éste quería casarse. Y ambos libros
están unidos no sólo por la continuidad temporal de los hechos, sino además por la
presencia de esa maga protectora, personaje habitual en los libros de caballerías, y que en
éste en concreto recibe el nombre de Orbicunta.
La descripción semejante de combates, peleas y batallas, las muchas similitudes en la
narración de los hechos, los encuentros predestinados entre los personajes, los
encantamientos y desencantamientos que tan bien cuadran y tan bien hacen avanzar la
historia crean un gran interés, por lo que no extraña que atrajese al público del siglo XVI y
que pueda provocar un interés similar, por qué no decirlo, en un lector potencial de hoy.
Sin ir más lejos don Florando y la princesa Roselinda están predestinados a unirse. Ambos,
sin saberlo, son encantados el mismo día, aunque en lugares diferentes. Y don Florando,
que es desencantado gracias a la intervención de sus hermanos al vencer a los guardianes de
la Torre Hermosa, también tendrá que enfrentarse a tres guardianes, los que custodian la
Torre Fuerte en la que se encuentra encantada la princesa Roselinda. De ella se enamorará
nada más verla. De manera similar Filertea, reina de Gascuña, de un parecido enorme con
Roselinda, se enamora del príncipe Magestadio, a quien a muchos les costaría diferenciar de
don Florando.
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Cristina Castillo, Florando de Inglaterra (I-II) (2001)
Todas las acciones van siguiendo una línea lógica de desarrollo. Así Magestadio es
desencantado por Filertea, como se decía en el padrón situado a la entrada de la Torre
Fuerte: “La entrada de la torre será escusada salvo a aquella que más parecida fuere a la
estremada del mundo en hermosura”. Todo las piezas van encajando como en una
perfecta maquinaria; y para las que queden sueltas, habrá un lugar en la tercera parte de la
obra.
Aquellos episodios que bien podrían tacharse de maravillosos por la presencia de
encantamientos y desencantamientos, de objetos mágicos... interrumpen la narración de
hechos bélicos, aportando frescura y dinamismo a la trama. Aventuras en el mar como la de
la Ínsula del Resplandeciente Fuego o la que acomenten los tres infantes en la Torre
Hermosa para lograr desencantar a don Florando condensan parte del interés de la
narración, sin olvidar alguna que otra confusión entre los enamorados, lo que provoca la
risa no sólo entre los personajes sino también en el lector.
Especial interés ofrece la historia de los tres hermanos de don Florando: Clariseo,
Clarisarte y Clarisando, cuya vida aparece perfectamente planificada por la sabia Orbicunta.
Nacen de la unión de Paladiano con cada una de las tres hijas de la sabia, por medio de un
encantamiento. Y los tres infantes, guiados por Orbicunta, serán los encargados de vencer a
los guardianes de la Torre Fuerte donde se encuentra la redoma de agua necesaria para
desencantar al príncipe don Florando, que, como más tarde descubrirán, es su hermano.
Los magos, buenos como la sabia Orbicunta, protectora de Paladiano y luego de su hijo
don Florando, o la sabia Titonia, abuela de los tres infantes; y el sabio malo Medión, que se
alía al Gran Turco para ayudarle a vencer a la cristiandad, irán moviendo los hilos y los
destinos de los personajes, generalmente por medio de encantamientos, como el de
Paladiano, Florando, Roselinda, Magestadio, Florismalta o el caballero Lispanor, entre
otros. Junto a estos magos, junto a los caballeros, jayanes y doncellas encontramos también
algunos pastores, pero no poseen todavía la caracterización que años después les otorgará
Feliciano de Silva y que, en definitiva, no dejan de ser personajes todavía informes de lo
que luego serán los libros de pastores. Por reinos cristianos y paganos, por mar y tierra, en
ínsulas maravillosas o torres encantadas se irán sucediendo las muchas aventuras que aquí
se cuentan, y que continuarán, como bien dice su autor, en la tercera parte.
Cristina Castillo Martínez
Universidad de Alcalá
© Centro de Estudios Cervantinos
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