Ecos del III Congreso Catequístico Nacional formación

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Ecos del III Congreso Catequístico Nacional.
Síntesis doctrinal de las comisiones temáticas 9 “ Iniciación cristiana y catequista iniciador
y su formación” y 13 “itinerario catequístico permanente y el catequista acompañante y
su formación”.
1) Importancia de la formación de los catequistas.
La importancia de la formación nace… “de la convicción de que cualquier actividad
pastoral que no cuente para su realización con personas verdaderamente
formadas y preparadas, pone en peligro su calidad. Los instrumentos de trabajos
no pueden ser verdaderamente eficaces si no son utilizados por catequistas bien
formados. Por lo tanto la adecuada formación de los catequistas no puede ser
descuidada a favor de la renovación de los textos y de una mejor organización de
la catequesis… se recomienda que esta formación sea exquisitamente cuidada”.
DGC 234
Finalidad y Naturaleza de la formación de los catequistas.
“La finalidad busca que el catequista sea lo más apto posible para realizar un acto
de comunicación: “la cima y el centro de la formación de los catequistas es la
aptitud y la habilidad de comunicar el mensaje evangélico” (DGC 1971. 111)
La finalidad cristocéntrica de la catequesis, que busca propiciar la comunión con
Jesucristo en el convertido, impregna toda la formación de los catequistas. Esta
busca que el catequista, mediante las necesarias etapas: anuncie a Jesucristo, de a
conocer su vida, la enmarca en la historia de la salvación y ayude finalmente al
catecúmeno o catequizando a identificarse con Jesucristo en los sacramentos de la
Iniciación cristiana.” (DGC 235)
“El hecho de que la formación busque capacitar al catequista para transmitir el
Evangelio en nombre de la Iglesia, confiere a la formación toda una naturaleza
eclesial. La formación de los catequistas no es otra cosa que un ayudar a éstos a
sumergirse en la conciencia viva que la Iglesia tiene hoy del evangelio…” (DGC 236)
Dimensiones de la formación.
El directorio en el número 238 delinea un mapa de ejes que tiene que tener la
formación. Es un mapa amplio que cada Iglesia tiene que llenar de contenido. Las
dimensiones a tener en cuenta son tres: el ser, el saber y el saber hacer, es decir
testigo (ser), maestro (saber) y educador (saber hacer).
Ser. La dimensión más profunda hace referencia al ser del catequista, a su
dimensión humana y cristiana. Se concibe a la persona como una unidad. La
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formación debe ayudar al sujeto a madurar a la vez como persona, como creyente
y como apóstol.
. Ser persona. Partiendo de un mínimo de madurez humana, el ejercicio de la
catequesis, permitirá al catequista crecer en equilibrio afectivo, en sentido crítico,
en unidad interior, en capacidad de relación y de diálogo, en espíritu constructivo y
en trabajo de equipo…en respeto y amor hacia los catecúmenos y catequizandos.
El ejercicio de la catequesis es lugar de educación del propio ser del catequista. No
sólo hay que ser para hacer la catequesis, sino que haciendo la catequesis se
aprende a ser.
.Ser creyente. El ejercicio de la catequesis debe alimentar y nutrir la fe del
catequista. Cada tema catequético debe nutrir la fe del catequista ( DCG 239)
.Ser apóstol. La conciencia apostólica se alimente y fortalece por tres vías: conocer
y sentir con la iglesia, identificarse con la persona de Jesucristo y por el ejercicio de
la catequesis donde la vocación catequística irá constantemente madurando.
A la luz del documento de Aparecida esto se traduce por ser discípulos misioneros.
Además hay que concebir estas dimensiones en una profunda y mutua relación.
El documento de la III semana latinoamericana de catequesis en el capítulo III
punto 3 pone de manifiesto la identidad del catequista como discípulo.
“El catequista es un bautizado que en fidelidad a su vocación, busca
continuamente ser maduro humana y cristianamente, consciente de haber sido
llamado por la gracia del Padre al seguimiento de Jesús en el discipulado, junto a
otros hermanos, en la comunidad de la Iglesia, enriquecido por el espíritu para una
misión específica: ser servidor de la Palabra, al servicio del reino y para la vida del
mundo” (LG5)
Para cultivar dicha identidad es necesario que el catequista:
a) Busque continuamente su integración y su equilibrio como persona.
b) Crezca constantemente en la experiencia del encuentro con el Señor,
especialmente en la escucha y acogida de la Palabra.
c) Profundice la amistad con el Señor a través de la liturgia, vivenciando su
bautismo y confirmación, la celebración de la Eucaristía, la oración personal y
el proceso de conversión contunua.
d) Se inserte cada vez más en la comunidad de la iglesia y en su pastoral orgánica,
sientiéndose parte de su vida y su misión.
e) Se ejercite en el servicio solidario al mundo, sabiendo dar razón de la propia fe,
siendo sal y levadura de su transformación y abierto para acoger las semillas
del verbo presente en él.
Saber. El catequista es definido como “maestro que enseña la fe” DGC 240. El nivel de
contenido de la formación de un catequista es el mismo que el de la catequesis que debe
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transmitir. Las dos referencias fundamentales son la Sagrada escritura “deberá ser el alma
de toda la formación” y el catecismo de la Iglesia católica. Tiene que ser una formación
bíblico-teológica muy cercana a la experiencia humana, capaz de relacionar los diferentes
aspectos del mensaje cristiano con la vida concreta de los hombres y mujeres ( DCG 241).
También será recomendable cierto conocimiento de las ciencias de la educación y de la
comunicación ( DCG 242).
Saber hacer. La catequesis tiene su origen en la confesión de fe y conduce a la confesión
de la fe. La catequesis mira a transmitir la fe por ello el catequista es adiestrado o formado
para transmitir. El catequista no es un comunicador sin más, sino un educador que facilita
la maduración de la fe que el catecúmeno o catequizando realiza con la ayuda del Espíritu
Santo. El contenido que se comunica en la catequesis es el mismo Cristo que modifica la
propia vida del catequista.
2-Una formación en estilo kerigmático-catecumenal.
La naturaleza kerigmática-catecumenal de la formación del catequista brota de la
inspiración catecumenal que necesita una catequesis renovada. Al hablar de la inspiración
catecumenal de la catequesis tenemos ante todo referirnos a:
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Comunidad misionera e Iniciación Cristiana. El proceso de Iniciación cristiana tiene
como destinatarios tanto a personas no bautizadas como a las ya bautizadas que
no recibieron en su momento el primer anuncio. El lugar de la IC es la comunidad
eclesial: y para que esta sea verdaderamente eclesial, ha de ser misionera y
ocuparse de los hombres y mujeres en su situación histórico-sociales y religiosas.
Nunca se ha de presuponer la fe en los interlocutores de la catequesis. Antes de
implementar la catequesis se debe dar el primer anuncio, el Kerigma. ( III S Lat.
Cat. Cap. IV 107-108)
Unidad de los sacramentos de la IC. Los sacramentos de la IC imprimen en su
conjunto la identidad de discípulo, unidad que queda bien expresada en la
celebración del bautismo de adultos cuando los tres sacramentos son celebrados
en la vigilia Pascual. Si se los recibe en distintos momentos se deberá conservar la
unidad interna de los tres sacramentos (III Sem. Lat. Cat. Cap IV 109-114).
En el capítulo III del mismo documento se insiste en que para formar discípulos misioneros
la catequesis necesita hoy de un proceso que inicie verdaderamente a las personas en el
misterio de Dios, o sea un modelo catecumenal. Este modelo implica una educación en la
fe que lleve a un encuentro vivo con Jesucristo a través del testimonio del catequista y de
la comunidad, de la lectura orante de la Palabra de Dios, de la experiencia litúrgica y de la
profundización de la doctrina evangélica con la Biblia como texto por exelencia.
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La propia formación de los catequistas ha de ser conducida por este modelo catecumenal,
para que una vez convertidos y evangelizados, se conviertan ellos mismos en discípulos
misioneros. Esta formación supone un conocimiento e interiorización del RICA.
Por su parte los lineamientos y Orientaciones para la renovación de la catequesis de IC nos
dice lo siguiente: “Proponemos una formación de catequistas en estilo catecumenal, que
nuestros candidatos a ser catequistas, siguiendo un proceso evangelizador, hagan
memoria de su propia iniciación cristiana y su encuentro con Jesucristo, profundicen su fe
y su compromiso de vida cristiana, por medio de una renovada y sincera conversión… Es
necesario superar una estilo de formación meramente académica y racionalista, y
posibilitar que los catequistas tengan una verdadera experiencia del proceso catecumenal
de IC la cual se verá enriquecida si los mismos catequistas conocen y aprenden la
estructura litúrgica, catequística y pastoral del RICA… ( 64).
A) Que brote del Encuentro con el Resucitado.
El acontecimiento de Cristo es el inicio de ese nuevo sujeto que surge en la historia
y al que llamamos discípulo: No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o
una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que
da un nuevo horizonte a la vida y, con ello una orientación decisiva. Esto es
justamente, lo que con presentaciones diferentes, nos han conservado todos los
evangelios como el inicio del cristianismo: un encuentro de fe con la persona de
Jesús ( Jn 1,35-39).
B) Que en el encuentro con el Resucitado se descubra llamado. ( Is 43,4-5; Jr.1,5, Jn.
1,48)
“La vocación del laico para la catequesis brota del sacramento del bautismo, es
robustecida por el sacramento de la confirmación, gracias a la cuales participa de
la misión sacerdotal, profética y real de Cristo. Además…algunos laicos se sienten
llamados interiormente por Dios para asumir la tarea de ser catequistas. El Señor
Jesús invita así, de una forma especial, a hombres y a mujeres, a seguirle
precisamente en cuanto maestro y formador de discípulos. Esta llamada personal
de Jesucristo, y la relación con El, son el verdadero motor de la acción del
catequista. De este conocimiento amoroso de Cristo es de donde brota el deseo de
anunciarlo, de evangelizar y de llevar a otros al sí de la fe en Jesucristo”. (DGC 230231)
“ El itinerario formativo del seguidor de Jesús hunde sus raíces en la naturaleza
dinámica de la persona y en la invitación personal de Jesucristo, que llama a los
suyos por su nombre, y éstos lo siguen porque conocen su voz. El Señor
despertaba las aspiraciones profundas de sus discípulos y los atraía hacia sí, llenos
de asombro. El seguimiento es fruto de una fascinación que responde al deseo de
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realización humana, al deseo de vida plena. El discípulo es alguien apasionado por
Cristo, a quien reconoce como el maestro que lo conduce y que lo acompaña”. (DA
277).
C) Donde la Palabra de Dios tenga la primacía.
“La Palabra de Dios tiene una primacía insustituible en la vida de la Iglesia y del discípulo
cristiano; es la fuente primordial de su indentidad…La cercanía y el trato con la palabra de
Dios provoca en el creyente las mismas actitudes y sentimientos de Cristo Jesús (Flp 2,5).
Ella lo hace auténtico discípulo.
Esto nos lleva a asumir la Palabra como criterio de lectura y de interpretación de la
realidad donde los conflictos, las contradicciones, la problemática, los anhelos y los
desafíos exigen del discípulo una actitud de sabiduría para descubrir el proyecto de Dios
en la realidad que niega este designio de muchas formas. Mirar la realidad a la luz de la
Palabra es para el discípulo un imperativo que brota del seguimiento de Jesús.” (Sem Lat
Cat Cap I 1).
“Se hace, pues, necesario proponer a los fieles la Palabra de Dios como don del Padre para
el encuentro con Jesucristo vivo, camino de auténtica conversión y renovada comunión y
solidaridad”…Por esto la importancia de una pastoral bíblica, entendida como animación
bíblica de la pastoral…” (DA 248)
“Entre las muchas formas de acercarse a la Sagrada Escritura, hay una privilegiada a la que
estamos invitados: La Lectio Divina” (DA 249)
La fuente de donde la catequesis toma su mensaje es la misma Palabra de Dios así lo
recuerda el DCG 94 al volver a proponernos CT 27: “ La catequesis extraerá siempre su
contenido de la fuente viva de la Palabra de Dios, transmitida mediante la tradición y la
escritura, dado que la Sagrada Tradición y la Escritura constituyen el único depósito
sagrado de la Palabra de Dios confiada a la Iglesia”.
La importancia de la Palabra de Dios en la formación de los catequistas viene dada
también por el hecho de que la catequesis es una forma del ministerio de la Palabra.
D) Donde la formación participe de la pedagogía divina gradual y procesual.
La gradualidad es constitutiva de la catequesis porque forma parte en primer lugar de la
pedagogía de la revelación. Dios se fue revelando por etapas ( Antiguo y nuevo
testamento) y en los últimos tiempos nos habló por medio de su Hijo Jesucristo (Heb 1,1).
El mismo Jesús realizó con sus apóstoles un catecumenado de tres años donde
paulatinamente les fue revelando los secretos del Padre. La catequesis de IC cristiana que
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tiene su modelo en el catecumenado antiguo era un camino realizado en etapas:
precatecumenado-catecumenado-tiempo de iluminación-tiempo de los sacramentosmistagogia. Por otra parte el mismo hombre es un ser gradual.
El documento de Aparecida a partir del número 276 habla de “proceso de formación de
discípulos misioneros”.
En el proceso de formación de discípulos misioneros, destacamos cinco aspectos
fundamentales, que aparecen de distinta manera en cada etapa del camino, pero que se
compenetran mutuamente y se alimentan entre sí:
a) El encuentro con Jesucristo… Se ha de descubrir el sentido más hondo de la
búsqueda, y se ha de propiciar el encuentro con Cristo que da origen a la IC. Este
encuentro debe renovarse constantemente por el testimonio personal, el anuncio
del Kerigma y la acción misionera de la comunidad. El Kerigma no es solo una
etapa, sino el hilo conductor de un proceso que culmina en la madurez del
discípulo misionero.
b) La conversión: Es la respuesta inicial de quien ha escuchado al Señor con
admiración…se decide a ser su amigo e ir tras de él.
c) El discipulado: La persona madura constantemente en el conocimiento, amor y
seguimiento de Jesús maestro, profundiza en el misterio de su persona. Para este
paso es de fundamental importancia la catequesis permanente y la vida
sacramental…que fortalecen la conversión inicial.
d) La Comunión: No puede haber vida cristiana sino en comunidad. Como los
primeros cristianos, que se reunían en comunidad, el discípulo participa en la vida
de la Iglesia y en el encuentro con los hermanos…También es acompañado y
estimulado por la comunidad y sus pastores para madurar en la vida del espíritu.
e) La Misión: El discípulo, en la medida que conoce y ama al Señor, experimenta la
necesidad de compartir con otros su alegría de ser enviado, de ir al mundo a
anunciar a Jesucristo… La misión es inseparable del discipulado, por lo cual no
puede entenderse como una etapa posterior a la formación.
3- Dimensión comunitaria de la formación del catequista.
Esta hunde sus raíces en la verdad de que toda la comunidad es responsable de la
catequesis. “La IC no deben procurarla solo los catequistas o los sacerdotes, sino
toda la comunidad de los fieles” AG 14. “La catequesis ha sido siempre y seguirá
siendo una obra de la que la iglesia entera debe sentirse y querer ser responsable”
CT16.
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Por su parte el DCG 73 dice bellamente que la comunidad es el hogar de la
catequesis. Hoy es una convicción generalizada el considerar a la comunidad como
el origen, el punto de partida y el lugar natural para la maduración de la fe. La
comunidad es el alfa y la omega de la catequesis. La catequesis tiene su origen en
el Amén de una comunidad y lleva a que otros hermanos pronuncien su amén en
el seno de una comunidad. La catequesis debe llevar al discípulo misionero a vivir
su fe en el seno de una comunidad.
“Entre los causes de formación de los catequistas destaca, ante todo, la propia
comunidad cristiana. Es en ella donde el catequista experimenta su vocación y
donde alimenta constantemente su sentido apostólico. En la tarea de asegurar su
maduración progresiva como creyente testigo, la figura del sacerdote es
fundamental” DGC 246
“ Una comunidad cristiana puede realizar varios tipos de acciones formativas a
favor de sus catequistas:
a) Una de ellas consiste en alimentar constantemente la vocación eclesial de
los catequistas, fomentando en ellos la conciencia de ser enviados por la
Iglesia.
b) Cuando la fe de los catequistas no es todavía madura, es aconsejable que
participen en un proceso de tipo catecumenal…
c) La preparación inmediata de la catequesis, realizada con el grupo de
catequistas, es un medio formativo excelente, sobre todo si va seguido de
una evaluación de todo lo experimentado en los encuentros de catequesis.
d) También pueden realizarse, dentro del marco de la comunidad, otras
actividades formativas…retiros y convivencias en los tiempos fuertes del
año litúrgico, cursos, una formación doctrinal más sistemática, por ejemplo
estudiando el catecismo de la Iglesia católica…Son actividades de formación
permanente que, junto al trabajo personal del catequista, aparecen como
muy convenientes.
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