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Lección 1 para el 1 de octubre de 2016
Aunque las
tribulaciones de Job
fueron grandes, éstas
llegaron a su fin.
¿Cómo acabaron?
¿qué podemos
aprender de ello?
«Y quitó Jehová la aflicción de Job,
cuando él hubo orado por sus amigos;
y aumentó al doble todas las cosas
que habían sido de Job… Y murió Job
viejo y lleno de días» (Job 42:10, 17)
Al principio
Job 1:3
Al final
Job 42:10-17
7 hijos y 3 hijas
7 hijos y 3 hijas
7.000 ovejas
14.000 ovejas
3.000 camellos
6.000 camellos
500 yuntas de
bueyes
1.000 yuntas de
bueyes
500 asnas
1.000 asnas
Además de tener el doble de lo que tuvo, se dice que las hijas de Job eran las más
hermosas de la tierra. Conoció a sus nietos y biznietos, ¡y pudo disfrutar de todo esto
durante 140 años! A pesar de este final feliz, el final último de Job fue la muerte.
«Considera al íntegro, y mira al justo; porque hay un final dichoso
para el hombre de paz» (Salmos 37:37)
¿Es realmente feliz el final de toda persona justa? Considera estos ejemplos:
ABEL
Génesis 4:8
ELÍ
1ª de Samuel 4:18
URÍAS
2ª de Samuel 11:17
JOSÍAS
JUAN EL BAUTISTA
ESTEBAN
2ª de Crónicas 35:22-24
Mateo 14:10
Hechos 7:59-60
El final de nuestra vida puede ser feliz o infeliz, pero el final último es siempre el
mismo: la muerte. ¿Cuál es, pues, el «final dichoso para el hombre de paz»?
«Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga
el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas,
y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces
cada uno recibirá su alabanza de Dios» (1ª de Corintios 4:5)
Al final de su tribulación, Job fue
restaurado a un estado superior al inicial.
No obstante, ésta no fue una restauración
completa. Quedó el dolor por los hijos
perdidos, el recuerdo de la terrible
experiencia sufrida…
Sea cual sea nuestra experiencia, nuestra
restauración, al igual que la de Job, nunca
será completa en esta vida. Siempre
quedarán respuestas por responder,
heridas por cerrar.
Pero Dios nos promete que llegará el
momento en el que «aclarará también lo
oculto de las tinieblas». El momento de la
restauración completa.
«Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un
reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a
otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos,
pero él permanecerá para siempre» (Daniel 2:44)
La Biblia enseña que la historia
humana, sujeta al pecado, tiene un
final. Dios restaurará todas las cosas a
su estado inicial, eliminando así el
pecado y sus consecuencias.
El libro de Job acaba con su muerte,
pero ese no es el final de su historia.
Tampoco la muerte será el final de
nuestra historia.
Llegará el día cuando «recibirán el reino
los santos del Altísimo, y poseerán el
reino hasta el siglo, eternamente y para
siempre» (Daniel 7:18). El día de la
restauración total.
«Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi edad
esperaré, hasta que venga mi liberación. Entonces llamarás, y yo te
responderé; tendrás afecto a la hechura de tus manos» (Job 14:14-15)
Como vimos, el fin del fin (cuando ya no
habrá fin) será la instauración del Reino
eterno de Dios.
Para entonces, muchísimos santos de todas
las edades habrán muerto ya; y algunos de
los que ahora vivimos, quizá también
habremos muerto ya.
Ante la pregunta de si volveremos a vivir,
Job responde con seguridad. Cuando él
oiga la Voz que le llama, responderá en un
cuerpo resucitado. Y los que estemos aún
vivos, seremos transformados al oír esa voz
(1Co. 15:52).
«No os maravilléis de esto; porque vendrá
hora cuando todos los que están en los
sepulcros oirán su voz» (Juan 5:28).
«Mediante el éxito que tuvo al desviar al hombre de la
senda de la obediencia, Satanás llegó a ser “el dios de
este siglo.” 2 Corintios 4:4. Pasó al usurpador el
dominio que antes fuera de Adán. Pero el Hijo de Dios
propuso que vendría a esta tierra para pagar la pena
del pecado, y así no sólo redimiría al hombre, sino
que recuperaría el dominio perdido. Acerca de esta
restauración profetizó Miqueas cuando dijo: “Oh
torre del rebaño, la fortaleza de la hija de Sión
vendrá hasta ti: y el señorío primero.” Miqueas 4:8.
El apóstol Pablo llama a esto “la redención de la
posesión adquirida.” Efesios 1:14. Y el salmista
pensaba en la misma restauración final de la heredad
original del hombre cuando declaró: “Los justos
heredarán la tierra, y vivirán para siempre sobre
ella.” Salmos 37:29»
E.G.W. (Profetas y reyes, pg. 502)
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