.- 1" 11. AI-I-e3106 I -~ ~ '-~-~- --- - -- - ¿:"2 Desde el lecho en donde lTIe cneuentro postrado, a consecuencia de las heridas que 111e causó ~Jacinto Díaz, 111C veo oblig'ado a levantar 111i voz, para dar a conocer a éste i a su digno C0111paÜero Heliodoro Cúrdova, vecino el primero del t"-l distrito de Beltran i el seg'undo de Facaíativá. \D Los !)rocedirniclltos oe los hornbres, aun en los actos 111ás insignificantes de :J: su vida, luarcan el carácter, el instinto i los sentilIlieníos de que están dotados; por esto, apénas relataré UIlO adoptado por los sel10res cuyos nOHlbl'es encabezan estas líneas i nsí los daré a conocer. N o me fijo en Sll reputacion; ellos la han fnndado lnala, sus hechos la confirnlan i Jnis débiles palabras nada podrian .darle ni quitarle, pues el criterio social es jcnerah~lente acertado ijusticiero. Día.~ i Córdova nllnca han conservado relaciones de al11istad conn1igo ni con ning'uno de los 111ien1bros de llli fanliJia; no he tenido para con ellos el 111:1S leve rcsentinliento; i sinelTIbarg'o se 111e presentan en el eanlino de la vida COIllO luís lnás encarnizados enernig'os. Los lnoyiles que los ilnpuJsan a obrar de este lnodo no son, plles, lllUi jenerosos. De l'cg'reso de la ciudad de Bogotá, llegué el dia 26 del pasado files de febrero al punto denonlinauo '~l~as Cl'úces," en direceion al puehlo de Beltran. Quien quiera que haya pasado por este lugar, habrá podido notar las vent~1jas que o presenta a los lllalhechores para convertirlo en teatro de sus asec]lanzas; lo solita<! rio de aquel paraje, las dificultades que se encuentran para huir, lo inaccesible dellTIOnte que lo cubre, etc., etc., son todas circunstancias que favorecen al crin1inal i le aseguran el buen éxito de su eUlpresa. No en otro lugar debia hallar yo a Díaz i a Córdova, porque aSÍ C0l110 al hOlnbre llonrado se le encuentra ell sociedad con sus senl~jantes, a las fieras se les halla con los suyos, i a cada cllal en el lugar que le corresponde. Al llegar al punto de "1.Jas Cruces," dig'o, fuí sorprendido de repente por los sellores Jacinto Díaz i Heliodoro Cúrdova, quienes apostados de antelnano en ese lugar, arnlados de pulial i lnui bien 111ontados, esperahan lni lleg'ada con el deliberado propósito de ílsesinarJne. La ocasion era propicia i no hahia tienlpo que perder; aSÍ fué que apénas estuve a su alcance, Díaz se lanzo sobre lní i J11C asestó cuatro puIialadas con las cuales dió en tierra COlllllig'o. No fueron bastantes a aplacar la sed de sangre que a este sellor devoraba en aquel 1110lnento, ni laS' suplicas, ni los laUlentos de 111i desg'raciada esposa, ni aun la situacion a que lne redujo la g'raveclad de las heridas que nle habia inferido; i al no haber temido la llegada de los nluchachos qlle venian atTas de nosotros con 111is cargas, sin duda habrian coronado su obra con nli lllUCl'tC. No otra cosa lTIC da derecho a juzjar el procedinliento empleado por Diaz i secundado por Córdova, quien se encargó de evitar ll1i retirada, colocándose a lni espalda con pUllal en 111a.no i eJnpujándome sobre Díaz para que éste plldiera. acertar Inejor sus tiros, ~ Qué razon tuvieron estos seüores para cebarse en lB1 bOlnbre que ningun n1al les habia heeho~ t e Óll1 o se esplican los l11iIlal'cs de insultos que en aquel acto proferian contra los respetables ancian~s J ulian Herrera i Acisclo Castro, Juez del Circúito de All1balenlt\ i Secretario de ese Juzg~ado, respectivamente, por el solo hecho de estar ellos conOciendo del suinario que a Diaz se le sig~uepor tentativa de hOUlicidio en la persona de Albino Puentes, cOluetido 0113 de enero últinlo ~ Esos seJiOl'es Diaz i CÓl'dova han sido nOlnbrados suplentes de los diputados a Ja Asalnblea de Cllll<linalnarca; suplentes de Pre~~cturas; Díaz es Recaudador de peajes en Beltran, i an) bos hijos nlhl1ados de los políticos de hoi en Cundinalnarca. ¡ Qué esperanza para ese pueblo! 1 es de ese Díaz de quien han garantizado honorabilidad, en algun periódico de la capital, los seliores Federico Navarro, Clelnente Nieto, Anastaeio N upia, César 1\iontealegTc, Salolllon Robles i Aristidc3 ~1:ureia! El hecllo, así sencillanlellte relatado, da a conocer a sus autores. Toea a la autoridad pública encargarse del castigo de los Illislnos. La sociedad lo exije i reclama su corl'eccion. Nada se hará, sinenlbargo, a juzgar por la eondueta del Alcalde de Beltran, sellor José C. G-arcía, a quien le puse lIli denuncio el lnis1110 dia del ataque, i no quiso recibirlo. . AUlbalenla, lllal'ZO 1.° de 18~4.-}~R. L\NCISCO DE P. HEliRERA.