Conversatorio con líderes estudiantiles el país político La generación de las manos blancas Sebastián de la Nuez * S Juan Pablo López, UCV. A siete dirigentes universitarios que se dieron cita una tarde en el Centro Gumilla se les planteó, de entrada, una pregunta: qué le espera al movimiento estudiantil en los próximos cuatro años. Las respuestas fueron variadas, pero el compromiso con el país fue único y, al parecer, será indeclinable. Estos jóvenes se proponen afianzar y perpetuar su propia generación de relevo y saben que, en tanto movimiento, el factor estudiantil no muere nunca 148 SIC 714 / MAYO 2009 e ven como parte de una marca, una marca capaz de aglutinar voluntades cuya fuerza es la irreverencia. Saben que les falta formación –alguien apuntó que es poco lo que han manejado, por ejemplo, de Marx− y que cada quien tomará su propio camino una vez graduado; pero de igual manera saben que el país cambiará gracias a ellos. Sin embargo, por encima de la marca, se sienten parte de una generación, y no faltó durante esta conversación la referencia a la generación del 28. Uno de los asistentes dijo: “Hay un pensamiento colectivo en el movimiento, y sus integrantes se identifican en muchos factores; hay puntos en común porque sentimos necesidades similares, y que nos toca desempeñar un rol determinado. Hay un espacio de confianza que espero siga así en el futuro”. Además hay una cosa en la que están de acuerdo sin ambages: el apellido oposición no les cuadra “porque somos oposición al Gobierno pero también somos oposición a la oposición. Somos oposición de ambos lados. Y así como criticamos las cosas del Gobierno, también criticamos igual de fuerte a la oposición”. Lo dice Juan Pablo López, presidente adjunto de la Federación de Centros Universitarios. Sobre la pregunta acerca de cómo se ven de aquí a cuatro años, cuando ocurran las próximas elecciones presidenciales, Alejandro Mejías (Universidad Metropolitana) piensa en trabajar fuerte para crear la generación de relevo. Yoris Pérez (Universidad Pedagógica Experimental Libertador), por su parte, apunta algo simple y contundente: de aquí a cuatro años, el movimiento será una masa uniforme lista para salir a confrontar al Gobierno. “Este movimiento lidera cambios positivos para el país. No tenemos límite de tiempo; estos cambios se ven a lo largo de la historia, en diferentes momentos, con diferentes actores”. Los dos, Mejías y Pérez, se proponen continuar en la política y, en mayor o menor grado, los demás líderes presentes en este diálogo coincidieron en ello. el país político Tomás Hernández (UCAB) afirma que debe darse una mezcla entre los dirigentes que ya vienen con una tradición en los partidos políticos y aquellos que están surgiendo, del movimiento estudiantil, con nuevas ideas. Anota una variable: quienes salen de la universidad, quieren seguir haciendo política pero ya no pertenecen al movimiento estudiantil. Expone, en particular, su caso: quiere seguir en política una vez graduado, pero no desea ingresar a partido alguno pues no se identifica plenamente con ninguno de los existentes. O más bien, con sus dirigencias. Entonces, ¿qué hacer? Ahí es donde entran a jugar un papel clave, según su parecer, las diversas organizaciones civiles. Resiente la falta de formación entre los miembros del movimiento: falta de información sobre el acontecer. “Ahorita tenemos esa juventud, con ganas de echar pa’lante; pero le falta esa formación”. No se siente parte de un colectivo: no hay un espacio físico, ni infraestructura en forma, por ejemplo, de partido político. Luchan por lo mismo pero no necesariamente se ven como colectivo organizado. Alejandro Mejías, UNIMET. Vienen con todo Miguel Pizarro (FCU-UCV) es también secretario juvenil de Podemos. Para él, el movimiento estudiantil es vocero y director político de muchos sectores de la sociedad que no hallaban forma de expresarse. Debería avanzar hacia la cohesión de otros muchos factores sociales, que van a despertar, y si no tienen una direccionalidad, es posible que se dispersen. Al final el problema es el mismo: seguro social, pasivos laborales atrasados, no discusión con la clase trabajadora. Hay que meter todos los descontentos en un solo malestar. Otra cosa que anota es la conducta de la renovación; es una generación (aquí sí actúan como bloque) que no cree en mezquindades ni envidias. “Este es un movimiento que ha superado eso”. El populismo lo que hace es manipular las necesidades de la gente y no satisfacerlas. Eso dice Pizarro. Cita como un mal ejemplo el referendo del 15F, pues en un país normal no hubiese sido el movimiento estudiantil quien se echara al hombro toda una campaña electoral contra el Estado. David Smolansky (UCAB) cita, en primer lugar, como algo positivo que se vieran caras distintas del movimiento en 2009, pues eso prueba la renovación del liderazgo. La autocrítica es otro haber que anota a favor. El movimiento estudiantil no es coyuntural, sino que su acción debe permanecer, y en 2008 hizo un gran trabajo, cuando la gente decía que hubo un gran bache. No lo había; se hizo un trabajo en comunidades y urbanizaciones que después rindió frutos, en las Bernardo Pulido, UCAB. elecciones regionales. Smolansky cree en el trabajo colectivo dentro del movimiento; le impacta la solidaridad que se ha demostrado en su seno, por ejemplo, cuando se reconoció la derrota del 15F. Destaca la labor de quienes se han metido, desde adentro, a renovar los partidos; y el hallazgo de los liceístas incorporados. “El Parlamento Nacional de Jóvenes Estudiantes debe rescatarse, como espacio para la discusión, pues en su oportunidad esto llamó mucho la atención, incluso de los periodistas del exterior”. Confía en que, si la humildad y la ética se mantienen, aunque el día de mañana cada quien tome caminos diferentes, habrá entre ellos respeto y tolerancia, y eso será vital en el trabajo que haga cada quien por el país. Una cosa desea dejar clara: el movimiento no es anti partidista sino apartidista. Sin embargo es, de hecho, un factor político. Lo otro es la gente que puede apoyar desde su propio ámbito de desarrollo profesional, pero que no desean estar en primer plano por razones diferentes; no necesariamente hacer política es aparecer en pantalla, o dando un mitin. “A esa gente hay que tomarla en cuenta: desde su área, sin necesidad de ser políticos, pueden aportar mucho a la sociedad”. Juan Pablo López evoca su experiencia personal: “Tenemos diez años viviendo en esta re MAYO 2009 / SIC 714 149 el país político volución en la que muchos creyeron, y que trajo esperanza. Somos el producto de la vivencia de estos diez años: por nuestras casas hemos visto entrar mucho de ese ambiente, con la decepción de nuestros padres”. Dice que los movimientos estudiantiles son coyunturales, pero lo que no es coyuntural es la generación. Las generaciones, como la del 28 por ejemplo, cumplen su rol histórico y pueden trascender si trabajan unidas. Habla de un plan estratégico generacional, en el que todo el mundo sepa hacia dónde está remando, cada quien desde su área, no necesariamente todos metidos en un mismo grupo o partido. Destaca que ha habido muy pocas ocasiones en que, con vistas a ese sentido de trascendencia generacional, han tenido la oportunidad de reflexionar, como en esta ocasión en que el Centro Gumilla les ha invitado. Bernardo Pulido (UCAB) ve a los más jóvenes estudiantes de los primeros años y cree que hay un potencial de liderazgo muy grande. No se identifica con los partidos políticos actuales pues no tienen valores claros. Siente que el tema de los principios afecta a todos los niveles de la sociedad. Eso, en el terreno de la política, en su opinión significa cada vez mayor corrupción. Sin embargo, siente que los partidos son una herramienta necesaria de la democracia y que, como jóvenes, les va tocar crear nuevas alternativas políticas. De aquí a cuatro años propone seguir un programa de formación: “Si queremos hacer una generación de relevo, y hacerlo bien, debemos formarnos en lo político, en lo social, en lo histórico… Queremos hacer política pero a veces no nos identificamos con las distintas realidades sociales que hay en Venezuela”. Habla de ir a ver cómo piensa la persona que vive en el barrio. Se les pregunta, a estos dirigentes, acerca de cómo trascender la Universidad, tomando en cuenta que a las universidades suele acceder un grupo social determinado. ¿Cómo ampliar las bases, entonces? David Smolansky, UCAB. 150 SIC 714 / MAYO 2009 Frases sin desperdicio “Si esta revolución tuviese a los jóvenes de su lado, creo que estuviésemos bastante más fregados”. “Coincido con Tomás y Bernardo en que nos falta formación, y es bueno que lo reconozcamos y no nos creamos más papistas que el Papa porque el movimiento estudiantil tiene credibilidad y respeto”. “No podemos olvidar que el objetivo de la universidad es generar conocimientos, y ese tiene que ser el objetivo, y no se puede perder nunca, por carencias sociales, o por carencias de partidos, o porque no hay quien responda a las necesidades de los sectores populares”. “El movimiento estudiantil es muy heterogéneo. Hay gente que se define de izquierda, de derecha, o que por miedo o desconocimiento no quiere definirse. O es de centro y sencillamente busca tomar las mejores cosas de la derecha y de la izquierda, como una tercera vía”. Buscando amigos afuera Yoris Pérez piensa que el movimiento ya ha logrado trascender la universidad: “Ya existe ese reconocimiento. Este movimiento pasó las barreras de la universidad y llegó al país. Las marchas son multitudinarias”. Smolansky, por su parte, habla de trabajar en el portafolio de propuestas dentro del cual deberá haber una agenda de cara a los otros sectores de la sociedad. Para él, el país no puede guiarse por lo que diga el jefe del Estado en un programa de televisión. Pero no hay que proponerse crear una nueva policía, o un plan de vivienda nacional. “Eso no lo podemos hacer, pero sí hacer propuestas muy concisas de acuerdo a las limitaciones: que se repliquen en varias comunidades de Caracas. No hay que salir a cada momento a manifestar porque se intervino una productora de arroz o porque se vendió el Banco de Venezuela. Ese no es el rol de nosotros; mientras no le llevemos una alternativa a la gente, una propuesta, vamos a seguir con el mismo presidente los años que sean. Aquí la gente no está votando por otra propuesta; está votando en contra de Chávez”. Pulido dice que el componente social no puede pisar el componente formativo, por lo que tiene que haber un balance. Pero, definitivamente, los estudiantes deben trabajar más en proyectos y vincular a más personas. Por su parte, Hernández cree en la articulación para que cada quien haga política desde su espacio. “Mientras no logremos articular eso, el país se verá dirigido por una persona exclusivamente”. El grito de guerra Miguel Pizarro, UCV. Mirando hacia afuera Uno de los miembros del Centro Gumilla plantea la percepción del movimiento estudiantil en los sectores populares, y se pregunta si ha generado una visión política hacia los de afuera, o qué alternativa le proponen a la universidad más allá de la coyuntura. Juan Pablo López responde que se está trabajando en sacar la universidad a lo social y que hay muchísimas iniciativas. “Pero debemos tener claro que el movimiento estudiantil no puede asumir los roles que tienen otros protagonistas y otros actores”. A Bernardo Pulido le preocupa la formación. “En la Católica somos muy críticos con el tema de que el representante tiene que ser una persona íntegra tanto dentro de su actividad de representación como dentro de su actividad como estudiante. Tú puedes dedicarte a ser parte del movimiento estudiantil pero también queremos que te formes, que estés en la universidad. Yo creo que eso es algo que hemos concientizado. No podemos seguir teniendo políticos que improvisen y políticos inexpertos que vayan a hacer ensayo y error con miles de personas”. el país político Tomás Hernández, UCAB. Para el movimiento estudiantil, ¿la agenda social es secundaria? “¿Quiénes somos?”, se preguntan. Y responden: “Estudiantes”. “¿Qué queremos?” y entonces resuena en todas las bocas: “¡Libertad!” Pregunta un miembro del CG: “¿Pero al barrio qué le importa eso? El que no come, no está demasiado preocupado por la libertad”. David Smolansky piensa que el movimiento es pragmático en sus acciones y en sus protestas, acompañado de creatividad y simbolismo. Pero tiene valores y principios. Cita los conceptos de honestidad, responsabilidad, vocación, compromiso y transparencia. Tema ideológico no hay, y no lo hay, en cierta forma, porque no hay formación. “¿Que hemos estudiado el marxismo en su plenitud, o el capitalismo, la tercera vía, el socialismo del siglo XXI? No, más allá de una u otra lectura. Estoy hablando a nivel general del estudiantado. Con respecto a que si el movimiento estudiantil es opositor, no me gusta que se le llame así porque la mejor estrategia comunicacional que tuvo el Gobierno fue llamar oposición a todo aquel que difiriera de él”. Cree que las ideologías son caretas para tapar los verdaderos problemas y las verdaderas responsabilidades de los gobernantes. “Los estudiantes no tenemos necesidad ni estamos en la obligación de tener ideología, la estamos formando precisamente. Y las ideologías de izquierda o derecha no sabemos si son las correctas, puede haber otra vía. Entrar en el tema de nuestra ideología es completamente innecesario, más bien nos desvirtúa y nos cambia el rumbo”. Otro tema que se tocó, pero que haría que esta reseña resumida se excediera en el espacio, es el de los medios de comunicación y su influencia, negativa y/o positiva, en el movimiento estudiantil. Es un tema que a estos dirigentes les preocupa y sienten la necesidad de ventilarlo. Tomás Hernández reconoce que los medios de comunicación le han dado proyección al movimiento “y en muchos casos nos ayuda; por ejemplo, por lo corto que fue esta campaña (las de la enmienda para el 15F), no nos dio chance de viajar a las regiones. Cuando David y yo estuvimos la semana pasada en Táchira, o cuando Juan Pablo estuvo en Maracaibo, etcétera, la gente nos reconoce y ya tiene ese lazo y se siente identificada, Hay personas que te abrazan y te dicen vamos a discutir ideas; son personas que nunca has visto, y no has visitado, pero los medios te han ayudado. Pero así como tienen eso a favor los medios, yo creo que la contra también es bien grande. Así como Chávez fue el producto de 40 años de decisiones erradas por un bipartidismo, la situación que estamos viviendo ahora en Venezuela es por los grandes medios de comunicación”. * Miembro del Consejo de Redacción. MAYO 2009 / SIC 714 151