OPCION Pobres - Compartir en Cristo

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OPCIÓN PREFERENCIAL POR LOS POBRES:
Evangelizar a los pobres
Jesús se presentó con la señal característica de la llegada de los tiempos mesiánicos: "Los
pobres son evangelizados" (Mt 11,5; Lc 7,22; cfr. Is 35,5ss). Su predicación llegaba a todos los
rincones y aldeas (cfr. Lc 4,14; Mt 9,35). Al llegar a Nazaret, explicó el significado de su
cercanía a todo ser humano: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para
anunciar la buena nueva a los pobres" (Lc 4,18; cfr. Is 61,1ss).
En las páginas evangélicas, esta cercanía de Jesús hacia los "pobres", se concreta en toda clase
de necesidades y de marginación o de vida escondida: pastores, Simeón y Ana, Nicodemo (el
fariseo que busca la verdad), la samaritana (la mujer divorciada), la Magdalena, los enfermos,
las multitudes hambrientas, Zaqueo (el publicano)...
La cercanía de Jesús para "evangelizar a los pobres" (Lc 4,18; Mt 11,5), se distingue
radicalmente de los falsos "mesianismos" de todas las épocas, que ya se reflejan en las
tentaciones del desierto (Mt 4,1-11). Jesús ha venido para "buscar y salvar lo que estaba
perdido" (Lc 19,10), como también para "llamar a los pecadores" (Mt 9,13; Mc 2,17).
Tanto en la misión de Jesús como en la de la Iglesia, es el mismo Espíritu Santo, el Espíritu de
Dios Amor, quien insta a la predicación (Lc 4,14) y a la "evangelización de los pobres" (Lc
4,18). Por esto, el mensaje de las bienaventuranzas, que es el resumen del evangelio, gira en
torno a los que sufren, los pobres, la misericordia, la paz, la sed, las lágrimas, la persecución...
"Bienaventurados los pobres de espíritu"
Jesús proclama "bienaventurados" a los pobres (Mt 5,3), es decir, a los que en esas
circunstancias de dolor descubren que la vida todavía se puede transformar en donación a Dios
y a los hermanos. Esas personas son las que se comprometerán a compartir los bienes y a ayudar
a los hermanos a salir de sus males materiales y morales. Puesto que "el lenguaje del Evangelio,
el lenguaje de las bienaventuranzas" (TMA 20), "la Iglesia quiere extraer toda la verdad
contenida en las bienaventuranzas de Cristo y sobre todo la verdad contenida en esta primera:
«Bienaventurados los pobres de espíritu»" (RMi 60).
Hoy los sectores de pobreza se han ampliado. Son los nuevos pobres: pueblos sumergidos en la
pobreza, personas sin trabajo, falta de cultura, emigrantes, exiliados o refugiados, marginados,
familias rotas, niños de la calle o traumatizados, minorías étnicas marginadas, barriadas
periféricas, nuevas enfermedades, minusválidos, terminales,... La aportación de la Iglesia a estas
situaciones de pobreza (que reclaman la promoción social), consiste en "dar un sentido más
humano al hombre y a su historia" (GS 40). Por esto hay que distinguir, sin separar,
evangelización y promoción humana. Hay siempre "inmensos espacios para la caridad, el
anuncio evangélico, la educación cristiana, la cultura y la solidaridad con los pobres, los
discriminados, los marginados y oprimidos" (RMi 69). Los más pobres son los que todavía no
han encontrado la fe en Cristo.
La nota de autenticidad en la evangelización
A la luz de la misión de Jesús, la evangelización de los pobres aparece como parte esencial de
la misión de la Iglesia. "Fiel al espíritu de las bienaventuranzas, la Iglesia está llamada a
compartir con los pobres y los oprimidos de todo tipo. Por esto exhorto a todos los discípulos de
Cristo y a las comunidades cristianas, desde las familias a las diócesis, desde las parroquias a los
Institutos religiosos, a hacer un sincera revisión de la propia vida en el sentido de solidaridad
con los pobres" (RMi 60). "El amor de la Iglesia por los pobres... pertenece a su constante
tradición" (CA 57).
La cercanía a los "pobres" es la nota de garantía de la evangelización de la Iglesia, sin excluir
a ningún ser humano y a ningún pueblo, de los medios de salvación instituidos por el Señor.
Desde el día de Pentecostés y en cada nueva venida, el Espíritu Santo impulsa a la comunidad
eclesial a compartir los bienes para que no haya ningún necesitado (Hech 4,31.34). Los pobres
no quedaban marginados (Hech 6,1-7). La venida del Espíritu era para todos, sin distinción. La
conversión a la fe no era privilegio de nadie, sino un don conferido frecuentemente a las clases
marginadas (1Cor 1,26-27; Hech 2,41). En los escritos de San Pablo, aflora una preferencia
especial por los necesitados (Rom 15,26ss; 1Cor 16,1ss). "Los oprimidos por la miseria son
objeto de un amor de preferencia por parte de la Iglesia" (CEC 2448).
Uno de los puntos clave de la renovación eclesial, para derivar en disponibilidad misionera,
será siempre la actitud de pobreza evangélica, a pesar del riesgo de extremismos. La Iglesia ha
de ser siempre Iglesia pobre y de los pobres. "Ha llegado el momento de hacerse realmente
hermanos de los pobres en la común conversión hacia el desarrollo integral, abierto al Absoluto"
(RMi 59). Sólo a partir de esta renovación, será posible una "opción preferencial de la Iglesia
por los pobres y los marginados", para poder "hacerse voz de todos los pobres del mundo"
(TMA 51). "La Iglesia tiene una conciencia viva de ser pobre en medio de los pobres, como lo
fue su fundador Jesucristo: pobre entre todos los pobres del mundo... para pasar, como Cristo,
en medio de ellos «haciendo el bien» (Hech 10,38)" (Juan Pablo II, Aloc. durante la oración
mariana, 14.4.91).
Documentos: LG 41; RMi 37, 59-60, 83; CA 57; CEC 2443-2449.
Estudios: AA.VV., Evangelizzare pauperibus, Atti della XXIV settimana biblica (Brescia,
Paideia, 1978); L. De CANDIDO, Pobre, en: Nuevo Diccionario de Espiritualidad (Madrid,
Paulinas, 1991) 1574-1593; Y.M. CONGAR, El servicio de la pobreza en la Iglesia (Barcelona,
Estela, 1964); C. De FREITAS, Pobres, en: Diccionario Teológico de la Vida Consagrada
(Madrid, Pub. Claretianas, 1989) 1310-1323; A. GELIN, Les pauvres de Yahvé (Paris, Cerf,
1962); P. GAUTHIER, Los pobres, Jesús y la Iglesia (Barcelona, Estela, 1964); G.
GUTIERREZ, Evangelización y opción por los pobres (Buenos Aires, Paulinas, 1987); J.M.
IRABURU, Pobreza y pastoral (Estella, Verbo Divino, 1968); H. RZEPKOWSKI, Theologie
der Armut als ein Ansatz zur Missionstheologie, en: Portare Cristo all'uomo (Roma, Pont.
Univ. Urbaniana, 1985) II, 743-745.
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