RELIGIÓN Y MITOLOGÍA 1- La religión en Roma El concepto de religión en las civilizaciones antiguas era diferente al concepto actual: las religiones actuales se centran en el comportamiento de los fieles que conlleva una paz interior en la vida y prometen una vida tras la muerte. La religión en la antigüedad era más bien una institución oficial y pública que se basaba en una serie de rituales que se realizaban siempre del mismo modo y en la misma fecha. Los rituales estaban dedicados a los dioses tradicionales del panteón grecorromano; por ejemplo las saturnalias que se celebraban en honor del padre de los dioses Saturno en el mes de Diciembre. En un principio los romanos creían en la existencia de estos dioses y los temían, pero con el paso del tiempo dejaron de creer en ellos y por tanto los rituales ya no tenían sentido; sin embargo los romanos los continuaban realizando bien por superstición bien por costumbre. Esta religión basada en la costumbre ya no respondía a las necesidades del pueblo de sentirse protegido por un ser superior ante las adversidades, por ello los romanos crearon otro tipo de religión a la que se denomina religión doméstica o familiar. 2- La religión oficial o pública 2.1 El panteón grecorromano La palabra “panteón” procede de dos palabras griegas: παν (pan) que significa todo y ϑεον (ceon) que significa dios. Fue la civilización griega la que creó todo un sistema mitológico que luego fue asimilado y transmitido por el Imperio romano a todo occidente y luego ha ejercido una gran influencia en el arte y la cultura occidentales. La religión romana, como la griega, es de carácter politeista, es decir que tenía muchos dioses (πολις = muchos ϑεον = dios). También antropomórfica, es decir, sus dioses tenían forma humana y carácter humano (ανϑρωπος = hombre y µορϕος = forma). Los principales dioses del panteón grecorromano son: Nombre griego Zeus Hera Atenea Apolo Nombre romano Júpiter Juno Minerva Apolo Identidad y atribuciones Poder supremo sobre hombres y dioses. Dios de las tormentas Símbolo Águila Cetro Rayo Esposa de Zeus y diosa del matrimonio Pavo real Diadema Diosa de la sabiduría y la técnica guerrera Lechuza Olivo Diosa de las artes y la adivinación. Dios del sol Lira Laurel Sol Imagen Artemisa Diana Hermes Mercurio Hefesto Vulcano Ares Marte Afrodita Venus Diosa virgen de la caza. Hermana gemela de Apolo Arco Carcaj Luna creciente Dios de los mensajeros, del comercio y de la elocuencia Sandalias y sombrero alados. Caduceo Dios del fuego y los metales Martillo Tenazas Yunque Dios de la guerra. Amante de Afrodita Armas y casco Diosa del amor y la belleza Concha, paloma y manzana Deméter Ceres Diosa de la agricultura Trigo y hoz Poseidón Neptuno Dios del mar y los terremotos Tridente y caballo Hades Plutón Dios de los muertos Trono Cancerbero Hestia Vesta Diosa del hogar Dionisos Baco Dios del vino y del teatro Llama Viña, tirso y pantera 2.2 La comunicación entre hombres y dioses Los romanos ofrecían a los dioses sacrificios de animales y de productos del campo para agradar a los dioses y buscar su protección. El sacrificio tenía que realizarlo un sacerdote sobre el altar situado delante del templo de la divinidad. El sacerdote repetía siempre el mismo ritual tradicional: junto al sacrificio animal el sacerdote pronunciaba plegarias dirigidas a la divinidad. Los animales sacrificados solían ser ovejas, cabras, cerdos, toros, bueyes, etc. Dependiendo del dios al que se hacía el sacrificio. Por ejemplo: a Poseidón se sacrificaban toros. Tras matar a los animales se solía hacer un banquete con la carne de éstos mientras que quemaban los huesos como alimento para los dioses. También había sacrificios en los que se quemaba a la víctima por completo. Este sacrificio se denominaba holocausto. Excepcionalmente se realizaba una hecatombe en la que se sacrificaban cien bueyes. 2.3 La adivinación En Roma la adivinación ocupaba un lugar muy importante pues los hombres pretendían conocer la voluntad de los dioses en el presente y en el futuro para no interferir en su voluntad. Existían varias formas de adivinación: • Los sueños: en la antigüedad se daba gran importancia a los sueños como medio de comunicación entre dioses y hombres. Era habitual que ante un extraño sueño se fuera a un experto para interpretarlo. • Los vates: eran adivinos, profetas y profetisas. Éstos en estado de éxtasis podían transmitir la voluntad de los dioses, en especial de Apolo. Existían centros de culto llamados oráculos donde habitaban estos profetas. Así fueron oráculos famosos: el de la pitia de Delfos en Grecia dedicado al dios Apolo y en Italia el de la Sibila de Cumas. Los profetas de estos oráculos entraban en trance y pronunciaban palabras incoherentes que luego podían ser interpretadas de modo ambiguo. • Los augurios: se obtenían tras la observación externa de animales y plantas. La más conocida es la del vuelo de las aves. También debemos añadir la observación de las entrañas de los animales sacrificados. 3- La religión privada Ante la frialdad y la falta de respuestas de la religión oficial, el hombre necesitaba una relación más privada e íntima con el mundo sobrenatural que le garantizara una protección de los dioses. Esta necesidad dio lugar al culto familiar o doméstico. Este culto se basaba en la creencia de que los muertos de algún modo permanecían en la tierra con el poder de proteger o castigar a sus familiares vivos. Los habitantes de una domus tenían unos dioses privados y exclusivos de la familia: sus antepasados. La familia celebraba junta unos ritos religiosos destinados a agradar y aplacar a los espíritus de ésta. El varón de mayor edad de la familia llamado “pater familias” era el sacerdote y estaba obligado a conservar estos rituales y transmitirlos a sus descendientes a través de un hijo varón. Todas las familias tenían los siguientes dioses: • Lar Familiar: es el dios protector de la domus. Está representado por el fuego doméstico al que se adora en una pequeña hornacina llamada larario. Ésta está situada en el atrio de la domus. • Los dioses Penates: son dioses protectores de las provisiones de la familia. Son dioses de la despensa “penus”. Los dioses penates están representados bajo la forma de dos jóvenes que sostienen en sus manos el cuerno de la abundancia. • Los dioses Manes: son los espíritus de los difuntos de la familia. Los miembros de la familia hacían ofrendas a estos dioses de flores, leche y miel en el aniversario de su muerte y en las fiestas llamadas “parentalia” que se celebraban en el mes de Febrero. • El Genius: es un espíritu que protege exclusivamente al Pater familias. Está representado bajo la forma de una serpiente. Todas las mujeres tenían como espíritu protectos a la diosa Juno. 4- Creencias religiosas no oficiales Muchos hombres permanecían indiferentes ante la religión oficial y la privada puesto que ninguna de las dos respondía a la pregunta: ¿Qué hay tras la muerte? o ¿Cómo debo comportarme en vida para conseguir una vida tras la muerte? Creencias orientales llegaron a Roma en época del Imperio para responder a la pregunta: 1- La astrología: asegura que la posición de los astros en el firmamento afecta a la vida de los humanos. 2- La filosofía: sustituía a la religión entre las clases acomodadas porque ésta daba unas pautas de comportamiento para la vida que no daba la religión oficial. Las corrientes filosóficas más seguidas entre los romanos son: el estoicismo y el epicureismo. Los estoicos creían que el universo esta regido por leyes fijas que controlan la vida de los hombres y por tanto no hay que preocuparse por el futuro ya que es inmutable y nada podemos hacer para cambiarlo. Los seguidores del epicureismo creían que el universo está hecho átomos regidos por unas leyes inmutables. Para el epicureista el fin del hombre es obtener el placer y la felicidad. Éstos solo se consiguen practicando la amistad y evitando el temor a los dioses, al destino y a la muerte. No creían ni en las ceremonias ni en los sacrificios. 3- Religiones orientales: Estos cultos se basaban en los conceptos de muerte y resurrección. Los fieles creían que pertenecer a estos grupos religiosos les proporcionaría una vida sobrenatural y feliz. Algunos de estos cultos fueron: El culto a Cibeles y Atis, procedente de Asia Menor; el de Isis y Osiris, procedente de Egipto; la religión órfica; el culto a Mitra, procedente de Persia, etc El culto a Cibeles: Cibeles es la gran madre de los dioses. Era honrada en las montañas del Asia Menor, desde donde su culto se difundió por todo el mundo helénico y, más tarde, por el romano, cuando, a finales del S III a.C. el Senado de Roma resolvió traer de Pesinunte la « piedra negra» que simbolizaba la diosa y erigirle un templo en el Palatino. Cibeles es otro modo de llamar a Rea, madre de Zeus y de los demás dioses hijos de Cronos. Cibeles sería la Rea adorada en el monte Cibele de Frígia. Según el mito Cibeles se enamoró del bello pastor Atis y prometió convertirlo en su sacerdote si mantenía su virginidad. El pastor hizo la promesa pero luego la incumplió al enamorarse de una ninfa. La diosa enfadada con el joven hizo que cayera en un estado de locura y de este modo el joven corrió por los bosques, se castró con una piedra y murió desangrado. La diosa compadecida lo resucitó. Desconocemos los rituales de esta religión, que sin duda eran sangrientos: Parece que sus fieles llegaban incluso a castrarse como hizo Atis. Sus sacerdotes celebraban sus fiestas con danzas que ejecutaban a los sones del tambor y los címbalos, dando a sus cuerpos movimientos convulsivos, golpeando sus escudos con las espadas y aumentando este ruido con gritos y lamentos en memoria de la desventura de Atis. DESARROLLO MONOGRÁFICO: LOS ORÁCULOS 1- ¿Qué era un oráculo? El término oráculo tenía en la antigüedad un doble sentido: por un lado designaba la respuesta de la divinidad a una pregunta formulada a través de un intermediario, y por otro el santuario en que se celebraban tales consultas. El pueblo griego tuvo gran fe en los oráculos a lo largo de toda su historia, y muchos de sus santuarios llegaron a alcanzar extraordinaria fama en todo el mundo antiguo; a ellos acudían devotos de los puntos más alejados del mundo conocido de entonces para formular sus consultas. Los romanos, a pesar de ser sumamente supersticiosos, no tuvieron grandes oráculos nacionales y, en muchas ocasiones, acudieron para sus consultas a los griegos o egipcios. Únicamente la Sibila de Cumas, los Libros Sibilinos y el templo de la diosa Fortuna en Preneste alcanzaron cierto renombre. 2- El oráculo de Delfos Entre todos los centros oraculares, el que alcanzó mayor prestigio fue el dedicado a Apolo en Delfos. Desde muy antiguo existió allí un oráculo dedicado a la diosa Gea: una gruta custodiada por una enorme serpiente llamada Pitón, a la que Apolo dio muerte con sus flechas, estableciendo allí su templo oracular. En recuerdo de Pitón, las sacerdotisas recibieron el nombre de pitonisas o pitias. Éstas debían ser hijas de matrimonio legítimo y de familia honorable pero pobre. 2.1Ceremonia de la consulta Las sesiones se celebraban el día siete de cada mes, conmemorando el nacimiento de Apolo que, según la tradición, tuvo lugar en la isla de Delos el día siete del mes séptimo. Por esas fechas acudían a Delfos peregrinos del mundo entero con la esperanza de que su consulta pudiera ser atendida. Llegado el día, la pitia, después de tomar el baño purificador en las aguas de la fuente Castalia, y de beber agua de la fuente Casotis, se dirigía al templo acompañada por los sacerdotes. Primero tenía lugar la acogida de los fieles por los sacerdotes del templo. Cada fiel debía entregar, como pago por la consulta, una tarta de miel (pelanos) o su equivalente en dinero. Después se dirigían al templo por la Vía Sacra, camino poblado de bellísimas estatuas. En la ceremonia debía sacrificarse un animal, preferentemente un cabrito; pero antes había que consultar si el dios estaba dispuesto a revelarles ese día sus oráculos; para ello se rociaba con agua fría al animal y, si temblaba al recibir el agua, la ceremonia continuaba, en caso contrario se suspendía hasta el mes siguiente. Sacrificado el animal, los consultantes entraban en el templo, atravesaban la primera sala donde estaban inscritas las famosas máximas: «Conócete a ti mismo» y «Nada en demasía», y pasaban a la gran sala del templo, donde esperaban su turno. Cuando le llegaba su hora, el consultante descendía por una escalera hasta llegar ante la pitia, de quien le separaba una cortina. Ésta actuaba en un foso sentada sobre un trípode, tocando el ónfalo y teniendo en una de sus manos una rama de laurel. Una vez que entraba en trance, daba las respuestas a las preguntas formuladas. Las preguntas se hacían oralmente; sólo los grandes temas de Estado, encomendados por regla general a delegaciones oficiales, se hacían por escrito. La pitia daba sus respuestas hablando siempre en primera persona, como si fuera el dios el que hablaba; los sacerdotes las anotaban, las interpretaban, y las entregaban al interesado escritas en verso, con un texto generalmente ambiguo, con lo que siempre quedaba a salvo la veracidad del oráculo. 2.2Explicación de los tres elementos básicos del oráculo a) El laurel: Es el árbol consagrado a Apolo y era un elemento de vital importancia en el proceso de entrada en trance de la pitia, pues antes de emitir su respuesta, era fumigada con hojas de laurel quemado, mascaba hojas de la misma planta y apretaba en su mano una rama de este árbol que crecía en el patio del templo. b) El trípode: Cuenta la leyenda que un pastor llamado Coretas encontró una gruta en el suelo de la que emanaba una extraña corriente de aire. Se acercó a ella y, de repente, empezó a pronunciar frases extrañas. Llegaron sus compañeros y observaron que Coretas les vaticinaba el futuro. Desde ese momento se utilizó ese lugar con este propósito y los habitantes de la región construyeron un armazón sobre el que se pudiera recibir la inspiración con toda seguridad: el trípode. c) El ónfalo: Era una piedra de unos 30 cm de altura de forma ovoidal. Ónfalos en griego significa «ombligo». La piedra, según la leyenda, es la que Rea dio a Cronos para evitar que Zeus fuera devorado por su padre. Cuando Zeus se sublevó contra él, le hizo vomitar a todos sus hermanos y, con ellos, la piedra que había devorado en su lugar, que colocó en el monte Parnaso. Con esa piedra se esculpió el ónfalo. Existe otra leyenda que dice que Zeus ordenó a dos águilas que volaran desde los confines opuestos del universo para averiguar el centro de éste. Éstas se encontraron en Delfos y Zeus para que quedara constancia puso una piedra en forma de huevo llamada ónfalos, el ombligo del mundo, desde donde comenzó la creación. 2.3Algunos oráculos famosos El historiador Heródoto nos ha dejado una amplia colección de oráculos cuya respuesta se dio por escrito. Muy conocidos son los referentes a Creso, rey de Lidia, y a Pirro, rey del Epiro. Consultando Creso al oráculo sobre si debía o no atacar a Persia, le respondió que si declaraba la guerra a Persia, se destruiría un gran imperio. Interpretando que el imperio destruido sería el de Ciro, Creso le declaró la guerra. El oráculo acertó de pleno, pero fue Creso el derrotado y su imperio el destruido. Ante otra consulta en el mismo sentido, el oráculo le respondió: «Cuando un mulo llegue a ser rey de los medos, entonces, lidio de pies tiernos, emprende la huida hacia Hermos, no te quedes aquí ni te avergüences de ser cobarde». Creso no comprendió el significado del oráculo y atacó a Ciro con los resultados que ya hemos visto anteriormente. No comprendió que el «mulo» era Ciro, quien, por ser hijo de padre persa y madre meda, era de raza mixta, lo mismo que los mulos, nacidos de una burra y un caballo o una yegua y un asno. Cuando Pirro le consultó sobre el resultado de su enfrentamiento con los romanos, le contestó el oráculo: «Aio te, Eacida, romanos vincere posse»; que puede entenderse de dos maneras: «Te digo, descendiente de Éaco, que tú puedes vencer a los romanos», pero también puede interpretarse de manera opuesta: «Te digo, descendiente de Éaco, que los romanos pueden vencerte». Ejercicios: 1- ¿Cuáles eran.los dos sentidos con que se empleaba la palabra oráculo en Grecia? 2- ¿De qué manera conseguían los oráculos acertar casi siempre con la verdad? 3- ¿Quiénes eran más devotos de los oráculos, los griegos o los romanos? Razona tu respuesta. 4- ¿Quienes eran las pitias? ¿De dónde les venía ese nombre? 5- ¿Qué hacía la pitia antes de encaminarse al templo y hablar en nombre de los dioses? 6- Explica el papel que desempeñaban en el rito de la consulta los elementos siguientes: el cabrito, el trípode, el agua, el ónfalo y el laurel. 3- La Sibila de Cumas Cuando un peligro amenazaba a la República romana y más tarde al Imperio, los magistrados romanos intentaban conocer los designios divinos antes de tomar cualquier decisión. Para ello recurrían a diversos métodos, siendo el más habitual la observación de las aves; pero en ocasiones los dioses permanecían mudos o su mensaje resultaba ininteligible. Entonces, como último recurso, y si la gravedad de la situación así lo requería, el Senado ordenaba consultar los Libros sibilinos, una misteriosa recopilación de oráculos que según la leyenda habían sido realizados por la Sibila de Cumas, y en los cuales se encontraba la respuesta a cómo proceder. Las sibilas eran profetisas del dios Apolo. Durante la Antigüedad existieron varias diseminadas por el mundo griego. El santuario de la de Cumas estuvo en funcionamiento en torno a los siglos V y VI a.C. en esta colonia griega situada sobre la cima de una montaña volcánica ubicada al noroeste de la bahía de Nápoles. La gruta de la Sibila se encontraba en las faldas del monte. Quien quisiera consultar a la Sibila debía acudir a la caverna y atravesar su recta galería, de ciento siete metros de longitud, flanqueada por otras doce galerías más cortas a través de las cuales entraban los rayos del sol creando un vistoso efecto de alternancia entre luz y oscuridad. Al final había un vestíbulo en el cual el visitante esperaba a que se le comunicase el veredicto de la Sibila. Según cuenta Virgilio en la Eneida, ésta transmitía su oráculo a través de aquellas aberturas laterales mediante cien voces distintas. En la época imperial hacía tiempo ya que la Sibila de Cumas había callado para siempre. Sin embargo, su fama se conservaba intacta, así como su prestigio. De ella se contaban muchos hechos maravillosos: Se decía que había nacido en la localidad griega de Eritras, en la costa Jonia que en la actualidad ya no pertenece a Grecia sino a Turquía. El dios Apolo, que estaba enamorado de ella, había prometido concederle el deseo que quisiera. Ella pidió vivir tantos años como granos de arena pudiese contener su mano, a lo que Apolo accedió, con la única condición de que nunca regresase a su patria. Entonces la Sibila se marchó a la colonia griega de Cumas, vivió más de 900 años, hasta que accidentalmente una carta proveniente de Eritras llegó a su poder. El sello de esta carta era de tierra, y la Sibila, al verla, murió casi en el acto. Otra leyenda decía que la Sibila olvidó pedirle a Apolo que acompañase el don de la longevidad con el de la juventud. Poco a poco fue envejeciendo, disminuyendo de tamaño y arrugándose, hasta quedar convertida en un ser diminuto al que, como si se tratase de un canario, metieron dentro de una jaula que fue colgada en el templo de Apolo. Cuando los niños se burlaban de ella preguntándole qué deseaba, ella respondía: “Ya solo quiero morir”. Con respecto a la llegada de los libros sibilinos a Roma: la tradición afirma que la Sibila de Cumas, cuando aún era lo suficientemente joven como para valerse por sí misma, había acudido a Roma a venderle al rey Tarquino el Soberbio nueve libros con sus predicciones. Tarquino se negó, esperando que la Sibila rebajase sus pretensiones económicas, pero entonces ella quemó tres libros, y le ofreció los seis restantes por el mismo precio. Como Tarquino rechazó la oferta, ella repitió la operación. Finalmente, el rey accedió a comprar los últimos tres libros. Al principio, los libros se guardaban en un cofre de piedra del templo de Júpiter situado en el Capitolio. Su custodia recaía sobre un colegio sacerdotal formado primero por diez miembros (los decemuiri) y más tarde por quince (los quindecimuiri) nombrados entre personajes públicos. Ellos eran los únicos que podían leer los libros, y quienes los interpretaban (empleando procedimientos que se desconocen) cuando su consulta era aprobada por el Senado. Las recomendaciones que extraían de ellos hacían referencia sobre todo a rituales, sacrificios y ceremonias que Roma debía realizar para congraciarse con sus dioses. En el año 82 a.C. un incendio destruyó el templo de Júpiter, y con él los libros proféticos, que fueron reemplazados por una recopilación de oráculos procedentes de distintas fuentes latinas, griegas y orientales. El emperador Octavio Augusto en el S I a. C. ordenó copiar estos nuevos libros, que eran nueve, y depositarlos en dos cofres de oro ubicados en el templo de Apolo del Palatino. A finales del siglo IV o principios del V, fueron destruídos por el general Estilicón, ya en los últimos momentos del Imperio. Ejercicios: 1- ¿Quién era la Sibila? 2- ¿Qué eran los libros sibilinos? 3-¿Hasta cuando existieron? 4-¿Para qué servían? 5-¿Dónde se guardaban?