LA MALA EDUCACIÓN EN LA EMPRESA (WORKPLACE INCIVILITY) Guillermo S. Edelberg DBA Profesor Emérito [email protected] www.guillermoedelberg.com.ar El gerente general de una compañía manufacturera se reunía una vez por semana con cada uno de los gerentes de la empresa. Uno de éstos comentó que las reuniones lo ponían mal. Mientras él hablaba, el gerente general escribía sobre distintos temas, recibía o hacía llamadas telefónicas y le indicaba continuar si, cuando esto sucedía, dejaba de hablar. Según el gerente general, ello no le impedía mantener el hilo de la conversación; pero el gerente lo sentía como una falta de respeto o una grosería. En una organización sin fines de lucro dedicada a ayudar a niños con problemas de conducta se había incorporado un nuevo asistente social. Éste, con el transcurrir de los días, desarrolló una buena relación con los niños lo cual, decía su supervisor, era importante dadas las actividades de la institución. Varios meses después una colaboradora le hizo notar a éste que el nuevo asistente social utilizaba malas palabras o expresiones soeces en su conversación. El supervisor no lo había notado porque el nuevo empleado no lo hacía en su presencia. Sí lo hacía, en cambio, delante de los niños y éstos lo habían mencionado. El Manual de la Organización prohibía emplear tal lenguaje en horas de trabajo y el supervisor le llamó de atención. El trabajador no modificó su lenguaje. Se le llamó la atención una vez más. Algunos opinaron que ésta fue una medida generosa y se la justificó señalando su buena relación con los niños. El trabajador no cambió. Como había incurrido en el pasado en otros problemas disciplinarios, se decidió desvincularlo de la organización. Un diario sudamericano informó lo siguiente: “... Y después, el funcionario del gobierno insultó y destrató a los directivos de las entidades, describió un productor. Varios de los participantes de esos encuentros confirmaron que el funcionario usó términos duros y hasta soeces. Y aunque se pretenda minimizarlo, ese maltrato fue uno de los detonantes del movimiento de fuerza puesto en práctica”. ¿Qué tienen en común estos ejemplos provenientes de una empresa privada, una organización sin fines de lucro y la administración pública? La referencia a la mala educación, la falta de respeto entre las personas, la falta de cortesía en las relaciones interpersonales, el poco decoro, el comportamiento insolente, despectivo o «salvaje», las malas palabras, la grosería, la vulgaridad o la obscenidad en el lenguaje (esto último referido como profanity en los Estados Unidos). Temas habituales de conversación que hasta parecen triviales. 2 A lo largo de los años hemos presenciado un desmejoramiento en estas conductas en las que a veces, voluntaria o involuntariamente, hemos incurrido. ¿Pueden mejorarse? Los escépticos dirán que no mucho; pero quizás para sorpresa de algunos se han formulado recomendaciones para lograrlo en el seno de las organizaciones. En los últimos años aparecieron publicaciones en el área de management que demostraron preocupación por estos temas. Un artículo ofreció esta definición: Tal comportamiento no es ilegal, muchas empresas no identifican su presencia y los gerentes, en su mayor parte, están mal preparados para enfrentarlo. Se denomina mala educación (incivility) y se define como una desviación del comportamiento de baja intensidad que viola normas referidas al respeto mutuo y cuya intención puede o no intentar dañar al prójimo. La baja intensidad se refiere a un hecho verbal más que físico, pasivo más que activo e indirecto en lugar de directo (C. R. Pearson y C. L. Porath, On the Nature, Consequences, and Remedies of Workplace Incivility: No Time for “Nice”? Think Again. The Academy of Management Executive. Briarcliff Manor: febrero de 2005). Las autoras observan que el comportamiento descrito, que a veces constituye el inicio de una espiral de agresión y violencia, corroe la cultura organizacional y llega a representar un costo importante en lo referido a productividad, desempeño, motivación, creatividad y colaboración. Una investigación informó acerca de las reacciones de los empleados ante groserías que enfrentaron: un 28 por ciento perdió tiempo tratando de evitar a la persona maleducada; un 53 por ciento perdió tiempo de trabajo preocupándose por el incidente o por interacciones futuras; un 37 por ciento afirmó que su compromiso con la organización disminuyó; un 22 por ciento dedicó menos esfuerzo al trabajo; un 10 por ciento se quedó trabajando menos tiempo; un 46 por ciento analizó la posibilidad de cambiar de trabajo para evitar a la persona maleducada; y un 12 por ciento se fue de la empresa por esta causa (P. R. Johnson y J. Indvik. Rudness at Work: Impulse over Restraint. Public Personnel Management. Washington: invierno de 2001). En el artículo citado en primer término se recomiendan las siguientes medidas para evitar la mala educación en la empresa: ! Anunciar tolerancia cero: declarar que no se va a tolerar la falta de respeto a los empleados. ! Mirarse en el espejo: los gerentes deben analizar cómo tratan a sus colegas y a sus subordinados. ! Evitar que personas maleducadas se incorporen a la empresa: incluir este aspecto en el proceso de selección, especialmente en el caso de posiciones gerenciales. ! Enseñar buena educación: ésta es una habilidad que se puede mejorar mediante el entrenamiento. ! Estar atento a indicios de mala educación: fomentar la retroalimentación para identificar estos casos. ! Manejar los casos de mala educación apenas se tenga conocimiento de ellos: hacerlo independientemente del nivel de la persona que se trate. ! Ocuparse de cualquier indicio de mala educación: no hacerlo desalienta a los empleados. ! No ser permisivo con personas valiosas para la organización: si corresponde, debe aplicárseles las medidas disciplinarias correspondientes. ! Invertir en investigar los motivos del alejamiento de distintos ex empleados: la información así obtenida puede ser valiosa. 3 Se da el primer paso, dice otra autora, cuando la empresa reconoce que la buena educación es importante. ¿Lo es? 1 El tango ya lo anticipa: ...por sinvergüenza y malhablado 2 si no espiantás 3 vas a cobrar . 1 Sos un charlatán. Tango. Letra y música: Emilio González Ortiz. Espiantar: sacar o salir de un lugar, por lo común en forma repentina (Diccionario del Habla de los Argentinos). 3 Cobrar: recibir una paliza (op. cit.). 2