Feliz y seguro - Institut Pediàtric Sitges

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 Feliz y seguro “El conocimiento de uno mismo” no es asignatura de ningún curso, como tampoco lo es “el control de las emociones”. Y sin embargo, una y otra deberían ser igual de obligatorias, o más, que Matemáticas o Lengua. Ambas permitirán a tu hijo enfrentarse al mundo con las herramientas necesarias para vencer miedos y dificultades. Gandhi decía que “la verdadera educación consiste en obtener lo mejor de uno mismo”. Y hoy, al lado de la formación académica, se van haciendo un merecido hueco otros aspectos que, si bien no le asegurarán ser el más listo de la clase (o quizás sí), le ayudarán a brillar como una persona. Una es la autoestima, la imagen que uno tiene de sí mismo, y otra, la inteligencia emocional, esa que nos hace dueños de nuestras emociones. Van de la mano, y una se nutre de la otra. Atenta, porque gran parte de su desarrollo recae en la relación y el vínculo que establezcáis con vuestro hijo. ¿Cómo me veo yo? Quererse, valorarse y conocerse en las virtudes y limitaciones nos hace más felices, más seguros, más preparados para enfrentarnos con éxito a la vida. Por tanto, empezar a construir “la foto que nos devuelve el espejo” desde la cuna parece tarea esencial. Y en los primeros años de vida, nadie mejor que vosotros, sus padres, para ayudarle a forjar correctamente esa tan traída y llevada autoestima. No hay receta ni fórmulas mágicas para conseguir que nuestros hijos tengan una imagen real y positiva de sí mismos. “La autoestima no se construye de una manera consciente. Cuando el desarrollo del niño es armónico, completo, variado, basado en unos vínculos sanos y buenos, no hace falta trabajar demasiado”, explica Verónica Bronstein, psicóloga y directora del Instituto de la Infancia, de Barcelona. Es decir, se trata de ofrecer al pequeño unas condiciones afectivas que le permitan crecer con equilibrio y con la seguridad suficiente para enfrentarse con garantías a las dificultades que le plantee su existencia. “Si el niño va teniendo herramientas para vivir con una cierta autonomía e independencia, pero al mismo tiempo nota que le acompañan las figuras materna y paterna, y que lo hacen de una manera lo suficientemente afectiva, hay un buen trozo de camino hecho”, añade esta especialista. Tan difícil, tan fácil Y eso ¿en qué se traduce?, os preguntaréis. Tomad nota, porque si bien parece sencillo, a veces la relación con vuestro hijo puede convertirse en un gran reto. Os desgranamos los secretos de una buena autoestima: *Amor y estabilidad. Pase lo que pase en el seno de tu familia (seáis una pareja unida o estéis al borde de una separación), ten en cuenta que tu pequeño necesita desenvolverse en un espacio emocional estable. “Es fundamental que el pequeño se sienta parte de una familia, tanto de la directa como del mundo, porque debe tener un lugar, un reconocimiento”. *Confianza. “La autoestima nace de un equilibrio entre la seguridad interna y la confianza que te dan los padres. Un niño que siente que confían en él tiene una autoestima más alta que el 1
que nota que decepciona y se equivoca constantemente”, advierte esta psicóloga. Cuidado porque el germen de la dañina inseguridad puede empezar a crearse ahí, en tu falta de confianza. Y esta abre la puerta a dos caminos equivocados. Por un lado, es posible que cojas el de la sobreprotección algo que no le hará ningún bien es sus conquistas futuras, o también, y esto es lo peor, que, aunque muy lentamente “ empieces a desvincularte afectivamente de él, en el sentido de que como madre no te satisface , te sientes frustrada y terminas alejándote de él”. *Tropezones y ayuda. Caer en pequeños errores le preparará para enfrentarse con tolerancia a las dificultades que le esperan en la vida. Pero si bien debes permitir que se equivoque, también tienes que demostrarle que estás a su lado. “No se trata sólo de que se dé el golpe y aprenda de este, si no de que además sepa que puede ir exponiéndose a retos, y que si estos son demasiado grandes, contará con el apoyo de sus padres”. *Las comparaciones son odiosas.” Tu hermano ya sabía nadar a tu edad”, “Todos tus amigos saben leer mejor que tú”…Pocas cosas le harán tanto daño como esas comparaciones en las que siempre sale perdiendo, máxime si las hacéis “en público”, porque entonces se mezclarán con humillación y rabia. El desarrollo de una buena autoestima pasa por compararse con uno mismo, no con los demás, y por ir mejorando poco a poco a través del esfuerzo y la constancia. Por tanto, tampoco dejes de que él caiga en esa vara de medir, y recuerda que no todos tenemos las mismas virtudes; cada uno destacamos en unos puntos, que no son mejores ni peores que los del de enfrente. *Metas posibles. No le exijas lo imposible, se trata de adecuar sus retos a su madurez y edad. Y entonces darle confianza y el apoyo para que lo intente. Y ten claro que los logros se consiguen a base de “puedos” , no de “no puedos”. Repíteselo a tu hijo cada vez que se “derrumbe”. Por otra parte, ten especial cuidado en separar lo que a ti te gustaría que lograra de sus posibilidades reales. “Es importante que un hijo sienta que viene a colmar a los padres de felicidad, y no a realizar aquello que el padre o la madre no pudo conseguir en su momento, porque entonces carga con lo que no le corresponde”, advierte esta psicóloga. Recuérdalo antes de apuntarlo a piano (esa asignatura pendiente en tu propia vida y no en la suya), sobre todo si eso va a servir para criticarle o presionarle si no se convierte en el virtuoso que tú esperabas. La otra pata, la inteligencia emocional. Si la autoestima resulta clave para caminar con paso firme por la vida, la llamada inteligencia emocional lo es para que en esa vida vuestro hijo sea una persona equilibrada, empática y tolerante, lo que le llevara, sin duda a desenvolverse mejor en cualquier entorno. Saber controlar sus propios sentimientos y entender los de los demás le será de gran ayuda en su relación social, familiar y escolar. Pero, ojo, si a vosotros, como adultos, os resulta complicado en muchas ocasiones dominar vuestras emociones, imaginaos a un niño, que es puro sentimiento y que todo lo que experimenta lo hace desde el corazón; utilizar la lógica y el razonamiento le llevará aún algún tiempo. Si queréis echarle una mano en este complicado camino, os damos varios consejos: 2
*Ponle nombre a sus emociones. Ira, nerviosismo, envidia… ¿te has preguntado si tu pequeño sabe lo que son? Aunque a ti te parezca obvio, él desconoce su significado, pese a que los sienta. Comienza a verbalizar y clasificar sus sentimientos; le ayudarás a comprenderlos.” Entiendo que estés nervioso porque es la primera vez que entras en esta clase”. *Tira del hilo. Interésate por lo que le pasa y, a través de la conversación, intenta que vaya sacando lo que le asusta o enfada, y asegúrale que si lo comparte contigo, podrás ayudarle. Y por supuesto, enséñale a expresarlo con mesura y autocontrol. *Dale opciones. Su hermano le acaba de romper un juguete y él le pega un empujón. Si sólo le regañas diciéndole que eso no son formas, lo único que conseguirás será aumentar su enfado. Dile que le entiendes, pero que hacer daño al otro no lo solucionará. Anímale a hablar con él, y luego, pídele que te explique cómo habría reaccionado él y qué habría hecho para disculparse. *Fomenta su empatía. Ser capaz de ponerse en el lugar del otro le ayudará a ser más tolerante y a establecer mejores relaciones sociales. Si su mejor amigo está llorando, pregúntale qué piensa que debería hacer. Si no lo sabe, hazle ver que es tan sencillo como imaginar lo que él necesitaría si estuviera en su lugar; seguro que se va a darle un abrazo sin demora. *Conviértete en su ejemplo. ¿Das un portazo cuando te enfadas? ¡Como pretendes que él no lo haga con el tiempo! Tú eres su mayor referente en la vida. Tenlo en cuenta porque igual que copian lo “malo” reproducirán lo “bueno”. Frases que hieren para siempre: “! Eres tan lento!”, “ Como sigas así, no te va a querer nadie”, “ Eres igual de soso que tu padre”, “ Me has decepcionado”, ¿Crees que con la crítica tu hijo reaccionará?. Nada más lejos de la realidad, tus reproches sólo sirven para que él vaya configurando una imagen negativa de sí mismo, que de ser continuos, terminarán por hacer desistir en su empeño de mejorar. Y además si en esos juicios, lee entre líneas que tú cariño hacía él hace aguas (aunque no sea así) su desorientación será absoluta. ¿Seguro que es tan lento?, ¿Estas convencida de que en estos meses no ha ido arañando ni un minuto al tiempo que tardaba a principio de año en recoger su cuarto? Quizá, sí la haya hecho, y con gran esfuerzo, y tú lo estés infravalorando. Verónica Braonstein, psicóloga y directora del Instituto de la Infancia, de Barcelona. 3
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