Los movimientos de población como fuente de conflictos entre

Anuncio
“Los movimientos de población como fuente de conflictos entre señoríos y realengo”. Meridies, II, 1995. Pp. 73-93.
LOS MOVIMIENTOS DE POBLACION COMO FUENTE DE CONFLICTOS
ENTRE SEÑORIOS Y REALENGO
Juan Bautista Carpio Dueñas
Universidad de Córdoba
I. INTRODUCCION
Tras la gran expansión territorial cristiana del siglo XIII, la Corona de Castilla se encontrará
ante el problema de la defensa, poblamiento y administración de unas tierras conquistadas en un
período relativamente corto de tiempo, pero difíciles de conservar debido a su enorme amplitud.
Será entonces cuando se pongan en marcha los mecanismos de repoblación, que van a girar
alrededor de dos estructuras administrativas principales: los grandes concejos de realengo, como
el de la ciudad de Córdoba, y los señoríos, ya sean nobiliarios, eclesiásticos o de cualquier tipo.
Conforme nos vamos acercando al final de la Edad Media, la importancia relativa de uno y otros
irá cambiando sustancialmente, al producirse diferentes señorializaciones de zonas antes
controladas por la ciudad.1 Así pues, llegamos a las décadas finales del siglo XV con un reino
de Córdoba dividido en dos grandes áreas jurisdiccionales, el realengo y los señoríos, cuyas
relaciones no podrán ser definidas siempre como "de buena vecindad".2 Pero, antes de seguir
adelante y de entrar de lleno en los conflictos entre ambas estructuras de poder, creo necesario
definir, aunque sólo sea brevemente, los conceptos fundamentales que vamos a manejar en el
presente trabajo, es decir, lo que se entiende por movimientos de población de corto radio, y el
concepto de realengo, en contraposición al de señorío.
1. Los Movimientos de población
Debido a la falta de documentación sobre la zona que pretendemos estudiar, casi generalizada
para la Edad Media e incluso para su etapa final, el intento de realizar estudios de demografía
bajomedieval nos puede causar numerosos problemas. En este caso, mi intención no es otra que,
con la información que he podido reunir sobre el tema, estudiar los movimientos de población de
corto radio que son causa de conflictos entre la ciudad de Córdoba y los señoríos nobiliarios que
limitan con ella. Por movimientos de población de corto radio entendemos aquellos que se
producen entre lugares cercanos, que no implican grandes desplazamientos, pero que sin duda
afectan a un considerable número de campesinos (y habitantes de las zonas rurales en general) a
1
Sobre el proceso señorializador a lo largo de la Baja Edad Media, vid. Cabrera, E., "El mundo rural", Historia de
Andalucía (III): Andalucía del Medievo a la Modernidad (1350-1504). Barcelona, 1980, pp. 101-186; un resumen
del tema, referido a la zona sur de Córdoba, en Escobar Camacho, J.M., "La Campiña de Córdoba en la Baja Edad Media:
delimitación y organización espacial", Ifigea, IX. Córdoba, 1993, pp. 57-75.
2
Sobre la distribución de tierras por áreas jurisdiccionales, Vid. Cabrera, E., "Tierras realengas y tierras de señorío en
Córdoba a fines de la Edad Media. Distribución geográfica y niveles de población", Actas del I Congreso de
Historia de Andalucía. Andalucía Medieval, I. Córdoba, 1978, pp. 295-308.
Juan Bautista CARPIO DUEÑAS
fines de la Edad Media. Pero estudiar este tema no es nada fácil, ya que raramente tenemos
constancia documental de estas migraciones que, si ya es difícil localizarlas, más aún lo será
intentar explicar sus causas y motivaciones.
Lo que sí podemos es dejar constancia de su existencia, al menos en algunas ocasiones:
manejando documentación sobre pleitos referidos a diferentes temas, de los primeros años del
siglo XVI, podemos ver, si examinamos la procedencia geográfica de los testigos presentados,
que en este tiempo debían ser relativamente frecuentes estas migraciones de corto radio. Por
ejemplo, en las declaraciones de los testigos en el pleito del concejo de la villa de Castro del Río
(en el término de la ciudad de Córdoba) con el Conde de Cabra, comparece para testificar Juan
Rodríguez de Escamilla, natural de Cabra, pero vecino de Lucena, población en la que reside
desde hace 30 años.3 Y su caso no es el único, evidentemente. Por estas mismas fechas, la villa
de Fuenteovejuna tiene pleitos entablados con el señorío de Belalcázar, y entre los testigos que
se presentan para declarar en ellos, los hay procedentes de diferentes lugares, algunos de ellos
cercanos a las zonas en litigio, y otros que mencionan expresamente haber cambiado, al menos
alguna vez, su localidad de residencia.4 Por lo tanto, pese a que esta documentación sea algo
tardía, y ciertamente poco rica en el tipo de información que ahora nos interesa, de ella podemos
deducir que en los años iniciales del siglo XVI -y, remontándonos en las declaraciones de estos
testigos, durante buena parte de la segunda mitad del siglo XV- estas migraciones entre núcleos
de población cercanos debieron ser bastante comunes. Aunque la parquedad de las fuentes no
nos permite conocer las causas concretas de muchas de estas migraciones, podemos pensar que
la mayor parte de las mismas estaría motivada por razones económico - laborales, al igual que,
en estos momentos, ocurre en otros lugares del reino de Castilla.5
Otras veces, de estos movimientos de población nos queda constancia por haber sido causa de
algún conflicto que, aunque casi siempre de poca entidad, se ha visto reflejado en la
documentación conservada. Así, en 1503, el concejo de Torrecampo se queja al de la ciudad de
Córdoba de que los de la villa de Pedroche han detenido a Jorge Fernández, que fué vecino de
Torrecampo y que ahora ha vuelto a vivir a este pueblo.6 Un caso similar, aunque ahora sí
podemos conocer la causa concreta del conflicto, es el de Sancho Martín, escribano público de la
villa de Ovejo, que, a petición del concejo de esta villa, pierde su oficio por haberse trasladado a
vivir a Aguilar.7 Hay que tener en cuenta que el disfrute de un oficio público concejil lleva
3
Archivo Municipal de Córdoba (AMC), (secc.)12, (ser.)01, (doc.)27, fol.17. [1515, enero], s.d.
4
AMC, 12.01.32, 1517.11.26. Vid. AMC, 12.01.42, 1518.02.08.
5
Ruiz Gómez, F., Las aldeas castellanas en la Edad Media. Oña en los siglos XIV y XV. Madrid, 1990, pp. 43 - 51,
hace una clasificación genérica de los tipos de desplazamientos que, protagonizados por los vecinos de la aldea de
Oña, han dejado constancia en la documentación parroquial utilizada en este estudio. Entre los mismos, destaca los
traslados de los campesinos desde la villa hasta las tierras que trabajan, que serían diarios si estas tierras están en el
propio término de la villa o estacionales cuando se encuentran alejadas de ella. Aunque se centra en
desplazamientos temporales --no en cambios definitivos de residencia-- quizá algunos de estos desplazamientos
estacionales en busca de trabajo puedan llegar a convertirse en migraciones definitivas, cuya importancia no se debe
desdeñar, aunque no sea el tema central del presente artículo.
6
AMC, Libro de Actas Capitulares (LAC), 1503.10.30. (En los Libros de Actas Capitulares del concejo de
Córdoba no aparece señalado el número de folio, por lo que los citaremos remitiéndonos exclusivamente a su
fecha).
7
AMC, LAC, 1506.04.27.
“Los movimientos de población como fuente de conflictos entre señoríos y realengo”. Meridies, II, 1995. Pp. 73-93.
implícito el deber de residir en la villa donde se ejerce este oficio. Lo más interesante de estos
casos es que nos permiten constatar la importancia que a estos movimientos dan las instituciones
y poderes públicos (en este caso los concejos), por causas que veremos más adelante. Con todos
estos datos dispersos podemos, al menos, hacernos una idea de que estas migraciones de corto
radio, obedeciendo a causas diversas, fueron una realidad común en los pueblos cordobeses
durante la Baja Edad Media.
Aunque, como vemos, a veces estas migraciones son causa de conflictos de intereses de tipo
político-institucional, y por eso podemos conocer su existencia, en la mayor parte de las
ocasiones estas noticias han llegado hasta nosotros por haber provocado problemas de tipo
económico. Así ocurre, por ejemplo, cuando un caballero de premia intenta conseguir licencia
para meter vino en la villa de Torremilano. Le conceden esta licencia, porque se compromete a
morar y pechar y syruir en la citada villa.8 En definitiva, el mayor problema que plantean, a
nivel oficial al menos, estos movimientos de población, es el de los cobros de impuestos, porque
siempre será más complicado controlar, a efectos fiscales, a aquellos que cambian de domicilio,
que a los que pasan toda su vida en el mismo lugar. Algunas veces, a una misma persona le
pueden solicitar el pago de impuestos en dos lugares diferentes, y en este caso, el interesado
deberá presentar fé de cómo los paga en uno de ellos para ser tenido como exento en el
segundo.9 Así, el "avecindarse" en un determinado lugar tiene como principal consecuencia que
es en este lugar donde deben pagarse los diferentes impuestos. Pero aún puede presentarse una
situación más complicada que dará lugar a otro problema, cuando alguna persona no tenga una
única residencia, constante a lo largo de todo el año, sino que se traslade de una población a otra
con frecuencia, algo que tampoco debe ser demasiado extraño, a tenor de las menciones que han
llegado hasta nosotros de estos casos. Cuando esto ocurre, el interesado deberá pagar, y, por lo
tanto, ser considerado como vecino, en el lugar donde pase la mayor parte del tiempo.10
2. Realengo y señoríos
Es tradicional presentar, para la Baja Edad Media al menos, a estas dos estructuras de poder
como realidades claramente definidas y delimitadas, entendiendo el realengo como el área de
influencia directa de un gran concejo, en contraposición a los dominios de los señores de
vasallos. Sin embargo, desde hace algún tiempo, se consideran también los términos de estos
grandes concejos --zona realenga, por lo tanto-- como un tipo más de señorío, aunque ejercido
no ya por una institución personal (un noble) o, cuanto menos, "personalizable" (un monasterio,
personalizado en su abad, etc.), sino por La Ciudad, dotada de personalidad jurídica, pero no
física. Estas Ciudades formarán lo que J.M. Monsalvo define como "sistema político concejil", a
8
AMC, LAC, 1493.09.20.
9
Así ocurre, por ejemplo, con el concejo de la villa de Ovejo, al que la ciudad de Córdoba ordena "sobre los que
se avesindan en Córdoua o en otras partes (...) que, mostrando fées de commo syruen e pechan, que ally sean avidos
por vesinos, e ally syruan e pechen". AMC, LAC, 1493.11.04.
10
Así ocurre con algunos vecinos de Trassierra. Vid. AMC, LAC, 1503.06.07. Igualmente, este problema se le
presenta al concejo de Las Casillas, aldea de realengo, sobre "algunos vezinos que se disen vecinos de Bodonal e
están la mayor parte del anno en Las Casyllas", a los que la ciudad manda que si es verdad que residen aquí
habitualmente, que paguen en este lugar sus impuestos. AMC, LAC, 1505.10.20. Tampoco estos problemas serán
exclusivos de la zona de Córdoba, estando documentados casos similares de movimientos de población, por
ejemplo, en el área burgalesa (vid. nota 5).
Juan Bautista CARPIO DUEÑAS
partir del cual ejercerán su poder sobre sus términos.11 Pero quizá, si presentamos estas zonas
realengas como grandes señoríos, debamos también considerar algunas diferencias muy
importantes respecto a los señoríos que podríamos llamar "clásicos". Al ser el titular de este
señorío una institución en la que el ejercicio del poder es colegiado (un concejo, una asamblea,
sea ésta más o menos abierta), la toma de decisiones estará naturalmente condicionada en primer
lugar por los intereses generales, de la ciudad en sí y como tal persona jurídica que ostenta la
titularidad de su tierra como un señorío, pero también, por otra parte, por la suma de los intereses
particulares de los miembros de este gobierno ciudadano, que no siempre coincidirán con este
interés general. La forma de conjugar estas aspiraciones, muchas veces contrapuestas, es lo que
hace aumentar las peculiaridades de lo que antes llamábamos, siguiendo a J.M. Monsalvo,
sistema político concejil.12
Como veremos más adelante, en las decisiones tomadas por el concejo cordobés se pueden
observar, con cierta frecuencia, los intereses de las personas particulares que lo conforman,
principalmente regidores o jurados de la ciudad, que además son en muchas ocasiones titulares
de señoríos nobiliarios colindantes.13 Así, la contraposición entre realengo y señoríos, aunque
existente de hecho, es matizable. Sin embargo, en líneas generales, y teniendo en cuenta estas
precisiones, de lo que vamos a tratar es de los conflictos que se producen entre estos dos ámbitos
de poder.
II. LOS CONFLICTOS ENTRE REALENGO Y SEÑORIOS
A pesar de estas matizaciones que se acaban de hacer, los conflictos surgidos entre el concejo
de Córdoba, que domina de forma prácticamente señorial a las villas y lugares de realengo
dependientes de él, y los señoríos más cercanos a su dominio serán abundantes y producto de
diferentes causas:
En primer lugar, desde el mismo momento en que el rey concede a uno de sus vasallos la
jurisdicción de una porción de la tierra que hasta entonces estaba sujeta al poder de Córdoba, es
muy frecuente que la ciudad intente resistirse por todos los medios que encuentre a su alcance a
perder parte de su dominio político, con los perjuicios económicos que esto le acarrearía.
Durante la Baja Edad Media, el dominio jurisdiccional de la ciudad de Córdoba es uno de los
más amplios de los que poseen los grandes concejos en todo el reino de Castilla. Si a esto
sumamos el hecho de que las turbulencias políticas de este período obligan frecuentemente al rey
a conceder determinados privilegios a sus vasallos más fieles y destacados, nos encontramos con
una situación de casi constante "goteo" de señorializaciones, a las que Córdoba se opondrá
frontalmente cada vez que sus propios conflictos internos se lo permitan. Los ejemplos sobre
este punto son tan numerosos y significativos que no creo necesario reseñarlos aquí. Baste como
11
Monsalvo, J.M., "La formación del sistema concejil en la zona de Burgos (siglo XI - mediados del siglo XIII)",
Burgos en la Plena Edad Media. III Jornadas burgalesas de Historia. Burgos, 1994, pp. 127 - 210.
12
En relación a la ciudad de Córdoba, el funcionamiento general de su cabildo municipal está estudiado por Del
"El concejo de Córdoba a fines de la Edad Media: estructura interna y política municipal", Historia.
Instituciones. Documentos, 20. Sevilla, 1993, pp. 355 - 401. Se puede acudir a este trabajo para buscar información
sobre la institución municipal en sí misma y también sobre su forma de ejercer estos poderes.
Pino García, J.L.,
13
Para tener una idea de las principales ramas nobiliarias del área geográfica de la actual provincia de Córdoba,
vid. Ladero Quesada, M.A., Andalucía en el siglo XV. Estudios de historia política. Madrid, 1973, pp. 44 - 73.
“Los movimientos de población como fuente de conflictos entre señoríos y realengo”. Meridies, II, 1995. Pp. 73-93.
ejemplo la mención al conocidísimo caso de la villa de Fuenteovejuna.14
Por otra parte, de la misma forma que la ciudad luchará por defender su integridad territorial,
el beneficiario de un señorío cuya concesión ya está consolidada intentará ampliar su dominio
jurisdiccional. De esta oposición de intereses entre los dirigentes ciudadanos y los beneficiarios
de señoríos en sus alrededores nacerán no pocos pleitos, de gran importancia y larga duración.
La Baja Edad Media cordobesa esta llena de ejemplos de ello, con constantes problemas de la
ciudad con los señoríos de Belalcázar, Aguilar, Santa Eufemia, etc. De hecho, el problema de los
intentos nobiliarios de usurpar la jurisdicción de la ciudad será uno de los que más preocupación
causen en su cabildo, si no el que más. No hay otra explicación de por qué, por ejemplo, en 1503
Córdoba manda devolver las prendas que los vecinos de Castro del Río tenían hechas a los
ganaderos de la villa de Espejo, de la que es señor el Alcaide de los Donceles, por entrar con sus
ganados en tierras realengas de Castro. La misma ciudad nos demostrará en este mismo
momento que está verdaderamente preocupada por las usurpaciones de jurisdicción, al ordenar
que no se les tomen prendas a estos ganaderos a no ser que coman los baldíos de la villa o que
quieran usurpar la jurisdicción de la ciudad.15 Podemos ver cómo la defensa de la integridad
territorial, ante un problema delicado, es más importante para el cabildo cordobés que la de los
intereses económicos de los vecinos de su villa.
Y tiene motivos la ciudad para preocuparse, ya que en algunas ocasiones los nobles consiguen
su objetivo, y logran anexionarse parte de las tierras de realengo que dominaba legalmente la
ciudad, consiguiendo no sólo su propiedad, sino también la jurisdicción sobre ellas. Incluso
puede el concejo de Córdoba perder de esta manera algunos núcleos de población, como ocurrió
en el primer tercio del siglo XV con una aldea que el señor de Santa Eufemia arrebata a la
ciudad en la zona de Los Pedroches.16 Además, algo después, el mismo señorío intenta usurpar
la administración de justicia en la misma población de Alcaracejos, con lo que se habría
apropiado de su jurisdicción, cosa que finalmente no conseguirá. Sí parece, sin embargo, que
tuvo éxito en el caso del "Villar Alto", donde había 5 vecinos, según este mismo documento, y
acabó incorporado a su señorío. El concejo de Pedroche estima entonces que los daños que en
estos últimos años ha causado el señor de Santa Eufemia al realengo de la ciudad asciende a
300.000 doblas, cantidad posiblemente exagerada, pero de cualquier manera significativa de la
gran entidad que tenían estos pleitos.
Por último, no conviene olvidar que el dominio territorial y jurisdiccional de cualquier zona
lleva implícito en estos momentos el control de su economía. La producción agrícola, artesanal,
pero sobre todo los aprovechamientos ganaderos, serán nuevas causas de frecuentes conflictos
entre los señoríos y el realengo de la ciudad de Córdoba, representado éste último por las villas y
aldeas más cercanas a la línea divisoria antre ambas jurisdicciones. Pero el dominio económico
no queda limitado al control de la producción, sino que es aún más importante el acceso a las
14
El estudio más reciente y completo del tema en Cabrera, E. / Moros, A., Fuenteovejuna. La violencia antiseñorial en el
siglo XV. Barcelona, 1991.
15
16
AMC, LAC, 1504.04.19.
AMC, 001.02.19, 1426.02.05. Trata de diferentes usurpaciones hechas por el mencionado señorío de Santa
Eufemia, entre las que está su entrada en Alcaracejos, lugar de Córdoba, donde "rayaron ende más de legua y media
de tierra, et está ende asentado un pueblo en que ay catorse vesinos o más, et pechan y siruen con Santofimia y non
con Córdoua nin con su término".
Juan Bautista CARPIO DUEÑAS
vías de comunicación, consideradas como rutas comerciales.17 Hay que tener presente que el
control de una ruta por parte de cualquier señorío no supone sólo un acceso más cómodo a los
posibles canales de distribución de excedentes de productos, sino esencialmente la posibilidad de
cobrar los derechos e impuestos establecidos en determinados puntos de dicha ruta. Estos
cobros, ya sean más o menos legales (léase usurpados a su verdadero beneficiario), aunque
puedan parecer poco relevantes en el caso de rutas locales o comarcales, se pueden convertir en
una buena fuente de ingresos cuando lo que se controla es algún paso estratégico en una gran vía
de comunicación. Finalmente, aunque su importancia sea menor, también se puede hacer
mención del control de mercados, normalmente a pequeña escala, que a veces se convierte
igualmente en motivo de pleitos.
En una época en la que la ganadería está ganando claramente la partida al resto de los sectores
productivos, y estudiando una zona rural, donde los aprovechamientos agrarios son la base
económica esencial, es normal que estos conflictos entre realengo y señoríos lleguen a afectar a
la cuestión ganadera. En este sentido, en 1493 el concejo de Córdoba tiene que ordenar a los
oficiales de las villas y lugares de su jurisdicción que investiguen qué ganados tienen sus
vecinos, para que no entren a comer las tierras realengas los ganados de vecinos de jurisdicción
ajena. Debía ser un problema generalizado el que éstos mezclaran sus ganados con los de los
vecinos de Córdoba y su tierra, para poderse aprovechar así de los pastos de la ciudad.18
No obstante, también debemos señalar que no todo van a ser pleitos entre la ciudad y los
señoríos cercanos. A veces, lo que se inicia como un conflicto terminará, por evitar los costes y
tardanza de los juicios, en la firma de "vecindades" entre los vecinos de ambas jurisdicciones.
Así ocurrirá entre la ciudad de Córdoba y Alfonso de los Ríos, señor de Fernan-Núñez, que
asientan la vecindad según la cual los vecinos del señorío podrán cazar y cortar leña en el monte
de San Nicolás, que es realengo, a cambio de que los vecinos de la ciudad puedan hacer lo
propio en las tierras de este señorío.19
Como se puede observar, nunca faltarán causas de conflictos entre la ciudad de Córdoba y los
señoríos establecidos a su alrededor. Cuando se produce una señorialización en cualquier zona,
lo que el rey concede es un dominio territorial y jurisdiccional, que será, por lo tanto, aplicable a
un territorio y a unos habitantes de ese territorio o vasallos. Debemos, a este respecto, tener
siempre presente que la verdadera fuerza de un señorío no está sólo en proporción a la amplitud
de las tierras concedidas, sino, principalmente, al número de personas cuya jurisdicción (en
sentido judicial, pero también administrativo - fiscal) pasa a manos del nuevo señor, del que se
convierten en vasallos.
17
Sobre este tema, los ejemplos son igualmente muy numerosos. Podemos destacar entre ellos los conflictos
existentes entre la ciudad de Córdoba y el señor de Santa Eufemia por el control del paso del Puerto del Guijo,
presentes en varias sesiones del cabildo cordobés durante 1493. Vid. AMC, LAC, 1493.01.25; 1493.02.04; etc.
18
AMC, LAC, 1493.05.05. Si algún vecino de villa o lugar de Córdoba quiere traer su ganado a pastar los baldíos
o realengo de la ciudad, deberá traer fé de sus oficiales de qué ganado tiene ese vecino, para que no entre con
"ganado ajeno" revuelto al suyo.
19
AMC, LAC, 1495.07.08. Ver también AMC, LAC, 1495.08.29. Estos problemas por el aprovechamiento de los
montes serán también causa de conflictos con otros señoríos. Así, tenemos constancia de pleitos por esta causa entre
los vecinos de Bujalance, jurisdicción de Córdoba, y el lugar de señorío de Belmonte. Vid. Archivo General de
Simancas (AGS), sección Registro General del Sello (RGS), 1495.07.02, fol. 63.
“Los movimientos de población como fuente de conflictos entre señoríos y realengo”. Meridies, II, 1995. Pp. 73-93.
Partiendo de todo esto, podemos concretar algo más el tema del presente trabajo, que no es
otro que los problemas causados por los movimientos migratorios a pequeña escala (pero que
implican cambios de jurisdicción) tanto al gobierno de la ciudad como a los señores de vasallos.
Este tipo de movimientos de población de radio reducido se producen en muchas ocasiones
dentro de la misma jurisdicción de realengo, cuando algún vecino de una villa cambia su
residencia a otra cercana, como vimos anteriormente. En este caso, el problema sería
prácticamente inexistente, quedando reducido a la necesidad de controlar estos cambios para
proceder a los cobros de impuestos, realizados normalmente en función de la villa o lugar de
residencia de los vecinos. Igualmente, se producen movimientos de población entre señoríos
colindantes, tema que también podría causar ciertos problemas, pero que ahora no nos interesan.
Los que ahora nos ocupan son los referidos a vecinos de villas o aldeas de realengo que deciden,
o se ven obligados algunas veces, establecerse en señoríos. O el caso contrario, más extraño,
pero potenciado por la ciudad en ciertas ocasiones, como veremos después, de vecinos de
lugares de jurisdicción ajena que se establecen en territorio de realengo.
III. MIGRACIONES DE REALENGO A SEÑORIO
Los deseos de los señores de vasallos de aumentar su dominio y poder no se reducen a
intentar ampliar el territorio que les ha sido otorgado como señorío, sino que también buscarán
aumentar el número de vasallos sobre los que recae su jurisdicción. El problema se nos presenta
al tratar de estudiar estas dos realidades, la ambición de tierras y la ambición de vasallos, de
forma independiente, ya que en la mayoría de los casos los objetivos en ambas situaciones no
son sino dos caras de una misma moneda: podríamos hablar más propiamente de un único
objetivo, el de aumentar su poder, buscado de dos formas diferentes, pero que no siempre se nos
presentan separadas.
Al noble le interesa contribuir a la creación de un relativo vacío poblacional en el realengo
que limita su jurisdicción, con la doble idea de ganar vasallos, posibilitando a los antiguos
vecinos del realengo el asentamiento en su señorío, además de debilitar a estas zonas para
intentar más tarde ampliar a su costa su propio dominio jurisdiccional.
Por esta razón, no debe extrañarnos encontrarnos en algunos casos a nobles presionando desde
su señorío a las poblaciones vecinas, bien utilizando su mayor fuerza (el noble actúa con todo su
poder, mientras que las villas o aldeas acosadas no son más que pequeñas porciones de la tierra
de la ciudad, y además bastante alejadas de ella en la mayor parte de los casos), o bien
concediendo a los vecinos que se asienten en su jurisdicción determinadas ventajas económicas
respecto a la situación en que vivían dentro del realengo (un realengo, recordemos, al mismo
tiempo acosado por el titular y los habitantes del señorío). A continuación pasamos a analizar
ambos aspectos.
1. La actitud del noble: presiones y amenazas
Como acabamos de mencionar, es usual en este tiempo que los beneficiarios de un señorío
intenten por todos los medios ampliar tanto la superficie sobre la que se asienta como el número
de vasallos sobre los que se ejerce. Al hablar de "todos los medios" queda claro que no se trata
sólo de pleitos de tierras llevados ante las instituciones judiciales. Hacia finales del siglo XV
contamos en el Reino de Córdoba con la presencia de un noble, señor de vasallos con señorío
colindante a la comarca conocida entonces como tierra del Pedroche, que nos puede servir como
prototipo de toda esta serie de artimañas ilegales para ganar tanto tierras como pobladores para
Juan Bautista CARPIO DUEÑAS
sus villas. Se trata de Gonzalo Mejía, señor de Santa Eufemia, al que ya hemos mencionado,
cuyos constantes e interminables pleitos con la ciudad de Córdoba debieron hacer muy conocido
en todos los tribunales de justicia. Pero, en el asunto que tratamos, no son precisamente estos
debates judiciales los que nos llaman la atención, sino esencialmente los medios poco lícitos con
los que pretendió despoblar en su beneficio algunos lugares de realengo colindantes con su
jurisdicción. Su actuación puede considerarse, en líneas generales, como un buen ejemplo de los
métodos de actuación de los titulares de señoríos de la zona cordobesa.
Hacia finales del siglo XV, Mejía había conseguido, aparte de las villas que pertenecieron a su
señorío desde su origen, y de otras tierras cuya titularidad nunca acababa de estar demasiado
clara, ostentar la jurisdicción sobre un barrio de la villa de Torremilano, quedando el resto en
posesión del concejo de Córdoba, y desde él ambicionaba hacerse con el poder en toda la
población, quizá como puente desde donde intentar ejercer el control de una mayor parte de la
comarca de Los Pedroches.20 El hecho es que en 1492, dominando perfectamente su señorío,
Mejía se establece en el barrio de Torremilano cuya jurisdicción detenta, al que llamará
Torrefranca, y desde allí se dedica a enturbiar la paz de los vecinos del territorio de realengo,
promoviendo que "se fagan en ella vandos e parçialidades", con el fin de favorecer el paso de
población de este barrio al que él domina.21 Estos movimientos tienen como objetivo, como se
ha dicho, tanto ganar en número de vasallos como intentar usurpar la jurisdicción del concejo de
Córdoba.22 El problema planteado a la ciudad de Córdoba por la presión que este noble ejerce
con el objeto de despoblar la parte de realengo de la villa de Torremilano no es algo nuevo en
este momento, ya que tiempo atrás, "a cabsa de los debates e diferençias que heran entre la dicha
villa de Torremylano e la dicha Torrefranca, que están juntas, segund fue dado por sentencia por
los reyes de gloriosa memoria, nuestros progenitores, por escusar los dichos dannos, [mandaron]
que se fisiese una tapia que sirviese de muro entre amos (...) e que sy no oviera seydo, la dicha
villa fuera despoblada. E que vos el dicho Gonzalo Mexía, a fyn e con yntynçión que la dicha
villa se despueble (...)".23 Este muro, que debe dividir a los vecinos de ambas jurisdicciones,
servirá como protección a los vecinos del realengo, para defenderse de los posibles ataques de su
molesto vecino. Así debió seguir la situación durante bastante tiempo, como parece deducirse, al
menos, de las órdenes dadas por el concejo cordobés, en 1506, para reparar esta tapia, de forma
que no pueda pasarse de un barrio a otro.24 De la lectura de algunos de estos documentos parece
desprenderse la idea de que este muro fué construido por mandato de la reina Isabel, pero hay
constancia de su existencia ya en 1426, cuando los oficiales de Pedroche, quejándose de los
agravios que esta comarca sufre del señorío de Santa Eufemia, hablan de que los jurados y
alguacil de Santa Eufemia vinieron a Torremilano y mandaron cerrar con tapias una calle, para
separar de eta forma el barrio de Córdoba del que quedará teóricamente bajo el control del
concejo de Santa Eufemia, creando lo que podría ser el precedente más antiguo del muro del que
20
Carpio Dueñas, J.B.,
21
AGS, RGS, 1492.04.04, fol. 136.
"Sobre el origen de las Siete Villas de Los Pedroches", Ifigea, IX. Córdoba, 1993, pp. 77 - 89.
22
Vid. Cabrera, E., "Usurpación de tierras y abusos señoriales en la Sierra cordobesa durante los siglos XIV y XV",
Actas del I Congreso de Historia de Andalucía. Andalucía Medieval, II. Córdoba, 1976, pp. 33-84.
23
AGS, RGS, 1491.11.21, fol. 243.
24
Vid. AMC, LAC, 1506.09.23 y 1506.11.09.
“Los movimientos de población como fuente de conflictos entre señoríos y realengo”. Meridies, II, 1995. Pp. 73-93.
hablamos,25 que habría sido así hecho efectivamente por "los reyes de gloriosa memoria".
Sin embargo, siendo como es este señor casi un experto en pleitos de términos, no debemos
pensar que inmediatamente pase a acatar una orden de la ciudad (o de cualquier otro juez) para
que no vuelva a intentar crear problemas a sus vecinos. Al contrario, lejos de dejar de molestar a
los pobladores de realengo, se dedica a comprar varias casas cerca de la tapia que divide la villa
en ambas jurisdicciones, con el interés de hacer por ellas un portillo que comunicara las dos
partes, volviendo a prestar oídos sordos a las quejas del concejo de Córdoba ante estos abusos.26
Efectivamente, aunque fué, parece ser, un señor de Santa Eufemia el que mandó construir el
dicho muro, desde al menos 1479 Gonzalo Mexía intenta que sea destruido, alegando que
perjudica a los vecinos de ambas partes.27
Para ver hasta qué punto el noble es capaz de intentarlo todo para conseguir sus propósitos, es
suficiente ver qué hace con estas casas que ha comprado: tras una epidemia de peste en
Torremilano, Gonzalo Mejía se dedica a comprar todas las casas que puede a los herederos de
los fallecidos en ese tiempo. Pero lo que realmente intenta no es acumular bienes inmuebles,
sino contribuir a la finalización de la tarea que ya ha comenzado la peste: la despoblación de la
villa. Con este único objeto, se dedica a desmontar literalmente esas casas y trasladar sus tejas y
todo lo que pudiera ser aprovechable al barrio de su jurisdicción. Sabemos que el noble no pudo
conseguir finalmente su objetivo de despoblar Torremilano, pero todas estas maniobras eran
vistas con gran preocupación por el concejo de Córdoba, que nuevamente debía emplearse a
fondo para defender a los vecinos de sus villas.28
Por tanto, viendo la documentación que ha llegado hasta nosotros, nos puede dar la impresión
de que este noble estaba instigando constantemente a los cercanos núcleos de población
realengos, con el objeto de despoblarlos y quizá finalmente anexionarlos a su señorío. En esta
tarea también tenemos constancia de que era "ayudado" por sus vasallos. Así, los oficiales de la
justicia de Torrefranca intentarán en determinadas ocasiones juzgar pleitos en los que los
acusados son vecinos de Torremilano, el barrio que permanece en la jurisdicción de Córdoba. Si
conocemos algunos de estos casos es porque el acusado tuvo que recurrir ante el Consejo Real
para reclamar sus derechos, algo, además de costoso, cuanto menos incómodo.29
¿Cuál era la pretensión de Gonzalo Mejía al acosar de este modo a los vecinos de la villa de
Torremilano?. Sin duda, ya que en estos momentos él poseía la jurisdicción de parte del casco
urbano de esta villa, su idea no debía estar muy alejada de la comentada por N. Cabrillana para
el caso del noble Fernando de Tejada, que despuebla la aldea de Arévalo, que contaba con unos
10 ó 12 vecinos, para aumentar la población de su propia villa, Tejada.30 La despoblación de
25
AMC, 001.02.19, 1426.02.05. En este mismo documento se acusa a este señorío de haber intentado despoblar y
anexionarse las poblaciones de Alcaracejos, Casas de don Adame y Villar Alto.
26
AGS, RGS, 1491.11.16, fol. 245; y 1491.11.21, fol. 224.
27
Vid. AGS, RGS, 1479.07.24, fol. 104
28
AGS, RGS, 1491.11.21, fol. 243. Contiene un mandato del concejo de Córdoba dirigido a Torremilano, donde
apoya legalmente a su villa ante las pretensiones del señor de Santa Eufemia, fechada el 30 de mayo de ese mismo
año.
29
Por ejemplo, el caso de Martín Bernaldo. Vid. AGS, RGS, 1480.05.17, fol. 94.
30
Cabrillana, N.,
"Salamanca en el siglo XV: nobles y campesinos", Cuadernos de Historia, III. 1969, p. 262.
Juan Bautista CARPIO DUEÑAS
núcleos rurales a fines de la Edad Media, además de los casos similares a los que estamos
comentando, es un fenómeno demográfico generalizado según algunos autores en toda la
Península Ibérica, e incluso en todo el Occidente europeo, lo que justifica el miedo de los
vecinos de estas poblaciones y, sobre todo, del concejo de la ciudad de Córdoba, ante las
pérdidas de población de sus villas y lugares.31
2. Ventajas del señorío
Visto el deseo de los señores de vasallos por conseguir que aumente el número de vecinos de
las villas y lugares bajo su control, hay que señalar que no era la técnica de acoso a los vasallos
de Córdoba la única que podían emplear. Naturalmente, aunque los resultados fueran más lentos
y menos espectaculares, también podían intentar que estos pobladores de tierras realengas
pasaran voluntariamente a residir en núcleos de población de su señorío, concediéndoles una
serie de privilegios económicos mayores de los que podían conseguir en su antigua residencia.
Este método podía ser más lento, es verdad, pero no hay duda de que también sería menos
problemático para todos. Tenemos que tener en cuenta que la pretensión de estos titulares de
señoríos no es, generalmente, la de provocar migraciones de largo alcance, sino la de atraerse a
los pobladores del realengo más cercano, y que en estos movimientos de población de corto
radio, las motivaciones económicas y fiscales están entre las más destacadas.32
En este sentido, M.A. Ladero señala que muchos nobles proporcionarán facilidades fiscales a
quienes se acojan a su señorío, estableciendo ferias y mercados francos u ofreciendo ciertas
exenciones de impuestos. Estas medidas son ilegales, pero se repetirán con frecuencia, sobre
todo entre 1440 y 1470, siendo muchas veces, a pesar de su ilegalidad, efectivas en el intento de
atraer pobladores y conseguir el auge de los núcleos urbanos establecidos en sus señoríos.33
Por otra parte, en una época de inseguridad como es ésta, sobre todo en las zonas más
cercanas a la frontera, las mayores capacidades defensivas de los señoríos, creados en ocasiones
precisamente para asegurar el dominio militar de estas tierras, también podrán tener su influencia
en la decisión de los vecinos de ciertos lugares, normalmente pequeños, de asentarse en los
dominios de algún señor de vasallos, en las poblaciones amuralladas o defendidas por castillos y
fortalezas. Así, a mediados del siglo XIV, la construcción por parte de Garci Méndez de
Sotomayor, señor de Jódar, de una torre defensiva en las tierras que había recibido como
donadío, dará lugar a un importante trasvase de población, desde la antigua aldea de Alcocer
hasta esta torre, creándose a su alrededor un núcleo de población al que se dará el nombre de El
Carpio, señorializado definitivamente en 1369 en manos de Luis Méndez de Sotomayor.34 Un
31
Así lo entiende Casado, H., Señores, mercaderes y campesinos. La comarca de Burgos a fines de la Edad Media.
Valladolid, 1987, p. 91, al estudiar la comarca burgalesa, donde se dan varios casos de despoblación de núcleos
rurales, pero ninguno de creación de otros nuevos.
32
Vid. Collantes de Terán, A., "Los efectivos humanos", Historia de Andalucía (III). Andalucía del Medievo a la
Modernidad. Barcelona, 1980, p. 96.
33
Ladero Quesada, M.A.,
"Corona y ciudades en la Castilla del siglo XV", En la España Medieval, V. Madrid, 1986, pp.
551 - 574.
34
Sanz Sancho, I., La Iglesia y el Obispado de Córdoba en la Baja Edad Media (1236 - 1426), I. Madrid, 1989, pp.
182-83. Otro ejemplo en pp. 239-240, en este caso el de Martín Alfonso de Montemayor, que, tras recibir de su
padre las salinas y heredamiento de Dos Hermanas, ocupa un lugar cercano en el que edifica una fortaleza,
trasladando a ella a los pobladores de la antigua aldea de Dos Hermanas, y dando nacimiento al señorío de
Montemayor.
“Los movimientos de población como fuente de conflictos entre señoríos y realengo”. Meridies, II, 1995. Pp. 73-93.
caso similar nos relata Ramírez de Arellano, refiriéndose en esta ocasión a la concentración en
Fernán Núñez, en 1385, de población de las aldeas cercanas, ante los constantes ataques
musulmanes que sufrían.35 Volviendo al mismo caso visto en el apartado anterior, el del señor
de Santa Eufemia buscando atraerse a vecinos y moradores del barrio de Torremilano que
pertenece a la ciudad de Córdoba, podemos observar cómo se trata de un noble que
efectivamente realiza la doble política comentada anteriormente, ya que a la vez que acosa a
estos vecinos de realengo, haciéndoles ver que su traslado hasta el barrio dominado por él mismo
supondría el final de muchas de sus penalidades, instala en su porción de la villa, de forma ilegal
por otra parte, dos mercados francos semanales.36 Esta sería una medida complementaria de los
abusos contra los vecinos del realengo, a los que da un nuevo argumento para cambiar su
residencia. Todo ello aparte, por supuesto, de los beneficios directos que puede acarrearle el
dominio del comercio en la zona, utilizando para ello instrumentos que, si bien puede decirse
que no eran totalmente legales, nadie puede discutir que fueron efectivos en parte, al menos a
juzgar por la preocupación que estas noticias causan al cabildo cordobés.
Este método que acabamos de señalar no es, ni mucho menos, utilizado únicamente por el
señor de Santa Eufemia, sino que ya, años atrás, había sido puesto en práctica por otros nobles,
titulares de señoríos en los límites de la jurisdicción de Córdoba. Es, por ejemplo, el caso de D.
Alfonso de Aguilar, quien instala un mercado de carnes dentro de su señorío, en tierra de
Montilla, pero cerca del término de la villa de La Rambla (perteneciente al realengo de la ciudad
de Córdoba).37 Con este mercado parece claro que el noble puede pretender vender, aunque de
forma ilegal, sus excedentes de carne a vecinos del realengo de Córdoba, aunque tampoco deja
de ser cierto que entre los vecinos de La Rambla pronto podría hablarse de que "en el señorío se
vive mejor", entre otras posibles causas por el menor precio de artículos de primera necesidad.
En este caso, además del interés económico directo del noble, algo de lo que no dudamos en
ningún momento, posiblemente éste aprovechase también la situación para hacerse de alguna
forma publicidad, más aún en un tiempo en el que ha sufrido recientemente serios contratiempos
políticos.38
Este problema será tenido muy en cuenta por el concejo de Córdoba, que no puede permitir
que sigan existiendo vínculos económicos demasiado estrechos entre vecinos de su villa y un
señorío de tal importancia, cuando además se le causa un perjuicio económico grave al concejo
de La Rambla, que para poder arrendar su carnicería tendrá naturalmente que asegurarle al
beneficiario el cumplimiento de las ordenanzas, no permitiendo que los vecinos salgan fuera de
la población para abastecerse de estos productos.
35
Ramírez de Arellano, R.,
Historia de Córdoba. Desde su fundación hasta la muerte de Isabel la Católica, t. IV. Ciudad
Real, 1918, p. 139.
36
AGS, RGS, 1492.04.04, fol. 136.
37
Este caso lo conocemos por la queja que presentan ante el concejo de la ciudad los más perjudicados por el
caso, los arrendadores de la carnicería de la villa de La Rambla, y recogido en las Actas Capitulares del concejo
cordobés. AMC, LAC, 1479.05.26.
38
Con la toma definitiva del poder en Córdoba por parte de los Reyes Católicos, a finales del año 1478, Alfonso
de Aguilar se ha visto privado de gran parte de su poder, sobre todo en cuanto al dominio de los recursos del
concejo de la ciudad, que hasta esta fecha dominaba de forma casi absoluta. Vid. Carpio Dueñas, J.B., "Poder político y
poder militar: los castillos de la tierra de Córdoba (1478)", La fortificación medieval en la Península Ibérica. IV
Curso de Cultura Medieval, Palencia (en prensa).
Juan Bautista CARPIO DUEÑAS
Otro tipo de trasvase de población que se producirá ya desde el siglo XIV, pero
fundamentalmente durante el XV será el de concentración de la población, frente al poblamiento
relativamente disperso que caracterizaba la zona en la época inmediatamente anterior. Fruto de
esta tendencia será la aparición de numerosos despoblados (lo que aumenta aún más el ya
comentado miedo de los vecinos de villas y lugares a la desaparición de sus poblaciones) junto al
crecimiento de la vecindad de las villas más grandes y mejor defendidas.39 Las causas
principales de los movimientos de población, en este caso, no serían ajenas a la inseguridad
fronteriza, ante las constantes razzias musulmanas, pero tampoco, como señala el propio
Iluminado Sanz, a la intervención de los titulares de señoríos. Este mismo proceso es señalado
por García de Cortázar, para quien es evidente, a nivel castellano, la tendencia a la concentración
de la población en menor número de núcleos, con más habitantes, a la vez que se produce una
clarificación de la situación jerárquica entre ellos, comenzando a distinguirse bien las aldeas de
las villas.40 Otros investigadores explican esta concentración de población en los lugares
mayores como consecuencia de la falta de trabajo, que obliga a los menos favorecidos a cambiar
de residencia en su busca.41 En general, me inclino a pensar que quizá ninguna de estas causas,
por sí solas, provocaría estos movimientos de población, que serían más bien consecuencia de la
conjunción de varias de estas causas. En la zona cordobesa, la inseguridad de los pequeños
núcleos ante los ataques desde el cercano reino de Granada, unido a las presiones ejercidas desde
los señoríos serían, posiblemente, las dos causas principales de estas migraciones, como señala
el dr. Sanz, ayudadas tal vez por las mejores perspectivas económicas y sociales que las villas
mayores podían ofrecer a estos campesinos.
IV. LA REACCION DE LA CIUDAD
Ante esta situación de constante amenaza para sus intereses por parte de los señores de
vasallos cercanos, la ciudad tiene que proveerse de los mecanismos de defensa adecuados, tanto
para evitar la pérdida de tierras como para mantener los niveles de poblamiento de sus villas y
aldeas y, si es posible, incluso tomar todas las medidas necesarias para promover migraciones
desde los lugares de señorío hacia sus propias villas y lugares. Córdoba inicia así una doble
política de frenar el despoblamiento a la vez que potencia la repoblación de las villas y aldeas de
su jurisdiccción.
1. Reacciones frente al despoblamiento
La despoblación de las villas y lugares de su término siempre fué una gran preocupación de la
ciudad de Córdoba. Desde el momento de la conquista del territorio, como se dijo al principio de
este trabajo, era importante proceder a instalar en él a los moradores suficientes tanto para
defenderlo como para explotarlo económicamente.42 Sobre este particular, nos queda constancia,
39
Vid. Sanz Sancho, I., op. cit., pp. 296 - 298.
40
García de Cortázar, J.A.,
La sociedad rural en la España Medieval. Madrid, 1988, p. 200.
41
Yante, J.M., "L'emploi: concept contemporain et réalités médiévales", Le travail au Moyen-Age. Une approche
interdisciplinaire. Louvain-la-Neuve, 1990, p. 365. Según este autor, la falta de trabajo que proporcione lo
necesario para mantener a la familia provocará migraciones campo - ciudad.
42
Lacarra de Miguel, J.M.,
"Acerca de la atracción de pobladores en las ciudades fronterizas de la España cristiana (siglos
“Los movimientos de población como fuente de conflictos entre señoríos y realengo”. Meridies, II, 1995. Pp. 73-93.
por ejemplo, de que Alfonso XI había concedido a la villa fronteriza de Cabra ciertas exenciones
de impuestos para contribuir a su poblamiento, como ya se hacía con otras villas y lugares
situados en la frontera.43
Y, si antes ya comentábamos que la principal causa de conflictos
relacionados con las migraciones estaban relacionados con el cobro de impuestos, ahora también
podemos decir que los repartimientos, alcábalas y otras imposiciones pueden estar entre las
causas de algunos de estos movimientos de población. Es lo que mantienen, al menos, algunos
vecinos de Montoro, villa de Córdoba, que se quejan de la forma que tienen los oficiales de
repartir los impuestos en esta villa, resultando perjudicados los más pobres de sus vecinos, lo
que, mantienen los mismos, podría dar lugar incluso a la despoblación de la villa. Hay que tener
en cuenta que en estos casos quizá se abuse de exageraciones para que sus quejas sean tenidas en
cuenta, pero, de todas formas, es significativo que se aluda, como un problema amenazante para
la ciudad, a la posibilidad de despoblación de la villa. Esto demuestra que, sea más o menos
cierta esta posibilidad, al menos hace despertar el interés por estos problemas a los defensores
del realengo. Así, aunque el peligro de despoblación pueda ser exagerado, sin duda el miedo de
la ciudad a que ésta se produzca no lo es tanto. En este caso concreto, la amenaza de
despoblación se vé complementada por el hecho de que "son ydos de la dicha villa a bebir al
Carpio e a otros lugares de sennorío muchos becinos".44
De hecho, podemos decir que en muchas de las peticiones que las villas y aldeas hacen a la
ciudad de Córdoba, sobre temas diversos, incluyen para darle más fuerza la advertencia de que la
villa podría despoblarse, de lo cual, como estamos viendo, la presión de los señoríos no es la
única causa, aunque sí una ayuda muy importante para desarrollar este peligro. Se puede
observar esto claramente en el caso de Alcaracejos, aldea de Torremilano, que, como podrá
recordarse, estuvo cierto tiempo en el punto de mira del expansionista señor de Santa Eufemia.
En 1490, a este problema se unirá el causado por conflictos ganaderos con el concejo de
Fuenteovejuna, acompañados de las habituales tomas de prendas y encarcelamientos de vecinos
de esta aldea, etc. Unido todo ello, hace que los vecinos de Alcaracejos protesten ante el Consejo
Real, alegando que esta aldea podría fácilmente despoblarse si no se atienden sus quejas,
"segund es estéril e los pocos términos que tiene".45 Podemos ahora recordar cómo Gonzalo
Mexía, señor de Santa Eufemia, había ido consiguiendo poco a poco hacerse con la jurisdicción
de varias aldeas de la comarca, y ahora seguía empeñado en conseguir hacerse con ésta.
Reduciendo constantemente sus términos, parece que estaba logrando, si no una despoblación
completa, que permitiera integrar sus términos en el señorío, sí impedir que la población
XI - XII)", En la España Medieval, II. Estudios en memoria de Salvador de Moxó, I. Madrid, 1986, pp. 485 - 498.
Resalta la importancia de medidas reales para favorecer el asentamiento de pobladores en los lugares conquistados
durante el siglo XII, principalmente en la Meseta Sur.
43
Real Academia de la Historia (en adelante RAH), Colección Salazar, I-39, ff. 133 - 135. Alfonso XI concede
ciertas franquezas a los que fueran a poblar la villa de Cabra. Ver también AMC, 01.01.sn. 1417.01.10. En esta
fecha, el concejo de esta villa protesta diciendo que ni la ciudad de Córdoba ni las demás villas y ciudades quieren
guardarle este privilegio, que es confirmado por Juan II. Este es un sistema de promocionar la repoblación de la
zona de frontera que ya se utilizaba desde el siglo XIII, por ejm. referido a la villa de Priego, a quienes concede
Sancho IV en 1288.10.16 la exención de portazgos. RAH, Colección Salazar, I-40, ff. 287 - 287v. Otro ejemplo
puede encontrarse en Maraver y Alfaro, M., Historia de Córdoba, vol. 2. Manuscrito en AMC, donde cita un privilegio de
noviembre de 1389 por el que se excusa de tributos a 30 hombres que vinieran a poblar el lugar de Madroñicejo y su
término.
44
AGS, RGS, 1490.01.13, fol. 77.
45
AGS, RGS, 1490.06.29, fol. 107.
Juan Bautista CARPIO DUEÑAS
creciera, con lo que continuaría dispuesto para el acoso cuando se presentara una oportunidad
ventajosa, como bien podría ser el momento en que se entabla este pleito con otra villa realenga,
que debilitaría las defensas morales, y también económicas (llevar adelante un pleito traía
consigo considerables gastos) de la aldea.
Hasta ahora hemos visto cómo la despoblación de sus villas y aldeas es preocupación
constante para la ciudad, pero no debemos pensar, por el hecho de que en la mayoría de las
ocasiones esta despoblación no se produce, que la ciudad actúe de forma demasiado "aprensiva",
ya que tiene motivos sobrados para tener estos miedos. Así, en 1427, unos representantes del
concejo de Córdoba visitan las villas y lugares del término de la ciudad, llegando hasta el castillo
de Almenara, que contaba hasta entonces con su pequeño núcleo de población, encontrándose
con la sorpresa de que "non fallaron y saluo dos vesinos, et dixieron que los otros eran ydos del
dicho lugar, por muchas syn rrasones que rresçibían".46
De las declaraciones a estos oficiales cordobeses hechas por los dos únicos vecinos que
quedan en Almenara podemos deducir que sus habitantes habían sido objeto de diferentes abusos
y usurpaciones de tierras realizadas por regidores (caballeros veinticuatros) de la ciudad.
Muchos vecinos se han visto privados de las viñas que Córdoba les había dado en propiedad
cuando fueron a morar a este lugar, o de pastos suficientes para sus ganados. Estos abusos de
algunos regidores cordobeses se ven complementados por vecinos de Palma, que también
usurpan términos de este lugar, lo que hace que sus vecinos sean "ydos beuir fuera parte, que
non fincauan más de seys vesinos, los quales dis que estauan para se yr". Nuevamente podemos
comprobar cómo un señorío, en este caso el de Palma, ayudado por ciertos poderosos de la
ciudad, intenta despoblar un lugar realengo, y esta vez parece ser que sí tuvo éxito.
La ciudad tiene que intentar por todos los medios que estos episodios no se reproduzcan, y
para ello luchará por evitar, como veremos más adelante, que los vecinos de villas y lugares de
realengo pasen a vivir a los señoríos cercanos. Para ello utilizará medios no siempre totalmente
lícitos. En este sentido, tenemos constancia de unos vecinos de Castro del Río que se
establecieron en el señorío de Aguilar, y que protestan porque el alcalde mayor de Córdoba les
ha amenazado con confiscarles todos sus bienes a causa de este traslado.47
Ante la presión constante ejercida sobre el realengo por los señores comarcanos, la primera
necesidad para la ciudad sería la de evitar la posibilidad de que estos señoríos ganaran terreno a
costa de las tierras de realengo. En este sentido, Córdoba consigue de los Reyes un mandamiento
tendente a que los señores de vasallos no pudiesen comprar tierras en realengo, pero limitando
con la jurisdicción señorial, "por que non lo pudiesen apropiar a su juridiçion". El procedimiento
usado por estos nobles es bien sencillo, como se demuestra en el caso del Alcaide de los
Donceles, que se dedica a comprar tierras, en persona o por mediación del "comendador
Gonzalo Mendes", dentro del término de Castro del Río, pero lindando con su villa de Espejo.
De ostentar la posesión de las tierras a defenderlas ya como jurisdicción propia sólo hay un paso,
que se podrá dar inmediatamente.48 Este procedimiento, sencillo y no muy diferente al que
hemos visto utilizar al señor de Santa Eufemia, aunque en aquel caso se tratara de bienes
46
La visita a Almenara se realiza el 6 de junio de 1427. Este documento se encuentra en el Archivo Municipal de
Córdoba, en una caja registrada como "varios antiguos", y que contiene principalmente documentos de juzgados de
términos, pendiente de reclasificación.
47
AGS, RGS, 1494.03.15, fol. 461.
48
AGS, RGS, 1495.08.03, fol. 36.
“Los movimientos de población como fuente de conflictos entre señoríos y realengo”. Meridies, II, 1995. Pp. 73-93.
urbanos en lugar de tierras de labor, estuvo con toda seguridad bastante generalizado a fines de
la Edad Media.49 Tenemos constancia de que fué también utilizado por el noble quizá más
destacado de la zona cordobesa en este tiempo, don Alfonso Fernández de Córdoba, señor de
Aguilar, que compró tierras en Santaella quizá con estos mismos fines de usurpar su
jurisdicción.50 Sin duda alguna este método debió ser muy utilizado, y la ciudad de Córdoba tuvo
que hacer verdaderos esfuerzos por frustrar las intenciones de los nobles, algo muy difícil
cuando se trata, como en el caso que acabamos de ver de Castro del Río, de una villa de realengo
siempre cercana y amenazada por problemas políticos a cualquier nivel, ya que, en primer lugar,
se encuentra rodeada de señoríos, y por otra parte, dentro de ella tienen importantes posesiones
algunos muy destacados miembros de la nobleza y la Iglesia de Córdoba, que se puede mezclar
igualmente en cualquier movimiento que se produzca en torno a esta villa (al poseer el control
impositivo de las mercancías que pasan por aquí, dentro de la importante ruta Córdoba Granada) y, por último, en ella se sitúa además una fortaleza de gran importancia estratégica a la
vez que causa de no pocos problemas.51
De la misma forma, el concejo de Bujalance tiene hecha ordenanza para que sus vecinos no
puedan vender viñas "a ninguna persona ni personas que biuan en lugar de Sennorío",52 con lo
que estarían tratando de evitar la posibilidad de que después de comprar estas tierras usurpasen
su jurisdicción, pero, sobre todo en este caso, además evitarían que desde el señorío se pudiese
controlar la producción de un artículo tan importante en este momento como es el vino.
Pero aparte de controlar las ventas de tierras a señores de vasallos, que pueden hacer
disminuir el poder del concejo de Córdoba sobre ellas, la ciudad también se preocupa de que los
vecinos de señorío no realicen abusos en las tierras de realengo que puedan causar graves
perjuicios económicos a sus vecinos. En efecto, a los habitantes de un señorío les resulta
relativamente fácil evitar que los vecinos de realengo puedan aprovecharse de sus pastos
comunes, etc. pero no ocurre lo mismo al contrario. El mecanismo utilizado en este caso por los
vecinos del señorío es el de tomar en arrendamiento cortijos (o simplemente el aprovechamiento
de sus pastizales) en tierra realenga, lo que les daría derecho a utilizar los pastos de común
aprovechamiento de las poblaciones en las que están dichos cortijos. Así, los ganados del señorío
tendrían comida suficiente, ya que, después de agotados los recursos de las tierras de realengo
pueden trasladarse a sus propios montes comunales, mientras que los vecinos de villas y lugares
de realengo pueden ver seriamente amenazadas las posibilidades de alimentar su cabaña. La
situación puede llegar a ser tan tensa que el concejo de Córdoba dicte órdenes tendentes a evitar
que los vecinos "de jurisdicción ajena" puedan arrendar pastos realengos, cuyo aprovechamiento
sólo estará permitido a los vecinos de Córdoba y su tierra.53
En el caso de cortijos de realengo arrendados por vecinos de lugar de señorío, éstos estarán
49
Vid. Cabrera, E., "El problema de la tierra en Córdoba a mediados del siglo XIV", Cuadernos de Estudios
Medievales, IV-V. 1979, p. 53.
50
AMC, LAC, 1498.05.23.
51
Sobre las tensiones a que se ve sometida la villa de Castro del Río a finales del siglo XV y comienzos del siglo
XVI, Vid. Yun Casalilla, B., Crisis de subsistencias y conflictividad social en Córdoba a principios del Siglo XVI. Una
ciudad andaluza en los comienzos de la modernidad. Córdoba, 1980.
52
AGS, RGS, 1495.08.22, fol. 27.
53
AMC, LAC, 1499.03.13.
Juan Bautista CARPIO DUEÑAS
obligados a dejar en ellos baldíos donde puedan entrar los ganados de los vecinos de Córdoba y
su tierra, mientras que ellos mismos no pueden entrar con sus ganados en baldíos de cortijos
explotados por vecinos del realengo.54 Además, estos vecinos de señorío sólo podrán entrar en
los baldíos y dehesas de realengo con su ganado de labor.55 De forma similar, se les prohibe
hacer chozas en terreno realengo para vigilar a los ganados, algo que los vecinos de la tierra de
Córdoba podían hacer sin problemas, siempre que no las dejasen en el mismo lugar durante más
de seis meses consecutivos.56
Todas estas medidas debían servir para proteger los intereses de Córdoba, al impedir posibles
usurpaciones de jurisdicción por parte de los titulares de señoríos cercanos, pero también los de
sus vecinos, que podrían defenderse de las excesivas ventajas, e incluso preheminencias, que en
algunos momentos pudieron tener sobre ellos los vecinos de los señoríos. En este sentido, se
puede decir que, si las mejores condiciones económicas fueron uno de los argumentos que
podrían esgrimir los señores de vasallos para atraer hacia sus tierras a pobladores del realengo
(ya fueran reales o meramente publicitarias), la ciudad se marca como meta el no conceder a
estos señoríos más ventajas de las que ellos mismos puedan ofrecer, defendiendo los intereses
económicos de los vasallos de la ciudad de similar forma a como el señor protege los suyos
propios y los de sus vasallos. Se trata finalmente de lograr que si el señor quiere conceder a sus
vasallos más beneficios de los que pueden disfrutar los de la ciudad, pueda hacerlo, pero no a
costa de aprovechamientos abusivos de las tierras de realengo.
Pero aquí nos encontramos con el problema del ejercicio del poder señorial por parte de una
institución colegiada, que ya comentábamos en la primera parte de este artículo. El concejo de la
ciudad intenta actuar de la misma forma que un señorío tradicional, defendiendo los intereses de
sus vasallos por encima de todo, pero hay veces que dentro del mismo cabildo los intereses
pueden ser contrapuestos. El problema aumenta al encontrarnos con la constatación de que los
propios señores de vasallos de la comarca son dirigentes destacados del gobierno urbano. Y esto
lo debemos tener muy en cuenta si queremos entender los problemas que, por ejemplo, hacia
1425, se plantean a la ciudad por los aprovechamientos ganaderos en la zona de Los Pedroches.
Por esta fecha, los jurados de la ciudad presentan al concejo cordobés una queja sobre algunos
ganados de señoríos que entran en las tierras realengas de Los Pedroches, de común
aprovechamiento para los vecinos y moradores de Córdoba y su tierra, pero no para los ganados
de fuera de Córdoba, alegando que lo hacen con permiso de algunos de los regidores de la
ciudad.57
Ante esta reclamación, el cabildo cordobés contestará que nunca antes se había
planteado similar problema, y que éste realmente no existe, porque siempre pudieron el Maestre
de Calatrava y otros señores comarcanos, llevar sus ganados por estas tierras con licencia de los
oficiales cordobeses, siendo más conveniente mantener las buenas vecindades que entablar
54
Los vecinos de señorío sólo podrán entrar en los baldíos de cortijos situados en realengo cuando éstos estén
arrendados a su vez por otros vecinos de señorío, pero no si los que los explotan son vecinos de Córdoba o su tierra.
Igualmente, podrán entrar en los montes realengos para recoger leña para guisar y calentarse en el cortijo que tienen
arrendado, pero no para sacarla de él, ni siquiera para aprovecharla en su propio hogar. Por último, podrán entrar en
dichos montes sólo con los ganados que tengan en ese cortijo, cuyo número, además, está limitado. AMC, LAC,
1495.04.13; 1493.02.15.
55
AMC, LAC, 1495.04.10.
56
AMC, LAC, 1493.04.24.
57
AMC., 001.01.16, 1425.11.06.
“Los movimientos de población como fuente de conflictos entre señoríos y realengo”. Meridies, II, 1995. Pp. 73-93.
pleitos inútiles para todos, y menos aún ahora, en tiempo políticamente revueltos.58 Ante esto,
los jurados de la ciudad vuelven a reclamar, pero admitiendo que los ganados del Maestre de
Calatrava puedan entrar en las tierras de la ciudad, ya que éste era vecino de Córdoba. Aún en
1427 están pendientes estos problemas, y ahora los jurados de la ciudad protestarán contra las
personas que no son de jurisdicción realenga pero siembran tierras en Los Pedroches, algo que
no debe permitirse, al ir contra la ordenanza que hizo la ciudad, con el objeto de evitar la
enajenación de tierras realengas, que la ciudad pueda perder de esta forma.59
En definitiva, como los señores de vasallos, o la mayoría de ellos, que tienen señoríos en la
zona cordobesa, son vecinos de esta ciudad, será muy difícil impedir que ellos, e incluso a veces
sus vasallos, se aprovechen de las tierras realengas. Así, en 1502 el concejo de la villa realenga
de Castro del Río se queja a la ciudad de que el regidor Juan de Mayorga trae sus ganados a
pastar a tierras de la ciudad, y Córdoba les recuerda que, siendo él vecino o morador de la
jurisdicción de esta ciudad, donde tiene casa, mujer e hijos, tiene derecho a llevar a pacer sus
ganados de la misma forma que los demás vecinos y moradores de la tierra de Córdoba,60
mandando igualmente que los vecinos de Córdoba que tengan ganados en tierra de señorío no
puedan traerlos a pastar al término realengo.
Por esta misma causa, Antonio de Córdoba y su hornero de un horno de Belmonte (que es
señorío), conseguirán licencia de la ciudad para cortar leña en montes comunales realengos para
sus casas, ya que son vecinos de Córdoba.61 El problema para los vecinos del término de
Córdoba será muy grave, ya que, pese a todos los intentos legislativos, en teoría los vecinos de
señoríos no pueden entrar con sus ganados en tierras comunales realengas, pero, en la práctica,
incluso los mayores potentados de la zona podrán hacerlo, ya que legalmente son en muchos
casos, además de titulares de señoríos, vecinos de la propia ciudad. Así sucederá con la viuda del
Conde de Cabra, a la que deben permitir adehesar sus tierras en término realengo, ya que es
vecina de la ciudad,62 o al propio Alfonso de Aguilar, que podrá, por la misma causa, llevar sus
ganados a los baldíos de realengo. Contra este problema, lo único que puede hacer la ciudad es
"pedille por merçed que non se quiera poner en esto, por que sy él e los otros caualleros,
sennores de vasallos, oviesen de comer los térmynos desta çibdad, segund tyenen grandes
cabdales, que se conprarían tantos ganados que non avría qué comyesen los vecinos que byuen
en esta çibdad".63 Por lo tanto, no siempre será posible para la ciudad evitar los abusos
realizados por los señores comarcanos, unas veces por imposibilidad legal y otras posiblemente
por choques de intereses en el concejo cordobés, y los señores continuarán intentando aumentar
sus tierras y vasallos, utilizando entre sus medios los intentos de despoblar las tierras realengas
más cercanas.
Más grave, si cabe, puede parecer el problema planteado por unos vecinos de la ciudad de
Córdoba en el año 1493. Las dificultades económicas de los concejos hacen que, en
58
AMC., 001.01.16, 1425.12.05.
59
AMC, 001.02.27, 1427.01.14.
60
AMC, LAC, 1502.04.04.
61
AMC, LAC, 1495.06.12.
62
AMC, LAC, 1499.03.04.
63
AMC, LAC, 1499.05.15.
Juan Bautista CARPIO DUEÑAS
determinadas ocasiones, éstos se vean obligados a arrendar los pastos de sus dehesas. Ahora,
estos vecinos se quejan de que están arrendadas dehesas desde El Vacar hasta Peñaflor y
Santaella a "personas estranjeras, para comer la yerua", cuando debían dejarlas para la cría de los
ganados de los vecinos de la ciudad y su tierra.64 Poco después, el concejo de Peñaflor, villa de
la jurisdicción de Córdoba, se queja a la ciudad de que ciertos oficiales de su concejo arriendan
sus cortijos a vecinos de La Puebla, que por ello entran con sus ganados en tierras realengas.
Estas medidas de la ciudad no se circunscribirán únicamente a los aprovechamientos agrarios.
En este sentido, contamos con un ejemplo de intervención de Córdoba defendiendo los intereses
de sus vecinos sobre los de señorío en un tema que puede resultar sorprendente, el de la
regulación del mercado de trabajo. En efecto, en 1498 los vecinos de la villa de Adamuz piden
ayuda a la ciudad para que les solucione el problema causado por otro vecino de la misma
población, que contrata a "onbres de juridiçion ajena" para hacer en los montes realengos
carbón, que después será vendido en la ciudad de Córdoba.65 Para entender este problema en su
justa medida, debemos tener en cuenta la importancia que tiene el control del mercado de trabajo
en la adquisición de poder político en esta época, sobre todo en los núcleos de población de
segundo rango.66
2. Fomento de las migraciones de señorío a realengo
Ante los intentos, ya estudiados, de los señores de vasallos por potenciar el trasvase de
población desde las villas y aldeas de realengo hasta sus señoríos, la ciudad de Córdoba llegará
en un momento dado a "defenderse atacando", iniciando una política de atracción de pobladores
en perjuicio de los señoríos de su entorno.
Al igual que hemos visto que ocurre con los señoríos, la ciudad pretende atraer pobladores
procedentes de fuera de su jurisdicción, para lo que utilizará con frecuencia los medios que
encuentre a su alcance, y que consistirán casi exclusivamente en la concesión de ciertas ventajas
fiscales a los pobladores que se asienten de nuevo en las tierras realengas de la jurisdicción
cordobesa. Se trata de establecer un incentivo fiscal destinado a fomentar el aumento de
población en toda la parte de realengo del reino de Córdoba, mediante un mecanismo simple y
directo: la ciudad concede 5 años de franquicia en los repartimientos a todo aquel vecino de
señorío que decida venirse a vivir a la propia ciudad o a las villas y lugares de su jurisdicción.
Con estas medidas, el objetivo primordial perseguido por el concejo cordobés es el de hacer
aumentar el número de vecinos de su jurisdicción. Al ser el dominio ejercido por la ciudad,
como se ha comentado antes, similar al que tiene un señor sobre el territorio que domina
jurisdiccionalmente, el aumento de población de las villas y aldeas del señorío de Córdoba podrá
entenderse como un incremento del número de vasallos del mismo, con el consiguiente
incremento del volumen de rentas percibidas por el titular del señorío, en este caso la ciudad, y
de la importancia de la propia ciudad como señorío.
De esta forma, es perfectamente comprensible el interés de Córdoba por conseguir aumentar,
64
AMC, LAC, 1493.11.27.
65
AMC, LAC, 1498.03.07.
66
Idea desarrollada en Monsalvo, J.M., El sistema político concejil. El ejemplo del señorío medieval de Alba de
Tormes y su concejo de villa y tierra. Salamanca, 1988, p. 253.
“Los movimientos de población como fuente de conflictos entre señoríos y realengo”. Meridies, II, 1995. Pp. 73-93.
o al menos mantener, el número de sus vasallos (entendidos éstos como los vecinos de la ciudad
y de las villas y lugares de su jurisdicción), y la preocupación que causarán en su concejo las
noticias sobre vecinos del realengo que se trasladan a vivir a los señoríos cercanos. Los
miembros del cabildo cordobés son conscientes de que muchos vecinos y moradores de esta
ciudad y de su jurisdicción, ya se han trasladado a vivir a lugares de señorío. En ciertas
ocasiones, el deseo de compensar de alguna manera estas pérdidas de población, será
determinante, como reconocen los capitulares de la ciudad cuando dan licencia a unos vecinos
de Villa Franca (encomienda de la Orden Militar de Calatrava) para asentarse en La Puente de
Alcolea, aldea cercana a la ciudad, admitiendo abiertamente el concejo de Córdoba su pretensión
de compensar de este modo las pérdidas de población producidas por los muchos vecinos de su
jurisdicción que se han instalado en tierra de señorío.67
El éxito de estas medidas es difícilmente cuantificable, pero, al menos, podría ser remarcable
en cuanto a su efecto propagandístico, en el intento de provocar un cambio de ideas en los
vecinos del realengo que pueden estar planteándose la posibilidad de emigrar a señoríos. Aunque
el efecto psicológico de estas medidas sea difícil de determinar, hay que considerar que, para
estos vecinos del realengo, no será lo mismo ver cómo sus poblaciones van siendo
paulatinamente despobladas, que comprobar que, mientras algunos de sus vecinos han emigrado
a los señoríos cercanos, otros habitantes del señorío se han avecindado en el término de
Córdoba.
En resumen, la pretensión inicial de la ciudad será la de lograr que algunos vecinos de los
señoríos cercanos cambien su residencia, estableciéndose definitivamente en tierras realengas
controladas por Córdoba. La ciudad no busca traslados temporales de población, sino
establecimientos definitivos, lo que la obligará a tomar medidas de control para evitar que sus
nuevos vecinos, usando la picaresca que tan común va siendo en estos tiempos, se traslden a la
tierra de la ciudad durante el tiempo que dure la franquicia, para volver después de nuevo al
señorío. Para impedirlo, Córdoba recurrirá a pedir a sus nuevos vasallos juramento de que
quieren establecerse definitivamente en la ciudad o su término.
A veces, este juramento es complementado por otras medidas, como la obligación, impuesta
para estos nuevos vecinos, de "que fagan sus casas de teja",68 o les obligan a comprometerse a
permanecer pechando cinco años más en la ciudad, una vez pasados los cinco años de la
franquicia. Esta es la condición más usual impuesta para la concesión de la dicha exención
fiscal, y la que más a menudo encontramos repetida en la documentación utilizada para este
trabajo. Eso les ocurrirá, por ejemplo, a Nicolás Rodríguez y su mujer, procedentes de El Carpio,
que deberán asegurar mediante fianzas que, pasados los primeros cinco años, no volverán a
avecindarse en el señorío.69 De esta forma, mediante estas fianzas, aseguran que están dispuestos
a pechar al menos los cinco años siguientes a los de la franquicia.
Para mejorar el control de estos movimientos de población, y evitar fraudes, la ciudad de
Córdoba establecerá la obligación de que los vecinos de señoríos que quieran beneficiarse de
estas ventajas fiscales deberán acudir a solicitar permiso para trasladarse a vivir al realengo ante
67
68
69
AMC, LAC, 1495.07.08.
ibid.
AMC, LAC, 1495.11.13.
Juan Bautista CARPIO DUEÑAS
el concejo de la ciudad o de la villa donde piensan fijar su residencia.70 En ocasiones, incluso se
realizan votaciones en el concejo de la ciudad para decidir si se admite a los solicitantes como
nuevos vecinos, auqneu generalmente, de acuerdo con la política marcada por el mismo concejo,
se les admitirá sin demasiados problemas, "por que la tierra de Sus Altesas sea más poblada de
vasallos, e la çibdad más en nobleçida".71
En realidad, el objetivo de esta obligación para los aspirantes a vecinos del realengo, que
deben solicitar el permiso para avecindarse al concejo de la ciudad o alguna de sus villas, no es
el de permitir o rechazar estos nuevos asentamientos de población, sino el de aumentar el control
público de la concesión de las mencionadas franquicias. Así, en 1505, Córdoba pedirá a su villa
de Castro del Río que le haga relación del número de antiguos vecinos de la villa de Espejo que
se han venido a Castro del Río, del tiempo que hace que se produjo dicho traslado, y de si han
comprado bienes "raygándose de heredades" en la dicha villa de Castro.72
Estas medidas serán aplicables a todos aquellos que quieran trasladarse a la tierra de Córdoba
desde lugares situados fuera de su jurisdicción,73 y muy especialmente a los habitantes de los
señoríos que se muestran más audaces en su intento de captar en su beneficio a vecinos de las
tierras realengas. Cuando mayor es la presión señorial, más enérgicamente deberá reaccionar la
ciudad. Es lo que ocurre, por ejemplo, en el momento en que el acoso del señor de Santa
Eufemia sobre la villa realenga de Torremilano y sus habitantes es más fuerte. En ese momento,
el concejo de Córdoba recuerda al de su villa que toda persona que, proviniente de un lugar de
señorío, quiera establecerse en ella de forma definitiva, cuenta con el beneficio de cinco años de
franquicia en los repartimientos de impuestos.74
En cuanto al lugar de instalación de estos nuevos vecinos del realengo, no existen condiciones
particulares, pudiendo fijar su nueva residencia en la propia ciudad de Córdoba,75 o en
cualquiera de las villas y lugares de su jurisdicción. De hecho, en los casos reflejados en la
documentación consultada, abundan los que se avecindan en la ciudad, reflejo del poder de
atracción que ejerce el núcleo urbano más desarrollado, y los que pasan a vivir en las villas más
cercanas a los señoríos de los que proceden (Torremilano y Castro del Río muy especialmente).
En definitiva, el procedimiento de concesión de estos cinco años de franquicia será bastante
simple, aunque siempre la ciudad tendrá que asegurarse de que se cumplen las condiciones en
que ésta se concede, para evitar situaciones problemáticas, evitando que los vecinos de señorío
comiencen a utilizar la picaresca con el único fin de evitarse cinco años de contribuciones,
viviendo este tiempo en lugar de realengo, para volverse después a su residencia anterior en el
70
AMC, LAC, 1495.11.27.
71
AMC, LAC, 1495.06.17.
72
AMC, LAC, 1505.10.01.
73
Así ocurre con un vecino de Fernan-Núñez, que se traslada a La Rambla. AMC, LAC, 1495.01.02. O con un tal
Juan de la Peña, cuya procedencia desconocemos, que recibe licencia para hacer casa y ser considerado vecino de
La Puente de Alcolea. AMC, LAC, 1498.11.09.
74
AGS, RGS, 1491.11.21. La concesión de franquicias por parte de las ciudades para atraer nuevos pobladores a
su jurisdicción está documentado en el siglo XV en otros lugares europeos, como en Bolonia, donde la autoridad
pública concederá 10 años de franquicia a los que se establezcan de nuevo en esta ciudad, según Guenzi, A.,
"L'inmigration urbaine au XVème. siècle: Bologne", Annales de Démographie Historique, 1982. P. 34.
75
Es el caso de Leonor Rodríguez, procedente de Baena. AMC, LAC, 1495.10.21.
“Los movimientos de población como fuente de conflictos entre señoríos y realengo”. Meridies, II, 1995. Pp. 73-93.
señorío, pasado el plazo concedido por el concejo de la ciudad.
En cuanto a la posible eficacia de estas medidas, sólo podemos apuntar que cuantitativamente
no debieron ser muy importantes, a pesar del interés que en ellas ponía el concejo de la ciudad,
pero sí pudieron servir, al menos, para frenar en cierta forma el flujo migratorio que, desde las
zonas realengas, se dirigía hacia los cercanos señoríos.
V. CONCLUSIONES
Por desgracia, no podemos terminar este trabajo intentando explicar, mediante datos
cuantitativos, la importancia que todo lo visto hasta ahora puede tener en la distribución de la
población dentro del reino de Córdoba a fines de la Edad Media. Al conocido problema de la
falta de fuentes demográficas completas para esta época tenemos que sumar la dificultad que
supondría, aunque dispusiéramos de estos datos, determinar exactamente a qué puede deberse un
aumento o disminución del número de habitantes de un núcleo de población determinado.
De todas formas, lo que sí podemos ver en las fuentes documentales consultadas es la gran
preocupación que causan en la ciudad de Córdoba, y en algunas de sus villas dependientes, las
medidas tomadas por algunos titulares de señoríos, tendentes a lograr un incremento
demográfico en sus tierras a costa de la despoblación de la zona colindante de jurisdicción
realenga. A lo largo del presente artículo hemos intentado analizar las medidas tomadas por
estos señores para atraerse pobladores a sus dominios, por medios no siempre legales, algo, esto
último de la legalidad, que no les causaba graves preocupaciones.
Estos abusos de los nobles, producto del uso simple de la fuerza o del incumplimiento de las
normas rectoras del comercio, serán mal acogidos por la ciudad que, normalmente a instancias
de los concejos de sus villas más afectadas, emprenderá acciones legales contra los señoríos. La
gran preocupación de Córdoba nos demuestra que las presiones nobiliarias, al menos en alguna
ocasión, han resultado fructíferas, pero lo que no podemos determinar es hasta qué medida. En
cuanto a la respuesta de la ciudad, la mayoría de las ocasiones a base de apelaciones a la justicia
real o mediante nuevas ordenanzas, su éxito debió ser bastante más limitado, como lo demuestra
el que algunos de los pleitos entablados no hayan llegado, al finalizar el siglo XV, a su
resolución definitiva, a causa muchas veces de las constantes apelaciones de algunos señores de
vasallos que, como comentábamos en el caso de Gonzalo Mejía --Señor de Santa Eufemia-podían convertirse en verdaderos expertos en estas técnicas.
Ante la constatación de que la tierra de la ciudad está perdiendo casi constantemente
población, ésta recurrirá, como hemos visto, a una medida que puede parecernos paradógica,
como es la concesión de cinco años de franquicia a todos aquellos vecinos de señorío que
decidan trasladar su residencia a su jurisdicción. Lo más chocante de esta medida es que, si el
número de vasallos es considerado muy importante sobre todo a causa de que su aumento
producirá un incremento proporcional en las rentas cobradas por el titular de esta jurisdicción, al
conceder la citada exención, la ciudad de Córdoba pierde la mayor oportunidad de intentar
recobrar de esta manera lo que había perdido por culpa de los vecinos de realengo que hubieran
pasado a vivir a los señoríos. Respecto a este tema, lo único que podemos decir es que esa
franquicia se concedía por un periodo máximo de cinco años, obligándose al beneficiario a
comprometerse a residir, ahora sí pagando todos los impuestos, como mínimo otros cinco en
tierras realengas, con la intención clara de que finalmente esta instalación fuese definitiva. Así,
la ciudad sólo perdía los impuestos que, de todas formas, no habría cobrado de no producirse
estos cambios de residencia, mientras se aseguraba el cobro de los mismos una vez transcurridos
Juan Bautista CARPIO DUEÑAS
cinco años. Aparte de esto, es claro que la impresión que debía producir en los vecinos de las
villas cordobesas el hecho de que algunos de sus conciudadanos se trasladaran poco a poco a
tierras de señorío, no sería la misma que la de ver que, mientras algunos vecinos dejaban la villa
o aldea, otros volvían a ella desde tierras de jurisdicción ajena. El efecto psicológico, aunque
muy difícil de determinar, no debe desecharse completamente. Por último, también debemos
considerar que la despoblación de estos núcleos de población no repercutía sólo en una merma
en los impuestos cobrados, sino que podía llegar a dejar indefensas ante los señoríos próximos
gran cantidad de tierras, sin mano de obra suficiente para ponerlas en producción, etc.
En definitiva, los problemas causados por las migraciones a pequeña escala en esta época no
sólo son valorados por sí mismos, sino también por las consecuencias que pueden acarrear, y no
únicamente en un plano económico, sino también desde un punto de vista político. Teniendo esto
en cuenta, podemos entender que los responsables del gobierno de la ciudad y los titulares de los
señoríos muestren tal interés en lo que, en un primer momento y desde un punto de vista
demasiado simplista, podría parecer un problema menor, el del lugar de residencia de "unos
cuantos campesinos".
Descargar