FONTANESES DE SIEMPRE

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.José Mª Gómez Sara “Padín”
Escritor, investigador y poeta. Arqueólogo y restaurador. Gestor cultural.
Fundador de la Revista de las Fiestas Mayores del Cristo y de la
Biblioteca Pública Municipal de Fuente del Maestre.
JESÚS LOZANO MATEOS
Retrato pintado por Juan Gordillo
Dio el alma a quien se la dio
el cual la dio en el cielo
en su gloria,
que aunque la vida perdió
dejónos harto consuelo,
su memoria.
Jorge Manrique
(poeta S. XV) Desde hace bastantes años y bajo diversos titulares, venimos referenciando la vida
y milagros de algunos naturales de La Fuente con el único objetivo de que el ejemplo de
sus vidas no se borre de la memoria colectiva, ya que al fin y al cabo en la trayectoria
vital de estos fontaneses se sintetizan aquellas virtudes que desde antiguo adornaron y
adornan en esencia el carácter del ser buen fontanés.
No he tenido reparos en indagar , en rebuscar, allá donde se encuentren, cuantos
datos me hayan sido necesarios para perfilar la vida y la obra de muchos hijos de La
Fuente que son o han sido honra para nosotros y, sin embargo, aquella biografía que
debiera haber sido la primera en aparecer, en gestarse en mi mente, en aflorar desde lo
más profundo de mi pensamiento, la del hombre que, aparte de ser un brillante escritor,
un crítico benevolente, un creador y animador cultural como pocos, fue el alma el padre
de nuestra Revista del Cristo, el que la creó, le insufló el primer hálito de vida, la
amamantó hasta que perdió el último resuello entre las incomprensión de algunos, y que
sin embargo, constituyó, para él, una de sus más encendidas pasiones, ésa biografía se
resistía a fijarse en la letra impresa posiblemente porque he tardado mucho en reconocer
que ya nuestro protagonista de hoy, mi extraordinario amigo Don José María Gómez
Sara, “Padín”, no está ya entre nosotros.
Hoy surge ante todos la figura gigantesca de este hombre, menudo de cuerpo pero
con un alma inconmensurable, al que admiré y reverencié por su condición de hombre
bueno, sabio y comprensivo y al que quise como se quiere a un padre porque con su
ejemplo creó en mí, y en otros que como yo le admirábamos, la inquietud por el saber, el
cariño por lo fontanés y el amor y el respeto a las personas, a las letras y a la
investigación. Puede que gran parte de lo bueno que haya en mí se lo deba a él, porque,
además, supo inculcarme el cariño por La Fuente.
Don José Mª Gómez Sara, al que a partir de ahora nombraremos como “Padín”
que es el sobrenombre por el que todos le conocíamos y por el que a él le gustaba que lo
llamaran aunque nunca, con certeza, supe de dónde le venía. Siempre me dijo que era un
apellido de un antepasado suyo, posiblemente el de su bisabuelo Francisco Gómez Padín.
Como acontece casi siempre, esta madre que llamamos La Fuente, de flaca
memoria colectiva se olvida con frecuencia de tantos hijos, que mamaron a sus pechos y
que gloria le dieron haciéndola más grande. En unos tiempos como éstos que ahora
corren no es malo que plasmemos en la letra impresa la vida de aquéllos que nos
precedieron, con el deseo de que, en un atisbo de esperanza, el tiempo y los que en él
vivimos sepamos reconocer la profunda impronta que en su tierra dejaron no sólo los
nimbados por la fama y la gloria en función de sus logros académicos sino aquellos otros
que vivieron a pie de pueblo desgranando su vida día a día entre sus convecinos.
Seguro que, desde las alturas de lo eterno, desde las praderas inmensas del azul, “
de sentaillas” en el borde de una estrella rutilante, sus pequeños ojos nos estarán mirando.
Quiero, por tanto, dilatar el cariño y el respeto que le tuve en vida y pagarle con estas
líneas sus desvelos para que nunca La Fuente y el mundo olviden la memoria de un
hombre. El hombre que más quiso a su pueblo. Mi buen amigo Padín.
Nació nuestro hombre en Fuente del Maestre, a las cuatro de la tarde de un
caluroso 23 de Julio de 1905 en la casa familiar situada en el número 3 de la calle de San
Lázaro, siendo sus padres D. Ramón Gómez Salamanca, que ejercía como médico, y Dª
Concepción Sara Menéndez, que, como casi todas las mujeres de su época, se dedicaba al
cuidado de la casa.
Fue inscrito en el Registro Civil, tres días después de su nacimiento, ante el Juez
Municipal D. Manuel Lozano Gómez-Jara, ejerciendo de Secretario Judicial D. Manuel
Tebar Cordero, y bautizado, a las seis de la tarde del día 31 de Julio, en la iglesia de la
Candelaria por su tío el presbítero Don Antonio Sara Menéndez, con licencia del
coadjutor Don Antonio Zambrano Durán, encargado de la Parroquia por ausencia del
Párroco. Se le impusieron los nombres de José María del Perpetuo Socorro Elías, siendo
su madrina su tía-abuela Dª Piedad Sara Hernández-Prieta.
Su infancia fue la propia de los niños de familias acomodadas, un poco más
acentuada en cuanto a cuidados por su condición de hijo único, circunstancia de la que
siempre renegó, por la rigidez educativa a la que estaban subordinados los niños de su
época, posiblemente esta circunstancia le permitió utilizar con su muy nutrida prole,
nueve hijos vivos, un sistema educativo basado en el cariño y el razonamiento. Con estas
premisas aconsejaba, con cierta frecuencia, a cuantos le rodeábamos que, cuando nos
llegara el día, fuéramos prolíficos en nuestra descendencia para que nuestros hijos no se
vieran sometidos a las presiones de las rancias costumbres que él tuvo que sufrir.
Recibió las primeras letras de manos de un recordado maestro, Don Miguel
Garrayo Guerrero, para pasar después a la tutela académica de su tío el sacerdote Don
Antonio Sara en lo que se conoció como “El Batallón Infantil”.
Batallón Infantil del Padre Antonio Sara.- 1915
Don Antonio Sara Menéndez, hermano de su madre, fue un hombre con profundas
inquietudes pedagógicas en unos tiempos en los que la preocupación por la enseñanza no
era una prioridad de los poderes públicos, habida cuenta de las escaseces presupuestarias
que se dedicaban a los menesteres educativos, por lo que algunas personas e
instituciones privadas intentaban rellenar el vacío que existía en este campo.
El Padre Antonio Sara reunió en torno a sí un nutrido grupo de alumnos con los
que puso en práctica un sistema educativo similar al que otro sacerdote, Don Ezequiel
Fernández Santana, utilizaba en la vecina población de Los Santos de Maimona, y que
seguía los principios de las Escuelas del Ave María que fundara en Granada el Padre
Andrés Manjón. Se basaba en los principios metodológicos de la “escuela activa” que
pretendía que los alumnos “aprendieran jugando”.
En estos ambientes adquiriría Padín sus primeras habilidades que luego pondría de
manifiesto cuando tuvo la posibilidad de convertirse en educador. Su tío el Padre Antonio
Sara, creó lo que él llamó “el batallón infantil”, pequeña milicia en la que encuadraba a
sus jóvenes alumnos ordenándolos jerárquicamente en función de sus méritos y
aprovechamiento escolar.
Terminada esta etapa comenzó sus estudios de bachillerato en el Colegio “San
José” de los jesuitas en Villafranca de los Barros donde demostró una extraordinaria
capacidad intelectual, especialmente en las asignaturas de letras y humanidades. Terminó
bachillerato con estupendas calificaciones mostrando después un profundo deseo de
continuar sus estudios pero su padre no quiso que iniciara carrera universitaria.
José Mª Padín, el primero a la izquierda, en un grupo en el que aparecen
su tío Don Antonio Sara, el franciscano portugués Fr. Serafín Bartolo,
Fernando Gª Tofé... Año 1930
Vuelto a La Fuente se dedicó con su padre a la administración de la hacienda
familiar, actividad que nunca se le dio bien porque era un hombre poco pegado a la
materia. En sus ratos libres se dedicaba, a título particular, a lo que durante toda su vida
sería una de sus grandes pasiones: la enseñanza. Para ello comenzó ayudando a su tío en
la labor educativa que éste realizaba y después a otro sacerdote fontanés, el Padre Juan Aº
Herrera, en la que se denominó Escuela Social-Católica de Obreros, junto a otros amigos
como Jacinto Rojas, Felipe Quiñones Tinoco, Fernando García Tofé o Diego Ventura
hasta el comienzo de la Guerra Civil.
Hizo la “mili” en Sevilla, en el Regimiento “Soria 9” y curiosamente sus primeros
ejercicios de instrucción militar los realizó en Zafra. ¡Cosas de la época!
Miembros de la Sección Adoradora Nocturna de Fte. Del Maestre en el cortijo Las Cañadas en
Alange en 1932. José Mª Padín aparece en el centro de la imagen
Antes, el once de Octubre de 1928, a los veintitrés años de edad, contrajo
matrimonio con una excepcional mujer, Dª Luisa Manzano Arias con la que le vivieron
nueve hijos: Ramón, Mercedes, Emilio, Pepa, Concha, Luisa, Pepe, Socorro y Marita.
Fue inmensamente feliz con su nutrida familia hasta que la desgracia hizo su
aparición un fatídico seis de Marzo del año 1950 en que murió su mujer, aquélla que
durante veintidós años había sido como el faro que iluminaba el mar de su vida, el espejo
que reflejaba su propia existencia, la fiel compañera de sus días y sus noches, de sus luces
y de sus sombras.
Dicen que a partir de aquel momento no fue el mismo hombre. Una aguda
depresión se adueñó de él hasta el punto de que ni los consejos médicos lograron sacarlo
de su profundo marasmo. Como el maestro Antonio Machado, siempre de negro por la
muerte de su amada Leonor, Padín llevó luto por largos años en su vida.
Yo, que le conocí algunos años después, pienso, por los entrañables recuerdos que
de él tengo, que debió plantearse a sí mismo una profunda reacción íntima y realizar un
sorprendente esfuerzo de superación marcándose un difícil objetivo: guardar la pena en
su interior procurando no exteriorizar sus negros sentimientos y alegrar la vida de los
demás mostrando su lado más amable. Y a fe que lo consiguió. No creo recordar, en
todos los años que me honró con su amistad, haberle visto jamás enfadado o airado
aunque muchos sabíamos que las procesiones iban por dentro.
Grupo de alumnos de la Escuela Social-Católica de Obreros con sus profesores: José
Mª Padín, Jacinto Rojas, Felipe Quiñones ,Fernando Gª Tofé y Diego Ventura.-1934
Desde que tuvo uso de razón su mente la ocupó una maravillosa obsesión entre
otras, ayudar a los demás, promocionar la cultura y sentir y hacer sentir el orgullo de ser
natural de esta tierra.. Personajes de todo tipo ha tenido la historia de La Fuente pero no
creo que ninguno haya hecho tanto como José Mª Padín por crear una conciencia
colectiva del ser fontanés.
En cuanto tuvo la menor oportunidad hizo los cursos de bibliotecario y
aprovechando la circunstancia de la llegada de otro personaje providencial en nuestra
reciente historia como el alcalde Don Diego de la Cruz Coronado solicitó a la Diputación
Provincial la creación de una biblioteca.
Hechas las solicitudes oportunas y los trámites necesarios, en el año 1951 se
instaló la primera biblioteca pública de nuestro pueblo en un salón de la segunda planta
del edificio del Ayuntamiento.
Primera ubicación de la Biblioteca Pública Municipal. 1951
A partir de este momento vemos a Padín como el personaje más activo de la
reciente historia socio-cultural de nuestro pueblo: participa el la creación de la romería de
San Isidro, es, como hemos dicho, el alma de la Revista del Cristo y de la Biblioteca
Pública Municipal donde reúne a toda una generación de jóvenes creando tertulias
literarias, potenciando aficiones, animando experiencias. Cabe citar entre éstos a Maria
José Porro, Isabel y Concha García, Ángela Rogado, los hermanos Juan y José Aº
Zambrano, Primitivo Leal, Gonzalo Gordillo, Joaquín Pascual, Fidel Sánchez Herrera,
Juan Aº Maldonado, Regino Esteban, Alfonso Merchán, Diego Zambrano, Antonio Luis
Sara, Antonio Zambrano López, José Gómez Guerrero, Julián García Arias…, y algunos
más que por ahora se escapan a mi memoria.
Autoridades locales con el alcalde D. Diego de la Cruz al frente
formando parte del Jurado de carrozas en la Fiesta de San Isidro en
1951, José Mª Padín aparece detrás y a la derecha de la foto.
Es piedra clave en el reconocimiento a personas que trabajaron por nuestro pueblo
realizando homenajes a la Hermana Escalona, profesora muchos años del colegio de las
monjas, al buen medico y excelente persona, Don Antonio Pérez Torrado, al franciscano
Padre Javier Beltrán, maestro en las Escuelas del Corro de generaciones de fontaneses, al
providencial alcalde y gran amigo suyo Don Diego de la Cruz…
Grupo de fontaneses en peregrinación a Guadalupe en 1957. Padín aparece en la parte
superior de la foto, con gafas.-
En 1966 funda con el Padre Tomás de la Cruz el Teleclub que se ubicó en el
palacio del Corro, propiedad de los franciscanos. Esta institución supondría un revulsivo
para la juventud de aquellos años por la importantísima oferta cultural, deportiva y
lúdica que ofrecía a cuantos se acercaban a ella. Dedicó horas y horas a fabricar toda
serie de elementos para adornar el viejo palacio, escribió textos para amenizar las veladas
literarias en las tardes de los domingos y fiestas principales, imaginó novedosas
actividades que llenaron miles de horas en los jóvenes de La Fuente.
José Mª Padín en la biblioteca ubicada en 1963 en un local situado en la planta baja del
ayuntamiento, a la izquierda de la puerta de entrada.-
Prepara cursos de Organización y Gestión de Bibliotecas; crea el aula de
Bachillerato Radiofónico en el Teleclub donde participa dando clases junto al P. Tomás y
otros jóvenes, como Juan Caleya, Diego Zambrano, Agustín Lozano…, lo que posibilita
que muchos jóvenes fontaneses accedan al bachillerato y a posteriores salidas
profesionales.
Participaba con el espíritu de un joven en cuantas excursiones y excavaciones
arqueológicas realizábamos Joaquín Pascual y yo, pertrechando a las expediciones de
cuantos artilugios eran necesarios para llevar a cabo la empresa. Para recoger las piezas
arqueológicas encontradas colocó en la biblioteca una vitrina de cristal donde se
mantuvieron expuestas al público.
Dispuso de un local, al que se accedía desde el último arco de los soportales del
ayuntamiento, que nombró como “Taller de Aviación” porque en él se arreglaban
“aviaban” los libros de la biblioteca y cuanto instrumental era necesario para poner en
práctica las múltiples actividades que desde esta institución se desarrollaban.
José Mª Padín con los alumnos el Curso de Organización de Bibliotecas. 1965.
En su faceta de escritor caben todos los géneros literarios. Utilizó, casi siempre a
la hora de firmar sus escritos, el seudónimo de El clérigo Pero Bacas, por ser éste el
nombre del cura que firma el primer libro de la parroquia en el siglo XVI.
Escribió hermosos poemas a todo cuanto le era cercano, personas, lugares,
situaciones …; cautivadoras leyendas que tienen como protagonistas a lugares de La
Fuente o a personajes fontaneses cuyos nombres aparecen en viejos legajos de los
archivos que él poseía relativos a nuestra historia; ajustadas crónicas de acontecimientos
acaecidos en La Fuente que hoy nos sirven como importantes datos de archivo: la llegada
de la luz, las riadas, los juegos florales, las romerías de San Isidro, fundación de Acción
Católica, la fiesta de Santiago, la muerte de Pepe Gordillo, la Hermandad Sindical, la
Semana Santa, Fiesta del Libro, Día del Colegio Seráfico, el Día de Reyes….; relatos
cuyos protagonistas parecen sacados de la esencia más profunda del pueblo, labradores,
jornaleros, amas de casa, jóvenes sirvientas, arrieros, beatas y toda una amplia serie de
personajes y lugares entroncados en el paisaje rural y urbano; pequeñas obras de teatro y
diálogos para ser representados; cuentos llenos de imaginación y fantasía, y multitud de
relatos pletóricos de ese humor tan característico de las gentes de nuestro pueblo.
El P. Tomás de la Cruz se dirige a los asistentes el día de la entrega de trofeos a los
ganadores del I Certamen de Arte y Artesanía. Al fondo aparece Padín entre
autoridades e invitados.
Ingenioso como nadie. En una ocasión escribió un precioso relato, como casi
siempre lleno de una portentosa imaginación, que tituló R.I.P. en el que su seudónimo, el
clérigo Pero Bacas, muere por segunda vez, no hay que olvidar que fue un personaje real
del siglo XVI, y llega a las puertas del cielo. San Pedro lo somete a juicio y cita como
testigos a los personajes, reales o imaginados, de muchas de sus historias: el Maestre
Pelay Pérez Correa, El Licenciado Don Pedro Baracaldo Quijano, párroco que fue de la
iglesia de la Candelaria, el Señó Alonso Capa, El Tío Seresa, María la del Palo la
Horca..., todos ellos opinan sobre la personalidad del enjuiciado, que no es otro que el
propio Padín, pues en los diálogos que se desgranan a lo largo del relato, el autor nos
presenta la opinión que tiene de sí mismo y la que piensa que los demás tienen de él.
Siempre en clave de humor bajo la que subyace la realidad de su personal estimación.
,Padín en la exposición de los trabajos del I Certamen de Arte y
Artesanía en el Teleclub, 1968.
Los franciscanos de La Fuente fueron otra de sus debilidades. Siempre estuvo
dispuesto y atento a solucionar cuantas necesidades surgieran en el convento fontanés,
desde aportaciones materiales a trabajos, como la fabricación del escenario para el salón
de actos del Colegio Seráfico, o la organización de múltiples actos para conmemorar
cualquier efeméride de la orden.
Esta admiración profesada a los franciscanos la sintetizaba en un ferviente deseo
expresado en multitud de ocasiones: que a su muerte lo enterraran con el hábito de los
frailes de San Francisco.
En el verano de 1974 su corazón, cansado de amar y de sufrir en silencio, le da un
primer aviso. Repuesto del trance le vuelve a avisar, esta vez para sumirle en un profundo
coma que dura muchos días y del que no regresa. Se nos va el que yo considero, de
corazón, el fontanés más grande de todos los tiempos, no por la colección de títulos o
hazañas que atesorara, circunstancias que a él le importaban muy poco, sino porque fue
el que más cariño sintió por este su pueblo y el nuestro. Como deseo expresado en vida,
fue enterrado con el hábito de la Orden Franciscana.
Y desde entonces andará por las nubes del cielo en amigable charla con sus amigos
de siempre: el Sr. Diego Ventura, Fernando el de Abdón, Juanito Cervera, Don Fabián,
Antonio”el Sillerino”, el Maestro Diego Ortiz, el Padre Manuel, Regino, sus curas, sus
frailes, sus monjas,..., y tantos personajes que su imaginación creó y que seguirán
queriéndolo y zumbándole en la cabeza como los eternos moscardones de sus historias.
Algunas detalles, pocos, le recuerdan hoy en este su pueblo. En el año 1976,
siendo alcalde Diego Cordero Cuéllar, se traslada la biblioteca a la planta principal de
un local en la calle Espíritu Santo, junto a la ermita del mismo nombre, lugar donde
estuvo la Administración de Arbitrios y en el que realizó durante un tiempo los ensayos
la Banda Municipal del Maestro Luis Merchán, a la vez que la Corporación Municipal
acuerda, acertadamente, denominar a la biblioteca con el nombre de “Gómez Sara”. A
finales del siglo XX el ayuntamiento convoca un concurso para crear un cartel que
anuncie a la biblioteca en el que aparece su imagen. Algo pero muy poco.
Hoy, que afortunadamente nuestras entidades públicas disponen de recursos
suficientes, no sería mala idea la de publicar la obra de este fontanés, titular alguna calle
con su nombre o colocar alguna efigie que recuerde a las generaciones presentes y
venideras que hubo un hombre, incomprendido por algunos, al que llamábamos
cariñosamente Padín, que entregó su vida a glosar y a enseñar todo lo grande y lo bueno
que atesora La Fuente y los fontaneses.
José Mª Padín con hábito franciscano en una terraza del monasterio de Guadalupe con
un grupo de amigos.-
En un genial poema, mitad en serio, mitad en broma, que titula como Romance
Fontanés, José Mª Padín pone de manifiesto una de las características más singulares de
los fontaneses a través de los siglos: el carácter andariego que ha hecho a los naturales de
La Fuente recorrer y llegar a todos los puntos de la rosa de los vientos. Merecería este
romance estar colocado en algún lugar, bien visible de nuestro pueblo para que naturales
y foráneos lo conocieran y admiraran la categoría de este fontanés inmortal. Dice así:
“Cuentan que dijo Colón
calando capa y sombrero:
Tengo que ser el primero,
va en ello mi estimación.
Mas asombrado quedó
cuando al pisar a aquel suelo
otro hombre se encontró
y dijo con desconsuelo:
¿Será posible, Dios mío,
que haya llegado este tío
antes que llegara yo?
Y el otro le contestó:
Almirante genovés,
ni entiendo ni sé de náutica
pero ha de saber usted
que hace ya un año y un mes
que está aquí vendiendo cáustica
este humilde fontanés.
Y aclarando dijo, ¡Ino!
No hay sendero ni camino
en todo el globo terrestre
que no conozca un vesino
de La Fuente del Maestre.”
En la Revista del Cristo del año 1976 se publicó un trabajo de su hija Mercedes,
otro extraordinario talento malogrado por el destino, del que vamos a entresacar unos
párrafos que dibujan a la perfección el retrato espiritual de su padre y mi amigo, el
genial Don José Mº Gómez Sara, “PADIN”
“Toda su personalidad, su inteligencia, su corazón estaba al servicio de todos y
cualquiera que acudía a él se sentía impulsado a luchar, a realizarse, a servir.” “ La
biblioteca fue piedra de toque en su entrega. No había tregua ni descanso en su hacer.
Siempre al día; pendiente siempre de un libro que ofrecer a chicos y grandes, y después
la lectura minuciosa del nuevo volumen, para brindarlo a quienes pueden asimilarlo
con mayor plenitud.” “Le inquietó siempre el talante de hombre que exige nuestra
sociedad y soñaba incansablemente con La Fuente como pionera de la cultura; con sus
hombres como ciudadanos competentes y formados, y, por ello libres con la verdadera
libertad.”
JESÚS LOZANO MATEOS
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