4. ¿COMO ESTABLECER UN PLAN DE AHORRO? 4.1. ¿Qué aportaciones debo realizar? 4.2. ¿Durante cuánto tiempo? 4.3. ¿Qué rentabilidad ofrecen los planes de ahorro? 4.4. ¿Qué aspectos hay que considerar para establecer un plan de ahorro? 4.5. Un ejemplo práctico 4.6. ¿Qué productos son los indicados para constituir un plan de ahorro? 4.7. ¿Se puede ahorrar para la jubilación en depósitos bancarios? 4. ¿COMO ESTABLECER UN PLAN DE AHORRO? 4.1. ¿Qué aportaciones debo realizar? El primer paso para establecer un plan de ahorro es calcular las aportaciones que se han de realizar. Ya hemos visto que las aportaciones tienen que estar en función de dos parámetros. El primero es el capital que se tenga como objetivo conseguir al vencimiento del plan. Este vencimiento debería coincidir con el momento de la jubilación. El segundo viene marcado por la situación actual del ahorrador. Por muy ambicioso que sea este objetivo final, hay que ser consecuente con las disponibilidades económicas y de ahorro del titular del plan en el momento en que lo suscribe. Al inicio del plan, es posible que las circunstancias económicas no permitan que la aportación sea muy alta. Sin embargo, lo importante es establecerse un plan de aportaciones periódicas, invertir en el plan una determinada cantidad y autoimponerse su cumplimiento. La autodisciplina es esencial en estos casos. Al igual que la perseverancia. Posteriormente, a lo largo de la vida del plan, cuando las disponibilidades de ahorro sean mayores, tiempo habrá para incrementar las aportaciones previstas y acercarlas a la cuantía necesaria que cubra el objetivo marcado. Una cuestión muy importante llegado a este punto es tomar conciencia de que uno ahorra para sí mismo. No lo hace ni para el Estado, ni para finalidades de consumo. El que suscribe un plan de ahorro invierte en su propio futuro. Y cuanto mayores sean las aportaciones, dentro de la capacidad de ahorro de cada cual, más seguro será el futuro que le espera. Al menos, económicamente hablando. En este sentido, el ahorro para la jubilación debe tener una prioridad máxima para el ciudadano. Y prioridad máxima significa dar la misma importancia a la jubilación que a la adquisición de una vivienda. Al igual que el español medio destina un gran esfuerzo de – 57 – su ahorro para la compra de una vivienda, debe realizar un esfuerzo similar para la jubilación. Es más, a grandes rasgos, para ambas inversiones se necesitan sumas relativamente similares. El inversor debe ser consciente de que el ahorro para la jubilación tiene que tomar el relevo del ahorro destinado a la vivienda. No se trata de agobiarse, pero sí es necesario ajustarse en cada momento a la capacidad de ahorro que se tenga y, dentro de la misma, ahorrar al máximo. Tampoco hay que olvidarse de que se trata de una inversión a largo plazo. Y que en estos horizontes, el efecto de la inflación sobre el ahorro es importante. Por ello, es aconsejable que la aportación anual se ajuste al incremento de precios de cada ejercicio. Así se consigue que las aportaciones no queden desfasadas con el paso del tiempo. 4.2. ¿Durante cuánto tiempo? El segundo punto que hay valorar a la hora de establecer un plan de ahorro es el tiempo que queda hasta la jubilación. Con ello, se establece el horizonte de la inversión que se realiza. Es cierto que sólo pueden establecer este aspecto quienes aún tengan mucho tiempo por delante hasta la jubilación. Según su objetivo de ahorro y disponibilidades económicas, pueden acelerar o esperar algunos años el inicio del plan. Sin embargo, quienes se planteen por primera vez contratar un plan de ahorro con una edad avanzada, probablemente no tengan tiempo de reaccionar. Sólo les quedará aportar las cantidades máximas posibles y paliar así su falta de previsión. Para no llegar a este último extremo, es necesario no confiarse.El principal enemigo de la previsión es el pensar: «¡aún falta mucho para la jubilación! Ya habrá tiempo de comenzar a ahorrar dentro de unos años». El tiempo siempre juega a favor del ahorrador. Bien se podría decir que trabaja para él. Comenzar cuanto antes supone disminuir – 58 – EFECTO DE LA CAPITALIZACION A mayor tiempo para ahorrar, menor esfuerzo de ahorro 1.000.000 ptas aportación única (rent. anual 8%) 12.000.000 10.000.000 8.000.000 6.000.000 4.000.000 2.000.000 0 10 años 20 años 30 años Gráfico 4.1. considerablemente el esfuerzo de ahorro que hay que realizar a lo largo del plan. La capitalización tiene un enorme efecto multiplicador. Si el tiempo de una inversión se multiplica por dos, no quiere decir que su rendimiento también se doble. Aumenta en una proporción mayor. Una inversión de un millón de pesetas, suponiendo una rentabilidad anual del ocho por ciento, genera un capital final de 2,1 millones a los diez años. Esta cifra aumenta a los 4,6 millones a los 20 años y ¡a algo más de 10 millones de pesetas! a los 30 años (ver el gráfico 4.1). Todo ello supone que, si se comienza a tiempo, el esfuerzo que hay que realizar para conseguir el capital necesario que complemente la jubilación es muy inferior que si se hace algunos años después. Por ejemplo, para conseguir un capital de diez millones, con una rentabilidad del ocho por ciento, basta realizar una aportación mensual de 17.462 pesetas durante 20 años. Si el periodo lo disminuimos a la mitad, será necesario aportar 55.163 pesetas al mes. La primera cantidad es perfectamente asumible por una gran parte de familias. La segunda, es mucho más difícil encajarla en la economía – 59 – familiar sin que ésta quede alterada. En este caso, el tiempo lo hemos dividido por dos. Su consecuencia es que las aportaciones deben multiplicarse por 3,15 si se quiere obtener la misma cantidad final. La conclusión más evidente es que interesa comenzar cuanto antes un plan de ahorro destinado a la jubilación. Para una misma cantidad final, el esfuerzo que hay que hacer disminuye considerablemente si se inicia el ahorro a una edad temprana. 4.3. ¿Qué rentabilidad ofrecen los planes de ahorro? Los productos más adecuados para la jubilación no suelen garantizar a su titular la rentabilidad definitiva que va a obtener. Son productos a largo plazo cuya rentabilidad está en función de las inversiones que se realicen con las aportaciones satisfechas. Hay algunas excepciones. Ciertos seguros (los clásicos planes de jubilación) pueden garantizar una rentabilidad mínima. Pero, en todo caso, esta rentabilidad suele ser inferior a la que finalmente ofrecen al ahorrador (ver el capítulo 6). También existen algunos fondos de inversión y planes de pensiones que garantizan una revalorización mínima (ver los capítulos 5 y 7). Así, la rentabilidad de cada plan dependerá del momento en que se realice la inversión, el mercado a donde se dirija y la divisa en la que se materialice. En este sentido, los fondos de inversión son los que más posibilidades ofrecen, ya que su titular puede encontrar productos especializados en multitud de mercados y divisas. Los «unit linked» (seguros que invierten en fondos) ofrecen un abanico amplio de posibilidades, aunque la legislación limita a diez el número de fondos o cestas de fondos en los que puede invertir el «unit linked». Al igual que en fondos o en «unit linked», los planes de pensiones también se especializan por tipos de inversión. Es fácil poder encontrar planes de renta fija, variable europea, variable internacional, sectoriales y todo tipo de productos mixtos. – 60 – 4.4. ¿Qué aspectos hay que considerar para establecer un plan de ahorro? Al establecer un plan de ahorro no hay que olvidar una serie puntos.Todos ellos hacen referencia a los tres factores fundamentales que influyen en el plan: aportaciones, tiempo y rentabilidad. Los consejos son los siguientes: - Empiece cuanto antes, le costará menos. Tanto en esfuerzo de ahorro como en dinero contante y sonante. - Ahorre regularmente. Es para usted. Al ahorro para la jubilación tiene que darle la importancia que tiene: mucha. Que sea una de sus prioridades, al igual que adquirir una vivienda. - Sea realista, pero trate de ahorrar al máximo. No es necesario agobiarse, aunque hay que ahorrar en cada momento la mayor cantidad de dinero posible. - Adapte su estrategia de inversión a su objetivo y horizonte. Según la edad, hay que asumir mayor o menor riesgo. Si se es joven, hay que apostar por posiciones de mayor riesgo que cuando faltan pocos años para la jubilación, momento en que hay que volverse más conservador. - Sea coherente en la relación entre rentabilidad y riesgo asumido. No se puede pretender alcanzar grandes revalorizaciones si no se asume algún riesgo. - Incremente las aportaciones con la inflación. En caso contrario perderá poder adquisitivo a lo largo de los años. 4.5. Un ejemplo práctico Retomemos el ejemplo del capítulo anterior. Entonces llegamos a la conclusión que Juan Inversor se ha marcado como objetivo de ahorro un capital de 2.891.814 pesetas. Si suponemos una inflación del cuatro por ciento y una rentabilidad del ocho, el ahorro anual que debería afrontar Juan Inversor sería de 25.607 pesetas anuales, si le faltasen 25 años para la jubilación. En cambio, si sólo le quedasen 15, la aportación anual debería ser de 78.108 pesetas. – 61 – Estas cantidades corresponden a la aportación del primer año, que tal y como hemos dicho, deben ser actualizadas con la inflación para no perder poder adquisitivo. 4.6. ¿Qué productos son los indicados para constituir un plan de ahorro? En principio, todo producto especializado en invertir a largo plazo podría ser susceptible de ser utilizado para esta finalidad. Desde esta perspectiva, servirían muchas inversiones para diseñar un plan de ahorro. Desde la inmobiliaria a la artística (cuadros, esculturas...). Sin embargo, hay una serie de productos especialmente indicados para canalizar el ahorro destinado a la jubilación. Se trata de los planes de pensiones, las entidades de previsión social voluntaria y los seguros, ya sean los «unit linked» o los planes de jubilación. Todos ellos agrupan la mayoría del ahorro con finalidad de previsión que se constituye en España. Pero este abanico quedaría incompleto sin los fondos de inversión. Su tratamiento fiscal y su liquidez han provocado que muchos inversores destinen a este producto casi la totalidad de su ahorro. También el que tienen previsto para complementar su jubilación. Por ello, aunque los fondos de inversión no sean específicamente un producto para la jubilación, sus características se pueden adecuar para el ahorro a largo plazo. Es más, algunas de estas características pueden complementar perfectamente la del resto de los productos de ahorro finalista. 4.7. ¿Se puede ahorrar para la jubilación en depósitos bancarios? Ha podido llamar la atención el hecho de que, al analizar todos los productos en los que se puede invertir con la mirada puesta en la jubilación, no hayamos incluido los depósitos bancarios. Y ello, a pesar de la fuerte implantación que han mantenido históricamente estos productos entre los inversores españoles. Implanta– 62 – ción que hoy es bastante menor que en el pasado, aunque todavía muy significativa. Los depósitos bancarios tradicionalmente utilizados para invertir han sido las imposiciones a plazo. En ellos, la entidad financiera se compromete a abonar un determinado interés a cambio de que el cliente mantenga el ahorro depositado hasta el vencimiento del depósito. Estos productos tradicionalmente han sido más rentables que las imposiciones a la vista (cuentas corrientes y libretas de ahorro), aunque algunas «cuentas.com», aquellas que se contratan por canales directos (teléfono o internet), ofrecen también rentabilidades competitivas con los depósitos a plazo. Con la modernización del sistema financiero español han aumentado significativamente las posibilidades de inversión, tal y como hemos visto en la actual coyuntura económica y fiscal. Todas ellas son mucho más eficientes que los depósitos bancarios tradicionales y las «cuentas.com» para invertir a largo plazo. Los depósitos son desaconsejables para canalizar el ahorro para la jubilación, tanto desde el punto de vista de la rentabilidad que pueden ofrecer como desde el tratamiento fiscal que soportan. Por un lado, su rentabilidad ya no es tan atractiva como lo fue hace décadas. La caída de los tipos de interés la ha dejado bastante disminuida. Y, lo que es peor, no es previsible que aumente en un futuro. Con la entrada de España en la Unión Monetaria, la estabilidad de tipos que vive la economía española, tras un fuerte descenso, se consolidará en el futuro. En un horizonte medianamente previsible, los tipos de interés se mantendrán estables, en unas cotas históricamente bajas. Por otro, desde el punto de vista fiscal, los depósitos tampoco salen muy bien parados de su comparación con el resto de posibilidades para canalizar el ahorro hacia la jubilación. Las aportaciones a los depósitos no cuentan con ninguna deducción. Y los intereses que generan estos productos son considerados rendimientos de capital mobiliario. Por lo tanto, soportan una retención a cuenta, que – 63 – en la actualidad está situada en el 18 por ciento, y generalmente tributan al tipo de interés marginal del contribuyente. Los intereses percibidos sólo cuentan con reducción fiscal si han sido generados en un plazo de tres años fiscales (más de dos años). Basta con dos años y un día. Esta reducción es del 30 por ciento. El plazo al que se concede esta ventaja fiscal (la frontera entre los dos y tres años) es al que estos productos pueden ser más eficientes. Evidentemente, un periodo de dos años y un día no se puede considerar largo ni adecuado para canalizar el ahorro hacía la jubilación. En estos productos, su titular conoce de antemano la rentabilidad que va a obtener. Pero esta ventaja, si se le puede llamar así, resulta vacía de contenido dado la escasa rentabilidad que garantizan los depósitos debido al reducido nivel de los tipos de interés. Por todo ello, los depósitos no son el producto óptimo para ahorrar a largo plazo. – 64 –