Catálogo "Jesús Amigo" - salaexposicionespalaciopimentel.es

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JESÚS AMIGO
Los Años Intermedios
JESÚS AMIGO
Los Años Intermedios
SALA DE EXPOSICIONES «PALACIO DE PIMENTEL»
Angustias, 44. VALLADOLID
“Los que enseñan a los demás son como estrellas”. Dante
CANTO, SILENCIO
Con los Años Intermedios Jesús Amigo no sólo nos muestra la producción y el talento de un artista en el
brumoso límite vital que existe entre la juventud y la madurez. El intermedio es un momento de calma, en
el que la acción se suspende y deja paso a la reflexión, al silencio, como en el cine de Bergman.
Los hombres y mujeres que aparecen en estas pinturas se densifican y repliegan hacia un luminoso interior,
buscando en los cajones de su memoria algo incomprensible para nosotros. Ellos ya no son ellos: reconocemos sus rasgos cotidianos, moldeados en el lienzo con una precisión abrumadora (el padre, la madre, el
familiar, el amigo), pero se han convertido casi en meditaciones sobre sí mismos, en alegorías. Son cuerpos, pero sobre todo son almas y símbolos. No sólo rezan, piensan o miran; son rezo, reflexión o mirada…
y luz. La figura de Don Juan Amigo en Carta a mi padre, una de las obras más significativas de la exposición, está inundada de una luz metafísica que lo rodea, lo ilumina exteriormente, pero que parece nacer de
su interior, como esa claridad espiritual de la que nos habla Santo Tomás: la luz de la inteligencia. Y más
ahora. Ahora que el retratado ya es sólo un luminoso recuerdo. Aparece petrificado, con una corporeidad
escultórica, pero ¿acaso no está sumido en una trepidante reflexión interna?, ¿no es sino la personificación
de un anhelo del pintor?, ¿no destila esencia?. Todo lo inunda un sentido casi religioso, espiritual.
La pintura de Jesús Amigo es un grito callado, meditado, lo que la hace aún más atractiva. Y para ello
utiliza la figuración muy realista, no como fin sino como un medio de expresión complejo pero efectivo. El
que conozca su tierra natal, comprenderá que el artista se ha dejado llevar sin complejos por cierto determinismo físico, por una tradición icónica que lo acompaña desde la cuna: una localidad cobijada bajo las
moles de sus templos donde habitan desde hace siglos cientos de almas lígneas en cada altar, en cada
rincón y en cada calle, recorrida año tras año por sus pasos procesionales. Sus gestuales santos de palo o
los postes de sus soportales son más que madera, son símbolos, espíritus caleidoscópicos que sugieren
mil lecturas.
Y muchas son las lecturas que tienen sus cuadros, porque bajo la aparente certeza de la realidad, de lo que
nos es próximo y reconocemos, nos asalta la eterna pregunta de si existe algo encriptado, de cuál es la
verdad, el mensaje que Jesús nos propone. No desmenucen estas telas con afán quirúrgico, porque no es
necesario; no busquen el significado de algunos de los atributos iconográficos que portan sus personajes;
simplemente intenten ver con los ojos de la reflexión, esa mirada que todos poseemos y que nos es única,
exclusiva. Llegarán a buen puerto, sea el que sea.
2
El artista es un buen conocedor del pasado, y su obra es permeable a su formación (mejor dicho, afición)
como historiador del arte. Unas veces hay recuerdos de alguna Venus clásica; otras, de orantes renacentistas (¿italianos, riosecanos?); otras, de la enigmática pintura simbolista de autores como Hodler o de modernistas como Klimt, pero sin llegar nunca a tomar préstamos demasiado elocuentes. Sus cuadros son
una ventana abierta a un mundo propio, a una vida, construidos a partir de recuerdos y emociones siempre
contenidas. En ellos, los personajes (personificaciones) concentran toda la atención, recortándose sobre
fondos neutros o sobre escenarios que no son más que rememoraciones de paisajes, reales o imaginarios,
en alguna ocasión poblados de sueños.
Terreno Universal es una alegoría escrita entre los renglones ácidos de una bruma amarillenta. El libro de
los límites, habla de la evolución personal, de lo frágil y lo infinito, del presente y del pasado, partiendo de
ese recién nacido dispuesto frente al mundo, en una especie de altar. El Sentido de la Realidad nos cautiva
por su extraña nostalgia bíblica, la de dos hombres cercanos físicamente pero entre los que media una
eternidad, ubicados en un puerto que parece más tierra que mar. En Fado. Un amor sincero, la melancolía
nace de la mujer abandonada que se agarra a sí misma y nos interroga con su mirada; como lo hace Felipe,
que no es otra cosa sino ojos, mirada intensa.
Jesús presta una especial atención al gesto. Los teatrales ademanes de algunas de sus figuras, como
ocurre en las esculturas barrocas, son el conducto principal para la expresión. Así lo apreciamos en las
dos versiones de El Hijo del carpintero, de un lirismo enternecedor, llenos de una claridad metafísica. O en
la áspera y enigmática A través de él, donde todo es silencio. El joven de Entornos vagabundos acaba de
actuar en una obra de Shakespeare, frente a un escenario expresionista.
El mundo pictórico de Jesús Amigo, que en definitiva es su vida, nos atrapa, nos mira y nos devuelve los
interrogantes sin hacer ruido.
Son preguntas difíciles, como difíciles somos todos y cada uno de nosotros.
Intente responderlas. Acepte el reto.
Ramón Pérez de Castro
Departamento de Historia del Arte.
Universidad de Valladolid
3
SABEMOS LO QUE NOS GUSTA
Sé lo que me gusta con sólo mirarlo; cuando puedo estar las horas enteras contemplándolo, sin cansarme,
y el tiempo pasa –ni lento ni rápido– tan sólo sin enterarme; y cuando me sorprendo al descubrir algo nuevo
–un detalle, un gesto, un color– que antes, ¡cómo es posible!, se me fue inadvertido.
Entonces sé que me gusta.
Me ocurre con el horizonte de algunos paisajes, con las fotografías de las vacaciones y de los encuentros
familiares… e incluso con la mirada perdida –a través de un ventanal– viendo sin más la calle. Le presto
toda mi atención y le dedico cada instante, observando con avidez algo que no vi antes.
Sonrío al encontrarlo, porque sé lo que me gusta.
Y me ocurre con cada uno de estos lienzos, porque son parte de Jesús y momentos de su vida. Cada
cuadro es un recuerdo, una mención a su familia, a la gente que conoce o a los lugares que visita. Y disfruto
emocionándome con el azul de esos ojos e incluso con aquéllos que ya no miran; la suave caída de esa
tela, los niños que son de fuera o la piel que casi puedes ver cómo transpira; y siento en cada pintura que
–si vuelvo a contemplarlas– mi mente estará tranquila y mi alma no tendrá prisa.
Y eso, a todos, nos gusta.
Carlos Pérez Vaquero
4
EL ALMA RETRATADA
Nos conocemos desde niños, lo que me autoriza a opinar impunemente sobre él y sobre su inquietante
obra pictórica.
Jesús Amigo –Leto para la familia– era un niño tímido y callado con unos enormes ojos castaños con los
que miraba el mundo de una forma especial, en silencio. Pero silencio, precisamente, no era lo que había
en su interior. En su interior había –ya no me cabe ninguna duda– una implacable máquina de archivar y de
reflexionar sobre lo archivado; en especial, sobre el comportamiento de los demás. Él veía lo que nosotros,
sus colegas de juegos artísticos, no llegábamos a captar. Escudriñaba el interior de una niña gitana, el de
un joven obrero, el de una abuela respetable, el de una criada malhablada o el de tanta y tanta gente que
pasaba por su lado.
En su adolescencia, la llamada de la vocación le lleva a matricularse –¡cómo no!– en la carrera de Historia
del Arte y, durante estos años, “lee” a los clásicos y se empapa de toda su sabiduría.
Una vez completado su aprendizaje –tanto el académico como el existencial– era el momento de vomitar
lo aprendido y lo vivido. Y aquí está la sorpresa: los cuadros de Jesús Amigo van mucho más allá de lo que
entendemos con la palabra “retrato”. Porque Jesús reproduce, más que el cuerpo, el alma de la gente, de
los espacios, de los paisajes y de las situaciones.
En su pintura, personajes cotidianos se convierten en héroes, héroes sin poderes sobrenaturales, sino
más bien, espirituales. Y ahí están esas personas de la calle que, tras pasar por su pincel, se transforman
en iconos. Jesús, con la habilidad de un psicólogo transpersonal, capta su interior y lo inmortaliza en su
exterior: en sus rasgos, en sus expresiones, en sus actitudes y en su forma de estar en el mundo.
Sus personajes sonríen, pero no; posan, pero no; nos miran, pero, no; dejando de existir para el mundo
real cuando son elegidos por el artista. Un artista total, que los encuadra en paisajes fantásticos, naturales
o arquitectónicos, pero siempre únicos.
Si Jesús Amigo viviera en el Renacimiento italiano, sería, muy probablemente, un discípulo aventajado de
Leonardo.
Ramón Margareto
5
RETABLILLO DEL TIEMPO
Amigo. Me has pedido que escriba. Soy obediente, escribo.
Sabes que soy custodio de un trozo de tu memoria, una de las fuentes de la que mana parte de lo que has
volcado en tu trabajo. Te traigo de ayer lo que hasta hoy ha conducido. Te enfrento con quienes fuimos
entonces para tratar de conocer quienes somos ahora, lo que eres ahora. Lo que muestras en estos
cuadros.
Tiempos fueron aquellos de despertares y descubrimientos. De una cosecha constante de vivencias, de
gentes que están o fueron, de gestos propios en la mirada de los otros, de gestos ajenos en la tuya. Para
muestra, tus colores. Trajiste de la mano los que hoy respiran en tu obra.
Tiempos fueron aquellos en los que casi todo estaba por llegar y fue llegando. Nos fueron hermanando sus
días y, ya ves, tantos años después, aquí me tienes contando que juntos hemos ido creciendo, cambiando,
como tus cuadros.
Esos colores, esas formas que entonces debutaban en el baile, hoy son consumados bailarines en tus
pistas. De aquel remolino primero, de historias, emociones y sueños, nacieron composiciones borrachas
de personajes, de sentimientos y preguntas. Tras de aquel tropel fue llegando cierta calma en el aislamiento
de tus modelos, aliviada por la compañía de animales, expandida por la geología de tus paisajes. Dando
respuesta a la duda de antaño, pariendo nuevos interrogantes. La búsqueda del afecto en las series
de retratos arrebatados de tonalidades de la misma gama: la tristeza clásica de los hombres azules, el
ensueño romántico en los murales amarillos, la languidez melancólica de los púrpura, han conducido a
esta serenidad emocionada de tus tiempos intermedios que aparecieron con la atención intemporal con la
que tu padre leía una carta.
Tanto hay por disfrutar en estos nuevos tiempos que nos traes. Tanto logro en esta quietud sonora
que nos muestras en esencia, que reconozco como, paso a paso, te has ido haciendo hombre. Y aquí
estás, descubriendo el secreto de las caricias del sol en la piel estremecida del niño retratado, del arrullo
cadencioso del mar acompañando el silencio de dos pescadores. Tu espíritu en el aire reposado en los
ojos de una ciega.
El tiempo sigue. A ratos, joven, crea nuevos caminos. Maduro, los asienta. Anciano ya olvida las antiguas
sendas. Tu huella en él permite orientarnos entre aquellos que fuimos y quienes somos en esta edad
intermedia. Es sencillo guiarse con tan buena brújula, con tan íntima conquista de tu arte. Es de grandes
saber pintar el alma. Y aquí está, generosamente emana en cada paño, discurre crispada o tranquila por
los meandros de cuantos sentimientos alienta.
Que lo que haya de venir, llegue, amigo, y, si es posible, deseo que se me permita seguir paseando a tu
lado. Viajando en tu obra.
Santos Ucero
6
EL ARTE COMO NEXO
La amistad que me une con Jesús Amigo nació hace muchos años, cuando fui alumna suya –por primera
vez– durante sus prácticas como profesor de secundaria. En esa ocasión nos unió la Historia del Arte y,
tiempo después, esta misma materia, nos devolvió a aquel papel de profesor-alumna, cuando asistí a
sus clases de pintura al óleo. En el transcurso de todos estos años, el constante contacto derivado de
nuestras profesiones y de nuestras comunes aficiones, me ha brindado la oportunidad de descubrir en
Jesús Amigo, no sólamente a una excelente persona, sino también a un gran artista; un pintor de especial
sensibilidad y con un envidiable sentido de la belleza.
De la calidad de su obra tenemos en esta exposición el ejemplo. Son una serie de retratos, que bien pueden
enmarcarse en la corriente hiperrealista, que hoy abandera Antonio López. Son lienzos que presentan –a
través de un dibujo preciso– al retratado absorto en sus pensamientos, observando fijamente al artista o
con la mirada perdida y enfocada a su mundo interior. Éste aparece reflejado al fondo, y allí se descubren
sus sueños, sus recuerdos, sus preocupaciones y la realidad cotidiana que lo envuelve.
De entre todas las obras que aquí se presentan, quiero destacar “Carta a mi padre”, como mi favorita.
Expresa la especial relación de Jesús Amigo con su progenitor. En este cuadro vemos a éste último, en
un retrato de gran realismo, ensimismado en la lectura de una carta enviada por su hijo. Nosotros no
podemos leer su contenido, pero el personaje sí, y en ella concentra toda su atención, bajo un fondo neutro
que rodea la escena y que elimina todo lo superfluo. Nada hay más importante, ni para el artista, ni para
el retratado, que el contenido de esa carta. No hay nada que distraiga la escena principal, ni nada que
destaque por encima del personaje y su acción.
No puedo –ni quiero– acabar esta colaboración sin felicitar a Jesús Amigo por esta muestra y sin expresar
mis deseos de que su genialidad continúe plasmándose en nuevas obras y en metas cada vez más altas.
Teresa Casquete Rodríguez
7
A mis padres
Carta a mi padre, 2000
Óleo sobre lienzo
65 x 54 cm
8
9
Retrato de mi madre, 2002
Óleo sobre lienzo
54 x 65 cm
10
El Hijo del Carpintero, 2003
Óleo sobre lienzo
73 x 100 cm
12
El Sentido de la Realidad, 2004
Óleo sobre lienzo
113 x 100 cm
14
Entornos Vagabundos. El río, 2008
Óleo sobre lienzo
54 x 73 cm
16
Infinito Particular II, 2008
Óleo sobre lienzo
60 x 60 cm
18
Terreno Universal, 2009
Óleo sobre lienzo
148 x 115 cm
20
21
El Libro de los Límites, 2010
Óleo sobre lienzo
148 x 115 cm
22
23
JESÚS AMIGO
Medina de Rioseco (Valladolid), 1965
Pintor | Licenciado en Historia del Arte
por la Universidad de Valladolid
[email protected]
Los Años Intermedios:
Carta a mi padre, Retrato de mi madre, El Hijo del Carpintero, A través de él, Fado. Un amor sincero,
El Sentido de la Realidad, El Hermano de Omar, Hola África, Pensar en la Luz, Medina, Felipe, Itálico,
El Espejo Cóncavo, Entornos Vagabundos. El río, Infinito Particular, El Dueño de la Luz, Suelo y Cielo,
Terreno Universal, El Libro de los Límites.
EDITA:
Diputación de Valladolid
Área de Cultura y Turismo
Servicio de Cultura
www.artevalladolid.es
AGRADECIMIENTO: Alberto Noronha, Ramón Pérez de Castro, Carlos Pérez Vaquero, Ramón Margareto, Teresa Casquete
Rodríguez, Santos Ucero, Oscar Anta y Mónica Chavosky.
IMPRIME:
Gráficas Lafalpoo, S.A.
Dep. Legal: VA-330/10
PORTADA: Felipe, 2007. Óleo sobre lienzo. 50 x 60 cm.
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SALA DE EXPOSICIONES «PALACIO DE PIMENTEL»
Angustias, 44. VALLADOLID
www.artevalladolid.es
www.diputaciondevalladolid.es
Del 12 de mayo al 1 de junio de 2010
Laborales: de 12 a 14 y de 17 a 21 horas
Domingos y Festivos: de 12 a 14 horas
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