Guía para la intervención en casos de trata y tráfico

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Guía para la intervención en casos de trata y tráfico
Por Noemí Sosa – Psicóloga
Miembro del equipo de CAREF
El objetivo de esta guía es facilitar la reflexión acerca de los procesos
implicados en la situación de entrevista y brindar algunas herramientas útiles para una primera intervención.
Antes del encuentro
Quien entrevista a una persona que ha sido víctima de trata, tiene
varias tareas:
tomar en cuenta que la causa de su sufrimiento es la violencia
organizada por algunos seres humanos contra otros, dentro de
un marco social determinado;
evaluar los efectos de esta situación causal sobre la persona
concreta, individual;
tomar decisiones en función del cuidado, protección y recuperación de esa persona.
La situación de trata y explotación tiene consecuencias físicas a veces
y psicológicas siempre.
Las experiencias vividas en situaciones de explotación y abuso constituyen una situación traumática compleja consistente en diferentes
tipos de traumatismos inflingidos durante un período (o períodos) específicos, que están caracterizados por la falta de posibilidad de control de la persona sobre la situación y de escape de la misma.
Todo ser humano, sometido a una situación anormal con dificultades
para una adecuada supervivencia, acude a su capacidad de adaptación para permanecer con vida y para salvaguardar su identidad tanto
como sea posible.
El contexto cultural en el que sucede la situación de trata tiene fundamental importancia.
Las manifestaciones personales deben ser entendidas dentro del ambiente en el que ocurren y según el significado que tienen para el individuo que las experimenta.
Los significados culturales y sociales particulares que la situación vivida tiene para cada individuo, influyen en su habilidad para describirlos y hablar sobre ellos.
La experiencia traumática y la búsqueda de significado que provoca,
debe ser entendida en términos de la relación entre la persona y su
sociedad, con resultados influidos por fuerzas sociales y políticas.
La persona que entrevista, debería:
o
Intentar tanto como sea posible, relacionarse con el sufrimiento
de la persona, en el contexto de sus creencias y normas culturales.
o
Adoptar una actitud de aprendizaje informado. Es decir estar
dispuesta a escuchar (y aprender) lo que para la persona significa lo vivido, sin desestimar, pero sin anteponer la información
de la que disponga.
o
Comunicar a la persona que sus molestias y sufrimientos son
reconocidas como reales y esperables bajo esas circunstancias.
o
Desarrollar una actitud sensible y de empatía, que pueda ofrecer a la víctima algún alivio de sus experiencias.
Condiciones necesarias para la entrevista:
•
Confidencialidad y seguridad.
•
Privacidad. No sólo necesaria por razones éticas, sino también
porque se hablará de asuntos sensibles que son embarazosos
para la persona entrevistada.
•
Respeto por la autonomía de la persona.
La entrevista debe estructurarse de tal manera que se minimice el
riesgo de provocar y/o exacerbar el sufrimiento psicológico ante los
recuerdos y afectos dolorosos.
La persona es más importante que la información que se quiera obtener. Es necesaria la sensibilidad del entrevistador al preguntar y su atención a los signos de cansancio o sufrimiento.
Riesgos de un entrevista inapropiada
Re-traumatización, es decir reproducir el sufrimiento psíquico experimentado en ocasión de las situaciones traumáticas originales.
Curso de la entrevista
- recomendaciones
Si las circunstancias lo permiten, la entrevista debe diseñarse de
acuerdo a las necesidades del entrevistado.
Apertura: presentación personal del entrevistador, explicación del rol y de sus limitaciones, del propósito de la entrevista,
de los límites de la confidencialidad, del contexto, el marco y el
proceso en el que se desarrollará. Actitud atenta, amistosa y
animadora, con objetividad adecuada a la/el entrevistado y su
situación.
Explicar detalladamente los procedimientos a seguir, (preguntas
acerca de la historia psicosocial, incluyendo la historia de su experiencia de trata y/o explotación), facilita que la persona se prepare
para la situación emocional que le pueden provocar las preguntas.
Asegurar a la persona entrevistada que puede pedir recesos o interrumpir la entrevista en cualquier momento, o retirarse si el nivel de
stress se vuelve intolerable, con opción de una nueva cita.
Desarrollo: comenzar con los temas menos sensibles, para
después ir probando con los más dolorosos.
La persona entrevistada debe tener la oportunidad y el tiempo para
expresarse, más que para contestar preguntas sobre su situación.
Cierre: recurrir a algún tópico más relajado y no conflictivo para asegurarse que se ha calmado la excitación emocional antes
de la despedida.
Al concluir la primera entrevista, es indispensable reforzar los mensajes de confidencialidad y seguridad y además ofrecer una explicación acerca de cómo continuará el proceso de asistencia y qué
personas estarán a cargo del acompañamiento.
Reacciones y sentimientos posibles durante la entrevista
Las reacciones personales de todos los implicados pueden causar un
efecto sobre el proceso de la entrevista. Es importante examinar los
obstáculos a la comunicación y entender cuáles pueden ser esas reacciones personales.
Los sentimientos que tiene la persona entrevistada se relacionan con
las experiencias pasadas, sobre todo si la entrevista incluye el recuerdo de los detalles de una historia dolorosa e indeseada.
Pueden manifestarse a través de algunos de los siguientes fenómenos:
Tomar las preguntas como una exposición forzada emparentada con el interrogatorio.
Sospechar en el entrevistador motivaciones voyeurísticas y
sádicas ante su sufrimiento.
Percibir al evaluador o entrevistador como una persona en
posición de autoridad, lo que frecuentemente es el caso (en un
sentido positivo o negativo).
Asimilar la situación de entrevista a las situaciones traumáticas vividas en relación con el género de la persona que la realiza.
Pensar que el entrevistador no puede entender o creer su relato porque no vivió una situación semejante.
Percibir a la persona que entrevista como ubicada del lado de
los perpetradores de las situaciones de trata y/o esclavitud.
Estas y otras percepciones semejantes pueden manifestarse como
angustia, temor, desconfianza, sumisión forzada, enojo, ira, vergüenza, preocupación, sospecha, o como una actitud demasiado confiada
y expectante.
Las reacciones personales del entrevistador hacia las personas afectadas deben ser también consideradas. Sus percepciones y juicios
pueden ser afectados por las descripciones del sufrimiento que escucha.
Estas reacciones son frecuentemente inconcientes y se vuelven un
problema si no se les presta atención.
Las reacciones comunes incluyen:
evasión, rechazo, indiferencia defensiva;
desilusión, indefensión, desesperanza y sobre-identificación.
omnipotencia y grandiosidad: sentirse un salvador, o última
esperanza para la otra persona.
sentimientos de inseguridad, culpa, ira excesiva contra los
perpetradores o hacia la persona entrevistada.
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