¿QUÉ SIGNIFICA EL ADVIENTO? (ACI). La palabra latina “adventus” significa “venida”. En el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Jesucristo. El Adviento es el tiempo de espera, pero una espera activa, en la venida del Salvador. Es tiempo de oración y penitencia porque preparamos nuestro corazón renunciando al pecado. Es también tiempo de alegría y esperanza por la venida de Jesús. Juan Bautista es un gran ejemplo ya que se fue al desierto a rezar, a meditar la Palabra, a buscar conversión por medio de la penitencia. Dios Padre entonces encontró en él un hombre disponible para preparar Su camino. Quien no se prepara ante el Señor no recibirá la gracia de su venida. La liturgia de la Iglesia da el nombre de Adviento a las cuatro semanas que preceden a la Navidad, como una oportunidad para prepararnos en la esperanza y en el arrepentimiento para la llegada del Señor. El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa penitencia. El tiempo de Adviento es un período privilegiado para los cristianos ya que nos invita a recordar el pasado, nos impulsa a vivir el presente y a preparar el futuro. Esta es su triple finalidad: 1. Recordar el pasado celebrando y contemplando el nacimiento de Jesús en Belén. El Señor ya vino y nació en Belén. Esta fue su venida en la carne, lleno de humildad y pobreza. Vino como uno de nosotros, hombre entre los hombres. Esta fue su primera venida. 2.. Vivir en el presente de nuestra vida diaria la “presencia de Jesucristo” en nosotros y, por nosotros, en el mundo. Vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor, en la justicia y en el amor. 3.. Preparar el futuro, preparándonos para la segunda venida de Jesucristo en la “majestad de su gloria”. Entonces vendrá como Señor y como Juez de todas las naciones, y premiará con el Cielo a los que han creído en Él; vivido como hijos fieles del Padre y hermanos buenos de los demás. Esperamos su venida gloriosa que nos traerá la salvación y la vida eterna sin sufrimientos. En el Evangelio, varias veces nos habla Jesucristo de la Parusía o segunda venida y nos dice que nadie sabe el día ni la hora en la que sucederá. Por ésta razón, la Iglesia nos invita en el Adviento a prepararnos para este momento a través de: La revisión.- Aprovechando este tiempo para pensar en qué tan buenos hemos sido hasta ahora y lo que vamos a hacer para ser mejores que antes. Es importante saber hacer un alto en la vida para reflexionar acerca de nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios y con el prójimo. Todos los días podemos y debemos ser mejores. La proyección.- En Adviento debemos hacer un plan para que no sólo seamos buenos en Adviento, sino siempre. Analizar qué es lo que más trabajo nos cuesta y hacer propósitos para evitar caer de nuevo en lo mismo. Significado de la Corona de Adviento En muchas casa vemos que antes de Navidad ponen como centro de mesa una corona con velas. Además de ser un elemento decorativo, esta corona anuncia que la Navidad está cerca y debemos prepararnos. La costumbre es de origen pagano, esta corona representaba el ruego al sol para que regresara con su luz y calor durante el invierno. Los cristianos, para prepararnos a la venida de nuestra LUZ y VIDA, la Natividad del Señor, aprovechamos esta “Corona de adviento” como medio para esperar a Cristo y rogarle infunda en nuestras almas su luz. El círculo es una figura geométrica perfecta que no tiene ni principio ni fin La corona de adviento tiene forma de círculo para recordarnos que Dios no tiene principio ni fin, reflejando su unidad y eternidad. Nos ayuda también a pensar en los miles de años de espera desde Adán hasta Cristo y en la segunda y definitiva venida; nos concientiza que de Dios venimos y a Él vamos a regresar. El follaje verde perenne (que puede ser de ramas de pino, oyamel o hiedra) representan que Cristo está vivo entre nosotros, además su verde color nos recuerda la vida de gracia, el crecimiento espiritual y la esperanza. Que debemos cultivar durante el Adviento. Las cuatro velas representan los cuatro domingos de Adviento. Las tres primeras que se enciendes son de color morado para recordarnos el espíritu de vigilia, penitencia y sacrificio que debemos tener par prepararnos a la llegada de Cristo. La última es de color rosa o blanco y manifiesta la alegría de que el nacimiento del Señor está muy cerca. El día de Navidad las velas moradas son substituidas otras de color rojo que simboliza el espíritu festivo de la reunión familiar. En algunos todas las velas se substituyen por velas rojas y en el centro se coloca una vela blanca o sirio simbolizando a Cristo como centro de todo cuanto existe. La luz de las velas simboliza la luz de Cristo que desde pequeños buscamos y que nos permite ver, tanto el mundo como nuestro interior. Cuatro domingos antes de la Navidad se prende la primera vela. Cada domingo se enciende una vela más. El hecho de irlas prendiendo poco a poco nos recuerda como conforme se acerca la luz las tinieblas se van disipando, de la misma forma que conforme se acerca la llegada de Jesucristo que es luz para nuestra vida se debe ir esfumando el reinado del pecado sobre la tierra. La luz de la vela blanca o del cirio que se enciende durante la Noche Buena nos recuerda que Cristo es la Luz del mundo. El brillo de la luz de esa vela blanca en Navidad nos recuerda como en la plenitud de los tiempos se cumple el “Advenimiento del Señor”. Celebración en torno a la Corona de Adviento Cada domingo se reúne la familia sola o con algunos amigos, en torno de la corona. Antes de comenzar se designa quienes participarán como guía, lectores o encendiendo las velas. La celebración se inicia haciendo una breve oración al Espíritu Santo pidiendo su presencia y su ayuda. Se encienden las velas de acuerdo al domingo que corresponda y se da lectura a las Sagradas Escrituras ( se puede leer algún fragmento de las profecías de Isaías o el Evangelio de dicho Domingo). Después de guardar silencio por uno o dos minutos cada uno de los participantes podrá aportar sus comentarios. A continuación el guía hace una invitación a hacer un propósito personal a los asistentes. Cuando los niños son pequeños, conviene que el propósito sea muy sencillo y sea familiar, Cuando los niños son más grandes, es conveniente respetar su intimidad y no obligarlos a decir su propósito si no quieren. Los propósitos no deben de ser ideales inalcanzables, sino las pequeñas cosas que por prisa o flojera o hacemos, aunque sabemos que nos ayudarían a vivir mejor. Toda la familia se beneficia cuando sus miembros se deciden a ser más puntuales , más generosos, mas ordenados. Esto se traducir en acciones que el niño puede comprender fácilmente (por ejemplo el orden como “no dejar las cosas tiradas”). El cuarto domingo se prende la vela blanca y se reflexiona sobre si se cumplieron los propósitos o no y por qué. Para finalizar, algún miembro de la familia hace una pequeña oración. Tomado de la página web mx.groups.yahoo.com/group/accioncatolicamexicana/ messages/4901?viscount=100 - 48k