Predicando Prosperidad: Engañoso y Mortal

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Predicando Prosperidad: Engañoso y Mortal
por John Piper
Cuando leo sobre las iglesias que predican prosperidad, mi respuesta es: “Si no
estuviera dentro del cristianismo, no querría entrar.” En otras palabras, si este es el
mensaje de Jesús, no gracias.
Tratar de atraer a la gente a Cristo para volverse rica es tanto engañoso como mortal.
Es engañoso porque cuando Jesús mismo nos llamó, dijo cosas como: “Cualquiera de
vosotros que no renuncie a todas sus posesiones, no puede ser mi discípulo” (Lucas
14:33). Y es mortal porque el desear ser rico “hunde a la gente en ruina y perdición” (1
Timoteo 6:9). Así que aquí está mi súplica a todos los predicadores del evangelio.
1. No desarrolles una filosofía de ministerio que haga más difícil que la gente
entre al cielo.
Jesús dijo, “¡Qué difícil será para los que tienen riquezas entrar en el reino de Dios!”
Sus discípulos estaban sorprendidos, así como muchos del movimiento de
“prosperidad” deberían estarlo. Así que Jesús los asombró aún más al decir, “Es más
fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino
de Dios.” Ellos responden incrédulamente: “¿Y quién podrá salvarse?” Jesús dice,
“Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque todas las cosas son
posibles para Dios” (Marcos 10:23-27).
Mi pregunta para los que predican prosperidad es: ¿Por qué querrías desarrollar un
enfoque ministerial que hace que sea más difícil para la gente entrar al cielo?
2. No desarrolles una filosofía de ministerio que crea deseos suicidas en la gente.
Pablo dijo, “Pero la piedad, en efecto, es un medio de gran ganancia cuando va
acompañada de contentamiento. Porque nada hemos traído al mundo, así que nada
podemos sacar de él. Y si tenemos qué comer y con qué cubrirnos, con eso estaremos
contentos.” Pero entonces advirtió contra el deseo de ser ricos. Y por implicación,
advirtió contra los predicadores que mueven a la gente a querer ser rica en lugar de
ayudarles a deshacerse de la riqueza. Advirtió, “Pero los que quieren enriquecerse
caen en tentación y lazo y en muchos deseos necios y dañosos que hunden a los
hombres en la ruina y en la perdición. Porque la raíz de todos los males es el amor al
dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con
muchos dolores” (1 Timoteo 6:6-10).
Así que mi pregunta para los predicadores de la prosperidad es: ¿Por qué querrían
desarrollar un ministerio que anima a la gente a ser torturada con muchos dolores y
hundirse en ruina y perdición?
3. No desarrolles una filosofía ministerial que anima a la vulnerabilidad de la
polilla y la herrumbre.
Jesús advirtió en contra de los esfuerzos de hacer tesoros en la tierra. Osea, nos dice
que demos, no guardemos. “No os acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla y la
herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y roban; sino acumulaos tesoros en el
cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni
roban” (Mateo 6:19-20).
Todos guardamos algo. Pero dada la tendencia a la avaricia en todos nosotros, ¿por
qué quitaríamos el enfoque de Jesús, y lo volteamos de cabeza?
4. No desarrolles una filosofía ministerial que hacen del trabajo duro una manera
de acumular riqueza.
Pablo dijo que no debemos robar. La alternativa era el trabajo duro con tus propias
manos. Pero el propósito principal no era simplemente acumular ó inclusive tener. El
propósito era “tener para dar”. “Que trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno,
a fin de que tenga qué compartir con el que tiene necesidad” (Efesios 4:28). Esta no es
una justificación para querer ser rico para poder dar más. Es un llamado a ganar más y
guardarnos menos para que puedas dar más. No hay razón para que una persona que
gana $200,000 viva diferente a la persona que gana $80,000. Encuentra un punto para
vivir con lo que necesitas, limita tus gastos, y regala lo demás.
¿Por qué querrías animar a la gente a pensar que deben poseer riquezas para poder
dar mucho? ¿Por qué no animarlos a vivir de una manera más sencilla y dar aún más?
¿No añadiría a su generosidad un fuerte testimonio de que Cristo, y no sus posesiones,
son su tesoro?
5. No desarrolles una filosofía ministerial que promueva menos fe en las
promesas de Dios de ser para nosotros lo que el dinero no puede ser.
La razón por la que el autor de Hebreos nos dice que estemos contentos con lo que
tenemos es que lo contrario implica menos fe en las promesas de Dios. El dice, “Sea
vuestro carácter sin avaricia, contentos con lo que tenéis, porque El mismo ha dicho:
ʻNunca te dejaré ni te desampararé.ʼ de manera que decimos confiadamente: ʻEl Señor
es el que me ayuda; no temeré. ¿Qué podrá hacerme el hombre?ʼ” (Hebreos 13:5-6).
Si la Biblia nos dice que el estar contentos con lo que tenemos honra la promesa de
Dios de nunca abandonarnos, ¿por qué querríamos enseñarle a la gente a querer ser
rica?
6. No desarrolles una filosofía ministerial que contribuya a que tu gente sea
ahogada.
Jesús advierte que la Palabra de Dios, la cual está diseñada para darnos vida, puede
ser ahogada y detenida para ser inefectiva por las riquezas. El dice que es como una
semilla que crece entre espinos y es ahogada: “Son los que han oído, y al continuar
su camino son ahogados por las... riquezas... de la vida, y su fruto no madura” (Lucas
8:14).
¿Por qué querrías animar a la gente a buscar la misma cosa que Jesús nos advierte
nos ahogará?
7. No desarrolles una filosofía ministerial que saca el sazón de la sal y pone la luz
bajo una canasta.
¿Qué es lo que hace que los cristianos sean la sal de la tierra y la luz del mundo? No
es la riqueza. El deseo de riqueza y la búsqueda de ella sabe y se ve igual al mundo.
No ofrece nada al mundo que sea diferente a lo que ya cree. La gran tragedia de la
predicación de la prosperidad es que una persona no tiene que despertar
espiritualmente para aceptarla; lo único que necesitas es ser avaricioso. Hacerse rico
en el nombre de Jesús no es la sal de la tierra ni la luz del mundo. En esto, el mundo
simplemente ve un reflejo de si mismo. Y si funciona, lo tomarán.
El contexto de lo que Jesús dijo nos muestra lo que la sal y la luz son. Son el gozo
voluntario de sufrir por Cristo. Aquí está lo que Jesús dijo, “Bienaventurados seréis
cuando os insulten y persigan, y digan todo género de mal contra vosotros falsamente,
por causa de mí. Regocijaos y alegraos porque vuestra recompensa en los cielos es
grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros. Vosotros
sois la sal de la tierra... Vosotros sois la luz del mundo” (Mateo 5:11-14).
Lo qué hará que el mundo pruebe (la sal) y vea (la luz) de Cristo en nosotros no es que
amamos la riqueza de la misma manera que ellos. Más bien, es la disposición y
habilidad de los cristianos de amar a otros a través del sufrimiento, mientras se gozan
porque su recompensa está en el cielo con Jesús. Esto es inexplicable en términos
humanos. Esto es sobrenatural. Sin embargo, atraer a la gente con promesas de
prosperidad es simplemente natural. No es el mensaje de Jesús. No es lo que Él
murió para hacer posible.
Por John Piper © Desiring God. www.desiringGod.org
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