Entrevista “Hasta ahora solo teníamos licencias precarias, irrevocables y hereditarias” Edison Lanza es un periodista del semanario Brecha, director del Centro de Archivo y Acceso à la Información Pública (CAINFO) e integrante de la Coalición por una Comunicación Democrática. Creada en 2010, esta Coalición está integrada por varias organizaciones de la sociedad civil1, que vienen trabajando en torno a la democratización de los medios de comunicación desde esta fecha. Reporteros sin Fronteras: ¿Cuáles son los aportes de la nueva ley de medios de Uruguay y cómo se justifica esta normativa en el contexto actual? Edison Lanza: En primer lugar, se trata de una primera ley en esta materia para el país. En segundo lugar, establece claramente tres sectores en la comunicación, en equilibrio: el sector público, el comercial y el comunitario. En tercer lugar, el proyecto dedica capítulos enteros a situaciones que hasta ahora no habían sido reguladas. Hay capítulos en relación a la protección de los niños, al respeto a la diversidad, una serie de cuidados a la hora de emitir imágenes que puedan suponer violencia o incitación al odio. Se refiere a la asignación de frecuencias. Se creará un consejo que requerirá venia parlamentaria para que genere ciertas garantías, algo que tampoco existe hasta el momento. La ley crea una defensoría de audiencias para mediar entre las audiencias y los medios de comunicación. Un capítulo establece una serie de mecanismos para prevenir la concentración, la acaparación de frecuencias, donde también notoriamente existe una debilidad muy grande actualmente. Esta ley crea un marco para prevenir que haya grupos que sean predominantes en materia de medios de comunicación. ¿Qué rol le cupo a la sociedad civil en el hecho de que esta ley llegara al Parlamento? La sociedad civil jugó un rol fundamental desde 2010 y fue un actor de relieve por primera vez. Fue el contrapeso del poder del lobby de los dueños de los medios la comunicación. Cuando el proceso arrancó en el 2010, con el trabajo del Consejo Técnico Consultivo, los medios tenían sus posiciones. Pero la Coalición tenía propuestas también, y algunas se plasmaron. Luego, en el cabildeo, fue la sociedad civil que denunció el hecho de que la ley se había paralizado, que había plazos. En ese aspecto, fuimos los únicos que tuvimos una posición constante, salvo algunos medios de comunicación que siguieron este tema. Después, hicimos campañas concretas, por ejemplo cuando se suspendió el llamado para la televisión digital. La campaña “Cambiá la televisión” movilizó, mientras que no ha habido muchos antecedentes de una campaña de incidencia de la sociedad civil luchando contra los poderes concentrados para poder torcer una decisión del gobierno que los favorecía. Realizamos también cosas más clásicas de incidencia: nos entrevistamos con autoridades, 1 La Coalición por una Comunicación Democrática está integrada, entre otros, por: APU (Asociación de la Prensa Uruguaya); CAINFO (Centro de Archivo y Acceso a la Información Pública); Grupo Medios y Sociedad; Cotidiano Mujer; MYSU (Mujer y Salud en Uruguay); Colectivo Ovejas Negras (derechos LGTB); Red Especial Uruguaya (derechos de las personas con discapacidad); SUA (Sociedad Uruguaya de Actores; LICCOM (Licenciatura en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de la República); Vos y Voz y El Abrojo (derechos de la niñez). legisladores, hicimos una denuncia ante la Institución Nacional de DDHH, la cual prosperó. No digo que haya sido el único factor para que el gobierno revisara su posición de suspender el llamado, pero fuimos un factor importante. ¿Desde dónde llegan las resistencias al proyecto de ley? El proyecto no solo fue elaborado por el gobierno, sino que todos los sectores vinculados al tema participaron en el proceso desde el comienzo. Todos participaron en el Consejo Consultivo: las cámaras que representan a los medios más grandes o los más concentrados, los medianos, los pequeños, y los sindicatos. Desde el principio, los sectores que tienen mayores privilegios resistieron los aspectos que tocan intereses económicos y la concentración de medios, y que buscan democratizar la comunicación. La Asociación Nacional de Broadcasters Uruguayos (ANDEBU), que nuclea a los tres grupos mayoritarios de los medios de comunicación, resistió a la regulación de las licencias, mientras que hasta ahora solo teníamos licencias precarias, irrevocables y hereditarias, etc. Algunos sectores políticos partidarios señalarón que la mejor ley de comunicación es la que no existe. Esta regulación, como cualquier regulación, les parece excesiva. Los dirigentes políticos de la oposición, que piensan que su posición en relación a la ley le va a generar algún rédito político en materia electoral, se pronunciaron en contra de la ley también. De ahí han venido las principales oposiciones, por razones ideológicas o de cálculo político, cuando todavía no se conocía el proyecto de ley. Sin embargo, ahora que se dio a conocer, no se han levantado muchas voces en contra del proyecto. Ya nadie sostiene que este proyecto violenta la libertad de expresión. ¿Se puede comparar la ley uruguaya a su “par” argentina? Con respecto a la elaboración de las bases, trabajamos con colegas argentinos, que fueron responsables de la redacción de la ley argentina. Pero nos fijamos mucho en las leyes de España, de Inglaterra y de los Estados Unidos también, y trabajamos en base a estándares del sistema Interamericano de DDHH con respecto a la libertad de expresión. Si bien la ley argentina también toma insumos de allí, hay elementos más explícitos en cuanto a las garantías en nuestro caso. Entonces, creo que nadie puede decir que la ley uruguaya es una “ley mordaza”, y la ley argentina tampoco lo es. En los dos casos, hay una defensoría del público. Sin embargo, nos apartamos de la ley argentina en el capítulo sobre la concentración. El gobierno uruguayo se quiso diferenciar explícitamente a nivel del plazo para adecuarse a la nueva ley: es de cinco años, lo que permite a cualquier grupo económico adecuarse sin trauma. Se trata de evitar la polarización que hubo en Argentina, donde el plazo es de un año. ¿Bastaría con los votos del oficialismo para la aprobación de la ley? Si, porque puede aprobarse esta ley con mayoría simple. Además, no hay críticas sustantivas en contra del proyecto. Muchos actores que tenían miedo de que fuera censura o una “ley mordaza” abandonaron ese discurso, una vez que conocieron el proyecto, porque es una ley democrática. Entonces, la Coalición espera que otros sectores políticos se sumen y la voten. Es importante porque va a modificar una de las últimas leyes estructurales que tratan temas estratégicos, que perviven de la época de la dictadura. ¿Ya han tenido algunas opiniones internacionales acerca de la ley? Frank LaRue -relator especial de las Naciones Unidas sobre la promoción y protección del derecho a la Libertad de Opinión y Expresión- estuvo en Uruguay en mayo de 2013, aún sin que se hubiera dado a conocer el texto. Pero se manifestó muy complacido. Dijo que el proceso de desarrollo de la ley era un ejemplo a seguir para América Latina, dado el debate previo que tuvimos. Además, es partidario de eliminar los monopolios. Parece entonces que estaría de acuerdo. Estamos en contacto con Catalina Botero, relatora especial para la libertad de expresión para la Comisión Interamericana de DDHH, para que pueda expresarse en torno a este proceso, durante algún evento. También estamos trabajando a través de organizaciones y de redes de la región para conseguir el apoyo. Entrevista realizada por Mirtha Villa en Montevideo