Miércoles de Cenizas. Tiempo de Cuaresma. Ciclo B. miércoles 22 de febrero de 2012 Jl 2, 12-18 2º Cor 5, 20- 6,2 Mt 6, 1-6. 16-18 “Vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos” “Le suplicamos en nombre de Cristo. Déjense reconciliar con Dios” “Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” Evangelio Jesús dijo a sus discípulos: Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Comentario La puerta de la cuaresma El miércoles de cenizas comienza el tiempo de cuaresma, que abarca hasta el jueves santo antes de la misa de la Cena del Señor, inicio del triduo pascual. Es un día de ayuno (desde los 18 años a los 59 inclusive) y de abstinencia de carne (desde los 14 años). Así lo expresa el código de Derecho Canónico canon 1251: “Ayuno y abstinencia se guardarán el miércoles de Ceniza y el Viernes Santo” También lo indica el catecismo al hablar de los mandamientos o preceptos de la Iglesia: “El cuarto mandamiento (ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia) asegura los tiempos de ascesis y de penitencia que nos preparan para las fiestas litúrgicas; contribuyen a hacernos adquirir el dominio sobre nuestros instintos y la libertad del corazón” ( C.I.C. 2043) El sentido del ayuno, en este precepto de la Iglesia, y de estos cuarenta días de cuaresma, de donde se deriva la palabra, esta tomado del testimonio de Jesús, que antes de comenzar su ministerio público y como preparación a su pascua, se retiró al desierto para ayunar y orar. Por este motivo el ayuno es en verdad, pasar hambre, de manera que se note esta práctica en la propia ingesta de alimentos. El prefacio de la misa de este día, en la versión del misal anterior, sintetiza este pensamiento: (es una lástima que no sea el mismo texto en el misal nuevo) “Porque con el ayuno corporal, refrenas nuestras pasiones, elevas nuestro espíritu y nos das fuerza y recompensa, por Jesucristo, Señor Nuestro” El tiempo de cuaresma esta ordenado a la preparación de la pascua, tanto para los catecúmenos (que van a celebrar su bautismo) como para los fieles, que recuerdan el bautismo y hacen penitencia. Este año, el calendario civil de la Argentina, ha colocado dos días feriados antes del miércoles de ceniza, los días de carnaval, el 20 y 21 de febrero. El contraste predispone a la preparación. Carnaval viene de la palabra caro (carne) vale (adiós) como dando a entender que luego de esos días festivos, comienza un tiempo penitencial. El sacerdote ese día, bendice las cenizas, que se quemaron de los ramos de olivos del año anterior, diciendo esta hermosa oración: “Dios nuestro, que te conmueves ante quienes se humillan y hacen penitencia, escucha con bondad nuestra súplica y derrama la gracia + de tu bendición sobre estos hijos tuyos que van a recibir las cenizas, para que sean fieles a las practicas cuaresmales y así lleguen a celebrar, con un corazón puro, el misterio pascual de tu hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén Las cenizas, expresan varios simbolismos, la muerte, la precariedad de la vida, la humildad, y la penitencia. Si es costumbre entre los estudiantes cuando se reciben o terminan una carrera universitaria, como signo de alegría, tirar harina sobre la cabeza, ahora el sacerdote va a tirar ceniza, como signo de penitencia, marcando nuestra frente. Estas cenizas recibieron el roció del agua bendita, un anticipo del agua de la vida, que simboliza la resurrección. El miércoles se imponen las cenizas, y en la vigilia pascual somos rociados con el agua bendita. Por lo tanto la muerte y la vida se unen en nosotros. La penitencia interior El evangelio presenta las tres prácticas tradicionales de la piedad judía; la limosna, la oración y el ayuno. Esta exigencia exterior tiene que estar acompañada de la penitencia interior. Escuchemos un luminoso texto del Catecismo de la Iglesia Católica: “Como ya en los profetas, la llamada de Jesús a la conversión y a la penitencia no mira, en primer lugar, a las obras exteriores “el saco y la ceniza”, los ayunos y las mortificaciones, sino a la conversión del corazón, la penitencia interior. Sin ella, las obras de penitencia permanecen estériles y engañosas, por el contrario, la conversión interior impulsa a la expresión de esta actitud por medio de signos visibles, gestos y obras de penitencia (cf Jl 2, 12-13; Is 1, 16-17; Mt 6, 1-6. 16-18) (C. I. C 1430) El Señor les dice a sus discípulos, que eviten la ostentación y la falta de rectitud de intención en estos ejercicios penitenciales. El catecismo advierte sobre esto: “El acto moralmente bueno supone a la vez la bondad del objeto, del fin y de la circunstancia. Una finalidad mala corrompe la acción, aunque su objeto sea de suyo bueno (como orar y ayunar “para ser visto por los hombres)”. (C.I.C. 1755) Por lo tanto, esta exigencia de este tiempo fuerte, que es la cuaresma, nos invita a vivir con sinceridad estas normas de piedad. El Papa Benedicto XVI, eligió como tema de su mensaje 2012 “Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y de las buenas obras” (He 10, 24) y nos dice: “La Cuaresma nos ofrece una vez más la oportunidad de reflexionar sobre el corazón de la vida cristiana: la caridad. En efecto, este es un tiempo propicio para que, con la ayuda de la Palabra de Dios y de los Sacramentos, renovemos nuestro camino de fe, tanto personal como comunitario. Se trata de un itinerario marcado por la oración y el compartir, por el silencio y el ayuno, en espera de vivir la alegría pascual.” La cuaresma, no es un tiempo triste, sino de revisión y concentración. Se trata de volver a Dios nuevamente, en esa conquista cotidiana de la santidad. Dice la primera lectura “Ahora dice el Señor: Vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos. Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan al Señor, su Dios, porque él es bondadoso y compasivo” En esta especie de cuarentena o retiro espiritual, el mirarnos a nosotros mismo con ojos de sinceridad, hace que nos encuentre con nuestra propia miseria y pecado, con la esperanza de que el Señor nos purifique. El salmo 50, es una respuesta a esta motivación: “Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre ante mí. Contra ti, contra ti solo pequé e hice lo que es malo a tus ojos. Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu” En estos días, la Iglesia invita a sus hijos a la conversión y a la reconciliación. Volver a Dios es experimentar la fuerza del sacramento de la confesión, para que nos acerquemos con más frecuencia e invitemos a los demás a preparase a vivir la confesión y comunión pascual. San Pablo lo recuerda: “Es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo: Déjense reconciliar con Dios” Como dice también apóstol de los Gentiles, este es un tiempo favorable, un tiempo de salvación. Que concretemos nuestros propósitos y metas. Pueden ser cuarenta días sin tomar alcohol, sin azúcar en el desayuno, sin criticar, o cuarenta días de limosna, de favores, o de vía crucis o rosarios. Hay una anécdota de José María Pemán muy interesante, que se titula: la promesa de no fumar: “Julián Arrondo, jefe de negocios de un ministerio español, había anunciado que aquella cuaresma pensaba dejar de fumar en plan penitente. Durante la noche del martes al miércoles de ceniza ya no podía parar de los nervios, acostumbrado como estaba a meterse en la cama, con un pitillo en la boca. “No dormiré, grito”. “No dormiremos”, dijo su esposa. La situación de nerviosismo fue creciendo cada día, ante la paciencia de su esposa. Al final murió don Julián. San Pedro le concedía un modesto lugar en el cielo, muy cerca de la puerta. No estaba satisfecho, porque pensaba que tenía derecho a algo más, ya que pasó toda la cuaresma sin fumar. Ante esto, San Pedro se fija en el libro donde se apuntan los méritos de cada uno, pero no encontró nada. Volvió a fijarse en las dos columnas donde están los nombres de los acreedores y los méritos contraídos. De pronto encontró su apellido Arrondo, pero decía, Señora de Arrondo y al lado de la columna de méritos de ella. “Una cuaresma sin fumar su marido” Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario