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BREXIT: EMOCIÓN FRENTE A RAZÓN
El día 23 de junio los ciudadanos ingleses decidirán en referéndum sobre su permanencia en la
Unión Europea (UE). Un acontecimiento histórico que ha desatado una tormenta en los
mercados financieros. El miedo y la incertidumbre ante un acontecimiento que podría poner en
riesgo el proyecto europeo se han instalado los mercados financieros, en un momento
inoportuno, en el que la desaceleración económica global, la incertidumbre sobre China y el
temor a la subida de los tipos de interés de la Reserva Federal de EEUU amenazan la
recuperación mundial. El resultado es muy incierto. En el debate se enfrentan los sentimientos
y las emociones a las razones económicas. La nostalgia del imperio perdido, el temor a la pérdida
de independencia y soberanía, el miedo ante el terrorismo y la ola migratoria de refugiados, son
los sentimientos que invaden a parte del partido conservador en su defensa de la salida de
Europa. La clase trabajadora menos cualificada y la clase media baja, los que más han sufrido en
la crisis, culpan a Bruselas por su permisividad e indolencia ante los movimientos migratorios de
refugiados que han hundido sus salarios y mermado sus posibilidades de trabajo. Como está
ocurriendo en el resto de Europa y en EEUU, la renacionalización, el egoísmo local, la
insolidaridad, la eurofóbia y el populismo se imponen en el electorado de más edad, de menos
formación e información y de salarios más bajos. Es el fruto amargo de una profunda crisis
económica, del aumento de las desigualdades, y de los abusos y el distanciamiento de las élites
europeas.
Para los ciudadanos ingleses partidarios del Brexit Europa está lastrando su futuro. El excesivo
intervencionismo ,la excesiva burocracia, la falta de control sobre las decisiones políticas, el
déficit democrático de sus instituciones y el predominio de los intereses de las élites sobre los
de los ciudadanos, atentan contra sus principios de libertad, soberanía e independencia, libre
iniciativa e igualdad de oportunidades, comprometiendo su futuro. Son ciudadanos nostálgicos
del pasado, ciudadanos de una isla-nación, que jamás fue invadida, cuyas señas de identidad son
la libertad y la independencia, ahora cercenadas por la burocracia, la intromisión y el
intervencionismo de Bruselas. Para ellos las razones económicas son secundarias
Las razones económicas del Brexit
Frente a ellos el partido laborista y el liberal , parte del partido conservador, los ciudadanos más
jóvenes y más informados, los universitarios, los profesionales , la clase media alta, los
empresarios y los banqueros, defienden la permanencia de Inglaterra en la UE. Sus razones son
económicas. El consenso del FMI y de todos los organismos internacionales, de las
universidades, del Banco de Inglaterra, de los servicios de estudios de los bancos globales, del
propio gobierno, es contundente: el Brexit sería catastrófico tanto para el Reino Unido como
para la UE, y pude ser el catalizador de una nueva fase de la recesión global. Inglaterra sería la
más perjudicada. Su PIB podría reducirse entre el 6% y el 9,5% . Las razones que motivan a los
partidarios de la permanencia no son la paz, ni la solidaridad, ni la construcción de una Europa
unida y fuerte en un mundo global. Estos fueron los motivos de los fundadores de la Unión
Europea, hoy olvidados. A Inglaterra le interesa fundamentalmente disfrutar de los beneficios
del Mercado Único Europeo, sin que su soberanía se vea condicionada por las políticas
monetarias, financieras, fiscales y sociales comunitarias. Su situación dentro de la UE ha sido,
desde su origen, excepcional: política monetaria, fiscal y social independientes, “cheque
verde”,etc. Nunca le ha interesado avanzar hacia la unión política, ni asumir niveles crecientes
de integración. Siempre ha estado en contra de que las leyes de la UE prevalezcan sobre las de
la nación. A Inglaterra sólo le interesa la Europa de los mercaderes. Una Europa abierta,
competitiva, innovadora y dinámica, pero sin compromisos ni limitaciones a su soberanía.
Prefiere los pactos intergubernamentales a nuevos tratados comunitarios que limiten su
soberanía. El Reino Unido siempre será una rémora para el avance en la integración política de
Europa. Pero tampoco quiere estar fuera del proyecto europeo.
Los partidarios de la permanencia dentro de la UE son conscientes de los perjuicios comerciales,
financieros y fiscales que implicaría su salida. La confianza económica de los merados se
reduciría y la libra se desplomaría. Las exportaciones a Europa se hundirían (44,6% de las
exportaciones totales) y aumentaría alarmantemente el déficit comercial del 3,9% del PIB que
mantiene con la UE. A cambio disfrutaría de una mayor desregulación en sus mercados y una
mayor competitividad. El impacto financiero sería muy importante. La inversión directa de la UE
en el Reino Unido supone el 46% del total de la in versión que recibe Inglaterra. Los flujos de
fondos se dirigirian hacia otras plazas europeas. La City de Londres, como centro de operaciones
mundiales se vería en peligro. El 46% del negocio bancario británico está en manos de bancos
extranjeros, de los cuales el 67% son bancos no europeos. La huida de bancos y multinacionales
pondría en peligro a la City como plataforma de entrada y salida de flujos financieros hacia
Europa.
Inglaterra aporta entre 6.300 y 7.000 millones de euros al presupuesto de la UE, un 0,5% del PIB
británico, siendo el segundo mayor contribuidor neto Su salida implicaría mayores
contribuciones de Alemania, Francia, Italia y España. La salida de la Unión Europea permitiría a
Inglaterra controlar los flujos migratorios, aunque esto dependerá del tipo de acuerdo que
negocie con la UE. Un acuerdo como el de Noruega o Suiza le obligaría a los principios de libre
circulación de personas y bienes. No obstante, conviene recordar que los inmigrantes
comunitarios contribuyeron al erario británico en 20.000 millones de euros entre 2000 y 2011.
El impacto político
A medio y largo plazo el mayor impacto sobre Inglaterra y la UE seria el político. La salida del
Reino Unido podría poner en peligro el proyecto de integración europeo. El efecto contagio seria
el mayor riesgo. Otros países europeos podrían intentar lo mismo, sobre todo si Inglaterra
consigue un acuerdo que le permita disfrutar de Mercado Único sin las ataduras de las políticas
de la UE. Otro efecto político importante es el desequilibrio en la gobernanza y el liderazgo al
romperse el equilibrio de poderes en entre Alemania, Francia e Inglaterra. La pérdida de un
miembro de corte liberal como Inglaterra acentuaría el sesgo regulatorio e intervencionista de
la Unión. La UE perdería también poder militar y diplomático en el contexto internacional.
España sería uno de los países más perjudicados por el Brexit. El superávit comercial de España
con Inglaterra es superior al 1% del PIB, siendo el quinto destino más importante de nuestras
exportaciones. Para España el turismo inglés es el primero de Europa. Inglaterra es el principal
destino de nuestra inversión exterior, el 14% de la inversión directa española. España está muy
expuesta al sector bancario británico a través del Banco Santander, con un 29,5% de sus activos
y un 30% de sus beneficios y del Banco Sabadel. Las entidades de crédito españolas tienen
derechos de crédito sobre el sector no financiero británico por un valor superior a 400.000
millones de euros, solo superado por Alemania y EEUU. La presencia de empresas del IBEX es
muy importante.
Ante este potencial y catastrófico escenario es de esperar que impere el sentido común, y que
el día 23 la razón se imponga a los sentimientos. Reflexión que también debemos hacer los
ciudadanos españoles ante las próximas elecciones generales.
Fernando Faces García
Instituto Internacional San Telmo
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