SOLEMNIDAD de la Santísima TRINIDAD /B

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SOLEMNIDAD de la Santísima TRINIDAD /B
Los teólogos cristianos han hecho grandes estudios sobre
la Trinidad y han escrito grandes tratados sobre Dios. Pero la
Trinidad no es cosa exclusiva de los teólogos, porque se trata
de la revelación del misterio de Dios. Un Dios-Amor, un Dios
cercano, amigo que se revela para que lo conozcamos,
amemos y adoremos.
Hoy necesitamos oír hablar de Dios con palabras
sencillas, que toquen nuestro corazón, confuso, desanimado y
desalentado, y reconforten nuestra fe vacilante.
“En los países occidentales hay menos creyentes y más
ateos que hace 20 años... El Papa está preocupado por el
descenso de la fe en Europa y entristecido por los asuntos de
la curia romana. No tenemos vocaciones consagradas; en los
últimos años no ha entrado ningún joven al Seminario
Diocesano. Esperanza es lo que necesita un pueblo perdido,
golpeado por las dictaduras actuales: el dinero, los mercados,
el club de mercaderes, el consumo (Cf Vida nueva). Y la fuga
de capitales, rescate sí, rescate no; y las hipotecas, la
inseguridad del puesto de trabajo. Crisis financiera y crisis de
valores.
¿Quién nos devolverá la confianza? ¿Cómo recuperar la
ilusión y la esperanza?
La fiesta de la Ssma. Trinidad nos pone en primer plano
que Dios es amor, y es familia y es amistad. Que cuida de
nosotros y le importamos mucho. “¡Si vienes conmigo y
alientas mi fe, si estás a mi lado a quién temeré!”. También
nuestro testimonio y la caridad son buenos métodos para
transmitir esta esperanza.
Necesitamos, volver a lo esencial; acudir a Dios y poner
nuestra mirada en Cristo, volver al “credo” para aprender a
vivirlo con alegría nueva.
Así lo sugiere el Papa para el Año de la fe: “No por
casualidad, los cristianos en los primeros siglos estaban
obligados a aprender de memoria elCredo. Esto les servía
como oración cotidiana para no olvidar el compromiso asumido
con el bautismo. San Agustín en un sermón sobre la entrega
delCredo, dice: «El símbolo del sacrosanto misterio que
recibisteis... [son] las palabras en las que se apoya sólidamente
la fe de la Iglesia, nuestra madre, sobre la base inconmovible
que es Cristo el Señor. […]; algo que debéis retener siempre en
vuestra mente y corazón y repetir en vuestro lecho; algo sobre
lo que tenéis que pensar cuando estáis en la calle y que no
debéis olvidar ni cuando coméis, de forma que, incluso cuando
dormís corporalmente, vigiléis con el corazón»(Benedicto XVI,
Porta Fidei 9).
+ «Creo en Dios Padre, creador del cielo y de la tierra».
Ante nuestros problemas y conflictos, no estamos solos. Dios
no nos olvida ni se desentiende de nosotros. Dios es nuestro
Padre: Nos ha creado por amor, y nos espera al final con
corazón de Padre. Él es el origen y la meta de nuestra vida.
El nombre de Dios es hoy olvidado y negado por muchos.
En muchas familias ya no se habla de Dios. Los hijos se van
alejando de él, y los creyentes no sabemos contagiarles
nuestra fe. La familia es insustituible: Si viven cristianamente,
los padres inician a sus hijos en la vida cristiana casi
espontáneamente, y si viven como paganos, quieran o no, los
van iniciando a una vida exclusivamente terrena y pagana.
+ «Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor».
Cristo es el gran regalo que Dios ha hecho al mundo. Por Él
sabemos cómo es el Padre. “Quien me ve a mi ha visto al
Padre”. En él podemos experimentar a Dios humano, cercano,
amigo.
La humanidad nunca ha sido indiferente ante Cristo.
Desde que apareció su Evangelio sobre la Tierra, fue objeto de
fascinación y de seguimiento o también, de rechazo y
persecución. Pero nadie quedó indiferente. El verdadero
problema del cristianismo llega cuando llega la indiferencia.
Cuando lo que está en juego es la búsqueda de lo
mejor, de lo más bueno, lo más bello, lo más verdadero y lo
más humano, la figura de Jesús adquiere un brillo especial,
para creyentes y no creyentes, para todo hombre y mujer de
buena voluntad.
Conocer a
Jesucristo, celebrar a
Jesucristo, vivir a
Jesucristo, y para ello, orar, compartir y anunciar, es lo que nos
centra en El y nos empuja a trabajar por causas tan nobles y
tan necesarias como son la fraternidad, la justicia, los derechos
humanos, los pobres y los necesitados.
Jesús, el Hijo amado de Dios, es fuente de
salvación y de fraternidad y nos anima a construir una vida
más fraterna y dichosa para todos.
+ «Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida». Este
misterio de Dios no es algo lejano. Es dulce huesped del alma,
amigo y compañero permanente. Nos ilumina y alienta; nos
fortalece y santifica. Es tregua en la fatiga, brisa en el
bochorno, descanso en el esfuerzo, gozo en el duelo, lluvia en
la sequía, rocío que limpia y purifica.
+ Día de adoración, agradecimiento...“La primera
condición para hablar de Dios a los demás es que primero
hablemos asiduamente nosotros con Dios, seamos hombres y
mujeres nutridos con una intensa vida de oración y plasmados
por su Gracia” (B16).
Día
para
recoger
el envío: Id
y
haced
discípulos...” (Evang.). Anunciar a todos este Dios-amor. No
podemos guardarnos el tesoro de la fe ni los dones del Espíritu
Santo.
7º ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS CON EL PAPA:
“Familia, trabajo y día de fiesta son dones y bendiciones de
Dios para ayudarnos a vivir unas existencia plenamente
humana” (Benedicto XVI).
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