idas y venidas

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1
La noche estaba fresca se oían grillos muy cercanos. Virginia había
salido al balcón de su casa y a lo lejos podía observar un precioso
paisaje: Árboles muy altos, un cielo estrellado, un río que pasaba
también por ahí, aunque sólo lo veía cuando iba por la carretera ahora
lo imaginaba. Virginia era una soñadora y una enamorada, lo era en casi
todos sus actos.
¿Quién a los quince años no es una soñadora y una enamorada?
Vivía enamorada de la naturaleza, de sus estudios… le encantaba
escribir, le gustaba la música, era una tía superdivertida, sincera y
bastante valiente.
Virginia lloró, y se mordió su labio inferior y a su cabeza venían
inmensas preguntas.
– ¿Dónde voy a estar de aquí a tres días? No sé que voy a hacer en
aquel lugar dónde sólo falta que las personas sean de cemento,
vamos, sino tienen el corazón de piedra.
Mi naturaleza, mi aíre, mi casa, mis catorce años, mi libertad…
Virginia siempre había vívido en la Villa De Ribafrecha y ahora la
idea de ir a vivir a Madrid le daba miedo y tristeza. Su padre trabajaba
en las excavaciones y era para dónde lo mandaban ir. A los padres de
Virginia también les costaba: allí habían vívido toda su vida, allí se
habían conocido, allí habían formado su familia… Pero eran aún jóvenes
y se esforzaban por sacar sus hijos adelante.
Virginia vivía con sus padres, su hermano de dieciséis años y sus
abuelos. Éstos no se trasladarían a Madrid se quedarían en Ribafrecha.
Era una decisión que el anciano matrimonio había tomado:
– Hijos muchas gracias pero tenemos toda una vida aquí, ya no
tenemos vuestra edad y queremos terminar de vivir el resto de
nuestra vida en nuestra casa y en nuestro pueblo.
– Victoria me preocupa Virginia, esta callada, triste y casi no come
nada. No parece la niña vivaracha y rebelde que conocí hasta hoy.
– Es verdad madre – dice la mujer tras un suspiro. – Le cuesta irse a
ella y a todos pero tiene que ser… ella es muy abierta y en el instituto
al que vaya creará de nuevo un círculo de amistades.
– Tu sabes que no es así tan fácil, sabes que ella esta muy apegada
a nosotros…déjalos Victoria, déjalos que se queden, habla con Álvaro
…- La mujer no pudo terminar porque fue cortada por su hija.
– No madre, no continúe, pídame lo que sea pero eso no, duele el
corazón negárselo pero…
– Tu sabes que ellos serán más felices aquí. Mi Virginia es una chica
de pueblo, simple en la manera de vestir, activa, voluntariosa, una
chica que se entrega a las causas que le parecen acertadas con toda
su luz y rebeldía. ¿Qué hará Virginia en Madrid? Es el sueño de
muchas chicas pero no el de ella. Y Marcos es un chaval estupendo…
– Lo siento madre…- Las dos mujeres se abrazaron llorando.
2
El día estaba con un sol sonriente y un cielo azul transparente, pero
no parecía darse cuenta nadie. Virginia, sus padres y su hermano
Marcos se acababan de despedir y ya estaban en el coche. El padre de
Virginia accionó la marcha y éste fue circulando muy lentamente.
Virginia y su hermano Marcos iban callados como si fueran a ser
asesinados nada mas llegar a la ciudad esa que tenía por nombre
Madrid. Los abuelos estaban muy tristes y solitarios, a partir de aquel
día la casa permanecería muy sigilosa, solamente el ruido de los
muebles al restallar, una tele encendida frente a dos figuras ancianas
sentadas en el sofá mirándola sin ver, algún cubierto que caía, una
puerta que rechinaba y dos voces muy apagadas.
En el piso de Madrid las cosas no iban mucho mejor. Marcos y
Virginia estaban callados, cabizbajos e indignados con aquella situación.
Abrían paquetes, colocaban cosas en armarios, limpiaban cristales,
barrían el suelo… Bueno, en una revolución se encontraba
el
apartamento. El tiempo pasaba pero Virginia seguía igual, ya no era la
chica alegre que su abuela decía entregarse de cuerpo y alma a las
causas. Se había vuelto sensible y tristona, ella misma se veía un poco
insoportable. Los padres lo achacaban al cambio sucedido, pero creían
que ya era hora de ir asentando el polvo levantado por el cambio.
– Virginia yo se que estabas muy apegada a los abuelos pero hija…
En vacaciones iremos, y además esto no significa que nos quedemos
a vivir para siempre aquí.
– Virginia mi pequeña piensa que a ellos no les gustaría verte así.
– Lo sé.
– Bueno entonces hasta mañana hija, recuerda que sólo es
temporal.
– Hasta mañana mamá.
Los sentimientos de Marcos eran muy parecidos a los de Virginia. Los
dos se querían mucho.
Marcos se levantó de la cama y fue a la habitación de su hermana.
Ella estaba sentada en su cama soñando con infinidad de cosas a la vez.
Marcos entró y se sentó, dio su mano derecha a la izquierda de su
hermana.
– ¿ Pequeña no son ya horas de estar durmiendo?
– Me da igual.
– ¡Vamos… Virgi no llores por favor! - Virginia se secó, abrazó a su
hermano y le dijo:– Marcos, más que nunca ahora te necesito. No me dejes por favor,
sin ti a mi lado no lo aguanto, te quiero …
– Te lo prometo. De hoy en delante compartiremos nuestras
ilusiones deseos y vivencias.
– Sí, de acuerdo.
– Hasta mañana guapa.
– Hasta mañana Marcos.
3
Virginia aquella noche durmió bien. Durante el día fue la Virginia de
antes un poco forzada pero con muy buena voluntad.
Septiembre: empiezan las clases. Virginia y Marcos se levantan
desayunan y se van al instituto. Allí todo les suena extraño. Los
chavales les miraban como si hubiesen venido de otro planeta.
Es enorme, bonito – reconoció Virginia para sí misma.
Virginia por debajo de una cuesta vio un lago y no se pensó dos
veces dirigirse a él.
– Virgi espérame…
– Hola.- Dijo una voz.
– Hola.- Respondió Virginia.
– ¿ Sois nuevos verdad? .- Les preguntó una chica. - ¿De dónde
sois?
– De La Rioja. – Contesta Virginia muy cortante.
– ¿De que pueblo?
– Ribafrecha.
– Debe de ser una ciudad de enamorados ¿no? Ribaflecha: Menudos
flechazos llevareis…
– Mira tía, en primer lugar no es una ciudad es una Villa, en
segundo no es Ribaflecha sino Ribafrecha. Y en cuanto a
enamorados… Bueno no me puedo quejar, los tíos son que flipas.
– Adiós.
– ¿Son casi las nueve dónde te toca?
– ¿A6 y a ti?
– Taller de Mate…
– Vale hasta luego.
Virginia fue a su clase A6 y mal entró: vio un desorden total. Los
compañeros de Virginia la miraron como preguntándose de dónde salía
aquella figura. A Virginia aparentemente no le importaba, pero sólo era
aparentemente. Tubo verdaderos deseos de estar en el instituto dónde
iba a estudiar en Ribafrecha.
-¿Hay alguien? - Pregunta Virginia.
– Aún no estamos colocados, ahora no hay nadie. – Le contesta una
chica.
– Gracias.
– Virginia posó su cartera en la mesa y se dirigió junto a la ventana.
– ¿Eres nueva no? – Le pregunta un chico.
– Sí lo soy.
– Hola, hola niños, sentados … Silencio por favor… Mejor, mejor así.
– Hablaba la profesora.
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El primer día fue insoportable así como la semana, el mes y el año
siguientes. Marcos hizo amigos y Virginia también, pero no eran como
sus amigas de Ribafrecha no tenían la espontaneidad de las chicas del
pueblo, bueno hay de todo. Los amigos de Marcos eran unos chavales
divertidos, amigos y por supuesto les encantaba la juerga. Virgi andaba
más con su hermano y con los cinco chavales que eran sus amigos que
con sus amigas, las veía muy niñas de ciudad y eso no le gustaba. Se
dice que los chicos son mas humanos más camaradas, no todos pero
algunos sí y los amigos de Marcos y de Virginia lo eran.
Un día Marcos fue a esperarla a la puerta de su clase y le dijo con los
ojos sonriendo:
– Virginia tengo una noticia maravillosa para ti.
– ¿Que es Marcos? Anda suelta.
– Hay un chico en las mismas condiciones que nosotros, o sea
forastero y es… de Ribafrecha.
– ¿Quién es? – Le pregunta Virginia impaciente.
– Adivina.
– José, Manuel, Nacho… Yo que sé Marcos, dilo anda por favor.
– Mario.
– Es broma.
– Que no, te lo juro.
– ¿Dónde está?
– Con los otros.
– Vamos.
Virginia fue con su hermano al patio del instituto, y allí vio a Mario.
Estaba igual de cómo lo había visto la última vez.
– ¿Mario, que tal?
– Virginia… No muy bien.
– A mi tampoco me gusta Madrid.
– Pues nos tiene que gustar sólo podremos volver en vacaciones. Por
lo que dijo el jefe de nuestros padres: los que vienen a Madrid es muy
difícil que regresen.
Virginia se quedó helada. Marcos para quitar a su hermana de
aflicciones y tristezas dijo:
- ¿Bueno vámonos a comer algo ¿no?
– Sí. - Respondieron todos en conjunto.
– Virginia espera un momento. – Le dijo Raúl.
– ¿Sí?
– No te debes afligir por esto.
– Mario es un aguafiestas, pero puede ser verdad Raúl.
– Anda olvídalo ¿eh? ¿Te puedo invitar a un helado?
– Sí, gracias Raúl.
– De nada.
5
Faltaban sólo unos días para las vacaciones en el instituto. Virginia y
Marcos estaban muy ansiosos. Después de un año irían a pasar las
vacaciones a su tierra, de nuevo iban a estar con sus abuelos, con sus
amigos, en su casa. De nuevo tendrían contacto con la naturaleza. Tras
un año de cárcel saldrían en libertad y no querían pensar si era
definitiva o sólo temporalmente, qué importaba. Habían estado
suspirando durante un largo año en volver al hogar y lo habían
conseguido. Eso era lo único que a los dos hermanos les importaba.
Por fin él día tan esperado: el día del viaje. Los dos hermanos estaban
radiantes de alegría.
– Todo listo… allá vamos Ribafrecha. – Pensaron Marcos y Virginia.
El viaje tardó mas o menos unas seis horas pero el cansancio fue
sustituido por la alegría de la llegada. Con la tan esperada llegada.
Aquella casa dejaba su monotonía, estaba de nuevo habitada por toda la
familia, reinaba la alegría y el ruido también, claro, tanto que fue un
vecino a rechistar que ya eran las tres de la mañana. La farra se dio por
finalizada aquella noche. No había prisa querían saborear hasta el
último segundo de aquellas vacaciones. El día prometía para todos.
Virginia estuvo, mas o menos unas dos horas, con algunas amigas de
toda la vida. Después Virginia fue a hacer lo que ya no hacía desde
hace un año: Estar en vivo contacto con la naturaleza.
Tras un suspiro empezó a andar a un paso muy, muy lento.
Descendió las terrazas, después, se dirigió al puente del río Leza. En
Madrid también había visto muchos ríos pero este no era igual a los
otros, este ocupaba gran parte del recuerdo de Ribafrecha, este era
simple como el pueblo, como ella. El mejor sitio dónde te puedes sentir
tranquila es en un río, o en contacto con la naturaleza. Eso mismo fue lo
que hizo Virginia. Después de hacer el mismo trayecto de vuelta, se fue
al puente de la Alameda. A continuación subió hasta las ruinas de El
monasterio de San Prudencio. Se sentó en una piedra y a su cabeza no
venían recuerdos de años anteriores sino de aquel mismo año: Se
acordaba de Raúl y de los otros cuatro, no sabía lo que le estaba
sucediendo.
– ¿ Es que estoy echando en falta Madrid?. No es posible. Tenía
tantas ganas de venir a Ribafrecha y ahora…No puedo traicionar a
mis abuelos, he nacido aquí. ¿Qué hago? Por Dios.
En los siguientes días Virginia intentaba no acordarse del tema, por
el día lo conseguía. Marcos no parecía darse cuenta, o lo disfrazaba bien,
pero lo cierto es que junto a él Virginia no se obsesionaba con el tema.
Lo peor era a la noche: no conseguía dormir casi nada, se culpaba de
que estaba traicionando a su familia, a su tierra, a sus amigos que la
habían apoyado con su partida. Se decía que siempre había sido rebelde
pero: ¿Sería esto una cuestión de rebeldía o de disciplina? ¿O sería que
sin ella saberlo e ignorándolo toda su familia necesitaba de ese cambio?
¿será? Quién sabe. Creo que hay una etapa de nuestra vida en la que
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todos nosotros necesitamos cambios, tanto los rebeldes como los
disciplinados.
Virginia estuvo dos meses y medio en Ribafrecha, siempre en las
mismas condiciones. Cuando le comunicaron la partida no sintió
demasiada pena únicamente por sus abuelos.
Una vez en Madrid Virginia y Marcos volvieron a reanudar las clases,
a estar de nuevo con los antiguos amigos. Virginia confirmó que todos
estaban iguales pero ella no estaba igual.
Virginia cumplía los años el 23 de Octubre y ya estaba todo
preparado: Celebraría sus años en el chamizo de un amigo.
Virginia estaba guapisima. Se había dejado el pelo suelto, vestía una
blusa con un escote que le sentaba bien, llevaba unos vaqueros azul
eléctrico y unas deportivas blancas, recién estrenadas. La fiesta
prometía, seguro que estarían hasta las mil.
– Estás muy bonita Virginia. – Le dijo Raúl.
– Gracias Raúl.
– De nada.
Hacía tiempo que Virginia se había dado cuenta de que sentía algo
por Raúl, pero procedía con naturalidad. Se daba cuenta que cuando él
le hablaba las mejillas le ardían pero pensaba que de eso no se daba
cuenta nadie. En realidad era así con la excepción de Marcos y Raúl.
Se lo pasaron bomba en el cumpleaños de Virginia.
Marcos al día siguiente habló con Virginia, sabía que estaba
enamorada de Raúl.
– ¿Virgi, te acuerdas que cuando vinimos a Madrid prometimos
compartir nuestros sueños, ilusiones y deseos?
– ¡Claro que sí Marcos! ¿Pero a que viene eso ahora?
– Viene a que… te quiero decir que sé que estas enamorada de Raúl
y en lo que te haga falta, en todo, puedes contar conmigo. Virginia,
no sólo soy tu hermano sino que también soy tu amigo.
– Gracias Marcos. Pero en cuanto a estar enamorada de Raúl, no es
cierto.
– Abre tus ojos Virgi ya no hay nada que esconder. Si no estás
enamorada de Raúl, ¿Porque cuando él te habla te quedas colorada
y se nota que él corazón se te va a salir del pecho en cualquier
momento? Él habló conmigo y me dijo que estaba enamorado de ti…
- Virginia cortó bruscamente a Marcos.
– Me equivoqué pensando que Raúl era otro tipo de persona, ¿es
que tuvo que decírtelo a ti no podía venir y hablar directamente
conmigo?
– Me lo dijo como amigo no con el propósito de que fuera a decírtelo
a ti, además me dijo que no lo hiciera.
– ¿Que quieres que te diga Marcos? Es verdad que estoy apañada
por él.
– Me lo podías haber dicho antes Virginia.
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– No estaba segura Marcos, lo siento, sabes que soy tímida para
estas cosas.
– Lo sé.
Al día siguiente en el instituto Raúl se acerco a Virginia y le dijo
colorado hasta las orejas:
– Virginia, creo que tenemos que hablar…
– Sí Raúl, tenemos que hablar pero no aquí. ¿Que te parece sí nos
vemos a las 7.30 en el Café La Palma?
– Sí, claro por mi bien. - Contesta Raúl muy nervioso.
– Bueno me voy a clase Raúl.
– Hasta luego Virginia.
Virginia no pudo concentrarse en la clase de Lenguaje, así como
Raúl no pudo en la de Naturales. Aquel día tanto uno como el otro
no sacaron el menor rendimiento en las clases.
Virginia fue a su casa a las cuatro de la tarde. Fue para su
habitación y se tumbó en la cama. Estaba nerviosa no sabía que le decir
a Raúl ciertamente la conversación iba a ser un fracaso… Pero ella no
era bruja, no quería estar intentando adivinar.
– Voy y sólo después podré decir que ha sido un fracaso.
Se cambió de ropa, se peinó, miró el reloj, cogió sus llaves y batió un
portazo detrás de sí. Fue al café de La palma y vio que Raúl ya estaba
allí. Entró y fue hacía la mesa en que estaba Raúl. Él estaba bebiendo
una coca- cola.
– Hola Raúl.
– Hola Virginia. - Virginia se sentó delante de Raúl con los nervios
de punta.
– ¿Quieres tomar algo?
– Una coca-cola.- Raúl se levantó para pedírsela.
– Gracias Raúl. -¿ Que le digo Dios mío? – Pensó Virginia.
– Virginia…
– ¿Sí?
– Te quiero decir que… que me gustas mucho.
– También me gustas mucho Raúl.
Para Virginia este año, no fue nada parecido al anterior. Estaba
siendo muy feliz, intensamente feliz. Virginia y Raúl no vivían en el
planeta tierra. Habitaban en otro universo en otra galaxia… Dónde los
únicos habitantes eran ellos. Los padres de Virginia la veían distinta con
un brillo extraño en los ojos. Ese extraño brillo que los padres notan a
sus hijos cuando están enamorados. La madre de Virginia le propuso a
su marido hablar con Virginia, él le dijo que hiciera lo que le pareciese
más conveniente.
– Será algún noviecito sin importancia.
– Es a eso mismo a lo que yo tengo miedo, ella… es una chiquilla…
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– No jodas más Victoria, ella ya no es una chiquilla cómo tú lo
crees.
– Pues para mi sí que lo es, iré a hablar con ella Álvaro.
– Dios como eres de pesada. - La madre de Virginia se puso una
bata gris con ramos de flores azules y rojas. Salió de su cuarto y se
fue al de su hija.
– Virginia hija, creo que tenemos que hablar.
– ¿Que pasa mamá?
– Me lo tendrás que decir tú, Virginia.
– Te lo diré si me dices que quieres saber.
– Estás extraña Virginia. ¿Té pasa algo?
– Sí, me pasa que no dices lo que quieres saber y mañana tengo
controles, así que no puedo estudiar.
– Lo siento Virgi pero últimamente estás extraña ¿tienes problemas
de algún tipo Virginia?
– No, no tengo problemas de ningún tipo mama.
– Ni con … chicos Virginia, me refiero a eso. - Dijo su madre muy
insistente.
– No, no tengo problemas de ninguna especie con chicos mamá,
estoy muy feliz en ese aspecto. - Dijo Virginia sonriendo al mismo
tiempo que pensaba en Raúl.
– ¿Tienes novio?
– Haber ido directamente al asunto mamá. Sí, tengo novio y es un
chico estupendo. Sí quieres te lo presento. - Dijo Virginia con la
intención de despreocupar a su madre. Pero nunca pensó en oír lo
que oyó.
– Sí, quiero que nos lo presentes a tu padre, a mí y a tu hermano.
– A ti y a papá sí que os lo puedo presentar pero a Marcos no
merece la pena, son amigos.
– ¿Porqué nunca nos has dicho nada ni a mí ni a tu padre?
– No sé, nunca pensé que fuera necesario, mamá ya no tengo 10
años.
– ¿Cuándo piensas presentárnoslo?
– No sé.
– ¿Mañana estaría bien para ti?
– Para mi sí, pero no se si para él también.
– Díselo Virginia.
– Se lo diré mamá, descuida.
– Hasta mañana hija.
– Hasta mañana madre.
Al día siguiente Virginia se lo dijo a Raúl.
– ¿Raúl, te gustaría conocer a mis padres?
– No sé Virginia pero ¿porqué me lo dices?
– Mi madre ayer me vino con una conversación muy extraña. Que
estaba rara, si tenía algún tipo de problemas con los chicos, y me
preguntó si tenía novio.
– ¿Qué le has dicho Virginia?
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– Que no tenía ningún tipo de problemas con chicos, que estaba
muy feliz en ese campo.- Virginia no se dio cuenta que mientras
decía que estaba muy feliz en el campo sentimental, sus ojos dejaban
ver unas chispas extrañas.
– Sí me gustaría conocer a tus padres. ¿Pero, que te parece de irmos
primero al cine y vemos la película: “ Mi gran Boda Griega?”
– Estás muy romántico ¿ eh?
– Estoy muy romántico eso es verdad, pero esa película está
dedicada a aquellos que fueron presentados a los padres y presumen
del acontecimiento de salir vivos del acto.
– Eres único Raúl. – Dijo Virginia riéndose.
– Gracias Virginia pero ¿vamos o no? La película está de algún
modo dedicada a nosotros, no todos van a ser presentados hoy a los
padres de sus novias.
– Sí, me parece bien Raúl.
Después de ir al cine se marcharon a la casa de Virginia. Raúl no
tenía mucho miedo de no ser aprobado por los padres de Virginia. Una
vez allá:
– Me decías que te llamas Raúl. - Dijo la madre de Virginia después
de traer pastas y coca-colas. Virginia y Raúl no se tomaron pastas
solamente se bebieron sus cocas.
– ¿Cuántos años tienes Raúl?
– Dieciséis.
– Una edad tonta. – Dijo la señora Victoria cómo si se lo estuviera
diciendo a una amiga suya.
– Mamá todos pasamos por la edad de dieciséis años, yo ya los
tengo y tu ya los has tenido. – Intervino Virginia como para dar a
entender que estaba dispuesta a defender Raúl.
– Vale Virginia ya está bien, no te pongas histérica por una tontería.
– No estoy histérica mamá. Contestó Virginia muy cortés.
– Virginia vete a enseñar la casa a Raúl.
– Sí voy.
Virginia empezó a ensañar la casa a Raúl por un orden muy extraño.
Por ejemplo, si estás en él comedor la parte más probable que vayas a
ver es la cocina no el cuarto de baño. La casa no estaba mal dividida
pero Virginia la enseñaba de esa manera. Daba igual, Raúl no estaba
muy interesado en la división de la casa. Por la división que más se
interesó fue por el cuarto de Virginia. Estaba decorado de una manera
juvenil. Virginia tras entrar y decir que aquella era su habitación, se
tumbó en la cama. Raúl se sentó en la silla del escritorio de Virginia. La
miró, le sonrió y le dijo que era bonito.
– Te parece de una chiquilla ¿no?
– No seas tonta, Virginia. Para mí serás siempre mi chiquilla guapa
¿ te ofende?.
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– Claro que no Raúl, es muy dulce saber que soy tu chiquilla. Para
mí también serás siempre mi chiquillo guapo…
El tiempo pasa de una manera alucinante. Principalmente cuando
estás con la persona que deseas estar. En el colegio ya habían terminado
las clases y en las excavaciones también. Igual que al año anterior los
padres de Virginia se irían a pasar las vacaciones a Ribafrecha, pero aún
no habían tocado el asunto y no iba a ser Virginia quien lo iba a decir. Al
marcharse tendría que abandonar a Raúl y eso no le hacía la menor
gracia, pero una vez más tenía que ser. Virginia prefería que sus padres
se lo plantearán al momento pero sabía que eso no lo iban a hacer.
Una noche cuando ya todos habían terminado de cenar el padre de
Virginia comunicó a los dos hermanos que se marcharían el 17 de Julio.
Virginia no se quedó contenta como el año anterior. Su verdadero deseo
era quedarse con Raúl, pero sabía que nunca se lo permitirían sus
padres. Así que lo mejor que podía hacer era aprovechar los últimos tres
días para estar con Raúl.
– Me duele el alma, pero tiene que ser Raúl…
– No me tienes que explicar nada Virgi… Tu no tienes ninguna
culpa. Nadie la tiene.
– ¿Te puedo pedir algo Raúl?
– Sí, claro lo que tu quieras.
– No me olvides en este tiempo estival.
– Virginia escúchame bien: Nunca te olvidaré…
Día 16 por la noche:
– ¿Virginia estás muy triste por te marchas y dejas a Raúl?– Le
pregunta su padre.
– Me las aguanto papá.
– No sufras pequeña.
Virginia no contesta.
– Tengo una idea que te puede quitar tus tristezas.
– Virginia miró a su padre como si de repente éste se acabara de
convertir en una maceta.
– ¿No tienes curiosidad de saber lo que puede ser?
– Sí padre tengo curiosidad en saber lo que es.– Contesta Virginia
sólo por contestar.
– Toma son tuyos.- El padre de Virginia le tendió dos billetes de
autobús.
– Esto es para…
– Sí pequeña para Raúl, si quiere puede venir con nosotros.
– Papi muchas gracias de verdad, te lo agradezco muchísimo.
– De nada hija. Ahora vete a ver a Raúl y dile que se puede ir
contigo a Ribafrecha.
Virginia llamó por telefoneo a Raúl y le dijo que lo quería ver. Raúl le
dijo que hacía quince minutos que le había dejado en casa… Al final le
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dijo que dentro de media hora estaría allá para recogerla. Llegó,
pregunto que le pasaba, ella le dijo que pasara y se fueron a su
habitación. Allá Virginia le dio la buena noticia a Raúl con estás
palabras:
– ¿Raúl tus padres van a ir a viajar?
– Sí, pero aún no han comprado los billetes.
– ¡Bingo¡ Exclamó Virginia.
– ¿Que pasa Virginia?
– Toma Raúl.
– ¿Qué es esto?
– Dos billetes de autobús para Ribafrecha. Uno para mi y el otro
para…
– Mi¡ – Exclamó Raúl.
– Claro que para ti bobo ¿Para quién lo habría de guardar? Ha sido
mi padre, me lo dio hace poco… para ti. Te toca a ti decidir si quieres
ir o no.- Exclamó Virginia sonriendo.
– Claro que quiero ir Virginia, al diablo Las Islas Canarias. Me
quiero ir contigo…
– Perfecto, entonces hoy preparamos las maletas y mañana nos
marchamos a la hora que pone en el billete.
Al día siguiente se marcharon a las 4. 30 horas. Legaron a las 9.56
horas de la tarde. Virginia presentó sus abuelos a Raúl e hizo lo mismo
con éste. Al parecer Raúl les cayo en simpatía a los abuelos. Después de
comer, Virginia, Marcos y Raúl se retiraron un rato a pasear por las
calles y a contarle cosas sobre el pueblo a Raúl.
Las vacaciones para Virginia fueron fenomenales, las mejores de toda
su vida. Con Raúl a su lado parecía descubrir secretos para ella nunca
desvelados. Con él a su lado se sentía protegida la hacía sentirse como
una reina. En estás vacaciones Virginia se dio cuenta que no le gustaba
menos Ribafrecha, en el Verano pasado no tenía a Raúl, le echaba de
menos como amigo y claro ya estaba colada por él…
Se dice que cuando deseamos mucho una cosa todo el universo
conspira. Quién sabe si no es verdad ¿Quizá?.
Ribafrecha
30/07/04
12
En Madrid el nuevo año de estudios empezó como el anterior, muy,
muy bien. Iba todo normal, todo parecido al año anterior. En relación
con los estudios, porque Virginia y Raúl cada día iban intensificando
más su relación. Eran una cajita de sorpresas el uno para el otro.
Dos años más tarde Virginia y Raúl seguían juntos, algo mayores 18
años. Virginia quería hacer periodismo y Raúl bellas artes.
Entraron en la universidad “La Complutense”. Las licenciaturas de
ambos durarían cinco años. El primer año les desconcertó un poco, la
universidad no era nada parecido al instituto, debían tener mucha más
responsabilidad. Los siete juntos vencieron los suspensos, consiguieron
tener la suficiente responsabilidad para pasar año tras año.
En último año de Virginia y Raúl en la universidad, el jefe del padre
de Virginia le comunicó por carta que en Abril cambiarían de puesto
algunos funcionarios y Miguel Álvaro Jorge Montero era uno de los iban
a ser trasladados a otro sitio. El padre de Virginia se quedó helado, no
podía dejar de trabajar pero, ¿para dónde iría? Y sus hijos estaban
terminando el curso no los podía cambiar así como así. Marcos y
Virginia estaban a final de su licenciatura si los cambiaba a otro sitio
quizás tuviesen que repetir aquel año. No era justo. El padre de Virginia
hablo con ella y después con su hermano. Virginia estaba en su
habitación leyendo un libro de suspense. Cuando vio entrar a su padre
con cara de funeral se quedó inquieta.
– ¿Pasa algo papá?
– Sí hija.
– ¿El qué?
– He recibido una carta de mi jefe y en ella él me decía que algunos
funcionarios que habían sido enviados a diferentes sitios ahora
regresarían a sus casas, yo soy uno de esos funcionarios.
– ¿Cómo así papá?
– Tú y tu hermano este año os licenciareis Virgi… Yo y tu madre nos
iremos, tú y Marcos os quedaréis.
– ¿Nos quedaremos?
– Sí Virginia, tú y tu hermano os quedaréis, si os quitara ahora sería
injusto con vosotros.
– Vale papá. ¿ Para dónde te mandan?
– Para Ribafrecha Virginia.
– ¿ Ribafrecha?
– Sí, después de 3 años y medio me mandan de vuelta.
– Lo siento papá.
– No es ir lo que no me gusta, es que así os tengo que dejar solos, pero
confío en vosotros.
– Gracias papá.
– De nada hija, duerme bien.
Faltaba sólo un mes para los padres de Virginia se marcharan y a
nadie le gustaba la idea.
13
Ya solos Marcos y Virginia sentían la falta de sus padres. Pero era en
la Complutense donde pasaban la mayor parte del tiempo.
Marcos, Virginia y Raúl se habían licenciado con muy buenas notas.
Cierto día en que estaban los tres en casa llamó por teléfono el padre de
los dos hermanos. Les dijo que cuándo le diesen las vacaciones en su
trabajo los iría a buscar.
Este final no era bueno ni para Virginia ni para Marcos pero en la
realidad la que se quedaba con el final más triste era Virginia.
Los padres de Raúl andaban mal, muy mal y quince días antes de la
partida de Virginia anunciaron a su hijo Raúl que se separarían. Raúl se
quedó atónito pero no dijo nada Dio un portazo y se marcho. Estaba
confuso y triste. Virginia se marcharía y no estaba preparado para ello.
Para colmo sus padres decidían separarse. Tanto no, por favor.
En una semana todo estaba arreglado. Tan sólo había sido firmar
unos papeles y cada uno por su lado. La madre de Raúl se había
cambiado a un apartamento y Raúl se había ido con ella. Cuando
Virginia estaba a dos días de marcharse tubo una idea y se la comunicó
a Raúl.
– Raúl tu madre y tú estáis en un apartamento alquilado ¿no es así?
– Sí, así es Virginia.
– ¿No os gustaría cambiar de pueblo y empezar una vida nueva?
– ¿Que quieres decir Virginia?
– Quiero decir que sí ¿os gustaría venir a vivir a Ribafrecha?
– No sé Virginia, es una idea estupenda pero… No sé si mi madre
estará de acuerdo.
– Pregúntaselo Raúl y me dices algo hoy mismo.
– De acuerdo lo haré.
¡Raúl se lo dijo a su madre y ella dijo que sí! Quería empezar una
nueva vida con su hijo en otra tierra, y ninguna mejor que en la que este
se sintiese feliz. ¿Habría aún más problemas para Virginia? No
importaba si era en Madrid o en Ribafrecha lo que quería era tener a su
lado a Raúl, lo demás era lo demás.
Acto seguido llego el cambio. El padre de Virginia había conseguido
un listado en el ayuntamiento de las casas que estaban en venta. Los
primeros tres meses Raúl y su madre se los pasaron en la casa de
Virginia, después la madre de Raúl decidió comprar una casa junto al
‘Barranco elbar’. Era bonita y acogedora. Y aunque no lo fuese, lo
importante para Raúl y Virginia era que estaban en Ribafrecha. Año y
medio después Raúl y Virginia fueron llamados a ejercer la carrera que
habían estudiado.
Cuatro años después Raúl y Virginia deciden casarse. La boda se
celebró en la iglesia de Ribafrecha, La iglesia de San Pedro.
Se dice que cuando deseamos mucho una cosa todo el universo
conspira. Quien sabe sí no es verdad ¿Quizá?.
14
Cidália Jorge Trinchete
13 años
Ribafrecha, 30-jul-04
15
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