Soy de pura madre

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ANA MARÍA SIMÓN
FEAT. ADRIANA LOZADA
SOY DE PURA
AUTOBIOGRAGUÍA
DE 9 MESES Y UN PARTO
Todo lo bueno en esta vida despeina:
hacer el amor, bailar, saltar, volar, un ataque
de risa, besar... y tener un hijo.
Este libro está dedicado a todas las personas que procuran
vivir sus vidas con el pelo hecho un desastre.
... y a Micaela, responsable de la mejor despeinada de mi vida.
BIEN
VE
NI
DA
Soy Ana María Simón, venezolana, locutora, actriz, tengo 40
años y una hija de 2 que se llama Micaela. Nunca estuvo en
mis planes ser mamá. Nunca, hasta que cumplí 37 años.
La única persona con la que me provocó que la historia
cambiase fue con el Pollo. Por supuesto que ese no es su
nombre de verdad. Se llama Rafael Brito, a.k.a. el Pollo. Él
también es venezolano, músico, cantante, tiene un par de
años y dos pares de hijos más que yo, y compartimos la ma/
pa-ternidad de esa misma hija de 2 años.
He vivido con el estigma de haber nacido un 14 de septiembre,
por eso cuando ven mi biblioteca organizada por categorías,
mi clóset por colores o la rigurosidad con la que llevo mi agenda, tengo que escuchar, necesariamente: «Tú tienes que ser
Virgo, ¿verdad?».
¿He sido ordenada? Sí. ¿Obsesiva? También. ¿Rigurosa?
Pa’ qué te digo que no, si sí. Pero a diferencia de quien es obligado a poner las cosas en su santo lugar, vivir así me producía
un profundo placer. Tener una aspiradora portátil para que
cuando hubiese una reunión en mi casa las migas de las papitas pudiesen ser removidas inmediatamente, era normal. Regresar del estacionamiento, cuando ya estaba casi montada
en el carro, porque recordaba que había dejado la toalla húmeda sobre la cama, después de haberme bañado, ¿qué tiene
de malo?
Me alejaba del desorden y, por supuesto, dentro de mis metas no
existía ni remotamente la posibilidad, ni mucho menos las ganas,
de ser mamá porque, ¿existe algo más parecido al caos que eso?
SOY DE PURA
Hoy, paradójicamente, ustedes tienen en sus manos un libro
escrito por mí que se llama soy de pura madre y es la AutobiograGuía de 9 meses y un parto: el mío.
Sin embargo, quiero aclarar que mi hija no fue una metida de
pata. Micaela fue una niña deseada, pero eso sí, solo desde
que la deseé. Antes no, y es bueno que lo diga, porque si un
día llega a leer este libro, lo sabrá y no la veré echoneta por ahí
diciendo que fue deseada de toda la vida. No, hija, esto es de
ahorita. Pero cuando pasó, pasó para siempre.
Las páginas que vienen a continuación son el resultado de
un ejercicio en el que procuré no sobrestimar mi embarazo,
sino vivirlo. Decidí pasar esos nueve meses tomando notas,
algunas escritas y otras mentales, de mis verdaderos sentimientos con respecto a lo que me iba ocurriendo y no sobre
lo que se suponía que debía sentir porque era lo políticamente correcto.
Antes de compartir todo esto en un libro, lo pensé muchísimo. ¿Qué van a decir cuando comente algunas verdades que
nos disfrazan con encaje rosado? ¿Tendré que decir que los
meses del embarazo son los mejores en la vida de una mujer
y que es maravilloso eso de estar enorme porque eres capaz
de dar vida, y que la panza1 no te estorba para nada ni te hace
sentir un verdadera gandola que no pasa por ninguna parte?
¿Soy tan egoísta como para guardarme información valiosa
como que si decides ser madre, la más purita verdad es que
1
Nunca he podido decirle «barriga» a la de una embarazada, porque para mí,
barriga tienen los que beben mucha cerveza. Tampoco puedo pensar que lo mismo
que me duele hasta casi morir una vez al mes puede ser el sitio donde va a estar
mi bebé durante nueve meses y por eso tampoco puedo llamarlo «vientre». Así es
que preferí buscar un término que fuera lo más neutro posible y en este libro le
diré «panza» a ese pedazo de nuestra anatomía que funge para nuestro futuro bebé
como un hotel 10 estrellas durante nueve meses.
más nunca vas a dormir tan profundo como antes o que tu cartera dejará de ser exclusivamente tuya porque siempre tendrá
sorpresitas del tipo chupón, pañal o termómetro?
Así que se los digo de una vez: estar embarazada, excepto
honrosas y admirables excepciones, no es juego ‘e carrito. Estar embarazada es la vida misma sin artificios y con muchos,
muchísimos malabarismos que, eventualmente, nos traen los
resultados que queremos, porque si de algo nos graduamos
las madres es de procurar salir ilesas cuando nuestros hijos, o
las circunstancias, nos cambian el libreto. ¡Esto de ser madre
sí que es saber improvisar!
No soy de las mujeres que amaron su embarazo: aun cuando
nunca tuve náuseas, ni mareos, fueron nueve meses que parecieron dieciocho. ¿Que si fue un embarazo complicado?
No. ¿Delicado? Tampoco. ¿Que si me volví loca? Sí, casi por
completo. Trabajar durante tantos años al lado de mi querido
Henrique Lazo y salir embarazada, han sido las dos veces
en mi vida en las que he estado más cerca del delirio. Mientras Micaela se formaba dentro de mi cuerpo, mi mente bajó
su velocidad y su producción en un 60 % y mi humanidad
aumentó 33 kilos de peso. No estaba embarazada: ¡tenía el
cerebro de una ardilla dentro del cuerpo de una ballena!
Supe lo que significa «vivir atormentada». Pensaba que, por
el medio en el que me desenvuelvo, donde lo que abundan son
mujeres bellas, flacas, fit y producidas, al yo ser lo diametralmente opuesta a esa descripción, más nunca iba a conseguir
trabajo. Más nunca iba a volver a tener mis cuadritos. No se
rían, es en serio. ¡Ah, pues, que los tenía! Por cierto, esa fue
una lección de vida: tómate una foto cuando estés buena y, si
te da pena mostrarla en ese momento, no importa, encalétala.
SOY DE PURA
Algún día te va a hacer falta como prueba para evitar la risita
que acompaña el comentario: «¡Si, ajá, tenías cuadritos! ¡Jajajaja ‘ta bien, pues, @AnaFitness!». Y en ese momento chapeas y los callas a todos. Tomen nota: es mejor tener una foto
de cuando estabas buena y no necesitarla, que necesitarla y
no tenerla.
La sensación más aterradora que tuve durante esos nueve meses fue la de sentir que más nunca iba a volver a ser «la yo de
antes», y como eso me tenía profundamente angustiada, trataba de controlarme, de calmarme, de hacer algo que me permitiera seguir adelante, algo que me diera un poco de paz...
y comía más.
Yo sabía cómo resolver casi todo en mi vida hasta que llegó mi
hija. Ahora me lleno de dudas (y a veces de culpas) cada vez
que tengo que tomar una decisión, incluso desde antes de que
la viera fuera de mi panza por primera vez.
La maternidad nos cambia por dentro y por fuera, para bien
y para no tan bien. Cualquier absoluto que manejes en tu
vida puede ser derribado en tan solo segundos. A lo mejor,
después de una experiencia tan determinante y a veces tan
devastadora como esta, terminas entendiendo hasta a tu
mamá. Todo se vuelve relativo. Nuestros hijos deben haber
venido a este mundo a hacer varias diligencias pero, sobre
todo, llegan para sacudirnos una serie de teorías sobre las
cuales juramos que tenemos la verdad absoluta. Nada más
lejos de la realidad. A partir del momento en que ellos aparecen entendemos que:
• No hay nada más liberador que desordenarse de vez en cuando.
• Lo más probable es que eso que dijimos que nunca haríamos,
ni que bajara Dios y nos lo pidiera de rodillas, lo haremos.
• El amor más absoluto, incomprendido e incomprensible que
podemos sentir los seres humanos es el amor por nuestros
hijos. Dar la vida por alguien se convierte en una verdadera
posibilidad cuando un hijo aparece.
• «Avísame cuando llegues», «No me gusta que te juntes con
esa muchacha», o «Mientras vivas bajo el mismo techo que yo,
aquí se hace lo que yo diga» son frases perfectamente coherentes y que hay que respetar.
• Es perfectamente normal esa angustia que te oprime el pecho
porque quieres que tu hijo sea la persona más feliz del mundo
y vas a hacer todo lo posible para que no sufra, no llore, para
que le caiga bien a todo el mundo. Rezas para que sea bonito
porque aquello de que «No importa como sea, pero que venga
sano» es muy cierto, sí, pero ajá, si viene sano y bonito, mejor, ¿o no? Quieres que sea simpático, generoso, inteligente
y buena persona, pero a lo mejor resulta que viene con solo
algunas de las anteriores y no pasa nada. Igual para ti va a ser
el mejor y el más bello del mundo.
También comencé a hacerme preguntas que nunca pensé que
pasarían por mi mente: ¿Será este el mejor momento para
ser madre o ya pasó mi tren y no me monté? Si mi relación
con su papá se acaba, ¿cómo hago para criar a este hijo yo
sola? ¿Doy a luz en agua, parada, sentada, arrodillada, sin
anestesia o que me duerman y me levanten cuando el niñito
ya esté en primer grado? ¿Si la siento a ver conmigo The Ellen
Show lograré que sea una niña inteligente, con buen humor,
respetuosa y tolerante? Si le compro una Barbie y hereda mi
celulitis, ¿será una acomplejada? Si le compro un Barney y
hereda la cintura que caracteriza a las mujeres de mi familia,
¿acomplejará al pobre dinosaurio? ¿La llevo a Disney o dejo
SOY DE PURA
que vaya ella sola cuando pueda pagárselo? Este señor con
todos esos peluches guindados en su estetoscopio y esas antenitas de vinil, ¿será el mejor pediatra para mi hijo? Como
después de dar a luz voy a quedar igualita, no boto mi ropa «de
antes de», ¿verdad? ¿Qué voy a hacer si alguna vez el bebé no
me deja dormir por cuatro días seguidos y me lleno de rabia
y de cansancio? ¿Me podré quejar sin que me tilden de mala
madre o me tengo que callar y hacerme la perfecta?
No teman: ser mamá no nos vuelve (del todo) locas, pero nos
deja en la parada anterior. Porque ser mamá me enseñó a no
desconfiar más nunca de mi intuición, a despeinarme con
ganas, a ensuciarme sin remordimiento, a equivocarme sin
miedo a equivocarme, a que la única obsesión que se mantenga en mi vida sea la de criar a mi hija como un ser humano
incorruptible y a asumir, que de ahora en adelante, me pasaré
el resto de mi vida encontrando, en algunos casos, la manera
incorrecta de hacer las cosas bien.
Como todo embarazo pasará, pero para que eso ocurra de
la forma más suave posible no puedo prometerles fórmulas
mágicas ni consejos absolutos y, mucho menos, puedo garantizarles que vayan a cerrar la última página de este libro
diciendo: ¡Por fin encontré todas las respuestas! Lo que sí
quisiera es que se llevaran la certeza de que no están solas
en esto, de que somos muchas las que hemos pasado por ahí
y hemos salido ilesas de ese mismo sitio. Estos meses, aun
cuando yo soy de las que piensa que la amnesia es la única
razón por la que una mujer sale embarazada por segunda vez,
son una experiencia única, y mientras más registro lleves de
ella, más te lo agradecerás a ti misma cuando pasen los años.
Yo solo quiero echarte una mano llevando ese registro, y si te
diviertes en el camino, pues mucho mejor.
De ahí que algunos detalles de ciertas cosas que me pasaron durante ese periplo los quiero compartir a lo largo de este
libro por una única razón: siempre vemos algo que nos está
sucediendo como la cosa más complicada del mundo, pero
llega ese instante en el que aparece otra persona que la pudo
tener todavía más complicada que nosotros, y eso funciona
como un vasodilatador, como una copa de vino a las ocho de
la noche después de un duro día de trabajo. Todo se distiende.
Todo pinta más bonito y aparece la esperanza, esa que Cortázar describió de manera tan sabia: «La esperanza le pertenece a la vida porque es la vida misma defendiéndose».
Durante mi embarazo, además, tuve la suerte de reencontrarme con un personaje que muchos de ustedes conocen,
y a los que no, los invito a que estén pendientes de las recomendaciones que nos dará a lo largo de este libro. Su nombre es Adriana Lozada, y cruzarme con ella en esta nueva
etapa de su (nuestra) vida es de las cosas más divertidas que
me ha pasado. Adriana ya no es la dueña y señorita del periódico urbe, ni soy yo una de sus columnistas o, eventualmente,
una de sus portadas. Hoy en día, y desde hace ya unos cuantos años, Adriana es doula (Dou...¿what?). Que no cunda
el pánico. En las próximas páginas el curioso Willy McKey
se encargará de que sepan de qué se trata. Lo que les garantizo es que está certificada para responder buena parte
de las dudas y temores que a las mujeres nos pasan por la
cabeza antes y durante el embarazo. Después de ser madre,
yo dejé de ser tan obsesiva con el orden, y ella, que también
se dio a la tarea de poblar el mundo, ya no se pinta el pelo de
azul ni entrega perros verdes como premio, porque su hija
Ánika se encargó de pintarle la vida de todos los colores que
le hacían falta.
SOY DE PURA
Por lo pronto les recuerdo que soy Ana María Simón, tengo
40 años y una hija de 2 a la que no le había preparado ningún
discurso para el día en el que llegó a este mundo, y solo se me
ocurrió decirle mi palabra favorita del diccionario:
¡Bienvenida!
DUDAS
¡Felicitaciones enormes y de todo
corazón! Estás metida en una aventura
mejor que la de Alicia (aunque a veces
igual de disparatada). Como la vida
lo lanza a uno a esto de ser madre sin
anestesia, es mi deseo que encuentres
aquí una especie de paracaídas
para que el descenso pueda ser más
delicado, dejándote sobre la tierra con
los pies bien plantados, lista para lo
que venga. Y como nueve meses se
pasan en menos de lo que te imaginas,
comencemos ya a aclarar las dudas:
¿NO ME VIENE
O ME VIENE?
Puede ser que tu cuerpo e intuición ya te estén diciendo que
estás embarazada; aunque si
es algo que vienes deseando
con demasiadas ganas, puede
que más bien te estés «haciendo
coco» con que lo estás. De cualquier forma, la mejor manera de
confirmar el hecho es a través de
una prueba de embarazo.
M O M E N TO C I E N T Í F I C O
!—•
•—
¿Qué es lo que prueban
las pruebas?
En el momento en que un espermatozoide se une a un óvulo,
comienza en tu cuerpo una danza
hormonal en pro de preservar la
especie humana. Cuando el óvulo
fertilizado viaja del ovario al útero
y se implanta en la pared uterina,
tu cuerpo aumenta la producción
de la hormona GCH (Gonadotropina Coriónica Humana). Las
pruebas simplemente se encargan
de detectar o medir su existencia.
Los tipos de pruebas se dividen
en dos grupos: examen de sangre o prueba de orina. Ambos
se basan en la existencia de la
GCH, pero la concentración de
la hormona en el torrente sanguíneo es mayor, por lo que al comienzo es más fácil de detectar
su existencia en la sangre. Por
esa misma razón, el resultado de
un examen de sangre es prácticamente infalible. Y también es
la razón por la cual las pruebas
caseras te hacen esperar más
días antes de poder hacértelas:
al comienzo del embarazo la
cantidad de GCH en tu orina es
muy poca para ser detectada.
!—•
•—
Más sobre las pruebas caseras
Falsos negativos
Existe la posibilidad de que estés
embarazada aun cuando la rayita
de la prueba te haya dicho que
no. A eso le llaman un «falso negativo», así que si el resultado te
deprimió, no te apresures en ahogar tus penas en el alcohol. Las
pruebas caseras se vuelven más
confiables mientras más re
SOY DE PURA
traso del período tengas, por lo
que no está de más hacerte otra
prueba después de varios días
para confirmar que, en efecto, no
estás embarazada. Claro, esto es
asumiendo que la prueba no esté
vencida y seguiste las instrucciones detalladamente.
Falsos positivos
Volviendo a asumir que seguiste las instrucciones al pie de la
letra, que la prueba no estaba
vencida, pero que en este caso
el resultado fue positivo: amiga,
es casi 100% seguro que estás
embarazada. Es muy, muy, muy
raro que estas pruebas den falsos
positivos. Ahora, si tuviste una
pérdida o un aborto en las últimas
8 semanas, o estás tomando un
medicamento para la fertilidad
que contiene GCH, entonces es
posible que el resultado sea falso.
Espera dos semanas luego del último tratamiento antes de hacerte
otra prueba casera, o habla con
tu médico, quien al final conoce
mejor tu caso.
Ni lo uno ni lo otro
No es que vas a estar «un poquito»
embarazada, sino que el problema
de las pruebas caseras, en especial las no-digitales, es que pueden
ser difíciles de leer. Generalmente
todas incluyen un resultado «control». Aparte de la línea o símbolo
que te indica si sí o si no tienes
bebé en camino, puede que el
examen requiera que aparezcan
dos líneas, o una cara feliz, o qué
se yo. Esto es para indicarte que
la prueba no está dañada y que,
por lo tanto, puedes confiar en el
resultado (igual sigue en pie todo lo
que te dije de los falsos negativos o
positivos).
A veces la línea aparece tenue.
Cuéntalo como un resultado
positivo.
A veces la línea aparece de un
color diferente al esperado, o no
aparece sino hasta muchos minutos más tarde de lo que decían
las instrucciones: cuéntalo como
resultado negativo.
¡NO FUMO,
NO BEBO, NO NADA!
Durante tu embarazo podrás bailar pegado todo lo que te permita
la barriga, pero hay una gran cantidad de costumbres que vas a
tener que mandar de vacaciones
por un buen rato (y por más tiempo si vas a dar pecho).
Cierra los ojos y respira
A continuación viene una larga
lista de cosas a evitar. Antes de
que te comiences a angustiar,
respira profundo y ten en cuenta
lo siguiente:
• Lo hecho, hecho está
Si la semana pasada te fuiste
de sushi y vinos para celebrar el
cumpleaños de tu mejor amiga,
bórralo de tu mente. De hoy en
adelante, asume tu rol de mujer
embarazada sabiendo que esto
no durará para siempre, y que al
final del túnel encontrarás lo más
maravilloso que jamás hayas imaginado, digno del sacrificio de tener que comer todo cocido, pasteurizado, y sin alcohol. Cuando
eras niña no bebías, fumabas ni
–me imagino– comías pescado
crudo; sé que puedes hacerlo
de nuevo.
• Foco en lo importante
Más que preocuparte por memorizar esta larga lista, recuerda que
el objetivo principal es mantener
a tu hijo (y a ti) lo más sanos posible. Convéncete de que «vale
la pena el esfuerzo». Si tu delirio
por los quesos suaves te hace imposible dejarlos, entonces no los
compres en el mercadito donde
pasan varias horas a la intemperie sin refrigerar, ni los comas
en un restaurante (porque quién
sabe... ), solo hazlo en casa, sabiendo que son provenientes del
automercado y que siempre han
estado bien refrigerados. ¿Y qué
tal si además los comes menos
veces por semana?
• Ponte creativa
Sólo tú puedes determinar donde están tus límites, sabiendo
que algunas actividades pueden
ser más riesgosas que otras.
Recuerda que las toxinas pueden entrar por tu boca, piel o
nariz. Evalúa cuáles riesgos son
SOY DE PURA
demasiado altos, y cuáles pueden ser minimizados al cumplirse ciertas condiciones.
A E V I TA R
✖—•
•—
✖ Alcohol
Los «vale la pena el esfuerzo»
Si bien consumir uno de estos
alimentos o hacer algunas de
estas cosas no significa que automáticamente le estás haciendo
un daño a tu bebé, los riesgos
son altos y sus efectos están tan
bien documentados que es mejor
evitarlos. Puede que estés pensando que tu abuela o tu mamá
fumó y bebió bastante durante
su embarazo, y que todos sus
muchachos salieron sanitos, pero
me imagino que si ellas hubiesen
sabido los posibles daños a los
cuales los estaban exponiendo,
hubiesen rumbeado con un poco
más de cautela.
Tomar alcohol durante el embarazo puede causar el Síndrome de
Alcohólico Fetal (SAF). Los efectos de este síndrome son bien variados, e incluyen anomalías en la
cara, problemas de crecimiento,
de desarrollo, de aprendizaje y
otros defectos tanto físicos como
mentales. Los expertos no terminan de ponerse de acuerdo de
cuánto es el consumo mínimo que
afectaría al feto (no es muy ético
reclutar a conejillas de indias
para esto), por lo que es mejor
que, simplemente, te resignes a la
soda con limón.
✖ Cigarrillos
Fumar durante el embarazo aumenta los riesgos de bebé prematuro y bajo peso, problemas
con la placenta, problemas respiratorios crónicos, asma, problemas de comportamiento, defectos congénitos, y hasta la muerte.
Esto es debido a que –entre otras
cosas– la nicotina y el monóxido
de carbono en tu sangre reducen
la cantidad de oxígeno que le llega a tu bebé.
✖ Drogas
Esta es una caja de pandora con
demasiados elementos a considerar y aún mayor cantidad de
riesgos. Resumiendo a grandes rasgos: los químicos de las
drogas pasan por la placenta al
cuerpo de tu bebé, donde pueden
afectar (por no decir otras palabras más fuertes y censurables)
su desarrollo.
✖ Medicamentos
En este caso es vital que hables
con tu doctor antes de tomarte
cualquier pastilla (así sea aspirina o ibuprofeno). Si tomas medicamentos para la depresión, o
para otras condiciones de salud,
es muy importante que su uso sea
evaluado ante un embarazo para
determinar el mejor camino. Lo
mismo con cualquier vacuna.
P R O C U R A R N O. . .
✖—•
•—
✖Tomar baños de tina
calientes, baños de vapor,
saunas o jacuzzis
Aumentan tu temperatura y esto
puede causarte mareos y/o crear
problemas neurológicos en tu
bebé.
✖ Acostarte boca arriba
Sobretodo a partir del segundo
trimestre, para no ponerle peso
a la vena cava, que se encarga
de devolver la sangre de la parte
inferior de tu cuerpo a los pulmones y el corazón. Te podrían dar
mareos, faltarte la respiración y
el flujo de sangre a tu bebé podría
ser obstruido.
✖ Dejar de utilizar el cinturón
de seguridad del automóvil
Es decir, úsalo SIEMPRE. Asegúrate que la cinta inferior cruce lo
más bajo posible, a nivel de caderas, no del abdomen.
✖ Exponerte a rayos X
De ser indispensable, dile al médico que estás embarazada para
SOY DE PURA
que te ponga un protector sobre
la barriga.
TA M P O C O. . .
✖—•
•—
✖ Cafeína
Los expertos no se han puesto
de acuerdo en cuánto es la dosis
máxima a consumir, pero parece
ser no más de 200 mg por día.
✖ Peces y mariscos crudos
Estas delicias pueden contener
parásitos o bacterias que te caerían muy mal, embarazada o no.
La vomitadera y deshidratación
no te harían nada bien.
✖ Peces predadores grandes
Esto incluye al pez espada, carite rey/sierra o caballa, tiburón,
mero tipo guasa, y hasta ciertos
atunes. Aunque hoy en día la
mayoría de los peces contienen
algo de mercurio, estos peces
grandes han pasado más tiempo
devorando peces pequeños, y
por lo tanto sus niveles son mucho más altos. La contraparte a
esto es que los peces son buena
fuente de proteínas bajas en grasa saturada y del muy saludable
Omega-3, por lo cual es bueno
comerlos durante el embarazo.
Buenas alternativas son el salmón, la trucha de granja, el bacalao y el atún blanco en cantidades
limitadas. No los comas más de 1
ó 2 veces por semana y quítales
la piel, que es donde se concentra
más el mercurio.
✖ Cualquier tipo de carne cruda
Puede que te produzcan toxoplasmosis.
✖ Jamones, fiambres,
embutidos, salchichas,
patés, o peces y mariscos
ahumados fríos
Pueden contener una bacteria
llamada Listeria, aun cuando
sean precocidos. Si los calientas a más de 74 grados centígrados, entonces la bacteria se
muere. Aparte del malestar que
te produciría una listeriosis, aumentaría el riesgo de pérdida o
parto prematuro.
✖ Quesos blandos,
y los hechos con leche no
pasteurizada
De nuevo con la posibilidad de
Listeria. Esto se refiere generalmente a los quesos no curados,
como el de mano, telita, fresco,
panela, blanco, feta, brie, Camembert, azul y Roquefort, entre
otros; siempre y cuando hayan
sido pasteurizados. Algunas alternativas (quizás no tan deliciosas) son el requesón, la mozarella
y la ricotta.
✖ Vegetales, frutas
✖ Jugos o leche
no pasteurizados
Aquí volvemos con el temor a la E.
coli (jugos) y la Listeria (leche).
✖ Huevos no
completamente cocidos
El temor aquí es con la Salmonella. Asegúrate de que las yemas
de tus huevos fritos o duros estén
bien firmes, el revoltillo esté bien
cocido, y evita el aderezo de las
ensaladas César y la salsa holandesa.
✖ Edulcorantes, sobre todo
y lechugas sin lavar
la sacarina y el ciclamato
Lávalos muy bien, no vaya a ser
que tengan E. coli o Salmonella.
Y ojo con comer las lechuguitas
que colocan de contorno en ciertos restaurantes.
Durante el embarazo lo primordial es una buena alimentación, y
estos químicos no califican. Si decides no eliminarlos, por lo menos
se más moderada en su uso. Es
preferible que comas azúcar (de
nuevo, con moderación).
✖ Brotes de semillas crudos
o poco cocidos
Igual que los vegetales y frutas
sin lavar, pueden tener E. coli o
Salmonella. El problema es que
como los brotes son difíciles
de lavar, es mejor evitarlos por
completo.
SOY DE PURA
¿DESMADRE
HORMONAL?
ASÚMELO CON
GLAMOUR
Aparte de los antojos y las náuseas, las hormonas son responsables de muchas otras variaciones en tu cuerpo:
Si estás embarazada, puede
que sientas estos cambios:
Cabello más abundante y brillante, se te
olvida todo, mayor estrés, cambios
de ánimo, sueños locos, insomnio, dolores
de cabeza, mareos.
Ojos borrosos, acné, manchas en la cara,
resplandor de embarazada, nariz ultra sensible,
más grande y/o tupida, encías sensibles o
sangrantes, ronquidos, náuseas y vómitos,
sabor metálico, aumento de salivación, acidez
y reflujo, mayor apetito, respiración recortada.
Sentirte más sensual, senos sensibles y más
grandes, aureolas más grandes y oscuras,
goteo de calostro.
Estrías, línea negra, picazón, gases,
estreñimiento, hemorroides, incontinencia
al reír, toser o estornudar.
Aumento de flujo vaginal, dolor de caderas y
del hueso púbico, dolor de ligamento redondo
y presión pélvica, ciática.
Dolor de espaldas y piernas,
calambres, várices.
Tobillos hinchados, pies hinchados y más
grandes, síndrome de túnel carpiano.
Torpeza, cansancio, aumento de peso,
calor y sudores.
No los hemos
olvidado, muchachos.
He aquí un breve manual
de supervivencia para
que les sea leve el
trayecto al lado de una
mujer embarazada...
pero, sobre todo,
para que se lo hagan
más leve a ella.
No la ignores cuando llore, ¡consiéntela! Eso es
lo único que necesita una mujer embarazada...
o no embarazada: ¡eso es lo que siempre necesita
una mujer!
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