Queridas Hermanas: Les escribo con profunda tristeza por su partida y yo creo que no sólo a mí, sino a toda la comunidad escolar y familiares de las “chicas” ustedes les han llamado tantos años. Tengo muy gratos recuerdos, de todas las hermanas que conocí durante todos los años de escuela de Lorena en Tlalhuac primero y después en la Quinta San Isidro. Empecé conociendo a Sor Martina y a Sor Aurelia y acabé conociendo a Sor Avelina, sor Felisa y a la Madre sor Asunción, ¡Que cariño de madre!, pero ustedes no se quedan atrás con tanto amor por enfermos y desprotegidos que han pasado por sus manos amorosas: no puedo olvidar cuando mi grupo musical con Roberto Ricoau, fuimos a canta a la escuela festejando, tal vez, los 20 ó 25 años, no puedo precisar, pero lo que sí tengo presente es como bailaron, cuanto gozaron y ahí fue la entrada de Roberto a trabajar a la escuela con muchas ganas pera esas mujeres que mucho aprovechan la disciplina llevada cada día por él. A Usted, sor Adelaida no la olvidaré por las atenciones que tuvo conmigo cuando sucedió el fallecimiento de mi hermano Pancho, y yo tenía que ir cerca de la Quinta al reclusorio y pasaba a visitar a sor Felisa y Usted, madre Adelaida, me daba unas galletas y un jugo, no sabe cómo le agradezco estos detalles. Vaya para Ustedes todo mi agradecimiento por haber ayudado a Lorena tantos años y en especial cuando falleció mi padre. Les agradezco el que a Lorena la hayan sabido comprender y ayudar. ¡Mil gracias de verdad!. Hoy tengo muchos miedos y temores respecto al futuro incierto de Lorena que desgraciadamente perderá con su ausencia el amor y la vocación que se necesita para llevar adelante el proyecto que por años desarrollaron con tanto pasión , entrega y altruismo. Madre sor Leonor, yo pronto empezaré con más carga, mi madre ya tiene 92 años, Lorena 57 y su parkinson que sé que poco a poco avanzará y aunando a esto mi hijo Rogelio con los problemas visual e intelectual, más mis enfermedades,... que voy hacer?... encomiéndeme a Dios para que siempre me cubra con su infinita misericordia que por muchos años he recibido y espero que nunca me deje de escuchar y ayudar, solo así podré salir adelante con mis tres responsabilidades que me tiene encomendadas. Espero sor Leonor, que guarde esta carta como un recuerdo muy personal conmigo y de mí. Yo nunca les olvidaré a las que todavía viven y a las hermanas fallecidas en México, porque cada una me hizo sentir muy feliz. Deseo que cuando pueda madre me escriba, para saber de Ustedes y a qué dedicará esta nueva etapa de su vida al igual que sor Adelaida, .. y bueno que puedo decirles, se llevan otro pedazo de mi corazón porque otras que se me han ido se han llevado otra parte. Deseo que su viaje sea placentero y tenga un final tranquilo y feliz y que cuando retornen a sus actividades religiosas no se olviden de México y ni de la Quinta San Isidro que a mi ese es el nombre que me gusta y para mi será su recuerdo. Escríbame al correo personal y yo le contestaré. Les mando un detallito de la Virgen de Guadalupe, y un grabado simbólico que consideré sería el mejor porque para mí les representa hoy y siempre. Muchísimas gracias por todo, en toda la extensión de la palabra, les deseo lo mejor, no me olviden y que dios les bendiga hoy y siempre y sé que aquí ya hicieron su buena obra, pero en el cielo, ya tienen un lugar designado por Dios. Que Dios las bendiga siempre. Las quiero y les recodaré siempre. Dra. Enriqueta L.P.