Adrián Correnti Octavo Domingo de Pentecostés Ciclo A “El profeta Jonás” (Jon. 3:2) 02-08-2014. Hohenau. ¿Quién era Jonás? () “El padre de Jonás se llamaba Amitai, Verax en latín, Wahraftig1 en alemán (Jon. 1:1). Y él era de Gat-hefer, una ciudad situada en la tierra de la tribu de Zabulón, según Josué 19:3. Pues eso también está escrito en el capítulo 14 del Segundo Libro de los Reyes (2 Re. 14:23-29): El rey Jeroboán II (782-745 a.C. aprox.) “restauró los límites de Israel desde la entrada de Hamat hasta el mar del Arabá, conforme a la palabra del SEÑOR, Dios de Israel, la cual él había hablado por su siervo Jonás hijo de Amitai, profeta que fue de Gat-hefer” (2 Re. 14:25). Así, tenemos ahora que este Jonás existió en la época del rey Jeroboán II, cuyo [bis]abuelo fue el rey Jehú… En esa misma época también vivieron, en el mismo reino de Israel, los profetas Oseas, Amós y Joel, en otros lugares y ciudades. De eso se puede dedudir cuán excelente y precioso hombre fue ese Jonás en el reino de Israel. Dios hizo grandes cosas a través de él, pues por medio de su predicación el rey Jeroboán II tuvo éxtivo, ganando de vuelta todo lo que Hazael, el rey de Siria, había robado al reino de Israel. Encima, además, de todo lo que él hizo en su propio pueblo, estaba el hecho de que… predicó de modo tan fructífero entre los paganos (Jon. 4:11). Es como si Dios quisiera indicar con eso lo dicho en Isaías: “Entenderán lo que jamás habían oído” (Is. 52:15), como un ejemplo del hecho de que todos los que tienen la Palabra en abundancia la desprecian, al tiempo que los que no la pueden tener, con gusto la reciben. Es como el propio Cristo dice en Mt. 21:43: “El reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él”.2 El nombre de nuestra agrupación de caballeros, parroquial y congregacional en Hohenau, es agrupación de caballeros “Jonás”, inspirado en Jonás 3:2: “Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te diré”. Nínive era una ciudad grande del tiempo antiguo, unas ciento veinte mil personas moraban en ella. Y Dios decide enviar a su siervo y profeta Jonás a predicar allá. Jonás es un anticipo de Cristo, pues así “como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mt. 12:40; Jon. 1:17). Jonás fue un tipo de Cristo, es de decir, un prototipo del mismo, así como la sombra es un reflejo de la realidad misma, que es cuerpo. No fue un tipo de Cristo en cuanto su personalidad y actitudes. Eso lo podemos notar en la resistencia y la terquedad de Jonás, que no quería ir a la ciudad de Nínive a predicar. Pero sí fue un tipo de Cristo en cuanto a los sufrimientos que padeció por causa de la Palabra de Dios y por ser un profeta enviado por Dios para predicar el arrepentimiento y la fe. Nosotros también, no podemos compararnos con Dios, porque nuestros propio errores y defectos nos acusan delante de la ley de Dios, que nos dicen: Dejas mucho que desear, fulano de tal, hijo de tal. Nuestra terquedad y rebeldía frente a la bondad y la misericordia de Dios por los perdidos, por aquellos que tienen hambre y sed de la Palabra, y no la tienen, son las mismas que las de Jonás. Pero Jonás sirve de contraste para mostrar lo incomparable que es el amor de Dios por los pecadores y los perdidos: “Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te diré” (Jon. 3:2). ¿Y qué es lo que Jonás tenía que decir? En Jonas 3:4-5 leemos: “Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un 1 2 Wahraftig significa “verdadero”. OSel (2003), Vol. VIII, p. 104. día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida. Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos”. Ayuno y vestirse de cilicio (con ropas ásperas) eran señal de contrición y fe, es decir, de un arrepentimiento genuino frente al juicio de Dios proclamad a través de Jonás. ¿Y nosotros, caballeros? ¿Qué tenemos que decir al respecto? ¿De qué cosas precisamos arrepentirnos ante la venida inminente del juicio y castigo de Dios por nuestros pecados? No nos queda más que decir, junto con Jonás, cuando estaba dentro del gran pez: “Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí. Entonces dije: Desechado soy de delante de tus ojos… Cuando mi alma desfallecía en mi, me acordé del SEÑOR, y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo… la salvación es del SEÑOR” (Jon. 2:3b, 7, 9b). En la humillación y la cruz, Jonás pudo distinguir y ver el amor de Dios, que precisamente en el sufrimiento de Jonás se mostraba. Esto mismo Dios nos demostró a nosotros una y otra vez en las dificultades de la vida. Pero única y definitivamente el amor de Dios, su perdón y misericordia, se nos revelan hacia nosotros, y nos es mostrado, en el amor de Cristo crucificado. El profeta Isaías 53:3-6 dice: 3 “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. 4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. 5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas el SEÑOR cargó en él el pecado de todos nosotros.” El amor revelado de Dios en Cristo crucificado, ese amor, es el que te salva. Allí, en la Cruz, Dios finalmente mostró su rostro mediante su Hijo, a fin de que por la fe en él, y por el Bautismo, llegáramos a ser hijos de Dios, y herederos de la vida eterna. Estimados caballeros: Oren y pidan al Señor de la cosecha, por más obreros para la cosecha. Oren y trabajen, por más pastores, evangelistas y maestros en la Iglesia. No oren porque sean perfectos, sino que oren al Señor de la cosecha, por más vocaciones pastorales, para que Dios siga enviando a sus profetas donde haya necesidad de la Palabra de Dios, en forma de Ley y de Evangelio, necesidad del Bautismo cristiano, necesidad de la Santa Cena, necesidad del consuelo en medio del sufrimiento. Que allí, nuestro Señor, los ponga a ustedes, a sus hijos varones, para predicar y enseñar el verdadero evangelio de nuestro amado Señor Jesucristo. Amén. Oremos: Dios de paz y de misericordia, encomendamos nuestra vida en tus manos, así como nuestros padres y abuelos te las encomendaron a ti en el santo Bautismo. Ayúdanos, perdónanos, aliéntanos con tu santo Espíritu, que nos habla del inmenso amor que Cristo nos demostró, al derramar su sangre en la cruz para cubrir y limpiar todos nuestros pecados. Perdona la avaricia y la maldad nuestra, cuando no disponemos como corresponde los recursos que nos has dado para tu misión aquí en el mundo, mediante tu santa iglesia, mediante pastores y misioneros que prediquen la verdad reveladas de la Sagrada Escritura. Te rogamos, te pedimos, nos ayudes a servir y a trabajar por la causa del evangelio, a servir con amor a nuestras respectivas vocaciones y trabajos, para ser como el profeta Jonás en cuanto al ir y el hablar de ti, así como tú has venido al mundo para perdonarnos y salvarnos en la cruz. Y que así como el sepulcro vacío es señal de tu victoria sobre el pecado, el diablo, el infierno y la muerte eterna, que también cada día podamos ahogar a nuestro viejo hombre, nuestro viejo Adán, para ser cada día más un reflejo mejor de tu gracia y amor. Por Cristo Jesús te lo pedimos. Amén.