el oprobio de las palabras equívocas: no se debe

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EL OPROBIO DE LAS PALABRAS EQUÍVOCAS:
NO SE DEBE CONFUNDIR A LOS CURANDEROS Y
H´MENO´OB CON LOS BRUJOS Y HECHICEROS
Ruth Gubler
University of California, Los Angeles, EE.UU.
[Ketzalcalli 1|2010: 89–114]
Resumen: Ya los documentos de la época colonial testimonian de la ambigüedad y, aún más, la negatividad con la que eran vistos estos especialistas, actitud que, a pesar de los siglos, aún prevalece en nuestros días. En
gran parte, son los poderes especiales que se les atribuye, a la par que la
incomprensión de las verdaderas funciones de los curanderos y h-meno´ob,
los que dan pie no sólo a la confusión y el temor sino a la siempre presente
sospecha de hechicería. En este estudio pretendo dejar en claro su función
y el papel que juegan en la comunidad.
Palabras clave: Curanderos y h-meno´ob, “hechiceros”, la ambigüedad de
términos.
La medicina tradicional mesoamericana está anclada en un conocimiento nutrido por el pasado precolombino, al que se aunaron conceptos médicos del siglo XVI introducidos por los
españoles después de la conquista, así como aportes recientes de la medicina alopática.
Los portadores de la tradición indígena mantienen vivo ese antiguo saber de siglos, y
se conocen en la península de Yucatán como curanderos y h–meno´ob1. Se trata de especialistas en la curación tanto física como espiritual, quienes son respetados, pero también
temidos o rechazados.
Esta actitud adversa hacia estos terapeutas motiva una serie de reflexiones que expondré en este ensayo a lo largo de diversos apartados. Si bien se puede afirmar que quienes no pertenecen a esta cultura desconocen el medio en el que se desenvuelve el curandero, y el papel fundamental que juega en su comunidad, con el consiguiente repudio a su
figura social, es de notar que las reacciones contradictorias que despierta su figura no se
limitan a los de “fuera”. Éstas también se hacen evidentes entre muchos de sus congéneres del pueblo, actitud que a primera vista resulta extraña, ya que la mayoría de la población del medio rural, tanto maya como mestiza, no sólo comparte la misma cultura, sino
también solicita los servicios de estos terapeutas.
Ciertamente estas actitudes adversas contra los curanderos no responden a una sola
causa, pero es lógico pensar que en parte obedecen a la naturaleza misma de su oficio, y a
los conocimientos, así como a los poderes especiales que se les atribuye, o una combina-
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ción de ambos, los cuales contribuyen a elaborar un concepto equívoco acerca de sus funciones.
Al moverse dentro de un medio sacralizado, así como por su comunicación y asociación con seres sobrenaturales, tanto de origen prehispánico como del panteón cristiano, a
los curanderos se les atribuye una cualidad "especial" o fuera de lo común. Al conferirles
tales poderes, existe el temor de que, aunque los usen para hacer el bien, en un momento
dado puedan utilizar esas facultades para hacer el mal; es decir para "hechizar". Esto es un
miedo que permea el medio. No olvidemos tampoco que lo "sagrado" tiene una fuerte connotación de peligro, y que lo ignoto o inexplicable siempre da pie al temor.
Por otra parte, en ocasiones el trabajo mismo de los curanderos y h´meno´ob les exige
medirse con fuerzas malignas o con otros especialistas que en este medio son considerados brujos y hechiceros. Cuando sus pacientes sufren debido a "trabajos" o "hechizos", que
se atribuyen a las malas artes de los mismos, el curandero o "buen médico" tiene que
hacer un contra–trabajo para deshacer el mal que éstos han causado. Quizás este tipo de
"contacto" contribuya a generar el valor ambivalente que se confiere a los curanderos.
En lo que respecta la actitud adversa de los de "fuera" hacia los curanderos, es resultado de cierto snobismo cultural o etnocentrismo, aunado a un obvio desconocimiento del
papel que juegan estos terapeutas tradicionales. Y si bien estos conceptos equívocos fueron muy evidentes en el pasado, aún hoy quedan resabios de la misma actitud. A menudo
se tiende a considerar que los métodos tradicionales de curación son un rezago de ritos
"supersticiosos" y que el curandero es un charlatán, o aun peor, un brujo o hechicero.
Ciertos artículos que de cuando en cuando aparecen en periódicos, y a los que me referiré más adelante, son claros ejemplos de esta actitud ambivalente, y a veces negativa. Si
bien algunos muestran una creciente valoración de la medicina tradicional y de las plantas
medicinales autóctonas, otros siguen la pauta de demonizar al especialista indígena; es decir, no diferencian entre la función terapéutica que desempeña el curandero y el h–men,
del nocivo y maligno que se atribuye al llamado brujo o hechicero. Si en la época colonial
estos últimos términos eran expresión de un desdén por lo autóctono, hoy en día no son
sino otro ejemplo del menosprecio por la cultura indígena.
La incomprensión y la ignorancia acerca de una cultura que no es la propia dan pie a
conceptos erróneos. Así, por ejemplo, sucede con la consabida diferenciación que se establece arbitrariamente entre el propio grupo y el de los “otros”. Ese distanciamiento artificial dificulta, si no imposibilita, un acercamiento a aquellos que no son considerados histórica, cultural o lingüísticamente iguales a "nosotros". Nos encierra dentro de los perímetros del propio grupo, con la tendencia a juzgar equivocados a todos los que se encuentran
fuera del mismo. Resulta difícil saber si lo anterior es un recelo instintivo ante todo lo desconocido o, entre otras muchas posibilidades, un atavismo de aquellos tiempos en que todo, fuera del territorio común, significaba peligro.
Mientras algunas fuentes coloniales de otras partes del mundo mesoamericano, y muy
en particular del altiplano de México, nos proporcionan un cuadro bastante completo de lo
que era la medicina tradicional, el papel de los terapeutas indígenas y las plantas, animales
y piedras/minerales que se utilizaban en la curación (véase en particular a Sahagún y Ruíz
de Alarcón, como también el Códice de la Cruz Badiano), las fuentes yucatecas al respecto son bastante escasas. El mismo Fray Diego de Landa, nuestro informante por excelencia para la península, nos defrauda por la poquedad de sus datos. En su Relación de las
cosas de Yucatán (1986: 49) se limita a informar que los indios tenían especialistas para
curar, pero los describe como "hechiceros y médicos [que] curaban con sangrías hechas
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en la parte donde dolía al enfermo y echaban suertes para adivinar en sus oficios y otras
cosas". Herrera y Tordesillas no añade nada significativo a los parcos datos de Landa; sólo
nos dice que los tales "hechiceros" hacían las veces de médicos y curaban con yerbas,
sangrías, incienso y 'palabras´ del demonio" (en Tozzer 1978: 219). Es decir, ambos reflejan un evidente menosprecio hacia los terapeutas indígenas.
Landa nos informa que los mayas yucatecos recurrían a los dioses de la medicina con
intención de propiciar una buena terapia. Así invocaban a los que decían llamarse “Itzamná, Citbolontun y Ahau Chamahes e Ix Chel […]” (Landa 1986: 93). También refiere a la
fiesta que en el mes de Zip celebraban los médicos en la casa de uno de ellos para honrar
a Ix Chel. Finalizada esta ceremonia con la expulsión del "demonio", los sacerdotes sacaban los envoltorios de sus medicinas y varias figuritas de la diosa, echaban la suerte y "con
mucha devoción invocaban con oraciones a los dioses de la medicina" (Landa 1986: 93).
Sin embargo, en lo que respecta a datos que nos pudieran informar sobre las plantas
medicinales indígenas y su uso, éstos son escasos en su obra, aunque comenta que:
“Mucha es, y muy de notar, la diversidad de yerbas y flores que a Yucatán ornan en sus
tiempos, así en los árboles como en las yerbas […]” (Landa 1986: 126) y más adelante
que: "Cosa es de mucho alabar a Dios con el profeta [.] por la muchedumbre de árboles
que en esta tierra Su Majestad crió, todos tan desemejantes de los nuestros, que hasta hoy
(no) se ha visto uno que conozca" (Landa 1986: 128–129). Sin embargo, Landa dedica
tan sólo seis páginas al tema de la flora (Landa 1986: 126–132); además, describe las
plantas y los árboles en términos generales y sin proporcionar los nombres de la mayoría.
Por ejemplo, dice que entre las flores y yerbas hay unas muy provechosas y medicinales,
entre ellas dos clases de yerba mora, otra parecida al hinojo que cura llagas, y de manera
imprecisa que la leche de aún otra es medicinal y sirve para encarnar los dientes (Landa
1986: 130). Contadas son las veces que da el nombre de la planta; por ejemplo, una "muy
singular" que sirve para curar llagas viejas, llamada ixpalialche’2 (Landa 1986: 127) y el
zon3, árbol que se utiliza para curar las bubas.
Varias de las Relaciones Histórico–geográficas de la Gobernación de Yucatán (de la
Garza et al. 1983) informan que hay muchas plantas medicinales, a la par que dañinas. La
Relación de Mérida (de la Garza et al. 1983: tomo I: 74–78) es quizás la que se explaya
algo más al respecto, dándonos los nombres de varios árboles, como tambien de los animales y aves que abundan en la península. Sin embargo, ninguna de las relaciones nos informa sobre las prácticas curativas de los médicos indígenas
Las restantes y limitadas fuentes que tenemos para Yucatán: López de Cogolludo, Lizana, Cárdenas Valencia y Sánchez de Aguilar no informan acerca de los antiguos terapeutas. Los tres primeros se deshacen en elogios respecto de las hazañas de los conquistadores y de la labor misional de los frailes, mientras que la obra de Sánchez de Aguilar refleja
una constante preocupación por la idolatría. Por lo tanto, es difícil considerarse de otra
manera que una total falta de interés o aun un desprecio por la medicina indígena por parte de estos autores como el que refleja el Calepino de Motul.
Se puede aducir que quizás hubo fuentes, ahora perdidas, que trataban el tema de la
medicina indígena y sus especialistas. Sin embargo, si recurrimos a la lista de títulos de las
fuentes yucatecas perdidas registradas por Tozzer (1977: 151–153) se hace evidente que
los frailes que llegaron a la península de Yucatán —al menos aquellos acerca de los cuales
tenemos noticia— mostraban mayor interés en el aspecto lingüístico y en preparar sermones y otros tratados que pudieran servir para ayudar en la conversión.
Por otro lado, si bien es posible que, al contener información histórica de interés, las
obras de Avendaño y Loyola, el texto completo de Gaspar Antonio Xiu, Luis Vidales, y
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otros, pudieron haber incluido datos sobre el tema en discusión, son precisamente estos
documentos los que se cuentan entre las fuentes documentales pérdidas.
Por otra parte, aun cuando es afortunado que diccionarios coloniales, por ejemplo, el
Calepino de Motul (Arzápalo et al.1995) y el Bocabulario de Mayathan (Acuña 1993),
vienen en nuestra ayuda, proporcionándonos los nombres de varios especialistas y las enfermedades que causaban o curaban, ya reflejan una temprana actitud negativa hacia los
curadores o médicos indígenas. Quizás en dicha actitud se pueda buscar el origen y razón
de juicios equívocos que persisten en nuestros días hacia los médicos indígenas.
Por lo mismo, las referencias en los diccionarios mencionados son un arma de doble
filo, ya que, aunque aclaran ciertos aspectos del trabajo del médico autóctono, también
son fiel reflejo de una discriminación social hacia el curandero indígena. Las glosas a las
entradas léxicas en el Calepino de Motul constantemente devalúan la cultura indígena, refiriéndose a sus manifestaciones como resabios de ignorancia e “idolatría” y a los médicos
indígenas como “hechiceros” causantes de mal.
Salvo contados casos, el flebotomiano (ah tok)4, el huesero (ah kaxbac)5, el herbolario
(ah ohel tu kinam xiuoob)6, y hasta cierto punto el médico en general (ah dzac)7, los demás especialistas nombrados en el Calepino de Motul y en el Bocabulario de Maya Than
se asocian con la hechicería, como lo demuestran los siguientes ejemplos:
ah cunal than, "encantador o hechicero, que sabe hechizos"
ix cunal than, "hechicera" (f.012r, Arzápalo et al. 1995: 17);
ah cunyah, “hechicero o hechicera así”; ah pulyaah (f.026v, Arzápalo et al.
1995: 40),
ah pul cimal, “ hechicero que hace enfermar a otro (Arzápalo et al. 1995:
41).
ah pul abichkiik, “hechicero que hace que uno orine sangre”.
ah pul abichpuu, “hechicero que hace orinar materia”.
ah pul auat, ah pul auatmo, "hechicero que hace dar gritos a los niños".
ah pul chhubchii, “hechicero que hace que no mamen los niños”
ah pul holoktaa, “hechicero que hace que uno se vaya de caminos sin sentir”.
ah pul kazan, “hechicero que arroja estangurria”8.
ah pul kantzac, “hechicero que hace el hechizo llamado pul kantzac”9.
ah pul nachhbac, ah pul nachhbacmax "hechicero que arroja hética"10.
ah pul nok tii yit in, “hechicero que arroja gusanos”.
ah pul uenel, "hechicero que hace adormecerse".
ah pul xankiik, “hechicero que echa flujo de sangre a las mujeres”.
ah Talcal, “descarado, médico o médica que quiebra las agallas de la garganta
o almígdalas” (Calepino de Motul, f. 028v, Arzápalo et al. 1995: 44).
El Bocabulario de Maya Than (Acuña 1993) contiene casi la misma información que la
fuente anterior, pero aunque resulta aún más parca que el Calepino, sí nos proporciona
los nombres de otros especialistas:
pul ki[k] taa, "hechizar arrojando cámaras de sangre”(folio 121: 393).
pul nok ti yit uinic, hechi[ç]ar, arrojando [o echando con hechizos] gusanos
en el [c]ulo (folio 121: 393
pul xan kik, okol ti, “hechi[ç]ar echando [fl]ujo de sangre a las mujeres (folio
121: 393).
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kax cun tah nak, “hechi[ç]ar, ligando y atando [bizmas] a las que están enfermas [de la barriga] y el tal [hechizo] (folio 121: 393);
pul hau yokil ti hechi[ç]ar echando lepra con echiços [y hechizos así] (folio
121: 393).
Ambas fuentes también son prolijas para registrar las diferentes enfermedades o hechizos
que estos especialistas podían causar. Por ejemplo, en el Calepino de Motul (Arzápalo et
al. 1995) encontramos las siguientes:
pul abich kiik, “hechizo arrojado para que uno orine sangre” (folio 384v:
655).
pul abich puuh, “hechizar, haciendo que uno orine materia, y el tal hechizo” (folio 384v: 655).
pul cimil, “arrojar con hechizos alguna enfermedad a alguno, y el tal hechizo” (folio 384v: 656).
pul chacauil, “manera de aojo o hechizo con el que arrojan calenturas a los niños” (folio 385r : 656).
pul chubchii, “hechizar a los niños para que no puedan mamar”( folio 385r :
656).
pul nachhbac, “hacer con hechizos que le venga a uno cierta enfermedad como de hético o tuberculosis” (folio 385r : 656).
pul putaa, "hechizar arrojando una enfermedad de cámaras o evacuaciones,
muy peligrosa, que se van sin sentir, y el tal hechizo” (folio 385v: 657).
En los ejemplos dados queda claro por qué se califica de hechicería la función de los especialistas nombrados, ya que el método utilizado para enfermar a la persona es “arrojarle” y
echarle la enfermedad: pulah. Esto deja fuera de duda que se trata del deseo de causar
mal, y por lo tanto de que efectivamente se refiere a un “hechizo”. Sin embargo, no deja
de causar extrañeza el que entre los especialistas nombrados, sólo los cuatro casos ya
apuntados —el flebotomiano, el herbolario, el huesero y el médico en general— escapen de
este oprobio.
Respecto de Guatemala, fray Bartolomé de las Casas, describe los tres tipos de terapeutas que antiguamente había en la Verapaz y el papel del médico prehispánico: “Tenían
también médicos, herbolarios y quizás mayores hechiceros, aunque tenían de las enfermedades y medicinas para ellas experiencia” (1967: Libro III, cap. CCXXXVII: 514–515). Si
bien las Casas generalmente tiene una opinión más equilibrada referente a los índigenas y
su cultura, aquí también utiliza el término “hechiceros”.
En cuanto a las fuentes del altiplano de México, es interesante establecer ciertos paralelos, a la vez que diferencias, en la actitud hacia los terapeutas indígenas. Como apunta
Alfredo López Austin (1967: 107), los términos con que se les designaba son sinónimos
de hechicero. En su interesante estudio "Cuarenta clases de magos", este autor lista la diversidad de funciones de estos especialistas: por ejemplo, los que se sangraban sobre la
gente, los que tocaban con la mano, los que comían los corazones, los que trocaban los
sentimientos o se enfrentaban a la naturaleza, bien arrojando o venciendo el granizo, o
arrojando los vientos y las nubes (López Austin 1967: 90–95).
Otros magos tenían una personalidad sobrenatural, y por lo tanto, ambigua: el nahualli
podía transformarse en su alter ego animal, tal como lo hace el way en Yucatán. El teutli-
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pan moquetzani representaba a los dioses; en tanto que otros tenían facultades adivinatorias, como el tlaciuhqui, y fueron muy estimados por los gobernantes (López Austin 1967:
99–101).
Finalmente estaban los ticitl, tepatiani, médicos que devolvían el tonalli a la gente, administraban sustancias que alteraban la salud, tanto en beneficio como perjuicio del paciente, chupaban o sacaban objetos del cuerpo, reducían fracturas de huesos, curaban con
su aliento, etcétera11. Sin embargo, injustamente a todos se les consideraba hechiceros,
como lo apunta López Austin (1967: 107). Aquí, al igual que en las fuentes mayas, (como
lo hemos visto en el Calepino y también en el Bocabulario), la connotación es negativa,
reflejo de un prejuicio similar en el altiplano en contra de estos especialistas.
No obstante lo anterior, en el décimo libro de su Historia general de las cosas de Nueva España, Sahagún (1967:116) establece una clara diferenciación entre el concepto del
buen y el mal médico, diciéndonos que: “.…el médico suele curar y remediar las enfermedades; el buen médico es entendido, buen conocedor de las propiedades de las yerbas, piedras, árboles y raíces, experimentado en las curas, el cual también tiene por oficio saber
concertar los huesos, purgar, sangrar y sajar, y dar puntos, y al fin librar de las puertas de
la muerte”.
Lo mismo dice de su contraparte femenina, alabando la experiencia y conocimiento de
ésta acerca de muchos secretos del arte curativo: “casi vuélvelos de muerte a vida, haciéndoles mejorar o convalecer con las curas que hace: sabe sangrar, dar la purga, echar medicina y untar el cuerpo [...]” (Sahagún 1967: 129).
El mal médico, por el contrario, es “burlador, y por ser inhábil, en lugar de sanar, empeora a los enfermos con el brebaje que les da, y aun a las veces usa hechicerías y supersticiones para dar a entender que hace buenas curas” (Sahagún 1967: 117). También a la
mala médica se le acusa de empeorar a sus enfermos y poner en peligro su vida y al final
acabar con ella. Mediante sus malas prácticas sopla a los enfermos, los ata y desata, mira
en el agua, echa granos gordos de maíz, y saca gusanos, papel, pedernal, del cuerpo del
paciente, “[diciendo] que sana a los enfermos, siendo ello falsedad y superstición notoria” (Sahagún 1967: 129). Es de particular interés el que se le acuse de tener pacto con el
demonio, actividad que no se le atribuye al mal médico.
Obviamente la información proveniente del Altiplano de México es mucho más exhaustiva que la que tenemos para Yucatán. Además, es difícil explicar el hecho de que no aparecen en las fuentes yucatecas términos análogos para los curadores en su sentido positivo, como los proporciona Sahagún, y que las primeras enfatizan tan sólo su carácter malévolo.
Partiendo de un concepto negativo de la cultura indígena, los frailes consideraron a todos los terapeutas indígenas “hechiceros” y “brujos”. Posiblemente esto se reflejó en su
forma de indagar respecto a estos especialistas, lo que a su vez en alguna manera pudo
haber influido en el tipo de respuestas que daban los indios. Por ejemplo, si partiendo de
su propia noción del médico indígena como hechicero, utilizaban éste término para referirse a ellos, recibirían una respuesta acorde. De sobra conocemos lo que nos dicen las
fuentes, de que éstos respondían lo que los españoles deseaban escuchar.
De todos modos, los frailes activos en Yucatán muestran un evidente “fallo etnográfico” ya que o bien no se interesaron o no lograron obtener datos sobre la medicina indígena, mientras que, como hemos visto, Sahagún sí pudo obtener un acopio de información
muy variado que refleja la complejidad de la actividad de estos médicos indígenas.
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ESPECIALISTAS INDÍGENAS YUCATECOS CONTEMPORÁNEOS
Hoy día, con alguna frecuencia los periódicos traen noticias referentes a algunas tradiciones mayas, particularmente aquellas que puedan tener más resonancia entre el público;
por ejemplo, los altares ricamente adornados para el ancestral día de los muertos, el hanal
pixan12 (foto 1, véase también foto 213). O sendas referencias a las ceremonias agrícolas
que se siguen realizando en Yucatán, como el ch´a chaak, el wahi kol y el hets´ lu´um.
Por ejemplo, el 29 de abril de 2007 salió un artículo bajo el título “Gracias por las cosechas” en el que se reportó en la primera página de la sección local sobre un wahi kol celebrado en Tekax. Mostraba al h–men invocando frente a una mesa–altar ricamente adornada, y también hubo fotos de la preparación de las tortillas o wah. Otro artículo del 29 de
mayo de 2005 que llevaba por título "Respeten
a los vientos", habla de la tradición de presentar una ofrenda a esas fuerzas naturales que
juegan un papel tan importante en las creencias
mayas. Al igual, a veces ha salido alguna que
otra entrevista con un curandero, que habla de
su trabajo, y también de su preocupación de
que la medicina maya esté en peligro de desaparecer14.
En cuanto a la medicina tradicional, resultan encontradas las opiniones sobre la pérdida15 por un lado, la persistencia16 por el otro, y
aun un renovado interés17. De la misma manera hay significantes discrepancias en los reportes sobre el trabajo de los curanderos y h–
meno´ob, algunos objetivos y positivos, versus
el de aquel que se les atribuye a los brujos o
hechiceros (como se verá líneas abajo). Sin
embargo, es precisamente aquí donde interviene un desconocimiento de la labor de los primeros y una tendencia de confundir una categoría de especialistas con otra, tema sobre el
Foto1: Mesa para hanal pixan
(Ruth Gubler)
cual se enfoca este artículo.
EL TRABAJO DE LOS BUENOS, Y
EL DE LOS MALOS MÉDICOS
Foto 2: Exhibición de altares
(Ruth Gubler)
Hoy día los terapeutas indígenas
yucatecos, tanto hombres como
mujeres, siguen la tradición médica
de sus antepasados aunque, claro
está, con los consabidos cambios
operados por el tiempo. Se pueden
dividir grosso modo por el tipo de
trabajo que realizan, bajo los siguientes rubros:
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1. Sobadores, hueseros, parteros y yerbateros, en cuyo grupo también podemos incluir
a los sangradores18 y culebreros19, aunque los dos últimos ya escasean, a pesar de haber
desempeñado tiempo atrás una importante función. La especialidad de los terapeutas arriba mencionados se limita a la curación y manipulación física del cuerpo y al empleo de
plantas medicinales. Es decir, en las curaciones realizadas, el elemento religioso queda reducido a un mínimo, por ejemplo a un rezo o a una plegaria.
2. Curanderos(as) y h–meno´ob, capacitados para remediar dolencias tanto físicas como sobrenaturales o psico–religiosas, con la particularidad de que los últimos también fungen como sacerdotes–ritualistas en las ceremonias agrícolas. Sin embargo, es importante
recalcar que en esta categoría la especialización no está muy demarcada y que, salvo la actividad ritualista de los últimos que es exclusiva, los h´meno´ob y los curanderos pueden
compartir una, dos o más funciones; por ejemplo, como yerbateros, sobadores y flebotomianos y, aunque generalmente no son parteros, no quedan totalmente excluidos de esta
labor. En el trabajo de éstos impera la religión.
En cuanto a las enfermedades de que se ocupan estos terapeutas, pueden dividirse en
tres categorías: los males de origen natural, los de causa involuntaria y aquellos de naturaleza psico–religiosa; es decir, que son de carácter sobrenatural o resultado de una sanción
divina. A la vez, los mismos terapeutas dividen las enfermedades en las que dicen “son de
nosotros” y por lo tanto sólo ellos pueden curar, y otras que consideran son privativas del
médico alópata.
3. Finalmente, en contraste con los especialistas arriba mencionados, hay otros a quienes se les atribuye la capacidad de manejar el mal, y de mandar enfermedades y otros padecimientos por medio de la magia negra o roja, y hasta de causar la muerte. Son los reputados “brujos” y “hechiceros” quienes por su asociación con el mal constituyen un grupo por separado. Éstos recuerdan a los ah taakyaah quienes, de acuerdo con el Calepino
de Motul (f. 028v) arrojaban enfermedades, y a los hechiceros a los que alude de las Casas
y a los malos médicos descritos por Sahagún.
En tales casos, ante el trance que está enfrentando el paciente, y al no poder encontrar
una explicación natural para una enfermedad o muerte, una racha de mala suerte que parece no tener fin, la alienación de los afectos, o catástrofes de varias índoles, con el afán
de encontrar una respuesta a lo que ocurre, se trata de buscar a un “chivo expiatorio”, culpando a alguien por la desgracia, bien acusándolo de brujo o de haber contractado los servicios de uno.
Aún en el mejor de los casos la reputación de un especialista, sea tradicional o de alópata, siempre está expuesta a un balance delicado. Basta un diagnóstico equivocado, un
mal resultado de un tratamiento o un paciente insatisfecho para poner en entredicho su
fama. En el caso del terapeuta tradicional, los “errores” pueden tener una consecuencia
más seria, ya que es entonces cuando se borran las distinciones entre el buen y el mal
médico, dando pie a la sospecha de un manejo torcido de sus poderes, lo cual se considera
hechicería.
Como ya se apuntó al inicio, la posición de estos terapeutas en la sociedad es ambivalente. Se les respeta por su saber, pero siempre prevalece un trasfondo de sospecha y temor que en cualquier momento sale a relucir. Tampoco podemos dejar fuera de consideración la fuerte competencia entre los mismos especialistas y las envidias que se despiertan.
Es fácil entonces dejar correr el rumor que tal o cual curandero rival es hechicero.
Para examinar las opiniones vigentes al respecto, he decidido utilizar como evidencia
de esta visión tergiversada de la labor de los curanderos y h´meno´ob, una serie de artícu-
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los que han salido en el Diario de Yucatán. A pesar de que este es un periódico serio y generalmente no incurre en el amarillismo, al respecto refleja el prejuicio de la cultura popular y retroalimenta lo que en efecto constituye un menosprecio de las tradiciones indígenas. A pesar de todo el tiempo que ha transcurrido desde la Colonia, en la época contemporánea se sigue reflejando una imagen que tergiversa y polariza la cosmovisión indígena.
Y lo que hace sensación es el tema de la brujería, ya que todo lo misterioso, ignoto, maligno llama la atención.
REPORTAJES PERIODÍSTICOS SOBRE CASOS DE BRUJERÍA Y OTROS DAÑOS
Este es un tema que tiene una fascinación especial para el público en general y de vez en
cuando los periódicos aprovechan para dar a conocer alguna noticia de tipo sensacionalista. Por ejemplo, el hallazgo de fetiches, muñecos clavados por agujas o velas negras en el
cementerio o mensajes escritos en sangre en la puerta de un negocio, o alguna noticia sobre un “brujo” o “hechicero” a quien se le acusa, en el transcurso de un “trabajo”, de
haber despojado a alguien de sus posesiones o de causarle algún mal.
No sólo se trata de creencias o tradiciones antiguas, sino que sigue vigente el pensamiento mágico entre la población; sin duda con mayor fuerza, aunque no exclusivamente,
en los pueblos. Hace años (24 de abril de 1997) se reportó en Por Esto que se había hallado en el cenote X–caba Chen de Maní una figura elaborada de cera negra en cuya cabeza
había una mecha de pabilo. Estaba cuidadosamente envuelta con unos 35 dientes de ajos
y se había introducido en una bolsa de polietileno de origen extranjero. Unos ancianos que
se hallaron en el lugar del hallazgo opinaron que la figura fue hecha por alguien conocedor de este tipo de trabajo.
En 2005 se reportó un caso de supuesta brujería en el cementerio viejo de Umán donde fue hallado un muñeco de cera con cintas de colores entrelazadas, una extraña oración
y la foto de un hombre joven20. De acuerdo con el velador del cementerio, esto revelaba lo
que mucha gente decía de esta ciudad: "ahí encuentras quien te lea las cartas, te diga si tu
pareja te engaña o te ayude a retener al ser amado". Por ello, afirmó que siempre estaban
atentos a los que visitaban el cementerio [...], agregando que "de repente vienen chamacos a robar tierra, claro, se ve que ellos no saben, que alguien los manda, por eso siempre
estamos pendientes”.
De esa manera el velador observó a una señora, “una catrina” de unos 45 ó 50 años de
edad, quien un día llegó al cementerio cargando una bolsa de súper y estuvo rondando por
las tumbas. Al darse cuenta de que la habían observado, la señora dejó la bolsa y salió
rápidamente, y aunque le gritaron no se detuvo. Al examinar la bolsa vieron que contenía
una caja con un muñeco de cera clavado con alfileres, una larga trenza de cintas de colores y una foto. También había una tarjeta de cartulina con la frase ''Así como se agarra la
garrapata de la vaca quiero que tu amor se agarre a mí y no te vayas nunca''. El velador,
quien admite haber acudido alguna vez con curanderos, dice que los alfileres y las trenzas
de colores sirven para que el ser amado sufra graves dolores y enfermedades si abandona
a quien “encarga” el trabajo y que cada color representa un mal distinto.
Otros casos se han reportado, por ejemplo en Motul, Tekax, Ticul, Valladolid etcétera.
Así, en 2006 en el interior del cenote de Zací en Valladolid21 agentes del lugar vieron algo
que flotaba sobre el agua y con la ayuda de una rama rescataron lo que resultó ser una calabaza con un hoyo y en medio la foto de una persona de la vecindad. Los policías dijeron
que no era la primera vez que alguien arrojaba cosas dentro del cenote y que en otra oca-
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sión el intendente había encontrado un muñeco de trapo que tenía clavados numerosos alfileres por todos lados.
En fecha más reciente (21/09/2007) se reportó un presunto acto de brujería en Motul,
con el hallazgo de un fetiche negro en la puerta de un local y en 14/10/2007 el hallazgo
en Umán de velas y muñecos de vudú con varios alfileres. También se advirtió sobre tierra
robada por jóvenes con probables fines nefastos.
De Tekax22 también se han reportado presuntos actos de brujería cometidos con fetiches que han aparecido sobre algunas tumbas, y la presencia de personas por las noches
en el panteón de esa ciudad. Algunos comentan que se pueden ver en una parte del camposanto varios frascos que contienen fotos y otros objetos presumiblemente de actos de
brujería "ya sea para hacer maldad a otras personas o para conseguir a la persona amada".
Varias madres de familia explicaron que aunque no creen en cosas de brujería, les causaba
malestar que al visitar el camposanto, que es un lugar "santo" porque allí descansan cientos de personas, se les falte a éstas el respeto y se utilicen sus tumbas para tales actos.
También ha causado preocupación la presencia sospechosa de jovenzuelos en el cementerio a altas horas de la noche.
Otros reportes tienen que ver con presuntos actos de brujería cuyo fin es traer la mala
suerte o “salación” o inclusive la muerte. El Diario de Yucatán23 reportó varios casos en
Oxkutzcab donde, de acuerdo con el director de la policía municipal, en los últimos días
se informó sobre sucesos que se interpretaron como acciones de brujería. Un vecino encontró huesos, al parecer humanos, en forma de cruz en la puerta de su vivienda y en otro
incidente, una mujer avisó que en la puerta de su casa encontró formada una cruz con tierra de cementerio. En aun otro caso un hombre encontró huesos humanos en forma de
cruz en la puerta de su vivienda
En un incidente más reciente en esta localidad de Oxkutzcab villa, en la cortina metálica de un taller de reparación de motos, apareció escrito varias veces el nombre de su propietario pintado con sangre, lo que el mismo interpretó como “salación” al negocio o amenaza de muerte. Estaban dibujados un corazón, una daga de pedernal, un pentagrama, dos
agujas y dos espadas, que significarían sacrificio de muerte o unión, todo esto pintado con
sangre de algún animal.
Estos, y otros casos similares, tienen todas las características de lo que cae bajo la definición de brujería, porque no cabe duda que el fin es causar mal o al menos infundir miedo
en otro individuo, un tipo de trabajo que se le encarga a algún especialista en esta materia.
El móvil siempre es una enemistad, la envidia, celos de un enamorado despechado, conflictos o venganzas y otros motivos por el estilo. Por lo cual, en particular en los pueblos, donde se convive más estrechamente, se vive en constante aprehensión por tales hechos.
También sigue viva en la imaginación la idea de numerosos seres malignos: La Xtabay
que seduce a los hombres y los deja tirados en el monte o los lleva a su muerte, y numerosos wayes, way cochino, way perro, way petate, etcétera, aspecto animal bajo el cual el
hechicero es capaz de causar daño.
El siguiente artículo en el Diario de Yucatán24 reportó sobre un incidente en Chemax,
cerca de la ciudad de Valladolid en el oriente de la península. Se informó de la extraña
muerte de aves en esa localidad que los vecinos atribuyeron al ataque de un way pek
(brujo que se convierte en perro). Las gallinas amanecieron muertas, despedazadas bajo
condiciones raras; en un caso sólo les habían comido el corazón, en otro la pechuga y aun
otro, los muslos. Esto llevó a suponer que se trataba de la obra de un way perro porque se
razonaba que, de haber sido un perro normal, hubiera matado a las aves y luego las hubiera sacado del gallinero para comérselas. La gente piensa que el espíritu de un brujo se po98
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sesiona de perros normales, para poder entrar a los gallineros que por las noches están
bien cerrados, y no permitirían el acceso a un can normal.
Un vecino fue más específico en su relato, diciendo que cuando salió de su casa vio
tres perros: uno blanco, otro color gris y uno negro. El blanco, que calificó de jefe mayor,
entró rápidamente al gallinero, pero no brincó, sino fue como si lo hubiera atravesado. El
vecino les tiró piedras y los perros se fueron, pero poco después del mediodía volvió a ver
a dos de los perros y junto con otros vecinos los capturó y amarró. También causó alarma
en Texán Palomeque al descubrirse seis perros muertos “que tenían las tripas de fuera”.
Algunos vecinos decían que se trataba de un way pek y otros que de un way oso.
Si efectivamente los casos expuestos arriba se interpretan como clara evidencia de las
intenciones nefastas de alguien que quiere dañar o matar a otro, y por lo tanto sí se puede
hablar de brujería o hechicería, hay otros casos en los que se confunden el papel y la intención del brujo por un lado y del curandero por otro. Traigo a colación tres artículos
que aparecieron en el Diario de Yucatán25 en marzo de 2008 y que reportan sobre una
reunión de "brujos" en el pueblo de Catemaco, Veracruz, lugar que de por sí tiene fama de
ser su sede.
El artículo de 08/03 informa que cada primer viernes de marzo a medianoche se realizan antiguos rituales —“misas negras”— para dar la bienvenida al año nuevo que los
“brujos” celebran de acuerdo con su propio calendario. Algunas ceremonias son de carácter público, otras se celebran clandestinamente.
El reportaje mencionado describe cómo uno de los brujos más famosos, conocido como “El Cuervo” encabezó una procesión vestido de negro de pies a cabeza, portando una
gruesa cadena y un dije de la “Santa Muerte”. Lo acompañó un indígena chamula llamado
“Mauako” que sostenía una figura de un diablo vestido de rojo. La gente reunida los siguió
hasta un terreno en el que se había dibujado con cal una enorme estrella de seis picos con
una antorcha en cada punta. Se advirtió a la gente que nadie la tocara y el Mauako anunció que iba a llamar a “Satán, el señor de lo material”. Por lo tanto, la procesión arriba
descrita con su pretendida invocación del diablo corresponde a lo que nosotros entendemos por magia negra y sin duda estamos ante la presencia de una verdadera asamblea dedicada a la brujería.
Posteriormente en otro artículo, al reportar que el viento había boicoteado a los
“brujos” también se dice que había impedido las limpias previstas. Es decir, después de
describir arriba lo que nosotros entendemos como un verdadero acto de brujería, el artículo pasa a referir a otro cuyo fin, al contrario, es positivo: que en la reunión se llevaban a
cabo limpias con albahaca, ruda, romero y huevos de gallina negra, trabajos para sacar el
mal, para la abundancia en el negocio y para atraer al ser amado. “Los hechiceros ofrecieron lociones para retirar las malas vibras en relaciones amorosas, negocios y hasta para
impulsar proyectos políticos”.
En estas acciones es difícil encontrar cualquier reflejo de malas intenciones; al contrario, reflejan al afán de ayudar al paciente tanto física, psicológica como espiritualmente,
librándolo de la mala suerte que en ese momento le aflige, o un momento crítico en su relación o ayudándole a realizar un fin específico; por ejemplo, mejor suerte en los negocios.
Es decir, están lejos de lo que definimos como brujería y el fin de dañar.
Por lo tanto, nos encontramos frente a un claro caso en el que se pasa de lo que específicamente define el trabajo y propósito de los brujos, a trabajos de naturaleza positiva
como la limpia, el cambio de suerte y una mejoría en la vida del paciente, acciones que caerían bajo el rubro de los trabajos realizados por los curanderos y h–meno´ob.
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Esta falta de distinción que hace el vulgo entre el buen curandero y el brujo lo ejemplifica muy claramente el reportaje “Vecino y brujo de Kinchil”26 que trata de un hombre con
el apodo de Don Luli a quien se le conoce en su pueblo como "el brujo". Pocos saben su
nombre, y no le gusta decirlo porque teme que si los que trabajan con lo oculto llegaran a
saberlo podrían dañarlo. Heredó sus conocimientos de su madre, y dice que no hace trabajos ocultos o que puedan afectar a otras personas. Por el contrario, cuenta con la ayuda de
Dios, "nuestro Señor, pues él me ha dado poder para ayudar a los que se están muriendo".
El artículo informa que Don Luli cura “el dolor de cabeza que no pasa”, “desata el mal
aire”, “quita la salación” y hasta ayuda a “amarrar al novio”, pero admite que hay ocasiones en que ya no se puede hacer nada por una persona “salada”, porque si un trabajo está
bien hecho y se ha dejado avanzar, ya no se quita y “sólo queda entregar a la persona a la
mano de Dios”.
Para curar, Don Luli utiliza raíces que crecen en el monte. Algunas son para cuando
tiene “chile el cuerpo”. También usa rosas de Tres Marías, albahaca, ruda, narciso negro y
sipche’ 27, las últimas para los "baños o limpias, para quitar la mala suerte". Cuando se trata de encontrar novio, Don Luli da un preparado que la joven debe untar en sus manos.
Cuando el enamorado las toque, "la verá más bonita y no se irá", afirma mientras muestra
la poción. Cuando se trata de enfermedades complicadas, afirma que a veces recurre a "la
operación invisible"; es decir, acude a las almas de médicos fallecidos o "protectores" para
que le asistan a llevar a cabo este trabajo delicado.
Los casos arriba expuestos, y muchos más, demuestran cuán difícilmente la gente distingue entre los buenos curanderos y los brujos, aplicando este término tanto al trabajo de
los primeros como al de los últimos. Esta errónea interpretación del trabajo de los curanderos tradicionales persiste, como lo comprueba un interesante artículo proveniente de
México28 el cual reporta cómo el hijo menor de una curandera cuestionó a su madre sobre
su actividad, preguntándole si era bruja. Después que ésta le hablara de la herbolaria, del
temaxcalli, de los remedios caseros, etcétera, le volvió a preguntar "¡Dime la verdad! No
me da pena que tú seas bruja".
Lo que ha venido a empañar el cuadro es el hecho de que en los últimos tiempos también hay nuevas tendencias hacia la santería, la magia yoruba, la cartomancia, el culto a la
Santa Muerte etcétera, sobre las que informa un interesante artículo que apareció en el
Diario de Yucatán (DY 28/10/2008) bajo el título "Creencias y supersticiones". Éste arroja datos interesantes sobre la creencia de muchos meridanos en la hechicería y la santería,
al margen de su vida religiosa.
Reporta que se investigaron tres grupos religiosos –católicos, creyentes de otras religiones y ateos– en los que se notaban diferencias significativas al respecto. De acuerdo con la
CEM (Corporación Editorial de Medios), 47.8% de los católicos cree en la eficacia de la
magia y la hechicería, mientras 27.7% dice que esas prácticas no funcionan y 24.5% dice
que no sabe. Por otra parte, 50% de los practicantes de otras religiones cree que funcionan; 31.7% no, y 18.3% dice que no sabe.
En cuanto a los ateos entrevistados, se reporta poca diferencia entre los que creen que
estas prácticas funcionan (41.7%) y los que no (45.8%), mientras que 12.5% no sabe. Otro
aspecto en el que se nota una clara diferencia es en la edad, con las viejas generaciones
más propensas a creer en la magia y la hechicería, mientras que los jóvenes dudan de su
efectividad.
Volvamos ahora al punto de partida de este artículo: la distinción que se debe hacer entre ambas categorías de trabajo: los curanderos y h–meno´ob por un lado, y los brujos y
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hechiceros por otro y la nomenclatura correcta para estos especialistas. Los propósitos del
buen curandero son contrarios, y por lo tanto en pugna, con los del “brujo” o “hechicero,”
quien recibe encargos para causar el mal, mandando enfermedades o la mala suerte y, en
el peor de los casos, causando la muerte. Como ya se aseverara categóricamente en un
artículo que apareció en el Diario de Yucatán en 2003: "¿Brujería? ¡No!". La medicina tradicional sólo trata de aprovechar las propiedades curativas de las plantas para ponerlas al
servicio del hombre"29.
Los curanderos y h´meno´ob están a cargo de la salud, tanto física como emocional
del paciente y también de mantener en armonía al hombre con su comunidad y su entorno. Todos sus esfuerzos van dirigidos a aliviar a sus pacientes, sea física o psicológicamente. Consideran que han sido llamados para su trabajo, como un bien para la comunidad, y
que esto entalla un deber, una responsabilidad, finalmente ante Dios. Con base en mis muchos años de tratar con los curanderos y mi presencia en un número de curaciones he podido ver la importancia y naturaleza positiva de su papel y el alivio que visiblemente se refleja en los pacientes después de consultarlos.
Claro está que no se puede dejar fuera de consideración los llamados charlatanes que
pueden existir en cualquier profesión u oficio y que se encuentran en todos los ámbitos de
la vida. Se trata de personas, quienes bajo el título de especialistas por sus malos manejos,
dan un mal nombre a sus congéneres. Aquí, por el contrario, se habla de terapeutas que
visiblemente se dedican a hacer el bien.
EL MUNDO DEL CURANDERO Y DEL H–MEN
En las siguientes páginas nos acercaremos un poco al mundo de los curanderos y h–men30
y veremos que sus prácticas en sí son positivas, pues el fin que persiguen es bueno, lejos
de los propósitos que se les atribuye a los brujos y hechiceros. Las curaciones de los primeros tienen un fuerte componente religioso y una plegaria siempre está a flor de boca.
Si por sus actos se conoce al hombre, no hay mejor forma de opinar sobre el trabajo
del curandero o h–men que observarlo mientras trabaja, cómo atiende a sus pacientes,
cómo los escucha, los santigua, les expulsa los malos vientos y tranquiliza sus inquietudes.
Esto lo hace llamando en su ayuda antes que nada a Dios Trino, a la Virgen y a los santos
y santas, a sus protectores y a los entes sobrenaturales de su pasado indígena: los yuntzilo´ob, los balamo´ob, los espíritus–vientos que figuran tan prominentemente en el Ritual
de los bacabes.
Por lo general, la invocación es respetuosa y reverente (tan diferente a las palabras
apremiantes y a veces ofensivas que se leen en el Ritual de los bacabes), pero también
hay ocasiones en que se le ordena perentoriamente a un espíritu o viento a desocupar el
cuerpo del paciente, diciéndole que no es suya la morada que ocupa, sino de Dios. El fin
siempre es positivo: aliviar el mal que aqueja al enfermo, restituir su salud o la salud social
con los demás o en el caso de los ritos agrícolas, la protección y bienestar tanto del terreno como de su dueño y su familia.
También caen dentro del campo de acción del curandero y h–men las desavenencias
familiares, y líos amorosos, situaciones en las que el curandero despliega sus dotes de
psicólogo. Cuando se trata de la mala suerte o "salación" que persigue al paciente, tiene
que contrarrestar los “hechos” o hechizos que se atribuyen a los malos manejos de un
“brujo”, los “espantos” en el terreno, o la muerte de los animales o las cosechas malogradas, etcétera. Los pacientes pueden llegar a tenerle tanta fe a “su” curandero que vuelven
una y otra vez para buscar la solución a sus problemas.
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Desde el momento en que el paciente entra en la casa del curandero deja el mundo secular y se adentra en un recinto que, por el momento queda sacralizado, puesto que allí
en la mesa que funge como altar se encuentran un crucifijo, imágenes de santos y santas,
velas encendidas, y vasos con flores para agradar a los espíritus. Allí se efectuará el rito
para la curación. Antes que nada el terapeuta consulta a su sastún, una piedra traslúcida
generalmente en forma de canica. Sin embargo,también puede ser un artefacto arqueológico encontrado en un cerro y que se cree tiene un poder especial. Siguen la santigua, las
invocaciones y plegarias para el reestablecimiento de la salud del paciente, los "pases" para el k´ex o "cambio" y el “desamarre” o wach´ ik´ para expulsar a los malos vientos.
El curandero comienza la sesión curativa socializando con el paciente antes de preguntarle qué le aqueja y los síntomas que experimenta. Es una plática tranquila que se realiza
sin premura, bien en español o en maya, ya que la mayoría de los pacientes son maya
hablantes.
Después enciende una vela, señal de que va a empezar su trabajo al entrar en contacto
con el mundo sobrenatural. Enseguida, el curandero establece su propia forma de diagnóstico, bien utilizando el sastún, un huevo (siempre tiene que traerlo el paciente, para
así disipar cualquier duda), granos de maíz, naipes, una llave, etcétera Estos no son meros
artefactos, sino objetos que sirven para legitimar su diagnóstico, ya que al fin y al cabo en
ellos se hace sentir la influencia de lo sobrenatural.
Y ahora viene la santigua, paso de rigor, para dejar el cuerpo limpio, pues su fin es eliminar cualquier mal aire o mal fluido. Con una rama de sipche’31, ruda, albahaca o limonaria (pero generalmente los dos primeros), el curandero azota suavemente el cuerpo del paciente, siempre acompañándolo con plegarias dirigidas a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo,
a la Virgen María, a numerosos santos, como también a los protectores, espíritus que en un
tiempo fueron famosos médicos o curanderos y que ahora le ayudan en su trabajo.
A continuación veremos tres ejemplos de plegarias, la primera de una santigua, la segunda de un “cambio” o k´ex y la última de una ceremonia agrícola.
Santigua
Dios mejembil,
dios nukuchbil,
dios espiritu santo.
[....]
way kin t’aanke’ex
way ti’ lu’um
kexi santo espiritu
ki’ichkelem jajal jun.
way uchik t’aankech
way ti’ u sáasil a wich
tu ka’anle’,
ti’ ki’ichpam ko’ole maria
Úuchik u ki’ taal utia’al a juntat ko’on
way cruz ik’o’
x cristian iko’
wale’ex k’anp’ep’en ik’o’;
x moson ik’o’
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Dios hijo,
Dios padre,
Dios espíritu santo.
[....]
aquí te imploro (ruego, invoco)
en esta tierra
al santo espíritu
del hermoso único dios.
aquí te imploro (ruego, invoco)
en la luminosidad de tu rostro
en las alturas,
De la hermosa Virgen María
que reúna aquí
a los vientos de los cuatro lados:
A los vientos cristianos
los vientos, uno detrás de otro;
vientos remolinos,
Foto 3: H´men en su trabajo
(Ruth Gubler)
Foto 4: Sastunes
(Ruth Gubler)
Foto 5: Santigua
(Ruth Gubler)
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x kanp’ep’en ik’o’ba’32
leti’ kin t’aanko’ob xan
utia’al u lu’sko’ob
way ku xul u jéets’kunta’aba’ex,
in yuumilen.
in ki t’aanke’ex
way tu táanil bey ti’ in sujuy mesa
táan púusik in sujuy t’aan
yéetel santo pixan,
ki’ichkelem jajal dios,
jajal k’u’
[...]
ki’ichkelem
u je’ ki’ilich wíinkil
way tun a ts’amilo’
u sáastal yok’o kaabe.
tu máani u k’iin
tu máani u áak’ab xane’,
in yuumen,
tia’al k’áat tech
jun p’e’ nojoch poder,
ka tsikbanako’on
utia’al u púustik
u santo k’oja’anil
u cargartik le máako’
en el nombre de jesús de nazaret,
amén.
vientos variados,
a quienes llamo
para que quiten
terminen de aplacarse33,
mi señor.
Te llamo amorosamente
aquí delante de mi sagrada mesa,
estoy soplando mi sagrada palabra
a tu santa alma,
hermoso verdadero Dios,
verdadero Dios.
[...]
hermoso dios.
tu sagrado cuerpo
fue enviado aquí
en la tierra para iluminar
el día
y la noche también.
Mi señor,
te pedimos
un gran poder,
para conversar
y limpiar con aire (vientos)
la santa enfermedad
que carga esa persona.
en el nombre de Jesús de Nazaret,
amén.
(Transcripción, notas y traducción al español por Ana Patricia Martínez Huchim, a
quien se le respetó su grafía en maya).
El siguiente texto es para una ceremonia de cambio o k´ex que la curandera celebró
para un niño con doble remolino en la coronilla, lo que de acuerdo con la creencia tradicional resulta en discordia y malas relaciones entre hermanos o gemelos, quienes constantemente pelean. Decían los antiguos que incluso el del doble remolino podía llegar a causar la muerte de su hermanito.
K’ex
En el nombre de Dios Padre,
Dios Hijo,
Dios Espíritu Santo.
In yuum padre mio
kin k’áat óoltik tech
ti’ le k’ex
ti’ le k’eeban
ku k’ex óoltik.
ajen
le x baaxa óolaj iik’o’,
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En el nombre de Dios Padre,
Dios Hijo,
Dios Espíritu Santo.
Mi Señor, Padre mío
te ruego
en el k’ex34
el pecado
cambies.
Despierten
los vientos juguetones,
xan puul iik’o’,
x cruz wayen iik’o’.
Paybe35,
kin k’áat óoltik tech
ta chíikbes unt
k ilaj k’eex.
ku k’eex óoltik tech
yéete yala’ ch’íich’.
[...]
kin k’áat óoltik ti’ martes,
kin k’áat óoltik ti’ viernes
ka sal36 tu lu’umil k’eeban37,
ku k’eex óoltik tech
arroja vientos,
los vientos cruz.
Es necesario,
te ruego,
des una señal
para ver el cambio.
te ruego (el cambio)
sea mediante ave doméstica.
[...]
ruego los martes
y ruego los viernes,
limpiar el pecado terrenal,
que cambie
Foto 6: Mesa para un k’ex
(Ruth Gubler)
yéete yala’ ch’íich’
mmmmmmmmm,
in yuum padre mio
paybe,
kin k’áat óoltic,
kin k’áat óoltik
ti’ le x ki’ichpam ko’ole bi
sujuy santa maría,
yaan dios sobre tu gloria,
tu ki’ilich trono,
puul ku bendicion
oraciones,
ti’ martes
ti’ viernes.
paybe
ti’ le k’eex
ku k’éex óoltik
mediante el ave doméstica.
mmmmmmmmm,
Mi señor, Padre mío
es necesario,
ruegue,
ruegue
a la hermosa señora
Virgen Santa María,
que Dios tiene en su gloria,
en su sagrado trono,
dar bendiciones
y oraciones,
los martes
y los viernes.
es necesario
en el k’eex
cambies
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le a hijo,
ti’ le x kóoch iik’o’,
Poxol38 a iik’o’
xan puul iik’o’
ku taal dios.
paybe
ti’ síina’an iik’o’,
x chapáat39 iik’o’
kin taal
in k’aat óoltik tech
in yuum padre mio
paybe
jóok’ike’ex ta jool a gloria,
líik’ikech ta ki’ilich trono
u puul a bendiciones
ti’ martes,
ti’ viernes.
paybe,
kin k’áat óoltik
ti’ le santos,
ti’ le santas.
paybe,
mi señor san juan de la mata,
señor san juan de la cruz,
señor san juan pablo,
señor san juan bautista,
ti’ señor san juan de dios.
in yuum padre mio
ti’ le santo oracion,
ti’ le santo santiguar
kin k’eex óoltik,
tin k’áat óoltik,
ka k’eex óoltik
ti’ le k’eeban
ti’ martes,
ti’ viernes
a tu hijo,
con los vientos amplios,
los vientos robustos,
arrojar vientos
que vienen de Dios.
es necesario
a los vientos alacranes
y a los vientos chapates
venga
a rogarles para limpiar el pecado terrenal
Mi Señor padre mío
es necesario
salgas a la puerta de tu gloria,
te levantes de tu sagrado trono
a dar bendiciones
los martes
y los viernes.
es necesario,
se lo ruego
a los santos
y a las santas.
es necesario,
mi señor san Juan de la Mata,
señor san Juan de la Cruz,
señor san Juan Pablo,
señor san Juan Bautista,
señor San Juan de Dios.
mi señor padre mío,
en la santa oración,
en la santa santiguada
cambies,
te ruego,
cambies
el pecado,
los martes
y los viernes.
(Transcripción, notas y traducción al español porAna Patricia Martínez Huchim)
CURACIÓN Y PROTECCIÓN DEL TERRENO
También se realizan ceremonias (hets´ lu´um) para un terreno que está "enfermo" o
"echado a perder", donde los animales mueren o las cosechas no se dan o se ven y oyen
cosas inexplicables, e inclusive este mal ha ocasionado la enfermedad del dueño del mismo o de su familia. Como me dijo el h–men,, Don Adol (q.e.p.d.), quien ofició en esta ceremonia: “Esto es para cerrar el terreno. Se hacen las primicias para evitar que se mueran
las gallinas aquí. Ese trabajo significa para prosperar a todo lo que se cría aquí en el terreno —gallinas, pavos, ganado— para aprovechar al dueño de esta casa”.
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En principio, el hets´ lu´um es una ceremonia que sigue un patrón muy semejante al
del wahi kol y el ch´a chaak: se prepara una mesa–altar en la que se coloca una cruz, o
la figura de un santo, flores, velas, jicaritas, etcétera, el grado de elaboración dependiendo
del h–men. Sobre la mesa se presentarán las ofrendas, el balche´, el saka´ y, una vez cocidos, los panes ceremoniales, las aves y el resto de la comida. En los rezos se invocan tanto a los antiguos dioses del monte, los yuntzilo´ob, los balamo´ob y los aluxo’ ob como a
Dios en tres personas, la Virgen, numerosos santos y los protectores, quienes se cree que
en su día fueron famosos médicos y con cuya ayuda sigue contando el h–men. Pero lo que
distingue esta ceremonia son los "paquetitos" o "contras" que, como ofrenda a la tierra, se
entierran en cada una de las esquinas, y el centro, del terreno.
Foto 7: Don Felipe haciendo un hets´ lu´um
(Ruth Gubler)
Antes que nada Don Adol preparó la mesa en la que colocó diez jicaritas, nueve en forma de cruz, y la décima en la esquina derecha con una función utilitaria, sirviendo para
botar un poco del ofrecimiento hacia el área frente a la mesa. Se había cavado un hueco
en cada esquina del terreno y el centro para enterrar en ellos las “contras” que habrían de
servir de protección y alejar a los malos vientos, comenzándose en contrasentido del reloj
con la esquina que quedaba a la derecha de la mesa, seguido con el de la izquierda, después las otras dos, y finalmente el centro.
También fueron nueve las velas que usó para la ceremonia; dos en la mesa, dos frente
a la misma (en este caso al pie de un árbol que estaba frente a ella) y una en cada uno de
los huecos de las esquinas y el centro. Don Adol aclaró que “Las dos velas del centro son
para que le pedimos perdón a Dios y que prospere el terreno. Están alumbrando su camino de Dios”. Me dijo que si las velas no se han gastado se ponen acostadas y se entierran
hasta sobre diez años que se vuelva a presentar otra primicia40.
Aquí, como en todo lo demás que tiene que ver con el trabajo de los curanderos y h–
meno´ob (aunque los últimos son los únicos que pueden realizar las ceremonias agrícolas), se observan diferencias, a la vez que similitudes. Obviamente puede haber variación
en la forma de preparar la mesa, o los adornos que sobre ellas se coloca, o aspectos individuales en la manera de llevar a cabo la ceremonia y en este caso los componentes de las
"contras".
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Don Adol, al igual que varios de mis otros entrevistados, utilizó nueve semillas de cacao,
nueve chiles rojos secos, nueve pedazos de sal en grano41 y nueve pedazos de yax halal
che42, resaltando aquí la importancia de este número cabalístico. Sin embargo, cuando Doña Ana, una x–men43, hace un hets´ lu´um, además de lo arribe indicado, entrega cinco
pequeñas cruces para cada hueco. Ëstas las elabora con cuatro clases de madera, sinanche´44, sina–ik45, kat ku´uk46, beeb47 y yax halal che’, que es una planta. Al enterrar los
paquetitos también tira dentro del hueco un poco de saka´ y le hace una cruz encima con
agua bendita. En ocasiones tanto ella como Don Casiano elaboran pequeñas figuras de cera, a quienes les dan un nombre, las proveen de un látigo, y las entierran en las cuatro esquinas para que cuiden el terreno.
Foto 8: “Contras”
(Ruth Gubler)
Hets´ lu´um
yuumen
tu noj kajkaajbilo’
tix uak’lilo’.
kex tun yuben
jéets’ lu’um
le santo kantitis lu’umil
tu noj corralo
ti’ tun chúumuk corralo’
sayumen
u santo sujuy peteno’
utia’al u bin u santo joochibila’
u bak’el le u ba’alche’o’.
le santo sujuy noj corral
ti santo jéets’ lu’umil,
[...]
yuumen
tia’al jo’osbil
u santo báalche’ilo’49
ti’ u nachkunta’aj
ti’ iik’ ku tso’otso’
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mi señor,
en la gran tierra
estamos de pie
para hacer
jéets’ lu’um,
las cuatro esquinas
del gran corral,
en medio del corral,
señor,
en el santo círculo48,
se pone la santa cosecha
de carne de animales.
En el santo gran corral
hacemos jéets’ lu’um.
[...]
Señor,
ofrendamos
los santos animales.
para alejar
los vientos que giran,
ti’ un tso’otsi le k’áak’
ti’ tun chi’ibalo’.
bey tun chan yuumen,
ich u jatal
xan yuumen
u yuumil
le santo sujuy kaajtalilo’
bey ti’ xan u noj mayóolil
xa yuumen
u luk’s le k’i’inam
mix jun p’éel chi’ibaj
ti’ síisa jool ti’,
t’ubuk nakanaknak
jéets’eknak
xananak,
ku k’ubul
ti’ santo sujuy lu’umilo’,
in yuum.
tu’ux tun ku k’áataj,
sanyuumen,
un p’e sa’sa si’ipil
un p’e santo sujuy óolaj
sanyuumen
t’ubuk nakanaknak
jéets’eknak
xananak,
ku k’ubul
ti’ santo sujuy lu’umilo’,
in yuum.
tu’ux tun ku k’áataj,
sanyuumen,
un p’e sa’sa si’ipil
un p’e santo sujuy óolaj
sanyuumen
ti’ lik óola’
le tun le p’aak meyajo’ba’
k’áabet k beet un p’e
u k’ub óolaj,
yéete k níib óolaj,
yéete k puksi’ik’aj,
las llamas de fuego
que muerden.
Así también pequeño señor,
(acaba) con la rotura50,
señor,
del dueño
de este santo lugarcito51.
también da salud,
señor.
quita el dolor,
que no quede ningún dolor
en la entrada (del terreno/lugar),
para que haya
armonía
también
ofrendamos
al santo suelo,
mi señor.
donde pedimos,
señor,
perdón
y un sagrado ánimo52,
señor.
para que haya
armonía
también
ofrendamos
al santo suelo,
mi señor.
donde pedimos,
señor,
perdón
un sagrado ánimo,
señor,
para tener ánimo,
este trabajo
lo debemos hacer
con el ánimo dispuesto,
con nuestro agradecimiento,
con nuestro corazón.
(Transcripción, traducción y notas de Ana Patricia Martínez Huchim)
CONCLUSIONES
A través de estas páginas he reflexionado en torno a la actitud ambivalente y frecuentemente negativa hacia el curandero indígena, tanto en el pasado como en la actualidad. He
traído a colación textos de fuentes coloniales como el Calepino de Motul y el Bocabulario
de Maya Than que claramente reflejan esta tendencia. También ha sido mi intención ras1|2010 109
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trear el origen de la desvaloración de estos terapeutas y de recalcar cómo siguen siendo
víctimas de la misma.
Para demostrar el papel positivo y beneficioso de lo que es un buen curandero he traído unos ejemplos de sus plegarias y rezos que los ligan a las fuerzas sobrenaturales con base en las cuales pueden efectuar sus curaciones. En esto se aproximan a la definición de
Sahagún de lo que constituye un buen médico:
Es el que “suele curar y remediar las enfermedades [...] es entendido, buen conocedor
de las propiedades de las yerbas, piedras, árboles y raíces, experimentado en las curas, el
cual también tiene por oficio saber concertar los huesos, purgar, sangrar y sajar, y dar puntos, y al fin librar de las puertas de la muerte" (Sahagún 1981, Libro X, cap. VIII: 116).
Todo lo cual demuestra cuán lejos están el curandero y el h–men de los artificios negros del brujo o hechicero.
Hoy en día, bajo una fuerte influencia de la tradición cristiana de más de quinientos
años, y la presión del sensacionalismo que fomentan los medios propios y ajenos, la opinión popular del Yucatán contemporáneo refleja una imagen oscura del terapeuta indígena. El periodismo amarillista contribuye a reforzar la imagen del hechicero, investido por
elementos ajenos a la tradición mesoamericana, a expensas de la del curandero y h´men
cuyos fines son la curación, bien del individuo como de la comunidad.
NOTAS
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Evito el término “chamán” ya que no considero que sea aplicable a los especialistas con los
que he trabajado en el Estado de Yucatán durante más de 25 años.
Planta no identificada, pero posiblemente xpeheche/xpehelche que en Arellano et al. #1754,
#1755 y #1756 :488–489 se identifican como Piper amalago L., Piper auritum H.B.& K. y
Piper gaumeri Trel. Entre sus otras propiedades sirven para curar granos, heridas e infecciones y llagas, lo que viene al caso aquí.
Guaiacum sanctum L. (Mendieta y del Amo 1981: 163).
En el Calepino de Motul (f. 029v) se define el ah tokyah como “sangrador, que lo tiene por
oficio o cirujano” (Arzápalo et al. 1995:46).
“el que encaja y concierta huesos desencajados” Calepino de Motul (f. 019v), y también ah
pakbac: “concertador de huesos” (Calepino de Motul f.025v ) (Arzápalo et al. 1995: 29 y 39,
respectivamente).
Calepino de Motul (f. 024v).
Médico en general y cirujano (Calepino de Motul (f. 031r.) Sin embargo, ah dzacyah tiene
cierta connotación negativa, ya que después de definirlo como “médico que lo tiene por oficio” se añade que “de ordinario se toma en mala parte por hechicero que cura con palabras
malas y de idólatras” (Arzápalo et al. 1995: 48).
“Enfermedad en la via de la orína, quando gotéa freqüentemente y á páusas. Su origen es Griego Stranguria” (Diccionario de Autoridades: 617).
Enfermedad no identificada.
“Enfermedad que consiste en la intemperie cálida y seca de todo el cuerpo, con varios symptómas, especialmente de calór externo en las partes extremas, con acedía de estómago despues
de la comida, flaqueza de cuerpo, sudor nocturno, y otros” (Diccionario de Autoridades:
149).
Había además aquellos que ocasionalmente usaban la magia, y los “pseudomagos” (López Austin 1967: 112–114).
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DY 29/10/2005. “El recuerdo de los muertos hecho exposición” (Claudia Ivonne Sierra Medina).
Sin embargo, ha habido un cambio en esta práctica, pues si bien estos altares de por sí pertenecen al ámbito familiar, hoy con mayor frecuencia también se realizan en lugares públicos,
como escuelas, parques u otros lugares donde se reúne la gente —es decir, fuera de su contexto— y en los que se otorgan premios para el mejor altar.
DY 30/07/2004. “Rápida extinción de selvas locales” (Hernán Casares Cámara). En este artículo se advierte de la rápida extinción de selvas, con una pérdida en los últimos siete años de
272 000 hectáreas en Yucatán, una advertencia de que en 60 años Yucatán ya no tendra área
forestal.
Ya en un artículo publicado el 04/06/2003 se llamó la atención al “peligro de muerte” de la
medicina maya y en otros (de 21/05/2004 y 26/06/2006) se advirtió del riesgo de extinción
que corrían las plantas medicinales nativas en Yucatán, y con ello la medicina tradicional
(William Casanova Vázquez). Véase también un artículo intitulado “Curanderos en decadencia” (DY 28/07/2004).
DY 11/02/2008. “Fieles a la medicina indígena” y “Fe en la cura con hierbas” artículo del
28/01/2006) en que se asevera que mucha gente aún prefiere la medicina herbolaria (Nidia
Rojas).
DY30/07/2003. “La medicina tradicional: una alternativa efectiva”. Véase también un artículo
de 12/05/2003 que reporta sobre la efectividad de plantas para combatir el cáncer y la diabetes, o el potencial del wayakté o sipilché considerada la fruta más rica en vitamina C conocida
hasta ahora. (DY 13/06/2004).
Los alópatas les han hecho ver los peligros inherentes en la utilización del tok (navaja o pedazo de cristal o colmillo de culebra o espino de pez), por la posibilidad de infección.
Recuerdo uno en particular, a quien solía ver en las calles de Ticul, vendiendo yerbas y pociones, pero murió hace años, y nadie lo ha reemplazado.
DY 01/07/2005 “Historia de brujería en el cementerio viejo de Umán (Jorge Cauich Toledano).
DY 13/01/2006: “Practicarían brujería en aguas del cenote” (Nicolás Ku Dávila).
DY 22/01/2006: “Raras incursiones al panteón. Visitas nocturnas y presuntos actos de brujería en tumbas” (Elisa Cabrera Sánchez).
DY 02/06/2007: “Denuncian brujería en Oxkutzcab. Aparecen pintas de sangre en un taller:
presunta “salación” (Jesús Bacab).
DY 05/01/2008. “Extraña muerte de aves. Vecinos de Chemax reportan presunto ataque de
“way pek” (Sonia Puc Santoyo).
DY 04/03/2008, 08/03/2008 y 09/03/2008
DY 14/01/2008. Título: Vecino y brujo de Kinchil. Sana dolores, envidias y ayuda a “amarrar”
al novio (Jessica Ruiz Rubio).
Bunchosia glandulosa Cav. (Mendieta y del Amo 1981: 63).
DY: 12/12/2005: “¿Es cierto que eres bruja, mamá?” (artículo no firmado).
DY 20/09/2003 (José Luis Mapés Castellanos).
Lo que sigue está basado en mi trabajo de campo de más de 25 años en Yucatán, inicialmente
enfocado en el área sur de la península (Ticul, Maní, Pustunich, Oxkutzcab) y posteriormente
en otras partes de la península. En su mayoría los entrevistados eran hombres y, tanto ellos como las mujeres generalmente sobrepasaban los 50–60 años.
Sipche’ Bunchosia glandulosa Cav. (Mendieta y del Amo 1981: 63).
Kanp’ep’en ik’, viento variado, revuelto, sin rumbo fijo.
Terminen de aplacarse los vientos de la persona que consulta; viento contra viento.
k’ex: Ceremonia maya de cambio.
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paybe: contracción fonética de paybe’en (es necesario; primeramente).
sal: de salbal, salbalnak, sacar al sol para orear.
lu’umil k’eeban: Pecado terrenal o pecado del mundo.
poxol: Considero que quiso decir polok: robusto. Poxol, vendría de pox: chirimoya.
Chapáat: Ciempiés.// En Tizimín se llama chapáat a un insecto parecido al tulix o turix (libélula),
que es portador de hechizos.
Esto me parece un período de tiempo muy largo, ya que de acuerdo con otros h–meno´ob generalmente se promete llevar a cabo estas ceremonias cada dos, tres o cuatro años. Pero es posible que en el caso del terreno que estaba trabajando Don Adol el dueño tenía esa costumbre.
Al contrario de mis otros entrevistados ni Doña Ana ni Don Tono utilizan la sal porque insisten
que traería “salación”.
yax halal che Pedilanthius itzaeus Millsp. (Mendieta del Amo 1981: 244)
Por lo tanto, es capacitada para llevar a cabo tales ceremonias, pero no un wahi kol o un ch´a
chaak.
sinanche´ Zanthoxylum caribaeum Lam. (Mendieta y del Amo 1981: 352)
sina–ik Planta no identificada.
katku´uk Parmentiera aculeata (H.B. y K.) Seemann (Mendieta y del Amo 1981: 239).
beeb Pisonia aculeata L. (Mendieta y del Amo 1981: 263
Círculo, petén en maya, hace referencia al altar y alrededor.
Ba’alche’: Animal.// Báalche’: Vino ceremonial. En el canto se cambia el tono y la entonación
de la palabra. Optamos por la primera opción (animal) porque básicamente lo que se ofrenda
en el jéets’ lu’um es un animal, aunque sabemos que lo mismo se pone vino sobre el altar.
Rotura o daño que “carga” alguien.
Literalmente dice pueblito pero refiriéndose al corral del dueño.
Voluntad, de óol: Energía.// Estado de ánimo.
REFEENCIAS
Acuña, René (ed.)
1993
Bocabulario de Mayathan. México: IIF–UNAM.
Arzápalo, Ramón (ed.)
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Calepino de Motul: Diccionario maya–español. 3 tomos. México: IIA–UNAM.
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Apologética historia sumaria. Edición preparada por Edmundo O´Gorman, con
un estudio preliminar, apéndices y un índice de materias, 2 tomos. México: IIH–
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Garza, Mercedes de la et al. (ed.)
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Relaciones Histórico–geográficas de la Gobernación de Yucatán, 2 tomos.
México: IIFCEM–UNAM.
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“El papel del ritual y la religión en la terapéutica de los curanderos y h–
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“Terapeutas mayas: desde El Ritual de los Bacabes hasta el presente”, Península II,1: 47–83.
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Landa´s Relación de las cosas de Yucatán. New York: Millsap.
ARTÍCULOS DE PERIÓDICOS
Diario de Yucatán
12 /05/ 2003 Plantas para combatir el cáncer y la diabetis.
04/06/2003
La medicina maya, en peligro de muerte.
30/07/2003
La medicina tradicional: una alternativa efectiva.
20/09/2003
¿Brujería? ¡No!. La medicina tradicional sólo trata de aprovechar las propiedades curativas de las plantas para ponerlas al servicio del hombre
(José Luis Mapén Castellanos).
21/05/2004
Admiración mundial (William Casanova Vázquez).
13/06/2004
Enorme potencial de una planta yucateca (Hernán Casares Cámara).
01/07/2005
Historia de brujerías en el cementerio viejo de Uman. Relatos sobre un
muñeco y tierra robada por jóvenes (Jorge Cauich Toledano).
28/07/2004
Curanderos en decadencia (sin firma).
30/07/2004
Rápida extinción de selvas locales. (Hernán Casares Cámara).
05/09/2005
Se extingue el campesino (Hernán Casares Cámara).
29/10/2005
El recuerdo de los muertos hecho exposición (Claudia I. Sierra Medina).
12/12/2005
¿Es cierto que eres bruja, mamá? – Arraigada y errónea creencia sobre la
herbolaria nacional (sin firma).
13/01/2006
Practicarían brujería en aguas del cenote de Zaci (Nicolás Ku Dávila).
22/01/2006
Raras incursiones al panteón. Visitas nocturnas y presuntos actos de brujería en tumbas (Elisa Cabrera Sánchez).
26/06/2006
Rescate de la medicina tradicional: Alertan sobre la desaparición de especies vegetales.
28/01/2006
Fe en la cura con hierbas (Nidia Rojas).
05/02/2007
Los yerbateros, una buena opción terapéutica.
02/06/2007
Actos de brujería en Oxkutzcab (J. B. Ch.).
01/09/2007
Hanal pixan
21/09/2007
Presunto acto de brujería en Motul (Mauricio Can Tec).
14/10/2007
Temen brujo en Umán (Carolina Uc).
05/01/2008
Extraña muerte de aves – Vecinos de Chemax reportan presunto ataque
de ‘way pek’ (Sonia Puc Santoyo).
14/01/2008
Vecino y brujo de Kinchil – Sana dolores, envidias y ayuda a ‘amarrar al
novio’ (Jessica Ruiz Rubio).
04/03/2008
Todo listo para la cumbre de brujos. Este viernes empieza en Catemaco
una reunión tradicional (sin firma).
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Ketzalcalli
08/03/2008
09/03/2008
Nuevo año para brujos. Hechiceros cumplen antiguo ritual en un poblado
veracruzano (sin firma).
El viento boicotea a los brujos (sin firma).
Por Esto
24/04/1997
Ignorancia y superstición en céntrico cenote.
114 1|2010
Ketzalcalli
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