Irán, imperio de arios o de shi`íes

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RODOLFO GIL BENUMEYA GRIMAU
Irán, imperio de arios o de shi’íes
Irán une en sí mismo el concepto de gran Estado, heredero de imperios, que ya tenían el siglo
pasado los Pahlevi, junto con su unidad cultural y étnica, y una forma poderosa, estructurada y
jerárquica de la religión musulmana, petróleo en abundancia, desarrollo –científico, militar, económico– y un previsible potencial nuclear por el que está luchando.
a primera estructura de Estado,
dentro de lo que después iba a
ser Irán o Persia, fue Elam, en el
sudoeste del territorio, imperio
inmediato a Mesopotamia sobre el
Golfo Arábigo o Pérsico, y cuya
ciudad más célebre sigue siendo
Susa. Era una civilización parecida
a la sumeria, administrativa y
comercial, con una población probablemente dravídica de piel oscura, como la de la India primitiva,
que llegó a competir con los imperios babilónico y asirio. Su lengua
no estaba emparentada con las
lenguas próximas.
A partir del segundo milenio antes
de Cristo, se adentraron en todos
los territorios persas (al igual que
en Europa y en la India) varias
oleadas de pueblos arios –precisamente el nombre de Irán procede
de Ayr.an, tierra de arios, siendo
ario arya o sea ‘noble’– de lenguas
indoeuropeas, que no dejaron de
penetrar y establecerse aquí desde
entonces fundando grandes civilizaciones imperiales. Uno de estos
pueblos, los medos, asentados en
el actual Hamadan al noroeste de
la gran meseta, junto con los babilonios, acabaron con el expansivo
poder asirio; pero los persas, primos de los medos, bajo su rey Ciro
II, sometieron a su vez a los
medos, a los elamitas y a los babilonios. El hijo de Ciro, Cambises,
redujo a Palestina y a Egipto. Tras
él un usurpador, Darío I, de la
familia Aqueménida, se hizo con el
trono del imperio y reorganizó el
L
Persépolis en dibujo de
Charles Chipiez, 1884.
50 Diálogo Mediterráneo 44
sistema administrativo y político de
las satrapías. A partir de entonces
vinieron los choques fronterizos
por el control de las materias primas y de las comunicaciones, con
los griegos, que desembocaron en
las Guerras Médicas y en el debilitamiento de la dinastía
Aqueménida y del propio imperio
persa (1).
aquel, sus compañeros lo dividieron, pasando Irán a formar parte
del imperio formado por uno de
ellos, Seleuco: el Estado seléucida.
Sin embargo, transcurrido el tiempo, una nueva dinastía irania, la de
Parni, fundó el imperio parto, que
mantuvo largas guerras contra los
romanos. Y más tarde, ya en el
siglo III d.C., otra oleada irania, la
A partir del segundo milenio antes de Cristo, se
adentraron en todos los territorios persas (al igual
que en Europa y en la India) varias oleadas de
pueblos arios –precisamente el nombre de Irán
procede de Ayr.an, tierra de arios, siendo ario arya
o sea ‘noble’– de lenguas indoeuropeas, que no dejaron de penetrar y establecerse aquí desde entonces
fundando grandes civilizaciones imperiales.
Como consecuencia de todo esto,
otros arios, en principio, compuestos por macedonios, balcánicos
variados y griegos, bajo el impulso
del macedonio Alejandro Magno,
invadieron y conquistaron el imperio persa (precisamente los griegos
fueron los que habían dado el
nombre de Persia a Irán). Muerto
de los sasánidas, creó un imperio
renovado, el sasánida, que trató de
volver a la gloria y a la cultura del
viejo imperio Aqueménida. En el
siglo VII, los árabes, con la entonces reciente y pujante religión del
Islam, conquistaron Persia y el
imperio sasánida, cuyos restos de
cultura y dominio pasaron a la
dinastía árabe ’abbasí y terminaron
siendo desestabilizados por los turcos selyuqíes, los mongoles y
Tamerlán. Y, a continuación, fueron absorbidos por el también
turco imperio otomano de
Estambul.
En el siglo XVI, los persas se independizaron de los otomanos bajo
el impulso de la dinastía safavi,
cuyos soberanos tomaron el título
de shah. Fueron sucedidos por la
dinastía kayar. Durante el siglo XIX
y primeros del XX, las potencias
europeas, particularmente Gran
Bretaña y en este caso Rusia,
potenciaron la modernización de la
nueva Persia para minar el orbe
político del decadente imperio otomano, igual que alentaban la
modernización de Egipto. Y, a partir de 1908, cuando se descubrieron los yacimientos petrolíferos
–particularmente en la antigua
Elam– Persia se convirtió en un
semi-protectorado de Gran Bretaña
y Rusia.
Dinastía Pahlavi
Después de la I Guerra Mundial,
una nueva dinastía de origen militar, la Pahlavi, se levantó en la primera mitad del siglo XX y emprendió una serie de reformas –entre
ellas el cambio del nombre de
Persia por el de Irán– inspiradas y
ayudadas por el esquema del
“hombre nuevo” de la Italia fascista, en clara contraposición a la
influencia británica y a la presión
soviética, heredera de la rusa
imperial. Se inclinó asimismo por la
vertiente de la laicización al estilo
de Turquía, manteniendo una cierta connivencia y equilibrio con el
poder religioso y económico shi’í.
Habiendo emprendido este camino, peligroso para el colonialismo e
intervencionismo europeos, el
Shah Reza Pahlavi fue perseguido
por el ejército británico a partir de
la II Guerra Mundial y tuvo que
abdicar en su hijo Mohammad
Reza Pahlavi. Irán fue ocupado por
Gran Bretaña y la Unión Soviética.
Terminada esta II Guerra, el primer
ministro iraní Mohammad
Mossadeq intentó nacionalizar los
recursos petrolíferos en contra de
la injerencia extranjera, pero fue
finalmente expulsado del poder por
británicos y norteamericanos, siendo estos últimos los que iban a ir
sustituyendo a los primeros en su
política colonial de Oriente Medio.
A cambio, Norteamérica apoyó y
fortaleció al Shah Mohammad
Reza Pahlavi, ayudándolo a vigorizar el país y su economía, sus
fuerzas armadas y su orgullo
nacional de potencia emergente
heredera de las anteriores en esta
misma tierra, el Imperio Persa, el
Imperio de Irán, de los arios.
Revolución blanca
No dejó de chocar esta postura en
buena parte del mundo. En el
orgullo nacional del Shah vibraban
ecos todavía muy vigentes, en
AFSHIN BAKHTIAR
cuanto a lo ario, de la II Guerra
Mundial, y el Islam shi’í, propio de
Irán y de su entorno, quedaba
casi de lado; aunque él, como
Shah, conservó un lazo representativo personal con la religión
como símbolo de la estabilidad de
Irán. En 1963, siguiendo las precedentes intenciones de su padre,
puso en acción la llamada ‘revolución blanca’, que redistribuía las
tierras, nacionalizaba los bosques,
daba participación a los asalariados en los beneficios de las
empresas y liberaba a la mujer
dándole, entre otras cosas, el
derecho al voto. Chocó con el
clero shi’í, que era el propietario
de un tercio de las tierras, y con
su fundamentalismo. Un año después tuvo que expulsar a un alto
clérigo, Jumeini, que luego sería
la cabeza visible de su caída del
trono y de su expulsión. La redistribución de las tierras, sin embargo, desembocó en una voluntad
de montar grandes explotaciones
agroindustriales, lanzando a Irán
por el camino de la macro-transformación rápida, que muchísima
gente no supo apreciar, y que,
unida a la elevación mundial del
precio del petróleo, provocó un
proceso más que acelerado de
modernización con todas sus consecuencias, muchas de ellas de
rechazo por incomprensión y
exceso de velocidad.
Irán, la quinta potencia
El Shah quería convertir a Irán en
la quinta potencia internacional en
un cuarto de siglo y enlazar su
poder con los de los antiguos
Durante el siglo XIX y primeros del XX, las potencias
europeas, particularmente Gran Bretaña y en este
caso Rusia, potenciaron la modernización de la nueva
Persia para minar el orbe político del decadente
imperio otomano, igual que alentaban la modernización de Egipto. Y, a partir de 1908, cuando se
descubrieron los yacimientos petrolíferos –particularmente en la antigua Elam– Persia se convirtió en
un semi-protectorado de Gran Bretaña y Rusia.
imperios iraníes. Incluso celebró a
nivel mundial, con un lujo y una
presentación desmedidos, los
2.500 años del Imperio ario persa.
Lo cierto era que, pese a cualquier
exageración circunstancial, Irán se
estaba transformando en la gran
nación del Golfo, con un peso
específico futuro sobre Irak y su
petróleo, Kuwait, los otros Estados
del Golfo y Arabia Saudí.
Por su lado, Irak también se estaba transformando en la gran potencia árabe modernizada gracias a
su petróleo. Estructurado por el
partido semi-laico Ba’az, de carácter centralista, Irak empezó a
modernizarse rápidamente y a
tener igualmente un peso específico importante sobre la región del
Golfo y sus naciones petrolíferas
pro-norteamericanas. Sobre todo
cuando Saddam Husayn llegó al
poder.
El Shah encargó a Occidente centrales nucleares e hizo aumentar
considerablemente la cadencia de
las importaciones, incluidas
Diálogo Mediterráneo 44 51
Ensayo
Irán, imperio de arios o de shi’íes
las tecnológicas y las de carácter
militar. Se introdujeron un ritmo
occidental de vida, unas modas y
unos cambios que provocaron la
inflación sin que la sociedad en
general –en buena parte deseosa
República islámica
Menos de un año más tarde el
Shah abandonó Irán. Lo sucedieron varias fórmulas de gobierno
que fracasaron y que desembocaron en la proclamación de una
expansionismos locales. En este
tiempo ocurrieron varias cosas de
importancia o significativas.
La caída del Shah y la ascensión
del shi’ismo más radical, con
Jumeini a la cabeza, hizo que los
El Shah quería convertir a Irán en la quinta potencia internacional en un
cuarto de siglo y enlazar su poder con los de los antiguos imperios iraníes.
Incluso celebró a nivel mundial, con un lujo y una presentación desmedidos,
los 2.500 años del Imperio ario persa. Lo cierto era que, pese a cualquier
exageración circunstancial, Irán se estaba transformando en la gran nación
del Golfo, con un peso específico futuro sobre Irak y su petróleo, Kuwait,
los otros Estados del Golfo y Arabia Saudí.
de mudanza y modernización pausadas– lograra asimilar el impulso.
El Shah perdió apoyos y popularidad. Su tardanza en democratizar
la monarquía, lo que le hubiera
dado el margen que buscaba, su
apego a Occidente y su confianza
en el ejército como principal sostén de sus propósitos, le hicieron
descuidar a los pequeños burgueses shi’íes –lo que por aquella
época se llamó el Bazar– y al
clero conservador enfebrecido
contra la pérdida de su influencia y
privilegios.
A principios de 1979 la revolución
estaba en la calle. Fue una ola
subversiva popular que se acentuó con el regreso de Jumeini
desde el exilio. Lo cierto era que
la campaña a favor de Jumeini y
sus tesis había empezado meses
antes, con la distribución masiva
de casetes grabados con sus
proclamas y fotografías suyas de
calidad casi cinematográfica y
de formato apto para ser alzadas
entre las dos manos de una
persona (2) durante las manifestaciones.
Guardia de los Inmortales, Palacio de
las Cien Columnas, Persépolis.
52 Diálogo Mediterráneo 44
República Islámica con Ruhul.lah
Jumeini a la cabeza. Tiempo después el Shah murió en el exilio en
Egipto. En 1980 Irak atacó a Irán.
A la vista de lo ocurrido en Irán, el
Gobierno iraquí pensó que era el
momento de anular el acuerdo de
Argel con el Shah, de 1975, por el
que Irak cedía la soberanía en el
Shatt el ‘Arab de algunos de sus
territorios petrolíferos cerca de la
vieja Elam. La guerra entre ambas
potencias en desarrollo, ricas por
el petróleo, duró ochos años y
causó mucha destrucción, dejando
a la zona del Golfo aparentemente
libre de cualquiera de los dos
Estados Unidos de Norteamérica se
convirtieran en el gran enemigo de
Irán desde el punto de vista iraní.
La Embajada norteamericana fue
asaltada y fueron retenidos 66
rehenes norteamericanos. Las fuerzas armadas norteamericanas
intentaron una operación de comandos y helicópteros, cuyo rotundo
fracaso todavía no ha sido explicado (3). Los países de Occidente respondieron con sanciones económicas y diplomáticas, además de con
una ayuda militar importante a Irak
y a Saddam Husayn personalmente
(4), de la que se ha intentado no
hablar en años sucesivos.
Guerras
Al mismo tiempo que ocurrían
estas cosas, la Unión Soviética,
dando un nuevo impulso a la
Guerra Fría, invadió Afganistán
en ayuda del Gobierno comunista
del país. La contienda civil afgana duró algún año más que la iraquí-iraní; combatiendo por un
lado los comunistas afganos, que
estaban en el Gobierno, junto con
los soviéticos, y por otro los
rebeldes musulmanes no comunistas, sunníes y shi’íes, fuertemente apoyados y armados por
Norteamérica, China y Pakistán.
Norteamérica fomentó y organizó
las guerrillas de combatientes
musulmanes de cualquier parte
–luego llamados los “afganos” en
cualquier otra acción terrorista
posterior– entre ellos a personajes de relieve como Usama bin
Ladin. Pakistán impulsó la creación de los talibanes, estudiantes
de religión transformados en guerreros por la fe con un puritanismo ciego e ignaro.
El régimen shi’í exacerbado de
Irán y sobre todo su capacidad de
propagación, demostraron a las
potencias occidentales que eran
muy útiles para fragmentar
mediante la ideología religiosa a
las repúblicas soviéticas del sur;
musulmanas, no rusas, parte de
cuyos soldados había combatido
en Afganistán con poca fortuna y
en contra de gentes de su religión
y más o menos de sus etnias. La
descomposición del imperio
soviético empezó por aquí. La
guerra sirvió además para dejar
heridas muy profundas en la
sociedad soviética y en la rusa
posterior.
Jumeini murió en 1989 sin haber
conseguido, probablemente, el
status que pretendía al hacerse
calificar de Imam como veremos
luego. Lo sucedió ‘Aly Jamenei
como presidente del Estado, permaneciendo la jefatura del
Gobierno sujeta a elecciones cuatrianuales donde se manifestó
desde entonces la pugna entre el
sector reformista y sector conservador, todo dentro de la más
estricta ortodoxia shi’í. Irán es de
todas formas una teocracia. Sin
embargo, el deseo popular de
apertura llevó a la presidencia a
Mohammad Jatami –en tanto que
‘Aly Jamenei permanecía como
Guía Supremo– que hizo tibias y
lentas reformas, algunas de ellas
a favor de la mujer que, con la
revolución islámica, había perdido
casi todos su derechos conseguidos con el Shah. En las últimas
elecciones legislativas volvió a
ganar el sector conservador con
Ahmadineyad, un político joven,
muy shi’í y muy iraní, antiguo
combatiente voluntario contra Irak
y contra las acciones norteamericanas en la zona.
Antiguo mapa esquemático del Golfo Pérsico.
Estructura de poder
Irán tiene una Constitución –Qanun
o Asasi– siendo por consiguiente
una República Islámica
Constitucional, con algunas entidades gubernamentales interpenetradas complejamente, puesto que
unas son elegidas por voto democrático y otras por su carácter religioso. Por encima de todo está el
Guía Supremo, que tiene las máximas potestades del Estado, incluyendo la de declarar la guerra. Él y
el consejo son elegidos por la
Asamblea de Expertos según sus
cualidades, y es ese consejo el
que sustituye al Guía Supremo en
caso de falta. Él es el líder máximo
del Cuerpo de Guardias de la
República Islámica y nombra a seis
de los doce miembros del Consejo
de Guardianes que, a su vez,
aprueba o no a los candidatos a
Jefe del Gobierno en las elecciones legislativas. Todo ello dentro
de la más pura ortodoxia, sin duda.
El Jefe del Gobierno nombra a
ocho vicepresidentes y a 21 ministros, que tienen que ser aprobados
por el Parlamento. Este
Parlamento es unicameral, llamado
Asamblea Consultiva Islámica y
compuesto por 290 miembros elegidos por voto directo y secreto,
cuya candidatura necesita de la
aprobación del Consejo de
Guardianes.
A su vez, la Asamblea de Expertos
está formada por 86 clérigos elegidos por el público para ocho años.
También aquí el Consejo de
Guardianes dictamina la elegibilidad de las candidaturas. Y el
Consejo de Guardianes, compuesto por 12 juristas, seis de ellos
nombrados por el Guía Supremo y
seis recomendados por el jefe de
la judicatura, que a su vez ha sido
designado por el Guía Supremo y
es el que designa al Presidente del
Tribunal Supremo y al Fiscal
General. El Consejo de
Guardianes puede interpretar la
Constitución y decidir si las leyes
del ejecutivo están o no de acuerdo con la sharí’a o ley musulmana.
También comprueba si los candidatos a la Presidencia, a la
El régimen shi’í exacerbado de Irán y sobre todo su
capacidad de propagación, demostraron a las potencias occidentales que eran muy útiles para fragmentar mediante la ideología religiosa a las repúblicas
soviéticas del sur; musulmanas, no rusas, parte de
cuyos soldados había combatido en Afganistán con
poca fortuna y en contra de gentes de su religión y
más o menos de sus etnias. La descomposición del
imperio soviético empezó por aquí. La guerra sirvió
además para dejar heridas muy profundas en la
sociedad soviética y en la rusa posterior.
Asamblea de Expertos y al
Parlamento son aptos o no.
El Consejo de Guardianes parece
ser la llave de todo y está en
manos del Guía Supremo, que
nombra directamente a seis de sus
componentes mientras que otros
seis son nombrados por el jefe de
la judicatura, a su vez designado
por el Guía Supremo. El Consejo
le da también el control al acceso
de la Presidencia, la Asamblea de
Expertos y el Parlamento.
Como puede verse es una estructura piramidal, donde la interpretación de la ley divina se produce y
se vigila a sí misma a varios niveles. El Guía Supremo ha heredado
el papel del Shah pero además lo
ha justificado teocráticamente
como muchos de los antiguos
soberanos orientales de la zona, a
los que la divinidad nombraba y
elegía. Salvo en el caso de
Jumeini, quizá, el Guía Supremo
no pretende arrogarse la función
de vicario de Dios o del Profeta y
sus sucesores familiares, pero sí
se le aproxima.
Hay asimismo Cortes revolucionarias contra crímenes, drogas, actos
que dañan a la seguridad nacional,
etc. Y una Corte Administrativa
Especial, de sentencias inapelables, que depende directamente
del Guía Supremo y que trata de
los delitos de los clérigos y otros
casos especiales.
La shí’a
Históricamente, la shí’a procede de
los primeros tiempos de la sucesión del Profeta. A éste lo continuaron en la dirección del Islam y
en su propagación y defensa
Diálogo Mediterráneo 44 53
Ensayo
Irán, imperio de arios o de shi’íes
cuatro consecutivos compañeros
suyos considerados como los califas perfectos –uno de ellos
‘Uzmán, de la familia omeya. El
cuarto fue el primo y yerno del
Profeta, ‘Aly, con el que se establecía una línea familiar en realidad hereditaria. Muchos musulmanes disintieron de esta fórmula y
se salieron de la obediencia buscando una jefatura “más democrática”. Fueron los jariyíes o salientes. Uno de ellos mató a ‘Aly, no
sin que antes éste fuera vencido
en un arbitraje ganado por otro
miembro de la familia omeya,
Mu’awiyya, gobernador de
Damasco, que quería vengar la
muerte de ‘Uzmán, su primo. Con
Mu’awiyya empieza la dinastía
omeya, tanto la de oriente como la
de occidente.
La shí’a, sin embargo, es el
amplio grupo que se mantiene fiel
a la memoria de ‘Aly y a sus derechos sucesorios, místicos y dinásticos, que pasan a sus hijos
Hasan y Husayn, nietos del
Profeta; sobre todo a Husayn.
Con el tiempo fueron ‘Aly y sus
descendientes a través de Husayn
únicamente los considerados
Imám, aunque una parte de la
Shí’a reconoce a 12 Imám y es la
de los duodecimanos, y otra parte
sólo a siete (5), séptimanos o
ismailíes por el nombre de su séptimo Imám, Isma’íl. Los duodecimanos esperan el regreso del último Imám, que será el Mahdi,
alguien conceptualmente equivalente al Masíj –Mesías– del judaísmo, o al Mesías del cristianismo.
El Mahdi sería descendiente por
lo tanto del Profeta.
Históricamente, la shí’a procede de los primeros
tiempos de la sucesión del Profeta. A éste lo
continuaron en la dirección del Islam y en su propagación y defensa cuatro consecutivos compañeros
suyos considerados como los califas perfectos –uno
de ellos ‘Uzmán, de la familia omeya. El cuarto
fue el primo y yerno del Profeta, ‘Aly, con el que
se establecía una línea familiar en realidad
hereditaria. Muchos musulmanes disintieron de
esta fórmula y se salieron de la obediencia
buscando una jefatura “más democrática”. Fueron
los jariyíes o salientes.
Trazados de pensamiento ario
Toda esta filosofía y estructura
hereditaria, unida a los misterios,
no existe en absoluto en el Islam
sunní sea cual sea su escuela de
comportamiento o su reactualización interna. Tampoco hay en los
países musulmanes de origen
árabe, o de cualquier otro origen
–y son muchos– la estructura de
gobierno religioso y secular que
hay en la República Islámica de
Irán. La organización de los
estamentos e instrumentos de
gobierno, inicial y finalmente centrados en el Guía Supremo, todos
ellos de clérigos o de absoluta y
vigilada puridad religiosa, es más
próxima a la ordenación del
imperio ario aqueménida; o a la
idea de castas del hinduismo,
creación o aplicación de los arios
que dominaron la India, en la que
los brahmanes, como nivel más
puro, tratan de mantener su superioridad y su dominio sobre los
demás puesto que se atribuyen la
interpretación y enseñanza del
textos sagrados y por ende de
la vida.
Panorámica de Teherán.
54 Diálogo Mediterráneo 44
Y por recordar trazados de pensamiento ario recuerda también al
fenómeno nacionalsocialista alemán, con su gobierno centrado
alrededor de la figura del
Führerprinzip –que lo fue Hitler–
armónico con el pueblo ‘puesto
que era el pueblo’ y, en consecuencia, no necesitaba de consultas ni de delegación de poderes.
Él, como pueblo, valía más que el
Gobierno y el Parlamento y su
voluntad era ley.
Me estoy refiriendo todo el tiempo
a la shí’a de Irán evidentemente.
La shí’a está extendida por
muchos de los países árabes próximos al Golfo, por las repúblicas
sureñas de la antigua URSS y sus
vecinos, por Irak, Siria, Líbano y
Palestina y, últimamente, empieza
a aparecer en el Magreb. También
hay shi’íes en Europa y en
América, independientemente de
formas especiales de la shí’a en
algunos de los países mencionados. Todos estos shi’íes no están
infeudados a la shí’a de Irán ni a
Irán en sí mismo, aunque tengan
los lazos de las mismas creencias,
mutuos intereses y muchos puntos
de coincidencia operativa.
Es quizás en Irak y en Líbano
donde esos intereses y coincidencia se manifiestan más, pero con
muchos matices y con diferencias.
Parece cierta la propagación del
influjo iraní en el sur de Irak, fundamentalmente shi’í, donde los iraníes están financiando infraestructuras –clínicas y escuelas, por
te los años del régimen [baazista]
–CSRII, Badr, al-Dawa, Hizballah–
trabajan en la actualidad mano a
mano con los servicios de inteligencia iraníes, Etelaat. Tienen oficinas en el sur y gastan millones
de dólares” (7).
Otros grupos shi’íes
Hay otros partidos y grupos shi’íes
iraquíes más alejados incluso de la
tutela iraní, como el propio al-Dawa
al-Islamiyya –la Llamada Islámica–
Muqtada al-Sader, el hijo del
Muhamad Sadeq al-Sader (asesinado en Irak en 1999) que tiene un
gran predicamento entre las clases
bajas urbanas shiíes y prácticamente un ejército; y el propio
Ayatul.lah ‘Aly al-Sistani, el dirigente del chiísmo iraquí más antiguo y
venerado, que es iraní de nacimiento pero que ha vivido en Irak
casi toda su vida. Partidarios y religiosos suyos contestan la legitimidad del régimen de Irán.
Hizbu-Al.lah, por su parte, el movimiento shi’í libanés, fue fundado a
raíz del éxito de la Revolución
Islámica iraní y ha recibido ayuda
de Irán en estructuración y militarización para su lucha contra Israel.
Sin embargo, no parece obedecer
instrucciones o consignas de
Teherán; su guerra contra Israel y
su actual esfuerzo de reconstrucción y de intervención en el Estado
libanés parecen haber sido fundamentalmente suyos, siendo su
máximo dirigente, Hasan Nasr
Al.lah, un personaje con un peso y
una voluntad suficientes como para
no aceptar el mando de una figura
iraní.
Hizbu-Al.lah
Hizbu-Al.lah tiene una política propia en la región sur libanesa, en
Líbano en general, y en el sudeste
de Siria; que es, en lo shi’í, sin
duda coincidente con la shí’a iraní,
pero aparte. Por otro lado, Siria,
cuyo Gobierno es también de cuna
shi’í –la ‘alawi– aunque separada,
atiende, como potencia política que
ha sido y es en Oriente Medio, a
AFSHIN BAKHTIAR
ejemplo– igual que lo hicieron en
Líbano después de su guerra civil
e invasión israelí de los años
ochenta-noventa, lo cual inició la
estructuración y futura operatividad
de la organización shi’í armada de
Hizbu-Al.lah. En el sur de Irak las
líneas de ese influjo son los partidos políticos iraquíes que estuvieron exiliados en Irán, y que han
regresado tras la caída de Saddam
Husayn; especialmente el Consejo
Supremo de la Revolución Islámica
–CSRII– que aún siendo iraquíes
lucharon al lado de los iraníes.
Pese a esto, algunos políticos y
dirigentes del CSRII manifiestan
últimamente que “Irak debe tener
un sistema de gobierno constitucional, parlamentario y democrático”,
“somos distintos de Irán, estamos
en Irak”, (un sistema ) no shi’í ni
religioso, compartiendo el poder
entre todas las facciones para
todos los iraquíes (6). Si bien haya
iraquíes del sur que piensen y
sientan que “todos los partidos que
estuvieron alojados por Irán duran-
sus intereses de conservación y de
expansión que no son los iraníes y
que son árabes. Los intereses
actuales de Siria están en conservar de alguna forma su pasado
“protectorado” sobre Líbano: la
poderosa y en ocasiones decisiva
influencia de siempre que trata de
mantener. Lo que va unido a renovar los lazos con el antiguo Ba’az
de Irak, homólogo del Ba’az sirio,
para una nueva y posible vuelta de
aquel –‘awda– al poder en Irak
junto con el nuevo ejército iraquí,
encuadrado por los militares de
Saddam Husayn, y una alianza
con los grupos shi’íes más importantes obtenida a través de HizbuAl.lah y del propio Irán.
Evidentemente, la ‘pinza’ interior
en Líbano, entre Hizbu-Al.lah magnificado por su victoria contra Israel
y los intereses políticos sirios, existe y está en acción. Es una ‘pinza’
que, unida a la iraní, intenta contribuir al futuro casi inmediato de
Líbano e Irak; lo que deberá ir
aceptando –e incluso fomentando–
Norteamérica, dentro del complejo
sistema de alianzas, creencias e
intereses de Oriente Medio, si
quiere salir de la guerra con cierto
honor, conservando hasta cierto
punto las bases que pretende conservar y tener holgura con la repatriación de su ejército “colonial”
derrotado. Una holgura que es
paralela a la solución o al fracaso
en su crisis económica.
Hamas
Por su parte, el Movimiento y partido palestino Hamas, que tiene un
componente humano básicamente
shi’í, ganó limpiamente las
Diálogo Mediterráneo 44 55
Ensayo
Irán, imperio de arios o de shi’íes
elecciones legislativas en enero de
2006, pero desde entonces no ha
querido o no ha conseguido llegar
a un entendimiento con el Fatah,
la organización histórica de resistencia que ocupa la presidencia
del virtual Estado de Palestina. La
situación constante entre ambos
es de ruptura. El Fatah, ya desde
los últimos años de Yasir ‘Arafat,
oscilaba entre varias soluciones
con Israel para llegar a unos
acuerdos que dieran vía libre a la
llamada Hoja de Ruta. En ella está
evidentemente el reconocimiento
del Estado de Israel. Y es justamente este punto fundamental lo
que Hamas niega (8). La UE, así
como Norteamérica y Rusia, mantienen por su parte la negativa a
seguir financiando al ejecutivo
palestino mientras no salga del
marasmo y no dé Hamas algún
paso significativo en ese reconocimiento.
Esta división interna palestina,
además de establecer una situación económica y social insostenible, coarta el proceso de creación
de un Estado independiente palestino por su propia e ineficaz política
interior, no solamente causada por
la conocida corrupción y luchas
intestinas de buena parte del
Fatah, sino por el empecinamiento
de Hamas en no llegar a entender
ni a imaginar una política realista y
posible.
El esquema shi’í de fe y comportamiento es más duro que el sunní,
no encara alternativas y quiere
todo sin apearse de sus supuestos, lo que es precisamente todo lo
contrario a un posibilismo político
de diálogos y concesiones mutuas.
Por lo menos así se presenta al
56 Diálogo Mediterráneo 44
pacidad de hacerse cargo, de una
forma u otra, de Palestina, y de su
escasa combatividad global de
grupo armado en contra de Israel,
en nada comparable por ejemplo a
la combatividad de Hizbu-Al.lah.
Los orígenes de Hamas, como
movimiento esencialmente volcado
a contrarrestar al Fatah y no solamente a luchar contra Israel, lo
hacen siempre susceptible de
desazón por cuanto muchas de
sus acciones favorecen realmente
más a los intereses israelíes que a
Palestina. Incluso a pesar de sus
combatientes suicidas y de los
‘asesinatos selectivos’ que ha
sufrido.
Expansión de la shí’a
Plaza Azadi, Teherán.
exterior. Evidentemente, cuando se
cree interpretar a Dios a través de
una línea humana auto-elegida e
impositiva en una y otra dirección,
se es una teocracia y frente a la
teocracia, sea de la religión que
sea, no hay otras razones o argumentos válidos. Al fondo ultraconservador y fundamentalista israelí
AFSHIN BAKHTIAR
le ocurre lo mismo, aunque es
sobradamente dúctil y operativo en
casi todos sus pasos para el bien
de la antigua Alianza que como
comunidad hebrea mantiene con la
Divinidad.
Sin duda que Irán apuntala a
Hamas y no sólo económicamente, pero tal vez no apoya su inca-
El esquema shi’í de fe y comportamiento es más
duro que el sunní, no encara alternativas y quiere
todo sin apearse de sus supuestos, lo que es precisamente todo lo contrario a un posibilismo político de
diálogos y concesiones mutuas. Por lo menos así se
presenta al exterior. Evidentemente, cuando se cree
interpretar a Dios a través de una línea humana
auto-elegida e impositiva en una y otra dirección,
se es una teocracia y frente a la teocracia, sea de la
religión que sea, no hay otras razones o argumentos
válidos. Al fondo ultraconservador y fundamentalista israelí le ocurre lo mismo, aunque es sobradamente dúctil y operativo en casi todos sus pasos
para el bien de la antigua Alianza que como
comunidad hebrea mantiene con la Divinidad.
La shí’a se está extendiendo por
otros países musulmanes de creencia sunní. La casi manifiesta victoria de Hizbu-Al.lah contra Israel
ha provocado una oleada de contento y de atracción entre la juventud árabe, que puede ser circunstancial pero que puede calar
hondo. Hasta en Marruecos –país
que tradicionalmente desde el
periodo otomano, se ha mantenido
al margen de los grandes remolinos orientales, políticos e ideológicos, atento a sus propios problemas de pre-colonialismo, colonialismo y postcolonialismo– se manifiesta influido de un lado por el
wahhabismo sunní árabe-saudí,
que parece haber dado lugar a los
atentados de Casablanca y
Madrid, y ser extremadamente
puritano, y de otro por la shí’a,
cuyas ropas negras y otras características son ya suficientemente
visibles en la vida cotidiana de
varias de sus ciudades.
Creo que asistimos a la propagación de dos ideas autoritarias a
partir del Islam. Una, la abogada
por el llamado ‘islamismo integrista’ en los medios occidentales,
sostenida al parecer por instancias
de poder y financiación saudíes, y
otra la shi’í. Ésta sobre todo a partir de Irán. Son, por decirlo de
alguna forma inteligible, dos contingencias de imperio en expansión
apenas expresadas claramente
como tales, y mal percibidas por
los musulmanes en general, que
no piensan en viejas estructuras
califales de este tipo.
shí’a, que es –repito– una parte del
Islam más antiguo, base a su vez
de califatos e importantes reinos
medievales y, al mismo tiempo,
una fuerte ideología religiosa muy
actual, extendida a todas las zonas
Irán, bastión
próximas y a algunas lejanas,
camino del imamato y ‘contagiosa’;
está ocupando una buena porción
de las sociedades ex comunistas
que formaban la URSS, o de las
sociedades ex socialistas árabes.
El ‘contagio’, o la popularidad, proceden a mi juicio de tres factores
esenciales: uno, su compromiso
con la Divinidad y su entrega a la
fe en un mundo musulmán en
donde la sunna experimenta movimientos desatados, dudas y actitudes internas varias. Dos, el que
pese a ser tradicional y fundamentalista, la shí’a ahora aparece
como revolucionaria, innovadora y
desafiante por causa de sus actitu-
Irán une en sí mismo el concepto
de gran Estado, heredero de imperios, que ya tenían no hace mucho
los Pahlevi, junto con su unidad
cultural y étnica, y una forma poderosa, estructurada y jerárquica de
la religión musulmana, petróleo en
cantidad, desarrollo –científico,
militar, económico– y un previsible
potencial nuclear por el que está
luchando. Parece decidido a realizar y a obtener lo que quiera, convencido de su razón y su fe
–ambas en expansión entre sus
vecinos– y a no quedar detrás en
la carrera nuclear rodeado como
está por Rusia, Israel, Pakistán e
India, y algo más lejos China y
Corea del Norte, todas ellas potencias nucleares.
El Irán del Shah, que se esforzaba
por convertirlo en la quinta potencia internacional en un cuarto de
siglo, enlazando su poder con el
histórico de los viejos imperios iraníes, como dije antes, está logrando su objetivo, o lo está intentando, encuadrado por la shí’a. La
des frente a Occidente. Y tres, el
ser o parecer ser el bastión que
pueda llegar a defender al Islam en
general de este Occidente –incluido Rusia– y sobre todo de
Norteamérica.
gobiernos a Occidente y, en particular, a Norteamérica. En los casos
de Líbano y Siria tal vez no, y la
animosidad vaya contra los representantes políticos internos; muy
enrevesados por cierto. Pero no
Existe un divorcio cada vez mayor, ya conocido pero no suficientemente analizado,
entre los pueblos llamados árabes, musulmanes y cristianos, y sus respectivos
gobernantes. Hay una crítica fuerte contraria entre la juventud y muy buena
parte de la clase media, aunque en algún país la clase media tienda a valorar
positivamente las iniciativas de la Jefatura del Estado, como en Marruecos.
Independientemente de las diferencias económicas y sociales internas, siempre
presentes, y del crecimiento demográfico, la mayor animosidad va contra la alianza
o la sumisión de esos gobiernos a Occidente y, en particular, a Norteamérica.
Contra la sumisión
Existe un divorcio cada vez mayor,
ya conocido pero no suficientemente analizado, entre los pueblos llamados árabes, musulmanes y cristianos, y sus respectivos gobernantes. Hay una crítica fuerte contraria
entre la juventud y muy buena
parte de la clase media, aunque en
algún país la clase media tienda a
valorar positivamente las iniciativas
de la Jefatura del Estado, como en
Marruecos. Independientemente de
las diferencias económicas y sociales internas, siempre presentes, y
del crecimiento demográfico, la
mayor animosidad va contra la
alianza o la sumisión de esos
Notas
1 Para el continuo peso y las incidencias de Irán sobre Mesopotamia,
hoy Irak, ver: GIL BENUMEYA GRIMAU, Rodolfo, “¿Qué puede pasar
en Mesopotamia, Irak?”, Hesperia Culturas del Mediterráneo,
Madrid, 2006, año II, vol. II, pp. 347 ss.
2 Grabados los cassettes e impresas las fotos en Europa. Meses más
tarde se pretendió hacer lo mismo, o parecido, en Marruecos, con
iguales sistemas de casete y foto de la misma calidad, en contra de
Hasan II y teniendo como protagonista religioso a Al-Basri, un alfaquí,
veterano combatiente y progresista exiliado en Francia. Sé esto a través de uno de los antiguos consejeros o “fontaneros”de Hasan II,
quien me dijo que ambas campañas habían sido grabadas e impresas en la misma ciudad e imprenta.
3 Recuerdo que tanto algunos militares marroquíes, como algunos
militares europeos agregados a las embajadas en Rabat, manifestaron su incredulidad y sorpresa por ese “incomprensible fracaso”, que
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deja de haber una contra hacia
Occidente y hacia la política norteamericana, en particular la de la
Administración Bush.
Es por eso, por todo eso, que la
propagación de las ideas shi’íes es
previsible; más aún: está en ejecución y en auge. Y, dentro de las
ideas shi’íes, Irán, su imperio virtual contemplado como posible
hace un tiempo, y ahora como
regionalmente posible y probable
organizado como está por la fe, su
orden, su mística y su riqueza, y
respaldado por la pujanza positiva
y negativa que caracterizó a los
imperios arios. RODOLFO GIL BENUMEYA GRIMAU
presuponía infiltraciones o una total ineficacia. Ya entonces se
pensó en los enfrentamientos políticos internos norteamericanos
tanto como en la rivalidad de sus servicios.
Incluido el uso de gases contra las tropas iraníes, contra los shi’íes
propios del sur del país y contra los kurdos.
La Shí’a está impregnada de esoterismo gnóstico y de especulaciones astrológicas anteriores al Islam.
Entrevista del International Crisis Group, Bagdad, 6 de octubre de
2004.
United Press International, "Shiites urge Sunnis to vote", 2 de enero
de 2005
Entrevista del International Crisis Group, Bagdad, 18 de octubre de
2004
Ver “La democracia musulmana según Occidente y sus deseos”,
Hesperia, Madrid, en prensa.
Diálogo Mediterráneo 44 57
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