Trabajo Costa de Marfil

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COSTA DE MARFIL: LA “SEGUNDA DESCOLONIZACIÓN”
Por: Iraxis Bello
Las razones que promovieron el conflicto en Costa de Marfil prácticamente se
mantienen pese a los esfuerzo por consolidar un gobierno de conciliación entre los
actores en conflicto, por lo que existe la posibilidad de que las elecciones no puedan
celebrarse en junio de este año y que recrudezca el sentimiento marfileño de exclusión
que sirvo de base a la denominada segunda descolonización, sobre todo, contra
Francia y su cuestionable política exterior hacia África’
Siguen planteándose en Costa de marfil los problemas de desarme, la
identificación de los electores, la reinserción de 5.000 a 10.000 ex rebeldes en el nuevo
ejército nacional o la reunificación del Ejército y la organización de la celebración de
las elecciones, libres, transparentes e incuestionables, misión por la que fue nombrado
Guillaume Soro al puesto de primer ministro. Es decir, estamos lejos de salir de la
situación de ni paz, ni guerra que conoce este país desde 2003, por la desconfianza que
existe entre los clanes respectivos del jefe de Estado y del primer ministro, con los
consiguientes problemas de seguridad. Sin embargo, el primer ministro sigue
afirmando que la lucha de su movimiento, las Nuevas Fuerzas, no es por el poder, sino
por la afirmación de una identidad, la del norte del país.
Muchas de las causas que promovieron el conflicto en Costa de Marfil (20022004) están, pues latentes sometiendo al país de África Occidental a una tensa situación,
pese a la aparente calma, que mantiene en vilo los logros alcanzados en el Acuerdo de
Ouagadugú, firmado en 2003, en la capital de Burkina Faso, donde se readministraron las
cuotas representativas de poder, entre los diferentes sectores locales (Laurent Gbagbo en
la presidencia y el líder rebelde Guillaume Soro como primer ministro), para aliviar la
tensión.
Sin caer en juicio de valor sobre la eficiencia y la naturaleza de la intervención
humanitaria, la reciente decisión de la ONU, en enero de este año, de extender la
presencia, por seis meses más, de los 6.240 cascos azules de la Misión de las Naciones
Unidas en territorio Costamarfileño (MINUCI), desde 2004, da cuenta de las dudas sobre
los avances de paz. Al respecto, el secretario general del organismo multilateral, Ban Kimoon, alertó que se trata de “avances frágiles”. Sin embargo, los actores internacionales
en la resolución del conflicto exigen elecciones para junio de este año, bajo el
1
cuestionable supuesto de que las bases del modelo de democracia liberal librarán al país
de las causas estructurales y coyunturales que promovieron la crisis.
Aunque se atribuyen las razones del conflicto a elementos meramente étnicos y
confesionales en un país caracterizado por la convivencia de una importante variedad de
grupos locales, así como a una significativa presencia de inmigrantes africanos y
extranjeros (sobre todo franceses) desde antes de la colonización, el presente trabajo tiene
como hipótesis inicial determinar por qué se denomina: “segunda descolonización” a la
política de expulsión de “extranjeros” que se desató durante la crisis de los años 80 y 90
(generada por los efectos combinados de la caída del precio del café y del cacao, la
aplicación de los PAE, la devaluación del franco CFA y la reducción de la ayuda al
desarrollo) como una de las manifestaciones del conflicto que ahora amenaza con
recrudecer, un conflicto cuyos aspectos más visibles son la inmigración, la nacionalidad,
el problema de tierras y las condiciones de acceso a la presidencia. En Costa de Marfil, la
crisis económica generó la crisis política.
Para ello se desarrollarán brevemente los siguientes objetivos:
-Explicar la presencia de Francia en Costa de Marfil antes, durante y después de la
colonización
-Indagar sobre el impacto que para el productivo país africano, en los 60 y 70, supuso los
cambios en la política económica mundial en las últimas décadas del siglo XX
-Precisar los vicios políticos y económicos que se generaron en el recién estado africano
-Exponer en qué consistió la política de fronteras abiertas para inmigrantes
-Profundizar y analizar las causas que promovieron el conflicto, en particular la
manipulación de la etnicidad por los dirigentes en función de sus intereses del momento
-Detallar en qué consistió y en qué contexto se generó el rechazo a la presencia extranjera
del norte.
En pocas palabras, la hipótesis de partida es que la política africana de Francia,
tornada en perversa, al combinar los intereses privados de las grandes empresas francesas
2
y los intereses públicos entre los dirigentes franceses y africanos, ha dado lugar a unas
redes de influencias político-económicas (La famosa Franciáfrica), que destacan por los
escándalos político-financieros, el estropeo a la democracia y a los derechos humanos en
África. Son precisamente estas prácticas, que explican en parte el estallido del conflicto
de Costa de Marfil, sin menospreciar los factores meramente internos arriba
mencionados.
Los métodos científicos a utilizar en el presente trabajo son el descriptivo y el
analítico. Se tratará de una exposición narrativa que partirá de una descripción general de
la realidad costamarfileña desde los ámbitos local, regional e internacional para con ello
obtener las bases de lo que se ha dado a llamar ‘la segunda descolonización”.
1.-LA PRESENCIA DE FRANCIA EN COSTA DE MARFIL
La presencia de Francia en Costa de Marfil se remonta a antes de la colonización.
Tuvo uno de sus principales puntos de inflexión durante las rivalidades europeas del siglo
XIX para conquistar la tierrae incognitae que era el continente africano con la
celebración de la Conferencia de Berlín (1884-85).
En su pugna con Gran Bretaña, en el Golfo de Guinea, Francia, afirmó su
presencia colonial en el actual territorio de Costa de Marfil mediante el trazado de la
frontera franco-británica entre el Gold Coast (Ghana) y Costa de Marfil (distinguido de
Guinea y Benin en 1893). En el norte del territorio del África Occidental, donde Francia
no tuvo que enfrentarse a la rivalidad británica, los galos suprimieron la colonia de Alto
Volta del norte (actual Burkina Faso) incorporada, en 1933, en su colonia de Costa de
Marfil ubicada en el sur, creando una especie de “gran Costa de Marfil”, siendo el
objetivo suministrar la mano de obra a las empresas coloniales ubicadas en el sur o la
“parte útil” de la nueva configuración, donde se realizaron algunas mejoras en los
3
aspectos de infraestructuras y de desarrollo económico, por su clima favorable a los
cultivos comerciales, en detrimento del norte.
Es en esta época que se plantea el problema de sentimiento nacional que sigue
existiendo hasta la actualidad, pues a pesar de la separación de ambos territorios, en
1960, muchos norteños, o sus descendientes, nacieron como marfileños. Al respecto, en
el marco de la expansión de la economía capitalista, Francia para hacer frente a la penuria
de la mano de obra en Costa de Marfil favoreció, desde 1920, la inmigración de los
oriundos de las colonias vecinas, en particular los procedentes de Burkina Faso, que fue
administrativamente vinculado a Costa de Marfil entre 1934 y 1947, como queda
subrayado, por tal fin.
La referida potencia europea se impuso en esa región de África occidental gracias
a la ventaja que le brindaba su capacidad militar, pero como explica Aleksi Ylonen “el
hecho de que Francia impusiera su poder no acabó con la desobediencia local. Los más
de 60 grupos étnicos distintos de la zona resistieron a los franceses de distintas
maneras”1. No obstante, este esfuerzo fue en vano, ya que “los líderes locales fueron
sometidos a las leyes coloniales”2 posición que va en consonancia con las tesis,
promovidas desde los años 70, que reivindican la reacción y resistencia africanas ante la
colonización europea.
Esta necesidad de expansión y consecuente control de Francia, para asegurar sus
intereses geoeconómicos y estratégicos, en la región, en medio de la resistencia, dio paso
a una “administración colonial directa” que dejó poco espacio de acción a las
individualidades y grupos locales. Esta etapa también supuso las bases de la dependencia
política y económica marfileña a la potencia europea, de forma directa e indirecta, de la
que hoy muchos costamarfileños pretenden deslastrarse por segunda vez.
1
Ylone, A., “Configuración del Estado y crisis poscolonial en Costa de Marfil”, Cuadernos Bakeaz, n°
82, Bilbao, 2008, p. 2.
2
Ibid, p 2.
4
La primera ocasión la constituyó, en su respectivo contexto nacional, regional e
internacional, la independencia de Costa de Marfil, en agosto de 1960, (junto a los
procesos independentistas en Senegal y Malí) pese a la resistencia de Francia a abandonar
su productivo interés económico en la zona y a los débiles resultados, para sus propósitos,
de flexibilizar su política colonial, así como al resultado del referéndum, de 1958, cuando
Costa de Marfil votó por la asociación con Francia que para ese entonces enfrentaba las
consecuencias de la crisis de Suez y el conflicto en Argelia.
El efecto dominó que supuso las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, la
tensión bipolar que gestaba la Guerra Fría, la aparición de grupos nacionalistas en África
y el reforzamiento de nuevas clases sociales fueron algunas de las causas, desde la
perspectiva internacional, que motivaron la descolonización en el Continente y por ende
el país que nos ocupa.
En relación a los antecedentes en el caso de Costa de Marfil, en lo local, Ylonen
destaca que “a principio de los años 40, los agricultores marfileños aún tenían que
trabajar en las plantaciones francesas y recibían un precio más bajo por su cultivo. Para
luchar por sus derechos, crearon el Sindicato Agrícola Africano (SAA). En 1946, como
resultado de las nuevas libertades permitidas, el SAA se convirtió en el único partido
político, que pasó a denominarse Partido Democrático de Costa de Marfil (PDCI), bajo el
liderazgo de Félix Houphouët-Boigny”3, quien, posteriormente, se convirtió en el primer
presidente de Costa de Marfil una vez descolonizado.
2.- DEL MILAGRO DE LOS 60 A LA DEPRESION DE LOS 90
El denominado “milagro económico marfileño” durante los años 60 y 70, cuando
el emergente país de África Occidental dominó la producción y exportación mundial de
algunos rubros, sufrió un fuerte revés, en los 80, con la caída mundial de los precios de
3
Ylonen, A, op. cit., p.3.
5
las materias primas y las consecuencias, en escala, de la crisis del petróleo de 1973 . El
proceso de descomposición social fue acelerado y traumático para los costamarfileños.
Después de haberse convertido, según Godwin Nanann, en la “cuarta economía
subsahariana”4, antes de la crisis, al liderar los mercados de cacao, el coco y la tercera
parte de la producción de piña, Costa de Marfil cayó, entonces, en una profunda crisis.
“La economía política basada en las exportaciones, la sustitución de importaciones y el
desarrollo económicos del capital intensivo, empezó a perder su dinamismo”5, lo que
obligó al gobierno de Houphouët-Boigny a tomar medidas radicales que, entre otras
consecuencias, originaron un aumento importante y prácticamente irreversible de la
deuda marfileña y un empobrecimiento significativo de la población, menos de la clase
gobernante. La tensión social seguía gestándose.
De acuerdo con Ylonen, “a pesar del deterioro económico (…) la concentración
de riqueza en manos de la elite supuso que el poder político-económico permaneciera en
las 1.040 personas que ocuparon puestos en las principales instituciones políticas”6.
Por las razones expuestas al inicio de este capitulo, este drama se reflejó en casi
toda el África subsahariana afectando a otras economías florecientes como Nigeria y
Camerún. Es por ello que, al igual que el resto de la región, Costa de Marfil no escapó del
diagnóstico y cuestionado paquete de recetas liberales del Banco Mundial, aplicado en
los años 80, y el cual supuso un fuerte recorte del presupuesto del Estado (considerado el
responsable de la crisis debido a las redes clientelares y la corrupción), la eliminación de
subsidios a los alimentos y los recortes en el sector público, entre otras restricciones, que
afectaron, principalmente, a la población.
Otra consecuencia del Programa de Ajuste Estructural (PAE), de la cual no
escapó Costa de Marfil, fue la perdida de legitimidad de la clase dirigente que se apoyó
4
Nananna, G., “El futuro de la estructura política en el continente”, Vanguardia n° 26 ( Dossier África),
Madrid, enero-marzo de 2008, p.57
5
Ylonen, A., op cit, p.5
6
Ibid., p.6.
6
en la represión para mantener el poder. Además, para ese entonces la resistencia
comienza a consolidarse a la vez que el discurso contra la inmigración cobra fuerza.
3.- VICIOS QUE AFECTARON AL ESTADO COSTAMARFILEÑO
A los efectos de explicar en qué consiste la “segunda descolonización” en Costa
de Marfil también es necesario reseñar los aspectos políticos, entre el período de riqueza
y la crisis antes expuesta, que sirvieron de caldo de cultivo para la coyuntura y el
consecuente conflicto a partir de 2002.
A la colonización francesa, con métodos administrativos de inspiración jacobina,
sucedió un Estado neopatrimonial, basado en redes clientelares, sistema adoptado por
Houphouët-Boigny y sus sucesores, que ante la imposición de los PAE, les condujo a
centrarlo en el grupo étnico y después en los grupos allegados al poder, bajo el falso
discurso de la “marfilinidad” (teoría racista y xenófoba) que iba de la mano con la
“akanidad” o la “baulidad” (etnia de Henri Konan Bédié, sucesor de Houphouet-Boigny
también baulé).
Desde el punto de vista político y de acuerdo con Mbuyi Kabunda, durante la
época de bonanza, “Houphouet-Boigny consiguió, junto a su carisma y sistema
patrimonial y clientelista, basado en mecanismos tradicionales marfileños de resolución
de conflictos y de distribución de prebendas tanto en el aparato del Estado como en las
aldeas, instaurar las paz social entre las grandes etnias y los grupos sociales del país.
Dicho con otras palabras, Houphouet-Boigny supo preservar la unidad del país por
encima de las divisiones étnicas mediante el diálogo, la solidaridad y la hospitalidad
adoptando el principio según la cual “la tierra pertenece a quien la cultiva”7.
7
Kabunda, M., “Los conflictos africanos: prospectivas y perspectivas”, en Análisis de conflictos
internacionales, Nagore Gardoqui (coord.), Centro Andaluz del Libro, Sevilla, 2005, p.212.
7
En ese sentido, Simón Adetona Akindès, sostiene que Houphouët-Boigny
promovió reglas neopatrimoniales (teoría de Jean Francois Medard basada en la fusión
entre lo publico y lo privado, el enriquecimiento ilícito y las redes clientelares) basadas
en su carisma y su astucia con una maquiavélica manipulación de las etnias, combinando,
además, la represión y el poder usando una retórica de diálogo y paz que sustento en la
próspera economía durante los 60 y 70 8.
Aunque la Constitución marfileña de 1960 ofreció algunas garantías democráticas
como la separación e independencia de los poderes públicos, en la práctica, los resultados
de la gestión monopartidista, liderada por Houphouët-Boigny, generaron “una política
basada en el nepotismo, según la cual favorecía a su propio grupo étnico (baulé) frente a
otros grupos grandes como los senufó y los beté. Asimismo, manipuló procesos políticos
a su favor a través del diseño de procesos electorales, estableciendo los criterios para
entrar en la Asamblea Nacional y apoyando unos rivales contra otros”9.
El régimen de partido único se impuso en detrimento del pluralismo político. Sin
embargo, Rene Otayek explica que el caso de Costa de Marfil resulta emblemático a la
hora de entender la transición organizada desde el propio poder como aparente proceso
de democratización en África subsahariana debido a las presiones internas y foráneas, es
decir, el partido único pasó a ser el dominante.
Una vez cristalizada la crisis económica, política y social en Costa de Marfil en
los 90, Otayek precisa que “el régimen, en vez de soportar pasivamente los
acontecimientos, optó por reformarse desde dentro convirtiéndose al pluralismo y
organizando elecciones libres presidenciales y posteriormente legislativas. En las
primeras, Houphouët-Boigny fue reelegido presidente de la república frente al candidato
de la oposición, Laurent Gbagbo, líder del frente popular costamarfileño y actual jefe del
Estado; las elecciones legislativas confirmaron la buena posición del partido presidencial,
el Partido Democrático de Costa de Marfil (PDCI), que obtuvo 163 de los 175 escaños.
8
Adetona, S., “Cõte d’ Ivoire and Benin: Different but not parallel trajectories”, West Africa Review,
n° 10, 2007.
9
Ylone, op cit, p.4.
8
Aunque no deban tomarse estos resultados al pie de la letra (la oposición costamarfileña
constató fraudes masivos a favor de los candidatos oficiales), no testimonian menos la
capacidad del régimen de Houphou]et-Boigny para adaptarse a los cambios (…) el
régimen autoritario arrastraba en su beneficio la prueba de las urnas de forma que el
partido único se convertía en el partido dominante salvando lo esencial de sus
posiciones”10.
Es pertinente tener en cuenta que, a nivel internacional, este fue un periodo en el
que el nuevo orden diseñado tras la caída de la URSS promovió, por parte de Occidente,
un discurso normativo a favor de la democracia y los Derechos Humanos. La agenda de
“buen gobierno” junto con las recetas liberales del Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional pretendían frenar los vicios que se habían generado en el recién Estado
africano, bajo la cuestionable percepción de que los problemas africanos son sólo por
consecuencias de las acciones internas. Occidente, entonces, se desentiende de culpas y
asume que el logro del desarrollo sólo es posible a través de la inyección de capital y la
tecnología obviando realidades sociales, históricas y culturales de significativa
importancia no sólo para África subsahariana sino, en este caso, Costa de Marfil.
La ayuda, necesaria para solventar la crisis, estuvo cargada de condicionalidad y
el fracaso de los PAE fue adjudicado al régimen autoritario y a los problemas internos de
cada país. La promoción de la democracia liberal (elecciones, decisiones por mayoría)
pasó ser un requisito para los países africanos quienes promovieron elecciones, en
dudosas circunstancias, tal y como se explicó previamente a través del planteamiento de
Otayek.
Un punto de inflexión en la historia de Costa de Marfil lo constituyó la muerte de
Houphouët-Boigny, en 1993, sin establecer la sucesión en el cargo y dejando al país
africano sumido en el inicio de una crisis cuyas consecuencias persisten.
10
Otayek, R., “La larga marcha de la democracia en Africa”, Vanguardia, op. cit, p. 71.
9
A partir de ese momento, la inestabilidad se ha adueñado de Costa de Marfil,
donde la batalla por el control político se nutrió de las frustraciones de la población, lo
que ha derivado en enfrentamiento y exclusiones.
La gestión catastrófica del sucesor constitucional de Houphouet-Boigny, Henri
Konan Bédié, creó el caldo de cultivo del conflicto. Los jóvenes militares que se
sublevaron contra su régimen, en diciembre de 1999, no dispusieron de una ideología
específica por proceder de las distintas etnias del país (beté, gueré, yacuba, senufó y
diulá), sino que fueron movidos por las consecuencias de la crisis económica, la
profundización de las desigualdades sociales e indignados por el discurso de exclusión
(“marfinilidad”) de Henri Konan Bédié y de los dignatarios de su régimen. Sin embargo,
la causa principal del golpe fue el no cobro de sus sueldos, tras participar como cuerpo
expedicionario en la Misión de las Naciones Unidas en la República Centroafricana
(MINURCA), como consecuencia de la mala gestión y de la corrupción de dicho
régimen. En la opinión de Kieffer11, tras participar en aquella misión, muchos de estos
soldados y suboficiales, cambiaron su percepción de la realidad, de su entorno y de su
estatuto, en participar retornaron con la sensibilidad a los derechos humanos, al buen
gobierno y al buen funcionamiento del Estado, que les enseñaron en la “escuela de la
MINURCA”, y que no encontraron en su país a su regreso. De ahí su decisión de
derribar a Konan Bedié a favor del general Robert Gueï (“Papa Noel”), el 24 de
diciembre de 1999.
En la segunda intentona golpista del 19 de septiembre de 2002, esta vez contra
Laurent Gbagbo, que había sucedido al general Gueï (echado del poder por las
manifestaciones callejeras tras intentar manipular los resultados de las elecciones y
autoproclamarse presidente de la República el 24 de octubre de 2000), los rebeldes son
los militares descontentos de su desmovilización decidida por el gobierno de Laurent
Gbagbo, y cuyo jefe sería Guillaume Soro, líder del Movimiento Patriótico de Costa de
Marfil (MPCI). Sus seguidores ocuparon la parte norte del país, dividiéndolo en dos, tras
11
Kieffer, G-A., « Armée ivoirienne : le refus du déclassement », en Politique Africaine n° 78, París, junio
de 2000, pp. 36-37.
10
el fracaso del golpe de Estado. Se demostró más tarde que dicha intentona fue preparada
desde Burkina Faso, y muchos de los mercenarios procedían de este país, y algunos de
ellos de Liberia y Malí.
4.-LA PERMANENCIA DE FRANCIA
El mandato de Houphouët-Boigny se caracterizó por una fuerte presencia y apoyo
francés en el aparato político-administrativo y económico de Costa de Marfil. Francia
mantuvo en este país una significativa presencia militar con una base permanente en Port
Bouët y una plétora de asesores, es decir, un fuerte intervencionismo francés. Según
Leymarie y Perret, quienes abundan en el mismo sentido, la presencia de Francia se
manifiesta en todos los sectores de la economía (industria, servicios y comercio donde los
capitales franceses eran del 55% en 1978), y en la administración con numerosos asesores
y cooperantes12.
Houphouët-Boigny entendió que su política requería un esfuerzo económico
externo que se podía conseguir manteniendo buena relación con el antiguo poder
colonizador, Francia. Por esta razón las relaciones exteriores funcionaron como extensión
de la política económica interior. Houphouët-Boigny orientó la política exterior hacia el
mundo occidental”13.
Su largo mandato (1960 a 1993), al igual que el Gnassingbé Eyadema en Togo
(1967 a 2005), se explica precisamente por los acuerdos de cooperación económica,
política y militar de los 60, destinados a preservar y servir a los intereses del capitalismo
francés. Según Aminata Traoré14, que sostiene esta tesis, el rechazo de los acuerdos
económicos, en particular, por el gobierno de Laurent Gbagbo para poner fin al control
12
Leymarie. Ph y Perret T., Les 100 clés de l’ Afrique, Hachette, París, 2008, p. 118.
Ylone, A., op cit, p.4
14
Traoré, A., Lettre ouverte au Président des Français à propos de la Côte d’Ivoire et de l’ Afrique en
général, Fayard, París, 2005, pp. 20-21.
13
11
por Francia de todos los recursos naturales, todos los mercados públicos y todos los
proyectos de desarrollo de este país, abriendo el mercado del país a otros socios como
China y EEUU (también Angola y Ruanda), condujo a Francia, ─que instauró en Costa
de Marfil un neocolonialismo en torno a un aliado fiel, Houphouët-Bogny, encargado de
la preservación y defensa de sus intereses─, a tomar la decisión de desestabilizar el
régimen de Gbagbo por rebelión interpuesta. Es preciso recordar que el 30% del PIB de
Costa de Marfil está en manos de las empresas francesas, que controlan la casi totalidad
del sector privado, en particular de Bouygues, Bolloré, EDF, Saur, Société générale,
BNP, Crédit Lyonnais…, empresas acostumbradas a tener el monopolio de los contratos,
y por lo tanto no dispuestas a la competencia internacional. Costa de Marfil es el tercer
socio comercial de Francia en África, después de Sudáfrica y Nigeria.
La propia sucesión de Houphouet-Boigny por Henri Konan Bédié, presidente del
Parlamento o la Asamblea Nacional, se realizó con la bendición de Francia. Costa de
Marfil constituyó la piedra angular de la Franciáfrica. A pesar de la doctrina del primer
ministro socialista francés, Lionel Jospin, de “ni injerencia, ni indiferencia” en la segunda
mitad de la década de los 90, que redujo en un periodo dicho intervencionismo, Francia
siguió manteniendo una política neocolonialista sobre Costa de Marfil. Prueba de ello es
que en contra de la “doctrina Balladur”, que desde 1993 adoptó la postura de las
instituciones de Bretton Woods para luchar contra el aumento considerable de la deuda
de este país y la mala gestión del régimen de Bédié, Francia siguió suministrando
importantes préstamos a Costa de Marfil.
Además, es preciso subrayar que vivían en este país unos 40.000 franceses, en la
década de los 70 y 80, con pequeñas y medianas empresas, muchas de ellas con una
presencia que se remonta a la época colonial y que seguían comportarse en el periodo
poscolonial como si nada hubiera cambiado. Según subraya Bouquet15, muy bien
organizada y muy bien protegida, esta pequeña clase de patrones blancos no dudaba en
utilizar el Estado francés para defender sus intereses, perdiendo de vista que estaban en
un país extranjero.
15
Bouquet C., Géopolitique de la Côte d’Ivoire, Armand Colin, Paris, 2005, p. 287.
12
El golpe de Estado del general Robert Gueï supuso el inicio del fin de estas
prácticas con Francia, posteriormente retomado por Laurent Gbagbo tras su acceso al
poder, es decir, se trató de manera infructuosa de concretar una descolonización
incompleta e inacabada que duró 40 años.
Sin embargo, la llegada al poder Gbagbo (2000), un personaje al margen de la
clásica Franciáfrica (o de la FrancIvoire) y que se sirvió de la callé para acceder al
poder, molestó en el círculo de poder francés, pues buscó diversificar las relaciones
externas de Costa de Marfil para poner fin al monopolio político y económico de la
antigua metrópoli, inaugurando la segunda y verdadera descolonización de este país.
Como resultado, los acuerdos de Linas-Marcoussis, impuestos por Francia al gobierno
para supuestamente resolver el conflicto, tuvieron como objetivo no declarado, debilitar
el poder de Gbagbo sin asumir abiertamente el papel de “gendarme” de África y para
estar en sintonía con las recomendaciones o principios de la comunidad internacional.
Según Aminata Taoré16, con Laurent Gbagbo, los intereses económicos,
financieros y políticos de Francia en Costa de Marfil dejaron de ser protegidos. Y cuando
se produjo la intentona golpista de 2002, que se convirtió en rebelión, Francia encontró la
excusa perfecta para tomar su revancha y no aplicar los acuerdos de defensa que la
vinculaban con Costa de Marfil, bajo el pretexto de que se trataba de uno conflicto
interno.
Aprovechando la muerte de nueve militares franceses de la “Operación Licorne”
(integrada por 3.000 soldados franceses) a manos de los Sukhoi del ejército del aire
marfileño en noviembre de 2004 en su campo del Liceo Descartes de Buaké (zona
controlada por los rebeldes), el gobierno francés autorizó su destrucción en la base aérea
del aeropuerto de Yamusokro (zona controlada por las fuerzas gubernamentales), con las
consiguientes manifestaciones anti-galas en Abiyán y la evacuación de la casi totalidad
de los franceses del país africano. La represión de las tropas francesas contra los
16
Traoré, A., op. cit.,p. 62.
13
manifestantes desarmados, integrados por los “jóvenes patriotas” (seguidores de Laurent
Gbagbo) en la capital marfileña tuvo un balance de 67 muertos y 200 heridos. Una
actuación que recuerda los viejos tiempos de la colonización en un Estado independiente.
De todas las maneras, durante la intentona golpista de septiembre de 2002 contra
el régimen de Gbagbo, seguida de la partición del país en dos al ocupar las fuerzas
rebeldes todo el norte de Costa de Marfil tras fracasar el golpe en Abiyán, Francia se
negó a aplicar los acuerdos de asistencia firmados entre ambos países, limitándose a crear
una fuerza de interposición entre ambas partes invitadas a negociar. Esta actitud le costó
críticas por los dos protagonistas: para los rebeldes sin dicha presencia, Abiyán ya
hubiera caído en sus manos; para el gobierno de Gbagbo, el no respeto de aquellos
acuerdos por Francia es la prueba de la complicidad de sus multinacionales para seguir
saqueando la economía del país, por rebeldes interpuestos.
Sin ser la única causa que condujo a la guerra, aquel acontecimiento fue
determinante en la desestabilización de Costa de Marfil. Sin embargo, las trabas y
manipulaciones etnoconfesionales a las que se dedicó el mandatario marfileño para
aferrarse al poder conducen a algunos observadores a cuestionar esta hipótesis de la
segunda descolonización, que sigue siendo real, a manos de Gbagbo.
5.- TIERRA DE INMIGRANTES EN AFRICA OCCIDENTAL
Una de las características de África Occidental son sus fronteras permeables. Los
flujos migratorios horizontales han sido abundantes, sobre todo hacia Costa de Marfil,
debido al impacto que supuso el crecimiento económico de los años 60 y 70 cuando
Houphouët-Boigny mantuvo una política de puertas abiertas a los inmigrantes de los
países vecinos (Burkina Faso, Liberia, Ghana, Malí, Guinea) en situación menos
afortunada. Estos inmigrantes africanos
se constituyeron en una importante fuerza
14
laboral para el sector agrícola, otros llegaron a ocupar puestos de gobierno y el resto de
integró a la sociedad sin mayores inconvenientes para ese entonces.
Nnannna detalla, como ejemplo, que Ouattara, cuando ejerció como primer
ministro de Houphouët-Boigny, “concedió permiso de residencia a los extranjeros en el
país, al coste de 50 dólares anuales en el caso de ciudadanos de otros países africanos y
500 dólares en otros casos”17.
El idilio con los inmigrantes se rompió debido a las consecuencias, en escala, de
la crisis que comenzó a finales de los 70 despertando la frustración de los denominados
costamarfileños auténticos “que viven el sentimiento de ser colonizados en las tierras de
sus antepasados por una fuerte presencia de inmigrantes”18. Con la gestión de Bedié, tras
la muerte de Houphouët-Boigny, la situación con los de “afuera” tomó un matiz más
delicado con la política de la “ivoirite” (marfinilidad), una ideología xenófoba con un
estricto sentido de pertenencia y consecuente exclusión.
Autores como Kabunda sostienen que esta política, “fue manipulada por los
sucesivos presidentes, incluyendo al propio Bedié (Gueï y Gbagbo) para excluir de los
comicios electorales a Alassane Ouattara norteño acusado de tener un pariente nacional
en Burkina Faso y por haber disfrutado en el pasado de la nacionalidad de este país”19.
Sin embargo Nnanna comenta que para el momento del conflicto, en 2002, en
Costa de Marfil estaban aproximadamente 3 millones de burkineses, dos millones de
malienses, medio millón de ghaneses, un cuarto de millón de guineanos, así como miles
de refugiados liberianos. Los inmigrantes procedentes del Sahel, denominados bajo el
término genérico de los “diulá” musulmanes (identificados con Ouattara), fueron
sometidos a la persecución y agresiones policiales20.
17
Nnanna, G., op cit, p. 58
Kabunda, M., op. cit. p.112
19
Ibid., p. 212
20
Hofnung, T., La crise en Côte d’Ivoire. Dix clés pour comprendre, La Découverte, París, 2005, p. 34.
18
15
Es por ello que hoy más de la mitad de los extranjeros (47,3%) nacieron en el
territorio marfileño y contribuyeron al desarrollo económico de este país. No cabe la
menor duda de que han sido artífices de la construcción de Costa de Marfil, en particular
los malienses y los burkinabeses traídos por la fuerza por la colonización francesa, es
decir, antes de la creación del Estado independiente.
El problema contra la inmigración, basado en la cuestión identititaria, es creado y
exacerbado por la manipulación política. Se constituye, entonces, como parte del
estancamiento “originado por el fracaso de los líderes a la hora de gestionar eficazmente
la integración de inmigrantes”21
6.-CONFLICTO POLITICO
El presente trabajo no trata sobre el conflicto en Costa de Marfil, pero resulta
inevitable tratar lo relativo a la “segunda descolonización” sin hacer las debidas
vinculaciones, pues como se dijo inicialmente, este fenómeno es una de tantas
manifestaciones generadas por la crisis que recrudeció entre 2002 y 2004. Se trata,
entonces, de determinar brevemente en este capítulo, que la naturaleza del conflicto, es
político por encima de los componentes étnicos y confesional, y que es ese factor político
el que exacerba el tono del debate sobre lo que es nacional o no.
Es evidente que el discurso político, tanto del gobierno como del sector rebelde en
Costa de Marfil, está cargado del elemento étnico el cual se asume no como causa sino
como consecuencia de las situaciones antes expuestas, es decir, no se trata de la etnicidad
como factor originario de los conflictos como explica Mark Duffield, quien desmitifica
el hecho de que lo que está siempre en juego son problemas identitarios irreconciliables
por naturaleza, sino que “la potencia anárquica y destructiva de los sentimientos y
21
Nnanna, G., op cit, pp 57-58
16
antagonismos tradicionales se desencadena en momentos de cambio cuando la
omnipresente política o los sistemas económicos envolventes se debilitan y colapsan”22.
De igual forma, Fredick Barth argumenta que lo importante es el contexto en que
se produce el enfrentamiento. Explica que “en los regimenes políticos donde hay una
seguridad menor y la gente vive bajo una amenaza de arbitrariedad y violencia, está actúa
como represión de los contextos interétnicos (…) ciertas formas de interacción se verían
bloqueadas por la falta de confianza y por la falta de oportunidades para consumar
transacciones”23.
Esta visión es el soporte teórico para explicar las rivalidades étnicas y
confesionales entre los norteños musulmanes y los animistas-cristianos. De hecho, todos
los sucesores de Houphouet son del sur y han manifestado una abierta política de rechazo
hacia los del norte.
Allí entra en juego el elemento confesional cual también, según los entendidos,
es un elemento manipulado y que depende de las circunstancia como lo revelan Stephen
Ellis y Gerrie Ter Haar al afirmar que “cuando las movilización étnica se convierte en
una estrategia de organización política puede conducir a la violencia en la medida que
ponga de manifiesto las discrepancias en conflicto. Cuando, esto a su vez, se da en
sociedades en las que determinadas formas de adhesión religiosa se hayan asociadas a
grupos étnicos o regiones concretas, entonces la religión se asociara con la violencia”.24
En el caso de Costa de Marfil, donde la resistencia a lo extranjero es manifiesta,
tanto lo étnico como lo confesional son mecanismos de manipulación y enfrentamiento a
los distintos intereses políticos de la zona. Muestra de ello es que “la rebelión armada de
septiembre de 2002 liderado por Guillaume Soro y el sargento Tuo Fozié nace
fundamentalmente de la humillación del norte, de las prácticas oficiales de exclusión y
22
Duffield, M., Las nuevas guerras en el mundo global. La convergencia entre desarrollo y seguridad., La
Catarata, Madrid, 2004, p. 149
23
Barth, F., Los grupos etnicos y sus fronteras, Fondo de Cultura Económica, México, 1976, p.146
24
Ellis S. y Haar Terrier T., Mundos de poder. Pensamiento religioso y prácticas políticas en África,
Bellaterra, Barcelona, 2005, p 153.
17
del discurso étnico-regionalista de los dirigentes25”, situación que continua pese a los
acuerdos logrados y que ha contribuido enormemente a la resistencia no sólo interna sino
con la presencia extranjera.
CONCLUSION
El caso de Costa de Marfil, donde el fenómeno de la identidad nacional tiene
distintas interpretaciones, según el criterio utilizado, se convierte en un fenómeno
instrumentalizado en todos los modelos artificialmente transferidos del Norte hacia el
Sur: la frontera, el Estado- Nación, la democracia y el multipartidismo, a partir de los
cuales de juzga la racionalidad e irracionalidad de los dirigentes africanos. Por ello, es
preciso acabar con la idea de los conflictos africanos como fundamentalmente
desestructurado y sin coherencia para empezar a retomar aspectos históricos como los
planteados en este trabajo de la descolonización incompleta e inacabada
Aunque el conflicto en Costa de Marfil generalmente se atribuye a causas étnicas
y confesionales, el análisis de los hechos conlleva a decir que dichos elementos son, a su
vez, consecuencia de problemas estructurales de orden político derivados de situaciones
como el mal gobierno, el fracaso del desarrollo, una frágil democracia y –en el caso que
nos ocupa- una descolonización inacabada que mantiene la fuerte presencia, sobre todo
de Francia, en los distintos ámbitos del aparato estatal marfileño, injerencia de la cual los
nativos pretenden deslastrarse.
Kabunda agrega que “más que un problema étnico y confesional, el conflicto en
Costa de Marfil se plantea en torno a las cuestiones de inmigración y de ciudadanía, es
decir, de la animosidades creadas y manipuladas por fines políticos. Es un problema de
coexistencia entre los marfileños y los inmigrantes, sobre un trasfondo de presión
25
Kabunda, M., op cit, p 113
18
demográfica y crisis económica”26. Añadió el autor que lo ocurrido pudo haber sido
también consecuencia de un problema personal (entre Gbagbo, Ouattara, Bédié, y Guei)
que pudo desestabilizar a Africa Occidental. Se trata fundamentalmente, de una crisis
política de sucesión, exacerbada por la voluntad de Laurent Gbagbo que, contrariamente
a sus predecesores (Houphouët-Bogny, Henri Konan Bédié y Robert Gueï), quiso poner
fin a la dominación económica de Francia27. El mandatario marfileño utilizó, para
alcanzar este objetivo anticolonialista, entre otras estrategias, el acercamiento a los países
con malas relaciones con Francia (Ruanda, Libia, Guinea Conakry) o rivales (EEUU,
China), además de apoyar la rebelión liberiana en represalia a Charles Taylor por su
respaldo a los rebeldes marfileños28.
Atribuir la crisis sólo al factor étnico puede constituir un error aunque el elemento
identitario fue y es parte del discurso político divisionista e incendiario que avivó el
conflicto. Sin embargo, no se puede olvidar la capacidad de las sociedades africanas para
convivir dentro de la diversidad cultural del Continente y muestra de ello es que en este
país habían vivido 60 grupos étnicos, reunidos en cuatro grupos diferentes, y no se había
planteado problema alguno de esta naturaleza hasta que comenzó la crisis de 1990
cuando nació la idea de excluir a los extranjeros del norte.
Por supuesto, que también existe un claro elemento confesional en la tensión entre
los musulmanes del norte y los cristianos del sur, lo que revela, en primera instancia, que
la situación creada generó en un enfrentamiento entre los propios africanos.
En esta relación de fuerzas entre nacionales y extranjeros, el Norte y el Sur,
también entra en juego lo que se ha dado a llamar la “economía política de la guerra”, es
decir, la lucha por el control de los recursos, situación que aviva la fricción identitaria
creada
a partir de los 90 aunque esta tesis sea criticada por tener un total sesgo
económico por encima de otras variables de importancia.
26
Kabunda, M.., op cit, p.213.
Traoré, A., op. cit., p. 77.
28
Hofnung, T., op. cit., p. 105.
27
19
En definitiva, el conflicto de Costa de Marfil, además de nacer de un problema de
integración y cohabitación, es también producto de los efectos de la colonización, y de la
gestión patrimonial del país y del Estado por Houphouët-Boigny. Además, el proceso
inconcluso y enteramente dependiente de la descolonización trajo consecuencias
políticas, económicas y sociales que han dado paso a la denominada “segunda
descolonización” como el intento de algunos grupos costamarfileños de romper con
Francia y otras presencias foráneas. En este misma línea de pensamiento, Rueff29, que
atribuye a este conflicto causas históricas, políticas, económicas y la mala preparación de
la sucesión de Houphouët-Boigny., considera que tanto Costa de Marfil como de
Centroáfrica, entre otros países, han sido directamente gobernadas por París impidiendo
en estas antiguas colonias el desarrollo del espíritu de responsabilidad y de contar con las
propias fuerzas, o sea el bloqueo de la endogénesis que se intentar conseguir 40 aõs
después.
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http://www.westafricareview.com/issue10/akindes-ed.html (enero 2008)
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