Mientras la derecha y el centro no le den importancia a

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DOMINGO 19 DE OCTUBRE DE 2014
A 25 AÑOS DE LA CAÍDA DEL MURO
REPORTAJES
Párrafos
marcados
‘‘
‘‘
CHILENOS EN BERLÍN
.....................................................................
Al aceptar y mantener
silencio, la interpelación
ética mínima era por qué
condenaban, entonces, la
otra dictadura en Chile.
Quedaban entrampados y
prefirieron cerrar el
tema”.
RESPONSABILIDADES
JUAN EDUARDO LOPEZ
Quedó pendiente y confío
en que, al cumplirse 25
años de la caída del Muro,
la izquierda que se
identificó y justificó
políticamente regímenes
totalitarios, lo asuma,
porque estos modelos
jugaron un papel en el
Chile de los 70”.
CÓMO ENRÍQUEZ Y ALLENDE SE CONVIRTIERON EN “HÉROES”:
“Mientras la derecha y el centro no le den
importancia a la batalla de las ideas, seguirán
a la defensiva en un mar de ideas de izquierda”
—¿Por qué evita en el libro dar nombres o episodios que pudieran ser reveladores de la convivencia
entre los chilenos detrás del Muro?
—Las personas no son importantes. Quise recuperar
esa atmósfera, porque es llamativo que, siendo tantos los
chilenos que vivieron durante años detrás del Muro, no
haya más relatos de lo vivido. Quien más se acercó fue
Carlos Cerda con su novela “Morir en Berlín”. La memoria
ampliada es siempre buena, es sano y legítimo recordar
etapas lejanas y traerlas al presente, como lo hicimos el
año pasado en Chile, con el 11 de septiembre y las violaciones a los derechos humanos en el período dictatorial.
Otros sectores no hicieron su tarea.
—¿A quién se refiere?
—Uno puede estar de acuerdo o no, pero es bueno e
importante que un país en democracia analice su historia
reciente. A la derecha y la DC les faltó poner el acento en
la historia entre 1970 y 1973, que también fue traumática para Chile, porque se produjo la extrema polarización
y división del país. Habría reafirmado que nada justifica la
violación de los derechos humanos y la importancia de
evitar la descalificación, buscar el diálogo y los acuerdos
dentro de las diferencias. Quedó pendiente y confío en
que, al cumplirse 25 años de la caída del Muro, la izquierda que se identificó y justificó políticamente regímenes
totalitarios, lo asuma, porque estos modelos jugaron un
papel en el Chile de los 70.
—¿Fue una decisión acertada la actitud del ex
Presidente Piñera por el 11? Se lo criticó por provocar un debate que divide a la derecha.
—Aquí no caben esos cálculos pequeños, tampoco
guardar silencio con los 25 años del Muro. Para la salud
democrática del país, fue muy importante el ejercicio que
hizo el Presidente Piñera, aunque haya gente descontenta en la derecha. Los protagonistas tienen que asumir los
costos de la historia; las responsabilidades pueden irse
postergando pero terminan pasando la cuenta.
—¿Cambió su visión sobre la renovación de la izquierda chilena?
—Fue importante que valorara nuevamente el sistema
democrático, pero hoy ha cambiado otra vez su visión
respecto de la profundidad de la democracia y la Constitución que fue reformada por el Presidente Lagos.
“Hemos sufrido un retroceso inquietante, hemos perdido la capacidad de diálogo y de llegar a acuerdos sin
creerse dueños de la verdad. Desde los 70 que no teníamos un ambiente tan crispado ni una polarización tan
marcada como hoy. Me preocupa, porque Chile tiene
quilla muy corta y pierde fácilmente el equilibrio.
rano de la peor dictadura del mundo,
como Corea del Norte, y no tenga costo político alguno”.
“No me topé con la Presidenta Bachelet en Alemania Oriental; ella estuvo poco tiempo y se fue antes de que
yo llegara. La escuché en un programa
de televisión que vi hace poco en la
red, donde la entrevistó un periodista
alemán en La Moneda. Ella cuenta
que como estudiante de medicina viajaba en el metro y escuchaba críticas
de otros estudiantes alemanes, y les
decía que no sabían lo que tenían: educación gratis, libros gratuitos que no
hay en América Latina”.
“Me imagino que en su próxima visita a Alemania escucharemos la reflexión de la Presidenta Bachelet sobre lo
que fue para ella Alemania Oriental, a
propósito de los 25 años de la caída del
Muro y en relación a la discusión sobre democracia y dictadura”.
“Para no morir
de tristeza”
“Escuché muchas veces que había
un momento crucial en la vida de los
germanos orientales, lo cuento en el libro. Los niños alemanes orientales
eran bastante felices en su Kindergar-
D9
—¿Qué razones explicarían este cambio?
—En Chile se dio un ciclo de excelencia, que demandó
mucho compromiso y postergación de todos, un ejercicio
difícil que necesita de liderazgos muy mesurados. En la
izquierda faltan líderes como Zaldívar o Lagos, o el senador Larraín en la derecha, que buscan acuerdos sin creer
que todo tiene que alcanzarse inmediatamente.
—Y a Piñera, ¿no lo pone en esa categoría?
—Él no está hoy en la primera línea de la política, aunque todo indique que irá en esa dirección. Durante su exitoso período de avances, el Presidente Piñera tuvo que
gobernar con la presión y presencia masiva de la izquierda, que intentó opacar sus logros y generar la sensación
de que el país estaba convulsionado. Recuerdo perfectamente cuando eso comenzó, durante el mensaje presidencial de mayo de 2011, en el Congreso. El Presidente
fue interrumpido unas 70 veces por gritos perfectamente organizados y coordinados desde diferentes lados de
las graderías. En ese momento, algunos sectores cancelaron la convivencia democrática, en el primer quiebre en
el Chile post 90. Luego vienen las marchas.
—¿Influyó que por primera vez la Concertación
estuviera fuera del gobierno?
—Hay una preocupante dosis de intolerancia, de creer
que solo un sector puede gobernar el país y que el adversario no tiene legitimidad. Demuestra un inquietante déficit de cultura democrática. La gente hoy no piensa que
esté mejor que hace un año, hay más inquietud e incertidumbre. Cuba y Venezuela tenían maravillosos horizontes utópicos, pero…
—¿Ve “horizontes utópicos” en Chile?
—No dudo de la legitimidad del gobierno de la Presidenta Bachelet, pero si uno suma cuántos fueron a votar
y cuántos de esos partidarios conocían el programa, no
hay duda de que es una minoría la que está a favor de los
planteamientos del Gobierno. Las encuestas muestran
cómo se erosiona su apoyo y preocupa que resurja este
peligroso matrimonio entre una minoría iluminada y un
programa bastante radical. La lección que dejó nuestra
tragedia es que los cambios necesitan de un apoyo transversal que los haga duraderos, que no estremezcan la
convivencia y no asusten a los inversionistas.
“Durante mucho tiempo los partidos de centro, la derecha y los liberales, como me siento, no nos hemos
preocupado de la batalla de las ideas, que es fundamental
para el equilibrio democrático en una sociedad. Muchos
democratacristianos hoy no saben quién es Maritain,
mientras la izquierda ha sabido desarrollar y proyectar
muy bien sus ideas. Y ese trabajo es legítimo”.
ten y primeros años escolares, con una
caricatura de Honecker muy bueno, y
un imperialismo muy malo. Hasta el
momento terrible en que crecían y se
daban cuenta de que vivían encerrados; ahí enfrentaban a sus padres por
el tema del Muro. Con dolor, el padre
tenía que contarles que no podrían salir libremente hasta que cumplieran
65 años. ‘No es importante, disfrutemos este sistema’, era la explicación
que daban.
“Una respuesta para no morir de
tristeza, que cambiaba sus vidas y les
hacía tomar conciencia del encierro,
de que no eran libres”.
“Todo violador de
derechos humanos
debe ser juzgado... no
siempre es realidad”
“Desde el punto de vista de los alemanes orientales, hay muchas opiniones sobre Erich Honecker. Sus
testimonios están en abundantes videos y películas. Algunos dicen: ‘este hombre me hizo tanto mal a mí y a
mi familia, que no es reparable, ya
me da lo mismo si se fue’. Otros cre-
—Es uno de los déficits más criticados del gobierno de Piñera: su falta de relato, de ideología.
—Esto comenzó mucho antes de 2010, aunque efectivamente no se pudo poner al centro la batalla de las
ideas desde el comienzo, por la urgencia del terremoto. El
hecho más claro fue cuando la DC no se atrevió a recordar
que con la derecha se opuso a lo que temió fuera una
posible dictadura comunista y prefirió recordar con la izquierda a la dictadura que vino después.
—¿Cree que hay una idealización de la UP?
—Se ha olvidado que somos modelo para América
Latina desde hace muy poco y que hay razones para
eso. Miguel Enríquez, Allende o Recabarren han sido
siempre héroes en la izquierda; lo interesante es cómo
se convierten en héroes para el resto de la sociedad.
Mientras la derecha y el centro no den importancia a la
batalla de las ideas, seguirán a la defensiva en un mar
de ideas de izquierda.
“Piñera puso al mundo de la cultura
sobre pies sólidos”
—Una de las metas de Piñera fue permear el mundo de la cultura. ¿Lo logró en su gobierno?
—El gobierno de Piñera puso al mundo de la cultura
sobre pies sólidos. Cuando llegamos, estaba en Dicom
por el manejo financiero de los gobiernos anteriores. Es
relativamente fácil entregar más y más fondos, lo difícil
es ejecutarlos bien y nuestros niveles de ejecución fueron
mucho más altos que en gobiernos anteriores.
“Tuvimos un diálogo permanente y fluido con la comisión de la Cámara de Diputados, donde éramos minoría y
avanzamos siempre con unanimidad”.
—Este gobierno retiró su proyecto sobre Ministerio de Cultura y la ministra ha sido crítica de su
gestión.
—Cuando se tienen ideas refundacionales se lleva al
país a la situación en que hoy está. Lo cierto es que aprobamos casi el 75% del proyecto por unanimidad y sin votos en contra. Cuando haya transcurrido algo más de este
gobierno se podrá comparar.
—¿Es una oportunidad para la centroderecha?
—Los escenarios hacia el futuro escapan a lo racional,
con esta tendencia económica en picada y esta tremenda
crispación política. Si seguimos erosionando la convivencia democrática, puede aparecer un líder populista y
agudizar aún más la polarización. En Chile reina en este
momento la confusión, hay que parar y pensar para trazarnos un camino en que estemos todos de acuerdo. n
en que debió pagar hasta el final en
una cárcel, porque ‘mi padre murió
antes de cumplir los 65 años y nunca
pudo salir’.
“¿Margot Honecker? Muchos documentales que pueden verse en la
red muestran testimonios de víctimas
que sufrieron torturas, prisión y apremios en la ex Alemania Oriental y que
identifican o siguen a sus torturadores
que hoy están libres y son profesionales en la nueva Alemania. Todo violador de los derechos humanos debe ser
juzgado en democracia; no siempre es
una realidad”.
“En el socialismo
se pierde dos veces”
“Aún hay diferencias entre los alemanes occidentales y orientales. No
es posible subsanar 40 años sin libertad, dividiendo el mundo entre buenos y malos, con sistema de partido
único, policía política, cárcel. Todos
los que vivieron la experiencia del
comunismo quedaron marcados, les
costó enfrentar la vida en democracia, con competencia, diversidad. Yo
mismo, cuando crucé el Muro, sentí
temor, incertidumbre y desprotección; podía terminar debajo del
puente si me iba mal… Al principio
tuve miedo, había pasado de la mano
protectora de mi madre y mi padre al
régimen de Castro y al de Alemania
Oriental”.
“Cambiar la mentalidad es un
proceso muy lento; más rápido se
echa abajo el muro, se restituyen las
calles y la economía. Siempre quedan la mirada y la actitud. Lo descubrí en La Habana: los policías no tenían que pedirles carnet a los cubanos que intentaban colarse en los
hoteles para extranjeros. Los paraban solo por su gesto. Por el movimiento sabían perfectamente que
no venían de occidente”.
“En algunos sectores alemanes
queda un resentimiento hacia el wesi, el ciudadano occidental que tuvo
suerte en la vida, que muchas veces
es prepotente porque viene de una
sociedad que al final tuvo la razón.
Como me dice el jefe de inteligencia
de la ex Alemania Oriental en el libro: “¿Por qué me tocó a mí estar del
lado de los perdedores? Trabajaba
más que en Alemania occidental, ganaba menos. ¿Qué culpa tengo?”.
“Es terrible. Siempre digo que en el
socialismo se pierde dos veces: cuando toca vivir en él y en la transición al
capitalismo que siempre llega”. n
“Me cuenta una conocida, que vivió
en la ciudadela de Wandlitz, donde
detrás de muros y alambradas
residía el Buró Político del SED, que
Honecker regresaba a diario del
trabajo alrededor de las siete de la
tarde. El Citroën lo dejaba en la
puerta de su casa de dos pisos, y él
atravesaba el jardín por un sendero
de pastelones de hormigón cargando
un maletín de cuero con la cabeza
gacha, sin saludar a los vecinos ni a
los niños que jugaban.
—¿Qué crees que llevaba en el
maletín? —me preguntó la mujer,
que lo conoció desde niña.
—No sé, documentos, libros, diarios.
—Casetes. ¡Llevaba casetes de
películas occidentales! ¡Casi todas
pornográficas o de acción y violencia!
Mierda pura. Se pasaba viendo
películas sin hablar con nadie ni salir
al jardín en los días de sol. Todos lo
sabíamos, mandaba a tipos de la
Stasi a buscar casetes a Berlín Oeste.
Nunca creí que eso fuera cierto hasta
que leí la entrevista a su mayordomo,
que está disponible en internet. Allí
el antiguo sirviente dijo
que su jefe prefería ver
películas de ‘fuerte
contenido sexual’”.
Entre los asistentes a la
sesión del Comité Chile
Antifascista estaban José
Rodríguez Elizondo y Luis
Moulian. Se veían
ostensiblemente incómodos,
preocupados, deprimidos por
las circunstancias y escépticos
con respecto a poder
acostumbrarse a la vida detrás
del Muro. Sus intervenciones de esa
noche, que me sonaron algo
académicas, estuvieron destinadas a
agradecer a las autoridades que los
acogían.
Me pareció que apenas lograban
ocultar una inquietud que
seguramente los desvelaba: ¿cuál
sería su futuro? ¿Tendrían derecho a
una vivienda y trabajo decentes?
Sospecho que los atormentaban
también otras preguntas: ¿tendrían
que quedarse durante años en ese
país socialista”.
—Ven con nosotros a la ciudad de
Zwickau —me ordenó la directora
del vespertino—. Hay una huelga de
compatriotas tuyos en una fábrica de
cecinas y otra en la fábrica de
automóviles Trabant.
—¿Grave? —pregunté, simulando
sorpresa.
—Desde la rebelión
contrarrevolucionaria de 1953, en
Berlín, no tenemos huelgas en la
RDA.
(...) —Son los pequeñoburgueses del
PS —afirmó la dueña de casa en
cuanto pasamos al living. Nos ofreció
un té y puso un disco de
Quilapayún—. Se fueron a la huelga
porque no quieren seguir trabajando.
Dicen que no vinieron a ser obreros,
que en Chile eran profesores”.
“Para envidia de los militantes de
otros países, los chilenos éramos los
estudiantes predilectos de la escuela,
ya que simbolizábamos la lucha
contra Pinochet. Se suponía que tras
finalizar el curso iríamos a Chile a
desafiar a la dictadura, impresión
que nos dotaba de un aura mística.
Por eso casi todas las canciones que
entonábamos, como “Venceremos”,
“Plegaria de un labrador” o “Gracias
a la vida”, o los poemas de Pablo
Neruda que recitábamos, adquirían
cierto carácter fúnebre, pues la
muerte nos esperaba a la vuelta de la
esquina”.
“Me tocó acompañar a Vilma Espín,
esposa del general Raúl Castro.
Entonces conocí cómo organizaba la
RDA el shopping de los máximos
dirigentes de otros países
comunistas. La mayor tienda Konsum
abrió un domingo por la mañana
especialmente para que Espín
pudiera comprar ropa sin
contratiempos ni testigos.
La supertienda socialista de cinco
pisos de departamentos tenía una
entrada lateral para personalidades
nacionales y extranjeras, las que
accedían a salones especialmente
acondicionados y provistos de oferta
nacional seleccionada. Existía
además la posibilidad de acceder a
un intershop, tienda aledaña en que
todo se pagaba en moneda occidental
y en la que solo había productos del
capitalismo.
La delegación cubana no pasó al
intershop, pero al día siguiente un
funcionario de la embajada cubana
de Berlín Este fue enviado al Berlín
capitalista a comprar perfumes y
lociones para Raúl Castro.
—El pobre tiene la piel muy sensible
y solo hay una marca, una francesa,
que no le causa alergia —me explicó
Vilma”.
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