LA FUNDACIÓN DE LA MISIÓN DE SANTA BÁRBARA, EN

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EL DÍA, domingo, 9 de noviembre de 2014
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LA HISTORIA DE LA
catedral de La Laguna desde una
curiosa perspectiva: la rivalidad con
la iglesia de la Concepción como
símbolos de dos clases sociales. 6/7
del domingo
revista semanal de EL DÍA
LA FUNDACIÓN DE LA MISIÓN DE SANTA BÁRBARA,
EN CALIFORNIA, ATRIBUIDA AL FRANCISCANO
YCODENSE CRISTÓBAL DE ORAMAS
Justificación necesaria y conveniente para historiadores e ycodenses
Texto: Álvaro Fajardo Hernández
([email protected])
H
eródoto (484-430 a.C),
el padre de la historia
para Cicerón, fue el
primer historiador experimental que narraba lo
que observaba, comenzando siempre con una serie de relatos míticolegendarios para darles luego una explicación racional argumentada en que
la responsabilidad de los actos humanos, de cualquier índole, recae siempre sobre los hombres, y no sobre las
deidades, que si bien han jugado un
papel importante en la evolución histórica de la Humanidad, no son los
que determinan, en última instancia,
los acontecimientos de los que es protagonista y único responsable.
Sería otro gran filosofo-historiador
griego, Tucídides (460-400 a.C.), el
que confieriría al relato histórico el
rigor de las ciencias y la pasión por
la verdad objetiva, siendo su premisa
fundamental la observación directa
de los hechos convirtiéndose así en
el primer historiador moderno. Para
Protágora, epígono de Herodoto, la
realidad y la leyenda, originalmente,
son asimismo historia, sólo que contadas de diferente manera.
Los historiadores modernos afines
a Tucídides se ufanan egoístamente,
cuando pueden demostrar que un
texto que ha sido paradigma es falible o de dudosa probatura histórica,
no tanto si hace referencia a hechos
que, consuetudinariamente, han
sido considerados como ciertos, y
refutados por otros historiadores
poco o nada proclives a la siempre
peligrosa subjetividad. Pero cuando
la fiabilidad de los documentos la
hacen necesaria hay que rendirse a
la verdad y aceptarla por dura que
sea.
Me hubiese gustado que lo que voy
a relatar, de forma objetiva y fiel a los
textos consultados, hubiese sido
evidenciado por alguien ajeno a
Ycod, pero al estudiar las circunstancias y textos que propiciaron
este “error” involuntario, pienso
que debería enmendarse por bien de
la historia, sin que por ello la egregia figura de nuestro abnegado y
tenaz ycodense fray Cristóbal de Oramas, que evangelizó de forma admirable en la misión de Santa Bárbara,
se vea afectada.
El nombre de “misión” se debe a
los jesuitas que llegaron a México en
1572. Se iniciaron en el estado de
Sonora en 1632, teniendo como principal tarea organizar a los indígenas
en “rancherías” basadas en el
aprovechamiento de las mejores tierras de cultivo, haciéndoles trabajar
gratis cuatro días a la semana, de los
que dos lo hacían para ellos, descansando el domingo del trabajo
físico, para dedicarlo al adoctrinamiento en la religión católica. Los
jesuitas enseñaron a los indios el arte
de la agricultura y plantación de nuevos cultivos de cereales y frutales traídos de la metrópoli y surtían de productos alimenticios, industriales y
artesanales a las minas, presidios y
pueblos recién creados por los colonos españoles.
Las misiones jesuitas dependían
directamente del Papa, liberándoles
de la jerarquía de la Iglesia y de los
gobiernos virreinales. El reconocimiento por la Santa Sede de los reyes
como patronos y garantes de la Iglesia dio lugar al “Real Patronato”, que
obligaba a los monarcas al cumplimiento de la evangelización de los
“infieles” y la expansión de la Iglesia en las posesiones del reinado en
América, compensándolos con el
cobro de diezmos que propiciaron
una política “regalista” que chocaba
con los intereses de los jesuitas, que,
dependiendo de Roma, tenían que
someterse ahora a la voluntad de los
obispos propuestos por el rey. Pronto
surgieron intrigas y desencuentros
despertando las envidias y celos de
otras órdenes religiosas (dominicos, betlemitas, franciscanos) que
culminaron con la expulsión de los
jesuitas de la península y territorios
de ultramar(1).
Algunos textos especializados
dedicados a las fundaciones de las
misiones en tierras americanas(México, California…), escritos,
algunos, muchos años después de la
muerte de fray Junípero Serra (17131784)(2), atribuyen la fundación, en
1786, de la misión de Santa Bárbara
al fraile franciscano, nacido en Ycod,
Cristóbal de Oramas (1752-1798) (3).
La misión de
Santa Bárbara.
Error comprensible, toda vez que por
su esforzada labor en la misión se
ganó la admiración y el respeto de
sus superiores y de los indios yumas,
chumash y pimas, a los que el fraile
Oramas dedicó su corta pero intensa
vida misional. En algunos textos
españoles y americanos aparece
Junípero Serra como fundador de la
misión de Santa Bárbara, hecho
refutable toda vez que había muerto
dos años antes (1784). Otros confirman con más certeza que fue el
padre, nacido en Vitoria, fray Fermín
Francisco de Lasuén (1736-1803) (4),
destinado en principio a las misiones
de Sierra Gorda en México, pasando,
en 1767, a la Alta California, donde
fundaría además nueve misiones(5),
continuando la expansión misional
iniciada por Junípero Serra.
El error, por supuesto involuntario, del erudito ycodense José Díaz
Martín al atribuirle a fray Cristobal
Oramas no sólo la fundación de la
misión de Santa Bárbara, el 4 de
diciembre de 1786, sino incluso el
nombre, en honor del barrio del
mismo nombre en Ycod, se debe a la
información recibida, en 1972, del
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domingo, 9 de noviembre de 2014, EL DÍA
EN PORTADA
escritor y pintor norteamericano
Joseph P. Ramis, que sacó a la luz “la
participación ejemplarizante del
Padre Oramas en la colonización y
evangelización de la Alta California,
al que J .P. Ramis da como fundador,
argumentado en una carta del Alcalde
Mayor de Santa Bárbara acompañada
de datos fehacientes que venían a
demostrar sus afirmaciones..., constituyendo un aporte valioso al conocimiento de un hecho de indudable
trascendencia, hasta hoy incomprensiblemente desconocido”. La
carta y un pergamino ilustrado fueron entregados, en 1973, por el comisionado Ramis al alcalde de Ycod
Antonio Hernández Pérez, documentos que estuvieron, lujosamente
enmarcados, en el despacho de la
alcaldía ycodense, desapareciendo
posteriormente.
La comisión californiana visitó,
acompañada por el alcalde el mayestático y milenario Drago de Ycod, llevándose una semilla y una plántula
con la idea de plantarlas en los jardines de la misión de Santa Bárbara.
Hoy, el drago, de 42 años, ha enraizado, presentando una ramificación
similar a su progenitor ycodense.
La confusión como fundador de la
misión de Santa Bárbara por fray
Cristóbal Oramas es comprensible al
suponer que los libros que a continuación mencionamos, escritos por
Fray Francisco Palou (1723-1791)(6)
sobre Junípero Serra no eran conocidos por el escritor ycodense José
Díaz Martín, autor del artículo “Presencia de Icod en las misiones de
California”, publicado el domingo 24
de septiembre de 1972 en el periódico
El Día, en el que relata, basándose en
las notas escritas mediado el siglo XX
de un padre franciscano, la estancia
en México y California de fray Oramas .
Las fuentes más próximas y
fidedignas de lo acontecido en las
misiones californianas hay que buscarlas en “Historia de la vida y apostólicas tareas del venerable Padre
Fray Junípero Serra y de las Misiones que fundó en la California Septentrional y nuevos establecimientos de Monterrey”, obra que se debe
a Palou, que escribió, en 1787, a los
tres años de la muerte de Junípero,
al que acompañó durante toda su
vida misional. Otra obra suya, “Noticias de la Antigua y Nueva California”, fue parcialmente publicada en
forma de folleto en México (1857),
obras de carácter biográfico y etnográfico dignas de destacar, por el vínculo de amistad y complicidad entre
Junípero Serra y su biógrafo, y necesarias para comprender la auténtica historia de las misiones al estar
escritas por Palou, protagonista y testigo presencial de los hechos acaecidos en la Alta California desde 1768
hasta 1791, fecha de su muerte en el
Colegio de Santa Cruz de Querétaro,
donde también moriría, en 1798, el
fraile ycodense Cristóbal Oramas, al
que no se menciona en la obra
escrita por fray Francisco Palou.
Paema, nombrado por el padre Lusmén (Lasuén), “para fundar una
nueva misión en la Alta California que
se denominaría Santa Bárbara, la que
tuvo lugar en cuatro de diciembre de
1786, acampando en un viejo cuartel
abandonado que acomodaron para vivienda de la pequeña comunidad, durante el tiempo que tardó la construcción de la iglesia y misión de Santa
Bárbara”.
Según el padre Maynard, Oramas
estuvo
misionando
en
San
Buenaventura, y en la Purísima Concepción en Lompoc, distantes varios
días de viaje de Santa Bárbara. Visitó
y ofició en las misiones de San Luis
y San Gabriel Arcángel. En 1793,
enfermo, pidió a sus superiores
regresar a México, lo que hizo en
1795, siendo nombrado maestro de
novicios en el Colegio de San Fernando hasta 1798 en que fue trasladado al Colegio de Santa Cruz de
Querétaro, “donde acabó santa y
dignamente su vida” a los 46 años de
edad.
Estancia en México y California
La llegada a México del apellido
Oramas se remonta a 1716, en que Nicolás de Oramas y Saá, nacido en el
pueblo tinerfeño de San Juan de la
Rambla, emigra a tierra mexicana,
estableciéndose en Astapa (Jalapa),
donde lo encontramos en 1765, dejando descendencia. Su hermano
Manuel Oramas de Saá también se
traslada a México, coincidiendo con
ellos su sobrino el ycodense fray Cristóbal de Oramas. Su primo Manuel
González Oramas, nacido en 1739,
fue procurador general de la provincia de Tabasco, donde el apellido
Oramas es hoy frecuente.
Lo que sabemos de la estancia de
fray Cristóbal de Oramas en tierras
americanas se debe a unas notas reproducidas por José Díaz Martín,
escritas 150 años después de la fundación de Santa Barbará, tomadas de
la “Historia de los franciscanos de
California”, del padre Maynard J. Geiger (1901-1977), que define a Oramas
como: “Un hombre de acusada personalidad, de insuperable energía y
de fe inconfundible en la prosecución
de la elevada y difícil obra misional
encomendada”.
Se sabe por fuentes locales que
Oramas, antes de viajar a México y
entrar en la orden franciscana,
regentó algunas parroquias en Tenerife como clérigo secular. El padre
Juan Sancho, maestro de novicios del
Colegio de San Fernando de la capital de México, define a Oramas “de
superior inteligencia, de una gran
vocación religiosa y de conducta
ejemplar. Llegó a California con un
grupo de franciscanos bajo la superior
dirección del Padre Fermín Lusmén (el
nombre y apellido correcto es fray
Fermín Francisco Lasuén), nom-
Casa de retiro de
Santa Bárbara
(arriba) y estatua de
fray Fermín Francisco
Lasuén.
brado como docto y muy calificado
dentro de la Orden para la dirección
de las misiones de la Alta California,
después de la muerte del gran Junípero Serra, principal fundador”.
Fray Cristóbal de Oramas
permanece algún tiempo en la capital mexicana, viajando a la región de
Jalisco, Guadalajara, y desde allí al
puerto de San Blas Nayarit, en el
Pacífico, embarcando en un pequeño
velero hasta el puerto de Monterrey
en un penoso y largo viajes de varios
meses.
Desde aquí parte, junto al padre
Las misiones fundadas por Junipero
Serra
Junípero Serra fue el fundador de
seis misiones(7) y trece poblaciones
entre la Alta y Baja California. Algunos autores le atribuyen la fundación
de la misión de Santa Bárbara, lo que
resulta imposible toda vez que muere
dos años antes de hacerlo su sucesor, el padre fray Fermín Francisco
Lasuén. Sí estaba en la mente de
Junípero crear, en la canal del mismo
nombre, varias misiones y un presidio, advocada a la santa y mártir por
la que sentía, junto a san Francisco
y santa Clara, gran devoción. Junípero expresa en 1777, recogido por
Palou en el capítulo XLVII de su libro:
“Esta procesión de Misiones está muy
truncada, es preciso que sea vistosa
a Dios y a los hombres, que corra enseguida, ya tengo pedida la fundación
de tres en la Canal de Santa Bárbara;
ayúdenme a pedir a Dios se consiga,
y después trabajaremos para llenar los
otros huecos”. En el capitulo LI se lee:
“Tan impresionado quedó el nuevo
Comandante General D. Teodoro de
Croix de la recomendación del Exmo.
Señor Virrey sobre la pretensión del
V.P. Junípero para las fundaciones de
la Canal de Santa Barbara, que envió
orden al Gobernador para que fuese
a los Arispes el Capitán D. Fernando
Rivera para comisionarlo a reclutar
setenta y cinco soldados para la fundación de un Presidio y una Misión en
la dicha canal de Santa Bárbara, el
Presidio y una Misión en el centro de
la canal, con el nombre de la Santa,
y las otras dos dedicadas a la Purísima
Concepción de María Santísima, y la
de S. Buenaventura en los dos extremos de la Canal, dotada cada una de
quince Soldados, y los restantes para
el Presidio con sus correspondientes
Oficiales e igualmente para reclutar
familias de Pobladores para fundar
un Pueblo titulado de Nuestra Señora
de los Ángeles en el Rio nombrado de
Porciúncula”.
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EL DÍA, domingo, 9 de noviembre de 2014
EN PORTADA
En febrero de 1782 Junípero solicita dos misioneros, “uno para dar
principio a la Misión de San Buenaventura y otro para la de Santa Bárbara pasando a la de San Buenaventura como Ministro interino el Padre
Cambón, con la idea de que pasarían
a fundar después en el centro de la
Canal el Presidio a la orden de un
comandante y la Misión de Santa Bárbara”, lo que no se realizó por falta
de misionero.
La misión actual de Santa Bárbara
Fundada el 4 de diciembre de 1786,
como hemos probado, por el padre
Fermín Lasuén, que había asumido
la presidencia del “rosario” de misiones a la muerte del padre presidente
Junípero Serra, se encuentra en la
homónima ciudad, condado y canal
de Santa Bárbara. Los terrenos se
hallan entre las montañas de Santa
Ynez y el océano Pacífico, y es la
única misión que permanece baja la
tutela y dirección de frailes franciscanos desde su fundación, hace
ahora 228 años. Está advocada a
santa Bárbara, la joven que, supuestamente, fue decapitada después
de abrazar la fe cristiana. Los primeros misioneros, entre los que se
encontraba el ycodense fray Cristóbal de Oramas, construyeron tres
capillas diferentes que fueron arrasadas por el terremoto que asoló
Santa Bárbara el 21 de diciembre de
1812. Ese mismo año se inició la reconstrucción de la misión que vemos
actualmente, cuyas torres fueron seriamente afectadas por otro terremoto, acaecido el 29 de junio de 1925,
aunque el aspecto austero del interior de la iglesia no ha variado desde
1820.
Los sistemas de recuperación y
conducción de las aguas pluviales
hasta las cisternas y aljibes para abastecer a la misión fueron construidos
por los indios chumash, conservándose en buen estado. En 1818 fue víc-
El drago de la
misión de Santa
Bárbara y, a la
derecha, placa en la
calle, en Icod, que
recuerda a fray
Cristóbal Oramas.
tima de un ataque corsario que fue
valientemente repelido por neófitos
ayudados por los frailes.
La misión conserva el archivo más
antiguo del Estado de California.
Contiene la mejor colección de manuscritos coloniales, convirtiéndose
en un centro de estudios y documentación de las misiones americanas
para expertos de todo el mundo. Las
Notas:
(1) En 1766, en Madrid, se produjeron altercados, conocidos como el
“motín de Esquilache”, por la carestía de productos básicos, y se acusa
a los jesuitas de ser los causantes, que además de sojuzgar a la Corona
y acusan al monarca de “bastardo”. El 27 de febrero de 1767 Carlos III
firmó el decreto de expulsión de los jesuitas de las doce provincias en
las que estaban instalados, incluyendo las mexicanas de Sonora y Sinaloa, de la que, en 1767, fueron embarcados 51 misioneros en el navío “El
Príncipe” y abandonados al garete en el Golfo de California, llegando a
Puerto Escondido, en la Baja California, partiendo para San Blas la mayoría enfermos de escorbuto y diezmados por las condiciones insalubres.
(2) Miguel José (Junípero) Serra nació un 24 de noviembre de 1713 en
la villa de Petra (Mallorca), de familia humilde, honrada y cristiana. Su
madre, Margarita Ferrer, le enseñará los primeros rudimentos religiosos,
hasta entrar en el convento de la orden Franciscana en Petra, destacando
su facilidad para las lenguas clásicas. Pasa al convento de Palma, donde
continúa estudios con especial dedicación al latín, iniciándose en filosofía. En 1730 viste el hábito de San Francisco, tomando el nombre de
Junípero; se doctora en teología accediendo a la cátedra, destacando como
insigne orador, En el convento se unen a Serra, como discípulos, Francisco Palou y Juan Crespi, que le expresan el deseo de ir con él a predicar a las Américas, lo que consiguen con dispensas de sus superiores,
embarcando el 13 de abril de 1754, llegando a México al año siguiente,
donde se les encomienda la labor misional de la Sierra Gorda, habitada
por los indómitos indios pames y compartida con la orden religiosa rival
dominica. En 1758 Serra y Palou quieren hacerce cargo de la misión de
San Sabas, en Texas, pero las autoridades virreinales no apoyan el proyecto. Palou regresa a Sierra Gorda y Junípero al Colegio San Fernando,
y atendiendo a las misiones próximas a la capital mexicana. Es la única
separación en el trabajo misional de Serra y Palou. En 1767 son expulsados de todos los dominios de España los Padres de la Compañía de
Jesús. Por lo que había que cubrir las misiones jesuitas en la Baja California. El visitador general José de Gálvez y el marqués de Croix envían
a los franciscanos de San Fernando a hacerse cargo de las misiones dejadas por los jesuitas, no sin incidentes entre frailes rivales de la orden franciscana de Xalisco y México. En 1768 parten Serra, Palou y Crespi, con
doce misioneros más, desde San Blas hacia el puerto californiano de Loreto,
permaneciendo cinco años en las misiones de la Baja California y fundando algunas en la Alta California. Junípero moría, en presencia de Palou,
el 28 de agosto de 1784 en Monterrey (California), dejando la fundación
de trece poblaciones y seis misiones en la Nueva California.
misiones fueron secularizadas en
agosto de 1833 por el Congreso mexicano. La de Santa Bárbara se retiró,
en 1840, de la diócesis de Sonora
para formar parte de la diócesis de
la Alta y Baja California, lo que justifica que la capilla tenga dos campanarios. En 1865, siendo presidente Abraham Lincoln, se
restauraron la mayoría de las misio-
(3) La copia original de la partida de nacimiento de Cristóbal de Oramas folio 221, vuelto, del libro diez de Bautismos de esta parroquia (de
San Marcos de Ycod) dice: “En dos días del mes de Agosto de mil septos,sinqta, y dos años .Yo Dn. Salvador Manuel Borges Presvo .Con licencia del Sr. Dn. Joseph Antonio de León y Vergara VE. Bendo. De la Parrql,del
Sr. Sn. Marcos de este lugar, de Ycod , Baptice a Cristhoval Nicolás hijo legítimo de Dn. Cristhoval de Saa Oramas y Meneses y de su legítima mugr.Da.
Anna Nicolasa Borges todos besinos y naturales de este dho. Lugar excepto
rl dho. q, lo es de el de Sn. Juan de la Rambla aviendo nacido a veinte y
ocho de julio próximo pasado,fue su padrino Dn. Nicolás Bentura Borges
clérigo Diacono, tiene oleo y crisma y de verdad lo firme.- (firmados y rubricados:) Salvador Manuel Borges ;León”.
(4) Fray Fermín Francisco Lasuén nace en Vitoria el 7 de junio de 1736.
Se ordena como franciscano en marzo de 1751 en el convento de San Francisco de la capital alavesa. Con 23 años pasa a las misiones americanas,
siendo destinado a las de Sierra Gorda en México hasta 1767, evangelizando a los indios pame. Se dirige a California para seguir, junto a otros
misioneros, entre los que se encuentra el ycodense Cristóbal de Oramas,
la labor misional iniciada, tiempo atrás por los jesuitas y continuada por
junípero Serra. Al padre Fermín Lasuén se le atribuye la fundación de
nueve misiones. Falleció en 1803, en la misión de San Carlos.
(5) Las misiones que se la atribuyen como fundador al padre Fermín
Francisco Lasuén son: la de Santa Bárbara, dando origen a la ciudad del
mismo nombre; la de la Purísima Concepción, en el valle de Lompoc;
la de Santa Cruz, dando origen a la ciudad del mismo nombre; la de Nuestra Señora de Soledad; la misión de San José de Guadalupe, origen de
la ciudad de San José; la de San Miguel Arcángel, origen de la ciudad de
los Ángeles; la de San Fernando Rey, origen de la ciudad de San Fernando,
y la misión de San Luis, origen de la población del mismo nombre.
(6) El padre Francisco Palou nació el 21 de enero de 1723 en Palma de
Mallorca, en 1740, con 17 años es acogido, junto con Juan Crespi, como
discípulo por Junípero Serra, al que acompañaría hasta el final de los días
del maestro. El padre Palou se retiró, como guardián, al Colegio de San
Fernando (México), dedicándose a terminar los libros mencionados. Es
considerado el primer historiador de las Californias, muriendo en 1791
en el Colegio de Santa Cruz de Querétaro, donde estaba de visita, dejando
tras de sí una vida entregada a la obra evangelizadora, estando al cargo
de las misiones de la baja California y ser amanuense de Junípero en
muchas ocasiones.
(7) Misiones fundadas por Junípero Serra, según José Luis Anta Félez:
1769 (1 de julio): San Diego, 1770 (3 de julio): San Carlos Borromeo de Car-
nes californianas, al mismo tiempo
que se entablaba un pleito entre el
obispado y los frailes sobre la titularidad. Finalmente, y hasta hoy,
la de Santa Bárbara es la única que
quedó en manos franciscanas.
Entre 1854 y 1885 fue colegio
apostólico, y de 1869 a 1877 fue colegio laico, desempeñando un papel
relevante en la educación superior
de Santa Bárbara. La misión tiene la
más antigua tradición coral entre las
misiones de California, que sigue
siendo atendida por dos coros de
prestigio internacional (8). La misión
actual es la atracción turística más
importante y visitada de Santa Bárbara.
Sigue ofreciendo a la comunidad
un lugar de culto como iglesia parroquial, pose un museo, un convento
franciscano, una casa de retiro y en
su patio-jardín crece un hijo del
Drago de Ycod como guardián mudo
y perenne para recuerdar la abnegada labor misional de nuestro paisano ycodense fray Cristóbal de Oramas en la misión de Santa Bárbara,
en la Alta California.
melo quedando al frente hasta 1782 el mallorquín Fray Juan Crespi donde
muere; 1771 (14 de julio): misión de Santa Lucía; 1771 (8 de septiembre):
San Gabriel Arcángel, dando origen a la ciudad de los Ángeles; 1772 (1
septiembre): San Luis Obispo de Tolosa, cuando viaja de regreso a México;
y 1782 (31 de marzo): San Buenaventura, poco antes de morir. Otros autores le adjudican la fundación de las misiones de San Fernando de Villacatá, San Antonio, San Juan Capistrano, Santa Clara y San Francisco. A
finales de 1783, Junípero Serra, enfermo de asma y cojo por una pierna
infectada e hinchada, visitó una por una todas las fundaciones, despidiéndose de sus compañeros, sabedor de que nunca se volverían a ver.
(8) Los coros que asisten la liturgia católica en la iglesia de la Misión
de Santa Bárbara son: The California Missión Schola y la Bárbara Cappella.
BIBLIOGRAFIA
–Francisco Palou:.- Junípero Serra y las misiones de California. Edición de José Luis Anta Félez. Editorial Dastin Historia. Colección Crónicas de América Nº 46.
–Francisco Palou.-Noticias de la Antigua y Nueva California. Editado
en México (1857)
–José Díaz Martin.- Presencia de Icod en las Misiones de California.
Artículo publicado en El Día, domingo 24 septiembre 1972, y reproducido por José Fernando Díaz Medina en Fiestas del Santísimo Cristo del
Calvario (1970-1975).
–Manuel Ballesteros Gaibrois.- Fray Junípero Serra. Biblioteca Indiana;
Madrid (1958).
–La Enciclopedia de la presencia española en Estados Unidos.
http://www.entierralejan.com/santa-barbara-mision. (2014)
–Álvaro Fajardo Hernández.- La acción misional del ycodense Cristóbal Oramas en California. Madrid (1968).
–José Luis Iraburu.- Beato Junípero Serra, fundador de ciudades.
–Maynard J. Geiger. - Life and Apostolic labors of venerable Father Junípero Serra. Washington, D.C. (1955).
–M. Hernández Sánchez-Barba.- La última expansión española en América, Madrid (1957).
–El apellido en América la emigración de los Oramas http:// joramas.weebs.ull.es/apellido/amca/mex.htm
–David Arias.- Fermín Lasuen (1736-1803) Franciscan Misionary.Superior
of the missions.
–LLC Book .- Christian Missiaris in México. General Book (2010).
p4
domingo, 9 de noviembre de 2014, EL DÍA
DE PUNTILLAS SOBRE EL RECUERDO
La leyenda de Peña María, en
El Médano: triunfo del amor
y coste afectivo de la emigración
La enternecedora leyenda de “Peña María” acuñada en la playa de El Médano, un mágico lugar para la
ensoñación, representa, con despiadado dramatismo, el triunfo del amor y el coste afectivo que debió
pagar nuestro pueblo en su condenación, al tener que abandonar su terruño para marchar en pos de
una fortuna que, por lo general, se resistió.
Texto: Emiliano Guillén Rodríguez
(periodista. Cronista Oficial. Miembro
del Instituto de Estudios Canarios)
Foto: Archivo Municipal
I
niciado el siglo XX, algunos
miembros destacados de la
élite tinerfeña, especialmente
proveniente del área metropolitana, descubren las bondades
paisajísticas y de salubridad que el histórico puerto de El Médano les brindaba. Allí también recalaban tanto los
beneficiados lugareños como los de menor caudal, para compartir conjuntamente la misma finalidad, la búsqueda
de la salud a través del bienestar físico.
Mejora perseguida entre los baños de
mar, de yodos y de sal. En consecuencia,
hasta este entonces alejado reducto se
trasladaban los unos y los otros, nativos y foráneos, para veranear a lo largo
de los cálidos periodos estivales.
Los forasteros, de rico intelecto, posiblemente sin quererlo, se transformarían
en cualificados pioneros a la hora de
publicitar estos paisajes, estas playas
y estos soles, complementados con una
sana alimentación, o la incipiente estampa del típico caserío marinero.
Uno de estos destacados visitantes
fue Leocadio Machado, un letrado y
publicista que se enamoró perdidamente
de sus motivaciones. Nuestro protagonista, a lo largo de sus múltiples estancias en este emblemático lugar, cono-
ció, por tradición oral, como no podía
ser de otro modo, la leyenda de Peña
María. El contexto se ofrecía generoso
para liberar las fantasías y la propia creatividad, para desembocar finalmente
en placentera ensoñación. Aquel relato, escuchado con la vehemencia que
le imprime el hablante popular, era propicio para despertar las más tiernas y
sinceras emociones en el alma del receptor. Cuando ya las brisas costeras amainan sus ímpetus a los pies del rompeolas y la mar se despoja de todo cuanto
extraño sobre su piel soporta, en las
almas de los visitantes renacen sentimientos plagados de belleza.
En la hora en que el vespertino atardecer tiñe de sangre las albarradas, los
muros y las fachadas del humilde caserío, atreviéndose incluso con el áureo
rielar del agua,; entonces ha llegado
el momento óptimo para adornar la
fantasía recreada, para sentirla, enseñarla, divulgarla y expandirla, cual
disemina el labriego sus simientes alforjadas.
En este relato el autor ubica y regenera la entrañable trama sin alejarse
demasiado del original, apoyando
siempre su estructura en la cálida tradición oral.
De esta suerte nace una novelita corta
y sin grandes aspiraciones literarias,
como fruto de ese inventivo saber popular. En su texto recoge las costumbres
y modos de vivir de la época, los baños
curativos, las tertulias sostenidas en
aquellos provocados encuentros du-
Bahía de El Médano
en el año 1959.
rante el tenue dominio crepuscular;
halo etéreo que sólo se diluía ya bien
definido el tintinear inquieto de las estrellas para luego, mitigados de presagios,
entregarse al reparador descanso,
aliviados totalmente de cualquier
negatividad. También, en nuestro
caso, la motivación etnográfica complementa el contenido.
Los personajes que aparecen reflejados a lo largo de la trama novelada
bien pudieron ser los mismos informantes, debidamente transformados, con
los que el recopilador conviviera.
Sus protagonistas principales, Juan
y María, amén del bohemio intercalado, representan, de una parte, el
triunfo del amor, y de otra el coste afectivo de la emigración. María siempre
esperó a su amado para que le cumpliera la ya lejana promesa que le había
jurado en aquel fatídico día en el que
emprendió el camino sin retorno. Juan,
en la otra orilla, buscó para su fiel amada
la fortuna suficiente que le permitiera
vivir en la comodidad. Una fortuna que
nunca se plasmó. En la otra vera sólo
había trabajo duro, miseria y estrecheces.
El indiano rico casi no existió. Los
retornados, en su inmensa mayoría,
apenas agenciaron posibles para adquirir un trozo de tierra “calma” y labrar
en ella una modesta vivienda donde
guarecerse con un huerto para anexar.
Casi todos los emigrados, al regreso,
continuaron realizando sus acostumbradas labores sobre la tierra que les
viera nacer. El indiano rico, salvadas
algunas excepciones, como ya ha
quedado dicho, apenas existió. Su futuro
se hallaba muy vinculado a una formación personal y profesional. El pobre,
analfabeto y sin cualificar, apenas logró
cruzar las fronteras de la opulencia.
La actual sofisticación que al indiano
se le profesa por estas peñas sólo refleja
una fantasía más del buen hacer ilusorio del común.
Durante las primeras décadas del
pasado siglo XX, muchos paisanos residentes en Cuba serían repatriados a
las Islas en situación calamitosa. Desde acá, sus familiares pagaban los fletes y el Cabildo organizaba los traslados.
Se sabía que vagaban mendigando por
la ciudad de La Habana en un estado
deplorable. Algunos de ellos morían
en el más absoluto desamparo y sus
restos mortales eran literalmente devorados por los perros callejeros.
En este término de Granadilla pudiera decirse que no hubo familia que
no tuviese algún miembro “embarcado”.
Aquí el hambre entonces imperaba. De
entre los escasos afortunados en la aventura, merecen especial mención Antonio Martín Sierra, promotor de la ermita
de El Médano, por promesa; y el señor
González Mena, que enviara una generosa partida de dinero para obras de
carácter colectivo. Si bien el fruto económico de la emigración a Cuba no fue
grande, sí lo sería en cuanto a vinculación de sangre, riqueza agraria, lingüística y acervo cultural.
María, nuestra fiel enamorada, como una sirena varada entre la arena
y la playa, jamás declinó en su esperanza. Aquellos ojos, de mirada perdida, siempre oteando velas que fueron pájaros. El sol de cada día, en su
eterna continuidad, borraba su silueta.
Aquel perfil se consumía irremediablemente por la doliente espera. Su
cuerpo languidecía con presteza y sin
piedad. Los emblemas de la senectud
imponían sus dominios. Hasta que un
día, sin aparente explicación, aquella
musa de las aguas dejó su asiento, previsiblemente para vestirse de mar en
su soledad. El profundo sentir de María
por Juan pudo más que su férrea esperanza. Según este grave epílogo, el amor
en esta orilla se impone frente a todo, incluso frente a la vida misma. En
la otra linde marinera, Juan luchaba
denodadamente por un hogar digno
y confortable, donde compartir con su
pareja aquel idilio infatigable. Por causas ajenas a sus deseos, ni Juan ni María,
al menos en esta vera, consolidaron
sus anhelos.
La Granadilla, agradecida, como era
de esperar, al divulgador de tan entrañable leyenda, algún tiempo después,
le brindó sonados homenajes. También, sin dudarlo, le dedicó la mejor
de sus playas situadas en aquel dilatado paraíso. Todo ello como recuerdo
grato a una iniciativa que ya forjaba
las bases para un futuro deseable. Aún
hoy en el lugar, el pueblo diferencia
con grata simpatía la roca, la playa y
sus recuerdos. María, en la memoria
colectiva de sus paisanos, se refleja
esbelta, grácil, transparente y envuelta
en peculiares fantasías de color.
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EL DÍA, domingo, 9 de noviembre de 2014
EN PORTADA
TURISMO
Un brillante
diplomático
para el
Consulado de
Argentina
Pablo Antonio de Angelis nació el 20 de febrero de 1968 en la ciudad de Chascomús, provincia de Buenos Aires, Republica de Argentina.
Casado y tiene 2 hijas. Abogado por
la Universidad Nacional de La Plata
(UNLP) en 1989, con tan solo 21
años. Muy pronto, en 1990, forma parte como investigador en proyectos de
la Agencia para el Desarrollo Internacional, del Gobierno de los Estados
Unidos de América, actividad que realiza en paralelo al desempeño de su
profesión en la Ciudad de Buenos Aires. En 1993 realiza un postgrado en
Derecho Procesal Civil y Comercial,
en la Crow English University de Auckland (Nueva Zelanda). Luego continuó como funcionario de Instrucción
Penal, del Menor y la Familia en la ciudad de Río Gallegos (Argentina).
En el año 2000 fue seleccionado por
concurso a la carrera diplomática, donde se ubicó entre los primeros 20 promedios que ingresaron al instituto del
Servicio Exterior de la Republica de
Argentina.
A inicios del 2003 perteneció a la
Subsecretaría de Coordinación y
Cooperación Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto del Gobierno
Argentino. Del 2005 al 2011 fue cónsul adjunto en el Consulado General
de Argentina en Belo Horizonte (Brasil), siendo responsable del área economica y comercial, para luego ejercer de cónsul interino en el Consulado de Santa Catarina (Brasil) hasta
febrero del 2012.
Desde abril de 2012 es cónsul titular de la Republica de Argentina en
Tenerife, con jurisdicción en toda Canarias.
Señala que se considera amante de
los deportes y la dedicación de su tiempo libre a su familia y amigos, pilares de su vida. Es un apasionado a los
viajes, la música, la lectura y la
aventura. Su curiosidad lo ha hecho
visitar lugares recónditos del mundo,
y le ha llevado a conocer su actual destino, Canarias, de manera muy especial,
donde se siente como en casa y valora mucho todo lo que descubre, su
gente y el gusto por las tradiciones,
fiestas, romerías, carnavales y demás.
Comparte todo esto con su amada
esposa y compañera de aventuras, Natalia, quien no solo es una gran deportista y atleta, es la madre inseparable de sus dos soles, Martina y Oriana.
Pablo Antonio de Angelis
(óleo sobre lienzo de 120 cmx80 cm)
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domingo, 9 de noviembre de 2014, EL DÍA
LA CATEDRAL
DE LA LAGUNA Y LA TORRE DEL RELOJ
Texto: Carlos García
L
a catedral de La Laguna, primero capilla y luego iglesia
parroquial nombrada Nuestra Señora de los Remedios, fue mandada construir por el Adelantado Fernández de
Lugo bajo la autoridad eclesiástica del
obispo Fernando de Arce, por lo que el
Cabildo, el 26 de marzo de 1515, tomó
la decisión de edificarla sobre los mismos solares que ocupó la primigenia
ermita, levantada con el nombre de Santa
María, bajo la advocación de la “Expectación del parto de la Virgen” y existente
con probabilidad antes de 1511, al lado
de los corrales de la incipiente villa lagunera.
Se tomaron las disposiciones oportunas para que la nueva construcción
parroquial englobara, dentro de su capilla mayor, la vieja ermita, dejando dispuesto que el terreno de los solares
colindantes se dejaran libres con el fin
de acondicionar una plaza alrededor.
La obra de esta parroquia fue modificada frecuentemente con el transcurso de los años, conociéndose que,
de una sola nave, pasó a disponer de
tres en 1590, fecha en la que parece
haberse fabricado el primer campanario que dispuso del reloj del Cabildo,
que, por el peso de las campanas, se resquebrajó.
El obispo Corrionero, en 1618, mandó realizar una torre nueva para la iglesia más en consonancia con la verdadera importancia de la parroquia por no
tener dónde colgar las campanas, que
fue encargada al cantero Manuel
Penedo, quién derribó la primera torre
del reloj y construyó la nueva a la derecha de la entrada principal. Trabajaron
en su levantamiento Jorge de Silva y
Diego Penedo, quién la finalizó con
cinco pisos de altura en 1656, siendo en
su momento la más alta de las islas. Su
duración se prolongó hasta 1691, en que
fue derribada y cambiada por otra
nueva.
En 1751 fue colocado otro reloj, costeado por el Cabildo, en la torre que lo
sustentaba. Es la historia que aquí nos
ocupa sobre el reloj de la catedral de La
Laguna.
Dos parroquias de prestigio en un
corto espacio de terreno, en una misma calle, a la vista una de otra, no podía
sino traer problemas entre los feligreses de la ciudad lagunera.
La Villa de Arriba, con la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Concepción, donde habitaban los labradores,
los
artesanos,
los
trabajadores, el vulgo; la Villa de Abajo,
con la iglesia de Nuestra Señora de los
Remedios, lugar de mayor abolengo social, de gentes nobles de apellidos linajudos, gentes adineradas... la aristocracia. Terreno y condicionantes,
circunstancias propicias para la polémica, la disputa, las rencillas pueblerinas
Las de la Villa de Arriba, las de la Concepción, fueron las primeras campanas
en colocarse ya que, en 1541, existieron tres que fueron cambiadas y
aumentadas con otras nuevas años más
tarde. En su momento la campana
mayor fue la más grande en la isla,
pudiendo contener en su parte cóncava
hasta doce fanegadas de trigo y, para
subirla, se precisaron doce parejas de
bueyes debiendo perforarse todos los
pisos en el centro para poder colocarla
definitivamente en la torre. Esta campana se trajo de Flandes y su sonido no
se correspondía con su gran tamaño por
estar colocada, según se ha dicho, en
el centro de la torre y no en sus huecos, que no eran capaces de albergar
semejante mole.
Las de Los Remedios, las de la Villa
de Abajo, fueron consideradas por sus
feligreses como de mayor importancia
que las otras; más grandes, mas pesadas; de veinte quintales la llamada
Santa María y San José, fundida en
Holanda de un cañón inservible que
La catedral a
principios del siglo
XX.
donó el Ayuntamiento o Cabildo
de la isla, y la
Inglesa, la menor,
de quince quintales
de peso y fundida
en Inglaterra, todas
ellas consagradas
un 11 de diciembre
de 1649 por el arzobispo Francisco
Sánchez de Villanueva, con asistencia de numeroso público.
Las campanas
que en la actualidad tañen en la catedral lagunera se
distinguen cada
una por su nombre.
La principal, de
clase, tiene una inscripción que dice:
“Santa María de los
Remedios”, que
según información
del Gremi de Campaners Valencians,
la hizo traer don
Gonzalo de Castro,
mayordomo de
dicha
iglesia,
debiendo ser de
1700, aunque la
fecha que tiene grabada es ininteligible. Otra se nombra La Esquila, de 1808;
la siguiente, La Chueca, en la que se lee
“me fecit Hijos Marcos”; en una más
dice: “Reinaba Pontífice Máximo León
XIII. Obispo D. Raimundo Torrijos Gómez. Me fecit Carolus Marcus et Ragel.
Anno 1893”; la última es la María Antonia, en la que pone “Deus meus et
omnia. Año 1914. Construida por Esteban Puig. Gerona. Año 1914”.
Esta situación de pique entre los habitantes laguneros trajo como consecuencia la aparición de una copla, sin
duda nacida de la mente de un vecino
próximo a la Concepción, que recorrió
las calles y que se recitaba por las esquinas:
Las campanas de arriba
son los clarines
con que cantan y bailan
los serafines.
Las campanas de Abajo
son las calderas
donde calientan agua
las panaderas.
La copla sirvió para mantener latente
un conflicto añejo que venía desde
tiempos pasados y que diferenciaba
totalmente a la sociedad de Aguere,
dividida en dos territorios marcados.
Las envidias y recelos continuaban
entre las personas que habitaban en los
dos barrios correspondientes moti-
vando algaradas y peleas.
Con el tiempo, la disputa se avivó al
conocerse la decisión del obispo Cámara y Murga de construir una nueva
torre en la iglesia de la Concepción para
la adquisición de una nueva campana
mucho mayor que las existentes. Pero,
sobre todo, con la intención de traer un
nuevo reloj a la Villa de La Laguna.
Este reloj fue encargado a la ciudad
de Londres por el comerciante Guillermo Vanden–Heede Dujardín con un
coste de 14.141 reales de vellón, llegado
a la isla a bordo del bergantín goleta
“Las Dos Hermanas” el 8 de junio de
1751 y ocasionando una disputa entre
la parroquia de Los Remedios, la de la
Concepción y las Casas Capitulares.
Pero, además, originó una rocambolesca situación, según bien nos relata Luis García de Vegueta en su libro
“Islas Afortunadas”, y que encontramos
entre las notas del Diario del regidor
Anchieta y Alarcón, en la que intervino la presencia de dos señoritas de
la aristocracia lagunera enredando
mucho más la tensa situación.
Ante el litigio planteado por las parroquias, se decide votación para dilucidar a quién corresponderá su ubicación. Asisten los regidores, el síndico
personero, beneficiados y sacerdotes de
las parroquias. No se llega a ningún
acuerdo ya que cada uno argumenta a
favor de su parroquia.
Entonces aparecen las damiselas laguneras que, con sus encantos, amoríos y engaños seducen a los carreros
encargados de recoger el reloj del velero, amarrado en el muelle de Santa
Cruz, para que no asistan a su trabajo
con la excusa de citarlos por la noche
en los jardines de sus casas.
Esta argucia, maquinada de antemano por los partidarios de robar el
reloj y colocarlo en la Concepción, motiva que se presenten en Santa Cruz y,
tras recogerlo, lo esconden en los graneros del Cabildo.
Se denuncian los hechos y comienza la investigación del paradero de lo
robado. Debe intervenir el gobernador
Juan Urbina, quien comienza las pesquisas. Se reúne el Cabildo, se hacen
asambleas, todos hablan. Finalmente
se ordena, por parte del gobernador, la
entrega del reloj a la parroquia de Los
Remedios, y, por mediación del corregidor, se coloca en la torre que existe
en la fachada para disfrute, servicio y
gobierno de los laguneros, quienes dispondrán desde ahora de una sola medida del tiempo, sirviendo para control
de las horas de riego y de las faenas.
Anchieta describe en su Diario:
“Martes, 22 de junio 1751, como a las once
de la mañana subieron la campana
grande del reloj en la torre de los Remedios; subiéronla la gente de mar de los
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EL DÍA, domingo, 9 de noviembre de 2014
navíos de las Indias, que a ello vinieron.
A la tarde, todos fueron de diversión a
las Mercedes, a caballo, y echando
voladores, y al venir lo mismo, y a comer,
que comieron en casa del mayordomo del
Cabildo”.
Estado actual de la torre y el reloj
El deterioro de la torre y la fachada
de la iglesia parroquial de Los Remedios se hacía patente desde 1813, situación que advirtieron Cristóbal Bencomo, arzobispo de Heraclea, Pedro
Bencomo, chantre de la catedral de
Canaria, y Santiago Bencomo, deán de
Canarias, todos hermanos, que decidieron acometer una profunda renovación arquitectónica de aquella a
costa de su propio patrimonio personal.
Estos benefactores trajeron los planos de la catedral de Pamplona que
había elaborado Ventura Rodríguez
para realizar la modificación que exigía el frontis de la iglesia lagunera.
Ya en este momento se había conformado la diócesis Nivariense, en
1818, tras haberse segregado las cuatro
islas occidentales, situación que propició la transformación de parroquia a
catedral, en lo que tuvieron que ver
mucho los hermanos Bencomo, instalándose el nuevo rango eclesiástico en
diciembre de 1819.
Estos planos originales fueron modificados por Juan Nepomuceno Verdugo y Pedro Díaz, quienes se encargaron de las obras, que finalizaron en
1825, tanto la torre sur como el pórtico,
colocando en su cúspide una de las dos
veletas de bronce que coronan los
torreones. La falta de presupuesto
económico hizo detener las obras
hasta 1882 en que comenzó a edificarse
la segunda planta de la fachada, finalizándose la torre norte en 1916, aunque en 1897 tuvo que clausurarse la iglesia por amenaza de ruina del crucero
y del cimborrio, situación que se corrigió a principios del siglo XX con proyecto del ingeniero Rodrigo Vallabriga,
que derribó todo el edificio, excepto el
frontis original de 1820
La fachada que hoy podemos contemplar es una muestra de estilo neoclásico con una sensación de poca altura, muy achatada si se compara con
su copia de Pamplona, y toda la obra
pertenece a la realizada hasta 1915, a
excepción de la última torre, que se
construyó un año después.
Tras las modificaciones y reformas
llevadas a cabo a lo largo de su historia, el templo conserva interiormente
de su etapa primitiva la planta general,
estando constituida por tres naves
habiendo sido sustituidas las dos laterales previamente existentes para la
ubicación de las capillas, y, desde la
última renovación arquitectónica, poco
queda de la configuración original de
la iglesia parroquial.
La fachada, como escribe Cioranescu, versión modificada de la catedral
de Pamplona, se compone de dos
cuerpos; el inferior, con un atrio de cuatro columnas toscanas flanqueadas
por dos puertas; y el superior, con sus
esquinas de cantería típicas canarias,
La torre de la
iglesia de la
Concepción, la “rival”
de la catedral. A la
derecha,
inscripciones en las
paredes del
habitáculo del reloj
de la catedral.
se compone de cuatro ventanas rectangulares con otra de mayor dimensión circular y un frontón en el atrio
de forma triangular. En las dos esquinas del frontis se alzan sendas torres
con las campanas y en una de ellas, el
reloj.
Subiendo a la torre donde se encuentra el reloj, pude verificar su funcionamiento y comprobar una serie de
circunstancias que me parece interesante darlas a conocer. Muchos han
sido los encargados del mantenimiento
del reloj –no pudiendo olvidar a los
conocidos “Perita”– que, además de
campaneros, han colaborado en el
cuidado de aquel.
Algo que me sorprendió fue descubrir las numerosas inscripciones y
escritos que se hayan pintadas en la
paredes que conforman el habitáculo
donde se encuentra el reloj. Son numerosas y variadas las frases que podemos leer. Se trata de anotaciones
hechas por quienes han tenido a su
cargo el mantenimiento y arreglo del
reloj, por lo que podemos decir que es
un diario, una agenda de lo acontecido
durante muchos años con respecto a los
personajes y avatares por los que ha
transcurrido la historia del aparato controlador del tiempo de La Laguna. Pero
no solo en lo que se refiere al reloj sino
que, incluso, existen múltiples anotaciones de la vida social y cotidiana de
la ciudad de La Laguna con datos de fallecimientos de personajes conocidos,
de circunstancias distintas en el día a
día ciudadano. Son pequeñas narraciones periódicas que conforman un
verdadero diario social de la ciudad.
Algunas de estas anotaciones quiero
dejarlas mostradas en este escrito para
que puedan conocerse y descubrir la
temática a que alude. Y como muestra
de ellas existen muchas dedicadas a
informaciones sobre fallecimientos de
personas y vecinos como las siguientes:
– El 2 de Junio de 1881 mataron a Pedro
de Armas y Manuel Brito por asesinos
– El 7 de Marzo de 1906 murió D. José
Leiva de Mesa
– Carmen García y Recco falleció el 1 de
Agosto de 1910
– El 11 de Octubre de 1911 murió Dª Concha Salazar y Chirino
– Dª Trinidad Cambreleng falleció el 1
de Agosto de 1914
– El 16 de Septiembre de 1914 falleció
Juan Alonso (a) Garrafón
– En Abril de 1914 murió la madre de D.
Ramón Matías
– Juan Benítez de Lugo y García falleció
el 27 de Octubre de 1914
– Juan Rodríguez y Rodríguez (a) Coneja)
murió el 4 de Julio de 19...
– Murió Francisco García (a) El Largo el
20 de Diciembre de 1911
– El 9 de Abril de 1914 murió Dª Adela
Amador esposa de D. Jesús Beyro.
En otras podemos leer noticias sobre
momentos determinados y hechos
ocurridos en la ciudad como las que
dicen:
– 2 de Abril de 1901 se inauguró el tranvía eléctrico.
– Se inauguró el alumbrado eléctrico del
Instituto la noche del 4 de Octubre de
1911 siendo director de dicho centro D.
Adolfo Cabrera Pinto
– Se hizo la primera acometida del agua
en la casa de D. Francisco García calle
de Pargo nº 15 el día 12 de Junio de
1911.
Y por fin, otras informan de los arreglos
y modificaciones que el reloj de la
catedral ha venido sufriendo desde
el siglo XVIII:
– S.P. 1842 (escrito con pintura negra y
con grandes caracteres que sobresalen del resto)
– Se compuso el reloj el 25 de Abril de 1863
– El 1 de Enero de 1889 tomó Domingo
Rodríguez el reloj
– El día 14 de Diciembre de 1895 se desmontó el reloj y se limpió por el relojero Juan Gutiérrez de Santa Cruz. 300
pesetas.
– En Junio del año 1899 se limpió el reloj
porque se llevó una composición general hasta unas 500 pesetas y lo arregló D. Rafael F. Trujillo
– Me hice cargo de darle cuerda al reloj
el 28 de Enero de 1906. José Bello
– Se puso esfera nueva el 28 de Marzo de
1923
– La instalación del nuevo cristal fue
3–9–66 colocado por el personal de la
cristalería de don Santiago Martín
siendo los mismos J. Ortega, M. Sosa,
T. Rojas, L. Hormiga y J. Avalo.
Ahora que el templo catedral de La
Laguna luce nuevo aspecto después de
muchos años cerrado por reformas y tras
las mejoras arquitectónicas en su nuevo
diseño, deseamos que estas notas sobre
las paredes y muros de la torre sur, la
torre del reloj, se conserven y protejan
como verdadero testimonio de un
pasado ya lejano, para que pueda
seguir siendo conocido y contemplado
por las futuras generaciones y que, por
qué no, los actuales encargados de mantener y proteger la vieja esfera del
tiempo sigan escribiendo datos sobre las
paredes blancas y continuar con esa tradición, que nadie sabe cómo y quién
empezó, que nos ha servido para conocer algo más del pasado de la ciudad de
San Cristóbal de La Laguna sin necesidad de acceder a legajos, libros, periódicos o papeles viejos en ningún archivo,
sino solo con visitar la catedral y escudriñar entre sus paredes.
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domingo, 9 de noviembre de 2014, EL DÍA
www.eldia.es/laprensa
Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 953
BALCÓN DE VENEZUELA
“Capacitación profesional en el conocimiento y perseverancia son los caminos indiscutibles hacia el éxito” (CIESTCA).
GERARDO
BUDOWSKI
EN EL RECUERDO
Un ciudadano del mundo,
enamorado de la naturaleza
Texto: Antonio Pedro Tejera Reyes.
(del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del Turismo,
OMT, de las Naciones Unidas, ONU)
N
uestro primer encuentro
con el ilustre Gerardo Budowski Wolffang fue en
el aeropuerto Juan
Santamaría de San José,
en Costa Rica, cuando él se disponía
a realizar uno de sus frecuentes viajes. Fue una atropellada entrevista ya
que su vuelo partía de inmediato y
nosotros teníamos la urgente necesidad de obtener su conformidad para
integrarlo como un componente de
excepción en el programa que preparábamos en esos momentos sobre
la maestría Calidad Turística-Ambiental
Sostenible y Promoción de La Paz, sobre
cuyo programa acabábamos de firmar
los documentos que hacían posible
el mismo con el rector de la Universidad para La Paz (UPAZ), Dr. Francisco Barahona, y su asesor y hombre clave en la consecución de esta
importante gesta, el honorable venezolano, afincando en Costa Rica, y parte
vital integrante de la citada universidad, Felipe Matos González.
Gerardo Budowski nos impactó desde ese primer momento. Con su reposada conversación nos hizo preguntas sobre las realidades de Canarias que nos descubrieron sus conocimientos sobre las Islas y su problemática medioambiental. Su ilusión y compromiso con nuestro
programa se confirmó desde ese
mismo momento de nuestro fugaz
encuentro.
Muchos y hermosos inolvidables recuerdos asaltan nuestra mente cuando
queremos pasar revista a las horas vividas al lado de este gran personaje, con
una rúbrica de excepción a su presencia
en el salón de actos del Excelentísimo
Ayuntamiento de la villa de La Orotava en el solemne acto de inauguración de la maestría de referencia
como rector encargado de la Universidad para La Paz, acompañado de las
más señeras autoridades presididas por
el inolvidable alcalde villero Isaac Valencia Domínguez, valedor del acto y principal apoyo para que dicha universidad y su brillante programa se radi-
cara precisamente en tan emblemático enclave, uno de las más importantes referentes en la historia de Canarias.
Nos llega la triste noticia desde las
tierras costarricenses –acompañada de
un auténtico panegírico sobre Gerardo
Budowski–por medio de nuestro común amigo Felipe Matos, el cual, como
nosotros, ha sentido profundamente
el deceso del amigo con quien compartió sus más íntimos momentos de
trabajo alrededor siempre del cuidado
y la conservación de los recursos naturales de este planeta.
Federico Paredes, desde Costa Rica,
expresa con toda claridad la trayectoria de este brillante e inolvidable personaje: “Pretender hacer una reseña
de la vida y obra del Dr. Budowski es
no sólo pretencioso, sino una tarea casi
imposible. Lo conocí siendo yo un niño
en el campus del IICA en Turrialba (hoy
Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza. CATIE) y él, un
joven profesional con muchas ideas
por desarrollar y recién llegado de la
Universidad de Yale de donde venía
con su Ph.D, o doctorado científico.
“Nacido en Berlín el 30 de octubre
de 1925, se mudó con su familia a Francia durante la Segunda Guerra Mundial y de ahí a Caracas, Venezuela. Para
1952 se trasladó a Costa Rica; era en
realidad un ciudadano del mundo; por
sus venas corría la sangre judeo-alemana.
“Gerardo fue un verdadero paradigma
en temas de conservación. Se hizo ingeniero agrónomo en la Universidad Central de Venezuela, en Caracas, y fue
cuando luego emigró a hacer su
maestría en ciencias forestales, en
Turrialba, en donde fue designado como
el graduado más destacado del IICACATIE en la ocasión de su cincuentavo
aniversario.
“Trazó muchos senderos en este campo, recorrió el mundo y sus áreas naturales, invitado a participar en misiones especiales en más de 30 países de
los cuatro continentes e incursionó en
temas de los cuales casi ni se hablaba:
El doctor Gerardo
Budowski en el año
2000, en la sede de
la UPAZ, recibiendo
una de nuestras
publicaciones
relacionadas con la
maestría de la cual
era un auténtico
pilar.
conservación para el desarrollo, desarrollo ecológico o ecodesarrollo, agroforestería y finalmente en otros que
despegaron en Costa Rica en la década
de los ochenta: turismo ecológico o
ecoturismo.
“Fue quizás una de las primeras personas que empezó a hablar de la valoración de los bosques húmedos del trópico americano”.
Sigue Federico Paredes: “Cuando la
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza le otorgó su
premio en la 18° Asamblea General realizada en Perth, Australia en 1990 le
reconoció su denodado esfuerzo a favor
de las áreas protegidas, fueran éstas
parques nacionales, reservas biológicas
o reservas de la biosfera, y lo eligió
Miembro Honorario del Consejo Mundial de Áreas Protegidas.
“En la década de los sesenta trabajó
para la Unesco en París, en labores relacionadas con la ecología y la conservación, lo que incidió de forma directa
en el rediseño del Programa MAB (Man
And Biosphere) sobre el Hombre y la
Biosfera. A fines de esa década fue electo
por un periodo de seis años y medio
como el primer director general de la
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
“En 1976, el Dr. Budowski regresó
nuevamente al Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza
(CATIE) en Turrialba, donde dirigió el
Departamento de Recursos Naturales
durante 10 años. Fue presidente de la
Sociedad Mundial de Ecoturismo y se
desempeñó como asesor en el Fondo
Mundial para la Naturaleza (WWF), así
como en el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF- Global Environmental Fund) del Banco Mundial.
“En 1986, a pedido del llorado presidente de Costa Rica Rodrigo Carazo
Odio, estructuró, con la ayuda de Jim
Barborak, Felipe Matos y Rolain Borel,
el Departamento de Recursos Naturales de la Universidad para La Paz,
en Costa Rica, que dictó la primera promoción de su maestría en ese campo.
En 1999, fungió como su vicerrector.
“El maestro Budowski recibió varios
premios de gran prestigio internacional
como la Medalla Henri Pittier, otorgada
por el Gobierno de Venezuela, la
Medalla Siempre Verde del Gobierno
de Nicaragua y el Golden Arc de Holanda, entre otros. Fue miembro honorario del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y de la UICN. Posteriormente fue nombrado profesor emérito del CATIE y de la Universidad para
la Paz. En el 2005, el CATIE le concedió un doctorado Honoris Causa.
“Durante su desempeño profesional desarrolló un interés muy profundo
por los bosques naturales tropicales,
la importancia de los bosques secundarios para la producción de madera
y la conservación de la biodiversidad”.
Termina Federico Paredes: “Sin temor a equivocarme, figuras como las
de Gerardo Budowski son irremplazables”.
Nuestras íntimas sesiones de trabajo
rodeados de la mística que emanan las
instalaciones de la Universidad para
La Paz, allá en Ciudad Colón, en los
campos de Costa Rica, a donde llegábamos atravesando amplias plantaciones de café rodeadas de las
“cercas vivas” que tanto le gustaba destacar a Gerardo Budowski, son imperecederos recuerdos abonados con las
sabias lecciones que siempre encontrábamos en este singular personaje
y que un día trasladamos hasta las mismísimas aulas de nuestra sede en la
villa de La Orotava, en Tenerife, para
ilustrar con sus brillantes lecciones a
treinta y cuatro técnicos en turismo
que seguían la maestría de la cual él
era uno de sus artífices, en una
memorable ocasión en la que, cargado
de un precioso material de apoyo, vertió todo su sabio saber y entender con
la pasión y el conocimiento como él
sabía hacerlo. Imperecederos recuerdos que marcan toda una real e
imborrable historia.
Gerardo Budowski marcó uno de los
nuevos principios en nuestra vida. Su
amor y aprecio a la naturaleza eran más
que un descubrimiento en su personalidad. En el recorrido que hicimos
decenas de veces desde el histórico hotel
Europa, en San José, hasta Ciudad
Colón, sede de la universidad, su instructiva charla sobre el sendero que
recorríamos –varias veces azotados por
furiosas tormentas– era salpicada
por las oportunas intervenciones de
nuestro inseparable amigo en esas
andanzas, Felipe Matos, cuyas precisiones y comentarios hacían que el largo
camino nos pareciese siempre muy
corto.
Estudios y conocimientos unidos a
la gestión de los mismos, que en el discurrir del tiempo y el espacio, acosados por la insensatez, la avaricia, la
injusticia y la sinrazón, se han visto
rodeados de las más insólitas hazañas
y aventuras teñidas de “sangre, sudor
y lágrimas”, como diría Theodore Roosevelt.
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