El culto a los muertos. Fiestas funerarias

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DISCURSO I, LISIAS
Seminario Griego, IES Serpis
Discurso de defensa por el asesinato de Eratóstenes
(El culto a los muertos: Fiestas funerarias. Dioniso y los muertos.)
Además de las fiestas y ceremonias que tenían lugar inmediatamente después del
entierro (el mismo día, el tercero, el noveno y el trigésimo), los parientes del difunto
seguían obligados de por vida a velar por su tumba y por su alma según los usos y las
costumbre ( τὰ νόμιμα).
Era un deber sagrado que respondía a la creencia según la cual las almas de los muertos
ejercían una influencia sobre los vivos, se sentía su presencia, se temía su poder desde el
más allá y, al mismo tiempo, se propiciaba su bendición.
Considerados poderes invisibles, se les honra en interés de quien les rinde culto y,
además, por conveniencia de los propios muertos, según la creencia de que el bienestar
que encuentran los muertos en la otra vida no depende de sus propios méritos, sino de la
actitud y relación que los parientes mantengan con ellos.
Para ello existía un calendario de fiestas funerarias en las que los muertos eran honrados
con especial devoción:
1-el día 30 de cada mes todas las familias lo dedicaban a honrar a sus parientes muertos.
A esta fiesta se le llamaba “Necisia” (ὁ νέκυς, υος: muerto ), y resultaba ser el tercero
de los tres últimos días del mes, que los atenienses dedicaban a los dioses subterráneos,
días nefastos, en los que se abstenían de trabajar.
2-se seguía celebrando el natalicio de la persona muerta; a esta fiesta se la llamaba la
“Genesia”(τὰ γενέσια: natalicio), que cada familia celebraba en su intimidad cuando
tocaba.
3-además, de manera colectiva y de carácter público, el día 5 del mes de Boedromión,
(Septiembre) la ciudad celebraba la “Genesia” de todos los muertos. En esta fiesta
anual se hacían sacrificios en honor de los muertos, y también se honraba a la diosa
Gea.
4-pero la gran fiesta de la ciudad en honor de todos los muertos era las Antesterias (τό
ἄνθος,ους : flor), que se celebraban el 11, 12 y 13 del mes Antesterion, (Febrero) en
honor del dios Dioniso; fiestas dionisíacas de primavera , y días nefastos también.
La variedad de rituales de enorme carga simbólica que se sucedían en estas fiestas
tenían como objetivo último celebrar la llegada anual del dios, provocar el acercamiento
y la comunicación entre el mundo subterráneo de los muertos y el mundo de los vivos,
el paso fluido entre ambos, del que Dioniso era garante: era un fiesta triste y al mismo
tiempo alegre; se invita a los muertos a que suban del mundo subterráneo, pero se les
teme; una fiesta de la ciudad, pero subvirtiendo todas sus normas.
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5-también, las Agrionias, en el mes Elafebolión, (Marzo) de las que tenemos detalles de
su celebración en Beocia y en Argos principalmente, eran fiestas en que se aunaba el
festejo de los muertos y el dios Dioniso, y las mujeres protagonizaban un ritual de
persecución que recordaba el mito
-La fiesta comenzaba el primer día con “la apertura de las jarras”, los Pithoigía
(ὁ πίθος, ου: gran tinaja de barro metida en tierra). Con el ritual de la apertura de
grandes jarras de vino, se evocaba la salida colectiva de los muertos del mundo
subterráneo, precisamente a través del vino, elemento líquido asociado a Dioniso como
ningún otro, que servía de canal o paso directo entre los muertos y el mundo de los
vivos.
-Una segunda materialización de la llegada de los difuntos la representaba la
apertura del templo más antiguo dedicado a Dioniso, el del Pantano de Atenas (Limnai),
que tenía lugar el segundo día de la fiesta, y que permanecía cerrado durante el resto del
año.
Ese era el día de las “libaciones a los muertos”, khoaí (ἡ χοή,ῆς: libación en honor a
los muertos), mediante las cuales se provocaba la venida del dios, su epifanía. Para ello
se derramaba abundante vino, en señal de ofrenda a los muertos y a su representante,
Dioniso.
En Atenas, la llegada del dios tenía lugar en dos sitios a la vez: en la orilla del Pantano,
junto a su templo, y a orillas del mar; y se festejaba su entrada en la ciudad mediante
una procesión en la que el dios, venido del mar, se paseaba por la ciudad sobre un barco
con ruedas.
Acompañado por sátiros enmascarados, Dioniso atraviesa las calles con su cortejo
infernal: se percibe un terrible escándalo entre el sonar de las flautas, salpinges,
chirimías y tamboriles, además de los gritos que jóvenes subidos en carros lanzaban a
la asistencia. También desfilaban jóvenes vestidos en disfraces, y todos iban avanzando
al son de la música con pasos de baile.
La procesión es vista como un auténtico advenimiento de los espíritus, y causaba al
mismo tiempo terror y fascinación.
Asimismo, en este día se ofrece por primera vez a los niños de más de tres años vino, en
“cuencos de barro cocido”, los khoés (ὁ χόος , χοῦς ), que dan nombre al día, como
símbolo de integración cívica, según la ley dionisíaca.( la del misterio, ambigüedad,
contradicción, subversión, frenesí…)
El vino es librado generosamente también a los jóvenes, que se emborrachan sin
miramientos, al igual que los hombres adultos, que participan en concursos de a ver
quién bebe más.
Las jóvenes, a su vez, protagonizan el ritual de los columpios, las aiórai, (ἡ αἰώρα,ας:
columpio), ligado también, como los demás, a la muerte: el juego del balancín de las
jóvenes atenienses que, mientras se columpian, entonan canciones obscenas, simboliza
la peculiar forma de integración de las niñas en el mundo de la sexualidad, según
Dioniso, pues recuerda el ahorcamiento que protagonizaron algunas mujeres en el mito,
desesperadas de amor.
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La fiesta de este día culminaba en la unión sagrada del dios con la βασσίλινα, la reina,
la mujer del arconte rey, que tenía lugar en el ágora, en particular en el Bucolion,
antigua residencia del arconte rey, cerca del Pritaneo.
Previamente tenía lugar la ceremonia de la mezcla de vinos que realizaban las catorce
mujeres asistentes de la reina, ante la presencia en forma de máscara del dios, evocando
con ello nuevamente su epifanía.
La reina, la mujer del arconte rey, que en época clásica no es más que un magistrado
designado a suertes para desempeñar el cargo durante un año, representa a todas las
mujeres y, en general, a toda la ciudad, que se rinde ante el dios y se deja invadir por los
poderes que representa: la muerte, la sexualidad, la libre unión, el delirio, el salvajismo,
la involución de las normas, la plenitud de la juventud, la locura…
Durante todo el día, la ciudad está bajo el dominio de Dioniso y su cohorte infernal:
salvo el del Pantano, los templos están cerrados y ya no protegen la ciudad, más bien se
protegen ellos mismos, cercados con un cordón, de las fuerzas subterráneas; se
embadurnan las puertas de las casas con pez para evitar que los muertos traspasen los
umbrales; los hombres se emborrachan; las vírgenes se columpian; las asistentes de la
reina realizan sacrificios en los altares del Pantano (civilizado recuerdo del
descuartizamiento que realizaban las ménades en el mito); allí cerca se derrama agua en
abundancia para que las almas la beban, o trepen por ella para salir a la superficie de la
tierra; allí mismo también se rinde culto a la diosa Tierra.
-El tercer día, el de “las marmitas”, khýtroi (ὁ χύτρος, ου), dedicado a
Hermes, por ser el guía de las almas, todos participan de un banquete en el que se
comía un puré hecho a partir de diversos cereales, el mismo que ofrecían a los muertos
en las vasijas de barro que dan nombre al día; también se les daba de beber, derramando
agua en las grietas del suelo próximas al Pantano. Y, tras alimentarlos, se les despedía,
con amenazas y a bastonazos: ¡Fuera de aquí, o Keres, las Antesterias han terminado!
La complejidad y multiplicidad de rituales de las Antesterias responden al hecho de que
desde antiguo eran fiestas primaverales de las flores, a la vez que dedicadas al culto de
los muertos y de Dioniso, que vienen como éstas de abajo, de la tierra, y en ellas las
mujeres ocupaban el primer plano, tal como el cortejo femenino del que siempre se hizo
acompañar el dios.
A lo largo de los tres días los rituales se suceden, se yuxtaponen, repitiendo una y otra
vez el tema central: la representación de la llegada de Dioniso y del mundo subterráneo
al mundo de los vivos.
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