El Bisbe de Sant Feliu de Llobregat CARTA PASTORAL A LOS SACERDOTES EN EL AÑO SACERDOTAL Muy querido hermano: Recibe mi más cordial y sincero saludo en ocasión de la celebración de la Misa Crismal y del Año Sacerdotal. Hoy, en el momento que estamos llamados a vivir una profunda renovación, quisiera situarme muy cerca de ti y pedirte un tiempo de atención, como continuando una conversación de hermano a hermano. Compartimos el deseo de trabajar el objetivo que nos ha propuesto el papa Benedicto XVI: “Alentar el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes, para que su testimonio evangélico sea más intenso e incisivo en nuestro mundo; favorecer la tensión de los sacerdotes hacia la perfección espiritual, de la que depende ante todo la eficacia de su ministerio; para lograr que se constate cada vez más la importancia del papel y la misión del sacerdote en la Iglesia y en la sociedad contemporánea.” 1. Acción de gracias Este año, en efecto he podido hablar personalmente con cada uno de vosotros. Ha sido una verdadera experiencia del Espíritu, de la que doy gracias a Dios. Una acción de gracias, entre otros motivos, porque he podido verificar la sospecha de que las opiniones sobre los sacerdotes, hoy tan presentes en el mundo mediático y en estudios sociológicos, tienen poco que ver con la realidad. El encuentro personal nos ha permitido captar esta realidad, ya que en nuestra relación personal y directa pasa todo lo contrario de lo que dicen que se debe hacer cuando contemplamos una pintura o una obra de arte: nos aconsejan mantener una cierta distancia para captar el conjunto y no ver los trazos del pincel o del cincel. En cambio, la mirada cercana entre nosotros nos ha permitido descubrir, junto a las limitaciones, destellos de luz y señales de verdad, bondad y belleza, que no se constatan en las estadísticas, las generalidades o los análisis “de despacho”. Pl. de la Vila 11, 1r 1a · 08980 Sant Feliu de Llobregat (Barcelona) · Tel. 93 632 76 30 Fax 93 632 76 31 El Bisbe de Sant Feliu de Llobregat Por esto, la experiencia vivida se abre a la alabanza a Dios por la obra del Espíritu en vosotros. Así, alabamos a Dios, porque muchos presbíteros de nuestra diócesis han recibido de algunos sacerdotes mayores, un testimonio sacerdotal muy valioso: han encontrado en ellos referentes próximos de espíritu evangélico y buen hacer pastoral. Por otra parte, alabamos a Dios pues no he encontrado ninguno de vosotros que, a pesar de las dificultades propias del trabajo pastoral, no esté identificado plenamente con el ministerio. Las pocas críticas o quejas que he podido escuchar se deben a la tensión lógica entre lo que debería ser y la realidad; y, en todo caso, nacen en el fondo del afecto sincero. Los presbíteros más jóvenes en esto aportan su “carisma” de juventud, y su voz nos cuestiona y anima a superar la tentación de instalarnos y creer que ya nada nuevo es posible. 2. La historia personal En cada uno de los encuentros, la historia personal ha tenido un marcado protagonismo. Ciertamente, ha salido a la luz la obra del Espíritu en la biografía de cada uno; podemos decir, la historia del propio sacerdocio. Ha sido posible seguir el camino que se ha ido abriendo al carisma apostólico en la propia vida, entre sombras y claridades, búsquedas y encuentros luminosos. Igual que la historia de nuestra Iglesia a lo largo de los últimos sesenta años. Permíteme hacer un par de observaciones referentes a esta mirada a la historia del propio sacerdocio, que considero importante. Necesitamos, no sólo la mirada meramente narrativa de la historia personal, sino también la interpretación que de ella hacemos. Es la mirada de unos ojos capaces de rastrear la obra del Espíritu en el pasado y en el presente del propio ministerio. Éste es un deber nuestro y un ejercicio muy sano para nuestra vida espiritual. De alguna forma lo hemos hecho en nuestra conversación personal. Ya que, según cómo, tanto los jóvenes como los más maduros, tenemos la tentación de despreciar el pasado sobrevalorando el presente, o de devaluar el presente añorando el pasado Pl. de la Vila 11, 1r 1a · 08980 Sant Feliu de Llobregat (Barcelona) · Tel. 93 632 76 30 Fax 93 632 76 31 El Bisbe de Sant Feliu de Llobregat (como también podemos huir del presente y sus dificultades, mitificando el futuro). Pero sin lugar a dudas el Espíritu nunca ha estado ausente de nuestra historia, ni lo está de nuestro presente ministerial. Es necesario reconciliarnos con nuestra historia sacerdotal, ya que el Espíritu no está fuera de ella, al contrario, nos esperaba y nos espera en su interior. Una mirada crítica, si proviene del Espíritu, al descubrir los puntos obscuros, también descubrirá las realidades de luz: por aquellos pediremos perdón y por estos alabaremos a Dios, pero nunca, perderemos la paz. 3. Los cambios vividos: abiertos al Espíritu Es evidente que la historia de muchos de nosotros, que fuimos ordenados en los años del Concilio Vaticano II, ha estado ciertamente marcada por cambios. Nadie, joven o mayor, que lo ignore, podrá entender a los sacerdotes de hoy. Teniendo presente nuestras biografías sacerdotales, todos somos conscientes de los numerosos y profundos cambios vividos. Ha habido cambios en la sociedad y en la Iglesia. Han sido tan profundos y numerosos, que a menudo han causado en la Iglesia desconciertos, tanteos, avances, retrocesos y tensiones de toda clase; al mismo tiempo han sido motivo de grandes descubrimientos, de profundización en lo esencial, de renovación evangélica, creatividad pastoral… Pero lo más importante ahora es el efecto personal que estos cambios han producido en nosotros, y cómo nos condicionan en el momento de hacer frente al presente y al futuro. En algunos casos ha significado romper con el pasado, incertidumbre, en otros cansancio, otros han cultivado una especie de relativismo desapasionado… También en otros ha significado una sana flexibilidad, una mayor seguridad en lo realmente evangélico, un estímulo para el estudio y búsqueda espiritual, un verdadero crecimiento evolutivo en perfección y santidad… Posiblemente el cambio más radical ha sido el paradigma o modelo de vivir y estar en el mundo. Ya fue un cambio profundo el paradigma que vino propuesto por el Concilio Vaticano II. Y, de hecho, la gran mayoría hemos vivido el post-concilio, asumiendo y entregándonos de todo corazón a este modelo: concretamente, sirviendo Pl. de la Vila 11, 1r 1a · 08980 Sant Feliu de Llobregat (Barcelona) · Tel. 93 632 76 30 Fax 93 632 76 31 El Bisbe de Sant Feliu de Llobregat a todo tipo de causas humanas, integradas, por decirlo así, en la causa evangélica. Pusimos todas nuestras energías, coincidiendo con el momento de máximo rendimiento en nuestras vidas. Frutos de esta entrega y beneficios para el mundo se pueden constatar por doquier, aunque no sean reconocidos. La Iglesia, por su parte, dio un testimonio de servicio impagable. Pero, hoy, parece que las transformaciones de la sociedad hacia una secularización radical piden otro paradigma… ¿Cómo interpretar e integrar este nuevo cambio? ¿Qué pide a nuestra vida de presbítero y a nuestro ministerio? Lo que tenemos bien claro es que toda novedad, todo cambio, o es novedad y cambio del Espíritu o no es verdadero crecimiento. Por eso hoy es indispensable que todos, jóvenes y mayores, estemos abiertos al Espíritu y caminemos juntos, buscando qué quiere de nosotros y hacia dónde nos conduce. Sabemos que el Espíritu, además de actuar arraigado en la historia, como ya hemos dicho, tiene sus leyes: es Espíritu “de Jesucristo” (no hace nada que no pueda ser de Jesucristo), hace evolucionar homogéneamente, integrando lo bueno y mejor del pasado (verdadera Tradición), mostrando nuevas luces y nuevos caminos, en fidelidad y creatividad (entre la memoria y la profecía), provocando en nosotros el ejercicio de un buen discernimiento, purificando, perfeccionando y transformando todo aquello verdaderamente humano, creando una nueva realidad… Y todo esto vivido, no como una idea o pensamiento teológico, o como un sentimiento más o menos agradable, o como un programa y un esfuerzo voluntarista, sino como una experiencia que abarca y compromete a toda la persona. Un reto, por tanto, que tenemos ante nosotros hoy, es el de verificar estas “leyes” en el ámbito de la experiencia ministerial, en el contexto de todos los cambios y en todas las propuestas de futuro que hacemos o que nos vienen dadas. 4. Lo más necesario Pero lo realmente esencial e indispensable en todas las “leyes” del Espíritu es que únicamente se comunica mediante el encuentro personal con Jesucristo vivo. Pl. de la Vila 11, 1r 1a · 08980 Sant Feliu de Llobregat (Barcelona) · Tel. 93 632 76 30 Fax 93 632 76 31 El Bisbe de Sant Feliu de Llobregat Nuestras preocupaciones más frecuentes e inmediatas se refieren a cómo hacer mejor las cosas y encontrar la forma de ser más eficaces. Pero antes de plantearnos esta cuestión, debemos vivir el encuentro con Jesucristo. Este encuentro indispensable se corresponde con el momento en el que Jesucristo llama a los Doce para que “estén con Él”. Según, Mc. 3,14, Jesús miraba la gente necesitada y entonces llamó a los que Él quiso, para que estuviesen con Él, y “los constituyó Apóstoles” para enviarlos a predicar. En otra ocasión, Jesús invitó a los que había enviado a predicar a descansar junto a Él, en un lugar apartado (cf. Mc. 6,31). San Juan nos dice que Jesús, ante la pregunta de dos discípulos de dónde vive, respondió que lo acompañasen y, añade el evangelista, que se quedaron con Él todo el día. “Estar con Jesucristo” es algo absolutamente necesario para el apóstol, aunque parezca que el apóstol está para la gente, ya que la llamada de Jesús es tan sólo un momento de la acción que Él hace a favor de su pueblo. Nosotros, efectivamente, estamos para la gente, “expropiados” para ellos, pero reproduciendo y actualizando, no cualquier “expropiación”, sino precisamente la de Jesucristo. Por esto, antes hemos sido expropiados por Jesucristo, y nos es indispensable estar con Él, como lo fue para todos los apóstoles, san Juan, san Pedro…Fue también necesario estar con Dios para todos sus grandes amigos, desde Abraham, Moisés, David, o los profetas, como Amós… Ya que la forma de “estar con Él” es la que corresponde a la relación entre amigos (cf. Jn 15,15): Él nos capacita para representarlo, comunicándonos (transmitiéndonos) pensamientos, sabiduría, afecto, sentimientos, voluntad, formas de mirar a la gente y el mundo, su amor pastoral; en definitiva, su Espíritu. 5. Asumiendo las propias limitaciones Esta forma de permanecer con Jesucristo sugiere trato, diálogo, presencia y compañía: expresa la unión propia del amor. Pero en el lenguaje de san Pablo se expresa con una fórmula aun más fuerte: “vivir en Jesucristo”; y en san Juan: “estar en Él”. Pl. de la Vila 11, 1r 1a · 08980 Sant Feliu de Llobregat (Barcelona) · Tel. 93 632 76 30 Fax 93 632 76 31 El Bisbe de Sant Feliu de Llobregat Hoy los presbíteros debemos afrontar un reto, que también ha estado muy presente en nuestras conversaciones: integrar las limitaciones, tanto propias como eclesiales de todo tipo. Constatamos limitaciones físicas, morales, sociales psicológicas, humanas y espirituales… La edad y las enfermedades, los recursos materiales y humanos, los propios errores y pecados (tan aireados hoy día en los medios de comunicación y la opinión pública), el contexto político, social y eclesial; todo aquello, en definitiva, que constituye un pesado obstáculo para el ejercicio del ministerio. Pero aquí debemos recordar la experiencia de San Pablo, reflejada de forma magistral en el famoso texto de II Cor 12,1.10, que hoy debemos meditar profundamente. Todas las limitaciones son para San Pablo una verdadera espina, y aun más, una “bofetada”, un aguijón clavado en la carne, que impide la evangelización. Por ser una contradicción inexplicable con la misión apostólica recibida, es motivo de una oración, en forma de lamentación y queja, dirigida al Señor, para que le libere de estos impedimentos: pero la respuesta del Señor es: “Te basta con mi gracia. En tu debilidad actúa mi poder”. Es como si dijese: “Es suficiente que yo te ame, que esté a tu lado, que vivas en mí y yo en ti”. Esta es la Ley fundamental del apostolado, según un gran especialista en San Pablo. Pues ser presbítero apóstol, no es otra cosa que dejar espacio a Jesucristo y su poder. Vivir teniendo suficiente con su gracia, nos libera y cura de toda prepotencia y orgullo (la gran tentación) y nos capacita al propio tiempo, como dice el mismo San Pablo utilizando el verbo de la encarnación en el prólogo de San Juan, “repose” (v. 9), habite activamente, el poder de Cristo en nosotros. La consecuencia es que “nos gloriamos únicamente de nuestras debilidades” Naturalmente no nos podemos gloriar de nuestros pecados y errores, que hoy son un alud de críticas y denuncias a la Iglesia. Pero, más allá de si es o no cierto todo lo que nos dicen, y las intenciones de estos ataques, no debemos tener miedo a la verdad y a reconocer que también hemos pecado. Ya que el Señor donde no puede habitar es en Pl. de la Vila 11, 1r 1a · 08980 Sant Feliu de Llobregat (Barcelona) · Tel. 93 632 76 30 Fax 93 632 76 31 El Bisbe de Sant Feliu de Llobregat la mentira o el disimulo, pero sí que reposa con su poder en el humilde que reconoce su debilidad e intenta convertirse. En todo caso, no podemos dudar que hay muchos más motivos, concretos y ciertos, para alabar a Dios y gloriarnos de su gracia, en la vida de los sacerdotes y de su Iglesia, que para avergonzarnos y pedir perdón. Tan sólo debemos escuchar a San Pablo cuando recomienda a su discípulo Timoteo “reavivar el don de Dios” que hemos recibido por la imposición de las manos, porque Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, amor y juicio (II Tm 1,6-7). Y este “reavivar” es un soplo que da vida al rescoldo de las brasas, que cubiertas de ceniza, parecían apagadas. Es el viento del Espíritu, que es preciso pedir y recibir en el trato directo e íntimo con Jesucristo. 6. Renovación La vida y la historia nos han demostrado que de esta experiencia de encuentro y morada con Cristo nace toda renovación y crecimiento personal y eclesial. Podríamos decir que salimos renovados en el corazón, pues lo que se logra con esta experiencia es, en definitiva, desvelar el amor pastoral. Pero el corazón dirige la mirada y ambos, la mirada y el corazón, determinan las actitudes y las acciones. De esta forma, vemos y tratamos la Iglesia con una mirada nueva. La Iglesia en su nivel más inmediato, que es nuestra diócesis (con su obispo). Una mirada realista, que no esconde sus carencias, pero que sabe descubrir los dones del Espíritu y, por tanto, amarla sinceramente. Una mirada que hace soñar con la comunión efectiva que Jesucristo nos pide, que conoce realmente el camino que aún queda por recorrer, y nos empuja a hacerlo con ánimo renovado. Vemos y tratamos nuestros hermanos de presbiterio. Cada uno como un verdadero don, por obra del Espíritu en él, y al mismo tiempo como un reto, una interpelación a nuestra capacidad de acogida y estima más allá de cualquier limitación. Y también como un hermano, que nos ilumina con su gran sabiduría (por ejemplo los Pl. de la Vila 11, 1r 1a · 08980 Sant Feliu de Llobregat (Barcelona) · Tel. 93 632 76 30 Fax 93 632 76 31 El Bisbe de Sant Feliu de Llobregat sacerdotes de más edad), y un hermano con quien se hace camino, (como en grupo de revisión de vida sacerdotal, que tanto bien ha hecho y hace entre nosotros). Así mismo, vemos y tratamos las comunidades, la parroquia y el pueblo fiel, como aquellos por los que hemos sido expropiados, a quienes amamos sinceramente y de quienes nos sentimos muy cercanos, valoramos en cada uno las realidades del Espíritu, y les animamos a caminar hacia la vida evangélica cada vez más elevada. Y también vemos y tratamos nuestro mundo, amándolo tal y como es y tal como desearíamos que sea, según la plenitud de Jesucristo. Y valoramos y apoyamos sus conquistas humanas, y ante él nos sentimos también profetas de la verdad y del amor de Dios, ayudándole en su transformación. Finalmente, la renovación en el Espíritu nos permitirá a los presbíteros y pastores de la Iglesia cumplir con una responsabilidad que hoy, en un entorno de acentuado pluralismo y de rápidos cambios, es particularmente urgente: el discernimiento pastoral. Como nos dejó bien expresado San Gregorio Magno, es una responsabilidad propia de pastores, aunque compartida con todos los creyentes que poseen el Espíritu Santo. Mediante el discernimiento pastoral podemos descubrir lo que es del Espíritu y lo que no lo es y, consecuentemente, tomar las decisiones acertadas. Debemos saber aplicar el discernimiento del Espíritu a toda clase de realidades, de dentro y de fuera, de la Iglesia y del mundo: las teologías, las corrientes de opinión y los estilos, los grupos, las conductas, los movimientos interiores y la cultura. Conscientes de que ninguna obra o idea nuestra encarna, aquí en el mundo, la perfección y la totalidad del Evangelio, fuera de la humanidad de Jesucristo; y que, si podemos afirmar que todo lo verdaderamente humano es de Dios, también lo es que nada que no sea de Dios no es verdaderamente humano. Pl. de la Vila 11, 1r 1a · 08980 Sant Feliu de Llobregat (Barcelona) · Tel. 93 632 76 30 Fax 93 632 76 31 El Bisbe de Sant Feliu de Llobregat Conclusión Estos días tenemos ante nosotros la imagen, ofrecida por el Evangelio de San Juan, de Jesús crucificado, acompañado en sus últimos momentos por María y el Apóstol, los únicos capaces de soportar el dolor del amado, precisamente porque le aman de verdad. Es ya una imagen pascual porque, en el Cuarto Evangelio, la Cruz es un paso de la resurrección y la exaltación. Es un momento fecundo, del que surge la vida del Espíritu, para la Iglesia y para el mundo. Nosotros y la Iglesia también estamos, en la persona del Apóstol y de María respectivamente. Con uno de sus gestos fecundos, Jesús entrega el uno al otro en calidad de hijo y de madre. Dice el Evangelio que “desde este momento el discípulo la recibió en su casa”. Cerca de Jesucristo, cerca de su cruz, es posible que encontremos el lugar más adecuado para nuestra renovación. Él se ha hecho amigo y hermano nuestro, nos da la Iglesia, de la que hemos nacido como discípulos, y al mismo tiempo nos da la misión de acogerla y cuidarla como apóstoles… Miramos a nuestro lado, muy cerca, María, la Virgen de Montserrat, y le pedimos que su compañía nos confirme en la esperanza y nos haga más sacerdotes y más apóstoles de su Hijo. Que Él nos conceda experimentar profundamente la Resurrección. Con afecto fraternal. Sant Feliu de Llobregat, 31 de marzo de 2010 + Agustí Cortés Soriano Obispo de Sant Feliu de Llobregat Pl. de la Vila 11, 1r 1a · 08980 Sant Feliu de Llobregat (Barcelona) · Tel. 93 632 76 30 Fax 93 632 76 31