Albacete, 25 de marzo de 2013 Parroquia de la Asunción “Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos” (Jn 10, 9) CANTO DE ENTRADA Somos un pueblo que camina, y juntos caminando podremos alcanzar otra ciudad que no se acaba, sin penas ni tristezas ciudad de eternidad. Somos un pueblo que camina / que marcha por el mundo / buscando otra ciudad. Somos errantes peregrinos / en busca de un destino, / destino de unidad. Siempre seremos caminantes, / pues sólo caminando podremos alcanzar otra ciudad que no se acaba, / sin penas ni tristezas: ciudad de eternidad. . ┼ En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo SALUDO La gracia, la misericordia y la paz de Dios Padre y de Jesucristo, nuestro Salvador, estén con todos vosotros. R.: Y con tu espíritu. MONICIÓN DE ENTRADA La puerta de la fe (Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida (Porta Fidei 1). Con estas palabras Benedicto XVI comienza su carta apostólica Porta Fidei con que nos ha convocado a un año dedicado a la fe. El símbolo de la puerta es muy sugerente para esta tarea no de un año, sino de toda una vida. En nuestras manos está atravesar la puerta de la fe, es decisión nuestra. CELEBRANTE: ORACIÓN Mira, Padre, a tu pueblo que, humildemente, acude a Ti, implorando el perdón de sus pecados. Concédenos, a quienes reconocemos nuestros pecados, y por intercesión de tu Hijo, la reconciliación y la paz. Por Nuestro Señor Jesucristo… LITURGIA DE LA PALABRA MONICIÓN En silencio escuchamos la Palabra de Dios que nos ilumina para ir reconociendo nuestros pecados, y dejarnos reconciliar con Dios, así aprenderemos a hacer el bien. 1ª LECTURA: 2Cor 5,20—6,2 Dejarse reconciliar con Dios; ahora es el tiempo de la gracia. SALMO 49 Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios. Aclamación: Cristo nos da la libertad, / Cristo nos da la salvación, Cristo nos da la esperanza, / Cristo nos da el amor. EVANGELIO: Jn 10, 1-10 Yo soy la puerta de las ovejas. EXAMEN DE CONCIENCIA La puerta de la fe, se abre para todos. En ocasiones nosotros las cerramos por el miedo, la parálisis, la falsedad, la tibieza… Miedo: Nuestros miedos mantienen la puerta cerrada. Miedo en la familia y en los seres queridos. Miedo a la verdad, al diálogo, a enfrentarme a situaciones difíciles y preferir pasar de largo. Miedo en mi compromiso con la sociedad, a que me puedan señalar o criticar. Miedo a una fe que me pueda pedir más de lo que doy. ¿Confieso mi fe cristiana con valentía, en la vida pública o privada, o me avergüenzo de que sepan que soy cristiano? ¿He reaccionado ante personas concretas o instituciones con odio? ¿He procurado o inducido al aborto por miedo a las consecuencias y responsabilidades? ¿Tengo reverencia y amor hacia el nombre de Dios o le ofendo con blasfemia, falsos juramentos o usando su nombre en vano? Momento de silencio para pensar Parálisis: A veces nos quedamos en la puerta porque nuestras parálisis nos mantienen fuera. La parálisis de la comodidad, del quedarnos al calor de nuestro bienestar, del placer: Las relaciones que tenemos paralizadas, por enfados, por distancia, por malos entendidos… aunque llevemos razón, pero preferimos quedarnos quietos en vez de romper las distancias. La parálisis de que nos lo den todo hecho en la sociedad, parálisis ante necesidades que pueda tener gente de mi entorno. Tengo excusas siempre para quedarme parado. ¿He contribuido, en el seno de mi familia, al bien y a la alegría de los demás con mi paciencia y verdadero amor? ¿Defiendo en lo que puedo a los oprimidos, ayudo a los que viven en la miseria, estoy junto a los débiles o, por el contrario, he despreciado a mi prójimo, sobre todo, a los pobres, débiles, ancianos, extranjeros y hombres de otras razas? ¿Participo en las obras de apostolado y caridad de la Iglesia? ¿Me preocupo por el bien y la prosperidad de la comunidad humana en la que vivo o me paso la vida preocupado tan sólo de mí mismo? ¿Participo, según mis posibilidades, en la promoción de la justicia, la honestidad de las costumbres, la concordia y la caridad en este mundo? Momento de silencio para pensar Falsedad: A veces nos comportamos con malas intenciones, intentando dar rodeos en vez de entrar por la puerta a las personas. No vamos de frente, sino que intentamos entrar por donde no se debe. La falsedad de no ser sinceros, de no mostrar nuestra verdadera cara. La falsedad de nuestras relaciones afectivas, cuando me busco a mí mismo y lo que me agrada. La falsedad ante los otros: burlas, críticas que hieren a las personas y a su dignidad, excusas de todo tipo en familia, en el trabajo, en la fe. ¿He mantenido la limpieza de corazón con palabras o pensamientos, acciones o deseos impuros? ¿He actuado alguna vez contra mi conciencia por hipocresía? ¿He codiciado los bienes ajenos, y me he enriquecido injustamente? Momento de silencio para pensar Tibieza: La tibieza en nuestras vidas impide que podamos abrirle al que está en la puerta. No somos ni fríos ni calientes. La tibieza se ha instalado en nuestras relaciones familiares, falta de cariño o de calor en la relación de matrimonio, de los hijos, de los padres... La tibieza se convierte muchas veces en superficialidad, en conversaciones superficiales, palabras vanas o frívolas. Tibia es también en ocasiones nuestra la relación con Dios. Nos olvidamos de nuestro encuentro dominical en la Eucaristía. Nos hacemos un Dios a la medida que no me exige nada. ¿Pongo interés en el estudio de la doctrina cristiana? ¿Rehúso a asumir compromisos y tareas eclesiales y sociales por miedo al qué dirán? ¿Vivo mi fe de manera individual o participo de la vida comunitaria de la parroquia? ¿Celebro con frecuencia el sacramento de la penitencia y de la eucaristía con asiduidad? Momento de silencio para pensar CANTO Cristo nos da la libertad, / Cristo nos da la salvación, Cristo nos da la esperanza, / Cristo nos da el amor. RITO DE RECONCILIACIÓN CELEBRANTE: Recordando, hermanos, la bondad de Dios, nuestro Padre, confesemos nuestros pecados, para alcanzar así misericordia Yo confieso… PRECES Pidamos a Cristo, nuestro salvador, que perdone nuestros pecados y nos limpie de todo mal. - Que nos concedas la gracia de una verdadera penitencia. Te rogamos óyenos. - Que nos concedas el perdón y borres las deudas de nuestros antiguos pecados. Te rogamos óyenos… - Que permanezcamos, de aquí en adelante, con entrega sincera, fieles a tus sacramentos y mostremos siempre nuestra adhesión a Ti. Te rogamos óyenos… - Que renovados en la caridad, seamos testigos de tu amor en el mundo. Te rogamos … - Que perseveremos fieles a tus mandamientos y lleguemos a la vida eterna. Te rogamos. Con las mismas palabras que Cristo nos enseñó, pidamos a Dios Padre que perdone nuestros pecados y nos libre de todo mal. Padre nuestro. BENDICIÓN Y DESPEDIDA OREMOS Escucha, Señor, a tus siervos, que se reconocen pecadores; y haz que, liberados por tu Iglesia de toda culpa, merezcan darte gracias con un corazón renovado. Por Jesucristo nuestro Señor. El Señor esté con vosotros. R/. Y con tu espíritu Señor, que tu pueblo reciba los frutos de tu generosa bendición Para que, libre de todo pecado, logre alcanzar los bienes que desea. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén. Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Descienda sobre vosotros y os acompañe siempre. Podéis ir en paz Ahora estaremos los sacerdotes en los confesionarios, para que puedan confesar individualmente, todas las personas que lo deseen. CANTO A LA VIRGEN Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios. No desoigas la oración de tus hijos necesitados. Líbranos de todo peligro. Oh, siempre Virgen gloriosa y bendita.