cambios en el consumo energético en las economías de mercado y

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CAMBIOS EN EL CONSUMO ENERGÉTICO EN LAS
ECONOMÍAS DE MERCADO Y SUS PRINCIPALES
CAUSAS
La reducción en el crecimiento del consumo energético reside básicamente en la contracción del
consumo petrolero, el cual después de haberse incrementado en 54,7% en el lapso 69-73, acusa un
aumento de apenas 7% entre 1973 y 1979 y disminuye en términos absolutos en 115,8 millones de
toneladas entre 1979 y 1988 (-4,7%).
Yvonne León Uzcátegui
Miembro del Personal de Investigación del INFACES
Desde la 2da. Guerra Mundial hasta los años 70, en las economías de mercado se
conforma un patrón de consumo de energía, caracterizado por una alta tasa de crecimiento
del mencionado consumo, una participación creciente del petróleo dentro del mismo dada
su abundancia y bajos precios, una tendencia a desplazar el carbón por el uso de
hidrocarburos y un lento crecimiento de las otras fuentes convencionales (gas,
hidroelectricidad y nuclear), una alta dependencia de los países importadores de petróleo
del recurso y una alta intensidad energética y petrolera.
El presente artículo pretende aportar una explicación documentada, de las
características y causas de los cambios que registra el consumo energético en la década de
los 70 y con mayor profundidad en los años 80, con la finalidad de demostrar la
interrelación de diferentes variables y su eventual persistencia y/o profundización en los
próximos años, y evidencia la imperiosa necesidad de que las políticas petroleras de los
países exportadores se complementen, tomando en consideración el papel actual y futuro
del resto de las fuentes de energía convencionales, y el comportamiento presente y futuro
de otros factores no estrictamente energéticos que inciden en el consumo de energía.
El trabajo se limita al consumo de las denominadas fuentes convencionales o
comerciales, es decir, petróleo, carbón, gas, hidroelectricidad y nuclear, dada la
preponderancia de estas fuentes dentro del consumo de energía global y por la abundante
disponibilidad de estadísticas confiables en la materia. Así mismo, el artículo se refiere sólo
a las economías de mercado, puesto que el análisis para los países socialistas comporta
consideraciones diferentes.
A los fines de suministrar la información de manera didáctica, el Contenido del
presente artículo se divide en dos partes, que en resumen contienen:
1. Los cambios en el consumo de energía, notorios a partir de la década de los 70 e
intensificándose en los 80. Estos son: disminución del ritmo de crecimiento del consumo de
energía, disminución del consumo petrolero, diversificación energética, diferencias en la
evolución del consumo energético por países y disminución de la intensidad energética y
petrolera.
2. Los factores que determinan los mencionados cambios, a saber: aumento de los
precios del petróleo, políticas implementadas por los países importadores de petróleo, crisis
del modelo capitalista energético intensivo y la transformación del aparato productivo, en
relación al surgimiento y despliegue de una nueva base tecnológica, cuyo factor clave es la
microelectrónica.
I. CARACTERÍSTICAS DE LA REESTRUCTURACIÓN DEL CONSUMO DE
ENERGÍA.
1. Disminución del Ritmo de Crecimiento:
El consumo de energía primaria en el mundo capitalista, mantuvo un sostenido
crecimiento, particularmente después de la Segunda Guerra Mundial hasta 1973, año a
partir del cual se registra una severa disminución del mismo. En efecto se constata que en el
período 67-73 este incremento fue de 32,3%, disminuye entre 1973- 1979 a 11% y
experimenta un crecimiento de 12% en los años 79-88. En este último período la variación
1979-85 es de apenas un 1,9%, recuperándose entre 1975 y 1988 fundamentalmente por la
marcada baja de los precios del petróleo, el carbón y el gas y por la relativa recuperación de
la economía en estos últimos años (ver Cuadro No. 1).
2. Disminución del Consumo Petrolero:
La reducción en el crecimiento del consumo energético reside básicamente en la
contracción del consumo petrolero, el cual después de haberse incrementado en 54,7% en el
lapso 69-73, acusa un aumento de apenas 7% entre 1973 y 1979 y disminuye en términos
absolutos en 115,8 millones de toneladas entre 1979 y 1988 (-4,7%). Al mismo tiempo se
constata una recuperación significativa en el consumo del carbón y de la energía nuclear
(Ver Cuadro No. 1).
3. Diversificación Energética:
Las variaciones anotadas en los puntos anteriores, determinan un cambio en la
estructura del consumo energético, en el cual la contribución del petróleo disminuye de
54,1% en 1973 a 44,5% en 1988 (ver Cuadro No. 2).
El proceso que lleva al petróleo a ocupar la supremacía en el mundo capitalista
como principal fuente de energía se revierte progresivamente, apareciendo un nuevo
fenómeno de sustitución de este recurso por las otras fuentes convencionales en especial
por el carbón, la hidroelectricidad y la energía nuclear.
A la disminución de la participación del petróleo en el total de la energía
consumida, se añade una leve disminución de la contribución del gas. A esta situación se
oponen aumentos en la participación del carbón (19,1% en 1973 a 22,2% en 1988), de la
hidroelectricidad (6,5% en 1973 a 8% en 1988) y de la energía nuclear (1,1% en 1973 a
7,2% en 1988). Todo lo cual determina una tendencia creciente a la diversificación del
consumo en relación a las fuentes convencionales, viéndose cristalizar de esta manera
algunas de las políticas emprendidas en los años 70 por los países industrializados, tales
como la disminución de la dependencia petrolera y la de sustitución progresiva del petróleo
por otras fuentes.
4. Diferencias en la evolución del consumo energético por países:
El análisis de la evolución del consumo de energía primaria, muestra que la
disminución del crecimiento en el consumo iniciada en los años 70 afecta de manera
desigual a los distintos países y regiones del mundo capitalista, observándose una tendencia
sostenida a la disminución del crecimiento del consumo en los países industrializados
integrantes de la OCDE, así, a un crecimiento de 33,8% en el período 67-73, se opone un
aumento de apenas 6,5% entre 1973 y 1979 y de 3,3% entre 1979 y 1988. En el período
1979-1985 incluso se registra una disminución en términos absolutos del consumo de
energía de los países de la OCDE en el orden de 145,2 millones de toneladas equivalentes
de petróleo (-3,7%), período que podría calificarse de mayores ajustes en el campo
energético. En este período los Estados Unidos registran una disminución del 5,6% y los
países europeos integrantes de la OCDE de
-3,8% (Ver Cuadro No. 3).
En el resto de los países de economía no centralizada, entre los cuales se incluyen
los países subdesarrollados, se mantiene una tendencia al alza en las tasas de crecimiento
del consumo de energía, pese a los aumentos de precios del petróleo en los años 70 y a la
profunda crisis económica de estos países, probablemente por su alta dependencia con
relación al petróleo porque muchos de estos países atraviesan en este tiempo por la etapa de
industrialización de mayor intensidad energética, por la reorganización industrial a nivel
mundial en la cual se están trasladando los procesos de mayor requerimiento energético
hacia algunos países del tercer mundo, por los procesos de industrialización de los países de
la OPEP y otros exportadores petroleros no demandantes y por la comprobada mayor
ineficiencia energética de la casi totalidad de estos países.
De esta manera se constata que este conjunto de países aumenta su consumo de
energía en 24,2% entre 1967 y 1973, en 33,9% entre 1973 y 1979 y en 50,5% entre 1979 y
1988, este último elevado aumento explica el crecimiento de 12% en el consumo total de
energía en el ultimo período, pese a las drásticas disminuciones del mismo por parte de los
países industrializados.
5. Disminución de la Intensidad Energética:
La intensidad energética, entendida como la relación entre el consumo de energía y
el producto interno bruto (PIB), ha venido disminuyendo, en particular en los países
industrializados. Se considera que esta característica constituye a su vez una de las causas
fundamentales de la disminución del crecimiento del referido consumo (Ver Cuadro No. 4).
Esta variable disminuye en los países de economía no centralizada de 3,28 en 1978
a 2,79 en 1988, aumentando moderadamente en los países subdesarrollados de 3,18 a 3,38
en los últimos 10 años; dentro de este conjunto de países los pertenecientes a la OPEP
aumentan de 1,89 en 1978 a 3,24 en 1988, como consecuencia de los planes de
industrialización, entre otros de refinación y petroquímica, sectores altamente
consumidores de energía y por su característica ineficiencia energética, dada la abundante
disponibilidad del recurso petrolero y en algunos de ellos, como en Venezuela, del acceso a
otras fuentes de energía como la hidroeléctrica. En los países desarrollados se registra una
disminución sostenida en esta variable, en los países de la OCDE la intensidad energética
pasa de 3,40 en 1978 a 2,64 en 1988, entre ellos se destaca el comportamiento de los países
europeos cuya reducción es de 2,39 en 1978 a 1,93 en 1988 y Japón que varía de 2,53 a
1,87 en los mismos años.
Estados Unidos, aunque también disminuye el consumo de energía con relación a la
producción interna bruta de 4,89 en 1978 a 3,71 en 1988, mantiene unos niveles muy por
encima de otros países desarrollados, como consecuencia de que este país representó el
ejemplo máximo del modelo capitalista energético intensivo y sus esfuerzos para reducir el
consumo de energía deberán ser mayores a los países que en este sentido tuvieron un
comportamiento moderado.
6. Disminución de la Intensidad Petrolera:
El anterior período de auge del capitalismo estuvo basado en la utilización intensa
de energía, acaparando el petróleo el papel preponderante. De tal manera que se estableció
una correlación positiva entre la producción de bienes de los diferentes países y el consumo
de hidrocarburos, expresada en lo que se denomina intensidad petrolera en cada país.
Dado el bajo precio del petróleo hasta 1973, la participación del costo del mismo
dentro de los costos totales era mínima, razón por la cual ello no era motivo de
preocupación para los industriales y los consumidores finales en general, considerándose un
modelo de desarrollo capitalista que no sin razón se calificó de despilfarrador de
hidrocarburos.
Los distintos factores que actúan durante los años 70 y principios de los 80,
determinan un cambio radical en las condiciones del mercado petrolero que prevalecieron
en los años 60, teniendo como resultado entre otras cosas, un cambio de actitud en los
distintos consumidores, todo lo cual se tradujo en una mayor racionalidad en el uso de la
energía en general y en los hidrocarburos en particular.
La disminución del crecimiento del consumo energético en los años 70 y 80, se basa
fundamentalmente, en una mayor eficiencia en el uso de los hidrocarburos, lo cual se refleja
en una menor intensidad petrolera, es decir que a una misma producción corresponden cada
vez menores requerimientos de petróleo.
En tal sentido se observa que en el mundo capitalista la intensidad petrolera
disminuye de 1,90 en 1978 a 1,41 en 1988. Este comportamiento se da de manera desigual
en los diferentes países y regiones, registrándose en los países industrializados integrantes
de la OCDE una variación de 1,91 en 1978 a 1,21 en 1988. De este conjunto de países
destaca Estados Unidos el cual se ubica en 1978 con el índice más alto dentro de la OCDE
(2,49) y baja a 1,67 en 1988, mostrando el significativo esfuerzo que ha realizado este país
por disminuir su dependencia petrolera. Los países europeos reducen su intensidad
petrolera de 1,42 en 1978 a 0,96 en 1988, y Japón pasa de 1,96 a 1,15 en los mismos años.
(Ver Cuadro No. 5).
Los países subdesarrollados muestran pequeñas fluctuaciones en la referida
variable, pasando de 2,06 en 1978 a 1,91 en 1988 y dentro de ellos se observa un
comportamiento opuesto a la tendencia general en los países agrupados en la OPEP, los
cuales incrementan su intensidad petrolera de 1,31 en 1978 a 2,47 en 1988, probablemente
por las razones anotadas en el aparte anterior.
En resumen, se observa una disminución en la intensidad petrolera en el conjunto de
los países capitalistas, reflejada en una mayor proporción en los países industrializados, una
leve disminución en el conjunto de los países subdesarrollados, y un aumento relativamente
importante en los países de la OPEP.
II. FACTORES QUE DETERMINAN LOS PRINCIPALES CAMBIOS.
1. Aumento de los Precios del Petróleo:
Una de las causas de la contracción de la demanda de petróleo y por ende del
consumo energético global, se relaciona con los marcados aumentos del precio del petróleo
a partir de fines de 1973.
En la evolución de los precios del petróleo se destacan:
- El primer aumento substancial, a raíz del embargo petrolero árabe, en los años 19731974.
- La segunda escalada de precios, en 1979, ocasionada por la Revolución de Irán y la
caída del Sha Reza Pahlevi.
- El tercer incremento de importancia, en 1980, debido a la guerra de Irán e Irak y la
posterior reducción de la producción del Medio Oriento. Para determinar las causas que
generan la elevación a saltos de los precios de) petróleo, se deben diferenciar las causas
coyunturales, las cuales se identifican con situaciones políticas ubicadas geográficamente
en el Medio-Oriente, a las que se ha hecho referencia, y las causas de fondo entre las cuales
se encuentran las circunstancias que en última instancia explican las razones que conducen
a las drásticas variaciones de los precios.
El aumento de los precios del petróleo tiene su explicación fundamental en el
modelo de desarrollo capitalista que se despliega a partir de la 2da. Guerra Mundial, basado
en el consumo de energía abundante y barata, básicamente petróleo, el cual generó un
explosivo crecimiento en la demanda petrolera, ocasionando un acelerado agotamiento de
las reservas de un recurso natural, que por su característica de no renovable, es limitada.
Esta situación, al lado de la disminución de la tasa de descubrimientos de los
yacimientos de más bajo costo, condujo a una importante disminución de la duración
teórica de las reservas probadas, lo que permitió en el momento llegar a la conclusión que
de mantenerse la demanda al ritmo de los años 50 y 60, o elevarse, el mundo muy pronto
debería enfrentar una importante disminución de la disponibilidad del producto, con las
subsiguientes consecuencias para el aparato económico y militar.
En efecto, la abundancia del recurso y su bajo precio, permitieron en buena parte el
auge de este modelo capitalista de desarrollo, signado por el despliegue de la industria
automotriz con su correspondiente infraestructura de autopistas y carreteras, el desarrollo
de la industria petroquímica y la proliferación de artefactos electrodomésticos, entre otros,
sin que en la estructura de costos de empresarios y consumidores finales pesara de manera
significativa el precio del combustible utilizado, así se llega al abuso de su consumo, lo que
llevó a calificar este modelo como despilfarrador de energía.
Por otra parte, el bajo precio del petróleo impedía su producción en zonas de
mayores costos, frenó la explotación de las otras fuentes convencionales, hace no rentable
el aprovechamiento de las fuentes alternas y desalentaba las políticas de conservación,
ahorro y eficiencia energéticas.
Los países netamente exportadores, cuyas características comunes son las de
depender económicamente, casi de manera exclusiva, de la producción petrolera y
pertenecer al grupo de países subdesarrollados, toman conciencia del valor de su recurso y
se agrupan para defender sus intereses en la OPEP desde 1960 y durante esa década
intentan una mayor participación en sus respectivas industrias petroleras a través de
diferentes modalidades de nacionalización, instrumentan políticas que le permiten obtener
mayores ingresos de la explotación del recurso básico de sus economías y se orientan a
conquistar un mayor control sobre la producción y los precios, obligando a las
Multinacionales Petroleras (MNP) a redefinir su papel en el negocio e inducen un cambio
en el comportamiento de los países importadores, en especial los industrializados.
Por otra parte, los Estados Unidos estaban también interesados en un aumento de los
precios del petróleo, en virtud de que su producción había llegado a su punto culminante en
1970 y enfrentaban una etapa de costos crecientes en relación a los bajos costos del
petróleo del Medio Oriente, esto los situaba en condiciones desventajosas con relación a
Europa y Japón, quienes obtenían el recurso a más bajo precio de sus suplidores del Medio
Oriente.
Por último, era evidente el interés de las Multinacionales Petroleras en el aumento
de precios, demostrado en las cuantiosas ganancias que lograron obtener en ese período, lo
cual además les permitió financiar su reorientación frente a las nacionalizaciones y su
reconversión a Multinacionales Energéticas.
Como se ha demostrado, el alza de los precios del petróleo se produce de manera
espasmódica y a saltos, en cuanto, si bien tiene elementos de fondo que la explican, se
manifiesta en momentos concretos obedeciendo a hechos políticos determinados, todo lo
cual reveló al mundo, al menos lo siguiente:
1. La dependencia de un modelo capitalista de desarrollo de un recurso natural no
renovable, sometido a una intensa explotación durante las dos décadas de su mayor auge
económico (50-60) y por tanto la irreversibilidad de su agotamiento prematuro, de
continuar esta tendencia.
2. La dependencia de los países netamente importadores de petróleo de la producción de
un bien, cuyas mayores reservas se encuentran en un área de alta inestabilidad política.
3. La vulnerabilidad estratégica tanto económica como militar, de los países centro, que
generó su modelo de desarrollo basado en un alto contenido energético y particularmente
petrolero- importador, característica que se deriva de los dos puntos anteriores.
4. La participación creciente en la estructura de los costos de producción y en el
consumo final del componente energético, al pasar de un período de energía abundante y
barata a relativamente escasa y considerablemente más cara.
El mundo reacciona a los hechos ocurridos en los años 70, en el mercado petrolero
de la manera más variada, dando desde respuestas emocionales hasta la implementación de
políticas organizadas, coherentes y duraderas.
La magnitud de las reacciones en el área capitalista ante los mencionados cambios,
adquiere tanta significación porque atacan el corazón del modelo capitalista de desarrollo
prevaleciente: su base energética-intensiva y más concretamente su carácter de petroleraimportadora-intensiva.
Sin duda el aumento de los precios del petróleo es un elemento que incide en la
disminución de su demanda y más ampliamente en la reestructuración del consumo de
energía, y los correctivos que se aplican intentan atacar las causas que produjeron estos
aumentos.
2. Políticas Implementadas por los Países Consumidores Importadores de Petróleo.
La nueva situación que se presenta en el mercado petrolero en los años 70, conduce
a los países consumidores importadores a instrumentar políticas que les permitan, en
primera instancia, reducir su consumo petrolero, diversificar las fuentes de suministro y de
manera más amplia modificar la estructura de su consumo energético.
En este conjunto de países es necesario distinguir entre los de mayor grado de
industrialización y los países subdesarrollados, entre los cuales se presentan notables
diferencias.
Con relación al grupo de países industrializados, destaca la respuesta organizada de
los mismos, a través de la creación de la Agencia Internacional de Energía (AIE). Esta es
una organización creada en Noviembre de 1974 dentro del marco de la Organización de
Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). Su creación fue el resultado de las medidas
adoptadas por los países de la OPEP en 1973, con la finalidad de:
1. Fomentar la cooperación entre los países miembros de la AIE., con el objeto de
disminuir la excesiva dependencia petrolera, mediante la conservación de energía, el
desarrollo de fuentes alternas y la investigación y el desarrollo de la energía.
2. Establecer un sistema de información sobre el mercado petrolero internacional y
nexos con compañías petroleras.
3. Promover la cooperación entre los países productores y consumidores de petróleo,
con miras a desarrollar un mercado energético internacional, así como determinar un
manejo y un uso racional de los recursos energéticos nacionales, en beneficio de todos los
países.
4. Desarrollar un plan de contingencia aplicable en casos de interrupción de suministro
petrolero que contempla hasta la repartición del petróleo existente dada la eventualidad.
La implementación de este conjunto de políticas determina que en la propia década
de los 70 y en los 80, obtengan resultados exitosos al menos en las siguientes áreas:
- La aplicación efectiva de medidas de conservación, eficiencia y ahorro en el consumo
energético, han cubierto desde una mayor racionalidad hasta cambios profundos en el
campo tecnológico, de tal manera que casi todo los procesos y artefactos altamente
consumidores de energía han sufrido modificaciones sucesivas, para lograr una igual o
mayor eficiencia con un menor consumo de energía, un ejemplo de ello son los logros
alcanzados en la reestructuración del parque automotriz.
- La reconsideración del uso de otras fuentes de energía convencionales, especialmente
el carbón, dado que las principales reservas de este recurso se encuentra en países
desarrollados, lo cual garantiza una fuente segura de abastecimiento. La posición
económica competitiva en que lo situaron los nuevos precios del petróleo, le confirió a este
mineral una mayor factibilidad para su aprovechamiento, particularmente como
combustible en las centrales eléctricas.
Las investigaciones que de manera lenta venían dándose en el mejoramiento de este
recurso y en la disminución de sus efectos contaminantes fueron aceleradas, logrando
avances tecnológicos en los dos sentidos.
- Se acentúan los esfuerzos en investigación básica y aplicada para el aprovechamiento
de fuentes de energía no convencionales como la solar, la eólica, la geotérmica; y la
mareomotriz con menor factibilidad económica dado sus mayores costos. Se avanza en la
búsqueda de soluciones en procesos más sofisticados como licuefacción de carbón y
aprovechamiento de arenas asfálticas y esquistos bituminosos.
- Se acentúa la exploración y explotación de áreas de alto costo como las del Mar del
Norte y Alaska, apoyadas por los gobiernos de los países respectivos y se produce en las
Multinacionales Petroleras una reorientación de sus inversiones hacia los países
industrializados.
La explotación de hidrocarburos en estos países rebasa las consideraciones
estrictamente económicas, por cuanto disminuye la dependencia y la vulnerabilidad
estratégica petrolera al tener en sus propios territorios, importantes cantidades de
hidrocarburos, al mismo tiempo que han logrado una influencia significativa en el mercado
petrolero en materia de producción y precios, debilitando el control de la OPEP.
- Gran parte de los países industrializados han reconsiderado sus políticas industriales y
han procedido a desplazar hacia los países subdesarrollados, que cuentan con considerables
recursos energéticos, las empresas energo intensivas.
- La implementación de una política de inventarios que no sólo ha cumplido con la
función de hacer frente a las posibles interrupciones de suministros, sino que además se
maneja actualmente con carácter especulativo, distorsionando el mercado.
Con relación a los países subdesarrollados importadores de petróleo, su
preocupación se centra en disminuir las importaciones de este producto, por la proporción
que ellas significan en su presupuesto de divisas, acentuando sus graves problemas de
balanza de pagos y en general agravando su precaria situación económica producto de la
crisis y de la enorme deuda externa que actualmente registran.
En muchos de estos países la mayor limitación consiste en la incipiente
disponibilidad de ingresos para ser destinados al área energética, bien sea para explotar sus
propios recursos y/o para implementar políticas tendentes a lograr una mayor conservación,
ahorro y eficiencia energética. Al mismo tiempo que el cambio en las condiciones del
mercado energético, la crisis económica y la inestabilidad política de los países
subdesarrollados, han determinado una pérdida relativa de interés por parte de los
inversionistas extranjeros, concentrando las grandes compañías sus esfuerzos en las zonas
más estables y más concretamente dentro del área de los países industrializados.
Este grupo de países está, en distintos grados, en una etapa de industrialización de
consumo energético intensivo, utilizando además tecnologías obsoletas y por tanto de poca
eficiencia energética.
En consecuencia, el consumo petrolero en estos países está signado por las
restricciones económicas que atraviesan, y su dependencia petrolera persiste en mayor
medida que en los países industrializados.
3. Crisis del Modelo Capitalista de Desarrollo Energético- Intensivo.
Otra de las causas del descenso en el consumo de energía, ha sido el agotamiento
del modelo energético-intensivo y en consecuencia el largo período de crisis económica en
el mundo capitalista, reflejado en la disminución del crecimiento del Producto Nacional
Bruto (PNB).
En efecto, el crecimiento de las economías de seis de los países de mayor grado de
industrialización de Occidente (Alemania, USA, Francia, Japón, Países Bajos, Reino
Unido), declinó de una manera marcada. El alza promedio del producto real durante el
período 1973-1982 fue de 1,9% anual, en comparación con 5,3% en 1950-1973
(Maddisonu, 1986-153). Desde 1983 hasta 1988 se observa un incremento promedio de
3,4% en los países de la OCDE, en general registrando bajo crecimiento, aunque en los
últimos años se refleja una recuperación relativa (Ver Cuadro No. 6).
Aunque se use tan solo la evolución del crecimiento económico como indicador,
está claro que ésta es sólo una de las manifestaciones de la crisis, a sabiendas de que se
afrontan alteraciones en la economía, la política, lo social, e incluso en lo institucional.
Se considera que la crisis actual del capitalismo ha sido un elemento que ha
contribuido a desacelerar el crecimiento del consumo energético. No obstante hay que
distinguir entre las consecuencias inmediatas de la crisis, ubicada en un lapso de tiempo
determinado, de aquellas que como consecuencia de una inevitable redefinición del
sistema, caracterizarán el próximo modelo de desarrollo y por tanto actuarán en un período
de tiempo mucho más largo.
Si se acepta que la crisis actual no es más que la expresión de la agudización de las
contradicciones entre un modelo de desarrollo en franco proceso de decadencia y un nuevo
modelo que trata de imponerse, se llega a la conclusión obvia que se trata de un período de
transición, que conducirá a un nuevo período de capitalismo. En consecuencia podría
calificarse la crisis como una causa coyuntural en el descenso del consumo energético, no
así mismo las nuevas condiciones que surgirán del despliegue de un nuevo modelo.
4. Transformación en el Aparato Productivo: Una Nueva Base Tecnológica.
El mundo capitalista enfrenta hoy una profunda y prolongada crisis estructural, a la
cual ya se ha hecho referencia. Esta crisis no comporta el colapso definitivo del sistema,
sino que sobre la marcha lo reestructura para iniciar un nuevo modelo de desarrollo en las
economías de mercado.
Sin desconocer las numerosas controversias que ha suscitado “este momento
histórico” y las diversas explicaciones que se sugieren para comprender la dinámica del
sistema, se considera que las formulaciones de Carlota Pérez en este sentido, se presentan
como un conjunto de hipótesis que en alto grado logran una aproximación a la explicación
causal de esta crisis, sus características y sus consecuencias.
En lo que concierne al objetivo específico de este trabajo, interesa de manera
particular visualizar de qué manera los cambios ocurridos en el aparato productivo, como
consecuencia de la aparición de una nueva base tecnológica, inciden en la estructura del
consumo de energía.
La línea básica de las proposiciones de Carlota Pérez, es la siguiente: parte de
establecer los mecanismos causales del comportamiento cíclico del sistema económico cada
cinco o seis décadas, correspondiente a las ondas largas identificadas estadísticamente por
Nikolai Kondratieff en los años 20, los cuales tienen un período de auge, de prosperidad, de
agotamiento y de crisis.
A diferencia del propio Kondratieff (Kondratieff, 1935, pp. 105-115) el cual no
asigna ningún peso al rol de la innovación... y sólo se propone demostrar la existencia de
las ondas largas... y opina que las causas “son inherentes a la esencia de la economía
capitalista” y de Shumpeter (Shumpeter, 1939, 223) para quien “el proceso sistemático se
desarrolló en la esfera económica”, Carlota Pérez formula que las ondas largas no son un
fenómeno estrictamente económico, sino una manifestación medible en términos
económicos del comportamiento, a veces armónico, de todo el conjunto del sistema socioeconómico e institucional a nivel nacional e internacional.
Considera al sistema como una estructura única sumamente compleja, cuyos
subsistemas fundamentales son el tecno-económico y el socio-institucional, donde el
primero tiene una capacidad de respuesta más rápida que el segundo. Se supone una
complementariedad entre los dos sistemas, y las tendencias resultantes representan “un
modo de desarrollo”. Los ciclos largos serían entonces fases sucesivas de evolución del
sistema en su conjunto, o sucesivos “modos de crecimiento”. El motor básico de la
dinámica del sistema sería la búsqueda de la máxima ganancia, como generadora de
innovaciones en la esfera productiva.
Cada modelo de crecimiento a su vez es moldeado por un patrón tecnológico
específico, entendido como una especie de paradigma de la forma más eficiente de
organizar la producción. La forma histórica específica de cada paradigma surge a partir de
ciertos desarrollos claves que provocan un cambio substancial en la estructura relativa de
los costos de los insumes y factores productivos.
En este marco, se supone una fuerte interacción entre las esferas económicas,
sociales e institucionales, generando una complementariedad dinámica de un patrón
tecnológico. El ascenso de un ciclo es alimentado y sostenido por la evolución cada vez
más armónica de dicha complementariedad, hasta el punto donde el patrón tecnológico
subyacente se acerca a los límites de su potencial para elevar la productividad y las
ganancias. Los esfuerzos de ensayo y error destinados a superar esta barrera, tienen como
resultado el surgimiento de un nuevo patrón tecnológico en la esfera productiva, frente a la
cual la estructura socio-institucional es inadecuada.
La nueva dinámica introducida en el sistema, tiene un efecto creciente de
perturbación en la evolución esperada de la mayoría de los mercados, transformando
gradualmente el tejido social, y haciendo cada vez más contraproducente los mecanismos
institucionales, los cuales tienen un alto grado de inercia fortalecida por los éxitos
anteriores. Este proceso de inadecuación creciente y ruptura de la complementariedad, se
hace visible como el descenso del largo ciclo y eventualmente conduce a la crisis de todo el
sistema.
La cristalización de un paradigma tecnológico se basa en la introducción de un
cúmulo o constelación de innovaciones Ínter-relacionadas, tanto técnicas como gerenciales
y organizativas, que permiten alcanzar un nivel general de productividad total de los
factores o de productividad física superior al esperable con el patrón tecnológico anterior.
Este salto en productividad, que puede ser considerado una Revolución
Tecnológica, se hace posible gracias a la aparición en la estructura general de costos de
”
producción, de un insumo particular que se denomina “factor clave , con las siguientes
características:
a) Costo relativamente bajo y descendente
b) Suministro prácticamente ilimitado
c) Amplísimo espectro de utilización potencial.
d) Capacidad para reducir los costos del capital, del trabajo y de los productos y de
cambiarlos cualitativamente.
Hasta hace poco, la conjunción estaba dada para el petróleo barato, el cual junto con
los insumes petroquímicos y otros materiales energo-intensivos, sustentó el paradigma de
producción en masa, desplegado plenamente a partir de la segunda post-guerra y hoy
agotado.
Hoy esta conjunción de características está dada para la microelectrónica. Por esta
razón, orienta cada vez más el sentido común ingenieril hacia su uso intensivo, moldeando
gradualmente la nueva frontera de práctica productiva óptima, tanto para las industrias ya
existentes como para las ramas nuevas.
En consecuencia, el rasgo predominante del nuevo paradigma, es la tendencia a
aumentar el contenido de “información” en los productos, más bien que el contenido
energético y de materiales. Se considera que, en general, la incorporación de equipamiento
electrónico permite elevar la calidad de los productos y la precisión en el control del
proceso de producción, al mismo tiempo que eleva la productividad del trabajo y el
rendimiento en equipos e insumes, esto se traduce en ahorro de energía y materiales.
En el sector energético, al igual que en el resto de la industria, la informatización y
la electrolización están transformando los métodos de exploración, producción, transporte,
procesamiento y comercialización, reduciendo el nivel de riesgos, elevando la precisión y
aumentando la eficiencia en cada fase de actividad.
Estos planteamientos conducen al menos a tres conclusiones de importancia:
1. El modelo de desarrollo basado en energía barata, fundamentalmente petróleo, estaría
agotado y se asiste desde los años 60 al despliegue de un nuevo paradigma tecnológico
basado en la microelectrónica, el cual tiende a desplazar el papel central que en el modo
anterior ocupa la energía.
2. La difusión del nuevo paradigma tecnológico, por sus características intrínsecas,
tiende a ser de “información intensiva” y ahorrador de energía, con lo cual se producen
aumentos en la producción y elevación en la productividad con un menor contenido
energético.
3. El uso de estas nuevas tecnologías en la búsqueda y aprovechamiento de recursos
energéticos, contribuyen a mejorar la eficiencia en este sector.
4. La difusión de la microelectrónica como factor clave del nuevo paradigma,
constituye un factor fundamental en la conservación, eficiencia y ahorro de energía y en
consecuencia contribuye de manera decisiva e irreversible a la tendencia de disminución de
la intensidad energética.
5. La reorganización del aparato productivo requiere de una infraestructura de servicios
marcada por el uso intensivo de la informática y las telecomunicaciones, con un consumo
mínimo de energía.
A pesar de que el despliegue de esta nueva base tecnológica es desigual en los
distintos países, y está aún lejos de alcanzar su máximo potencial, es una de las causas de la
disminución del crecimiento del consumo energético, especialmente en los países
industrializados, y se espera que en los próximos años este factor tenga una incidencia
mayor en la disminución de la intensidad energética y petrolera y en la di versificación de
fuentes.
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