Jacinto Diaz i Heliodoro Cordova : 1 de Marzo de 1884

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Desde el lecho en donde lTIe cneuentro postrado, a consecuencia de las heridas que 111e causó ~Jacinto Díaz, 111C veo oblig'ado a levantar 111i voz, para dar a
conocer a éste i a su digno C0111paÜero Heliodoro Cúrdova, vecino el primero del
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distrito de Beltran i el seg'undo de Facaíativá.
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Los !)rocedirniclltos oe los hornbres, aun en los actos 111ás insignificantes de
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su vida, luarcan el carácter, el instinto i los sentilIlieníos de que están dotados;
por esto, apénas relataré UIlO adoptado por los sel10res cuyos nOHlbl'es encabezan
estas líneas i nsí los daré a conocer. N o me fijo en Sll reputacion; ellos la
han fnndado lnala, sus hechos la confirnlan i Jnis débiles palabras nada podrian
.darle ni quitarle, pues el criterio social es jcnerah~lente acertado ijusticiero.
Día.~ i Córdova nllnca han conservado relaciones de al11istad conn1igo ni con
ning'uno de los 111ien1bros de llli fanliJia; no he tenido para con ellos el 111:1S leve
rcsentinliento; i sinelTIbarg'o se 111e presentan en el eanlino de la vida COIllO luís
lnás encarnizados enernig'os. Los lnoyiles que los ilnpuJsan a obrar de este lnodo
no son, plles, lllUi jenerosos.
De l'cg'reso de la ciudad de Bogotá, llegué el dia 26 del pasado files de febrero al punto denonlinauo '~l~as Cl'úces," en direceion al puehlo de Beltran. Quien
quiera que haya pasado por este lugar, habrá podido notar las vent~1jas que
o
presenta a los lllalhechores para convertirlo en teatro de sus asec]lanzas; lo solita<! rio de aquel paraje, las dificultades que se encuentran para huir, lo inaccesible
dellTIOnte que lo cubre, etc., etc., son todas circunstancias que favorecen al crin1inal i le aseguran el buen éxito de su eUlpresa. No en otro lugar debia hallar yo
a Díaz i a Córdova, porque aSÍ C0l110 al hOlnbre llonrado se le encuentra ell
sociedad con sus senl~jantes, a las fieras se les halla con los suyos, i a cada cllal
en el lugar que le corresponde. Al llegar al punto de "1.Jas Cruces," dig'o, fuí
sorprendido de repente por los sellores Jacinto Díaz i Heliodoro Cúrdova, quienes apostados de antelnano en ese lugar, arnlados de pulial i lnui bien 111ontados,
esperahan lni lleg'ada con el deliberado propósito de ílsesinarJne. La ocasion era
propicia i no hahia tienlpo que perder; aSÍ fué que apénas estuve a su alcance,
Díaz se lanzo sobre lní i J11C asestó cuatro puIialadas con las cuales dió en tierra
COlllllig'o. No fueron bastantes a aplacar la sed de sangre que a este sellor devoraba en aquel 1110lnento, ni laS' suplicas, ni los laUlentos de 111i desg'raciada esposa,
ni aun la situacion a que lne redujo la g'raveclad de las heridas que nle habia
inferido; i al no haber temido la llegada de los nluchachos qlle venian atTas de
nosotros con 111is cargas, sin duda habrian coronado su obra con nli lllUCl'tC. No
otra cosa lTIC da derecho a juzjar el procedinliento empleado por Diaz i secundado por Córdova, quien se encargó de evitar ll1i retirada, colocándose a lni espalda con pUllal en 111a.no i eJnpujándome sobre Díaz para que éste plldiera. acertar
Inejor sus tiros,
~ Qué razon tuvieron estos seüores para cebarse en lB1 bOlnbre que ningun
n1al les habia heeho~ t e Óll1 o se esplican los l11iIlal'cs de insultos que en aquel
acto proferian contra los respetables ancian~s J ulian Herrera i Acisclo Castro,
Juez del Circúito de All1balenlt\ i Secretario de ese Juzg~ado, respectivamente,
por el solo hecho de estar ellos conOciendo del suinario que a Diaz se le sig~uepor
tentativa de hOUlicidio en la persona de Albino Puentes, cOluetido 0113 de enero
últinlo ~ Esos seJiOl'es Diaz i CÓl'dova han sido nOlnbrados suplentes de los
diputados a Ja Asalnblea de Cllll<linalnarca; suplentes de Pre~~cturas; Díaz es
Recaudador de peajes en Beltran, i an) bos hijos nlhl1ados de los políticos de hoi
en Cundinalnarca. ¡ Qué esperanza para ese pueblo!
1 es de ese Díaz de quien han garantizado honorabilidad, en algun periódico de la capital, los seliores Federico Navarro, Clelnente Nieto, Anastaeio N upia,
César 1\iontealegTc, Salolllon Robles i Aristidc3 ~1:ureia!
El hecllo, así sencillanlellte relatado, da a conocer a sus autores. Toea a la
autoridad pública encargarse del castigo de los Illislnos. La sociedad lo exije i
reclama su corl'eccion. Nada se hará, sinenlbargo, a juzgar por la eondueta del
Alcalde de Beltran, sellor José C. G-arcía, a quien le puse lIli denuncio el lnis1110
dia del ataque, i no quiso recibirlo.
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AUlbalenla, lllal'ZO 1.° de 18~4.-}~R. L\NCISCO DE P. HEliRERA.
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