MIT Módulo 1 – Tema 2 BASES DE LA DEPENDENCIA/ADICCIÓN NICOTÍNICA Miriam RODRÍGUEZ CASTRO, Sergio VEIGA, F. Javier AYESTA INDICE 1. CONDUCTAS REPETITIVAS Y CONDUCTAS ADICTIVAS 1.1. Dependencia vs. Adicción 1.2. Consumo vs. Dependencia/Adicción 2. LO QUE ES UNA DEPENDENCIA/ADICCIÓN 3. LO IMPRESCINDIBLE EN UNA DEPENDENCIA 3.1. Administración repetida 3. 2. Consumo por encima del deseado 3.3. Asociado a estímulos 4. EXTINCIÓN Y READQUISICIÓN DE LAS CONDUCTAS DE AUTO-ADMINISTRACIÓN 5. LO QUE PUEDE ACOMPAÑAR A UNA DEPENDENCIA 5.1. Habituación 5.2. Valor instrumental o funcionalidad de la conducta 5.2.1. Posibles funcionalidades del consumo de tabaco 5.2.2. Abuso de sustancias que no producen dependencia 5.3. Sintomatología de retirada (de abstinencia) 5.4. Cambios en la motivación 6. MEDICIÓN DE LA DEPENDENCIA 7. BASES DE LA ADICTIVIDAD DE LA NICOTINA 7.1. Circuitos cerebrales de recompensa 7.2. Principios farmacocinéticos en adicciones 8. IMPLICACIONES TERAPÉUTICAS 8.1. Lo básico y fundamental 8.2. Cronicidad del proceso 8.3. Adecuada valoración de la recaída 8.4. Análisis de los estímulos asociados 8.5. Afrontamiento y sustitución de conductas 8.6. Entrenamiento en habilidades sociales 8.7. Valoración de las herramientas disponibles. 9. BIBLIOGRAFÍA 1. CONDUCTAS REPETITIVAS Y CONDUCTAS ADICTIVAS Tanto los humanos como otras especies animales tienden a repetir aquellas conductas que les resultan agradables o les proporcionan alguna utilidad. Cuando los beneficios percibidos disminuyen o desaparecen, las conductas se extinguen, dejan de realizarse. Aún así, por rutinas adquiridas, por temor a estímulos novedosos o por otros motivos, puede costar más o menos abandonar esas conductas y/o sustituirlas por otras nuevas. Este hecho no tiene nada que ver con un fenómeno que sólo aparece con la administración de un pequeño porcentaje de las moléculas químicas existentes: el desarrollo de un trastorno adictivo. Con este grupo de sustancias (llamadas adictivas o reforzadoras) ocurre que quienes las ingieren no sólo pueden desarrollar patrones de autoadministración repetidos (esto sucede con muchos otros compuestos), sino que, además, estos patrones son difíciles de extinguir y tienden a recuperarse con relativa facilidad. De este modo, una proporción de los consumidores de estas sustancias, variable según la sustancia, refieren sentirse incapaces de abandonar el consumo, a pesar de querer hacerlo. Lo característico de un patrón adictivo es que, pese a que los consumidores desean abandonar el consumo (así parecen justificarlo sus intentos de cesación), éstos presentan notables dificultades para conseguirlo. 1.1. DEPENDENCIA vs. ADICCIÓN1-3 La nicotina es la sustancia responsable de la dependencia, de la adicción al tabaco. La CIE-10 utiliza la expresión dependencia del tabaco4. El DSM-IV, describiendo el mismo trastorno, utiliza la expresión dependencia de la nicotina5. La propuesta del DSM-V consiste en eliminar el término dependencia (dado que su asociación con el síndrome de retirada se ha probado casi imposible de extinguir), sustituyéndolo por el término trastorno6. Por ello, siguiendo a la mayoría de los autores de este área, y con el fin de evitar confusiones7, en este capítulo se emplean de forma equiparable los términos dependencia, adicción y trastorno adictivo, al igual que se utilizan equivalentemente los términos dependencia/adicción del tabaco y dependencia/adicción de la nicotina. Siguiendo recomendaciones de la OMS se evita el término adicto, dadas sus connotaciones sociales negativas, usándose preferiblemente el de dependiente. 1.2. CONSUMO vs. DEPENDENCIA/ADICCIÓN1,2,8 De la diferencia existente entre conductas adictivas y conductas repetitivas se deduce la distinción entre consumo y dependencia, distinción que tanto en tabaco como en otras adicciones, es clave, ya que influye en cómo se ha de realizar el abordaje -clínico y comunitario- y en el pronóstico del proceso. No casualmente la Guía Americana lleva por título “Tratamiento del consumo y de la dependencia del tabaco” (Treating tobacco use and dependence)9. Por definición, sustancias adictivas son aquellas cuyo consumo puede generar dependencia, las que presentan potencial reforzador en los modelos experimentales de auto-administración. Con ellas los consumos pueden ser manifestación de dependencia o puede haber consumos sin exista ésta; con el resto de sustancias sólo se habla de consumos, aunque las conductas sean regulares o repetitivas. Es decir, que el consumo de una sustancia adictiva pueda dar lugar a una dependencia no implica que todo consumo sea manifestación de la presencia de una dependencia. Por ello, en todas las adicciones se distingue entre meros consumidores regulares y consumidores dependientes. Esta distinción no siempre es fácil de aplicar a cada persona consumidora concreta –en el caso del alcohol o del cannabis es más fácil que en el de la nicotina o la heroína-, pero que conlleva un abordaje terapéutico diferente. Consumidores dependientes serían aquellos que reúnen los criterios establecidos de dependencia (DSM-IV o CIE-10); estos criterios son discutibles, pero son los actualmente vigentes. Desde un punto de vista práctico, consumidores dependientes son los que presentan recaídas; es decir, vueltas “involuntarias” a los patrones previos de consumo cuando intentan eliminar o reducir su consumo. Consumidores regulares (no dependientes) son quienes no reúnen los criterios de dependencia establecidos; en ocasiones estos consumos son denominados abusos, ya que frecuentemente son consumos de riesgo. En la práctica, consumidores regulares son aquellas personas que no encuentran muchas dificultades en restringir su consumo cuando desean hacerlo o se ven obligados a ello. En alcohol pueden distinguirse además consumos no de riesgo; con los cigarrillos se considera que no existe consumo exento de riesgo, ya que aun el mínimo consumo regular (un cigarrillo diario) genera un incremento significativo en las tasas de mortalidad. Por ello, no todas las personas que fuman son dependientes de la nicotina: algunos son simples consumidores regulares de nicotina que pueden abandonar su consumo sin grandes dificultades cuando lo deseen. El hecho de que parte de los fumadores no sean dependientes (o lo sean en bajo grado) presenta notables implicaciones clínicas y de salud pública2-3: 1) El consumo de tabaco es sensible a políticas de control (incremento del precio, restricción de la publicidad y de los lugares de consumo,…). Al igual que otras conduc- tas, el consumo de tabaco es sensible a elementos de presión social que modifican el balance costes-beneficios percibido; por ello, es sensible a todo lo que tienda a desnormalizar la conducta de fumar, a dotarla de una menor aceptabilidad social. 2) Bastantes fumadores responden a intervenciones breves, como el consejo sanitario. Hay personas que al volverse conscientes de la presencia de este factor de riesgo en sus vidas, deciden eliminarlo y lo consiguen sin especiales problemas o dificultades. Sin embargo, la mayoría de los fumadores sí son dependientes1,2,9. Aunque hay fumadores capaces de abandonar su consumo sin mucha dificultad, esto no es lo más frecuente: poco después de intentar reducir o eliminarlo, la mayoría vuelve a sus niveles habituales de consumo de tabaco. Los cigarrillos y otras labores de tabaco deben ser considerados como instrumentos para administrarse nicotina, que es el ingrediente buscado por quienes fuman; su eliminación de los cigarrillos extingue el consumo regular. Del hecho de que la mayoría de los consumidores de tabaco presenten un cierto grado de dependencia se deriva que, ante cualquier petición de ayuda para la cesación, conviene que el consumo sea abordado como una adicción, máxime si ha habido intentos previos frustrados. La mayoría de los “fracasos” en cesación tabáquica, más que de un uso inadecuado de la medicación, derivan de la falta de profundización práctica en el componente adictivo de su consumo. 2. LO QUÉ ES UNA DEPENDENCIA/ADICCIÓN1,2,8, Una dependencia es un trastorno de la conducta que se caracteriza porque está disminuido el control sobre el consumo de una determinada sustancia. Los esfuerzos que se realizan por reducir o eliminar la ingesta de esa sustancia fracasan reiteradamente, percibiéndose en circunstancias precisas una especie de necesidad o compulsión hacia su toma periódica o continuada. Lo propiamente diagnóstico y característico –lo patognomónico- de toda dependencia es la percepción de dificultad en el control intencionado del consumo. Aunque no siempre ocurre así, esta percepción propiamente sólo podría existir cuando se ha intentado ejercer este control y no se ha podido. Es decir, lo realmente propio de una dependencia es la existencia de recaídas, de vueltas ni buscadas ni deseadas al consumo original. Sin recaídas nunca hay certeza de la existencia de dependencia; sin un previo intento serio fallido de abandono, no puede corroborarse la existencia de una dependencia: sólo hay indicios o signos potencialmente indicadores de su presencia1,2. El modelo en el que a los animales se les ofrece la posibilidad de administrarse una sustancia (Figura 1), es el que se utiliza para determinar la capacidad adictiva de cada sustancia en cada circunstancia determinada. En él puede observarse que, puestos en las condiciones experimentales adecuadas, los animales de experimentación se administran las mismas sustancias que, con fines no médicos, nos administramos los humanos. Este modelo sirve para determinar las características o las constantes presentes en los procesos de auto-administración repetida. Así, en todo trastorno adictivo pueden apreciarse tres constantes2,10: Figura 1. Modelo de auto-administración. Si la sustancia posee propiedades reforzadoras (como la nicotina), la mera presión de la palanca aumenta las posibilidades de que se realicen posteriores administraciones (condicionamiento operante). El hecho de encenderse la lámpara cada vez que se libera la sustancia da lugar a la asociación de estímulos (condicionamiento clásico o pavloviano) (Imagen de Ojeda, en referencia 11). 1) Existe un producto psicoactivo cuyos efectos se consideran como merecedores de ser re-experimentados. Una sustancia es psicoactiva si altera alguna función del SNC, si produce algún cambio perceptible en el humor, la cognición o la conducta; no es necesario que altere la consciencia o coloque. La nicotina reúne plenamente estos criterios. 2) Se instaura un condicionamiento instrumental u operante en el que el fármaco actúa como elemento reforzador. La conducta de administración queda así condicionada por sus consecuencias y tiende a perpetuarse. Con el tiempo va haciéndose menos voluntaria, disminuyendo -puede llegar incluso a desaparecer- el control existente sobre ella. Un estímulo es reforzador si su aplicación aumenta la probabilidad de que vuelva a ser aplicado; mediante su aplicación, la conducta queda reforzada por sus consecuencias. Sin este tipo de condicionamiento, no hay conducta de búsqueda y, consecuentemente, no existe dependencia. 3) Diversos estímulos, que se presentan simultáneamente a la administración de la sustancia, pueden quedar asociados a ella o a sus efectos mediante un condicionamiento clásico o pavloviano. Estos estímulos originalmente neutros acaban asociándose a la conducta; más que asociados, quedan “incentivados”, dotados de una significación particular, que les dota de un gran poder evocador de la conducta asociada a ellos: esto les permite perpetuar el consumo y desencadenar recaídas. Al cabo de un tiempo, estos estímulos inicialmente neutros acaban comportándose como disparadores de los deseos de consumir la sustancia. 3. LO IMPRESCINDIBLE EN UNA DEPENDENCIA1-3 Las dependencias no son fenómenos “todo o nada”; por ello, no siempre es fácil distinguir en cada caso qué es consumo regular y qué dependencia. La intensidad de la dependencia se comporta como una variable continua, muestra una graduación. Operativamente, esta intensidad se manifiesta en la dificultad que una persona encuentra en la eliminación de su consumo de tabaco (ver apartado 6). Para que un consumo pueda ser considerado como manifestación de la existencia de una dependencia, de un trastorno adictivo debe reunir una serie de características (Tabla I): Tabla I. Características de un trastorno adictivo Es necesario: 1. Consumo regular 2. Por encima del deseado o con dificultad para controlarlo 3. Deseo o compulsión de consumir precipitado o desencadenado estímulos, internos o externos, previamente condicionados (incentivados) al consumo Frecuentemente puede observarse*: a) Mecanismos de habituación o repetición b) Valor instrumental o funcionalidad de la sustancia o de la conducta c) Sintomatología de retirada (de abstinencia) * La presencia de estos últimos no implica la existencia de adicción ni un agravamiento de ésta, pero pueden dificultar la cesación 3.1. ADMINISTRACIÓN REPETIDA Los consumos puntuales no son dependencias, aunque pueden favorecer su génesis. Obviamente, el primer consumo antecede a todos los demás; además, la administración de una sustancia reforzadora aumenta las probabilidades de ser posteriormente administrada. Pero, por definición, toda dependencia implica un consumo repetido. Una persona no puede curarse de tener consumos puntuales; a los más, si quiere, puede evitarlos. “Repetido” no implica necesariamente que el consumo sea continuo (continuous), diario ni tan siquiera con una periodicidad sistemática; implica que los consumos presentan cierta regularidad (continual). 3.2. CONSUMO POR ENCIMA DEL DESEADO Dependencia implica dificultad en el control del consumo; por ello, en ausencia de un intento serio de reducirlo o eliminarlo, la disminución del control no es muy perceptible. Al inicio el consumo suele ser más o menos voluntario; a medida que se instaura la dependencia, el consumo es más regular y el sujeto puede fracasar –al principio de modo aislado; más tarde, reiteradamente- en el intento de controlarlo, algo que con el tabaco puede ya observarse en bastantes adolescentes. La persistencia en el consumo pese a la aparición de consecuencias adversas podría considerarse manifestación de un consumo por encima de lo deseado, aunque esto no es siempre así: el consumo puede presentar otras ventajas no claramente manifiestas. 3.3. ASOCIADO A ESTÍMULOS2,12-14 Lo característico de una adicción no es que existan deseos más o menos intensos de consumir; éstos pueden ser fruto de gustos, caprichos o manías. Lo característico de una adicción es que los deseos de consumir son habitualmente precipitados o desencadenados por la presencia de estímulos, originalmente neutros, que por condicionamiento clásico o pavloviano han sido incentivados, han adquirido “un valor añadido”. Aunque estos estímulos no son la base del proceso adictivo, sin ellos –al igual que sin sustancia psicoactiva- es imposible la existencia de una dependencia (Figura 2). Los estímulos asociados al consumo pueden ser externos (un cenicero, encender el ordenador, una canción, un anuncio) o internos (sensación de frustración, tristeza, ira, ganas de comer,…). Los estímulos ambientales, la conducta de fumar y el reforzamiento de la nicotina, al ocurrir juntos repetidamente, quedan fuertemente asociados. Así, el sabor, olor o vista de un cigarrillo, o de un anuncio, los estímulos presentes al fumar (amigos que fuman, llamadas de teléfono, cafés, indecisiones o enfados), el ritual de obtener, manejar, encender y fumar el cigarrillo, etc., pueden volverse estímulos que señalan (señalizan) la conducta de fumar, la recuerdan. No sólo la recuerdan; en cierto modo, la exigen. A lo largo de la vida hay múltiples oportunidades de condicionar determinados estímulos con el consumo de tabaco. Considerando que a un cigarrillo se les dan unas 10 caladas cada una de las cuales implica un efecto psicoactivo discernible (no siempre consciente)-, para un fumador de tan solo 5 cigarrillos/día esto supone casi 20.000 impactos psicoactivos al año. Sin embargo, ha de tenerse en cuenta que ni todas las personas acaban asociando algún estímulo ni todos los estímulos acaban siendo asociados: cada persona desarrolla los suyos, sus propias situaciones de alto riesgo, que pueden ser totalmente distintos de los de otra persona. ANTES del condicionamiento COMIDA SALIVACIÓN Estímulo no condicionado Respuesta no condicionada CAMPANA NO RESPUESTA COMIDA + CAMPANA SALIVACIÓN DURANTE el condicionamiento Respuesta no condicionada DESPUÉS del condicionamiento CAMPANA SALIVACIÓN Estímulo condicionado Respuesta condicionada Figura 2. Adquisición del condicionamiento clásico. Un estímulo neutro (campana) pasa a estar condicionado por la presencia de comida, originando la respuesta condicionada, la salivación; respuesta que previamente era incondicionada, ya que sólo se originaba por el estímulo incondicionado. 4. EXTINCIÓN Y READQUISICIÓN DE LAS CONDUCTAS DE AUTOADMINISTRACIÓN2,15,16, En los modelos como el de la figura 1 se observa que la conducta de auto-administración tiende a extinguirse cuando no dar lugar a consecuencias y cuando la aplicación de los estímulos condicionados no se sigue de la respuesta incondicionada. Por eso, durante la cesación conviene no prolongar excesivamente las conductas de evitación ya que, aunque evitan los consumos al principio, no extinguen propiamente las conductas. Así mismo, aunque el paso del tiempo tiende a extinguir los deseos intensos de consumo y a disminuir su intensidad, éstos pueden reaparecer relativamente intensificados en ocasiones. Una vez que las conductas de auto-administración aparentemente se han extinguido, una serie de circunstancias dan lugar a que ésta se recupere, fenómeno que se conoce como readquisición del aprendizaje: 1) La aplicación de un estímulo previamente condicionado a la administración de la sustancia. En humanos en los intentos de cesación, cuando se presentan estos estímulos, desencadenan deseos intensos y urgentes de fumar (craving) y aumentan las probabilidades de recaída. Una de las claves del tratamiento de toda adicción es el conocimiento, reconocimiento y afrontamiento de los estímulos que a lo largo del tiempo se han ido asociando al consumo. Muchas personas adquieren esto sin necesidad de ayuda profesional; otros en cambio, necesitan ayuda para este proceso. Lo importante en estos estímulos asociados es conocerlos y, cuando aparecen, saber reconocerlos y tener mínimamente previsto cómo enfrentarse a ellos. El mero hecho de reconocerlos puede disminuir la intensidad de las urgencias que ocasionan. 2) La experimentación involuntaria de los efectos de la sustancia, fenómeno que se conoce con el nombre de priming (cebado o incentivación, en castellano). Es decir, tras un período prolongado sin consumir, en el que la conducta de administración parecía extinguida, la ingestión –aunque sea involuntaria - de una sola dosis puede desencadenar conductas de búsqueda y repetidas administraciones, hecho cuya principal implicación terapéutica es la de intentar evitar los consumos puntuales en los intentos de cesación. En humanos el efecto priming es inseparable del efecto violación de la abstinencia (efecto EVA; ver M3T7 y M5T5). 3) Situaciones de estrés17-18. Se desconoce por qué es exactamente así, pero la activación del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal da también lugar a una readquisición del aprendizaje, quizá por ser un caso particular de estímulos internos condicionados al consumo. En cualquier caso, conviene que los pacientes se entrenen en habilidades de afrontamiento al estrés. 5. LO QUE PUEDE ACOMPAÑAR A UNA DEPENDENCIA1-3 La distinción entre consumo regular y dependencia/adicción se difumina aún más cuando entran en juego otras variables características de las conductas repetitivas (habituación y valor instrumental) o de los procesos de cambio (balances decisionales y ambivalencias). 5.1. HABITUACIÓN19 La habituación es un tipo de aprendizaje sencillo y no-asociativo, por el que un organismo se acostumbra a la presencia de un estímulo, y deja de responder (o responde menos) ante él. Frente a las conductas esporádicas, las repetitivas añaden componentes de protección o seguridad, permiten transitar sobre un surco marcado o labrado. Una vez que se encuentra una manera de responder a un estímulo o situación, resulta menos costoso –y más automático- responder de esa misma manera. Por ello, romper con rutinas o maneras de actuar requiere esfuerzo, ya que supone salirse de caminos hechos, de hábitos protectores. El esfuerzo que se requiere para romper con una manera de actuar o reaccionar, hace necesaria –aun en ausencia de dependencia- una cierta voluntad de cambio. Al requerir esfuerzo: 1) el cambio no se produce de manera espontánea; y 2) puede no llegar a conseguirse en intentos sin mucha determinación de cambio. 5.2. VALOR INSTRUMENTAL O FUNCIONALIDAD DE LA CONDUCTA10,20-22 Tanto la experimentación como el mantenimiento en el consumo (al menos el inicial) se producen porque el balance costes-beneficios de la conducta es percibido como favorable. El consumo se presenta como algo que compensa: sus beneficios (reales o percibidos) superan a los costes (económicos, sociales o potenciales de enfermedad). Los beneficios de la conducta de fumar pueden ser muy intangibles, pero no por ello irreales. A veces, se derivan de las acciones de la nicotina o de otro componente del tabaco; más frecuentemente proceden de atribuciones derivadas del imaginario social creado por las diversas formas de promoción y publicidad. La funcionalidad de la conducta no es imprescindible para que exista una dependencia, pero su presencia dificulta la extinción de la misma. Por ello, a la hora del abordaje de cualquier consumo regular –adictivo o no, de tabaco o de cualquier otra sustancia- deben siempre tenerse en cuenta las posibles funcionalidades de la conducta, qué aporta ésta y cómo puede ser sustituido. 5.2.1. Valores instrumentales del consumo de tabaco2-3 Entre las diversas posibles funcionalidades de la conducta de fumar se incluyen: a) Búsqueda de efectos farmacológicos. La potencial estimulación cognitiva o mejora de la atención presenta un valor instrumental preciso en algunas personas, sirviendo en algunas personas para paliar o mejorar determinados déficits. Del mismo modo, el posible efecto anorexígeno y/o incrementador de la tasa metabólica dotan al fumar de un valor instrumental claro en quienes pretenden poseer una figura corporal más estilizada. La acción facilitadora del tracto gastro-intestinal se incluye en este apartado, así como la posible acción antidepresiva, bien de la nicotina o del humo del tabaco (ver M1T3). b) Mecanismo de afrontamiento de estados de ánimo negativos. Característicamente las sustancias psicoactivas presentan la capacidad de poder reducir el número de mecanismos de afrontamiento a la realidad de sus consumidores. Cada persona dispone de recursos varios para enfrentarse a las situaciones generadoras de estados de ánimo negativos (estrés, ira, frustración, soledad,…). Ante éstas, los consumidores regulares de sustancias psicoactivas puede ser incapaces de acudir a otro recurso que no sea ese consumo: acostumbrados durante años a enfrentarse así a momentos de estrés, por ejemplo, pierden los recursos que previamente usaban ante esas situaciones. Por ser psicoactivas, las sustancias adictivas pueden producir este efecto. Las posibilidades de que esto ocurra se multiplican en los consumos repetitivos y cuando los efectos de la sustancias administrada se perciben muy rápidamente (utilizando términos de aprendizaje, se diría cuando los efectos buscados son muy contingentes a la conducta de administración). Fumar para suplir la carencia de habilidades relacionales puede incluirse en este apartado. En las personas con patologías psiquiátricas -y con afectación de sus habilidades cognitivas, afectivas o relacionales- el consumo de cualquier sustancia puede presentar un mayor valor instrumental; además, estas personas pueden presentar mayores dificultades para desarrollar conductas alternativas que sustituyan éstas u otras funcionalidades de la conducta. c) Paliación de la sintomatología de abstinencia. La administración crónica de nicotina puede acompañarse del desarrollo de un síndrome neuroadaptativo, caracterizado por la presencia de tolerancia y sintomatología de retirada de la sustancia (o de abstinencia). Pese a que no es un fenómeno nuclear en las dependencias (ver 6), en algunas personas puede jugar un papel relevante en la perpetuación del consumo y conviene abordarlo. d) Funcionalidades de causa no biológica. El consumo de tabaco puede presentarse asociado a infinidad de valores: aparentar ser mayor, más libre, más trasgresor, más moderno o más clásico, estar a la moda, ser símbolo de estatus social, ser aceptado en algún colectivo,… El abanico de estas funcionalidades no propiamente derivadas de la nicotina ni de ningún otro de los componentes del tabaco se ve grandemente ampliado por los constructos ideológicos creados por la presión publicitaria de la industria tabaquera, directa o vía situaciones creadas en películas y series televisivas. 5.2.2. Abuso de sustancias que no producen dependencia4 Puede haber un consumo regular por encima de lo deseado, o que persista a pesar de las lesiones que ocasiona, que no sea una dependencia. La CIE-10 recoge un apartado (F55) titulado abuso de sustancias que no producen dependencia. En él se incluyen el consumo regular de analgésicos, laxantes, vitaminas, etc. Lo que dependencia añadiría al concepto abuso de sustancias que no producen dependencia sería: por una parte, los efectos psicoactivos que todos los compuestos con propiedades reforzadoras tienen; por otra, a través de estos efectos psicoactivos, la posibilidad de condicionamiento e incentivación. Estos compuestos presentan un claro valor instrumental, pero no generan dependencia. 5.3. SINTOMATOLOGÍA DE RETIRADA (DE ABSTINENCIA)7,23-24 El hecho de que la administración crónica de algunas sustancias -como heroína, etanol o nicotina- suela acompañarse de la presencia de tolerancia y sintomatología de retirada (de abstinencia) llevó a algunos autores a considerar este síndrome neuroadaptativo como algo nuclear en toda dependencia. Sin embargo, la evidencia científica, experimental y terapéutica, ha descartado esto hace ya varias décadas. Pese a ello, en algunos sectores de la población –y sorprendentemente de los profesionales sanitarios- persiste aún la identificación de dependencia (o de las conductas de búsqueda) con la presencia de síntomas de retirada (fenómeno antiguamente denominado con el equívoco nombre de dependencia física). Entre otros problemas, este equívoco da lugar al planteamiento de dicotomías y rivalidades inexistentes, a que los fármacos se utilicen menos tiempo del que se debería, a que no se profundice adecuadamente en los componentes importantes de la conducta adictiva. Todo ello redunda en abordajes inadecuados y una menor eficacia terapéutica de las intervenciones. Con el objetivo fundamental de paliar estas consecuencias, el DSM-V ha propuesto abandonar el término dependencia por el de adicción. No deja de ser paradójico que hace 40 años la OMS propusiera sustituir el término adicción por el de dependencia, que presentaba menos connotaciones sociales. Dependencia se ha venido usando regularmente, pero ál comprobar que el concepto nuclear sigue sin llegar a la gran masa clínica –precisamente por los apellidos clásicos con los que dependencia se asociael DSM-V propone sustituirlo por el que ahora tiene menos connotaciones de adicción. Quienes fuman son específicamente dependientes de, adictos a, la nicotina y son dependientes en general. Su adicción es un trastorno de la conducta, del aprendizaje, pero relacionado con el consumo de nicotina. El término bases biológicas de los trastornos adictivos hace relación primariamente a las bases biológicas de las conductas y sólo circunstancialmente a la sintomatología de retirada. 5.4. CAMBIOS EN LA MOTIVACIÓN25-26 Una disminución en la motivación por el cambio dificulta el proceso de cesación, pero no por agravamiento del trastorno adictivo, sino porque habitualmente desequilibra el balance costes-beneficios percibido de la cesación. Pueden ser múltiples las causas de una disminución de la motivación a lo largo del proceso de cesación, pero entre las más frecuentes se encuentran la disminución de elementos motivadores motivaciones extrínsecos (quienes rodean a la persona exfumadora se acostumbran ello y dejan de reforzarle), la percepción de inutilidad de los esfuerzos y el hundimiento de expectativas (situaciones ambas que, entre otros factores, pueden ser debidas a una distorsión amplificada de la importancia de la deseos de fumar o de los consumos puntuales), la inadecuada gestión de ambivalencias y que la vivencia presente –y como tal magnificada- de dificultades en la cesación que se comparan con potenciales –y como tal difuminada- de beneficios futuros. Por ello, es importante en todo proceso de cesación reforzar los pequeños logros, ayudar al paciente a recordar sus personales razones que le motivaron a intentar dejar de fumar y anticipar las posibles dificultades que puedan presentarse al respecto. 6. MEDICIÓN DE LA DEPENDENCIA1-2 Desde un punto de vista clínico, hay diversas maneras de intentar cuantificar la intensidad de una dependencia. Ninguna de ellas es perfecta y su valor pronóstico no es muy grande, motivo por el cual las diversas Guías no tienen en cuenta este factor cara al abordaje del paciente. Estas mediciones sólo aportan a la hora de la publicación de los resultados, donde quien lee debe hacerse una idea más o menos aproximada de la dificultad de cesación que encontraron los participantes en el estudio. Para ello puede utilizarse: -El número de cigarrillos diarios fumados. No es indicador de dependencia, sino de consumo. Aunque es más probable que sean dependientes quienes fuman más y más regularmente, la cantidad de consumo no es criterio de dependencia; tampoco predice claramente la respuesta a la intervención: de hecho, grandes consumidores no son dependientes o lo son poco y, por el contrario, consumidores de pequeñas cantidades o con un patrón no muy sistemático, lo son en mayor grado. -La determinación de niveles de cotinina. Pese a indicar algo más que el número de cigarrillos, es también un indicador de consumo y presenta los mismos problemas (ver M3T3). -El test de Fagerström. Es un instrumento sencillo, válido –aunque con muchas limitaciones, como los anteriores- para medir dependencia. Es objetivable y fácil de usar. Lo que fundamentalmente lo inutiliza para la práctica clínica es el gran número de falsos negativos que presenta: determinados patrones de consumo que obtienen puntuaciones bajas en este test (de 0 a 2) no necesariamente indican un bajo grado de dependencia. Además, presenta también falsos positivos: puntuaciones de 6-8 en el test de Fagreström son compatibles con ausencia total de dependencia. Pese a lo que señalen algunas guías, no hay ninguna evidencia que las pautas de tratamiento hayan de variar según las puntuaciones obtenidas en este test. -Las preguntas generales del manual DSM-IV. Son siete. Es bastante válido, aunque no siempre es fácil de trasladar y aplicar al caso del consumo de tabaco. -El número de intentos previos de abandono. Es también un indicador, muy fidedigno y el más sencillo, de la presencia de dependencia, aunque su inexistencia no excluye lógicamente la presencia de un trastorno adictivo. 7. BASES DE LA ADICTIVIDAD DE LA NICOTINA En virtud de sus características físico-químicas y sus propiedades neurobiológicas, unas sustancias son más adictivas que otras. La adictividad de cada sustancia depende fundamentalmente de sus propiedades farmacodinámicas: con que circuitos neuronales interactúen, qué receptores activen y con qué eficacia intrínseca, qué efectos produzca (ver tema 1.3). Aún así, el potencial de reforzamiento -la capacidad adictiva- de cada sustancia no es una propiedad absoluta: varía en virtud de sus propiedades farmacocinéticas y de las circunstancias en la que es administrada. 27-28 7.1. CIRCUITOS CEREBRALES DE RECOMPENSA Los efectos reforzadores primarios -y consecuentemente las conductas de autoadministración- dependen críticamente de la integridad funcional de la neurotransmisión dopaminérgica de los sistemas mesotelencefálicos, especialmente del mesolímbico. El haz prosencefálico medial (Figura 3) -que va desde el área tegmental ventral a la corteza prefrontal, pasando por el núcleo accumbens- es la estructura más relevante de este sistema. El núcleo accumbens es un núcleo integrador, compuesto de corteza (shell) y núcleo (core), que posee una gran importancia cara a integrar los múltiples estímulos que recibe a través de sus múltiples aferencias, incentivándolos, y remitiendo sus señales a la corteza cerebral. Figura 3. Haz prosencefálico medial en el cerebro humano (A10: área tegmental ventral; NAcc: núcleo accumbens; CPF: corteza prefrontal). CPF A10 NAc Además de los componentes del haz prosencefálico medial, existen otras también relevantes en los procesos adictivos, entre las que destacan (este tema se desarrolla más en profundidad en M4T1): a) una serie de estructuras del cerebro límbico, como el hipocampo y la amígdala, responsables de los procesos de condicionamiento ambiental; b) diversas estructuras motoras, como el estriado dorsal (caudado-putamen), vías estriatales que llegan a regiones ejecutivas cerebrales y la vía dopaminérgica nigroestriatal; c) relevancia especial presentan los mecanismos neo-corticales, implicados en los fenómenos de aprendizaje, en el procesamiento complejo a nivel cognitivo, como algunas memorias, la atribución subjetiva y el craving. 3.2. PRINCIPIOS FARMACOCINÉTICOS EN LAS ADICCIONES 2,3 Para que una sustancia pueda llegar a ejercer acciones reforzadoras debe llegar a cerebro, debe ser capaz de atravesar la barrera hemato-encefálica. Para ello es necesario que la molécula atraviese fácilmente membranas celulares, lo cual sólo se consigue si la sustancia es muy liposoluble. Como regla general, puede decirse que la adictividad de una sustancia es directamente proporcional a su liposolubilidad. Por una ley farmacocinética general, en igualdad de dosis administrada, cuanto más rápida sea la absorción de una sustancia, mayores son los niveles plasmáticos que se alcanzan y también más rápida es la subida y la caída de estos niveles (Figura 4). Por este motivo, la intensidad de los efectos de la nicotina -y, consecuentemente, su poder reforzador- dependerá de lo rápidos que se ocasionen éstos, lo cual a su vez depende las características farmacocinéticas de la labor de tabaco consumida y de la vía de administración empleada. Figura 4. Curso temporal de los niveles plasmáticos de una sustancia según su velocidad de absorción (a>b>c). La velocidad de absorción depende fundamentalmente de la vía de administración y la liposolubilidad del preparado. A mayor velocidad de absorción, mayores niveles plasmáticos -y más ràpidamente- se alcanzan, lo que aumenta la adictividad (CME: concentración mínima eficaz). En los cigarros puros y tabacos de pipa, de carácter alcalino, la nicotina se absorbe por la cavidad oro-faríngea sin necesidad de tragar el humo; en los cigarrillos, el humo -más ácido- debe ser inhalado y la nicotina se absorbe sobre todo en pulmón. Con los cigarrillos se alcanzan concentraciones sanguíneas de nicotina mayores, más rápidas y más breves que con los puros y pipas, ya que la absorción a través de la vía pulmonar es muy rápida. Por vía inhalatoria, la nicotina, y cualquier sustancia que resista la combustión, alcanza el cerebro más rápidamente que por vía intravenosa (8-10 vs. 12-15 segundos). Esto explica también porqué los cigarrillos son más adictivos que los puros y las pipas; y porqué, a su vez, éstos son más adictivos que otras formas de tabaco, como el de mascar. La distinta manera en que son consumidos justifica también la diferente toxicidad general que se observa entre los cigarrillos y los puros/pipas. En éstos últimos -por ser preparados más alcalinos- la nicotina (que es una base) se absorbe mejor; por ello, su acción irritante local es también mayor, lo que dificulta que se alcancen niveles sanguíneos de nicotina tan altos como los que se consiguen con los cigarrillos: el tabaco de puros y pipas produce una mayor toxicidad local y menor toxicidad general que la que se observa en los fumadores de cigarrillos. 8. IMPLICACIONES TERAPÉUTICAS9,10,29,30 8.1. LO BÁSICO Y FUNDAMENTAL Exista o no dependencia, todo consumo es sensible a los aumentos en la motivación para el cambio. En tabaco esto se logra habitualmente mediante la desnormalización del consumo (con las medidas de control del tabaco; ver M1T1 y módulos 8-10) y mediante intervenciones terapéuticas (generalmente breves; ver M3T2 y M3T6) dirigidas a conseguir una más adecuada valoración de los riesgos asociados a la conducta y de los potenciales beneficios que acompañan a la cesación. La eficacia de las medidas de control y las intervenciones breves es sinérgica con las intervenciones más específicas o especializadas, las cuales son mucho menos útiles cuando se emplean en un marco que excluya a las anteriores medidas más generales. Un objetivo general e inespecífico de cualquier intervención clínica es conseguir aumentar la motivación y eliminar las posibles resistencias u obstáculos al cambio. Motivar no es simplemente ser positivo. La motivación puede definirse como la probabilidad de que una persona comience y continúe adhiriéndose a una determinada estrategia de cambio. La motivación no es un rasgo de la personalidad, sino un estado, por lo tanto se puede modificada, aumentada o disminuida. Para aumentar la motivación es útil ayudar a los pacientes a profundizar en sus decisiones, proporcionarles información sobre la conducta de fumar (antecedentes y consecuentes del consumo, que los deseos de fumar no son signos de debilidad,…), dialogando sobre los potenciales beneficios de dejar de fumar y de las posibles consecuencias -personalizadas- del mantenimiento del consumo. 8.2. CRONICIDAD DEL PROCESO Tener en consideración el componente adictivo de la conducta de fumar implica, en primer lugar, darse cuenta de que es un proceso crónico, cuya resolución lleva tiempo. Una adicción es un proceso de aprendizaje: su manejo requiere un proceso de desaprendizaje o, al menos, de re-aprendizaje de una conducta. No es una cuestión de días, sino que lleva bastante más tiempo: meses o años. En adicciones, la eficacia de las intervenciones debe medirse como tasas de abstinencia al cabo de un año, si bien, en ocasiones, pueden valorarse los resultados obtenidos al cabo de 6 meses. Esto es así por la propia cronicidad del proceso y porque se considera que es muy posible que al cabo de un año la persona se enfrente a casi todas las posibles circunstancias asociadas al consumo, casi todos los antedecentes del consumo. Toda presentación de resultados que sólo muestre resultados a más corto plazo, sin tener en cuenta esta cronicidad de los procesos adictivos, es cuando menos equívoca y engañosa. 8.3. ADECUADA VALORACIÓN DE LA RECAÍDA Tener en cuenta el componente adictivo implica también valorar las recaídas: adicciones es la ciencia de las recaídas, en el sentido que su objeto propio de estudio como ciencia son las recaídas. La recaída debe ser vista y valorada como lo que es: una parte integrante del proceso de abandono, a través de la cual se puede adquirir mayor experiencia sobre estímulos insospechados (o sospechados) que precipitan el consumo, sobre la ausencia de habilidades de abordaje y manejo de situaciones, sobre sus ideas desadaptadas o irracionales, sobre su percepción de debilidad respecto al tabaco, sobre su voluntad real de cambio, tanto en lo que se relaciona directamente con el consumo de tabaco como en la modificación de estilos de vida que pueden influir sobre el mismo, etc. La recaída no debe ser vista como un fracaso. No debe serlo, porque no lo es. En ocasiones, tanto los pacientes como los propios terapeutas, pueden vivenciarla la recaída como un fracaso: esto refleja la presencia de expectativas que no se ajustan a la realidad subyacente. En el caso de los pacientes vivir la recaída como un fracaso puede tener una cierta lógica; en el caso de los profesionales, denota una formación profesional deficiente, ya que adicciones es la ciencia de las recaídas también en un sentido algo diferente del anterior, algo más impropio: el de aquellas personas que quieren abandonar el consumo y no pueden; quienes no recaen, probablemente nunca fueron dependientes. Cara al tratamiento de las personas con intentos previos de cesación, el análisis de las recaídas, y de las circunstancias en las que se produjeron, es la fuente de información diagnóstica más relevante. Este análisis se realiza fundamentalmente en la entrevista clínica y permite estudiar a fondo el o los obstáculos reales que dificultaron la adquisición del cambio de conducta. 8.4. ANÁLISIS DE LOS ESTÍMULOS ASOCIADOS Como se ha señalado, una de las claves más importantes del tratamiento de toda adicción es el conocimiento, reconocimiento y afrontamiento de los estímulos asociados al consumo, que precipitan o desencadenan los deseos de consumir. En relación con estos estímulos, lo importante es conocerlos, saber reconocerlos cuando se presentan y tener previsto -al menos, mínimamente- qué hacer cuando esto ocurre, cómo enfrentarse a ellos. Hablar con los pacientes sobre qué pueden hacer cuando estos estímulos se produzcan, les ayuda a afrontarlos. Además, los pacientes deben ser conscientes de que, independientemente de cómo se originen, los deseos de consumir no van incrementándose con el tiempo. Cuando vienen, lo que suele ocurrir cada vez más esporádicamente, los deseos acaban desapareciendo al cabo de un corto periodo de tiempo. El análisis funcional de la conducta, mediante el empleo de autorregistros o la aplicación de diversos cuestionarios (de razones o motivos por los que se fuma u otros que analizan percepción de auto-eficacia), ayuda a conocer muchos de los estímulos asociados a la propia conducta de fumar. En cualquier caso, no siempre es posible conocerlos todos con antelación. 8.5. AFRONTAMIENTO Y SUSTITUCIÓN DE CONDUCTAS Quien usa el tabaco como herramienta de afrontamiento de estados de ánimo negativos, debe desarrollar mecanismos alternativos para enfrentarse a ellos, ya que éstos no van a desaparecer al dejar de fumar. Si no se desarrollan, es posible que se permanezca abstinente un cierto tiempo, más o menos prolongado; pero frecuentemente se acaba llegando a una situación que desborda los mecanismos de contención desarrollados. Algunos pacientes desarrollan por sí mismos estos mecanismos de afrontamiento y no necesitan especial ayuda al respecto. Otros pacientes necesitan ideas o ayuda para encontrar o desarrollar mecanismos de afrontamiento que les sirvan. Entre ambas posibilidades, existen algunos otros pacientes que desarrollan mecanismos útiles a corto plazo, pero que pueden resultar perjudiciales a más largo plazo. Ejemplos de esto son derivar a la comida el afrontamiento de situaciones de nerviosismo o cronificar algunas estrategias de evitación, como renunciar a salir con los amigos o prescindir sistemáticamente de recompensas. Por este motivo conviene supervisar los mecanismos de afrontamiento que los pacientes han conseguido desarrollar, aunque teóricamente puedan encontrarse satisfechos al respecto. Cuando el consumo de tabaco presenta alguna otra finalidad (control del apetito, mantenimiento de la vigilia, facilitación del tránsito gastro-intestinal, etc.) conviene desarrollar algún mecanismo alternativo que supla esa funcionalidad. 8.6. ENTRENAMIENTO EN HABILIDADES SOCIALES Cara a evitar los consumos puntuales algunas personas necesitan ser entrenadas en habilidades sociales básicas. Así, por ejemplo, hay quien necesita aprender a rehusar cuando les ofrecen tabaco o a solicitar adecuadamente que no se fume en su presencia. Puede pensarse que esta no debería ser la misión de un terapeuta, pero si al final es la razón por la que una persona no puede abandonar su consumo, se le debe ayudar a adquirir las herramientas que lo posibiliten. 8.7. VALORACIÓN DE LAS HERRAMIENTAS DISPONIBLES En toda adicción, el objetivo primario es la consecución del cambio de conducta. Las herramientas o técnicas imprescindibles para conseguirlo son aquellas encaminadas a aumentar la motivación por el cambio, las que facilitan el conocimiento de la propia conducta adictiva y aquellas otras que ayudan a adquirir y a consolidar nuevas habilidades. Entre ellas destacan las cognitivo-conductuales (psicológicas en un sentido más amplio). Las herramientas farmacológicas disponibles en la actualidad facilitan el cambio de conducta, pero no lo producen. Aún así, carece de sentido evitar su utilización en el tratamiento de un paciente dependiente, ya que es limitar intencionadamente la eficacia de las intervenciones. Desde un punto de vista científico y práctico, mucho menos sentido tiene limitarse a aplicar las herramientas farmacológicas de manera aislada, ya que –utilizadas de este modo- su eficacia es muy escasa. 9. BIBLIOGRAFÍA 1. West R. Theory of addiction. Blackwell Publishing-Addiction Press: Oxford; 2006 2. Ayesta FJ, Rodríguez M. Bases biológicas, conductuales y sociales de las dependencias: tabaco y nicotina. Manual PIUFET: Santander; 2007 3. Rodríguez M, Ayesta FJ. El consumo de tabaco como trastorno adictivo. En Márquez FL y Ayesta FJ, eds (2008), Manual de tabaquismo para estudiantes de Ciencias de la Salud. Junta de Extremadura CSD-SES, Montijo; 2008 4. World Health Organization. ICD-10. 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