Hoy se nos propone también crecer y hacer crecer en Gracia: En la Palabra de Dios unas veces remite a Dios mismo en cuanto fuente de ese don, y entonces gracia es sinónimo de amor, benevolencia, misericordia, fidelidad [Sal63,4]; [Sal86,15]; [Rom11,6]; [1Cor15,10]; [Ef1,3-9]; [Ef2,5]; en este sentido, Cristo es la gracia de Dios por excelencia [Jn1,14-18]; [Jn3,16]; [Jn4,10]; [Rom8,32]; [1Jn4,9]. Otras veces gracia designa el don de Dios en cuanto recibido en el hombre, y equivale a favor, bendición, vida, salvación [Gén6,8]; [Éx33,12]; [Pro3,34]; [Sal84,12]; [Lc1,30]; [He6,8]; Con frecuencia estos dos sentidos están unidos y es difícil saber cual prevalece. Gracia de Dios y gracia de Cristo expresan en el NT una misma realidad [He15,40]; [Rom1,7]; [Rom16,20]; [Gál1,6]; [2Tes1,12]; [2Tim2,1]; etc., realidad que en ocasiones parece adquirir una consistencia casi física [Ef6,24]; [1Tim6,21]; [Tit3,7]; [Tit3,15]; Por tanto, la Gracia es al igual que la Sabiduría, un don y a la vez Dios mismo que se nos da de esa manera. Nuevamente se nos propone construir la familia, el mundo, y a nosotros mismos con la presencia de Jesús en cuanto: Amor, benevolencia, misericordia. Cristo es la Gracia de Dios mismo, es la presencia de todos estas cualidades de Dios. Nosotros por nuestro bautismo, hemos sido consagrados, separados para Dios, para sus servicio. Como familia, procuremos “crecer” y “hacer crecer”, como nos lo dice la Palabra de Dios: en la Bondad=Sabiduría, y en Gracia =Benevolencia y Misericordia. Cuando crecemos alcanzamos una estatura, y como nos dice San Pablo: “a la medida de la estatura propia de la plena madurez de Cristo” (Efesios 4,13) Parroquia Santísima Trinidad Collado Villalba Familia, Crece y haz crecer en sabiduría y en gracia. En la vida una de las metas que a veces nos proponemos los seres humanos en relación con Cristo es “la perfección”, máxime cuando recordamos las palabras del Evangelio. "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que esta en el cielo es perfecto " (Mateo 5:48). Y a partir de ahí iniciamos una carrerilla de perfeccionismo, a veces negando u ocultando todo aquello que sea imperfecto, todo aquello que suene a: sentimientos negativos, tropiezos en la vida, desaciertos en decisiones, deseos contradictorios, pensamientos de todo tipo, etc…, y creemos que todo ello va contra la perfección requerida por el Evangelio. Aparece la culpabilidad de sentir esto o lo otro, y entramos en un círculo vicioso de poco amor para con nosotros mismos. Se nos olvida que cuando Jesús pronuncia estas palabras: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que esta en el cielo es perfecto ", en ese momento está hablando del amar a los enemigos, de cómo el Padre hace salir el sol sobre buenos y malos, cómo es necesario el perdón. La palabra “perfecto” significa ( hecho del todo, acabado) para llegar a que esté hecho del todo, y que algo esté acabado es necesario un proceso, un crecimiento. Las palabras de Jesús hacen referencia al modo de amar a los demás, en especial a los que más nos cuesta. No es una perfección en la que el énfasis está en erradicar – ocultar – negar lo negativo nuestro, y aparecer como “ya acabados” ( esto nos llena de orgullo, es hipocresía), sino mas bien “agregar más amor” en nuestras relaciones con los demás. Si pretendemos una perfección y la exigimos a otros sin tomar en cuenta el proceso de crecimiento, estamos yendo contra los más natural del ser humano: ser imperfecto (no acabado) y estar en crecimiento. Así somos en realidad, imperfectos y en búsqueda de crecimiento, llenos de bondad y de cosas no tan buenas, con deseos sublimes y deseos destructores, con deseos de acción y pereza. Así somos, integrados por ambas cosas, y ser así, no es ni bueno ni malo, tan solo es. La vida misma nos enseña que somos lo que somos ahora, por el “crecimiento” paulatino, de nuestro cuerpo, nuestra mente, el crecimiento de nuestra fe. Por tanto “crecer” es un proceso, paulatino, que requiere de mucha paciencia, que no depende de mi esfuerzo solo, sino que hay muchos factores que hacen crecer. Esperar a que surja y brote, tener esperanza que todo irá a mejor. La vida misma se autorregula. Concebir la vida como camino de perfección (mal entendido) o como un camino de crecimiento, hará mucho la diferencia de cómo nos tratemos nosotros y cómo tratemos a los hijos, nietos, pareja etc … O le exijo perfección ( ya las dos palabras son duras: “exigir” y perfección”.) o espero, creo y confío en su “crecimiento” como persona. Es por eso que hoy el lema es “Crece y haz crecer”. El crecimiento es lo que toca como familia, hacer un camino, con paciencia, con espera, confiando en la acción de Dios en el otro, sin exigencias que agoten al otro ni lo exasperen, pero sí con la fuerza necesaria para crecer. Motivar el crecimiento cada día. Crecer no es fácil, y hacer crecer a otros mucho menos. A veces el crecimiento conlleva dar amor y cariño por un lado, y a veces hacer crecer contiene una cuota de frustración, de esfuerzo, de sudor, de entrega. Hoy se nos propone “crecer y hacer crecer en Sabiduría”: Es importante distinguir lo que es inteligencia, ciencia y sabiduría. Las dos primeras hacen más referencia al conocimiento tanto para demostrar cosas como conocimiento intuitivo. La sabiduría es la suma de las dos dirigida a cosas más nobles. Sabiduría tiene que ver con la palabra “saborear”, degustar. Tiene que ver con el paladar en sentido simbólico. En la biblia Sabiduría es tanto un don como también hace referencia a Dios mismo como Sabiduría. En cuanto don, es el modo de degustar, de ser capaz de saborear la vida desde Dios. De poder estar y construir un mundo con “sabor” a Reino de Dios. La Sabiduría de Dios es su Amor, su Compasión. A veces pedimos sabiduría para discernir entre lo bueno y lo malo; pero en la vida lo que hay que discernir más que todo: “de lo bueno lo mejor”. Dios establece el mundo con sabiduría ( con su sabor de Dios) Prov.3,19. La sabiduría es lo que me hace estar en armonía con mi familia, conmigo mismo, con Dios. Sabiduría es: aceptar al otro tal como es, tener paciencia consigo mismo y con otros, saber esperar, confiar y dar tiempo al tiempo. Sabiduría es no emitir juicio sobre nada, aprender de las experiencias de la vida, dejar que cada uno en mi familia haga su propio camino y no imponer criterios propios, es saber callar y saber hablar, es a veces ir de prisa y a veces ir despacio, a veces decir no y a veces decir sí, a veces cerrar los ojos y a veces dar cuenta de lo que veo, saber ayudar y saber retirarme cuando mi ayuda no es necesaria etc….. Por otra parte La Sabiduría es Dios mismo. Dios es armonía, es compasión ( no juicio). Por tanto el camino de crecimiento como Familia es: Incorporar la sabiduría como don: El sabor de Dios en todo lo que hago, en todo lo que siento, creciendo día a día dando sabor a mi vida y los míos conforme al Dios de la vida. Nos dice la carta de Santiago: “ La sabiduría se demuestra por la Bondad” (Stgo 3,13)