Federico Bordas Martínez - I Congreso Internacional de Estudios

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I CONGRESO INTERNACIONAL DE ESTUDIOS ESTRATÉGICOS
Y MILITARES. CIEEM 2014
COMUNICACIÓN
Constantes en la política de seguridad y defensa de España. Los acuerdos hispano norteamericanos. Del pacto
de Madrid 1953 al escudo antimisiles 2013.
AUTOR
Federico Bordas Martinez. [email protected]
Instituto Universitario General Gutierrez Mellado IUGGM. Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
RESUMEN
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días la política
española de seguridad y defensa ha experimentado profundos y continuos cambios. No obstante, a lo largo de las casi siete décadas transcurridas, encontramos
unas constantes que son: La continuidad de los acuerdos bilaterales con Estados
Unidos, la versatilidad de nuestra relación con la OTAN, la indefinición de la
Unión Europea en materia de seguridad y defensa y la necesidad de mantener
capacidades defensivas suficientes para la amenaza no compartida.
El objeto de esta comunicación es analizar la primera de estas constantes,
estudiando la relación bilateral con Estados Unidos que comenzó con los Pactos
de Madrid de 1953, que consiguieron terminar con el aislamiento internacional
ejercido sobre la España del General Franco siguiendo las recomendaciones de
Naciones Unidas. A estos convenios siguieron el acuerdo de 1970, el tratado
de 1976, los convenios de 1982 y 1988 y los protocolos de enmienda de 2002 y
2012. En este último queda reflejada nuestra contribución al escudo antimisiles
mediante la autorización para que cuatro fragatas estadounidenses se establezcan en la Base aeronaval de Rota. La relación bilateral con los Estados Unidos
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de América se ha prolongado a lo largo de más de sesenta años, con altibajos,
cambio de objetivos y resultados de la misma. El estudio de todo ello es el
objeto de la comunicación propuesta.
NOTA BIOGRÁFICA DEL AUTOR
Coronel del Ejército de Tierra, en la actualidad trabaja en el Estado Mayor
de la Defensa. Master en Relaciones internacionales por la Universidad Complutense de Madrid y titulado en Gestión Internacional de Crisis por la Universidad Carlos III, está finalizando su tesis doctoral en el Instituto Gutierrez
Mellado de la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Ha trabajado
durante casi 15 años y en varios países en la OTAN y participado en Operaciones de Paz bajo mandato de Naciones Unidas en Mozambique, de La Unión
Europea en la Antigua Yugoslavia, de la OSCE en Bosnia y de la OTAN en
Bosnia y Kosovo.
Durante muchos años ha sido profesor de Instituto Gutierrez Mellado, del
Centro de Derecho Internacional Humanitario de la Cruz Roja y profesor invitado en varias universidades, sobre todo en la Carlos III de Madrid.
PALABRAS CLAVE: Acuerdos hispano norteamericanos, OTAN, escudo
antimisiles
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ÍNDICE
1,- INTRODUCCIÓN
2.- EL ORIGEN DE LOS CONVENIOS, ACUERDOS Y TRATADOS .
3.- LOS CONVENIOS DE 1953 Y SU PRORROGA DE 1963
4.- EL ACUERDO DE 1970
5.- EL TRATADO DE 1976
6.- EL CONVENIO DE 1982
7.- EL CONVENIO DE 1988
8.- PROTOCOLO DE ENMIENDA DE 2002 AL CONVENIO DE
1988
9.- PROTOCOLO DE ENMIENDA DE 2012. ESCUDO ANTIMISILES
10.- CONCLUSIONES
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1.- INTRODUCCIÓN
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días la
política española de seguridad y defensa ha experimentado profundos y continuos cambios. No obstante, a lo largo de las casi siete décadas transcurridas,
encontramos cuatro constantes que son:
La primera, la continuidad de los acuerdos bilaterales con Estados Unidos
de Norteamérica (EE.UU.), objeto de esta comunicación y que analizaremos en
detalle.
La segunda, la versatilidad de nuestra relación con la Organización del
Tratado del Atlántico Norte, (OTAN), que ha ido variando según la situación
política internacional y sobre todo según las tendencias políticas del partido en
el gobierno de España. La negativa por parte de varios de los países miembros
fundadores de la OTAN a la adhesión de España en el momento de su creación
fue producto del aislamiento internacional sugerido por la Organización de las
Naciones Unidas (NN.UU) como consecuencia del apoyo del régimen de Franco
a las potencias perdedoras de la Segunda Guerra Mundial y del régimen autocrático establecido en España tras la Guerra Civil Española. Tras la llegada
de la democracia los impedimentos internacionales cesaron dejando abierto el
camino a la adhesión. Fue entonces cuando comenzó a evolucionar nuestra postura respecto a la Alianza Atlántica. La adhesión inicial en 1982 dirigida por el
Gobierno de la Unión de Centro Democrático (UCD), paso pronto a ser matizada por la llegada al gobierno del Partido Socialista Obrero Español( PSOE),
que ofrecía en su programa electoral la celebración de un referéndum sobre
nuestra permanencia y por tanto posible salida de la organización. El cambio
radical de opinión de los dirigentes del PSOE tras su llegada al gobierno, les
llevo a solicitar en el referéndum el voto afirmativo a la permanencia, con una
serie de condiciones como la no integración en la Estructura Militar, mientras
que el principal partido de la oposición pedía la abstención por contraposición
al gobierno. Con la alternancia de los distintos partidos se ha ido matizando
las condiciones de nuestra participación, integrándonos totalmente durante el
gobierno del Partido Popular (PP) y en todas las estructuras y contribuyendo
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a las operaciones lideradas por OTAN en casi su totalidad.
La tercera, la indefinición de la Unión Europea (UE) en materia de
seguridad y defensa, en la que priman los distintos enfoques respecto a la colaboración con la OTAN, lo que se traduce en una escasa uniformidad en las
políticas nacionales dentro de la UE. El Tratado de Lisboa por el que se modifican el Tratado de la Unión Europea y el Tratado constitutivo de la Comunidad
Europea, firmado en Lisboa el 13 de diciembre de 2007, es un paso importante
en la búsqueda de un política de seguridad y defensa común y aunque en el
artículo 28 de la Sección segunda, se especifican compromisos tan claros como
el de que “Si un Estado miembro es objeto de una agresión armada en su territorio, los demás estados miembros le deberán ayuda y asistencia con todos los
medios a su alcance, de conformidad con el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas.” Justo a continuación matiza que “Ello se entiende sin perjuicio
del carácter específico de la política de seguridad y defensa de determinados
estados miembros. Los compromisos y la cooperación en este ámbito seguirán
ajustándose a los compromisos adquiridos en el marco de la Organización del
Tratado del Atlántico Norte, que seguirá siendo, para los Estados miembros que
forman parte de la misma, el fundamento de su defensa colectiva y el organismo
de ejecución de ésta.»
Y la cuarta la necesidad de mantener capacidades defensivas suficientes
para la amenaza no compartida. Las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla,
las islas y peñones de soberanía, Chafarinas, Alhucemas, Peñón de Vélez, etc.
están fuera de la definición de zona de actuación especificada en el artículo
seis del Tratado de Washington y aunque podrían invocarse distintos artículos
del mismo, la realidad es que no está suficientemente asegurada la autodefensa
colectiva en estas zonas del territorio nacional, como tampoco lo están en los
poco desarrollados párrafos del Tratado de Lisboa que mencionamos en el párrafo anterior ni en los acuerdos bilaterales de defensa con Estados Unidos que
veremos en detalle en esta comunicación.
El objetivo por tanto de este documento es el desarrollar la primera de
estas constantes que completará el autor con el desarrollo de las otras tres en la
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Tesis Doctoral sobre la que está trabajando.
Respecto a los acuerdos bilaterales con EE.UU., desde el mismo momento, en que terminada la Segunda Guerra Mundial, la superpotencia norteamericana empezó a mostrarse como líder indiscutible del occidente en contraposición y claramente recelosa del poder conseguido por la recién creada Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas ( URSS), comenzó su aproximación con España. Nuestro país había quedado aislado por la resolución 39 de la Asamblea
General de la Organización de Naciones Unidas. En ella además de excluirnos
de cualquiera de los múltiples organismos que la formaban, recomendaba la retirada de embajadores, como así sucedió, por parte de la casi totalidad de los
estados, e incluso recomendaba al Consejo de Seguridad que si pasado un tiempo
no cambiaba el sistema político en España, tomara las medidas necesarias para
remediar la situación.
Aquella clara amenaza nunca tuvo posibilidades de concretarse en nada
y a buen seguro los EE.UU. lo hubieran impedido estando como estaban interesados en contar con un aliado claramente anticomunista y con la privilegiada
posición geoestratégica que España tiene y tenía. A partir de ahí, con la firma
del primer acuerdo bilateral en 1953 y los sucesivos, el apoyo claro de Estados
Unidos a nuestro ingreso en la OTAN y los recientes acuerdos firmados para
participar activamente en el escudo antimisiles ha dejado claro el importante
papel jugado por Estados Unidos en la política de seguridad española durante
las últimas seis décadas, lo que transforma esta relación bilateral en un fenómeno
sin precedentes y en la constante más extendida en el tiempo de las mantenidas
por España.
2.- EL ORIGEN DE LOS CONVENIOS, ACUERDOS Y TRATADOS CON ESTADOS UNIDOS.
El 12 de diciembre de 1946, siete años después de finalizada la guerra civil
española y poco más de año y medio después del fin de la Segunda Guerra
Mundial comienza, lo que podríamos considerar, el aislamiento oficial de la
España del general Franco en el mundo.
Ese día la Asamblea General de Naciones Unidas, en su quincuagésimo
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novena reunión plenaria dictó una durísima resolución, la número 39. En ella
tras recordar los sucesivos intentos para la implantación de medidas sancionadoras, acusa al régimen de Franco de apoyar a Hitler y Mussolini y por tanto ser
culpable como ellos, de la Guerra.
En la resolución se recomendaba la exclusión del Gobierno español de Franco de
todos los organismos internacionales establecidos por NN.UU. o relacionados con
ella. También se recomendaba la retirada inmediata de embajadores e incluso se
amenazaba textualmente con tomar las medidas que se considerasen necesarias
para remediar la situación,si no cambiaba el régimen en un plazo indeterminado
de tiempo.
Esta era la situación reinante cuando EE.UU. empieza a mostrar su interés
por España. En un mundo sorprendido y que había superado la guerra con
los fascistas y los nazis para verse involucrada, sin solución de continuidad,
en la Guerra Fría donde el enemigo era otro, el comunismo y las ambiciones
expansionistas de la Unión Soviética y por tanto las prioridades otras. Los
Estados Unidos ven en España, en ese régimen tan vilipendiado de Franco, a
un claro anticomunista que gobernaba, sin limitaciones prácticas, un país con
una situación geoestratégica envidiable para el desarrollo de los nuevos planes
defensivos en Europa.
Los partidarios en Estados Unidos de descongelar las relaciones con
España, eran un amplio conglomerado de grupos que el Profesor Viñas define
como el Spanish Lobbyy que lo componían:
Ψ Los católicos que creían que la Guerra Civil Española había sido una auténtica
“Cruzada” en la que las fuerzas nacionales habían tenido que actuar ante la
barbarie republicana sobre iglesias, curas y monjas, católicos todos ellos.
Ψ Los anticomunistas entre los que Franco gozaba de gran predicamento por
su defensa a ultranza de una España occidental alejada de la que consideraba
nefasta influencia de la expansionista Unión Soviética.
Ψ Los militares planificadores de la estrategia norteamericana y numerosos
miembros de la administración, deseosos de contar con bases en España. Este
grupo fue como veremos el que más empujo en la consecución del establecimiento
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de acuerdos con España.
Ψ Los republicanos en general por ser la de Truman una administración demócrata
y ser una ocasión propicia para manifestar sus discrepancias.
Ψ Los hombres de negocios que a pesar de la escasa capacidad de absorción de la
economía española y de las reticencias del franquismo a la penetración exterior,
veían en España oportunidades de negocio que no estaban dispuestos a perder
por temas meramente políticos.
En resumen, este Spanish Lobbycontaba con partidarios más o menos destacados
de una amplísima parte de la sociedad americana, incluyendo sus dos grandes
partidos con intereses variados pero con el objetivo común de acercarse al régimen de Franco. De entre todos ellos, el que buscaba el acercamiento a España
por temas geoestratégicos fue, sin duda, el más activo.
El 8 de mayo de 1950 antes de que el presidente de Estados Unidos,
Harry S. Truman, aprobara el inicio de la política de acuerdos con Franco, el
almirante Connelly, comandante en jefe de las fuerzas navales de EE. UU. en
el Atlántico Oriental y Mediterráneo, informó a Washington sobre lo imprescindible de que España formara parte de la defensa occidental y lo hizo en los
siguientes términos.:"El Estado Mayor Conjunto recomienda que, con respecto
a España, EE. UU. presione para la aceptación por parte del Reino Unido y
Francia de los objetivos de la política de EE. UU. También recomienda vehementemente que el Departamento de Estado lleve a cabo acciones sin demora
para asegurar a EE. UU. y a sus aliados accesibilidad militar y cooperación militar con España, bien bilateralmente o bien a través de la aceptación por parte
de esa nación como firmante del tratado del Atlántico Norte o del tratado de
la Unión Occidental. El Estado Mayor Conjunto cree firmemente que debe encontrarse alguna forma para solucionar las objeciones políticas del Reino Unido
y Francia a la mejora de las relaciones con España, en particular, dado que la
mayoría de las naciones europeas afectadas están de acuerdo en la importancia
de los puntos de vista de seguridad y estratégicos de España"
Desoyendo las recomendaciones de Naciones Unidas y de los principales aliados europeos, la normalización de las relaciones diplomáticas entre España y
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EE.UU.se escenifica con el nombramiento en diciembre de 1950 de Staton Griffis
como embajador que inicio los trabajos que se materializarían en los convenios
de 1953, a este le siguió por un corto periodo de tiempo Lincoln MacVeagh. Con
el cambio de gobierno en EE.UU. y la llegada al poder de Dwight D. Eisenhover
el embajador fue sustituido y correspondería a James C. Dunn el rápido desarrollo de los mismos concluyendo los trabajos en un tiempo record de apenas
cinco meses.
En el otro lado de la mesa de negociaciones se encontraba una España,
como decimos totalmente aislada y ávida de reconocimiento internacional para
la que cualquier acuerdo, bueno o malo con Estados Unidos, supondría de facto
la ruptura de ese aislamiento. Una España que no escondía su deseo de formar
parte de los sistemas occidentales de defensa, como demuestran los contactos del
Teniente General Juan Vigón, Jefe del Alto Estado Mayor, en 1948 con militares
estadounidenses para informarse de las posibles vías de adhesión y una España,
en fin, que habiendo sido excluida del Plan Marshall tenia necesidades de todo
tipo, no solo de defensa, y que veía en su aproximación a Estados Unidos una
posible forma de obtener unos recursos tan necesarios.
Con los contactos previos a la primera ronda de negociaciones que culminarían con los convenios de 1953, se inicia una relación que constituye un
fenómeno sin precedentes, tanto por su duración como por sus implicaciones.
Por su duración porque a esa ronda de negociaciones siguieron otras muchas y
a esos convenios otros tantos en forma de acuerdos o tratados y que han mantenido viva hasta nuestros días la unión, como veremos, quizás interesada y
desequilibrada entre estos dos países y podremos asegurar como hace el profesor Ángel Viñas que no ha habido otra asociación de España con ningún otro
país que se haya mantenido protocolizada a lo largo de tantos años. Ha habido,
eso sí, orientaciones de mayor o menor significado hacia los tres grandes países
cuya acción ha constreñido, de una u otra manera, los márgenes de maniobra
de la política exterior española (es decir, Francia, el Reino Unido y Alemania),
pero en ningún caso ello condujo a una vinculación permanente y debidamente
plasmada en una sucesión de convenios que recorren el período comprendido en9
tre 1953 y la actualidad, un período en el que España, los Estados Unidos y el
sistema internacional han registrado modificaciones esenciales.
El ultimo exponente de esta relación, que sobrepasa ya los 60 años, ha
sido la firma del acuerdo para alojar en la base naval de Rota las cuatro fragatas
norteamericanas que integraran el escudo antimisiles y que estudiaremos en
detalle en el apartado correspondiente.
En cuanto a las implicaciones, las iremos desgranando en este trabajo y
concluiremos la extrema importancia que en especial para España tuvieron. Esa
importancia, por nadie discutida, no implica que los convenios fueran ventajosos
sino que sin duda la situación del régimen de Franco no hubiera sido la misma
para bien o para mal.
De las tres posibles formas de integración de España en la defensa occidental que definía como imprescindible y urgente el almirante Connelly en
1950, la de la OTAN no llegaría hasta 1981 la de la UEO hasta 1990 y la de los
acuerdos bilaterales se concretó en 1953 dando a estos acuerdos un valor mucho
mayor que el puramente técnico.
Sin duda estos acuerdos también fueron un punto y aparte para la neutralidad de que España había hecho gala en todo el siglo XX
3.-LOS CONVENIOS DE 1953 Y SU PRORROGA DE 1963
El 26 de septiembre de 1953 en la sede del Ministerio de asuntos Exteriores
de España, en el
Palacio de Santa Cruz de Madrid se firmaron los convenios que terminarían
conociéndose como
Pacto de Madrid. Los signatarios, por un lado el embajador de EE.UU. en
España, el ya mencionado
James Dunn y por otro el Ministros de Asuntos Exteriores Alberto Martín
Artajo.
El Pacto lo componían tres convenios, el de ayuda para la mutua defensa,
el de ayuda económica
y el defensivo.
El primero de ellos el convenio relativo a la ayuda para la Mutua Defensa
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entre España y EEUU. Constaba de siete artículos, un anexo sobre exenciones
fiscales y una nota interpretativa. En el convenio se especifican las responsabilidades y los compromisos de ambas partes. No se establecía una duración
máxima, sólo se extinguiría en caso de denuncia de una de las partes.
En él se afirmaba que el gobierno de los EEUU, prestaría ayuda militar, económica
y técnica a España con el fin de fomentar la paz y la seguridad internacional. El
principal objetivo de la ayuda económica era la mejora de la economía española
que a su vez incrementaría su capacidad defensiva y el gobierno español, por su
parte, se comprometía a prestar ayuda al norteamericano en el mantenimiento
de la paz internacional.
En este convenio la administración estadounidense se ofrecía a ayudar militarmente a España, de forma genérica y sin especificar en qué cuantía
económica o siguiendo que condiciones y planes. Sin embargo, las obligaciones
de España quedaban matizadas con detalle. Incluso imponiendo plazos mínimos
que no eran de aplicación al cumplimiento por parte de los norteamericanos.
El anexo sobre las exenciones fiscales era sin duda una de las partes del
convenio más desarrollada y de su lectura se deduce una dispensa prácticamente
total de impuestos para los norteamericanos.
El segundo convenio trataba sobre ayuda económica entre España y
EEUU. Constaba de, diez artículos y un anexo con notas interpretativas. Entre
esas notas se fijaba el cambio estándar a utilizar entre el dólar y la peseta que
inicialmente sería de 35 pesetas por dólar y se dividía en porcentajes el destino
final de la ayuda que en un 60% del total iría a la construcción de las nuevas
bases que el siguiente convenio que analizaremos oficializaría.
Y el tercero era el convenio defensivo entre España y EEUU. Constaba de tan
solo cinco artículos, en el primero de ellos proclamaba “la amistad estable” como
base de la relación entre ambas naciones. EEUU se comprometía a proporcionar
asistencia y materiales de guerra a España para que en caso de un posible ataque
ésta se pudiese defender y, por su parte, nuestro país aceptaba ceder terrenos
para la instalación de bases norteamericanas. Este convenio es por tanto el
origen y justificación jurídica del establecimiento de las bases norteamericanas
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en España y que con los sucesivos cambios, reducciones y actualizaciones se
proyecta hasta nuestros días.
Pero la puesta en marcha de estos convenios fue mucho más allá de los
aspectos técnicos económicos o de defensa que pretendían regular, la importancia de estos primeros acuerdos de entidad, firmados por el régimen de Franco
después de la Segunda Guerra Mundial tuvieron repercusión en muchas otras
áreas.
La primera sin duda es que mediante la firma de los pactos, España
se alineaba con occidente abandonando la tradicional neutralidad que había
mantenido en todo el siglo XX. Junto con Suecia y Suiza era España uno de
los pocos países que permanecieron neutrales en las dos grandes contiendas,
exceptuando la participación de la División Azul . Por supuesto no se pretende
negar la afinidad que Franco tenia hacia las potencias del Eje, pero oficialmente
nunca tomo partido aunque a posteriori como comentábamos al inicio de este
capítulo, se le pasara factura como si lo hubiera hecho.
Esta ruptura de neutralidad que nos posicionaba junto a los aliados
y en contra del bloque soviético, fue suficiente para llegar a los acuerdos que
analizamos con Estados Unidos, pero no bastó para que pudiéramos adherirnos
a la Alianza Atlántica, como quizás debiera haber sido por las reticencias de
países como Reino Unido y principalmente Francia.
Otro resultado claro fue el conseguir poco a poco y a través de las
primeras ayudas económicas la inclusión de España en las instituciones de Bretton Woods que cristalizarían en el desarrollo del plan de estabilización y liberalización de 1959 punto de partida y base del crecimiento económico sostenido
de los años sesenta que con tanta dedicación por parte del régimen se presentó
como “el milagro español”.
Los convenios además, quizás por ser firmados con la mayor superpotencia y clara vencedora de la Guerra, ayudaron a fomentar por parte del
régimen una idea general de estabilidad e incluso de respetabilidad apuntalada
por la visita inicial del presidente Eisenhower en un clima de euforia general
aprovechada hasta la saciedad por el gobierno de Franco.
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Pero claro está que lo que es bueno para unos no lo es para otros y este
acercamiento a EE.UU. hizo crecer exponencialmente el sentimiento antiamericano de las izquierdas españolas latente hasta nuestros días.
Muy importante también y quizás no suficientemente valorado, fue el
hecho de que estos convenios iniciaron la relación estrecha a través de reuniones,
maniobras y cursos, entre los militares españoles y norteamericanos. La asistencia de miles de los primeros a cursos de todo tipo en EE.UU. fue el pistoletazo de
salida para que se viera el idioma ingles como algo imprescindible para nuestras
fuerzas armadas si pretendían como así ha sido internacionalizarse y mirar más
hacia fuera que hacia dentro. En esos cursos se estudiaban los procedimientos
militares de los ejércitos de Estados Unidos que eran la base para los que luego
aplicaría la OTAN lo que haría en el futuro más fácil la integración de nuestros
cuadros de mando en los cuarteles generales internacionales.
Cuando se firman y empiezan a desarrollarse los convenios el núcleo más
grande de los oficiales del Ejército podría considerarse germanófilo en cuanto a
tácticas y procedimientos y cuanto más se trataba con el Ejército Norteamericano más se tendía a valorar y a aceptar los conceptos americanos reflejados en
la doctrina OTAN.
La seña de identidad de los convenios iniciales no cambió nunca, era su
ambigüedad y su falta de definición. A veces se llegaba a acuerdos entre niveles
de mando militar que no involucraban e incluso no llegaban a conocerse en los
niveles políticos ni en el propio Ministerio de Asuntos Exteriores.
Lo que ambos países pretendían conseguir de esta relación tampoco
cambio nunca, España quería reconocimiento internacional, ayuda económica y
una garantía de seguridad que le compensara la perdida de la neutralidad y los
Estados Unidos necesitaban libertad de actuación y movimientos para utilizar
el territorio español para sus planes de defensa.
De lo que pretendía España se consiguió romper ese aislamiento inicial y
poco a poco se fue integrando en todas las organizaciones internacionales, pero
no consiguió su ingreso en la OTAN hasta 1981. La ayuda económica es difícil
cuantificarla pues cada fuente que se consulta ofrece cifras diferentes, eso sí, en
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lo que todas las fuentes coinciden, es que la ayuda fue en su mayoría para la
construcción de las bases y para el material militar. Esto sin duda favoreció en
general a la economía sobe todo a la local ya que en los municipios de Torrejón,
Rota, Morón, Zaragoza, etc. donde se ubicaban instalaciones americanas las
posibilidades laborales y el consumo era muy importante. Lo que nunca se
consiguió fue una garantía de seguridad clara y que no conseguiríamos hasta
nuestra adhesión al Tratado del Atlántico Norte.
4.- EL ACUERDO DE 1970
A lo largo de los años España fue cambiando sus prioridades, aun siendo importante el reconocimiento internacional que su amistad con Estados Unidos le
había proporcionado, este reconocimiento ya no era tan vital ni tan urgente y sin
embargo la recuperación de la pérdida de soberanía y sobre todo las necesidades
económicas eran ya la primera prioridad.
En 1969 el gobierno de Madrid hizo al de Washington una serie de
peticiones consideradas excesivas por los americanos y que a punto estuvieron
de llevar a la ruptura de los acuerdos. Y fue en 1970 cuando los convenios del 53
fueron sustituidos por el Convenio de Amistad y Cooperación en el que se avanzó
de forma importante sobre todo en el tema de la mejora de las implicaciones de
los convenios anteriores sobre la soberanía nacional.
Las bases americanas, que eran de utilización conjunta desde la
firma de la prórroga de 1963, pero sobre las que solo Estados Unidos tenía el
control, pasaron a ser bases españolas de propiedad plena del Estado Español
que a su vez autorizaba a los americanos a utilizarlas mediante unos acuerdos
complementarios. Y muy importante también el oleoducto Rota Zaragoza fundamental para el mantenimiento de las bases pasaba a ser de propiedad única y
total española. Una de las pretensiones no conseguidas por el entonces Ministro
de asuntos exteriores Lopez Bravo, fue el elevar el acuerdo al nivel de Tratado
como se pretendía, para darle una mayor importancia.
Para refrendar estos cambios e indirectamente apoyar al régimen de
Franco que los había hecho posibles, el Presidente Richard Nixon visito nuestro
país en 1970 como hiciera Eisenhower once años antes. La visita fue como la
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anterior aprovechada al máximo por el gobierno dándole una publicidad sin
precedentes.
5.- EL TRATADO DE 1976
Lo que no pudo conseguirse en 1970, se consiguió pocos años después, y
las relaciones entre los dos países adquirieron la importancia de tratado con el
de 1976. Primero firmado tras la muerte de Franco y la puesta en marcha de
la monarquía. Fue negociado en condiciones especiales para ambos países, los
americanos terminaban de salir de su guerra de Vietnam, perdida a todos los
efectos y lejos de ese papel de vencedor que adquiriera tras la Segunda Guerra
Mundial y los españoles se enfrentaban con un mar de incertidumbres al terminar
un régimen de más de 40 años y ser sustituido por otro radicalmente distinto
que heredaba la posición internacional de España y los acuerdos y convenios
firmados por la administración anterior. Negociado durante la agonía de Franco,
fue firmado por el primer Ministro español de Asuntos Exteriores de la recién
estrenada democracia, José Maria de Areilza y por el Secretario de Estado
norteamericano, Kissinger.
Estaba compuesto de un preámbulo, cuatro secciones, dieciséis anexos de procedimiento y un último apartado en el que aparecen todos los canjes de notas
relativos al tratado.
Del articulado hemos extraído textualmente algunos de los párrafos por
su especial relevancia o curiosidad. En el artículo I apartado 3 se acordaba que
las fuerzas de los Estados Unidos ni introducirán ni almacenarán en territorio
español: “ninguna munición tóxico química, asfixiante o agentes de guerra tóxico
químicos, elementos de guerra biológicos, ni armas tóxicas o agentes tóxicos de
origen biológico o químico, o armas nucleares o sus componentes nucleares”
Resulta paradójico que este artículo sea tan claro después de lo sucedido,
en enero de 1966 cuando ocurrió el famoso incidente de Palomares, con la caída
al mar, próximo a la costa de Almería de un proyectil nuclear por un problema
mecánico del avión norteamericano que la transportaba. Aquello supuso una
sorpresa total incluso para los ministros militares que no eran conscientes de ese
tipo de sobrevuelo. Aun que se trató de tapar en todo lo posible no tuvieron
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éxito, sobre todo en el exterior, y se teatralizo el famoso baño conjunto del
ministro Fraga con el embajador norteamericano en las frías aguas almerienses
Otro artículo cuanto menos curioso por lo obsoleto para nosotros hoy
en día es el XXI:
“La sentencia de muerte impuesta a un miembro del personal de los Estados
Unidos en España por las autoridades españolas, en un caso sobre el cual ejerza
jurisdicción España, de acuerdo con las disposiciones de este Acuerdo, podrá ser
ejecutada tan solo por un método de ejecución utilizado tanto según el Derecho
de España como según el de los Estados Unidos”
Por supuesto nunca se llegó a aplicar, pero el simple reconocimiento
de la posibilidad de que ocurriera ya nos marca un cambio de actitud dejando
de lado la incertidumbre y falta de definición que caracterizaban los anteriores
acuerdos.
Como tercer y último ejemplo de este cambio de tendencia podríamos
citar el anexo VIII en el que se estipula que el Jefe de la Base, un contraalmirante
español “... será responsable de la defensa del puerto y línea de costa por medio
de una vigilancia marítimo-terrestre que deberá ser llevada a cabo por Fuerzas
españolas”.
Lo que en realidad este párrafo venía a decir es que las fuerzas americanas, aceptaban estar bajo la protección de fuerzas españolas, cosa que no
suele ser la norma para ellos.
En este tratado se inicia lo que en realidad podría considerarse una verdadera relación de cooperación en materia de defensa, sin servilismos ni egoísmos
y quizás considerada por ambas partes como el preámbulo de nuestra adhesión
a la OTAN.
Pero sin lugar a dudas y sin minusvalorar los adelantos en temas militares,
económicos, etc., este tratado supuso el espaldarazo real a la monarquía española
por parte de los estados Unidos. Una vez más los americanos hacían, cierto es
buscando sus intereses de seguridad, un gesto decisivo para la situación puntual
de España en la esfera internacional.
6.- EL CONVENIO DE 1982
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Firmado en el Palacio de Santa Cruz, sede del Ministerio de asuntos
Exteriores el 2 de julio de 1982 por el Ministro de Asuntos Exteriores, Jose Pedro
Perez-Llorca y Rodrigo, y el embajador norteamericano, Terence Todman. Su
nombre completo era el Convenio de Amistad, Defensa y Cooperación entre
España y los Estados Unidos de América.
El 24 de febrero de 1983 fue firmado el protocolo a dicho convenio y
posteriormente se remitió a las Cortes Generales para cumplir lo dispuesto en
la recientemente aprobada Constitución Española.
Este es el primer convenio que redactado y firmado tras la entrada en
vigor de la nueva constitución, cumple con lo establecido en la misma para
tratados acuerdos y convenios internacionales.
Como vemos de nuevo se cambia el modelo de la relación entre ambos
países bajando del nivel de un tratado como era el de 1976 a un convenio como
fuera en su forma inicial de 1953. Esta transformación parece lógica ya que
cuando este nuevo convenio es firmado España ya es miembro del Tratado del
Atlántico Norte
En realidad no era un convenio sino un conjunto de ellos pues constaba
de un preámbulo, siete convenios complementarios y uno de canje de notas.
Es muy importante lo expresado en el artículo primero donde se especifica que la cooperación será económica, científica, cultural y en materia de
defensa, dando tanta importancia a unos aspectos como a otros lo cual hace a
este convenio diferente a los anteriores y también distinto del de 1988 que estudiaremos a continuación, todos ellos con un peso fundamental en los aspectos
de defensa.
Como decíamos el Convenio se desarrolló en siete convenios complementarios:
El primero sobre el Consejo hispano norteamericano, el segundo sobre Instalaciones de apoyo y autorizaciones de uso, el tercero sobre Cooperación en asuntos
de material para las fuerzas armadas, el cuarto sobre Cooperación industrial
para la Defensa, el quinto sobre Estatuto de las fuerzas armadas norteamericanas en España, el sexto sobre Estatuto de las fuerzas armadas españolas en los
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Estados Unidos de América y el séptimo y último sobre Cooperación científica,
tecnológica, cultural, educativa y económica.
El Convenio complementario primero regulaba el Consejo hispano norteamericano, elemento fundamental para el desarrollo de todo el Convenio de amistad
, defensa y cooperación y bajo la copresidencia del Ministro de asuntos exteriores español y el Secretario de Estado norteamericano actuaban seis comités
especializados : el comité militar conjunto, el de asuntos político militares administrativos, el de cooperación industrial en materia de defensa, el económico,
el de cooperación científica y tecnológica y por último el e asuntos educativos y
culturales.
Del segundo Convenio Complementario sobre instalaciones de apoyo y
autorizaciones de uso, cabe destacar que en su artículo cuarto queda reflejado
de forma clara lo que antes eran ambigüedades sobre la posibilidad de almacenamiento de armas nucleares y dice que “El almacenamiento e instalación en
territorio español de armas nucleares o no convencionales o de sus componentes
quedará supeditado al acuerdo del Gobierno español”
En este convenio complementario también queda claramente reflejado el
número y localización de las bases e instalaciones de apoyo, todas ellas españolas,
con la bandera española siendo la única en ondear y quedando bajo mando .E
Jefe de las fuerzas norteamericanas en cada una de las Bases o instalaciones
tenia por responsabilidad el mando sobre sus hombres, equipo, material y los
locales utilizados exclusivamente por las fuerzas de Estados Unidos.
Estas bases e instalaciones eran:
Ψ Base aérea Morón
Ψ Base aérea de Torrejón de Ardoz
Ψ Base aérea de Zaragoza
Ψ Base naval de Rota.
Ψ Polvorines y depósitos de combustible de Cartagena.
Ψ Estación de comunicaciones de Humosa.
Ψ Estación de comunicaciones de Inogés.
Ψ Estación de comunicaciones de Sóller.
18
Ψ Estación de comunicaciones de Menorca.
Ψ Relé de comunicaciones de Estaca de Bares.
Ψ Estación LORAN de Estartit.
Ψ Estación de comunicaciones de Guardamar del Segura.
Ψ Estación meteorológica y sismológica de Sonseca.
El tercer convenio sobre cooperación en asuntos de material para las
fuerzas armadas, constaba de diez artículos en los que, tras poner de manifiesto
la necesidad de
modernización de las fuerzas armadas españolas, así como el esfuerzo financiero
y técnico que el gobierno español estaba realizando, se comprometían los Estados
Unidos a vender a España los productos para la defensa sobrantes y excedentes
en las condiciones de pago más favorables posibles que permitía la legislación
norteamericana.
El cuarto convenio sobre cooperación industrial para la defensa daba
directrices para su aplicación y se ocupaba de los términos de referencia y actuaciones del Comité Conjunto de cooperación industrial para la defensa.
Los convenios quinto y sexto sobre Estatuto de las fuerzas armadas
norteamericanas en España y Estatuto de las fuerzas armadas españolas en los
Estados Unidos de América, respectivamente, exponen de forma equilibrada y
sistemática los deberes y derechos de unos y otros en los respectivos países de
acogida, basándolos en el estatuto de las fuerzas OTAN, firmado el
19 de junio de 1951 en Londres.
El séptimo convenio complementario sobre cooperación científica, tecnológica,
cultural, educativa y económica, constaba de veinticinco artículos. En el segundo se establecían tres áreas de aplicación caracterizadas por no ser de interés
directo para la defensa, asignándoles esas tareas a los tres últimos comités de
los seis creados en el convenio complementario primero..
El comité de cooperación científica y tecnológica. Tenía por misión
fomentar aquellas áreas que tuviesen más importancia para “la modernización
económica y el bienestar social” de ambos países. Entre los temas que trataron
destacaba lo referente a, la energía nuclear y no nuclear, la industrialización, la
19
agricultura, el medio ambiente, la sanidad y los recursos naturales.
El comité de cooperación cultural y educativa. Se encargaría de promover el conocimiento de los logros que en dichas áreas obtuviesen. Por ejemplo
el perfeccionamiento del sistema educativo español, entrega de documentación
y equipo así como material bibliográfico, ampliación de intercambios culturales,
difusión de la cultura española en Estados Unidos y de la estadounidense en
España.
Para estos temas culturales y educativos se aplicó el programa cofinanciado
Fulbright-Hays.
Por último el comité para la cooperación económica se encargaría de
los asuntos económicos de interés para ambos países. Entre estos asuntos se
mostraba un especial interés en facilitar las inversiones económicas de un país
en otro.
En los canjes de notas anexos a este convenio de Amistad, Defensa y
Cooperación firmado el dos de julio de 1982 por el Ministro de Asuntos Exteriores español José Pedro Pérez-Llorca y Rodrigo y el embajador norteamericano
Terence A. Todman, se establecían los niveles máximos de fuerzas norteamericanas y personal civil de apoyo establecidas en España marcándolo en un total
de 14. 214 fijos y 1355 temporales o de paso, para hacer un total de 15569
7.- CONVENIO DE 1988
El periodo que va desde la firma del convenio de 1982 hasta la firma del de
1988 debe ser considerado sin duda como el más interesante de cuantos se han
ocupado en las relaciones entre Estados Unidos y España después de la Segunda
Guerra mundial.
Las condiciones en España eran radicalmente nuevas, la democracia estaba asentada con el relevo gubernamental y la llegada al poder del presidente
González y su partido, el PSOE, el efímero gobierno del Presidente Calvo Sotelo
había conseguido la entrada de España en la OTAN sin oposición alguna de los
miembros de la Alianza, cosa que no había conseguido la presión e intentos
diplomáticos norteamericanos durante más de 20 años, la relación entre ambos países marcada por una cierta subordinación y desequilibrio debía llegar
20
claramente a su fin y por ambas partes se notaban síntomas de que algo debía
cambiar.
Otra gran novedad de este convenio respecto al de 1982 fue el ceñirlo
a temas de defensa. Los convenios complementarios cuarto, quinto y sexto del
convenio de 1982 que trataban, como hemos visto, temas de educación, cultura,
tecnología etc., se sacaron del ámbito de este nuevo convenio el cual se ceñiría
en adelante solo a temas de defensa.
La importancia del convenio del 88 aumenta al poderse constatar que
este convenio, revisado en los protocolos de enmienda de 2002 y 2012 es el
convenio que hoy en día regula las relaciones en materia de defensa y seguridad
entre España y los Estados Unidos de América.
El convenio de cooperación para la defensa entre el Reino de España y
los Estados Unidos de América fue firmado el 1 de diciembre de 1988 y publicado
en el Boletín Oficial del Estado el 5 de mayo de 1989, consta de seis capítulos,
ocho anexos y el apartado relativo a los sucesivos canjes de notas.
En el preámbulo se afirma como se hiciera en los anteriores que ambos
países “Reconocen que la seguridad y plena integridad territorial de España y
los Estados unidos de América contribuyen al mantenimiento de la paz y a la
seguridad de Occidente; Afirman que su cooperación para la defensa está basada
en el pleno respeto a la igualdad soberana de cada país y comporta obligaciones
mutuas y un reparto equitativo de cargas defensivas...” Sin duda dadas las
condiciones tan diferentes a las de 1953 en España, este preámbulo tenía más
sentido ahora que entonces cuando a base de declaraciones y acuerdos secretos la
igualdad soberana y el reparto equitativo de cargas, era más difícil de conseguir.
En el capítulo I de este Convenio sobre disposiciones generales queda
claro que el convenio, como decíamos anteriormente, es de clara y exclusiva
orientación a la defensa y trata también, por primera vez, de la desaparición de
las bases.
En el capítulo II, se manifiesta que las bases, hasta su cierre, estarán
bajo mando español y que el régimen interior de cada una de ellas dependerá
de las normas acordadas entre el mando de la Base y el Jefe de las fuerzas de
21
los EEUU.
En el capítulo III sobre autorizaciones de uso, se declara la plena soberanía y control de España sobre su territorio y espacio aéreo. Las aeronaves
norteamericanas tienen derecho a sobrevolar, entrar y salir del espacio aéreo,
siempre que cumplan las normas españolas de circulación aérea.
En los capítulos IV sobre Estatuto de las fuerzas de los Estados Unidos
en España y V sobre Estatuto de las fuerzas de los España en Estados Unidos,
la clave fue una vez más el hecho de buscar el alineamiento con el mencionado
SOFA de la OTAN.
En el último capítulo, el sexto de Disposiciones finales se marcaba la vigencia
del mismo en ocho años cuando el anterior era de cinco pudiendo prorrogarse
por períodos de un año, salvo que alguna de las partes comunicase lo contrario
por escrito. La realidad es que como hemos visto este convenio, el de 1988, ha
perdurado hasta nuestros días revisado por los dos protocolos de enmienda el
de 2002 y el de 2012 que estudiaremos a continuación.
En opinión del profesor Angel Viñas este convenio es el contrapunto
exacto de los pactos de 1953. Lo que en el 53 era una clara dependencia con
respecto a las actuaciones norteamericanas y a sus voluntades en cuanto al
manejo de las bases e instalaciones, se convirtió en el 88 en un equilibrio medido
de cargas y responsabilidades con un respeto estricto a la igualdad soberana
entre ambos países.
8.- PROTOCOLO DE ENMIENDA DE 2002 AL CONVENIO DE
1988
El 11 de enero de 2001, los Ministros de Asuntos Exteriores de ambos
países, Josep Piqué y Madeleine Albright, firmaron una Declaración Conjunta
en la que se establecía que “España y los Estados Unidos subrayan su compromiso con el Convenio de Cooperación para la Defensa de 1988 y los principios
básicos que lo inspiran”, y que “las dos partes iniciarán pronto conversaciones
para su revisión técnica, a la luz de su estrecha y creciente relación bilateral”.
Esta declaración fue el pistoletazo de salida para la única reforma en
profundidad del convenio de 1988, ya que la que estudiaremos en el siguiente
22
apartado, la enmienda de 2012 no será más que una adaptación de esta para su
aplicación al escudo antimisiles.
Las conversaciones anunciadas en la Declaración Conjunta, se materializaron en tres rondas de conversaciones, en Madrid en julio y diciembre de 2001
y la ultima en octubre de 2001 en Washington, con los rescoldos aun calientes de
los terribles atentados del 11 de septiembre en Nueva York y la propia capital.
Esta negociación realizada por el embajador Antonio Cosano, por parte
española y Marisa Lino por parte norteamericana, dio como fruto el Protocolo
de Enmienda al Convenio de Cooperación para la Defensa, firmado el 10 de abril
de 2002, por el ministro Piqué y por el Secretario de Estado Colin Powell, que
entraría en vigor el 12 de febrero de 2003, una vez ratificado por los Parlamentos
de ambos países.
Esta enmienda, como decíamos, fue una revisión profunda del Convenio
de 1988, con más de 50 artículos nuevos y la recuperación de temas de cooperación industrial que eliminara junto con los aspectos culturales, científicos,
etc. el convenio del 88.
La nueva redacción dada al preámbulo difiere en poco de las anteriores y refleja
todos los puntos del preámbulo desde 1953 incorporando las referencias a nuestra
adhesión a la Alianza Atlántica, ya contemplados en el del 1988.
Respecto a los aspectos jurídicos tampoco las diferencias son grandes tan solo
una adaptación a la legislación vigente en España como es la aplicación en el
artículo 39 de lo establecido en el Convenio Europeo sobre Traslado de Personas
Condenadas hecho en Estrasburgo el 21 de marzo de 1983.» Otra diferencia la
encontramos en los niveles máximos de fuerzas permitidos en cada una de las
bases e instalaciones, en el artículo 44, en el que queda patente la importante
reducción que en conjunto se puede apreciar, pasando en números globales la
presencia máxima americana incluyendo militares y civiles y fijos y temporales
de los 15569 del convenio de 1982 hasta los 8110 contemplados en la enmienda
de 2002.
Esta importante enmienda culminaba medio siglo de cooperación en
materia de defensa y analizando esta relación con la perspectiva del tiempo nos
23
permite observar que la relación bilateral con los Estados Unidos es importante
y que el Convenio es útil y que además así es percibido por la opinión pública.
Donde sí hay modificaciones es en otras áreas diferentes de la propias
de defensa. En el área de cooperación política se institucionalizan las consultas regulares entre ambos Gobiernos y se decide potenciar el diálogo reforzado
en temas de interés para la política exterior española, como Iberoamérica, el
Mediterráneo y Oriente Medio.
En el área de cooperación económica, ambas partes “afirman el principio de que la representación en los foros internacionales debe reflejar progresivamente la evolución de la economía internacional”.
En cooperación científica, industrial y tecnológica, entre otras cosas,
se recurre a nuevas formas de cooperación, como “la creación de instrumentos
privados, como las fundaciones, para canalizar la cooperación en el ámbito de
la investigación científica y tecnológica”.
En cooperación cultural se establece la intención de promover la
enseñanza del español en los Estados Unidos y del inglés en España.
Por último, en cooperación en la lucha contra los nuevos retos y riesgos
de seguridad se decide proseguir el diálogo de alto nivel en materia antiterrorista,
para lo que ambas partes se intercambiarán información y se proporcionarán la
ayuda técnica necesaria, incluyendo la actualización del Acuerdo de Extradición.
Es en estas modificaciones donde vemos un cambio mas en los objetivos por parte de España, esta busca ahora mas decididamente, el apoyo de
los Estados Unidos en los ámbitos más diversos de la política española, en
virtud de la Declaración Conjunta, que se desarrolla en distintos Convenios
Técnicos, entre los que el de Cooperación para la Defensa es solo uno mas.
Si nos centramos en la cooperación para la Defensa, una vez cubierta
la defensa común a través de las distintas Organizaciones Internacionales de
Seguridad y Defensa, en especial la OTAN, y una vez superada la etapa de
recibir ayudas de material militar para la modernización de nuestras Fuerzas
Armadas, España busca ahora el desarrollo de nuestra política de seguridad
y defensa con el apoyo de los Estados Unidos.
24
Un aspecto muy importante de dicha política es la cooperación industrial, que se desarrollará sobre la base de los Principios de este Protocolo
de Enmienda.
Podemos concluir que con esta enmienda el Convenio Bilateral sobre
Cooperación para la Defensa se incardina en un marco de cooperación más
amplio definido en la Declaración Conjunta de 11 de enero de 2001, dentro del
cual es donde se aprecia claramente su gran utilidad para ambas partes y que,
por ello, se trata de un Convenio equitativo.
9.-SEGUNDO PROTOCOLO DE ENMIENDA DE 2012.. ESCUDO
ANTIMISILES
El 10 de octubre de 2012, en Bruselas se firmó el último documento de esta serie,
larga en el tiempo, de convenios, acuerdos, tratados y protocolos que venimos
analizando, sobre las relaciones entre el Reino de España y los EE.UU., que
comenzaron con el convenio de 1953 y se extendieron hasta la actualidad por
más de 60 años.
Este día y en este lugar se firmó el segundo protocolo de enmienda del
Convenio de Cooperación para la Defensa entre el Reino de España y los Estados
Unidos de América de 1 de diciembre de 1988, revisado por el protocolo de
enmienda de 10 de abril de 2002, desarrollado en el punto anterior.
Esta nueva enmienda se centraba en un solo punto y por tanto es continuista con el convenio de 1988 revisado en 2002, su objetivo principal es como
dice su preámbulo, contribuir significativamente al sistema de defensa contra
misiles balísticos de la Alianza Atlántica, aceptando que desde España operen
los destructores que la Armada de Estados Unidos dedica a ese objetivo.
Para ello se modifican tan solo tres de los sesenta y nueve artículos de la
anterior revisión.
El artículo 1 en su apartado 2.1 del Anexo 2 en lo que se refiere a la Base
Naval de Rota, para permitir el estacionamiento permanente de cuatro buques
AEGIS de la Marina de los Estados Unidos de América y sus tripulaciones en
la Base Naval de Rota..
25
El Artículo 2 en su apartado 2.2 del Anexo 2 del Convenio, referido a la Base
Naval de Rota, para añadir en la tabla que acompaña al mismo los 4 destructores
AEGIS de la Marina de los Estados Unidos de América y sus tripulaciones, con
la misión de contribuir a la defensa contra misiles balísticos y un destacamento
de mantenimiento de segundo escalón para el apoyo a los destructores.
Y el Artículo 3 en el que deja la puerta abierta a futuros desarrollos de
este Segundo Protocolo de Enmienda, según sea necesario, siempre que estos
acuerdos sean conformes con el Convenio y con las respectivas legislaciones
nacionales de las Partes.
En su disposición final, igual que ocurriera con el anterior protocolo de
enmienda, se limita el período de vigencia a ocho años a partir de la fecha en la
que este Segundo Protocolo de Enmienda entrara en vigor, prorrogándolo según
las condiciones establecidas en el apartado 2 del artículo 69 del Convenio.
El Segundo Protocolo de Enmienda entraría en vigor cuando las Partes se
hubieran comunicado por escrito y por vía diplomática que habían cumplido los
respectivos requisitos constitucionales, cosa que ocurrió el 21 de mayo de 2013.
Este protocolo fue firmado por el Ministro de Defensa del Reino de España,
Pedro Morenés Eulate y por el Secretario de Defensa de los Estados Unidos de
América. Leon Edgard Panetta.
Con anterioridad el 11 de octubre de 2012, al día siguiente de la firma del protocolo en Bruselas, se produjo la comparecencia conjunta de los señores ministros
de Asuntos Exteriores y de Cooperación García-Margallo Marfil y de Defensa
Morenés Eulate, en el Congreso de los Diputados para informar sobre el Convenio de Defensa entre España y los Estados Unidos y más en detalle a este
Segundo Protocolo enmendado, la comparecencia fue a petición propia.
En su primera intervención el ministro Margallo justificó la enmienda, porque
26
el convenio sobre la que actúa es el de 1988 enmendado en 2002 y desde entonces
el mundo ha cambiado. El fin de la Guerra Fría supuso menos probabilidades
de riesgo nuclear, con la excepción de Irán, y menos probabilidades de ataques
convencionales a la zona cubierta por el Tratado del Atlántico Norte, sin embargo ha aumentado la amenaza que supone la proliferación de misiles balísticos.
En 1972 solo nueve países tenían misiles balísticos, en 1996 ya eran 16 —casi
el doble—, en el año 2006 eran 25, y en el año 2011 eran 30 los países que
disponían de este tipo de armamento.
La primera reacción de los países occidentales, entendiendo por países occidentales los signatarios del Tratado de Washington, se produjo en la Cumbre de
Lisboa del año 2010, en que se decidió, desplegar un sistema de defensa contra
los misiles; sistema basado en dos pilares: un sistema común de mandos y control, a cargo de la OTAN, y un sistema de aportaciones aliadas complementario
del anterior. Como es perfectamente comprensible el mayor contribuyente a este
sistema fueron los Estados Unidos, que acordó desplegar un sistema de detección
de radares, asociado a un sistema de interceptación móvil fundamentalmente en
buques. Alemania y Países Bajos, dos de los países de la Alianza, decidieron
hacer contribuciones adicionales. A otros, se les pidió que albergara algunos
de los sistemas de detección. Turquía decidió albergar un radar de alerta temprana. Rumanía y Polonia han albergado interceptores antimisiles. A España
se le pidió dar atraque en la base de Rota a cuatro destructores antimisiles.
La primera de las declaraciones en que España se ofrecía dispuesta a albergar
estos cuatro destructores es de 5 de octubre de 2011, en conferencia conjunta del
entonces presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, y el secretario general de
la OTAN, señor Rasmussen. Solo dos días más tarde, el 7 de octubre, el Consejo
de Ministros decidió la apertura de negociaciones en el marco del acuerdo de
cooperación.
En su intervención el ministro de defensa Morenés, hizo hincapié en que,
aunque el objetivo del protocolo es la modificación del convenio bilateral, el
27
origen y la razón fundamental de este cambio tiene que ver con una capacidad
defensiva que los aliados de la OTAN llevaban considerando adquirir desde hace
más de veinte años. Ya a principios de los años noventa la defensa, ante la proliferación de armas de destrucción masiva, y en especial ante su principal vector,
los misiles balísticos, se convirtió en una prioridad del análisis estratégico de la
OTAN. Pero no fue hasta el año 2005 cuando se creó un programa específico,
con el objetivo inicial de proteger fuerzas desplegadas en un teatro de operaciones de la amenaza de misiles balísticos de corto y medio alcance, hasta los
3.000 kilómetros.
La incorporación de España al sistema de defensa antimisiles de la OTAN,
se materializaría pues, mediante la presencia en la base naval de Rota de los
cuatro destructores de la Marina de los Estados Unidos.
Los buques han comenzado su despliegue permanente en este 2014. Según
el planteamiento actual de la Marina de los Estados Unidos los buques serán:
el Donald Cook, el Ross, el Porter y el Carney, que inicialmente tienen su base
en Norfolk y en Mayport. La llegada de la primera pareja en 2014, y los otros
dos a lo largo del año 2015. Los cuatro buques estarán al mando del almirante
de la VI Flota que tiene su cuartel general en Nápoles.
El USS Donal Cook llegó a Rota en febrero del presente año y el USS Ross
tuvo su ceremonia de bienvenida el lunes 16 de junio. Ambos destructores son
gemelos y tienen una dotación de 300 marinos.
El despliegue, una vez finalizado, tendrá un impacto socioeconómico en
la zona en la que se encuentra la Base naval, lo que permitirá dinamizar el
consumo privado y la actividad económica en un área especialmente castigada.
También la presencia de numeroso personal, tanto en el embarcado como el de
mantenimiento, junto con sus familias que se estiman inicialmente en unas 1.300
o 1.400 familias, dará un verdadero impulso al sector de servicios en la zona, lo
que permitirá dinamizar de alguna manera la actividad económica del área.
28
La presencia de unidades norteamericanas de características avanzadas supondrá además una oportunidad única de adiestramiento y cooperación con las
Fuerzas Armadas españolas en las áreas más relevantes de seguridad, en las que
se puede destacar la certificación de unidades, el adiestramiento en puerto, el
intercambio permanente de personal o la participación conjunta en ejercicios.
10.-CONCLUSIONES
En el año 2013, se cumplieron 60 años de la firma de los primeros acuerdos, los conocidos en su conjunto como Pacto de Madrid, aquellos tres convenios,
el de ayuda para la mutua defensa, el de ayuda económica y el defensivo, se entrelazan con el paso de seis décadas con la segunda enmienda al Convenio de
Cooperación para la Defensa de 1988 que vio la luz en mayo de 2013.
Estos, hoy más de sesenta años, suponen la relación bilateral más extensa en temas de defensa de la historia moderna de España. Y no solo en seguridad o defensa ha tenido implicaciones esta relación, también las ha tenido,
en los aspectos, políticos, económicos, sociales, culturales, policiales, judiciales.
Lo que inicialmente no fue más que un intercambio de reconocimiento
internacional y apertura del bloqueo, a cambio de permitir la instalación de bases
norteamericanas en España, con lo que de pérdida de soberanía llevaba, ha ido
evolucionando con los años con la sucesión de acuerdos, convenios, tratados
y enmiendas hasta una relación de plena igualdad entre dos países aliados y
miembros de la práctica totalidad de las organizaciones internacionales.
La relación hispano-norteamericana materializada por estos pactos y
acuerdos ha tenido siempre una orientación dual hacia fuera y hacia dentro y
las repercusiones en uno y otro sentido han variado en importancia según la
situación principalmente de España iba evolucionando.
Repercusiones internas, positivas y negativas, han sido entre otras: La
captación de fondos y recursos para dedicarlos al sector militar aunque frecuente-
29
mente trasvasados al civil; el equipamiento, entrenamiento y modernización de
las fuerzas armadas; la introducción y adaptación de la economía española a la
internacional ; el refuerzo considerable que supusieron para el prestigio interno
de Franco durante su dictadura y del Rey cuando cambio el sistema; la presencia habitual de las fuerzas americanas en España y su disminución radical
como consecuencia de nuestro ingreso en la OTAN; la necesidad de mantener
un sistema de seguridad y defensa propio para poder hacer frente a la conocida
como amenaza no compartida , respecto a la cual nuestros acuerdos con Estados
Unidos nunca han sido una respuesta definitiva.
Las repercusiones externas también han sido muchas e importantes, positivas y negativas, en algunos casos enraizados íntimamente con las repercusiones
internas, entre ellas podríamos destacar:
La primera y fundamental la tantas veces repetida de sacar al franquismo y a España con el, de su aislamiento; la de facilitar el acceso no solo
al sistema de Naciones Unidas sino al de las instituciones económicas de Bretton Woods; el conseguir un mínimo de prestigio internacional por identificar
a España en la órbita de influencia de Estados Unidos; el facilitar la entrada
en España de capitales y empresas norteamericanas que permitieron, aunque
de forma modesta, la inclusión de nuestras empresas emergentes en el mundo
industrializado; como negativo el no lograr la inclusión antes del cambio de régimen en las instituciones europeas económicas y de seguridad así como en la
OTAN y el no conseguir en realidad una alianza clara y automática de defensa
mutua con Estados Unidos.
A lo largo de estos más de 60 años los objetivos norteamericanos han
sido claros y se han mantenido inalterables. Su estrategia de carácter global y la
actual tecnología de los armamentos, les obliga a disponer de bases de despliegue
y apoyo logístico en numerosos lugares del mundo. Gracias al Convenio, los
Estados Unidos pueden emplear las bases españolas de Rota y Morón como
anteriormente usaron las de Torrejón y Zaragoza, que junto con las del Reino
30
Unido, ofrecen una situación inmejorable para apoyar operaciones en Oriente
Medio y en África. Las bases españolas permiten operar prácticamente todos
los días del año gracias a nuestro excelente clima, lo que no ocurre con las bases
británicas. Rota ofrece, además, la enorme ventaja de disponer de puerto y
aeropuerto dentro de las mismas instalaciones y esto ha sido la clave para que
en la segunda enmienda al acuerdo de 1988 se haya decidido establecer la Base
Naval de Rota como puerto de las fragatas del Escudo Antimisiles.
Por el contrario, los objetivos españoles han ido evolucionando a lo largo
del tiempo y requieren, por tanto, un análisis más complejo.
Los objetivos que perseguía España al negociar los primeros Convenios, cuando era una nación económicamente empobrecida, tecnológicamente
atrasada y políticamente aislada no son los mismos que los pretendidos en 2013
con la mencionada segunda enmienda.
Franco se propuso en 1953 superar estos problemas y, tras un intento
infructuoso de que se le incluyera entre los beneficiarios del Plan Marshall,
se apoyó en lo único que pudo conseguir: el Concordato con la Santa Sede
y los Convenios de Defensa con los Estados Unidos de 1953, que comenzaron
a fraguarse incluso antes de que finalizara la Guerra Mundial. A través de
estos Convenios obtuvo ayuda económica, que se mantuvo hasta 1956, medios
y apoyos para la modernización de las Fuerzas Armadas, que se han mantenido
de diversa forma a lo largo de los años, y el apoyo político suficiente para, entre
otras cosas, poder ingresar en la ONU al poco tiempo.
Lo que no pudo conseguir fue una cláusula de ayuda mutua que
obligara a los Estados Unidos a acudir en defensa de España ante un ataque,
entonces considerado probable, de la Unión Soviética o a intervenir en las
necesidades defensivas españolas en el norte de África.
Los pobres resultados conseguidos en los Convenios de 1953, llevó a que
los objetivos centrales perseguidos por España en la negociación de los siguientes
Convenios fueran defendidos con mayor rigor llegando incluso como hemos visto
a las puertas de la ruptura
El apoyo político para superar el aislamiento de España cumplió su papel
31
y se hizo superfluo tras el ingreso de España en las principales Organizaciones
Internacionales, tanto políticas como de Defensa.
La ayuda para la modernización de las Fuerzas Armadas ha ido derivando
hacia una Cooperación Industrial y Tecnológica de Defensa que en estos momentos es muy importante. Además, y como se ha indicado anteriormente, junto
con el Protocolo de Enmienda de 2002, se ha acordado una extensa Declaración
de Principios para el Desarrollo de la Cooperación en Materia de Equipamiento
e Industria de Defensa, que promete dar amplios frutos.
En 1982, una vez establecido un gobierno democrático, España ingresa
en la Alianza Atlántica, organización que sí le proporciona esa ansiada garantía
de defensa, colectiva en este caso. Igualmente, en 1986 entra en la UE y en 1990
en la UEO. Con ello, y siendo ya anteriormente miembro de la ONU y de la
OSCE, se ha conseguido plenamente el objetivo perseguido, aunque haya sido
fuera del ámbito estrictamente bilateral.
En 1988 ya desde una escrupulosa igualdad, se perfilan las bases de
los acuerdos que enmendados en 2002 y 2012 han llegado hasta la actualidad
haciendo patente el hecho de que esta relación bilateral ha sido una constante
en la política española de seguridad y defensa.
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33
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