Minas terrestres

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2004
Septiembre
–
32
No.
Servir
Hacia la prohibición universal
de las minas terrestres
En este número:
Hablan las víctimas de las minas terrestres,
repatriación, una reflexión ética,
la campaña del JRS contra las minas, y
el papel de los actores no estatales.
Servicio Jesuita a Refugiados
SERVIR No. 32 – Septiembre 2004
1
EDITORIAL
Fortalecer el
Tratado para
la Prohibición
de las Minas
Lluís Magriñà SJ
E
n noviembre de 2004, en Nairobi, se revisará el Tratado para
la Prohibición de Minas (MBT)
de 1997 y se diseñará un nuevo plan
de acción para los próximos cinco años.
Es significativo que este encuentro tenga lugar en Kenia, en África. Aquí estamos asistiendo a procesos de repatriación. Los millares de refugiados que
ya han empezado a regresar deben
hacerlo cruzando caminos sembrados
de minas a áreas donde éstas siguen
matando y mutilando. El Encuentro de
Nairobi llamará, una vez más, la atención mundial sobre el sufrimiento causado por estas asesinas ocultas. Allí
deberemos insistir en la necesidad de
desminar los campos, de ayudar a las
víctimas y de trabajar en favor del desarrollo de los países a los que los refugiados están regresando.
¿Qué ha conseguido el MBT?
• Una norma internacional
formalmente firmada por 152
países;
• el diálogo entre víctimas de minas,
gobiernos, la ONU y sociedad
civil gracias a la Campaña
Internacional para la Prohibición
de Minas Terrestres (ICBL);
• un clima ético mundial que
estigmatiza el uso de las minas
como algo inmoral;
• la limpieza humanitaria de minas
en al menos 35 países, así como la
destrucción de 30 millones de
minas almacenadas;
• se ha sensibilizado a la opinión
pública hacia el clamor de las
víctimas y el derecho de quienes
2
Niño de 7
años, víctima
de una mina,
Tapraya,
nordeste de
Tailandia
viven en zonas infestadas por
minas a tener acceso a agua
limpia, alimentos, un hogar, salud,
educación; y
• la donación de fondos limitados
para ayudar a personas afectadas
por las minas terrestres.
El JRS hace un llamamiento a quienes participen en el Encuentro de
Nairobi para que impulsen un plan
de acción que garantice:
• que la voz de las víctimas sea
tenida en cuenta en
planificaciones, prioridades y
decisiones de financiación;
• que los refugiados no sean
repatriados a zonas minadas;
• que la financiación para ayudar a
las víctimas, a la limpieza de
minas, y al desarrollo de áreas
afectadas sean una prioridad para
gobiernos y sociedad civil;
• que hasta que sea posible su
limpieza, todas las áreas minadas
sean valladas y señalizadas como
peligrosas;
• que todas las reservas de minas
sean destruidas, y
• que todos los países todavía ajenos
al MBT se incorporen al Tratado
y que todos los actores no
estatales se comprometan
formalmente a respetarlo.
Servir hace un llamamiento a sus lectores para que se comprometan de
nuevo. De 1994 a 1997, los lectores de
Servir estuvieron en la vanguardia de
la campaña de firmas que ayudó a conseguir el MBT. Necesitamos, una vez
más, vuestra pasión y compromiso
para presionar a nuestros gobiernos y
amigos para que actúen. Sam Oeurm,
una madre que perdió ambas piernas
al pisar una mina, nos recuerda que
“mientras permitamos que haya personas utilizando y fabricando minas que
matan, los vestigios de la violencia y
del odio permanecerán en el corazón
del mundo, y Dios llorará”.
Lluís Magriñà SJ, director
internacional del JRS
VOCES DE LAS VÍCTIMAS DE LAS MINAS ANTIPERSONAL
Puedo hacer todo lo que hacen los demás
La historia de Selma Guso
T
enía 8 años. Ya eran las 5 de la tarde del domingo.
Había salido de excursión con mi familia. La abuela
y Lejla, mi prima de tres años, venían con nosotros. A medida que nos acercábamos a nuestro destino,
un prado precioso, mi corazón latía cada vez con más fuerza. Por fin, llegamos. Me sentía en paz. Cuando llegó la
hora de marcharnos, recuerdo que mi padre iba delante,
yo le seguía, detrás estaba Lejla, mamá y la abuela.
De repente, se produjo un gran estruendo. Sentí que algo
caliente se aferraba a mi pierna. Miré abajo para ver qué
ocurría y fue entonces cuando me di cuenta de que tenía
la pierna colgando. No podía creer que aquello me estuviera ocurriendo. Aún hoy me pregunto por qué no lloré y
cómo pude ser tan valiente. Quizás no sentí el dolor por el
mismo miedo. Tardé un poco antes de darme cuenta de
que la pierna de Lejla también sangraba.
fuera como ellos? Sabía qué tipo de vida me esperaba,
sabía que la pierna no crecería, pero una pequeña parte
de mi corazón albergaba esperanzas de que algo bueno
tenía que ocurrir.
En cierta manera, mis plegarias fueron escuchadas. Tengo 12 años, y ya tengo la pierna, o mejor dicho una prótesis, y puedo hacer lo que hacen los otros niños. Doy gracias
a Dios de que sólo fuera mi pierna. Cuando veo a otros
que han quedado gravemente heridos, mi corazón ya no
sufre tanto.
Selma Guso, niña bosnia
víctima de una mina terrestre
Selma
toca la
guitarra
con su
padre
Al día siguiente todo fue distinto, miré por debajo de la
manta y vi que mi pierna ya no estaba. ¿Por qué fui a ese
estúpido prado? ¿Qué hice tan malo para que Dios me
castigara de aquella manera?
Alguien me llamó por mi nombre. Era Lejla. No sabía qué
decirme cuando le pregunté cómo se encontraba y qué había
ocurrido con su pierna. Fueron días difíciles. Cada jornada era como un año. Me sentía muy deprimida. No hablaba; sólo quería volver a casa. Estuve 3 meses en el hospital.
Y llegó el día: tenía miedo de la reacción de mis amigos y
amigas. ¿Cómo se tomarían el hecho de que ahora no
Al principio quise llorar
Declaración editada de Song Kosal
C
uando leí la historia de Selma, al principio quise
volver a llorar. Me acordé de cómo traté de recuperar mi pierna, quería ser como los demás. Quería
correr y jugar en libertad por el campo. Quería ir a la
escuela sin que todos me mirasen. ¡Aún hoy tengo ganas
de chillar a la gente que fabrica las minas, a la que las
vende, a quienes las colocan en nuestros maravillosos cam-
SERVIR No. 32 – Septiembre 2004
pos donde viven las mariposas y las flores! Y quiero que
ustedes, los lectores, griten para que en todo el mundo se
prohíban las minas terrestres.
Song Kosal, Embajador de la Juventud,
Campaña para la Prohibición de Minas
3
Niña víctima de una mina terrestre
vuelve al centro de rehabilitación a
por su prótesis adaptada, Lubango,
provincia de Huila, sur de Angola
Minas terrestres
Un obstáculo a la repatriación
Joanne Whitaker RSM
L
a paz ha llegado a Angola y muchos refugiados quieren regresar a su hogar. Cuando los primeros convoyes del ACNUR partieron de los campamentos
de refugiados en Zambia y en Namibia a mediados de
2003, quienes se marchaban saludaban entusiasmados
desde los autobuses. Pero el entusiasmo y expectación
inicial han disminuido a medida que el proceso de repatriación ha ido avanzando. La vida, para la mayoría, es
más difícil y menos segura en Angola que en los países de
asilo. El viaje de los retornados está plagado de peligros.
Y ya en “casa”, los refugiados se enfrentan a los retos de
una nueva vida, a un nuevo entorno en el que deberán
competir con sus vecinos por los escasos recursos, en el
que deberán estar atentos a las minas terrestres y las
municiones1 sin explotar. Y todo ello en un país cuyas infraestructuras están arrasadas por casi 30 años de guerra.
La voz ha corrido y, desde Angola, ha llegado a los campamentos de refugiados, de manera que el número de personas que se registran para las caravanas de repatriación es
menor del esperado. Los convoyes volvieron a funcionar
después de la estación de lluvias, pero los aguaceros podrían haber movido las minas a partes del trayecto consideradas seguras. Las historias que llegan desde las provincias
4
sur-orientales de Moxico y Cuando Cubango – que se encuentran entre las más fuertemente minadas en un país
que cuenta con el peligroso mérito de estar entre los más
minados del mundo – revelan los peligros que aguardan a
los retornados. Moxico y Cuando Cubango son fronterizos
con Zambia y Namibia y, hasta la fecha, son los lugares a
los que la mayoría de los refugiados han retornado.
Los informes de las organizaciones que trabajan en el
desminado de estas áreas hablan de “capas” de minas
terrestres bajo el suelo. Y, en algunos casos, hay más de
cuatro capas. La mayoría de las organizaciones de limpieza
de minas que trabajan en la provincia de Moxico cuentan
con planes a largo plazo (más de 5 años) para llevar a
cabo todo el proceso y las actividades de concienciación.
El 11 de junio de 2004, un hombre de 53 años murió en
Luau, una ciudad rodeada de campos de minas. Había ido
a una zona señalizada en el distrito de Retornado para
fabricar ladrillos cuando pisó una mina. Muchas de las
1
Un dispositivo explosivo similar a una mina terrestre, pero
no incluida en el Tratado de Prohibición de Minas de 1997.
REPATRIACIÓN
agencias de desminado acusan la “temeridad” de algunos
retornados que quitan las señales de advertencia de minas y construyen allí sus casas y cultivan las tierras. Lamentablemente, parece que sea necesaria la muerte de
alguien para que una comunidad no vuelva a cometer este
error. Sin embargo, las poblaciones que regresan tienen
poco donde elegir al llegar, en particular en el caso de
Luau y Cazombo, que han sido exhaustivamente minados
en los últimos 30 años. Algunas de las minas descubiertas
datan de la guerra anticolonial de hace 40 años. En 2003,
uno de los primeros convoyes que abandonaban Zambia
tuvo que detenerse al descubrirse minas en una parte de
la carretera que, previamente, había sido declarada segura.
capaz de conjurar el peligro de un medio post conflictual.
La atención médica a las víctimas es muy limitada. Menos del 30% de los angoleños tienen acceso a la atención
sanitaria y el estado de la salud pública es crítico. En general, entre el 30 y el 50% de las víctimas de las minas
mueren, entre otras razones, por la larga distancia que les
separa del centro de salud más próximo, la falta de transporte, y por la precariedad de la atención de primeros auxilios. Además, la posibilidad de rehabilitación física, social
y económica es mínima o inexistente en la mayoría de
regiones. Por ello, las víctimas que sobreviven al impacto
muy probablemente terminarán dependiendo de su comunidad local y de la ayuda humanitaria.
Extensos campos de minas circundan importantes centros
provinciales, como Luena y Cazombo. Las minas terrestres impiden el acceso de la comunidad a los recursos locales. Recoger leña, cultivar la tierra, reunirse, y para los niños,
correr y jugar son actividades potencialmente letales. La
muerte del ganado, que, como la gente, también es víctima
de las minas, deja a la población sin una importante fuente
de ingresos. Los esfuerzos por reasentar a los desplazados
internos, llegar a las comunidades remotas, suministrar alimentos a las poblaciones más vulnerables, y desmovilizar y
reintegrar a los ex combatientes y a sus familias, se ven
gravemente amenazados por la necesidad de limpiar las
zonas de minas y las municiones sin explotar.
El JRS alberga la esperanza de que habrá una mayor presión sobre los gobiernos de los países productores y sobre
los fabricantes para que se responsabilicen de las operaciones de limpieza de minas, y para que aumenten los fondos destinados a ONG como el Mines Advisory Group,
para la limpieza de minas. Desde aquí, hacemos un llamamiento a la comunidad internacional a apremiar al gobierno angoleño y a otros gobiernos, que minaron extensas
áreas de su propio país, a trabajar activamente en las labores de limpieza de minas. La acción contra las minas
supone un paso esencial para alcanzar el desarrollo sostenible y la paz a largo plazo en Angola.
A pesar de la amenaza de muerte o de heridas por la
presencia de minas terrestres, muchas áreas del país tienen poca o ninguna acción humanitaria contra las minas
Joanne Whitaker RSM,
directora del JRS Namibia
Hospital ortopédico, Lubango, provincia de Huila, sur de Angola
SERVIR No. 32 – Septiembre 2004
5
AN ETHICAL REFLECTION
Una propue
Frank Brennan SJ
L
a niña de 10 años de la foto, Srey Neang, es una de
la muchas víctimas de las minas de Camboya. La
guerra ha terminado, pero cada día 3 camboyanos
pierden una pierna al pisar una mina. En agosto de 2002,
Neang perdió su pierna mientras recogía flores en el jardín de su casa, en la aldea de Prey Thom, al oeste de
Camboya. Neang no solo perdió su extremidad, su aldea
se vio privada durante años de una muy necesaria tierra
de cultivo. Pasarán muchos años antes de que estas tierras
camboyanas estén desminadas. ¿Acaso es que no puede
hacerse más para proteger a inocentes quienes se han
visto despojados de sus vidas, de sus extremidades, de
sus tierras por culpa de algún objetivo militar ya olvidado?
Srey Neang, víctima camboyana de una mina
Para mejorar las protección de la población civil, sucesivas convenciones internacionales han tratado de regular
el uso de ciertas armas. En 1980, entró en vigor la Convención sobre Armas Convencionales (CCW) y sus protocolos, aunque, por desgracia, sólo se refería a conflictos
internacionales. Prohibía a los Estados el uso de minas y
trampas explosivas en ciudades, pueblos, aldeas u otras
zonas en las que hubiera una concentración de civiles y
donde no se libraran combates entre fuerzas terrestres, o
donde dichos combates no fueran inminentes. Sin embargo, se permite la colocación de estas armas en objetivos
militares que pertenezcan a una parte adversa o estén
bajo su control, o en las inmediaciones de dichos objetivos; y, en cuanto a las víctimas, la propuesta es poco explícita: se sugiere evitar ataques contra objetivos militares
“si cabe esperar que causen un número excesivo de muertes incidentales de civiles comparado con los beneficios
militares concretos y directos previstos”.
En 1999, tras varios años de campaña, las ONG consiguieron imponer la aplicación del Tratado para la Prohibición de Minas (MBT). Las partes del Tratado se habían
comprometido a destruir sus reservas de minas terrestres
antipersonal en un plazo de cuatro años después de la
firma. Prometieron no usar ni exportar estas armas. Se
quedarían sólo con las minas necesarias para los programas de formación en técnicas de limpieza y destrucción
de minas. Los Estados con áreas minadas tenían que
desminar sus territorios en un plazo de diez años, siempre
que fuera posible. El tratado va a ser revisado el mes de
noviembre de 2004 en Nairobi.
La mala noticia es que 42 países, entre ellos China, India,
Pakistán, Rusia, Estados Unidos, y Corea del Norte y del
Sur, de entrada, se han negado a firmar esta Convención.
6
UNA REFLEXIÓN ÉTICA
sta ética para Nairobi
De hecho, cuando el presidente Clinton demoró hasta 2006
su adhesión al Tratado, defendió el uso de minas por parte
de Corea del Sur como parte de la estrategia de defensa de
Washington en la frontera entre las dos Corea, y dijo que no
suponían ninguna amenaza a los civiles en tanto que las
minas terrestres estaban en zonas claramente señalizadas.
En febrero de 2004, al anunciar su política sobre minas
terrestres, el presidente George W. Bush habló de la relativa seguridad de todas las futuras minas “inteligentes”,
que serán detectables por las fuerzas americanas y tendrán fecha de autodestrucción. El senador demócrata,
Patrick Leahy, ha acusado al presidente Bush de dar marcha atrás en los progresos para eliminar del mundo estas
armas que matan de forma indiscriminada. Dijo que si
Estados Unidos las tiene, otros “se preguntaran por qué
ellos, con fuerzas armadas mucho más débiles, deberían
dejar de usar minas”.
En su reflexión ética para el JRS en 1994, Jef Van Gerwen
concluía que:
el tema moral clave es si estamos preparados
como ciudadanos de una comunidad global, a
asumir la responsabilidad por todas y cada una
de las consecuencias de nuestras acciones. Si
asumimos esta responsabilidad, la opinión
mundial con respecto a las minas antipersonal
cambiará en favor de la prohibición total. El
daño infligido a inocentes y el coste humano
del desminado, sobrepasan con creces la
utilidad de las minas con fines militares.
ratificación de los países clave, ni que los firmantes aceptaran su cumplimiento universal. A pesar de los compromisos escritos de solidaridad y cooperación internacional,
la limpieza de minas y la asistencia a las víctimas son consideradas a menudo responsabilidad de los países pobres
afectados por las minas, más que responsabilidad compartida de quienes crearon y distribuyeron las minas terrestres. ¿No es hora ya de que todos los países reconozcan que la vida de inocentes y sus extremidades estarán
mejor protegidas por buenos gobiernos frente a los malos
gobiernos que infestan el mundo de minas? ¿No es momento de reconocer que el uso eficiente de minas inteligentes, incluso en la frontera entre Corea del Norte y del
Sur, se cobra un alto precio en otras partes del mundo
donde gobiernos menos cuidadosos deciden que una estrategia militar eficiente justifica la inevitable pérdida de
vidas y extremidades, incluso años después del fin del conflicto, como le ocurrió a Neang?
Frank Brennan SJ, ex director
del JRS Timor Oriental
Antiguo Centro de Rehabilitación del JRS, Nairobi, Kenia,
donde se atiende a heridos de guerra, incluidos víctimas
de las minas. En la actualidad lo gestiona la Archidiócesis
de Nairobi.
Las prácticas establecidas, los principios humanitarios y
los dictados de la conciencia pública han llevado a la comunidad internacional a sentar las bases para la restricción del uso de las minas en los conflictos internacionales.
La noción de soberanía sigue impidiendo que la comunidad internacional pueda imponer tales restricciones a las
partes en conflicto en el marco de guerras civiles. ¿No es
tiempo ya de que la vida de inocentes se ponga por encima de la soberanía estatal? O dicho de una forma más
precisa, ¿no ha llegado ya la hora de que todos los gobiernos ejerzan su responsabilidad soberana de permitir el
escrutinio y la acción internacional, si individuos, con o sin
la aprobación del Estado, están utilizando minas dentro de
sus fronteras?
El sector de las ONG consiguió, en colaboración con los
estados, 152 firmas para el MBT, pero no se obtuvo la
SERVIR No. 32 – Septiembre 2004
7
CAMPAÑA INTERNACIONAL SOBRE MINAS ANTIPERSONAL
La campaña para la prohibici
Melanie Teff
E
stamos lisiados. Antes éramos soldados, miembros de diferentes ejércitos que
colocaron minas que reventaron piernas, brazos y ojos de otros. Ahora enseñamos y aprendemos juntos en el Centro de la Paloma.
Pedimos al mundo que deje de fabricar minas. Pedimos al mundo que deje de
colocarlas. Pedimos fondos para limpiar el mundo de minas, y así poder reconstruir
nuestras familias, nuestras aldeas y nuestro país.
Hem Phang, Klieng Vann, Tun Channareth, Soun Chreuk
E
n junio de 1994, el JRS decidió unirse
a la Campaña Internacional para la Prohibición de Minas Terrestres (ICBL).
Los objetivos de la campaña del JRS eran servir a aquellas personas que quedaron discapacitadas por minas terrestres; ayudar a las
víctimas a contar su historia; desarrollar los
argumentos éticos contra el uso de estas armas y; abogar por la prohibición de su producción y uso.
Programa de
concienciación
sobre minas
terrestres,
Camboya
Las vehementes palabras de cuatro víctimas
camboyanas de las minas, publicadas en la edición de octubre de 1994 de Servir, fueron el
punto de partida desde el que el JRS lanzó su
campaña contra las minas terrestres. Hizo un
llamamiento para que se prohibiera totalmente
el uso, producción, almacenamiento y venta,
transferencia y exportación de las minas, y por
el establecimiento de un fondo internacional para
la promoción y financiación de programas mundiales de sensibilización, limpieza y erradicación.
En un principio, el JRS tomó conciencia de la
relación entre el uso de minas terrestres y sus
consecuencias en las vidas y la seguridad gra-
8
cias al contacto con los refugiados camboyanos
en la frontera camboyano-tailandesa a finales
de los 80. Durante los últimos 10 años, los
miembros del JRS se han negado a que el
mundo olvide el impacto indiscriminado de estas
armas. Han seguido recordando a los países
que producían y distribuían las minas terrestres
su responsabilidad por los individuos y los países que damnificaron.
Las oficinas del JRS en los países afectados
por las minas han seguido su silencioso trabajo
con las víctimas individuales de las minas –
acompañándoles y facilitándoles formación,
educación y programas para la generación de
ingresos. El JRS gestiona programas que trabajan con víctimas de las minas en Asia Pacífico, Sudeste de Europa, y África austral, y
creó un centro de rehabilitación para víctimas
de las minas terrestres, que ahora lleva una
organización local en África oriental.
De nuevo en 1994, el JRS decidió trabajar con
las campañas nacionales para la prohibición
de minas, fortalecerlas y apoyarlas, en vez de
duplicar esfuerzos. El JRS ha desempeñado
un papel relevante en las campañas de Australia, Camboya, Alemania, Bélgica, Tailandia,
Kenia e Indonesia, y en Uganda ha ayudado a
iniciar nuevas campañas nacionales. Hasta la
fecha, casi 30 oficinas nacionales del JRS han
actuado para conseguir la prohibición.
En 1995, en la Conferencia Internacional sobre
el impacto socio-económico de las minas terrestres, que tuvo lugar en Phnom Penh, el JRS
presentó una ponencia sobre las implicaciones
éticas de su uso y alertó de la importancia del
diálogo interconfesional y de la cooperación
para la campaña. Todos los encuentros de la
ICBL que siguieron a la conferencia han incorporado una perspectiva interconfesional en
sus análisis.
CAMPAÑA INTERNACIONAL SOBRE MINAS ANTIPERSONAL
ón de las minas – 10 años, ya
En mayo de 1995, después de entrevistarse en
privado con Tun Channareth y Kike Figaredo
SJ del JRS Camboya, el Papa hizo un llamamiento en favor del “fin definitivo de la producción y utilización de las llamadas minas
terrestres antipersonal”.
La presentación de víctimas de las minas, organizada por el JRS, en la Convención de la
ONU para la Revisión de la Convención sobre Armas Convencionales (CCW), en 1996,
jugó un papel importante en la sensibilización
de la opinión pública internacional contra las
minas terrestres y en el fin del consenso de
que se trataba de armas de guerra legítimas.
Cuando empezó el encuentro de Ginebra de
1996, ya parecía evidente que la CCW no iba
a permitir que la prohibición total.
Así que se empezó a caminar en el proceso de
Ottawa, que culminó con el Tratado de Prohibición de Minas (MBT) de 1997. Aquel año, el
gobierno de Canadá dijo ante la ICBL que si
podía persuadir a 20 gobiernos para que firmasen, Canadá impulsaría un nuevo tratado.
De entrada, hubo 122 para el Tratado. Y otros
30 han firmado desde entonces (siendo en total 152, y, hasta julio de 2004, 143 lo habían
ratificado). El MBT prohíbe el uso, producción, transferencia y almacenamiento de minas
terrestres antipersonal y es vinculante como
ley internacional desde el 1 de marzo de 1999.
El Papa se encuentra con Tun Channareth en el 50
aniversario de Pax Christi, Italia, mayo de 1995
Anciano
bosnio,
víctima
de una
mina
terrestre
A pesar del gran éxito que supone el MBT
para la sociedad civil, naturalmente el problema de las minas terrestres no ha terminado
con su incorporación a la ley internacional.
Desde que el Tratado entrara en vigor, el JRS
se ha involucrado en su seguimiento y aplicación, a través del Landmine Monitor, una red
de información única y sin precedentes de la
sociedad civil. En 2003, el JRS Tailandia, junto
con la campaña tailandesa contra las minas
terrestres, ayudó a la organización de la sección de ONG del 5º Encuentro de Estados Parte
del MBT y del Encuentro Bienal del ICBL.
Tras 10 años de compromiso, la cuestión de
hasta cuándo el JRS debería seguir con la campaña se ha tenido, por supuesto, en cuenta. Y
la respuesta nos la dio la Hna. Denise Coghlan
RSM, directora del JRS Camboya: “seguiremos adelante hasta que todas las víctimas de
las minas terrestres haya recibido asistencia y
hasta que no haya más minas”.
Melanie Teff, coordinadora
de advocacy, oficina
internacional del JRS
SERVIR No. 32 – Septiembre 2004
9
EL PAPEL DE LOS ACTORES NO ESTATALES
Todos deben renunciar
a las minas terrestres
Patricia Pak Poy RSM
B
ajo la Convención de Ottawa sobre la
Prohibición del Uso, Almacenamiento,
Producción y Transferencia de Minas
Antipersonal y su Destrucción (1997) los estados parte asumían que se abstendrían, en
cualquier circunstancia, de utilizar, fabricar, almacenar o transferir minas terrestres antipersonal. Este compromiso incluye la prohibición
de ayudar a otros a utilizarlas, fabricarlas o
almacenarlas. También se asumía el desminado
del territorio bajo su jurisdicción en 10 años;
destruir sus existencias; y ayudar, si fuere posible, a la reintegración social y económica de
las víctimas.
Víctima
de mina
terrestre
Sin embargo, los gobiernos no son los únicos
protagonistas de los conflictos. De hecho, la
mayoría de los conflictos armados en el mundo implican a actores no estatales (NSAs),
también conocidos como terroristas, luchadores de la libertad, o, simplemente, oposición.
Estos grupos actúan de forma autónoma con
respecto a los gobiernos reconocidos. Muchos
fabrican, usan y almacenan minas terrestres y
controlan de facto el territorio minado.
Los NSAs no participaron en el Tratado de
Ottawa y, por tanto, no se sienten vinculados a
él. Hasta hace poco, los esfuerzos para eliminar las minas terrestres se dirigieron principalmente a los Estados. Sin embargo, la Campaña
Internacional para la Prohibición de Minas Antipersonal (ICBL) reconoció que para alcanzar
una prohibición universal de estas armas había
que incluir a los NSAs en el proceso, lo que
implicaba asistir a las víctimas de las minas y a
las comunidades que viven en territorios que no
se encuentran bajo control del Estado. Estaba
claro que muchos Estados seguirían recurriendo a la excusa de que los NSAs las usan, para
justificar que ellos las siguen utilizando.
En 1997, el Grupo de Trabajo de NSA (NSAWG), en consulta con las comunidades afectadas, buscó el compromiso de dichos actores
en el debate para desarrollar el apoyo a las
víctimas de las minas y buscar un compromiso
de los NSAs en pro de la prohibición total de
las minas. Cada año, el NSA-WG colabora con
el Landmine Monitor, una iniciativa para hacer el seguimiento de la aplicación del Tratado
de Ottawa.
El Llamamiento de Ginebra (GC), una organización humanitaria independiente, se creó seguidamente para ofrecer un mecanismo innovador para que los actores no estatales pudieran
adherirse al Tratado de Ottawa de 1997 sobre
minas antipersonal a través de su firma de un
“Acta de Compromiso” con la Prohibición Total
de las Minas y de Cooperación Activa contra
las Minas. Hasta la fecha, 25 de estos grupos
han firmado este compromiso. El GC trabaja
estrechamente con las campañas nacionales
del ICBL y con el NSA-WG.
Se llevaron a cabo 3 talleres sobre la implicación de los NSAs en temas relacionados con
la prohibición de minas. Las partes interesadas hablaron de sus experiencias con las minas terrestres, de los efectos de éstas en la
gente, de la situación médica, de la rehabilitación y de otras necesidades. Estos debates han
10
EL PAPEL DE LOS ACTORES NO ESTATALES
Taller de
piernas
artificiales,
Hospital
Ortopédico,
Lubango,
provincial de
Huila, sur de
Angola
llevado la cuestión de las minas a un espacio
más abierto y han facilitado que tanto a grupos armados estatales como no estatales reconsideren las causas de sus conflictos y el
terrible precio impuesto a su propia gente.
El reto del JRS ha sido siempre el de servir y
acompañar a la gente que huye. También lo es
presionar para asegurar que todas las partes
en conflicto renuncien al uso de minas terrestres, aún cuando argumenten que las necesitan para defenderse porque apenas cuentan
con recursos para luchar. Si bien ha sido difícil
para el JRS como organización implicarse políticamente con los grupos en guerra, los miembros del JRS a nivel particular, como parte del
NSA-WG, han encontrado fórmulas para acercarse y discutir con representantes de varios
grupos y han tratado de persuadir a unos y
otros de que dejen de utilizar minas terrestres.
El NSA-WG ha organizado encuentros entre
‘partes en conflicto’ con el objetivo de llegar a
un entendimiento y a un acuerdo para detener
el uso de estas armas, como paso hacia la firma del “Acta de Compromiso”.
Por desgracia, Birmania sigue siendo uno de
los países que siguieron utilizando minas terrestres.
En 2001, formé parte de la Misión del ‘ICBL
NSA-WG en Nepal’ que dialogó con todas las
partes, incluyendo partidos políticos, ejército,
policía, y guerrilleros maoístas. Les apremiamos a llegar a un acuerdo para terminar con el
uso de minas terrestres en el conflicto civil.
Todos, ciertamente, expresaron la voluntad de
renunciar a las minas siempre y cuando los
demás hicieran lo mismo – y estuvieron de
acuerdo en establecer una cláusula escrita en
el código de conducta que sería aplicado durante el alto el fuego. Incluso aunque el alto el
fuego fracasase, este era un signo de esperanza. Aún confiamos en que la cláusula permanecerá en cualquier código de alto el fuego.
Patricia Pak Poy RSM,
consultora de la ICBL del JRS
Centro de
rehabilitación
para víctimas
de minas
terrestres,
Camboya
Hace 6 o 7 años, pude reunirme con representantes del régimen militar birmano en Rangún
y con representantes de grupos armados Karen
y Karenni para proponer la cuestión de la prohibición de minas terrestres en la frontera birmano-tailandesa. Pude hablar con ellos de los
efectos de los incidentes/accidentes provocados por las minas, tales como pérdida de piernas, brazos y horribles quemaduras, concretamente en áreas remotas de la frontera que no
contaban de ningún tipo de asistencia médica.
SERVIR No. 32 – Septiembre 2004
11
Cómo ayudar a una persona
L
• Dar una bicicleta a un joven víctima de una mina para que pueda
ir a la escuela en Camboya
a misión de JRS es
acompañar, servir y
defender los derechos de los
refugiados y desplazados
forzosos, especialmente los
olvidados y los que no atraen
la atención internacional. Lo
hacemos con proyectos en
más de 50 países de todo el
mundo, prestando asistencia
en forma de educación,
cuidado sanitario, labor
pastoral, formación
profesional, actividades
generadoras de ingresos y
muchos otros servicios.
$40 USA
• Ayudar a una víctima de una mina
a participar en un programa de
generación de ingresos en Angola
$105 USA
• Ofrecer apoyo médico y de rehabilitación a un anciano víctima de
una mina en Bosnia
Lluís Magriñà SJ
Editor:
James Stapleton
• Construir una casa para una familia con un discapacitado como
resultado de una mina terrestre
en Camboya
Productor:
Stefano Maero
• Ayudar a una víctima de las minas a participar en un curso de
carpintería en Angola
e-mail: [email protected]
$400 USA
He aquí algunos ejemplos
de cómo JRS invierte sus
fondos:
$1.335 USA
• Organizar un campamento de
verano para 25 jóvenes víctimas
de minas en Kosovo
$7.000 USA
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JRS es una organización
católica internacional cuya
misión es acompañar, servir y
defender los derechos de los
refugiados y desplazados
forzosos.
Director:
$300 USA
JRS depende en gran parte
de donativos de personas
privadas y agencias de
desarrollo y eclesiales.
Servir aparece en junio,
septiembre y diciembre,
editado por el Servicio
Jesuita a Refugiados,
organización creada por el
P. Pedro Arrupe SJ, en 1980.
Fax:
Servir se distribuye
gratuitamente en español,
inglés, italiano y francés.
correo: Jesuit Refugee Service
C.P. 6139
00195 Roma Prati
ITALIA
tel:
fax:
+39 06 6897 7386
+39 06 6880 6418
Dispatches, un boletín
bimensual distribuído
electrónicamente, recoge
noticias de JRS de todo el
mundo, reflexiones espirituales
e información sobre ofertas de
empleo. Está disponible
gratuitamente en español,
inglés, italiano y francés.
Para abonarse a Dispatches:
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Foto de portada:
Mujeres descansando durante una
sesión de rehabilitación, en
Lubango, Provincia de Huila,
sur de Angola.
Foto de Xavier Garcia i Marlí.
Créditos de fotografías:
JRS Camboya (págs 2 arriba, 6,
8, 11 abajo); JRS Bosnia (pág. 3);
Xavier Garcia i Marlí (págs 4, 5,
11 arriba); JRS Kenia (pág. 7);
Don Doll SJ/JRS (pág. 9 arriba);
Mark Raper SJ/JRS (pág. 12).
Email:
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ABI: 05696 – CAB: 03212 – SWITF: POSOIT22
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12
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