La especialidad de la casa

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La especialidad
de la casa
C.C.E.E. Reyes Católicos
Laia Alba Ceballos
Categoría B
R
oberto, un hombre robusto al que le encantaba la comida,
caminaba tranquilamente por la playa en busca de un buen
restaurante típico para deleitarse con la comida caribeña y
satisfacer su voraz apetito.
1 Alejado, de la zona comercial se encontraba una hermosa cabaña con tejas
azules. Lleno de curiosidad, Roberto se acercó con paso lento a lo que
parecía una casa de verano; pero al llegar a su destino descubrió que se
trataba de un bellísimo restaurante. ”Justo lo que estaba buscando”, pensó
entusiasmado mientras observaba el menú; este se veía delicioso y los
precios eran razonables, pero no veía mucha gente dentro del restaurante ;
aun así decidió entrar dándose la excusa de que era porque se encontraba
fuera de la zona comercial.
Tomó asiento y pronto una hermosa camarera le preguntó con mucha más
intriga de lo normal:
-¿Qué desea ordenar?
- La especialidad de la casa, por favor -dijo Roberto, sintiéndose en el lugar
correcto.
-Señor, debo advertirle que es un plato muy especial, hecho con extremo
cuidado, pero pedirlo tiene una condición: no puede levantarse de la mesa
hasta habérselo comido todo.
Roberto dudó unos instantes, pero si el plato era hecho con tanto cuidado,
¿qué podría salir mal? Ya había comido platos horrorosos y no había muerto
en el intento. ¿Qué tal si el plato era el festín de los ángeles? ¿Se perdería
acaso probar aquella delicia? ¡No! Nunca, debía probarlo.
-Tráigamelo, por favor –dijo decididamente
Mientras esperaba pensaba en lo mucho que iba a deleitarse con aquel plato,
tratando de convencerse a sí mismo de la decisión que había tomado
-Que lo disfrute – dijo la camarera, como repitiendo un monólogo.
El plato dispuesto sobre su mesa era pequeño y no se veía muy apetitoso,
pero lo importante era el sabor, así que probó el primer bocado.” ¡Gloria!,
¡exquisito! , Lastima” pensó; lástima que el plato fuera tan pequeño, no
alcanzaría para calmar su enorme apetito, tendría que pedir otro después.
Al momento en que su plato estaba casi vacío, Roberto se lamentó y miró
hacia la cocina, con la esperanza de que se compadecieran de él y le
sirvieran otro plato más. Pero al volver la vista a la mesa, notó que el plato
estaba lleno, de nuevo, hasta el tope.
2 “¿Qué clase de extraordinaria magia es esta? ¿Acaso estoy soñando? “-pensó;
y sin meditarlo un segundo más, continuó comiendo.
Esta vez había quedado satisfecho, lo suficiente como para pedir un postre.
Así que buscó con la mirada a la camarera, que extrañamente había
desaparecido.
Bajó la vista y vio de nuevo su plato completamente lleno. Esto le obligó a
seguir comiendo, pero no iba ni por el tercer bocado cuando comenzó a
sentirse lleno. Alzó la vista y se percató de que había mucha más gente de la
que había notado al entrar al restaurante ; todos aquellos comensales tenían
el pelo canoso y la cara arrugada, y cada uno de ellos estaba sentado frente a
aquel plato sin gracia, que el mismo Roberto ahora conservaba lleno encima
de su mesa.
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