reflexiones intempestivas a la sombra de un saúco

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WAGNERIANA CASTELLANA Nº 65 AÑO 2008
TEMA 3: OBRAS. 3.8: DIE MEISTERSINGER VON NÜRNBERG
TÍTULO: REFLEXIONES INTEMPESTIVAS A LA SOMBRA DE UN SAÚCO
AUTOR: Fernando Guzmán
“Allá va el aroma de la rosa
atrápalo en tú sinrazón”
Juan Ramón Jiménez
Hasta mi habitación ascienden lejanos ecos que me recuerdan el final del
segundo acto de los Maestros.... Imposibilitado de volver a la lectura la
imaginación vuela hacia Tribschen, el mágico lugar donde Wagner finalizara la
composición de aquel intenso drama que vibra en la música.
En el aire quedo de mi estancia parecen mecerse notas que, como en una
barcarola imposible, me acercan una melodía conocida “Wie duftet doch der
Flieder / so mild, so stark und voll!...”. Y me dejo arrullar al familiar ritmo del
monólogo del bondadoso Sachs... Cuando recuerdo, súbitamente, una ardua
controversia en torno a este pasaje del drama.....
El escenario del segundo acto de los Maestros representa una calle cortada a la
mitad por un estrecho callejón que tuerce hacia el fondo de modo que aparecen
dos casa haciendo esquina, la de la derecha más señorial es la casa del orfebre
Veit Pogner, delante de la misma hay un tilo. En la izquierda de la calle aparece
una casa más modesta que pertenece al zapatero-poeta Hans Sachs, delante
de la misma hay un saúco. La acción se desarrolla en la tarde/noche -en el
transcurso de la misma se va haciendo de noche- del 24 de junio, festividad de
San Juan Evangelista. Esto siempre que ningún escenógrafo, con ánimo de
medrar a costa del compositor. se proponga otra “genialidad” en base a no se
sabe que finalidad pero, en todo caso, en flagrante antítesis con lo expuesto por
Wagner (1).
El origen de la polémica se encuentra en los primeros versos del monólogo que
Sachs canta en la escena tercera de este acto:
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“Wie duftet doch
der Flieder,
so mild, so stark und voll!Mir lóst es weich die Glieder,
willl, dass ich was sagen soll…”
(Qué aroma exhala
la lila,
tan dulce, tan fuerte y pleno...
Me relaja los miembros
quiere que diga algo.)
De hecho, algunas estudiosos de la obra wagneriana se refieren a este como
“el monólogo de las lilas”.
Si recordamos lo anteriormente señalado escenográficamente por Wagner se
nos refiere que delante de la casa de Pogner hay un tilo, mientras que delante
de la Sachs hay un saúco. En ningún momento se hace mención a este arbusto
de la familia de las oleáceas, al que se menciona Sachs en el monólogo. ¿Así
pues, que ocurrió para este cambio de aromas y arbustos?.
En este momento del artículo debo confesarte, lector amigo, que esta
controversia se me antoja tan estéril como la discusión que los filólogos
plantearon a raíz de la primera estrofa del Himno “Fiesta de la Paz”
(Friedensfeier) de Hölderlin sobre si estos versos encerraban una metáfora
naturalista o no de la sala que se describe en los mismos. Esterilidad que
queda manifiesta una vez que cotejamos el verso 57 del poema “Pan y vino”
(“¡el suelo es mar! y mesas las montañas”) y el verso 30 de la versión posterior
del poema “Patmos” (“exhalando el aroma de mil mesas”) con los referidos
versos de la primera estrofa de la “Fiesta de la Paz”:
“la sala antigua
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de feliz habitación; en torno a verdes alfombras su aroma exhala
la gozosa nube y brillando a lo lejos están,
llenas de frutos maduros y copas coronadas de oro,
bien ordenadas en sucesión magnífica,
aquí y allá elevándose a los lados
sobre el nivelado suelo, las mesas. ...”.
Concluyendo la importancia, sin ambages, que muestra la relación metafórica
entre la sala y la naturaleza en el lenguaje poético de Hölderlin.... Pero
volvamos a Wagner.
¿Podría tratarse de un error por parte de Wagner como algún crítico ha
señalado?; y a este “error” ¿habría que sumarle el hecho que en ningún caso
para la festividad de San Juan, patrón de la ciudad alemana, el lilo habría tenido
flores?.
No, manifiestamente no. Wagner se tomó una sola licencia poética para esta
escena que estriba en el hecho que -con toda probabilidad- en Nuremberg en el
siglo XVI, en el que se desarrolla la acción del drama, no había sido importado
este arbusto originario de Persia (2). Cuestión que además no importa porque
cuando Wagner escribió la palabra der Flieder (la lila) en el monólogo de Sachs
estaba pensando, en todo momento, en el saúco (3), pese a que sustituyera
saúco por lila por una cuestión meramente poética. Siendo la palabra Flieder
“una rima más fácil”, además de ser una palabra “eufónica, breve y grácil”,
como ha señalado Gregor-Dellin, frente a
“Holunder” (saúco) o “Schwarze
Holunder” (saúco negro)... El lector puede hacer la prueba entre la diferencia
fonética de ambas palabras alemanas: Flieder fonéticamente se pronunciaría
Flider
y Holunder sería Jolunder... La lila se impone al saúco siendo
fonéticamente más poética. Así también lo estimo Wagner y Cósima, quien
anotó años más tarde -el 22 de junio de 1878 (diez años y un día después del
estreno del drama en el Teatro de La Corte de Munich)-, “Conservamos la
denominación de “Flieder”...” .
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En la actualidad se ha mantenido esta licencia poética en expresiones como
““Fliedertee” (infusión de flores de saúco). Seguro que a Wagner le haría sonreír
esta pequeña aportación al idioma alemán, tanto como comprobar que la zona
de Lucerna donde estuvo viviendo seis años sigue llamándose Tribschen (4).
Notas
(1). Para que hablar de los personajes... Gracias a Catherine Wagner, en el
montaje de “Los Maestros” que ha presentado este año en Bayreuth, he salido
del error -en que he estado inmerso más de cinco lustro- descubriendo que
Sachs no es zapatero sino un reportero??? del “Nürnberg Zeitung”. ¡¡Vivir para
ver!!.
(2).- Parece que hacia 1560 el embajador austriaco en Estambul Ogien Ghislain
de Busbecq, floricultor entusiasta e introductor del tulipán en Europa, llevó a su
país semillas de lila común para ser plantadas. Hasta muy finales del siglo XVI
no llegaron las primeras plantas a Francia, lo que nos puede dar una idea
aproximada de la lentitud en la introducción de este arbusto en los países
europeos vecinos de Austria.
(3).- En la mayoría de las traducciones consultadas del drama wagneriano la
palabra utilizada es
saúco. Como excepciones podemos señalar la que
realizada por Carlos J. Duverges que traduce la palabra der Flieder como lilas
(pag. 323) y la de Ernesto de la Guardia que la traduce como “arbusto” (pag.
125).
Como ejemplos de fidelidad al espíritu wagneriano -al emplear en la traducción
la palabra saúco- podemos citar: la que publicara la Casa Editorial Maucci de
Barcelona en 1908 (pag. 287 Tomo I), la realizada por Joaquim Pena para la
Associació Wagneriana (pag. 76) -“Com eix saüc embauma/ tan dolç, tan fort,
tan plè!...”; la traducción de Luis París para la Asociación Wagneriana de Madrid
en 1912 (pag. 70), la traducida por Marcos Jesús Beltrán en 1905 donde se
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reproducen los versos directamente de una versión catalana que no es la de
Pena (pag. 137).
Así mismo, en las realizadas por Angel-Fernando Mayo se emplea la palabra
saúco tanto en la que se publicara para la editorial Daimon dentro de la
colección “Introducción al mundo de la Opera” en 1982 (pag 109), como la
realizara para el Teatro Real en la temporada 2000-2001 (pag.75). En francés,
por poner tan sólo un ejemplo, citaremos la que publicara el
Théâtre du
Capitole de Toulouse en la temporada 2005-2006 (pag. 107) en la que se
traduce Flieder como sureau (saúco).
(4).- Wagner descubrió en una excursión por el lago de los Cuatro Cantones
camino del Rütli la que actualmente es el Richard Wagner Museum, el domingo
30 de marzo de 1866, bautizándola como Tribschen combinando el nombre
anterior Tripschen con las palabras “angetriebenes Land” (tierra alcanzada a
impulsos de azar).
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