El niño de la bola – Alemania 1968 Introducc i ón de Sr. Ulrich Enzensberger: Los alemanes no dejan de hablar de 1968. No transcurre un solo aniversario sin que se produzca un choque de opiniones. Mientras más tiempo pasa desde la rebelión, más denso se hace el humo de la pólvora. Como es sabido, los hechos de 1968 fueron un acontecimiento global. Sin embargo, en ninguna parte el recuerdo ha permanecido tan vivo como en Alemania. En otros lugares sólo despierta una sonrisa atormentada. Oh Dios, Douglas Bravo, El tercer camino...nuestras cabezas, cuando se trata de 1968, hechan humo. En el 2008, el libro "Unser Kampf" (Nuestra lucha) hizo furor en Alemania. El título fue una insinuación a "Mein Kampf" (Mi lucha) de Hitler. El autor afirma que el movimiento estudiantil alemán fue un intento fracasado de una toma de poder nacionalsocialista. La respuesta de la izquierda fue un clamor de rabia. La comparación era grotesca. Sin embargo, es cierto que la rebelión de Alemania Occidental de 1968 colocó la pregunta nacional sobre la palestra. No por casualidad Berlín fue el centro de la revuelta. No por casualidad su cabeza más lúcida, Dutschke, había huido del oriente de Alemania. Mediante una revolución socialista quería provocar la caída del muro y hacer de la Alemania Oriental una "ciudad libre", una "correa de transmisión" para la reunificación de Alemania. Hoy en día suena ridículo. En aquel entonces la idea era explosiva. La Guerra Fría había conducido a Alemania a un callejón sin salida. Los dos estados alemanes no hablaban entre sí. Alemania Occidental insistía en los límites alemanes de 1937. Bonn no había reconocido los límites establecidos después de la guerra. Según el enfoque de Alemania Occidental, la mitad de Polonia debía ser nuevamente alemana. El Canciller Federal no pudo depositar una corona en Auschwitz. Dutschke era internacionalista. Se inspiraba en los movimientos nacionales de independencia de los países del Tercer Mundo, especialmente de América Latina. Buscaba un encuentro entre los bloques. Fue asesinado como muchos de sus modelos latinoamericanos. No obstante, sin la rebelión de 1968, Brandt no hubiese llegado al poder. El socialdemócrata Brandt "se atrevió a más democracia". Supo aprovechar la oportunidad, resolvió la cuestión de Berlín y de esta manera colocó las bases para la reunificación alemana. Sin el reconocimiento de las fronteras polacas nunca hubiese habido un Solidarnosc. Sacó las primeras piedras del muro.