Alina tenía 17 años y pasaba por momentos difíciles

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Trata de personas: la forma contemporánea de la esclavitud
La trata de personas es un tema de creciente interés en la comunidad
internacional y hace referencia al comercio de seres humanos. La palabra
“trata” es el término oficial utilizado por las Naciones Unidas para este delito
contra las personas.
Comúnmente se confunde el concepto de trata con el de tráfico de personas.
Sin embargo, son dos hechos de características diferentes, que pueden o no
darse articulados. El primero remite a un delito contra las personas y puede o
no incluir el paso de una frontera internacional. El segundo es definido como un
delito contra el Estado y siempre implica el paso de un país a otro de manera
irregular. La trata es una cadena de hechos delictivos que siempre finaliza en la
explotación. El tráfico puede finalizar cuando una persona ingresa a un país y
continúa su camino sola.1
La ley…y la trampa
Desde CAREF siempre se ha destacado la necesidad de tener una normativa
nacional acorde a los tratados internacionales ratificados por nuestro país que
nos permita tener, como sociedad, instrumentos jurídicos más claros para
sancionar efectivamente este delito y garantizar una debida y cuidada atención
de sus víctimas,.
El 9 de Abril de 2008, fue aprobada la Ley Nacional para la Prevención y
Sanción de la Trata de Persona y Asistencia a sus Víctimas, viciada, desde sus
inicios, con concepciones que hacen prever su ineficacia en relación a lo que
su propio título afirma.
En los Artículos 2 y 10 de la Ley se señala que existirá delito de trata
“CUANDO MEDIARE ENGAÑO, FRAUDE, VIOLENCIA, AMENAZA o cualquier
medio de intimidación o coerción abuso de autoridad o de una situación de
vulnerabilidad, concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el
consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otro”, planteando
1
Ver definiciones acorde a la Convención Internacional y sus protocolos en
http://campus.oimconosur.org/#material
además, una diferenciación taxativa entre personas menores y mayores de 18
años en torno a la relevancia de la prueba del “consentimiento” para tipificar el
delito.
La expresión “cuando” implica que la víctima mayor de 18 años debe probar la
existencia de “…fraude, violencia, amenaza…” Aunque, por principio, nadie
puede consentir su propia explotación. Por otra parte, quienes trabajamos en
este tema sabemos que probar estas condiciones, se hace, en la mayoría de
los casos imposible.
Algunas historias y reflexiones2
Alina tenía 17 años, vivía en Villa Altagracia, en la periferia de Santo Domingo,
República Dominicana. En su casa eran muchos, los trabajos eran precarios y
el dinero no alcanzaba. Por eso, al enterarse que Doña Rosa, una señora del
barrio que vivía en una casa de dos plantas, buscaba chicas para trabajo
doméstico en Argentina no lo dudó. Doña Rosa se encargó de todo los
preparativos para el viaje: pasajes y pasaporte. El acuerdo era que Alina
pagaría esa deuda con el dinero fruto de su trabajo. Al llegar al Aeropuerto de
Ezeiza, Tony, un amigo de Rosa las esperaba. En el auto, camino a algún
lugar desconocido para Alina, le dijeron que “las cosas habían cambiado”, que
su trabajo iba a consistir en “atender clientes y darles lo que quieran”. Cuando
entendió de qué le hablaban se negó. Le retuvieron el pasaporte, comenzaron
los gritos, amenazas, golpes a los que luego siguieron violaciones y la
coacción absoluta para comenzar a atender a los clientes…
José, Ema y su pequeña hija vivían en Bolivia. Un paisano los tentó con un
buen trabajo para ambos en Argentina en un taller de costura, incluía casa y
comida. Al llegar a Buenos Aires, entraron en una casa en el barrio de
Floresta. Allí había muchas máquinas, mesas de corte, telas y paisanos, sobre
todo muchos paisanos. El trabajo era de 6 a 12 y de 12.30 a 23 hs.; la comida,
por lo general, té y pan, sopa, arroz y agua; el lugar de descanso era en el
2
Las historias de vida son reales y fueron relatadas en el marco de diferentes intervenciones que viene
realizando CAREF en la temática. La historia completa de Alina puede leerse en la investigación
“Migración, prostitución y trata de mujeres dominicanas en la Argentina” en www.caref.org.ar.
mismo taller, en una cama improvisada. Los asustaron con el argumento de
ser “ilegales”, se ofrecieron a “cuidarles sus cédulas bolivianas” y los
convencieron de que lo mejor era no salir del taller ni mandar a su niña de 4
años al jardín porque era “peligroso para ellos”. El trabajo a destajo valía
monedas que nunca llegaban porque debían “pagar el techo y la comida”…
Estas dos historias nos hablan de los modos modernos de esclavitud. Los
ejemplos pertenecen a casos reales de personas migrantes (los nombres están
modificados y se publican con su autorización); pero, en nuestro país, también
existe “la trata interna”: por lo general, mujeres y niñas argentinas que son
alejadas de su lugar de origen y explotadas.
Los modos de captación son diversos, en los casos relatados fue el uso de una
situación de vulnerabilidad; en otros, puede ser el secuestro liso y llano como
ocurrió con Marita Verón, Fernanda Aguirre o Florencia Penachi; tres
muchachas argentinas “desaparecidas” en manos de redes de trata y
prostitución. Situaciones como las de José y su familia también se repiten en
diferentes escenarios: talleres de costura clandestinos, ciertos ámbitos de la
agricultura, la minería, fabricación de ladrillos, la pesca.
Personas explotan a otras personas frente a nuestros ojos y “no nos damos
cuenta”. La naturalización e invisibilización social de estos fenómenos nos
enceguece,
ubicándonos
en
un
lugar
pasivo,
de
observadores
despreocupados, o, como “consumidores alegres” del dolor ajeno.
Es innegable la responsabilidad y rol del Estado en este tema. Pero hay otros
actores de la vida social, como las iglesias y sus organizaciones, que tienen
potencial para aportar, especialmente en lo que hace a la prevención y la
denuncia pública. El compromiso con la dignidad humana encuentra en esta
realidad un nuevo frente de lucha: una lucha interna para poder ver lo evidente,
un esfuerzo como cuerpo para poder decir al respecto algo superador que
tienda a la construcción de la solidaridad y una lucha hacia el afuera que sepa
tender la mano al que sufre y exigir justicia Es, en definitiva, un compromiso
ético.
Al respecto, la Pastora Judith Van Osdol afirmó:
“Como comunidades de fe estamos en una posición primordial para señalar e
insistir en el camino ético, que contempla y visibiliza los sectores invisibilizados.
Esto requiere nombrar los demonios, y lidiar con temas que la sociedad prefiere
ignorar. La trata es la esclavitud de hoy y pide una respuesta urgente. Defender
la dignidad e igualdad de cada ser humano tiene que ser el centro de nuestro
accionar como comunidades de fe”3
Lic. Gabriela Liguori - Coordinadora General CAREF
3
Extracto de la ponencia de la Pastora Van Osdol en la Jornada sobre Trata y Tráfico de Personas
realizada en CAREF en el año 2006.
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