Secuencia (1986), 4, enero-abril, 166-168 ISSN: 0186-0348, ISSN electrónico: 2395-8464 DOI: http://dx.doi.org/10.18234/secuencia.v0i04.134 166 Secuencia 4 por dernas sugestivos: llega al sarcasmo ya la concepci6n tragica: ;.latigo en mano trat6 de dirigir a su pueblo en llnea recta ... el pueblo se volvi6 y arran­ c6 el latigo ... El indio, el mexicano. sabe que el mundo es curvo yen .espi­ ral. .. le dijeron que estaba manchado de sangre. Asi lo arrojaron y se arroja­ ron ellos rnisrnos a un oceano de sangre. Fue su tragedia y la de ellos. Siendo inminente la era de la rnaquina. se necesitaba crear infraestructu­ ra. Beals critica que los ferrocarriles llevaran a un atraso peor que el de antes y a la division del pals en dos mundos; asimismo censura el papel de la ha­ cienda. de la industria y la polltica financiers. lnsiste en el abandono de prin­ cipios y libertades. en la raz6n y practice del "pan o palo". "la paz de los se­ pulcros", y "la poca politics y mucha administraci6n". Lo mas atractivo del texto es cuando arguye que la verdadera revoluci6n ·en Mexico fue la del Porfiriato. en el momenta en que se sustituyeron los fundamentos legales antiguos por el moderno laissez faire del desarrollo ca­ pitalista; cuando seliala a Diaz como figura revolucionaria. "Obregon y Ca­ lles son de papier-mache" y cuando coricluye que la "Nueva Era pas6 a la 'Era de Sangre", "de revoluci6n. de comunismo. de agrarismo. de odio al ex­ tranjero" ... "so mos de bronce e Indios. mestizos y ladinos. queremos ser nosotros rnismos". · · Carleton Beals presenta una vision hist6rica interesante.aunquediscutible. En sus especulaciones llega a la exageraci6n. a lo ap6crifo ya la contradiccicn. Concibe que el proceso mexicano tiende linealmente primero hacia una era de "paz. clemencia, comercio e industria" y despues hacia una epoca de estanca­ miento: "La Nueva Era ... habia recorridosus tres decadas.pero se habla apar­ tado del camino principal para seguir por los pantanos de las tradiciones colo­ niales. por un callej6n social, politics y econ6micamente sin salida". Michael ·c. Meyer, Huerta un retreto politico, Mexico, Editorial Domes, 1983, 311 p. . Ana Lau Jeiven La fascinaci6n que el tema de la Aevoluci6n mexicana ejerce entre los estu­ diosos mexicanos y extranjeros resulta innegable. Los norteamericanos. es­ pecialmente. han puesto los ojos en Mexico y en sus posibilidades hist6ricas mediante una importante contribuci6n a la historiograffa del movimiento de 1910. Este interes por abordar objetivamente una epoca hist6rica tan pole­ mica parte de la curiosidad que existe por estudiar y comprender a nuestro pals. La interpretaci6n que nos ofrecen es producto de una vision menos par­ tidaria y vehemente. capaz de poner en claro algunos aspectos que han esta­ do vedados para el historiador local. La biogratra politica de Victoriano Huerta. escrita por Michael Meyer, es una reflexion que se ocupa de la "posture ideol6gica del regimen que ha sido considerado repugnante a la etica revolucionaria y, par eso. indigna de em­ pelios acadernicos series". Los once capltulos en que Meyer distribuye su estudio muestran una "lf­ nea ondulante progresiva" donde los procesos de continuidad y ·cambio afectan a todos los niveles de la sociedad. Ast. examine las mutaciones poll­ ticas y economicas y los sucesos que rompen esa continuidad social de la que Victoriano Huerta es el protagonista. De mane.rasuscinta trata desde el nacimiento de Huerta hasta el triunfo de la revoluci6n maderista de 1910. Si bien no externa sus juicios a favor o Enero/Abril 1986 167 en contra de los hechos que reseria y procura mantenerse dentro de la obje­ tividad hist6rica, en momentos Meyer se deja seducir por las empresas mili­ · tares de Huerta en Guerrero y Yucatan. Examina en detalle las diferencias surgidas entre Madero y Huerta como consecuencia de. la campafia contra Pascual Orozco. que habrian de debilitar la relaci6n entre ambos y orillar a Huerta, una vez pasado el cornpas de espe­ ra y. curnplidos SUS planes. a tomar la delantera sobre SUS adversaries mas cercanos (Felix Diaz y Bernardo Reyes). a tomar el poder para el cual se ha­ bia preparado larqamente. El error de Madero de considerar que la revoluci6n habia concluido por el hecho de haber desterrado a Porfirio Diaz. vino a probar que el idealismo no era compatible con la realidad del pals. Su renuncia y la complicada maqui­ naria que se echo a andar para que Huerta se sentara en la silla presiden­ cial. marcaron las honras f(mebres de la democracia al estilo de Mad~fro y al termino de aquella ceremonia. el pals ya no serf a el mismo. Los tecnicismos. que tanto preocupaban al usurpador. fueron cumplidos al pie de la letra. La Decena Tragics no se haria esperar. El excelente recuento de lo que sucedi6 en febrero de 1913. a traves de los documentos y declaraciones de los testigos presenciales que Meyer · apunta. se ernpafia cuando el historiador decide no comprometer a su biogra­ fiado: "La culpa de Huerta sigue siendo circunstancial y no puede presenter­ sela como incontrovertible". El estado militarists que Huerta impuso al pals, obsesionado por su disci­ plina militar. llev6 al fracaso a su ejercito y prob6 lo futil de sus provectos, En el mismo sentido. el analisis del programs social implantado por Huer­ ta y su gabinete. si bien en algunos aspectos fue de mayor relevancia que el llevado a cabo por Madero. no estaba pensado con el prop6sito de alterar la naturaleza de la sociedad, de ahl que sea la postura ideol6gica del regimen lo que ha llevado a considerarlo odioso y "pollticamente se le representa como contrarrevolucionano. porque manifiesta una reacci6n contra el goblerno que result6 del derrocamiento de Diaz". • · Huerta pensaba que era posible restablecer la paz y el orden a traves de una dictadura.por lo cual los medios que utiliz6 sirvieron para que se organi­ zara en su contra un vasto movimiento que, aunado al no reconocimiento de Woodrow Wilson a su gobierno, terminaron por hundirlo. tras la ocupaci6n de Veracruz en 1914. Los desaciertos que Huerta cometi6 en su paso por el poder, asi como su cetebre afici6n al alcohol, pueden demostrarse, mas no justificarse. Estos de­ satinos no bastan para aclarar su situaci6n dentro del esquema historioqrafi­ co nacionaL de ahi que la relaci6n del hombre con su epoca sea la preocupa­ ci6n que acompaiia a Meyer a lo largo de su .estudio: lC6mo se realiza esa subita adecuaci6n entre la acci6n de un individuo y el curso de. la historia?. a lo que nuestro autor responde: "al recrear una vida pubtlca que a la par que era moldeada por la fuerza de los acontecimientos. forj6 a su vez las configu­ raciones de una ·sociedad en revolucion". De ahl su ernpefio en desmitificar las versiones maniqueas acerca de los sujetos de la historia y desechar los presupuestos que sobre Huerta se han vertido y que lo explican solamente como un traidor sin mas considerandos de por medic, Apoyado en una amplia documentacion. el libro es lectura obligada para entender la Revoluci6n mexicana en el punto (febrero 1913­julio 1914) en que "se marc6 el fin de una era en la cu al los dirigentes de las facciones de .oposicion eran tratados con indulgencia y prefigurq un periodo de asesinatos 'politicos por delitos que muchas veces no iban mas alla de expresiones irnpru­ 168 Secuencie 4 dentes o alianzas sospechosas con fuerzashostiles en potencia". Meyer estructura su investigaci6n hacienda girar la Revoluci6n alrededor ,de un hombre representativo, consideiado por la mayoria de los auto res como terrorista y usurpador. "Un personaje historico que nunca inspirara el orgullo de una ge~eraci6n de astudiosos". Este afan por repensar un pasado cuyas versiones son insuficientes, lo lle­ va a despojarse de las interpretaciones existentes ya enfrentarse con anirno · critico a la busqueda de vertientes explicativas que satisfagan sus dudas. No deja de ser. sin embargo, un estudio de historia politica que vuelve a revelar la necesidad de un punto de vista diferente; la de la economia y la sociedad def Mexico revolucionario. Documentos reletivos al general Felipe Angeles, Alvaro Matute comp., ·Mexico, Editorial Domes, S. A., 1982, · 368 p. Guadalupe Villa G. 'Los diez anos de lucha civil que siguieron al estallido armado de 1910 mos­ traron que la llamada Revoluci6n mexicana no fue un movimiento (mico ni hornoqeneo. Las revoluciones emergidas de norte a surv de costa a costa contaron con "ralces y razones" contrastantes entre si. Para los historiado­ res de hoy, dedicados al estudio de los movimientos sociales. uno de ·10s grandes desafios es conformar una verdadera sintesis de historia de la revo­ luci6n que abarque las origenes, alcances y metas de los rnovimientos loca­ les. En la compilaci6n realizada por Alvaro Matute podemos distinguir algu­ nas de esas revoluciones: la del centro. encabezada por los zapatistas; la del norte, dividida y matizada per el origen social de sus dirigentes: Francisco I. Madero primero y Venustlano Carranza despues. en Coahuila: Jose Marla Maytorena y Alvaro Obregon en Sonora y Francisco Villa en Chihuahua. La revoluci6n personalizada en sus caudillos ofrece la pauta inicial para enten­ der la escisi6n surgida en el seno de las revoh.iciones. Cada dirigente recela­ · ba del sornetimiento a la autoridad de otro y ­aunque solo fuese en el adherirse a programas con puntos de vista e intereses ajenos a su · 1papel­ "patria chica". El libro de Matute esta dividido en tres grandes apartados que abarcan otras tantas etapas en la vida de Felipe Angeles; el militar, por ejemplo. re­ . fiere su participaci6n como Jefe de Operaciones en el estado de Morelos. enviado a combatir a los zapatistas par 6rdenes del presidente Madero. Lo mas importante de esta narraci6n es. quiza. la explicaci6n de Angeles en tor­ no a la raz6n que ori116 a un hombre paclfico. coma Genoveva de la 0 .. a in­ corporarss a la lucha armada. Otros escritos se refieren a la batalla de Zacate­ cas y al impacto de esta victoria al derrotar al ejercito federal y quebrantar al :regimen huertista. ' En el hombre de ideas encontramos articulos y cartas personales escritas desde el destierro; los primeros se publicaron en el diario La Patria de El Pa­ so, Texas, v las segundas fueron dirigidas a Jose Maria Maytorena y extrai­ das de su archivo (con el sonorense, Angeles mantuvo una grande y"estrecha amistad). ', La ausencia de un archive> de Felipe Angeles. la dispersion de datosv lo complicado de seguir su vida alejada del militarismo. generan vacios y mu­ .chas dudas sobre SU verdadera actuacion entre los grupOS de exiliados radi­