Política, corrupció i justícia

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Política, corrupció i justícia
Recull d’articles i reflexions
sobre les sentències de Jaume Matas i Maria Antònia Munar
26 de juliol de 2013
La corrupció política a les Balears, només passat?
Editorial – AraBalears
Ahir es varen conèixer al mateix temps dues sentències que afecten dos dels
principals polítics que han tingut les Balears els darrers temps. Una afectava
l'expresident del Govern balear i exministre Jaume Matas, del PP, i l'altra,
l'expresidenta del Parlament balear i del Consell de Mallorca Maria Antònia
Munar, del desaparegut partit Unió Mallorquina. Tots dos havien estat socis de
govern entre 2003 i 2007 i, durant molts anys, les persones més poderoses de
les Illes.
En el cas de Matas, el Suprem confirmava la condemna de tràfic d'influències
per haver influït en la concessió d'una subvenció al periodista que li redactava
els discursos, tot i que desestimava altres delictes com el de prevaricació o
malbaratament de diners públics. Així, dels sis anys a què el va condemnar
l'Audiència de Palma, ha passat a només nou mesos. La sentència contra
Munar, que encara no és ferma, la condemna a sis anys de presó per
prevaricació i frau en la venda "manipulada" d'un solar públic al centre de
Palma. El més greu del cas, però, és que aquests dos casos no són l'excepció
en la seva carrera política. Tant l'un com l'altra tenen per davant altres judicis
per corrupció. La llista és llarga, com també ho és la d'altres polítics imputats.
Sense anar més lluny, en els propers dies dos exconsellers balears de
Turisme, ambdós d'UM, entraran a la presó per diversos càrrecs. La societat
illenca està fins i tot cansada de tants casos que omplen cada dia les pàgines
dels diaris i es demana què ha passat perquè el Tribunal Suprem rebaixi d'una
manera tan considerable la pena de Matas. Els ciutadans mereixen totes les
garanties de revisió que preveu l'ordenament, però sobta que aquest procés
sigui tan favorable per a l'expresident. I més encara si es té en compte que un
dels magistrats ha emès un vot particular contrari a tanta rebaixa.
Tots aquests casos mostren com la corrupció formava part de l'ADN d'alguns
partits amb poder a les Illes. Un, UM, es va desfer després del reguitzell
d'acusacions. L'altre, el PP, va voler marcar un abans i un després amb l'etapa
Bauzá. Ara s'ha llevat el quadre de Matas de la seu del Govern. El temps dirà si
la corrupció és cosa del passat.
De Molt Delinqüent a Delinqüent
Matías Vallés – Diario de Mallorca
El Supremo dicta sentencia "en el ejercicio de la potestad jurisdiccional que la
Constitución y el pueblo español le otorgan". Hasta donde puede medirse la
opinión pública, nunca un tribunal se alejó con tanta vehemencia del "pueblo"
que le otorga su legitimidad como al indultar parcialmente a Jaume Matas. El
expresident desciende de Molt Delinqüent a Delinqüent a secas.
Respecto a Mallorca, el Supremo se ha comportado como un instancia colonial,
situada al margen de la tesis de que "el aumento de casos de corrupción en la
nuestra y en otras comunidades ha generado en la sociedad un clima de
hartazgo que precisa también una contundente respuesta por razones de
prevención". Este pronunciamiento figura en la detallada sentencia en que la
Audiencia de Palma revalidó ayer su compromiso contra la corrupción,
simbolizado esta vez en una condena de seis años a Maria Antònia Munar por
Can
Domenge
La Sala Garzón del Supremo sólo condena a los débiles. Sorprende la avidez
por perdonar a los poderosos, por parte de jueces cuya vertiente punitiva aflora
desde su propia coletilla penal. Francisco Camps, el exministro socialista José
Blanco y el exministro popular Matas han recibido un tratamiento versallesco en
fechas muy próximas, mientras se condenaba a la pena de muerte profesional
al juez que simboliza la marca España en cuanto a lucha contra la corrupción.
El perdón a Blanco sin necesidad de juicio es inseparable de la importante
reducción de pena al corrupto Matas, y no sólo por la presencia del exfiscal
general Carlos Granados en ambas sentencias. En cambio, los políticos
mallorquines sin el paraguas de PP y PSOE reciben penas de cárcel
merecidamente ejemplares en el Supremo. Débiles condenas para los
poderosos, condenas poderosas para los débiles. El ministro de Aznar se salva
de la cárcel, y las instituciones encajan otro golpe en su reputación.
El propio Matas suscribe la atmósfera de camaradería, cuando el político
corrupto se alegra desde su lugar de veraneo de que los jueces se hayan
sustraído a la presión ambiental. Es decir, han podido actuar en las
habitaciones llenas de humo y al margen del condenado –este sí– "pueblo
español", que en teoría se pronuncia a través de sus magistrados. El
revocamiento de esta peligrosa connivencia figura en la propia sentencia del
Supremo. En concreto, en el ejemplar voto particular del magistrado Alberto
Jorge Barreiro, que desmantela con dos papirotazos jurídicos la artificiosa
construcción de sus compañeros de sala para soslayar la prevaricación del
exministro. Es más sencillo desmontar una mentira que urdirla. El juez
disidente recuerda a sus colegas que "se da así en no pocas ocasiones la
grave contradicción de que la persona que es la máxima responsable de la
acción delictiva es condenada como mero partícipe, y quien es un mero
ejecutor de los mandatos de su superior, competencial y disciplinariamente, es
condenado como un auténtico autor". El suplicio de los débiles y la salvación de
los poderosos, aquí en lenguaje jurídico. Por cierto, se añade que "la autora
material del delito de prevaricación es Rosa Estarás", con la entusiasta
participación de Matas.
La doctrina del Supremo conduce a que Matas no contrató al periodista Antonio
Alemany, se lo impusieron sus sedicentes subordinados con aviesas
intenciones. En cuanto deje de reír, imagine al pobre president, aislado en el
Consolat mientras sus inferiores urdían su perdición y perseguían salpicarle
con sus delitos. Interrumpa un segundo la carcajada para recordar que dos de
los acusados se confesaron culpables de una prevaricación que según el
altísimo tribunal no existe. Nunca hay que subestimar las posibilidades cómicas
de
la
justicia
de
campanillas.
La sentencia reconoce su atípica misión, en el laborioso estreñimiento que
negocia para liberar de la mayoría de ataduras al corrupto Matas. Es un texto
culpable hasta el punto de que admite a regañadientes que "podrá existir una
irregularidad administrativa, e incluso otra figura delictiva distinta". Magro alivio,
sólo merma el crédito del Supremo. Salvado el escollo de la pena de prisión
para el exministro, la sentencia fluye con soltura al entretenerse en las culpas
mayores de acompañantes como Alemany o Joan Martorell, un director de
Comunicación que gozaba de menos autonomía que el pomo de una puerta.
Atascado.
No cabe entrar en el mal gusto habitual de Matas, que recibe una condena del
Supremo como delincuente con una rueda de prensa desde su lugar de
veraneo. Mientras se pavonea, el autor de sus discursos arrastra una pena que
conlleva la entrada en prisión, pero al president de Balears nunca le
perturbaron las desgracias de sus adeptos. La importancia política de la fecha
de ayer radica en el correcto funcionamiento de la sociedad de socorros
mutuos PP/PSOE.
En la adaptación provinciana, sorprende la confusión Suprema del
funcionamiento de Balears o de cualquier estructura de poder, véase de nuevo
el párrafo del voto discrepante sobre la pirámide invertida de la
responsabilidad. Aunque el pesimismo ante la condena adelgazada sólo afecta
a quienes idealizaron el viraje en la lucha contra la corrupción, sorprende la
capacidad de retorcimiento textual, el asalto a los intocables "hechos
probados", las acusaciones gravísimas contra los juzgadores que en la
Audiencia habrían introducido "elementos subjetivos" o "hechos psíquicos". En
efecto, la sentencia bordea a menudo la parapsicología y, en unos magistrados
que presumen tanto de Constitución, tal vez conviene recordarles que la
palabra "constituida" no se acentúa, aunque ellos la atilden para impostarle la
enjundia
que
sus
textos
le
requisan.
Cambio ministro popular por ministro socialista, para demostrar que la justicia
es una ciencia exacta. La sentencia de ayer permite calcular que la suma de
condenas a personajes poderosos en los casos de Bárcenas, Urdangarin o los
EREs no excederá de cinco años. El "pueblo español", en cuyo nombre se
imparte justicia, deberá plantearse si la economía procesal y la monetaria no
sugieren la suspensión de causas judiciales diáfanas para cualquiera que no
ocupe un sillón en el Supremo.
Entretanto, la sentencia de la Audiencia de Palma contra la trama de UM en
Can Domenge exhibe un trabajo hercúleo de desentrañamiento de la maraña
burocrática tejida por el partido desaparecido. Munar basó su defensa en la
arriesgada tesis de que ignoraba los manejos de subordinados que no
pestañeaban sin el permiso de su lideresa. Nadie puede aceptar esta versión
en Mallorca, únicamente el Supremo avalaría tan ingenuo desconocimiento.
Por desgracia, Munar carece de padrinos en Madrid.
Cabe recordar que sólo se ha juzgado la primera parte del mayor soborno de la
historia de España, según han confesado el sobornador, los sobornados y
hasta el intermediario de los cuatro millones de euros. En sí misma, la decisión
de vender a 30 millones un solar público de 60 millones provoca un estupor
superior a cualquier condena penal del "traje a medida", por utilizar los términos
de la Audiencia. Sobre todo, porque los dirigentes de UM trabajaron, según
constata la condena, a plena luz del día y mientras se amontonaban las críticas
a su delictivo proceder.
Los escándalos políticos se descubren años después de haber ocurrido, hasta
seis en el caso del Túnel de Sóller. La innovación mallorquina consiste en
hacer de Can Domenge un ejemplo de corrupción en directo. Desde el primer
momento se alertó a los dirigentes de UM y del Consell de la flagrante
ilegalidad en que estaban incurriendo. Nunca podrá decirse con mayor
propiedad que los condenados tienen exactamente lo que buscaban, cuando
desafiaron abiertamente la reacción a la venta incalificable.
Cabe recordar que UM es el partido de todos los mallorquines. No sólo por su
definición, sino porque cada votante de la isla ha aportado su sufragio a alguna
formación –PP, PSOE, PSM, IU, Verds– que pactó ocasional o
perdurablemente con Munar. Esta transversalidad conlleva el dolor del
colaboracionismo, así en los miembros populares del Consell que levantaban
dócilmente su mano para apoyar el fraude de Can Domenge como en el tácito
asentimiento de Antich a la política de su conselleria de Turismo.
Si hubiera que compendiar las dos sentencias conocidas ayer en un único
personaje, Miquel Nadal sintetiza a la perfección a los gobernantes de PP y UM
durante la legislatura que va de 2003 a 2007, con todo lo que ello comporta.
Carente de personalidad propia, admiraba equitativamente a Munar y a Matas.
Según los jueces, también calcó el modo de actuar de sus ídolos, por lo que ha
recibido una condena proporcionalmente superior a su arquetipo en el Govern.
Icaro voló demasiado alto, sin protección solar.
Un párrafo judicial emitido ayer debería figurar en el frontispicio de todas las
instituciones. Tras señalarle las penas, la Audiencia recuerda a Munar que la
corrupción de los gobernantes "que utilizan el poder para sus propios y
desviados intereses requiere que su castigo y represión sean ejemplares, pues
quebrantan la confianza de los ciudadanos en la democracia y en el estado de
Derecho". El Supremo opina que tampoco.
Matas té cera del Corpus
Joan Riera – dBalears
No hi ha dubte que Jaume Matas té cera del Corpus. La sentència a sis anys
de presó dictada per l'Audiència Provincial ha quedat reduïda a nou mesos.
Tota una podada espectacular protagonitzada pel Tribunal Suprem, que admet
l'existència del delicte de tràfec d'influències però absoldre tots els altres que li
endossava Can Berga. Sembla una mica incoherent que un president del
Govern cometi el delicte de tràfec d'influències i no caigui en cap altra dels
conceptualment lligats a aquest. Sembla un absurd tant jurídic com de sentit
comú. Però així és el Tribunal Suprem. La diputada Rosa Díaz veu un tuf
estrany en tot el que està passant. Sembla com un canvi de cromos quan els
implicats són exministres d'Espanya. Fa uns dies li arxivaren l'afer Campeón al
socialista Pepiño Blanco, que pel que sembla jugava a conillons per les
benzineres. I ara Matas se'n surt amb nou mesos, la qual cosa significa que no
anirà a la presó. És sorprenent, en principi, que el president del Govern se'n
surti amb quasi una tercera part de la pena que se'n du el seu periodista de
cambra Antonio Alemany (dos anys i tres mesos). Però així és la justícia, que
mira molts d'aspectes i perfelans.
Haver estat ministre pesa molt a Madrid, rompeolas de todas las Españas, i
més si, com en el cas de Jaume Matas, formava part del Gabinet l'imperial
Aznar, autèntica ombra del via crucis que ara entravessa Rajoy. Matas sap tal
quantitat de secrets d'Estat que no hi ha cap gana per Madrid de dur-lo una
temporada a l'ombra. I prou viu és ell. Amb l'afer del Palma Arena confeccionà
una obra d'art. Embolcallà Urdangarin i Cristina. L'escàndol ha estat tan gran i
ha arribat tan amunt que ara sembla perdut per devers els niguls. Mentrestant,
el Suprem li pegà ahir una retallada espectacular a la seva condemna.
Qui ha trepitjat moqueta madrilenya té benedicció urbi et orbe. I qui no, el
martiri assegurat. És el cas de Maria Antònia Munar, expresidenta d'un partit
que jugava a ser frontissa nacionalista. En aquest cas, no hi ha pietat ni
arranjaments de cúpula en el darrer moment i molt amunt per salvar dos
exministres. Munar presidia un partidet petit i mallorquí. És a dir, res que importi
als voltants del Paseo de la Castellana. El mateix es pot dir de Miquel Nadal.
Amb ell el Suprem no ha anat de punyetes.
Un altre que ha d'anar viu és Joserra de Marratxí. L'Advocacia de la Comunitat
Autònoma demanà per a Matas la mateixa pena que exigia la Fiscalia
Anticorrupció. Matas va ser qui impulsà la carrera política de Joserra i qui
negocià perquè fos batle del seu terme municipal i ascendís dins el PP.
Qualque dia, quan tot hagi acabat, és molt possible que Matas li torni la
humiliació i els anys de passar pena que ha suportat i que suportarà encara
durant molt de temps. En aquesta vida cada any ve un nou dia del Corpus: els
ciris cremen i la cera calenta patina molt.
El Supremo rebaja la pena a Matas a nueve
meses y le evita ingresar en prisión
El Mundo
El Tribunal Supremo ha confirmado la condena por un delito de corrupción que
la Audiencia Provincial de Palma impuso, en el caso Palma Arena, al
expresidente balear Jaume Matas, pero ha rebajado la pena de 6 años de
prisión a 9 meses, lo que muy probablemente evite que el político ingrese en
prisión.
La Sala Segunda del Supremo he hecho pública su sentencia sobre el caso, en
la que elimina los delitos de malversación y prevaricacióny mantiene la
condena por tráfico de influencias.
Las penas de hasta dos años de cárcel permiten el cumplimiento fuera de
prisión siempre que no pesen sobre el reo antecedentes penales anteriores y
no se produzca ninguna otra condena posterior.
Se trata de una decisión contraria a la petición de la Fiscalía, y que no ha
supuesto una sorpresa dado que, según informa hoy EL MUNDO, la Sala de lo
Penal del Supremo se inclinaba por realizar una profunda corrección a la
condena dictada por la Audiencia de Baleares contra el ex presidente de la
comunidad autónoma.
Los magistrados de Mallorca le impusieron una pena total de seis años de
cárcel en el primero de los más de 20 procesos abiertos contra él por el
instructor del caso Palma Arena, inicialmente referido a la investigación del
sobrecoste del velódromo construido por el Gobierno balear pero que se ha
convertido en una macrocausa de la que el juez José Castro ha desgajado
sucesivas piezas separadas.
Matas fue responsable del Govern balear entre los años 1996-1999 y 20032007 y ministro de Medio Ambiente de 2000 a 2003.
Dos años y tres meses para Alemany
El Supremo absuelve al periodista Antonio Alemany de algunos los delitos y,
aunque mantiene varias condenas por prevaricación, malversación y falsedad
en documento mercantil, le impone por ellas una sola condena de dos años y
tres meses de prisión, además de inhabilitación por cuatro años y siete meses.
La misma sentencia condena al ex director general de Comunicación del
Govern de Matas, Joan Martorell, por prevaricación y malversación y le impone
una pena de siete meses y un día, además de inhabilitación por tres años; y al
publicista Miguel Romero le absuelve de todos los delitos.
Las condenas a Alemany y Romero se producen por el llamado "Contrato
Menor", en el que no está implicado Matas.
La sentencia, de la que ha sido ponente Carlos Granados, cuenta con un voto
particular del magistrado Alberto Jorge Barreiro, quien considera que debió
condenarse a Matas por delitos de prevaricación y falsedad, aunque no por
malversación, ni tampoco por fraude.
La Audiencia de Palma consideraba probado que Matas benefició con dinero
público al periodista que escribía sus discursos,Antonio Alemany con actos
producidos entre 2003 a 2007.
En ese tiempo Matas concedió a Alemany, mediante un concurso pantalla a
favor de su empresa Nimbus, 200.000 euros por escribir sus discursos y
asesorarle en materia informativa, al tiempo que influyó para beneficiarle con
una subvención de 450.000 euros para crear una agencia de noticias.
Matas fue condenado por estos hechos a penas diferenciadas: 5 años, 3
meses y 1 día de cárcel en calidad de inductor por los delitos de fraude a la
Administración, falsedad en documento oficial y mercantil, prevaricación y
malversación, y 9 meses y 1 día de prisión por el de tráfico de influencias.
El Supremo, que mantiene la última pena (tráfico de influencias), no discute los
hechos probados, pero sí la consideración delictiva que les atribuyó la
Audiencia.
En cuanto al concurso, dice el Supremo, se adjudicó a una sociedad, Nimbus,
que realizó trabajos -como redacción de discursos y otros- por los que cobró,
todo lo cual "en modo alguno" puede ser considerado prevaricación, ya que
hubo un servicio prestado a cambio del dinero pagado.
Por lo que se refiere a la malversación, el tribunal acepta la tesis de la defensa
de los reos, pues mientras la Audiencia condenó porque del dinero pagado a
Nimbus se dedujeron comisiones para terceras personas, ahora el Supremo
considera que se trataría, en todo caso, "de un acuerdo entre particulares".
En otras palabras, se hizo un concurso abierto y se firmó un contrato con
Nimbus (del periodista Antonio Alemany) que se pagó a cambio de servicios
prestados. Si luego, de ese dinero, el perceptor pagó una comisión, ya no se
trataba de dinero público, por lo que no puede haber malversación, dice el
Supremo.
En cuanto al fraude, el Supremo señala que pudo existir, en el concurso sobre
el que Nimbus pudo disponer de información privilegiada, una irregularidad
administrativa o incluso otra figura delictiva, pero no fraude, ni tampoco
falsedades en documentos público y mercantil.
Por lo que se refiere al tráfico de influencias, el Supremo sí considera
queMatas "utilizó su autoridad jerárquica para presionar" en favor de que se
favoreciera la solicitud de Alemany para obtener una subvención pública a su
Agencia Balear de Noticias, algo que hizo "con pleno conocimiento de que
influyó con prevalimiento".
El expresidente balear Jaume Matas (PP) es el cuarto presidente autonómico
desde la Constitución de 1978 que ha sido condenado penalmente. Matas fue
responsable del Govern balear entre los años 1996-1999 y 2003-2007 y
ministro de Medio Ambiente de 2000 a 2003.
Matas:
“Seguiré defendiendo mi inocencia hasta el final”
Andreu Manresa – El País
“Me congratula que se demuestre que los jueces y fiscales del caso Palma
Arena se equivocan. Siempre he creído que el tiempo y la justicia pondrían las
cosas en su sitio y harían que la verdad se impusiera”. El Jaume Matas de sus
días de poder reapareció este martes ante la prensa satisfecho. Libre de la
amenaza de los seis años de cárcel, negó tener la tentación de volver a la
política en el PP.
“No hay contra mí ninguna acusación por apropiación indebida”, insistió. En las
causas pendientes, reseñó, no pesan sospechas de que haya metido la mano
en la caja. Vino así a responder a quienes le interpelaron a lo largo de seis
años, desde que se iniciaron las investigaciones.
Matas arrastra aún el caso Nóos por los negocios de Iñaki Urdangarin, las
contrataciones de los arquitectos del caso Palma Arena, contratos y supuestas
firmas de las actas de fundaciones públicas y, además, elcaso Over, sobre
financiación electoral del PP. En semanas, se someterá a un tribunal popular
por un cohecho impropio, por un sueldo regalado por un hotelero a su esposa,
con una petición de pena de multa e inhabilitación.
Matas habló en un hotel donde veranea, Sa Colònia de Sant Jordi, al sur de
Mallorca, que regó con más de 20 millones de inversiones, en una habitación
con ocho televisiones y retransmisión en directo de TVE 24 horas. El
expresidente de Baleares, exministro de Medio Ambiente con Aznar y exlíder
del PP balear, lanzó un reiterado mensaje: fe en el sistema judicial, porque el
Tribunal Supremo tumbó la sentencia de la Audiencia de Palma con “el
ambiente social, político y económico” en contra, “el peor que podía rodear [al
Supremo] desde los años noventa”.
No quiso revelar a qué se dedica profesionalmente, para que “no sufra” su
familia, y subrayó que perdió su trabajo en EE UU porque le retiraron el
pasaporte.
Ocupación carcelaria superior a la hotelera
Llorenç Riera – Diario de Mallorca
Nunca pensábamos que, en el mejor verano de aceptación turística de
Mallorca, hubiera otras hospederías, impuestas eso sí, que obtuvieran mejor
ocupación y alto rango de inquilinos. En la Mallorca artificial, la prisión de
Palma acapara, hoy mismo, mayor protagonismo que cualquier hotel de
renombre. La corrupción ha arrinconado al glamour y la fama con el agravante
de que ni el turismo regenera nuestra economía ni las condenas penales a
quienes debían liderar esta tierra y dignificar sus instituciones, propician la
enmienda o el reconocimiento de culpa. En consecuencia, no podemos excluir
la reincidencia. Avisados estamos.
De princesa en todos los castillos a retenida en los calabozos de seguridad en
prevención de tentaciones y males mayores. Deberemos anotar la fecha del 24
de julio en la historia negra „"sucia" diría la Audiencia Provincial„ de esta isla.
Ha sido el día en que el sol abrasador del mediodía ha fundido para siempre el
legado institucional y político de Maria Antònia Munar. Los tiempos judiciales
hicieron que este fuera el momento fortuito en el que la exlíder de casi todo
ingresara en prisión. Desolación, ni un gesto de apoyo, algún abucheo y gritos
de rechazo. Contraposición absoluta con aquella primera llegada a Can Berga
en coche oficial y besos al aire. Del Audi oficial al utilitario de garantía y
custodia policial.
Por decirlo en lenguaje llano, para la sala segunda de la Audiencia Provincial,
Munar es la personificación del riesgo. Tiene presumibles tentaciones en forma
de dinero "sucio" en el extranjero, todos sus bienes visibles intervenidos y un
panorama procesal "desolador", con nueve juicios a la vista y condenas
acumuladas superiores a la década de prisión. Ante todo ello, aun teniendo en
cuenta que del Tribunal Constitucional emana sobrada jurisprudencia en el
sentido de que una condena no es causa suficiente para el encarcelamiento
preventivo, una Sala a la que "la persona de Munar genera elevada
desconfianza", tiene en cuenta también que resulta obligado "ponderar todos
los intereses en juego" y llega a la conclusión de que se han incrementado las
posibilidades de que, quien se declara "víctima de una causa general" eluda la
acción de la Justicia. Por eso ha fijado su residencia inmediata entre el espacio
vallado anexo a la carretera de Sóller. Mantendrá corte impuesta en reino
inexistente. Vicens se le ha adelantado, Buils llega con ella y Nadal está a
punto de volver a cobijarse bajo su sombra. Esta es también su respectiva
condena recíproca. Y la nuestra.
La situación familiar y el historial clínico han pesado de forma insuficiente a la
hora de decidir el destino de Maria Antònia Munar. Tampoco fueron
determinantes en sus tiempos de esplendor. La incredulidad de verla en la
cárcel se volverá rutina. Pese a todo, el verano de 2013 quedará marcado por
los presos de alto rango antes que por la proliferación de turistas.
La sentencia del Tribunal Supremo y el caso Matas
José Mª Lafuente – Diario de Mallorca
No soy partidario de los proyectos de ley que pretenden trasladar el recurso de
casación a la competencia de los Tribunales Superiores de Justicia en las
comunidades autónomas. El Tribunal Supremo garantiza la distancia que
favorece una justicia alejada de la presión política y mediática.
La lectura de esta sentencia número 657/2013 del Tribunal Supremo, que casa
y anula parcialmente la de la Audiencia Provincial de Palma, se sustenta en un
determinante precepto constitucional: el principio de legalidad penal del artículo
25 de la Constitución (Nulla poena sine lege scripta e stricta) cuya primera
formulación data de la Magna Charta Libertatum inglesa de 1215. El Estado y
los jueces sólo pueden castigar a un ciudadano cuando el Parlamento elegido
por el pueblo así lo haya tipificado previamente en una ley.
Este principio prohíbe que sea el poder ejecutivo o el judicial quienes sustituyan
al Parlamento en la determinación de los límites de la criminalidad. Soy mucho
menos abstracto de lo que pueda parecer: corresponde al poder legislativo
regular la libertad y la seguridad de los ciudadanos (¡nada menos!). De lo
contrario, la Democracia dejaría de existir. Debe ser privado de libertad aquel
que ha cometido un crimen porque ha infringido todos los elementos de un tipo
penal escrito. Nadie más, so pena de quebrar la presunción de inocencia. No
ha lugar a confundir los juicios legales con los morales.
Pues bien, esta sentencia del Tribunal Supremo ha sido acordada por mayoría
de cuatro magistrados, con un voto particular matizado por el quinto. Tanto las
absoluciones como las condenas se han fundamentado precisamente en los
principios de legalidad y de tipificidad. Se discuten cuatro casos: "pago de
facturas", "concurso", "concurso menor" y "subvención" que se refieren a las
relaciones entre el expresidente Jaume Matas y el periodista Antonio Alemany
con motivo, esencialmente, de las facturas por la elaboración de los discursos
de aquél a través de Nimbus Publicidad y los pagos a una Agencia Balear de
Noticias.
El Tribunal Supremo absuelve a Jaume Matas de los delitos de fraude,
falsedad, prevaricación y malversación. Sólo se mantiene la condena por tráfico
de influencias que se pena con nueve meses y un día. También se ha reducido
sustancialmente la condena impuesta a Antonio Alemany por los delitos en los
casos "contrato menor" y "subvención". El Tribunal Supremo invoca su propia
jurisprudencia y la del Tribunal Constitucional para defender la jerarquía
jurisdiccional e interpretativa que consagran la Constitución y la Ley Orgánica
del Poder Judicial.
Para la condena por un delito por prevaricación no basta con que la resolución
sea jurídicamente incorrecta, sino que debe ser además "injusta" y "arbitraria"
(STS 49/2010). El delito de malversación exige acreditar el "ánimo de lucro". El
de fraude a la administración requisita "la existencia de un concierto para
defraudar a la administración entre un funcionario y un particular". El delito de
falsedad en documento oficial y en documento mercantil precisan que la
"mutatio veritatis recaiga sobre elementos esenciales".
El tribunal Supremo se sorprende cuando afirma: "No es usual examinar en una
casación una sentencia de instancia cuyos hechos probados se extiendan en
23 páginas". Tal vez no se trate tanto de condenar por una multitud de delitos,
cuanto de hacerlo por aquellos cuyos hechos estén suficientemente probados
en todos sus elementos. De este modo se evitaría la sorpresa que sin duda
esta sentencia del Tribunal Supremo causará a la ciudadanía.
Munar, centre de totes les polèmiques
Joan Riera – dBalears
Fins i tot empresonada, Maria Antònia Munar continua essent el centre de totes
les polèmiques, talment com quan plantà cara a Cañellas a principis dels anys
noranta, quan conformà el primer Pacte de Progrés amb l'esquerra al Consell el
1995 o com quan el 2007 envià Matas a l'oposició i a Amèrica. Tothom parlava
d'ella. Ara, per motius relacionats amb la Justícia, privada de llibertat i a
l'espera de veure què diu el Tribunal Suprem sobre la sentència del cas
Maquillatge, tota Mallorca torna a parlar d'ella. És una constant des de fa més
de vint anys, tant en els moments bons del canvi progressista com en els
dolents de la involució propiciada per l'avanç del PP o en els tràgics, com és en
l'actualitat. Mallorca ja ha vist les imatges de la que fou la seva presidenta dins
un vehicle policial que la condueix al centre penitenciari de la carretera de
Sóller. Però no per això deixà de ser Maria Antònia Munar, un dic contra
l'hegemonia del PP, una frontissa que va permetre aire fresc dins la política
balear amb diferents girs cap a l'esquerra.
L'actual capítol de la vida de Munar és terrible. Està malalta i dins una cel·la
penitenciària. Però tothom parla d'ella. No és el cas d'altres polítics que han
anat a la presó i que al cap de pocs dies han caigut dins l'oblit. Amb Munar no
passa això. Partidaris i detractors veuen com mentre a Matas se salva ella
s'enfonsa. Va ser Munar la que decidí el 2007 enviar el PP a l'oposició. A patir
d'aquí esdevingué una legislatura plena d'escàndols que acabà amb un procés
involutiu i l'arribada de la dreta extrema al Consolat. Ara Matas pot presumir del
seu "màxim respecte" per les decisions de la Justícia. Mentrestant, qui li féu
perdre el poder estar tancat. independentment del què puguin decidir els jutges
conforme a les proves que disposen un fet sembla inqüestionable: continua la
involució a aquesta terra. La dreta més extrema s'enforteix com un vent
imparable i sense que l'esquerra pugui evitar-ho. Una esquerra que en el futur
tendrà molt difícil tornar a obtenir el suport del centre regionalista o
nacionalista.
El record de la legislatura 2007-2011 i de les seves conseqüències farà pànic.
Munar entra en la cárcel por su propio pie
Matías Vallés – Diario de Mallorca
¿Ha tomado conciencia por fin Munar de que ya no reina en Mallorca ni arbitra
la política balear? Cuarteada su máscara imperial, en la mañana de ayer sólo
amaneció un ser humano desesperado por la pérdida inminente de la libertad
previamente malgastada. El desgarro facial la traicionaba, pero ni en tal trance
se apeó de sus exigencias. Tampoco asumió la mínima responsabilidad por su
gestión. Se proclama traicionada por sus íntimos colaboradores, que se han
limitado a rendirse a la evidencia. Omite que los eligió porque se plegaban a su
voluntad inapelable. Porque ninguno de ellos rechistó cuando les planteó UM
como un gran negocio. Lo fue, pero los abusos obligaron a bajar la verja de la
tienda.
La entrada en la cárcel de un ser humano es una pésima noticia. El instinto
político de Munar le obliga a calibrar la satisfacción ciudadana por su ingreso
en prisión, a sopesar por qué ni el mayor castigo imaginable le ha prestado un
átomo de simpatía adicional. Ha llegado a la prisión contra todos y por su
propio pie. Es la autora única de su destino, sólo puede dirigir su estupor hacia
sí misma. Su lamento histórico a Josep Melià, "algo habremos hecho para que
nos odien tanto", se ha quedado romo sin iniciativas que repararan la
animadversión masiva. Ni rastro de reparación del daño causado, la continua
apelación a su enfermedad reclama de nuevo un privilegio compasivo sin
contrapartida. Al contrario, la megalomanía de Munar se ha mantenido intacta
mientras se desmoronaba su imperio. Apresada por las evidencias, se sintió
impulsada a invocar un derecho Penal a su medida, donde las tropelías de los
políticos estuvieran exentas de la cárcel. Ni siquiera efectuó una descalificación
genérica del sistema correccional en las entrevistas con sus periodistas de
pago, sólo buscaba altavoces para resguardar su inmunidad. Jamás conoció
intereses que no fueran los propios, la capacidad que comparte con sus socios
sucesivos.
Dado el poder simbólico que Munar se atribuyó, piensa que con ella se
encarcela a toda Mallorca. Confió en la fidelidad perruna de su cohorte de
testaferros. Sin embargo, sus esbirros evaluaron opciones vitales más
confortables tras advertir que su dueña había perdido los resortes para librarles
de la cárcel que se ha convertido en la desembocadura de UM. Hace tiempo
que caducaron los tiempos de Gabriel Cañellas, flanqueado en el banquillo del
Túnel de Sóller por dos consellers resignados a su suerte con un mutismo
estruendoso.
Los mayordomos de Munar se comportaron como hubiera hecho ella en
idéntica circunstancia. Algo aprendieron, a menudo parece que su patrona les
reprocha la celeridad en imitar el comportamiento que les infundió. Al margen
de su apelación a la inocencia personal, pudo descender al plano humano de
deplorar las acciones que atribuye a sus subordinados. Es superior a sus
fuerzas porque, si alguien hubiera insinuado durante la enajenación enajenada
de Can Domenge que Miquel Nadal llevaba las riendas de UM, hubiera
desatado las iras hegemónicas de la propietaria del partido.
Munar no tiene defensa, desde la chocante elección de letrado hasta el
desparpajo de presentarse en solitario ante la Audiencia que debía juzgarla al
día siguiente. Las cárceles no fueron diseñadas para albergar a presidentas de
Mallorca pero conviene recordar que, sólo en Can Domenge, Munar ha
ocasionado mayor quebranto que la totalidad de los internos de la prisión
provincial. Treinta millones de euros un solar, sesenta euros una papelina.
Cada familia mallorquina perdió 250 euros del patrimonio común cuando el CIM
–Consell Inmobiliario de Munar– malvendió la parcela palmesana para que los
dirigentes de UM se embolsaran cuatro millones de euros en sobornos, según
las versiones de todos los implicados en el canje a excepción de la entonces
presidenta de Mallorca. El partido de centro pero no decente se desembarazó
de Can Domenge con todas las consecuencias. Los hoy condenados se
mofaban abiertamente en las hemerotecas de las consecuencias que podría
reportarles su conducta. La excitación de la impunidad era un aliciente
adicional, una droga tan poderosa como el dinero.
A propósito, Mallorca habrá de someterse en alguna ocasión a una terapia
colectiva, para explicarse la corrupción masiva de PP y UM. Roberto Saviano
acude en auxilio de la isla desde su Nápoles camorrista. En su libro Zero Zero
Zero, el autor de Gomorra disecciona los circuitos de la cocaína. Allí explica
que "la mafia corrompe sin hacer nunca que el corrupto sienta el pecado,
consigue que la corrupción parezca una praxis expeditiva y sin peso, algo que
en el fondo hacen todos". Pregunten en la prisión de Palma, la insoportable
levedad de la corrupción.
Munar y el delincuente Matas, el único político que celebra una condena del
Supremo con una comparecencia bufa ante la prensa, son la pareja que
corrompió a una isla, pero quizás lo tuvieron demasiado fácil. De hecho, la
presidenta de UM no piensa que deba eludir la cárcel porque sea inocente, sino
porque es Munar. A través del juicio y la sentencia, ha buscado entre los jueces
y fiscales profesionales el guiño del reconocimiento, la sintonía. No en vano su
circuito de aduladores la embriagó con odas a su astucia. Hoy se han
desembarazado de ella para no verse salpicados por la engorrosa prisión.
Desde el momento en que atravesó el umbral de la cárcel, Munar se convirtió
en una víctima, pero no menos que los centenares de internos que comparten
su condición. Al perder su singularidad, la propietaria de UM entenderá que la
celda hiciera recapitular a Bartomeu Vicens hasta el extremo de impulsarle a
contar la verdad, un instinto repudiado genéticamente por el centroderecha
mallorquín.
Si los rapaces contrabandistas levantaran la cabeza, se asombrarían ante la
renacida pasión por limpiar las sentinas de la sociedad mallorquina. La
diferencia entre Matas y Munar radica en que el exministro de Aznar no podía
estrangular a la derecha insular. En cambio, la creadora de UM ha lesionado
definitivamente al mallorquinismo, lo ha situado al borde de la erradicación.
Para ello creó un partido diminuto y manejado por pocas personas, un bajel
que se ha hundido por el peso de los billetes. Tras la catarsis, toda invitación al
optimismo ha de ser desalentada. A Munar la han obligado a cambiar, no
abundan las evidencias de que Mallorca lo haya hecho.
La justicia no está a la altura
Antonio Papell – Diario de Mallorca
La crisis económica, que ha provocado la peor recesión de nuestra historia
reciente, ha producido un tremendo shock psicológico sobre la sociedad
española, que ha visto de repente cómo sus presupuestos de bienestar y
prosperidad se desmoronaban súbitamente, mientras se abrían hacia el futuro
unas perspectivas no tan boyantes como hubiéramos imaginado hace apenas
unos pocos años. Y, lamentablemente, junto al desengaño económico, está
sobreviniendo una paralela frustración política, al emerger un conjunto de
episodios de corrupción que han desacreditado la funcionalidad del sistema y
han puesto en duda la calidad de la democracia, al tiempo que han provocado
una gran irritación social que deriva en una potente desafección hacia lo
público. El caso Gürtel con su pieza separada el caso Bárcenas, el caso de los
ERE andaluces, el caso Palma Arena en Balears y el caso Palau en Cataluña
son la espuma de una capa viscosa de corrupción que nos ha invadido en los
últimos años.
No hace falta decir que en el inaplazable saneamiento de esta situación debe
desempeñar un papel esencial la Justicia, que, sin embargo, está naufragando
estrepitosamente en estas lides. Lo que contribuye a agravar la reacción airada
de los ciudadanos.
Las investigaciones judiciales, bastante heterogéneas en lo cualitativo, han
dado ya algunos motivos de asombro: el caso Palau pasó muchos meses en el
limbo de la lenidad judicial, como si la influencia de los amigos de Millet hubiera
conseguido paralizar las actuaciones en su contra. Y los primeros pasos del
caso Gürtel, con la expulsión de Garzón y algún sobreseimiento sorprendente,
después enmendado, dispararon todas las alarmas, aunque más tarde se
encauzaron los procedimientos. De cualquier modo, la lentitud exasperante de
los procesos atenta contra el concepto de estado de derecho y vulnera la
Constitución, que proscribe las dilaciones indebidas a los procesos públicos
(artículo 24.2).
Pero, además, estamos transitando por un camino de perplejidad: el Tribunal
Supremo, al revisar la primera sentencia derivada del caso Palma Arena, ha
reducido la condena al expresidente del gobierno balear, Jaume Matas, desde
los seis años de prisión a nueve meses y un día, tras estimar parcialmente el
recurso de casación y decidir que sólo existió delito de tráfico de influencias.
Pocos días atrás, resultaba totalmente exonerado de toda responsabilidad el
exministro José Blanco al decidir el Tribunal Supremo que no existió tráfico de
influencias en la conducta del político socialista, por lo que se sobreseía el
llamado caso Campeón que estuvo abierto casi dos interminables años. Hace
bien poco, la fiscalía archivaba el caso Segovia 21, un "pelotazo" urbanístico
cargado de oscuridade Y ayer mismo, el Supremo exoneraba de toda
responsabilidad a la presidenta navarra Yolanda Barcina, acusada en primera
instancia de delitos económicos por el cobro de astronómicas dietas en Caja
Navarra? Es mucha coincidencia, siempre en la misma dirección.
Aunque de esta acumulación de hechos emana un cierto tufo a compadreo,
como ha declarado algún líder minoritario, no hay motivos en principio para
dudar de la ecuanimidad de las decisiones judiciales. Lo que sí es
escandaloso, junto a la interminable duración de los procesos, es la gran
disparidad de criterios en el propio seno de la Justicia, que parece ser indicio
de una gran falta de rigor y de una generalizada incompetencia. Cuando
reiteradamente se producen contradicciones tan llamativas entre sentencias
que se refieren a los mismos hechos, es que algo falla en la preparación
técnica del Poder Judicial y en la debida coordinación que habría de procurar el
Consejo General, cada vez más politizado y mediocre. Y sería un drama que la
Justicia no estuviera esta vez a la altura de los requerimientos.
Mallorca es lugar para inocentes
Llorenç Riera – Diario de Mallorca
En contra de las apariencias, lo que la política y la malversación separó, lo
vuelve a unir la práctica procesal. Jaume Matas y Maria Antònia Munar están
otra vez, de forma irremediable, unidos bajo un mismo destino. Su respectiva
reacción de ayer, ante las sentencias que les afectan, así lo acredita. Si
atendemos a sus palabras, no queda espacio para la duda. Son víctimas del
sistema, de "una causa general" dice Munar y de la "desinformación" asegura
un Matas que se esfuerza en convencerse de que no hay más verdad que la
que emana de su criterio. O de su conveniencia. Para acabar de adornarlo,
entre la ráfaga de sudorosos titubeos emitidos ayer en Colònia de Sant Jordi,
halló espacio para hacer ver su infortunio al obtener una absolución –cómo si el
tráfico de influencias fuera cosa de poca monta– en "el peor momento social
posible". Teme que "los graves problemas de la gente" puedan inmunizarla
frente a la compasión y la solidaridad que él merece.
Mallorca, por lo visto, no es tierra para impartir justicia y por eso, como dice
Matas, los tribunales se equivocan en territorio insular. Lo sabe bien su letrado
que no tiene reparo en servirse de la insolencia para descalificar a la Audiencia
Provincial. A Mallorca, sobre todo en julio, se viene a entregarse al ocio.
Dejaremos pues de preocuparnos de Matas y Munar y empezaremos a hacerlo
por la quiebra del sistema porque esta es la verdadera condena del conjunto de
sentencias emitidas y comenzadas a ejecutar ayer. ¿Qué ha sido de la
confianza que debe emanar de las resoluciones judiciales que afectan a los
cargos públicos? Se ha dilapidado por completo si atendemos a las primeras
reacciones, más allá de los imputados, claro está. Munar, a expensas de que
Anticorrupción logre hoy su ingreso en prisión por sumar la condena de Can
Domenge a su colección particular, siempre unida a Jaume Matas, intentará
seguir sus pasos y frutos en el Supremo. Alemany, sin tanta fortuna que el
lector de sus discursos, también apelará hasta el infinito si es necesario. Buils
ya sabe que el primer aleteo del Voltor le ha llevado a la cárcel y Miquel Nadal
está a punto de emprender el mismo vuelo, corto y bajo. Nada de la
exuberancia de las avionetas. ¿Seguro que lo visto y decidido ayer no es fruto
de una alucinación veraniega? La crisis de identidad se ha vuelto mayúscula.
Este archipiélago no puede reconocerse ya en sí mismo. Mucho menos en
quienes han sido sus dirigentes.
El Tribunal Supremo dice que, en el caso de Matas, no se ha respetado de
forma suficiente la presunción de inocencia y que han sobrado las
suposiciones. Un principio fundamental del derecho penal es el de no condenar
a nadie sin hechos probados. ¿Hasta qué extremo? ¿Con qué vara de medir?
Lo planteamos porque prevalece una duda mayor que también mantienen los
fiscales de Palma y Madrid, la de saber la intencionalidad de las decisiones, su
validez de servicio público y el uso de los dineros desviados o directamente
evaporados. Hubiera sido tan fácil como restituirlos al lugar de origen para
hacer brotar los primeros brotes verdes de confianza hacia una política y
justicia que, por lo menos a gran escala, acaba y empieza en idéntico punto.
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