Este artículo es una publicación de la Corporación Viva la Ciudadanía Opiniones sobre este artículo escribanos a: [email protected] www.viva.org.co HU UH H U Se vino el plebiscito Quienes voten por el No, lo harían –eso se espera- porque han comprendido los alcances del Acuerdo Final y están convencidos de que atenta contra los particulares intereses de aquellos sectores de poder que se oponen a que el país se transforme y logre, por fin, el carácter moderno al que se oponen unos pocos que viven a gusto con un Estado y una sociedad premodernas. Germán Ayala Osorio Comunicador social y politólogo La decisión que acaba de tomar la Corte Constitucional al declarar la exequibilidad y la viabilidad política del Plebiscito por la Paz, debe ser considerada por todos como Histórica. Dicho fallo traza el camino para que los colombianos le apostemos a consolidar el quiebre histórico –institucional, social, cultural y político- que se viene con la firma del fin del conflicto armado entre las Farc y el Estado. Quiebre histórico que urge ser ratificado con un contundente SÍ al plebiscito. Mientras el país y los expertos constitucionalistas debaten sobre el sentido del fallo en lo que hace referencia a que el plebiscito solo vincula políticamente al Gobierno, vale la pena insistir en el significado del trascendental fallo y en los caminos que trazarían las apuestas que se avecinan por el SÍ, por el No y por la abstención. El plebiscito, por su naturaleza política y por las actuales circunstancias que impone la creciente polarización social y política entre Paz o Guerra, será la oportunidad para “sepultar” electoral y políticamente el liderazgo de Uribe Vélez y la presencia del Centro Democrático, su micro empresa electoral. De cara a las elecciones de 2018, el resultado que arroje la consulta será determinante para consolidar o desechar pre candidaturas y candidaturas presidenciales, en especial aquellas que posiblemente soporten sus propuestas de gobierno sobre un no reconocimiento al Proceso de Paz de La Habana. Atentos estarán, entonces, Alejandro Ordóñez Maldonado y Germán Vargas Lleras, entre otros. La consulta al pueblo, con ese carácter plebiscitario, terminará exhibiendo el talante democrático de los colombianos en la medida en que al triunfar el SÍ, le estaremos abriendo las puertas a la reconciliación, pero fundamentalmente a los ex guerrilleros para que puedan reintegrarse a la vida civil y política del país. Una demostración de ese talante, bien podría abrir caminos para modificar sustancialmente la institucionalidad democrática y la democracia misma, que deviene formal y restringida. Le estarían apostando a la transformación del Estado y de la Sociedad, asunto clave para darle viabilidad social y política a la Paz que se firme en La Habana, pero que requiere de enormes esfuerzos para consolidarse en el tiempo. Ahora bien, si el No se impone, claramente esa parte de la sociedad que así se exprese en torno al plebiscito, exhibirá ante el resto de la sociedad y de la comunidad internacional que acompaña y legitima la negociación de La Habana, su precario talante democrático y su indisposición para facilitar la reconciliación y la transformación de las Farc en partido político. Si llegado el caso hipotético en el que triunfe el No, el escenario electoral de 2018 beneficiaría y daría un enorme impulso y respaldo a los proyectos políticos de los pre candidatos que simpatizan con los sectores de la Derecha y la extrema derecha: Germán Vargas Lleras y Alejandro Ordóñez Maldonado. Y por supuesto, ese resultado daría un segundo aire a Uribe Vélez y al Centro Democrático para hacer alianzas con uno de estos dos pre candidatos presidenciales. Bien podría ocurrir que Uribe y Vargas Lleras se volvieran a unir, ahora en torno a una misma causa: desconocer lo acordado en La Habana y desde ahí torpedear los procesos de implementación de lo acordado entre las Farc y el Gobierno de Santos. En lo que toca al camino de la abstención, hay que señalar que quienes opten por esa vía electoral y política, exhibirán ante los demás colombianos una empobrecida cultura política y un débil sentido de la historia, al no reconocer el momento histórico por el que el país atraviesa. Así entonces, quienes decidan no votar el día del plebiscito, insistirán en el perverso juego electoral y democrático de aquellos colombianos que tradicionalmente se abstienen de votar y de participar porque no confían en la democracia, en las instituciones o simplemente porque están desinformados o por física ignorancia. Juego perverso que deja en unos pocos la toma de decisiones, lo que claramente afecta el sentido de la democracia. Considero que en esta coyuntura resulta inaceptable abstenerse. Incluso, bien podría hacer más daño la abstención, que la misma decisión negativa en torno al plebiscito. Finalmente, quienes voten por el No, lo harían –eso se esperaporque han comprendido los alcances del Acuerdo Final y están convencidos de que atenta contra los particulares intereses de aquellos sectores de poder que se oponen a que el país se transforme y logre, por fin, el carácter moderno al que se oponen unos pocos que viven a gusto con un Estado y una sociedad premodernas. En cualquier caso, y en ideales condiciones de cultura política, se espera que los colombianos se acerquen a las urnas habiendo leído, analizado y comprendido el Acuerdo Final. Salir a votar sin haber leído y comprendido los documentos de La Habana, ampliamente divulgados y analizados (véase Mesa de Conversaciones), es un acto de enorme irresponsabilidad que daría cuenta y confirmaría la baja cultura política de cientos de colombianos incapaces de discutir, con argumentos y con información veraz, asuntos públicos de especial trascendencia. Incapacidad que muy seguramente viene anclada al consumo acrítico del malicioso discurso periodístico-noticioso de los noticieros de televisión y de radio, RCN, Caracol, La FM y la W. La Corte Constitucional ya falló. Quienes le apostamos a la transformación del Estado, de la sociedad y a la ampliación de la democracia, votaremos por el SÍ. La oportunidad para hacernos modernos y mejorar nuestros procesos civilizatorios está servida. Que otros le fallen y se opongan a ese anhelo, hace parte de la democracia, pero ello no los disculpará cuando la historia explique los resultados del plebiscito de 2016. Edición 504 – Semana del 22 al 28 de Julio de 2016