Chad, el porqué de una guerra sin fin

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DERI
Doctorado de Economía y Relaciones Internacionales
W OR K I N G P A P E R S
CHAD, EL PORQUÉ DE UNA GUERRA SIN FIN
Natalia Solana
DWP 04/2006
Índice
1. Introducción
2
2. Acercamiento al Chad
3
- Aspectos geográficos
- Población
- Economía
- Historia
3. Las 10 causas de una guerra que no termina
11
4. Conclusiones
18
5. Bibliografía
19
1. Introducción
El análisis del Chad sólo pretende ser un ejemplo que nos sirva para poner a
prueba las diferentes teorías que se ocupan de las causas de los conflictos. Como la
mayoría de los países del Sahel, Chad sufre de escasez de reservas de agua, de un
crecimiento poblacional elevado, de condiciones climáticas adversas, de altos niveles de
pobreza, de gobiernos corruptos y de una guerra civil que supera la edad media del país.
Por todo ello, consideramos que podría ser un caso ilustrativo.
El objetivo es demostrar que bajo la rivalidad entre etnias se esconden
motivaciones mucho más complicadas y que ni tan siquiera los problemas económicos
pueden responder a todas ellas. La complejidad de los conflictos internos no nos
permite dar respuestas simplistas y estamos obligados a considerar todo el espectro de
variables que pueden afectar al estallido del conflicto.
Para ello hemos comenzado con un “Acercamiento al Chad” que pretende
abordar brevemente los aspectos más importantes del país desde su geografía, la
población y la economía hasta su historia desde la independencia. Con ello se pretende
sentar las bases para poder realizar un análisis exhaustivo de los factores que pueden
estar desencadenando esta guerra.
A continuación se apuntan diez causas que sintetizan y analizan las teorías
existentes hasta el momento y que aplicaremos al caso concreto del Chad, lo que nos
permitirá comprobar su validez para este conflicto en especial.
El objetivo último es conseguir una perspectiva más clara del conflicto, romper
con tópicos y descubrir realmente los problemas que sufren estos países y que
circunstancias pueden estar perjudicándoles aún más.
2. Acercamiento al Chad
Aspectos Geográficos
Situado en el África Saheliana, el Chad se encuentra en el centro del continente
africano. Sin ninguna salida al mar, hace frontera con Libia por el Norte, Sudán por el
este, República Centroafricana por el sur, Níger por el oeste y Nigeria por el suroeste.
El clima desértico en el Norte y tropical en el centro y sur, hace que las únicas
zonas que resulten medianamente rentables para el cultivo sean las tropicales, bañadas
1
por los ríos Chari y Logone y por el Lago Chad (las únicas fuentes de agua en el país),
lo que los franceses denominaron “el Chad útil” (Beazley 1994:76).
Los vientos cálidos, secos y polvorientos del norte, junto con las numerosas
sequías y plagas de langostas no benefician al país, que también debe enfrentarse a la
desertificación de su territorio, a suministros inadecuados de agua y a la contaminación
de la tierra y el agua provocada por la eliminación inapropiada de los desechos1.
Población
Según la CIA, en Julio de 2005 el país contaba con una población de 9,826,419
de personas, de los que casi la mitad se encuentran entre la franja de cero a 14 años, y la
otra mitad de 14 a 64 años, por lo que la edad media del país se sitúa en 16 años, y la
esperanza de vida en 47 años. Chad también cuenta con un alto crecimiento de
población, un 2´95 %, con una media de nacimientos de unos seis niños por mujer.
La tasa de mortalidad también es elevada con un 1´6%, debido al alto porcentaje
de personas contagiadas de SIDA (unas 200.000 en 2003), y al alto riesgo de contagio
de enfermedades como la malaria, la hepatitis A, la fiebre tifoidea, la meningitis, etc2.
La etnicidad también es un dato importante sobre Chad. Los datos de The World
Factbook de la CIA estiman que actualmente este país centroafricano podría tener unos
200 grupos étnicos divididos principalmente en tres religiones mayoritarias. El islam
agruparía al 51% de la población, mientras que 35% se trataría de cristianos y 7% de
animistas, según la agencia americana.
Las diferencias entre unos y otros ha sido mencionada por muchos, normalmente
estableciendo diferencias entre los nómadas musulmanes del norte y los cristianos del
sur. M´Bokolo (1985: 113) hace otra distinción más exhaustiva: en el norte ubica a los
toubous, provenientes de mestizajes entre blancos y negros,
a los que califica de
“islámicos, nómadas y rebeldes a toda forma de autoridad”; el centro, “donde habían
florecido estados prestigiosos” con grupos tan diversos como los Haoussa o los Peuls,
que también pueden encontrarse en más regiones de África occidental, que hablan árabe
(no tienen porqué ser islámicos), y son mayoritariamente negros; y el sur que estaba
dividido en muchos grupos, entre ellos los Sara. Dos hechos distinguían a la “gente del
sur” del resto: por un lado, para las otras poblaciones eran los “kirdi” (paganos); y por
1
The World Factbook, CIA. Chad. <http://www.cia.gov/cia/publications/factbook/geos/cd.html>
[Consulta: 20 enero 2006]
2
Ibídem
2
otro, muchos fueron vendidos en los mercados de esclavos de Trípoli, Túnez y el Cairo.
No obstante, los misioneros cristianos establecieron escuelas entre los sara lo que les
proporcionaría una base educativa que les permitió gozar de una posición política
dominante tras la independencia. (Beazley 1994: 76)
Economía
Según la CIA, el 80% de la población chadiana se dedica a la agricultura de
subsistencia y a la cría del ganado, aunque sólo un 2´86 del país es tierra cultivable. Si
bien “las plantaciones de algodón del sur proporcionaban unos ingresos mínimos a casi
la mitad de la población” (Beazley 1994: 77), la caída de los precios en los 80 desbarató
la economía ya que el algodón suponía en 1985 “el 80% del valor de las exportaciones y
el 70% de la entrada de divisas” (Cortes 1995: 318).
Con las inversiones estadounidenses de dos empresas para el desarrollo del
potencial petrolífero del Chad, el país africano comenzó a exportar petróleo en 2004, lo
que hizo que su PIB aumentara en 2005 un 14%, y su inflación estuviese en un 5´5%3.
No obstante, esto no vino exento de problemas. Jean-Pierre Tuquoi publicaba
para Le Monde el 31 de diciembre de 2005 que Chad había roto el acuerdo que había
firmado con el Banco Mundial donde se establecía la forma en que los petrodólares
debían ser empleados para beneficiar al grueso de la población. Paul Wolfowitz,
presidente del Banco Mundial, mostraba su indignación y anunciaba que se tomarían
medidas al respecto. El 6 de enero de 2006 el mismo periódico publica la suspensión de
préstamos al gobierno de Yamena por parte del Banco Mundial.
El Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas ya publicaba en el 2000
que esta iniciativa no funcionaría4.
Historia
El 11 de agosto de 1960 se proclama la independencia de la República del Chad
y se nombra Jefe de Estado a François Tombalbaye, de la tribu Sara (Ruiz Colomé
1996:239). Su mandato dura hasta 1975 pese a que mientras se mantiene en el poder
surgen grupos rebeldes e insurrecciones. En 1966, algunos partidos de la oposición
3
The World Factbook, CIA. Chad. <http://www.cia.gov/cia/publications/factbook/geos/cd.html>
[Consulta: 20 enero 2006]
4
Para más información dirigirse a la página del Consejo Económico y Social de la ONU, al documento
titulado “Cuestión de la violación de los derechos humanos y las libertades fundamentales en cualquier
parte del mundo”, en la dirección:
<http://www.unhchr.ch/Huridocda/Huridoca.nsf/0/36212c4a8bcce4eb802568b300569763?Opendocumen
t>
3
musulmana deciden unirse en territorio sudanés y formar el Frente de Liberación
Nacional del Chad (FROLINAT), cuyo programa básico era “la eliminación del
régimen tribal, neocolonialista y dictatorial de Tombalbaye”, sustituyéndolo por uno de
corte democrático, de coalición nacional y popular y que desde el principio obtuvo el
apoyo tanto de Sudán como de Libia (Cortes 1995: 312-313).
La situación interna se internacionaliza al contar el sur con “el apoyo militar
francés, y desde que en 1971 el norte comience a recibir ayuda y equipamiento militar
de Libia” (Beazley 1994:75).
En 1972, cuando la política de reconciliación ha hecho que la mitad del gobierno
cuente con el 50% de musulmanes, Libia aprovecha que los franceses han abandonado
el Chad para lanzar una ofensiva en Fort-Lamy. Sin los franceses, Tombalbaye se ve
obligado a negociar con Gadaffi quien promete no ayudar más al grupo rebelde a
cambio del reconocimiento por el Chad del acuerdo Laval-Mussolini de 1935 por el que
la franja de Aozou se declara libia (M´Bokolo 1985:118).
En 1975 se produce un golpe de Estado por las fuerzas armadas que tiene como
resultado el asesinato de Tombalbaye y su sustitución por el general Malloum (Ruiz
Colomé 1996:240). Esta situación de lucha por el poder entre las diferentes etnias y
religiones se repetirá durante los años siguientes, sin que un gobierno se mantenga en el
poder durante más de tres años y con constantes injerencias libias para intentar
conquistar parte del territorio.
Dos excepciones romperán esta regla. En 1982 Hissene Habré, de la etnia
musulmana Gorane, sube al poder en el que se mantendrá hasta 1990. Si bien es cierto
que conseguirá el apoyo de la parte sur del país incluyendo a 15 representantes sureños
a su gobierno y logrará avances expulsando a las tropas libias del país (Cortes 1995:
315-316); la oposición, que vendrá esta vez de otras etnias musulmanas, hará que se
termine su gobierno cuando el actual presidente de Chad, Idris Deby, le arrebate el
poder en 1990 “apoyado por grupos de la oposición a Habré y armado por Libia”(Ruiz
Colomé 1996:242).
En 1994 el Tribunal de la Haya consideraba la banda de Aozou chadiana y en el
mismo año se entregaba el territorio al Chad y se firmaba un acuerdo de Amistad entre
este país y Libia (Cortes 1995: 317)
La década de los 90 y comienzos del siglo XXI han presenciado la lucha en
diferentes partes del Chad, cambiando el foco violento en función de los grupos que se
formaban y desaparecían. Bajo el mandato de Deby se han intentado numerosos
4
acuerdos con los rebeldes, aunque estos se han orientado mayoritariamente a las
compensaciones y a ofertas de trabajo, más que a cambios políticos substanciales5.
En la actualidad los problemas parecen provenir del Agrupamiento por la
Democracia y la Libertad (ADL), formada por antiguos efectivos del Ejército del Chad
que desertaron. El 19 de diciembre de 2005 el periódico El País informaba sobre la
muerte de más de 100 personas en la frontera con Sudán. Al parecer el ADL, refugiado
en Sudán, inició una ofensiva al este del Chad. Le Monde, haciéndose eco de la misma
noticia, añade que Yamena acusa a Jartum de utilizar a la milicia para desestabilizar el
régimen de Deby y de utilizarla para combatir a los rebeldes de Darfur, mientras que
Jartum niega estas acusaciones y acusa al gobierno chadiano de desplegar tropas en su
territorio.
El 27 de diciembre de 2005 Le Monde informa del anuncio del gobierno
chadiano de que se encuentra en “estado de beligerancia con Sudán”, y pide a sus
amigos que le apoyen. El diario francés se pregunta si la causa no serán las luchas de
poder internas que se han desatado por el delicado estado de salud de Deby en el interior
mismo del clan presidencial de los Zaghawas, lo que ha provocado que el gobierno
chadiano pida ayuda a la comunidad internacional intentando que se implique en lo que
parece una crisis interna del régimen.
3.Las 10 causas de una guerra que no termina
3.1. Guerra interna o internacional, límites se enturbian
Para poder distinguir entre ambas es importante saber de que estamos hablando.
María Ángeles Ruiz Colomé expone de manera clara el concepto de guerra civil:
“Conflicto armado que se desarrolla en el interior de un Estado,
provocado por el enfrentamiento entre el Gobierno legítimo o legal del mismo y
un grupo organizado políticamente que actúa empleando la fuerza, es decir, a
través de operaciones militares sostenidas y concertadas bajo una dirección
responsable, lo que significa que goza de una organización paralela a la del
Estado, que ostenta un control territorial en una zona determinada del mismo, y
que se propone como objetivo principal ser el sustituto del Gobierno legítimo o
5
Department of Peace and Conflict Research of Uppsala University. Uppsala Conflict Database: Chad.
<http://www.pcr.uu.se/database/conflictSummary.php?bcID=15> [Consulta: 10 diciembre 2005]
5
legal. En cuanto a sus motivaciones, éstas pueden ser muy diversas (ideológicas,
religiosas, raciales, culturales, económicas, etc. )” (Ruiz Colomé 1996:224)
No obstante, si estas guerras pusieran en peligro la paz y seguridad
internacionales, apunta la autora, provocarían la intervención de la Comunidad
internacional lo que nos llevaría a “una nueva modalidad de guerra internacionalizada”
(Ibídem).
King coincide con la visión de esta autora cuando señala que “en la actualidad
no hay una guerra civil que sea completamente interna” (King 1997:17). Sin embargo,
ambos autores consideran que estas intervenciones se dan por la preocupación de
agentes externos por la violación de derechos humanos, por la preocupación de que su
influencia se extienda a países vecinos o por las consecuencias que ello pueda tener en
la economía internacional. No obstante, el concepto de “guerra internacionalizada”
puede ser más amplio.
Es por ello muy interesante la anotación de A. Mangas que Ruiz Colomé recoge
en su libro, en la que se expone que al haberse prohibido por el Derecho Internacional
las intervenciones armadas en otros países, se tiende a una injerencia interna en los
asuntos del estado al que se quiere atacar creando o inflamando las causas endógenas.
De esta forma, la guerra será percibida como interna y se evita estar sujeto a
prohibiciones legales.
Siguiendo la trayectoria histórica del enfrentamiento en el Chad, podemos ver
como el intrusismo tanto de Libia, Francia o Sudán toma proporciones decisorias. Por
un lado Libia calcula sus posibilidades “en función de una eventual reconciliación
nacional facilitando su apoyo a aquellas facciones que o están en contra de la ocupación
de la franja”; y Francia sólo ha demostrado estar interesada en mantener sus intereses en
el sur del país así como en proteger a sus ciudadanos, apoyando a “a los regímenes
reinantes contra las fuerzas rebeldes y se encuentra por lo tanto aliado hoy a aquellas
fuerzas que combatió ayer” (M´Bokolo 1985:120-121); mientras que Sudán hospedó en
1987 a Deby con sus 2000 partidarios (Cortes 1995:316), y aparentemente en la
actualidad da su apoyo a grupos rebeldes6.
3.2. La fragilidad del Estado
6
En el apartado histórico se exponen los problemas que sufren ambos países en la actualidad.
6
Los teóricos suelen hablar de la fragilidad del Estado como causa principal para
que se de paso a la violencia. Richard Youngs define estados frágiles como aquellos
“donde el poder del estado es incapaz o no está dispuesto a asegurar funciones
indispensables para la mayoría de su gente: seguridad, protección de la propiedad,
servicios públicos básicos e infraestructura esencial” (Youngs 2005:3). El autor
considera que además de estados frágiles, se les puede llamar también “failing states”
(en descomposición), “failed states” (fracasados), “weak states” (débiles) y muchas
otras acepciones.
El problema de estos estados viene de lejos. No son pocos los autores que
señalan que los estados heredados de periodos coloniales fueron “construcciones
artificiales” (Brown, 1997: 5) que provocaron que éstos “no sean más que una cáscara
[...] utilizada únicamente para el enriquecimiento propio” (Gantzel 1997:142). Se trata
de estados, según Brown (1997), que “carecen de legitimidad política, fronteras
razonables e instituciones políticas capaces de ejercer un control significativo sobre su
territorio”.
Otros autores, como Jean-Germain Gros, establecen grados en cuanto a estados
fracasados se refiere: en primer lugar, los que tienen fronteras reconocidas pero sin un
gobierno central; en segundo lugar, los estados que aún teniendo una autoridad central
ésta no llega a todos los sitios; en tercer lugar, estados que cumplen los requisitos
básicos para ser un buen estado pero que tienen grupos minoritarios que se sienten
ajenos al país (Peñas 2000: 147). El caso del Chad se trataría de una mezcla de los dos
primeros ya que por una parte tiene fronteras reconocidas pero por otra tiene un
gobierno central, aunque dentro de la población existen grupos que no se sienten
representados e intentan hacerse con el poder.
Álvarez Cobelas encuentra cuatro características comunes a todos los estados
frágiles: son estados situados generalmente en el Tercer Mundo, “y por tanto con una
pobreza endémica que hace depender a una gran parte de la población de la caridad
internacional”; casi siempre han estado en guerra consigo mismos durante mucho
tiempo por causas internas; bastantes encierran graves problemas de convivencia
interétnica “como productos de la colonización europea y de la pésima descolonización
posterior”; y por último “las instituciones dominantes desde la descolonización han sido
las Fuerzas Armadas y el Partido Único, ambos de base monoétnica, por lo que la
sociedad civil es muy débil y está fuertemente militarizada” (Peñas 2000: 158).
7
Todas las características descritas las sufre o ha sufrido el Chad, aún cuando las
guerras por causas internas no estén tan claras (como se señalaba en el apartado
anterior), y aunque las Fuerzas Armadas sólo hayan intervenido a partir de 1983 cuando
son creadas, es un hecho que todos los grupos que ocuparon el poder anteriormente se
trataban de regímenes militares o de grupos militarizados.
Por lo tanto, queda claro que los estados frágiles no son un término nuevo pero
sí un concepto que se ha introducido últimamente en las agendas políticas cuando se ha
reconocido la importancia de “la conexión entre seguridad, desarrollo y gobierno”, y el
impacto que la “inestabilidad en diferentes partes del mundo” puede tener (Youngs
2005:2).
3.3. El poder desestabilizador de la región
Sin embargo, Chad tiene más problemas que únicamente un estado frágil.
Situado en el África central, Chad está rodeado por países que viven sus propias crisis
internas que a menudo salpican al pueblo chadiano y a otros países limítrofes.
Por un lado, analizando las fronteras chadianas vemos como por el este limita
con Sudán y concretamente con Darfur, por lo que los recientes acontecimientos que ha
vivido este país le han perjudicado notablemente dejándole aproximadamente 200.000
refugiados7.
Por el sureste la República Centroafricana también le deja alrededor de unos
30.0008 refugiados que huyen de un país que desde mediados de los 90 ha sufrido
numerosos levantamientos que han contribuido a empobrecerlo y desestabilizarlo, con
una situación socioeconómica precaria y un dialogo político frágil 9.
La frontera con Nigeria también le perjudica. La poca estabilidad de Nigeria es
apuntada por la CIA quien señala que desde que fuera elegido el actual presidente
Obasanjo unas 250.000 personas han sido desplazadas dentro de su propio país.
Asimismo, considera al país africano como un punto de tránsito de cocaína y heroína,
un refugio seguro para los narcotraficantes nigerianos que operan mundialmente y un
centro de blanqueo de dinero donde la corrupción y la actividad criminal es enorme. A
lo que se añaden los problemas de saboteo que la empresa Shell está sufriendo en el
7
The World Factbook, CIA. Chad. <http://www.cia.gov/cia/publications/factbook/geos/cd.html>
[Consulta: 20 enero 2006]
8
Ibídem
9
Department of Political Affairs of the United Nations. Building peace in the turbulent Central African
Republic. http://www.un.org/Depts/dpa/car.html [Consulta: 22 enero 2006]
8
país. Le Monde informaba el 12 de Enero de 2006 de nuevos ataques con el secuestro de
tres empleados de la multinacional y el estallido de un oleoducto10.
Los problemas con Libia han sido mencionados anteriormente y vienen desde
tiempos antiguos. No obstante, y como prueba de que las tensiones con este país pueden
volver a despertar aún después de haber firmado el acuerdo sobre la franja de Aozou en
1994, la CIA apunta la existencia de grupos de rebeldes provenientes de la franja que
habitan en la parte sur de Libia.
Níger y Camerún no parecen crear problemas graves al Chad, aunque la
existencia de grupos étnicos en el noreste del Níger comunes a Chad (los Toubous)
podrían en un futuro ser problemáticos considerando que ya en 1994 los Toubous
luchaban por establecer un estado federal en Níger11. Camerún por otro lado presentaría
problemas si las disputas que mantiene con Nigeria sobre limites fronterizos por la
península de Bakassi estallaran otra vez12.
3.4. Condicionantes internos
Si los países limítrofes suponen un gran escollo, no son menos problemáticas las
características geográficas propias.
Señalábamos anteriormente en la sección de localización que la mayor parte del
Chad era desértica y que sólo gozaba de un 2´86% de tierra cultivable, situada en la
zona fértil del sur. El oleoducto podría además reducir este terreno, y perjudicar las
plantaciones que alimentan a la población.
Las condiciones climáticas tampoco favorecen al país que se ve a menudo
azotado por sequías y vientos cálidos provenientes del Sahara, aunque estas afecten más
intensamente a las poblaciones del Norte. Estas dificultades se agudizan por la
precariedad de las redes de transportes y comunicaciones que hace que “en tiempos de
escasez sea imposible transportar los excesos de producción agrícola a las áreas
necesitadas” (Beazley 1994: 77).
10
Le Monde. Nouvelles attaques contre Shell au Nigeria. 12 de enero de 2006.
<http://www.lemonde.fr/cgibin/ACHATS/acheter.cgi?offre=ARCHIVES&type_item=ART_ARCH_30J&objet_id=930152>
[Consulta: 14 enero 2006].
11
Department of Peace and Conflict Research of Uppsala University. Uppsala Conflict Database: Niger.
<http://www.pcr.uu.se/database/conflictSummary.php?bcID=79 > [Consulta: 2 enero 2006]
12
Department of Peace and Conflict Research of Uppsala University. Uppsala Conflict Database:
Cameroon vs Nigeria. <http://www.pcr.uu.se/database/conflictSummary.php?bcID=13> [Consulta: 3
enero 2006]
9
Asimismo, que la edad media sea de 16 años y que la mitad de la población
tenga entre cero y 14 años puede ser una problema para la gobernabilidad. Elbadawi y
Sambanis apuntan al respecto que el hecho de que “los hombres jóvenes en África sean
muy pobres y no educados sustancialmente” incrementa el riesgo de conflictos civiles.
Asimismo, señalan que globalmente “los hombres jóvenes son los mejores reclutas para
la rebelión, y si tienen poco que perder es más probable que se alisten”(Elbadawi &
Sambanis 2000: 11).
3.5. ¿Pobreza o desigualdad?
Estas condiciones geográficas son determinantes para un país que vive una
situación económica precaria de la que ha sido incapaz de salir hasta el momento.
El analista del Banco Mundial, Paul Collier, ha realizado un estudio sobre los
factores que hacen a un país propenso a un conflicto concluyendo que los tres factores
de riesgo más importantes son el nivel de renta per cápita, la tasa de crecimiento y su
estructura. “Doblando el nivel de renta, se reduce a la mitad el riesgo de conflicto. Un
punto porcentual de la tasa de crecimiento reduce el riesgo en alrededor de un punto
porcentual” (Collier 2004: 3). Con ello concluye que los países que combinan las tres
características: una baja tasa de crecimiento, una renta baja y dependan de los recursos
naturales “están jugando a la ruleta rusa” (Ibídem).
No obstante, estos tres factores son discutibles. Primero, la renta per cápita es
simplemente una media, y como todas las medias nos sirven para hacernos una idea del
nivel de vida en el país pero no nos dice como está repartida, y por tanto esconde una
disparidad que puede ser una de las causas del conflicto. Así vemos como la población
del sur del Chad es la que se encarga del cultivo del algodón que en su día llegó a
suponer hasta el 80% del valor de las exportaciones13, mientras que el norte desértico
tiene muchos problemas de escasez de agua, sufre la desertificación y no posee zonas
cultivables.
Por otro lado y como segundo factor de riesgo considera que la tasa de
crecimiento es determinante para evaluar las posibilidades que tiene ese país de entrar
en un conflicto. Si bien comprendemos lo que quiere decir Collier, consideramos que
esta herramienta no es la adecuada para determinarlo. En 2005, la tasa de crecimiento
del Chad fue del 14%, como anotamos en el apartado económico, lo que desbarataría los
13
Los detalles sobre las desigualdades económicas y geográficas se apuntan en el apartado
“Acercamiento al Chad”.
10
cálculos del analista. El tercer factor, la dependencia de los recursos naturales, se tratará
en el próximo apartado por tratarse de un tema más complejo.
Más apropiada consideramos la visión económica de Michael Brown que
Aguirre señala en “Factores de la guerra moderna”, quien estima que los conflictos se
agudizan
por
problemas
económicos
(inflación,
desempleo,
modernizaciones
forzosas...), e igualmente en sistemas económicos que discriminan donde un sector,
comunidad o grupo étnico sale beneficiado. Esta discriminación es patente en Chad
donde las etnias del sur son las que se benefician de un clima propicio, de la existencia
de petróleo, de poseer los recursos hídricos y la tierra cultivable, etc.
3.6. Recursos naturales, ¿un motivo?
Dice Collier que reducir la dependencia económica de los recursos naturales
minimiza el riesgo de conflicto. Esto ocurre, explica el autor, porque normalmente estas
ganancias no se administran bien, lo que hasta el momento ha hecho que dichas
remuneraciones provoquen un empeoramiento del gobierno. Para mejorar esto propone
“crear una pauta para la justificación de los ingresos que provengan de los recursos
naturales tanto por las compañías que los realizan como por los gobiernos que los
reciben” (Collier 2004:6). Esta plantilla, explica el autor, no tiene que ser obligatoria
para que sea efectiva.
Esto viene a ser lo que el Banco Mundial ha intentado hacer en Chad sin que
haya tenido resultado. Aunque parece que en este caso el trato era obligatorio, ya que su
incumplimiento ha hecho que el Banco Mundial haya decidido no conceder más
préstamos a Yamena. No obstante, la solución utópica de Collier parece no estar
teniendo los resultados esperados.
El Banco Mundial invertía en los oleoductos chadianos amparándose en los
beneficios que esto tendría para la nación si el 10% de los ingresos se dedicasen a las
generaciones futuras, el 80% a sanidad y educación y el resto al presupuesto del
Estado14. Sin embargo, no se habla de inversión en empresas ni de medidas que
verdaderamente produzcan un crecimiento económico autónomo del país, para que un
día éste no tenga que depender de los recursos naturales como lo hace ahora.
14
Le Monde. Tchad : la Banque mondiale s'insurge contre la réattribution des revenus pétroliers, por
Jean-Pierre Tuquoi. 31 de Diciembre de 2005.
<http://www.lemonde.fr/web/article/0,1-0@2-3212,36-728384@51-710303,0.html> [Consulta: 1 enero
2006].
11
Por otra parte, y como señala el documento de las Naciones Unidas que se cita
en el apartado de economía del país, el petróleo puede hacer que vuelva a surgir el
conflicto. Los oleoductos se encuentran en el sur, donde se encuentran los ríos y el lago
Chad, y donde están las tierras de cultivo que abastecen a la población. Esto podría
aumentar las desigualdades ya existentes, lo que haría empeorar la situación. Al mismo
tiempo, la creación de empleo será temporal y la migración hacia esa zona, se señala, ya
plantea problemas cuando se publica este informe, con 5.000 recién llegados a la zona.
Para terminar, crea cifras desorbitadas, un crecimiento del 14% , que dejadas en manos
de gobiernos corruptos sólo contribuirán a acentuar las diferencias y a aumentar los
problemas.
3.7. El papel de los líderes políticos
El papel de los líderes políticos es importante a la hora de analizar el conflicto
puesto que son ellos quien llevan el peso de la contienda. Para Brown, por ejemplo, “las
decisiones y acciones de elites nacionales normalmente determina si las disputas
políticas giran hacia la paz o hacia la guerra”. (Brown 1996:584).
En el conflicto del Chad es palpable como los líderes son los primeros que
quieren que no haya estabilidad en el país, para que les sea más fácil acceder al poder
por medio de un golpe de estado, lo que Brown llama “lucha por el poder”.
Es con los líderes políticos con quienes comienza la catalogación de las luchas
como étnicas, o raciales, considera el autor. Para el autor todo comienza por una falta de
legitimidad de la elite que lleva a la vulnerabilidad de ésta. Los que están en el poder
harán todo lo posible por esquivar a sus oponentes y culpar a quien sea de los problemas
que sufra el país. En casos en que las justificaciones ideológicas para permanecer en el
poder “hayan sido sobrepasadas por los acontecimientos necesitan nuevas fórmulas para
legitimar su gobierno” (Brown 1996:19). Se busca entonces jugar “la carta de la
etnicidad”. A este hecho nos remitiremos más adelante cuando analicemos el concepto
de etnicidad.
Para concluir, ha de recalcarse que como todas las causas que estamos señalando
el talante de los líderes políticos no es absoluto en si mismo y necesita de los demás
factores para convertirse en determinante. Por ello, estamos de acuerdo con Collier
cuando apunta que no debemos culpar únicamente a las elites políticas de incompetentes
ya que el hecho de que jueguen con problemas económicos adversos les hace
12
“enfrentarse a mayores riesgos de conflictos”(Collier 2004:4). Se podría añadir a la
observación del analista del Banco Mundial que la existencia de un estado frágil o de
condicionantes internos, o de injerencias internas, o de cualquiera de los factores que
estamos analizando condicionan de forma determinante el papel del líder político.
3.8. Ausencia de sentimiento nacional
En el apartado anterior se apuntaba que los líderes políticos utilizan la etnicidad
o la división en grupos como un arma política que sin lugar a dudas tenía consecuencias
graves, entre ellas la identificación de los ciudadanos con sus grupos étnicos, en lugar
de su asimilación en una identidad nacional común.
Algunos autores, no obstante, no consideran que los líderes tengan toda la culpa
de esto. Gantzel considera que los antiguos valores integradores sociales han sido
destruidos o han perdido sus funciones originales, y que los valores modernos no
pueden funcionar sin condiciones adecuadas de vida. Por esto, “es casi imposible formar
partidos de masas basados en intereses racionales comunes, una ideología secular y
lealtad al estado y a la ley” (Gantzel 1997:142). Por ello, se hace uso de características
étnicas, religiosas o culturales para atraer a seguidores, concluye. Es decir, que para
Gantzel, como para Collier, los problemas se vinculan de forma directa con la situación
y la bonanza económica de sus ciudadanos; desechando la idea de que en países
subdesarrollados puedan triunfar las ideas reinantes en el hemisferio norte del planeta.
Tortosa completa esta opinión al conectar esta falta de normas y criterios
comunes a la existencia de procesos de anomía y “atomía” que se manifiestan con
reacciones defensivas de los ciudadanos “que se agrupan en pequeñas sectas, se asocian
en naciones, se someten a líderes carismáticos y producen la eclosión de los
nacionalismos, fundamentalismos y milenarismos a la que se asiste en la actualidad”
(Tortosa 1997:30).
3.9. La perpetuación del conflicto
A menudo pensamos que mirar hacia atrás en los conflictos es útil hasta cierto
punto pero que tiene que haber causas en el presente que hagan que ese conflicto
perdure. No obstante, las cosas no son tan claras a veces, y como dice Galtung “después
de la violencia se olvida el conflicto” (Galtung 1997:116), que es lo mismo que decir
que inmerso en el conflicto violento uno ya no sabe porqué lucha.
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Para Galtung “de la violencia se sigue la violencia”: para la parte perdedora es
necesario seguir luchando para vengarse, mientras que para la parte ganadora seguir
luchando supone alcanzar “más gloria”. Por eso considera tan importante impedir que el
conflicto comience a ser violento, porque una vez comenzado será muy difícil frenarlo.
Aguirre sigue la misma línea cuando apunta que aunque todos declaren que
quieren alcanzar la paz, la guerra terminará siendo un modo de vida. Considera, por
tanto, que las guerras modernas “son un medio de supervivencia en un sistema global
que deja pocas oportunidades para trabajos más pacíficos” (Aguirre 1997:39).
Pero, ¿por qué se recurre a las armas en primer lugar? La gente no se arma si no
lo ve necesario. El hecho de que los estados no tengan el monopolio de la fuerza
(estados frágiles) puede llevar a los grupos a armarse para intentar conseguir sus
objetivos o protegerse, e “intentando protegerse, los grupos normalmente amenazan la
seguridad de los otros” (Brown 1997:6), lo que puede hacer que quieran armarse ellos
también y se genere lo que Brown llama el “dilema de la seguridad”.
Esta situación es sin lugar a dudas la que sufre Chad. El estado como autoridad
protectora no existe ya que el poder lo ostentan quienes en ese momento tienen la fuerza
para imponerlo (no para proteger al país). Esto provoca una falta de legitimidad que
incita al resto del país a combatirlo por no representar sus intereses, y que tiene como
último objetivo ocupar el poder o tomar las armas para poder defender los intereses
propios, perpetuando así el sistema.
3.10. La etnicidad, ¿la causa?
Antes de comenzar con este punto, se debe aclarar que la Real Academia
Española no reconoce este término, de lo que deducimos que se trata más bien de una
adaptación del inglés “ethnicity”. Lo más próximo que podemos encontrar en español es
“étnico”, como “perteneciente o relativo a una nación, raza o etnia” (RAE), siendo etnia
una “comunidad humana definida por afinidades raciales, lingüísticas, culturales, etc”.
No obstante, el término parece estar en todos los sitios menos en el diccionario
académico ya que son muchas las ocasiones en que oímos hablar de guerras étnicas, de
la etnicidad, de factores étnicos o de la diferencia entre etnias como causas
determinantes de los conflictos.
Me gustaría introducir el concepto de “nación étnica” que Rösel expone en el
libro de War and Ethnicity como oposición a “nación democrática”. Para este autor, la
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nación étnica está definida por una vínculo común biológico o social que se deriva de
una ascendencia, una religión, una cultura, un lenguaje o una historia común y que crea
una identidad o una nación étnica cuando estas características son vistas como
manifestaciones externas de una comunidad única, sin edad y primordial. “Esta
comunidad está por tanto unida a través de una sustancia y un destino común, no a
través de intereses efímeros e individuales” (Rösel 1997:148). La nación étnica,
concluye, es una nación cerrada.
Rösel considera que este concepto implica desde el principio tres supuestos: la
humanidad está dividida en grupos étnicos definidos que tienen la obligación moral y el
derecho de preservar y cultivar esta identidad; la defensa y el desarrollo de su identidad
es posible únicamente dentro de su propio estado por el que, en algunas ocasiones, se
tendrá que combatir generando un esfuerzo colectivo y heroico que implica una
transformación subjetiva de un pueblo a una nación; que precede y facilita la conquista
de su propio Estado-nación a través del cual se puede conseguir la realización de la
cultura y el destino de la nación.
La opinión de este autor es clara: “el concepto de una nación cerrada y étnica,
por lo tanto, ocasiona necesariamente un conflicto intra o interestatal” (Rösel
1997:152). Pero, ¿cómo surge este sentimiento nacionalista? En el
mismo libro
Goulbourne señala que “en condiciones normales la etnicidad de una persona o de un
grupo étnico se da por sentada” y no se moviliza (Goulbourne 1997:165). Su utilidad,
señala, depende de las circunstancias socio-políticas y económicas que llevaran al grupo
a movilizarse “en ocasiones para defender la identidad de un grupo contra los ataques de
un grupo étnico y en otras ocasiones se tratará de un intento deliberado para promover
un grupo étnico ya dominante” (Ibídem p. 166). Así vemos que cuando Tombalbaye
decide imponer el rito sara “yondo” a todo el país provoca la cólera tanto de saras
cristianizados, como de poblaciones no saras (M´Bokolo 1985:119); así como el odio se
despierta en el sur con la sugerencia de algunos sectores islámicos de imponer la Sharia
en la Conferencia Nacional para la transición democrática de Deby en el 93 (Cortes
1995:316).
Por tanto, la etnicidad no se considera como una causa responsable del conflicto.
Tampoco la considera Collier cuando en Development and Conflict apunta que la
división religiosa y étnica no tiene que ver con la probabilidad que tiene un país de
entrar en un conflicto. Sin embargo, anota, si los conflictos ocurren en sociedades
multiétnicas normalmente se organizarán en torno a estas diferencias aunque para él
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esto no quiere decir que sean la causa ya que en un contexto de bonanza económica
estas diferencias serían inofensivas.
El análisis de Goulbourne, no obstante, es más completo por considerar además
de las causas económicas la motivación socio-política. Para este autor, “la etnicidad se
usa para fines políticos y su atractivo reside en la facilidad con la que puede ser
movilizada, de ese modo ampliando el alcance del conflicto” (Goulbourne 1997:167)
4. Conclusiones
El conflicto del Chad es una realidad compleja que, como tal, requiere
respuestas complejas que permitan analizar la multitud de factores que afectan a la
situación del país africano.
En el trabajo se han diferenciado diez factores que consideramos engloban la
mayor parte de la problemática. No obstante, este extracto de 1992 de una entrevista del
periodista Mark Huband con Gali Gata N´Gothe, adversario político en aquel entonces
de Habré, nos puede ayudar a resumir la situación actual del Chad:
“¿Pero como podemos evitar la guerra? Es necesario que todos los grupos
confíen en el Estado. Para ello deben ser dirigidos por demócratas. [...] El
ejército es el que gobierna el país. El ejército no puede crear un sistema
democrático, porque sabe que con la democracia pierde poder, porque el pueblo
quiere paz. [...] Para democratizar el país es necesario hallar una solución para el
conflicto militar. Es necesario tener un ejército verdaderamente nacional, porque
ahora todo el mundo quiere su propio ejército” (Huband 2004:125)
N´Gothe en estas breves líneas trata muchos de los problemas que hemos
descrito en las páginas anteriores. Con la primera frase el líder político transmite que
evitar la guerra parece imposible, se convierte en un modo de vida como se decía en el
trabajo, que todos los grupos (aquí se demuestra la ausencia de un sentimiento nacional,
no se habla de ciudadanos) han de confiar en el Estado, pero no lo hacen. Esta
desconfianza nace por la existencia de un estado frágil que no protege ni el territorio ni
a sus pobladores, que es débil porque sus representantes buscan poder, y no satisfacer
los deseos del pueblo si no los suyos propios.
“Es necesario tener un ejército verdaderamente nacional”, dice N´Gothe, porque
el actual no lo es verdaderamente, si no que es un ejército al servicio de los que ostentan
el poder. Otra característica que nos remite a las que se consideran como propias de un
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estado fallido. Y finalmente, la consecuencia de todo ello: “todo el mundo quiere tener
su propio ejército”. Los grupos han de protegerse de otros grupos (el “dilema de
seguridad” que apuntaba Brown), ya que el estado frágil no lo hace.
En resumen, que la etnicidad no es una causa sino una consecuencia que lejos de
contribuir a arreglar las cosas, las perjudica notablemente.
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