PAÍS: CÔTE D’IVOIRE Los conflictos violentos y la vulnerabilidad de los adolescentes Una abuela se ocupa de sus nietos tras la muerte de sus progenitores como consecuencia del sida. “Los programas para la juventud posteriores al conflicto se han centrado en mejorar los servicios y en brindar a los jóvenes oportunidades de regresar a la escuela”. Desde que estalló la guerra civil en 2002, Côte d’Ivoire ha hecho frente a graves obstáculos en su desarrollo político, social y económico. Pese a haberse alcanzado un frágil compromiso entre el Gobierno y el movimiento rebelde Fuerzas Nuevas en 2007, las elecciones propuestas para 2009 se han aplazado de forma indefinida y aún hay en el país fuerzas del ejército francés y de las Naciones Unidas que velan por la seguridad. La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios informa de que el país entró por primera vez en la fase posterior al conflicto en 2009, cuando miles de personas desplazadas internamente regresaron a sus lugares de origen. Así todo, el proceso de paz es gradual y exige un compromiso a escala nacional y mundial. El conflicto dio lugar a un grado terrorífico de violencia basada en el género y a un reclutamiento masivo, al tiempo que se interrumpía la educación y se destruían los servicios médicos. Esto ha comprometido de forma directa la salud de la población civil, en especial de la infancia y las mujeres, como demuestran el rebrote de la poliomielitis y la interrupción de los servicios de atención materna e infantil en general, y de los servicios de tratamiento para aquellos que viven con el VIH y el sida, en particular. Esta situación dejó a los adolescentes –que integraban el 23% de la población total de Côte d’Ivoire en 2009– en una situación de especial vulnerabilidad, que persiste en la actualidad. Además del reclutamiento militar, la esclavitud sexual y la migración forzosa, los niños y niñas adolescentes padecen otras amenazas que se derivan directa o indirectamente de la guerra civil. Los niños, por ejemplo, corren el riesgo de que se les obligue a participar en las peores formas de trabajo infantil en plantaciones de cacao, que constituyen una de las fuentes más importantes de ingresos del país (el 38% de la producción mundial de granos de cacao generada entre 1994 y 2003 provenía de Côte d’Ivoire). Aunque es cierto que los niños trabajan desde hace muchos años en estas plantaciones y que los datos referidos a la prevalencia del trabajo infantil en el país son difíciles de obtener, los conflictos relacionados con las tierras dedicadas a las plantaciones fueron en parte el catalizador de la guerra, y han hecho que se intensifique la lucha por encontrar mano de obra para un sector que es crucial en la tarea de reavivar el crecimiento. Se estima que la mayoría de los trabajadores infantiles de estas plantaciones tienen menos de 14 años y que proceden de grupos étnicos marfileños, o son inmigrantes de Burkina Faso. Los más vulnerables son los niños y niñas desplazados por la guerra, que carecen de cualquier vínculo con los propietarios de las plantaciones o con las comunidades locales. Las niñas adolescentes están padeciendo también los efectos de la guerra. En algunas zonas del país –en especial en la parte oriental, donde la violencia ha sido más intensa–, las violaciones y otros actos inefables que incluyen el incesto forzoso y el canibalismo, no sólo han dejado una estela de daños físicos, sino también heridas emocionales y psicológicas que tardarán mucho tiempo en sanar. Los programas para la juventud posteriores al conflicto se han centrado en mejorar los servicios y en brindar a los jóvenes oportunidades de regresar a la escuela y de protegerse a sí mismos y a sus comunidades en un entorno frágil. UNICEF, por ejemplo, brinda apoyo a más de 40 clubes de madres cuyo objetivo es ayudar a que las niñas adolescentes permanezcan en la escuela y finalicen su educación. También se ha puesto en marcha un plan de acción nacional para la aplicación de la Resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas 1325 sobre las mujeres, la paz y la seguridad, cuya principal prioridad es proteger a las mujeres y las niñas frente a la violencia sexual. La rehabilitación posterior al conflicto ha resultado exitosa en lo tocante a concienciar sobre prevención del VIH, lo cual es especialmente importante porque Côte d’Ivoire era el país de África occidental con mayor prevalencia en 2008. Gracias a una alianza formada entre CARE y la organización Population Services International se ha logrado llegar a los soldados, muchos de los cuales han creído durante mucho tiempo que su fuerza les hacía inmunes a la enfermedad. No obstante, queda mucho por hacer, sobre todo en lo que concierne a las niñas, que se hallan en clara desventaja frente a los niños en materia de conocimientos integrales sobre el VIH y el uso de preservativos. En 2008, sólo el 18% de las mujeres de entre 15 y 24 años poseían unos conocimientos completos acerca del VIH y el uso de preservativos, en comparación con el 28% de los varones de la misma edad, mientras que la prevalencia del VIH entre las niñas era tres veces mayor (2,4%) que entre los niños (0,8%). Véanse las referencias en la página 78. invertir en los adolescentes 77