Jabones: aliados de la higiene

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Lavar las manos con agua y jabón es la opción
más efectiva; sin embargo, cuando no es posible,
un gel antibacterial con 70% de alcohol
es una buena alternativa
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Jabones
Aliados de la higiene
Con variaciones en su composición química y presentación, están formulados
para eliminar el exceso de grasa y la suciedad de la piel. No obstante,
usados de forma indiscriminada, podrían irritar y lesionar la barrera cutánea
Lena Jahn Santorufo | fotografía orlando palencia
Limpiar el cuerpo con algo más que agua ocupa al
De uso específico
hombre desde, aproximadamente, el año 2500 aC,
según se menciona en tablas sumerias que describen la primera receta registrada para la fabricación de jabones de uso personal, elaborados a
partir de la mezcla de aceites y cenizas de madera.
También los griegos, desde el año 1200 aC, sacaron provecho higiénico de la Saponaria officinalis,
planta herbácea conocida como “jabonera” por
las propiedades espumantes y limpiadoras de sus
raíces al entrar en contacto con el agua.
Hoy, la producción de jabones se basa en una
reacción química llamada “saponificación”,
unión entre un álcali (hidróxido metálico, por lo
general de sodio o de potasio) y un ácido graso de
origen vegetal o animal. El resultado: sustancias
tensoactivas de acción detergente que rompen
los enlaces de grasa y remueven las partículas
de suciedad no solubles en el agua.
Diferenciados en su composición química, la
cual determina el valor de su pH (medida de acidez o alcalinidad), hay jabones de uso cosmético,
para el aseo diario de la piel sana, y de indicación
médica, para la prevención y el tratamiento de
lesiones cutáneas. En ambos casos, debe atenderse a la formulación del producto y su correspondencia con las características particulares
del cutis, señala la dermatólogo Ana Graciela
Angulo: “Si bien todos los jabones son de venta
libre, la recomendación es acudir al especialista
para recibir orientación efectiva tanto en la elección como en la combinación, en caso de que se
requieran productos complementarios para el
cuidado de la piel”.
En barra, líquido, espuma o gel –alternativas
de propiedades idénticas–, cada jabón tiene su
indicación: aunque comparten similares ingredientes para su función primaria de limpieza,
ciertos componentes determinan su uso. Angulo
identifica las principales categorías:
• Cosméticos
Denominados tradicionalmente “jabones de tocador”, abarcan una extensa gama de productos
fabricados por casas comerciales. Por lo general,
presentan un pH alcalino (de valores entre 8 y
10) que, en algunos casos, puede resultar lesivo
para la piel, cuyo pH es más bien ácido (entre 3,5
y 5,5). Algunas variedades incorporan sustancias
–como la glicerina y la lanolina– que contrarrestan este desbalance y moderan la acción irritante
que el detergente puede ejercer en ciertas pieles,
especialmente si son secas o sensibles.
Entre las opciones de tocador, Angulo recomienda jabones blancos y de suave fragancia
–aquellos de colores llamativos y perfumes intensos son los más irritantes– o los identificados
como neutros, cuyo pH de 7 se aproxima a los
valores de la superficie cutánea. Ambas alternativas funcionan para la higiene corporal y facial
de personas con piel normal.
Dentro de este grupo están incluidos los jabones de acción antibacteriana. Sin embargo, éstos
sólo están indicados para la higiene de las manos
y el tratamiento de ciertas infecciones leves de
la piel –como foliculitis–, y en ningún caso deben
ser utilizados de forma indiscriminada.
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El jabón azul está contraindicado para la higiene de la piel: por su pH alcalino,
es un limpiador abrasivo que agrede la barrera cutánea
También de uso cosmético, pero con un pH
ácido similar al de la piel, se encuentran los jabones o detergentes sintéticos, llamados syndet
(acrónimo del inglés synthetic detergents), los
cuales limpian sin alterar la barrera cutánea,
una característica que los hace recomendables
para todo tipo de piel, sobre todo las delicadas o reactivas a alérgenos ambientales, o las
sensibilizadas temporalmente por la acción de
tratamientos secantes o astringentes. Además,
son favorables para la higiene facial y corporal
de bebés, niños y ancianos.
La fórmula sintética es compartida por diversidad de detergentes, entre ellos los desarrollados
para la higiene íntima femenina, los cuales son
productos adecuados al pH de la mucosa genital
–más bajo que el de la piel– y protectores del
equilibrio de la flora bacteriana.
A la hora de compartir
Si bien la efectividad de un jabón no varía en función
de su presentación, para baños de uso compartido
se recomiendan, por razones higiénicas, productos
líquidos, en espuma o en gel: contenido
en un dispensador, el jabón está protegido de humedad,
bacterias y suciedad, y conserva mejor sus propiedades
limpiadoras.
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• Medicados
Indicados para condiciones cutáneas específicas, y sobre todo para el cuidado facial, agrupan
variedades para piel grasa o con problemas
de acné, que incorporan azufre, ácido salicílico
y partículas granulosas de acción exfoliante; y
para pieles resecas o sensibles, que añaden a un
detergente sintético sustancias calmantes y
antipruriginosas, como la avena.
En esta categoría se incluyen también productos de uso muy específico, como los jabones
yodados de acción antiséptica para la limpieza
de heridas, los cuales sólo deben usarse bajo supervisión médica, pues el yodo es una sustancia
abrasiva que puede resultar irritante, además de
alergénica para ciertas personas.
Con moderación
Cuidar la frecuencia de uso de los jabones es determinante para preservar el balance fisiológico
del manto ácido de la piel y evitar reacciones
cutáneas: sensación de tirantez, enrojecimiento y descamación son los principales signos de
irritación por el uso excesivo de estos productos,
rutina nociva que puede derivar en una dermatitis de contacto, sostiene Angulo.
Para evitar estos daños, la especialista sugiere
seguir una frecuencia de higiene sujeta a las características de la piel de distintas zonas:
• Rostro. El lavado facial, independientemente de las condiciones particulares de cada piel,
debe hacerse dos veces al día (mañana y noche),
limitando el uso de exfoliantes a tres veces por
semana.
• Cuerpo. Una ducha diaria de corta duración
es suficiente para el aseo corporal. Si se requiere
un segundo baño, la recomendación es usar jabón
solamente en el área de las axilas y los genitales.
• Manos. Expuestas a la suciedad y las bacterias, ameritan un lavado frecuente: como mínimo, antes de cada comida y después de ir al
baño. En caso de no disponer de agua y jabón, un
gel antibacterial es una buena opción, siempre y
cuando contenga una concentración de alcohol
de por lo menos 70%.
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Estímulo sensorial
Parte de un ritual placentero, los jabones de tocador son también un recurso para consentir los sentidos
durante el baño. Entre las variedades comerciales es frecuente la adición de extractos naturales (sobre todo
de hierbas, flores y frutas) y de esencias aromáticas atractivas al olfato. Algunas presentaciones añaden,
además, partículas exfoliantes que confieren una ligera textura, agradable al contacto con la piel.
Complemento requerido
Desde el punto de vista dermatológico, pieles con
necesidades específicas, como las muy secas, ameritan una rutina complementaria a la higiénica, sostiene Angulo. “Ningún jabón hidrata. No obstante,
existen limpiadores suaves como los sintéticos,
que previenen la xerosis (resequedad anormal de
la piel), los cuales, en ciertos casos, deben acompañarse de cremas o lociones humectantes”, ilustra
la especialista.
De igual modo ocurre con los jabones para el acné:
sus propiedades astringentes ayudan a tratar el problema, pero deben combinarse con cremas o geles
que contengan sustancias específicas que impiden
la proliferación de la bacteria que lo causa (acción
bacteriostática). En este caso, corresponde al especialista indicar el esquema terapéutico a seguir,
pues si bien no hay contraindicaciones importantes
en la mezcla de jabones y cremas, se debe evitar
la combinación de productos irritantes que, en
vez de mejorar el cuadro, lo agraven.
Angulo recomienda, especialmente en caso
de que la piel presente una condición patológica –más allá de las características que la
definen como seca, sensible o grasa–, acudir al
especialista y no automedicarse atendiendo a la
descripción del etiquetado: “Hay muchas opciones en el anaquel, pero sólo el dermatólogo está
facultado para indicar la más apropiada y, de ser
necesario, prescribir la combinación ideal”.
•
F u e n t e s c o n s u lta d a s
ºAna Graciela Angulo, dermatólogo. Hospital de Clínicas Caracas /
Torre Médica Terras Plaza.
º“El pH de los jabones”. Ilse D’Santiago, María Estela Vivas. Dermatología Venezolana,
Vol.34, N°3 (1996).
º“Piel sana y manto ácido”. María Cecilia Orlandi. Folia Dermatológica Peruana,
Vol.15, N°2 (2004).
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